Partida Rol por web

Se queda mirando a una y otro como si se estuvieran pasando una bola invisible, mirando de vez en cuando a otro de su misma raza que había aparecido como por arte de magia del agua de la fuente.
Estaba tan ensimismada analizando una información que no le daban que se sobresaltó por el gesto de June.
-qué qué? Ah.. eso... sí, son... raros- la palabra "raro" era la única que se adaptaba al lugar desde que habían llegado.
Parpadea un par de veces intentando centrarse
-veamos... tú estás aquí por la profecía, y me parece genial- señala a Iora -parece que tú eras su Romeo.. pero la cosa no cuajó románticamente hablando...- señala a Entu -y por último- se gira hacia Geblu -tú has aparecido porque sí y no sabemos quién eres...- se rasca la cabeza -yo soy Ceya y esta de aquí es June- señala a la chica con la mano -lo diré una vez más para ver si me hago entender.... Somos viajeras, y nos gustaría saber si hay algún lugar cercano para hospedarnos o para cenar algo - coloca los brazos en jarra esperando alguna respuesta.

Geblu sonrió al verse aludido por aquella hija del bosque. La miro con algo más detenimiento, parece más la que los otros hijos del bosque he visto. reflexionó

¡eh! Yo no he aparecido de la nada, estaba aquí antes que todos vosotros. comunico a sus cerebros señalando con el pulgar la fuente de la que efectivamente había salido Estaba aquí intentando dormir y preparándome para el día de mañana.

Se encogió de hombros algo divertido, después de la tensión inicial, aquella situación resultaba ser algo absurda y le había gracia. Sonrió y prosiguió.
Bueno, no conozco muchos sitios para hospedarse. Conozco uno muy barato y que me parece muy cómodo, de hecho es gratis dijo señalando de nuevo con el pulgar a la fuente. Podéis quedaros si no os importa la humedad... dejo la frase en el aire con una gran sonrisa.

La sacerdotisa siguió ojeando el volumen sin demasiado interés, durante un tiempo indefinido. La lectura le aburría profundamente, y el libro del Sépitmo parecía llamarle desde su lugar en la estantería. Sin embargo, no quería apresurarse. -Tienes que ser más astuta que ellos, retorcida, como una serpiente... como los hijos de tu Dios- Permaneció sentada, con aparente concentración, esperando a que la biblioteca se fuera vaciando poco a poco.

Finalmente, cuando consideró que ya había menos gente, se levantó nuevamente y volvió a intercambiar la historia de los unicornios por la del dios prohibido, y siguió leyendo a partir de dónde lo había dejado la vez anterior. Al cabo del tiempo, volvió a repetir la táctica, tratando de no ser descubierta con el libro en las manos.

Empezaba a sentirse asustada, porque no sabía si sería capaz de descubrir todos los secretos que el libro contenía en una sola tarde que pasara allí. Sin embargo, el primer paso era obtener toda la información posible, sin ser descubierta. Y luego, si veía que no había otro remedio, trataría de encontrar una forma de llevárselo consigo.

En estos días en los que hay tanta gente, me podía permitir invitaros hasta que os fuerais dijo la celeste con total sinceridad, pues esa raza no sabía hablar de otra manera. De todas formas, no insistió, tenía mesas que atender y la taberna estaba llena.

Iora se giró al escuchar las palabras de Entu. Ese comentario le había dolido en lo más profundo de su corazón. Y sólo pudo reaccionar de una forma...

Antes de que el varu se diera cuenta, Iora le había cruzado la cara y se estaba alejando al otro extremo de la fuente, alejándose de su Romeo, tal y como le había llamado Ceya.

La situación era cada vez más tensa, pero los celestes habían vuelto. Uno de ellos escuchó las palabras de Ceya y se acercó, pero manteniendo las distancias.

Disculpad... En cualquier calle podéis encontrar alguna posada, pero creo que todas están bastante llenas... Por esa calle está el "Haai de Plata", creo que aún le quedan habitaciones disponibles.
 

Cada vez que te acercabas a la estantería, notabas cómo tu cuerpo temblaba de emoción. Estabas encontrando información sobre el Séptimo, y era tremendamente emocionante.

Leíste cómo, al caer en Idhún, se hundió en el mar. Allí encontraron los varus la piedra, que emanaba gran energía negativa, lo que provocó que todos los que vivían cerca se alejaran. Esa zona quedó desolada, pero la Sombra se iba haciendo fuerte, iba ganando energías hasta, que pasado el tiempo, consiguió liberarse. Era una mera sombra en un mundo creado por dioses.

Y te narraba una leyenda que más o menos conocías, la leyenda de la Sombra sin Nombre

La prisión del Séptimo se encontraba en el mar. Y la encontraron los varu. No podía creerlo. La sacerdotisa respiraba aceleradamente, sin poder dejar de pensar, sin poder dejar de imaginar, planear y lamentar. Había estado tan cerca siempre... pero jamás había sospechado algo así. El lugar de origen del Séptimo. Para ella tenía algo de reverencial, de sagrado.

Y esa historia, la Sombra sin Nombre... Meerelu pensaba en ella casi sonriendo. Era una histoira para niños y aun así escondía tantas cosas. Se identificaba con ella. La chica también se sentía sola y rechazada por todos los demás, también se sentía surgida de la maldad y crueldad del resto del mundo. -Ambos no somos por nosotros mismo, somos lo que han hecho de nosotros-

Pero según la historia, la sombra, con ayuda de la serpiente, había logrado obtener tanto poder como los dioses. ¡El poder de un Dios! Como desearía tenerlo, aunque realmente, dudaba de que nunca pudiera llegar a ese punto. Pero de cualquier forma, seguía necesitando información. Tenía que seguir leyendo. Tenía que descubrir más y más, de forma casi obsesiva.

Así que siguió leyendo, a la espera de encontrar cualquier otra cosa de utilidad.

Finalmente, Jon decide aceptar la invitación. Al fin y al cabo, tiene razón, y un poco de dinero extra no le viene mal.

El día pasa, la luz de la luna entra por la ventana, el ambiente hace que Jon rememore su pasado, que vuelva a otra tierra, a otro lugar. En su mente, recuerda las canciones que cantaban sus antepasados cuando era pequeño. Empieza a tararear, a susurrar una canción. Poco a poco el sonido de su voz va aumentando, va subiendo de tono, hasta que empieza a cantar, sonriendo y batiendo palmas. La canción es alegre, divertida, y hace que su espíritu también se alegre y se divierta. Quizá mañana a estas horas las cosas sean distintas, quizá no haya cambiado nada, pero por hoy, por ahora, en este instante, Jon es feliz y piensa seguir siéndolo.

Comí con ganas y disfruté de la comida cómo si no hubiese un mañana. Tal y como pensé, aquello estaba delicioso. Me recuesto en la silla y palmeo mi estómago, dando a entender que estaba lleno y satisfecho por todo. Había sido una buena elección este lugar después de todo.

Las horas van pasando como si nada, disfrutando de la compañía y de los servicios del local. Poniendo atención a las historias que se contaban, incluso llegando a reírme de manera despreocupada en algunos momentos. Casi sin darme cuenta, el último de los soles se pone y las lunas empiezan a adueñarse del cielo. Dedico un breve pensamiento a Shela, si estará bien, a gusto o cualquier otro problema que haya podido causar, pero de peores situaciones habíamos salido. Se las apañará.

Poco a poco Asgeir empieza a entonar una canción, casi como un murmullo al principio, y fue aumentando la intensidad, hasta que quedó como el centro de atención, dando palmas y cantando con alegría. No me costó seguir el ritmo, llevado por lo que transmitía, golpeando la mesa con los nudillos. Hasta que recordé haber metido en el saco la pequeña flauta de hueso. No lo pensé demasiado, la busqué e hice por seguir el ritmo de su canción. Ya no me sentía tan extraño entre estos muros como cuando llegué, algo por lo que estar agradecido.

Geblu se encogió de hombros y miró a las dos chicas que no eran de su raza, encogiéndose de hombros.

¿que haréis? les preguntó directamente en sus sesos.

Se podía comprobar que Entu estaba ocupado hablando o discutiendo o lo que quiera que estuviese haciendo con la chica, a la cual no le faltaba carácter.
Una voz hace que se gire de pronto de un salto como si le hubiesen pinchado con un palo. Estaba con la guardia baja y no había presentido la cercanía del celeste. Se recompone un poco e inclina levemente la cabeza -gracias.
La chica se cruza de brazos y mira con una sonrisa sarcástica a Geblu -¿a ti que te parece que haremos? Bajo del agua no podemos respirar- era visible que no le gustaba hablar con desconocidos, le causaba cierto reparo, por lo que se gira hacia June seria -¿vamos a buscar el sitio que nos han dicho? Espero que no esté lejos, tengo hambre y estoy cansada de andar de un lado para otro... por cierto, ¿qué es una posada?- mira con una ceja enarcada a su compañera, pero su mirada también se desvía hacia Geblu curiosa.

La noche se animaba, pero pronto empezó a decaer. La gente abandonaba la posada o se iba a sus habitaciones a dormir. Shivei empezó a limpiar tranquilamente la taberna mientra tarareaba una canción. Quizá era la hora de irse a dormir.

La noche se iba haciendo cada vez más presente. Muchos celestes se dirigieron a las paredes y, levitando, encendían las mechas de pequeñas velas que hacían las veces de farolas. El cielo se mostró impresionante, al igual que las calles. Pero era hora de irse a dormir
 

La Sombra se había liberado y había vagado por el mundo. Los dioses no habían notado su presencia, al menos al principio. Sólo lo hicieron cuando fue tarde. La Sombra recuperó el poder del dios y, viendo lo que Los Seis habían creado, decidió que también La Sombra tenía derecho a crear sus propias criaturas. Y así lo hizo.

Las serpientes eran su criatura favorita, pues sólo ellas le habían dejado vivir. Creció dentro de esa Serpiente, pero el inmenso poder la mató. Aún así, La Sombra, decidida, empezó a moldear a criaturas dignas de ella. Y así es como nacieron los Shizs.

Del nacimiento de los Sheks no está nada claro, pues no se sabe si fueron respuesta al nacimiento de los dragones o al contrario. De todas formas, por raro que parezca, los sheks son criaturas que aman todo lo bello. Fríos e inteligentes, sí, pero admiradores de la belleza en su forma más natural.

Los Seis notaron la presencia del Séptimo en Idhún, y rápidamente volvieron a vigilarlo todo...

Unos tenues pasos anunciaron la llegada de alguien. Aunque estabas concentrada en la lectura, tu agudo oído había captado las pisadas con suficiente tiempo. A lo lejos, pudiste ver a esa amable bibliotecaria Celeste que avanzaba hacia ti con una vela en la mano. Fue entonces cuando te diste cuenta de lo tarde que era. Posiblemente la Madre Venerable te estaba echando en falta, y también tendrías que descansar.
 

Geblu se encogió de hombros y se dio la vuelta, encaminado de nuevo a la fuente. Metió primero los pies y sentó en el borde de mármol mientras miraba fascinado como los celestes ascendían. Sonrió muy emocionado.
Quizás mañana aparezca por fin el Unicornio

Con ese pensamiento se sumergió de nuevo en el agua e intentó dormir, pero sin dejar de "escuchar" su entorno.

Ceya estaba algo confuso - una posada , por lo que he oido... es como una gran casa con habitaciones, allí podemos pagar para pasar la noche. Vista la hora que es no lo eo una mala opción. Mejor darse prisa - dije mientras empecé a andar en dirección a la posada.

La varu se levantó sorprendida del asiento. -¿Ya es tan tarde? Maldición...- Tener que dejar la lectura era un contratiempo increíblemente desagradable. Aun así, comprendía que no tenía otro remedio. Ocultando el libro de la vista de la bibliotecaria con actitud descuidada, Meerelu se encaminó hacia la estantería para volver a dejarlo en el lugar que le correspondía. Al pasar junto a la celeste la saludó brevemente con la cabeza, en señal de reconocimiento. -Solo espero que no se de cuenta de nada... bueno, con lo inocente que es, supongo que no tengo nada que temer de ella...- Aun así, la joven no podía evitar sentirse algo nerviosa.

Una vez devuelto el libro al lugar que le correspondía, Meerelu se encaminó hacia la salida de la biblioteca, a no ser que algún contratiempo la retuviera. Tenía que volver con la Madre Venerable antes de que esta comenzara a hacer preguntas incómodas para las que no tuviera respuesta.

Pese a todo, no estaba demasiado preocupada. Era una sacerdotisa modelo. ¿Quién iba a pensar lo que realmente se escondía bajo su dócil apariencia?

Vuelve por un momento su vista hacia atrás para ver cómo Geblu se sumerge de nuevo en la fuente, y sin pensarlo más sigue a June.

-mmm... creo que entiendo... más o menos- por la expresión de su cara se podía adivinar que hacía un esfuerzo por intentar hacerse una idea, pero a saber lo que se cocería en esa cabecita. 

Lleva su mano hacia la bolsa donde guardaba algo de dinero, sacado en su mayoría de los forasteros que se atrevían a pisar el bosque. 

La fiesta comenzó a decaer al mismo ritmo con el que se animó, la verdad, me dejaba un extraño sabor de boca. Pensé que, con lo animados que estábamos, la cosa duraría más, quizás hasta el alba. Supongo que aquí no estarán acostumbrados a bailar en torno a una hoguera cada noche, una lástima. Puede que sea un buen momento para acostarme y dormir algo, mañana será el gran día... para alguien. Para mí será un día más aunque estaré en una ciudad extraña.

Amablemente vuelvo a dar las gracias a Shivei y le pregunto por la habitación que me habían dejado.