Partida Rol por web

Tras darle el botiquín a Svet, Anna le agradeció el detalle a Andrey de que le prestara 5BGM para comprar munición. Todos podían contar con que la joven se esforzaría para emplearla en favor del grupo, ella siempre mantenía sus promesas. Después miró a ratón y confió en que no hiciese la tontería de vender la mirilla de precisión. Con la pneumática que tenía Anna podría aumentar considerablemente las probabilidades de éxito de la misión pero tampoco quería forzarle a tomar la decisión. Solo dejó caer que ella necesitaba una...

- Bueno, pues no es que estemos armados hasta los dientes pero confío en que lo suficiente para sobrevivir juntos y llegar a nuestro destino. Andrey, gracias por las balas compañero, prometo que no te arrepentirás y te las devolveré sin lugar a dudas, es una promesa. Lástima no tener una mirilla de precisión...con mi pneumática que no hace ruido, mejorando ese aspecto seguro que le sacaría más eficiencia al arma...

Tras hablar, entró en la tienda y compró munición, para después unirse al grupo y esperar a Jorji. Era extraño que el hombre se tardase cuando siempre había sido puntual. ¿Habría nuevos problemas en la línea roja y solicitaban su ayuda?

Svet había pasado el resto del desfile perdida en sus pensamientos, ignorando sin querer el ofrecimiento de Andrey. Tal vez me necesiten aquí, pero la guerra todavía no va a terminar. Voy a ser más útil con ellos que aquí, por el momento. Les... importo. Se limpió las lágrimas con la mano y dejó que la oscuridad del metro se encargase de ocultar lo demás. Seguía sin estar convencida de su decisión, pero esperaba que el tesoro de aquel avión les pudiera servir para algo más que despilfarros.

Dándose cuenta de que el resto del grupo se había marchado, Svet aprovechó el momento para reponer munición. La iba a necesitar allí fuera. Más tarde se reencontró con ellos en la taberna, tomando lo que podría ser su último chupito. La propaganda le trajo de nuevo recuerdos de su niñez, de sus padres y de su horrible final. Vas a enfrentarte a los mismos monstruos que ellos, Svet. En su terreno. ¿Seguro que estás lista para ello? Echó un rápido vistazo a los demás. Era difícil, pero podrían superarlo juntos. Aunque sin Jorji estaba claro que no irían a ninguna parte.

Ante la pregunta de Andrey, se quedó pensativa unos momentos. Al ser médico muchos podría reconocerla allí, pero tampoco recordaba los rostros de todos los que había curado. Y Gavrel, quien la había instado a viajar, estaría haciendo lo mismo quién sabe en qué estación, si es que seguía con vida. Sólo le quedaba...

- Milenka, una amiga de mi madre. Me ayudaba en la enfermería y también suele viajar entre estaciones, aunque siempre dentro de la Línea Roja. Si tenemos suerte, tal vez la encontremos aquí. Y si a Jorji le ha pasado algo, también sería un buen lugar en el que buscar. - aunque parezca decidida, Svet espera a que los demás decidan si quieren seguir esperando.

Marek se dispuso a revisar el equipo que podría necesitar para ser más eficiente en su tarea de superficie:

- Si hubiese sabido que necesitaría semejante cantidad de BGM hubiese saqueado la guarida de Rezno tras acabar con él. - Repasó la lista en voz baja.- Cargador doble para bastarda, silenciador para bastarda, mira de precisión para la bastarda. Ristras de munición extra, raciones de combate... Eh! ¿Donde cojones está Jorji?

Poco a poco, los miembros del grupo se fueron encontrando en la taberna donde, a base de chupitos de vodka, hicieron acopio de valor y motivación para enfrentarse a lo que les esperaba en el exterior.

Algunos habían aprovechado para subir de nuevo su nivel de humanidad, recordando antiguos tiempos donde vivían en familia y las preocupaciones eran otras. Otros, reflexionando profundamente sobre su destino y si era oportuno dejar en aquel punto aquella misión que más bien parecía "un salto al vacío" que otra cosa. Y otros, como el caso de Gregori, gastando sus monedas en nuevo equipo que seguro sería útil a partir de aquel momento.

Si bien Ratón había pensado en qué sucedería si aquel botín caía en sus manos, cada vez tenía más dudas sobre su real posibilidad de conseguir aquel cargamento. Estaba convencido en el potencial del grupo, pero no conocía las terribles obstáculos que se toparían en el camino.

Sí, sí, sí...ratas, arañas, gambas, incluso nosalis. Pero que demonios podrían encontrar allí fuera, fruto de la mutación extrema y constante.

-Chicos... -dijo alzando su vaso y animando a sus compañeros a imitarlo- No sabemos que cojones nos espera tras esos muros. Tampoco si lo conseguiremos, la verdad. Pero por si acaso, este último trago corre de mi cuenta. Salud!

El tiempo pasaba y Jorji seguía sin aparecer. Los aventureros siguieron esperando, ya que sin él guiándolos, adentrarse en la superfície sería un suicidio con toda probabilidad. Podían seguir viajando hacia el norte por el Metro, pero las rutas que lo hacían sin desviarse demasiado estaban controladas por el Reich, cuya frontera ahora mismo era un frente de guerra, o la Línea Roja, por la que tendrían que adentrarse aún más antes de llegar a una vía en dirección al norte. Y conociendo la paranoia de sus habitantes sobre espías extranjeros, que consiguieran hacerlo sin impedimentos era bastante improbable, aún con los contactos que pudiera tener Svetlana.

De modo, que poco más podían hacer salvo esperar. Por suerte, una media hora más tarde de lo que habían acordado, cuando ya empezaban a ponerse nerviosos, Jorji apareció por una callejuela, sonriendo.

El stalker saludó a sus compañeros con la mano mientras terminaba de acercarse a ellos para explicarles la situación - ¡Perrdón porr retrraso! ¡Rojos poderr estarr muy orrgullosos de su burrocrasia, perro serr extrremadamente lenta y tediosa! - se disculpó, antes de echarle un ojo al nuevo equipo, sobretodo bastante munición, con el que se había pertrechado el grupo en su ausencia - ¡Bien, bien, verr que no habeis perrdido tiempo! Os harrá falta ahí arriba - señaló. Tomó aire profundamente y puso los brazos en jarras, asientiendo en aprobación ante lo que veía.

- ¿Tenerr todos máscara de gas y filtro? Entonses todo listo. Serr momento de desir adioses y echarr última meada, así que aprovecharr parra dejar asuntos en regla. Una ves arriba, no haberr vuelta atrrás - sabía que iban a exponerse por primera vez a un peligro ante el que incluso veteranos que llevaban haciendo expediciones durante años habían caído. La experiencia ayudaba pero en este caso no era garante ni mucho menos de conseguir volver bajo tierra. De modo que el stalker trató de levantar los ánimos, viendo las caras de preocupación de los aventureros - Pero no preocuparr. ¡El bueno de Jorji cuidarrá de vosotrros!

Marek estaba guardando en los compartimentos de la mochila la munición de manera que estuviese bien distribuida, la mitad protegida y la mitad lista para ser usada si había necesidad. Se pertrechó con cuidado de equiparse con el viejo chaleco ligero sin marcas ni insignias por lo que pudiese suceder y preparó a la bastarda para la acción con un cargador acoplado, no quería verse recargando en medio de una refriega.

- Empezaba a pensar que algún delincuente había intentado patear tu culo estepario, viejo Jorji, es hora de marchar entonces.

Anna logró esbozar una sonrisa cuando se acercó finalmente Jorji. Al menos el stalker eranun hombre de palabra y pese a llegar tarde, si que se presentó. Era momento de moverse, y ya con la barriga llena, los asuntos resueltos, provisiones suficientes y bastante bien pertrechados de armas y munición, no era cuestión denpresentar más la estancia. 

La joven intuyó que Svet se había sentido fuertemente tentada a quedarse y ayudar a sus camaradas rusos pero finalmente había decidido proseguir el viaje y pese a que no se lo dijo directamente, con un sincero abrazo le demostró que se alegraba de que siguiesen juntas.

También agradeció a ratón de que depositaste su confianza en ella y le tendiese la mirilla de precisión por la granada explosiva. Sabía que para ratón aquel gesto había sido de plena confianza y que depositaba en ella sus esperanzas a futuro.

- No te arrepentirás de haberme confiado esa mirilla, te aseguro que en breves me agradecerás salvarte el culo, compañero. "Silenciosa" y "Sangrienta" están deseando ponerse en acción...

Miró fijamente a Jorji después de que hablase y le comentó.

- Estamos listos. Cuándo quieras emprendemos el camino. Yo... Comentó Anna golpeando ligeramente el arma ...también cuidaré de ti, Jorji. Y sonrió.

En cuanto por fin vio aparecer a Jorji, Svet no pudo reprimir una sonrisa de alivio. Habían decidido que moverse de allí iba a ser peor que quedarse y por suerte, habían decidido bien. Se quedó callada, pensando en las palabras de Jorji. Seguro que hay más gente que querría despedirse de ti que tú de ella, Svet. Los que conoces ni siquiera sabes dónde están, ni si siguen con vida. Y seguramente ellos piensen lo mismo que tú. Se mordió el labio pensativa, volviendo a dudar sobre si estaba bien que desapareciese de aquella forma...

Hasta que Anna la abrazó. Al instante le devolvió el abrazo con más fuerza, sonriente. Confiaba en ella, en el grupo y se dio cuenta de que si tenía que despedirse de alguien, sería de ellos. Pero eso no ocurriría, porque haría lo posible porque siguiesen juntos. Con firmeza, tomó aire y sujetó su bastarda Gritona con decisión.

- Vamos allá. - dijo en voz alta, casi más dirigido a sí misma que a los demás.

-Me alegro de que no hayamos decidido movernos. -digo sonriendo al ver y escuchar a Jorji. Empiezo a imaginarme buscando un lugar seguro, cada vez en una situación más tensa, no encontramos a Jorji... y acabamos perdiendo en total un tiempo muy valioso. No debemos olvidar que todo este viaje es por un gran cargamento de balas militares del que otra mucha gente como nosotros habrá oído hablar... el tiempo es importante. Me digo a mí mismo, sin expresar mis pensamientos al resto pues priorizo el no sumar preocupaciones.

- No te arrepentirás de haberme confiado esa mirilla, te aseguro que en breves me agradecerás salvarte el culo, compañero. "Silenciosa" y "Sangrienta" están deseando ponerse en acción...

Al oír esto de Anna me quedo pensando: Pues no deberían desearlo... en primer lugar porque quizá encontremos algo ahí arriba a lo que no podamos hacer frente con nuestras armas, y en segundo lugar porque las armas deben ser una herramienta de defensa o supervivencia usadas sólo en última instancia, nunca como método de disfrute... De nuevo decido no dar voz a mis pensamientos para no sumar preocupaciones, y me quedo mirando mi propia arma pensando en la cantidad de vidas que arrebaté siguiendo fanáticamente una política que no cuidó de mí ni de mi hermana cuando hubo necesidad. Y sin decir nada más, volviendo la vista firme al frente, comienzo a caminar con la determinación de un soldado.

De nuevo el grupo reunido, de nuevo la "familia" al completo. 

Gregori tuvo una extraña sensación. Algo parecido a la tranquilidad, al sentirse parte de algo, de formar parte de alguien... Y las palabras de agradecimiento de Anna solo hicieron que dar fuerza a aquella sensación.

-Querida Anna, allí fuera no solo tendremos que cubrirnos el culo, sino mucho más! De todas formas, espero que la mirilla te sea realmente de utilidad. Por el bien de todos...

Tras unos minutos para afianzar el equipo comprado, básicamente munición en el caso de Ratón, era momento de ponerse en marcha. Y con la llegada de Jorji, la cosa no daba para más en aquel lugar. Era momento de salir de "zona segura" para adentrarse en el infierno. Y la tensión se notaba en los rostros del grupo. Evidentemente, el exterior no era un lugar donde poner demasiadas esperanzas. Y Gregori pensó que una pequeña broma podría sacar una sonrisa al grupo.

-Por cierto Anna, hablando de culos... - y guiñó el ojo mientras lanzaba un beso a su compañera.

Tras unas risas, y seguramente alguna reprimenda de la superviviente nata, Gregori se fijó en el rostro pensativo de Andrey. Habían caminado mucho desde que se habían conocido y comenzaba a conocer aquella mirada en el hombretón.

-Amigo, todo saldrá bien, no te preocupes. Saldremos de esta y podrás reunirte con tu hermana. Tú céntrate en hacer lo que mejor se te da: utilizar ese arma que tienes entre las manos. Todos sabemos que eres importante para el grupo y lo has demostrado en más de una ocasión. 

Y con un amistoso golpe en el hombre de su compañero, comenzaron la marcha hacia el exterior.

- ¡Me gusta eso de culo esteparrio, jajaja! - se rio el stalker ante la ocurrencia de Marek - No preocuparr, Jorji tenerrle mucho cariño a su culo y saberr como cuidarrlo, ¡Llevar juntos muchos años jajaja!

Asintió todavía sonriente hacia Anna y su comentario, en reciprocidad sobre el mismo. Observó como las muchachas del grupo se abrazaban, como Andrey seguía con su semblante serio y marcial, lo que contrastaba con el buen humor y jovialidad natural de Gregori, que trataba de animarlo.

Se giraron para dirigirse hacia la salida indicada, y, sin que lo vieran, Jorji asintió, aún más satisfecho que antes. Podían no tener experiencia fuera, pero sin duda eran un grupo cohesionado y a veces eso era lo que más importaba cuando solo podías recurrir a la gente que tenías al lado. Como jóvenes que eran, estaban impacientes por adentrarse en aquél mundo exterior del que tanto habían oído hablar, a pesar de lo lleno de peligros que sabían que estaba. En aquél momento, al verlos marchar, Jorji supo, sin saber muy bien como, que conseguirían lograrlo. Presentimientos de viejo stalker, se dijo, antes de seguirlos.

Jorji no tardó en alcanzar su paso y llevarlos hasta la puerta blindada de la Teatralnaya. Lamentaba no haber podido quedarse a ver alguna función del Teatro Bolshoi, como siempre hacía cuando paraba en aquella estación, pero el tiempo apremiaba. Puede que ellos tuvieran la ventaja de tener un guía experimentado que supiera la localización del avión, pero si Semenovich había abierto la boca con Rezno, a saber cuantos más estarían al tanto de la existencia del botín. El no saber dónde estaba no los detendría a la hora de mandar expediciones para encontrarlo. Grupos independientes, bandidos, las grandes facciones del Metro... todos querrían ponerle las manos encima a aquello que sin duda podría darles la supremacía en las constantes luchas por la supervivencia en el Metro. Por ello debían de exprimir al máximo la ventaja con la que contaban.

Tras una conversación de duración moderada con los guardias rojos, la pesada puerta blindada abrió sus hojas metálicas. Un par de guardias pesadamente armados y equipados salieron al exterior, apuntando con sus armas e iluminando con sus linternas, pero todo estaba en calma. Les hicieron una señal de que avanzaran, y Jorji se giró hacia los aventureros para indicarles que lo siguieran.

El grupo se adentró en lo que antiguamente había sido el rellano inferior de la estación. Una sala amplia, despojada de todo excepto escombros y los pilares que la sostenían. Una débil luz provenía de las alturas, allí donde terminaban las largas escaleras mecánicas que en su día habían llevado gente arriba y abajo del Metro a la superfície y viceversa, y que ahora solo atravesaban pequeños grupos de stalkers que arriesgaban su pellejo por saquear todo recurso aprovechable que quedara entre las ruinas de la vieja Moscú.

Las puertas fueron cerradas tras ellos con un fuerte golpe. Ahora sí que no había vuelta atrás, pero si habían llegado hasta allí era por una buena razón. Fueron a subir las escaleras, pero al llegar a su pie, Jorji los detuvo, y se puso frente a ellos - Regla más imporrtante arriba. Darr igual cualquierr otrro factorr, si esta no cumplirr, cualquierr cosa que haserr no servirr de nada. Máscara bien ajustada en todo momento y filtro limpio. Si máscara rota o mal puesta, radiasión matarr en dies minutos, incluso sinco si concentrasión elevada. Así que vigilarr en todo momento, y comprobarr cada poco tiempo por cualquierr fallo. No ser imposible conseguir repuesto durrante viaje, pero ¿Por qué tentarr a suerte, sí? Bienvenidos al mundo de arriba - terminó el stalker mientras empezaba a subir las escaleras, inmóviles desde hacía veinte años.

Llegar hasta arriba del todo costó bastante tiempo y esfuerzo, el Metro de Moscú era de los más profundos del mundo precisamente porque también se había ideado como refugio antinuclear, de modo que al terminar el ascenso más de uno estaba sin aliento y empezaba a sudar. Pero lo hicieron sin más dificultad que aquella, y al pisar por primera vez la superfície, la visión les sobrecogió.

La entrada a la estación de la Teatralnaya se había construido dentro de un amplio palacio que en su día había sido un auténtico teatro, por lo que gruesas paredes y un elevado techo de mármol blanco los rodearon, impidiendo por el momento observar la ciudad. Grandes ventanales con apenas algún rastro de cristal todavía en ellos dejaban pasar la luz del día, iluminando el lugar. Era la primera vez que observaban la luz del Sol, y a pesar de hacerlo todavía dentro de una estructura, les pareció la más brillante, iluminadora y pura de las que habían podido observar jamás bajo tierra. Pero lo que más les llamó la atención, sin duda, fue lo que había en el centro del antiguo teatro.

Un enorme avión se había estrellado justo allí cuando el pulso electromagnético de las bombas nucleares habían frito sus circuitos y forzado su caída. Salvo las alas, que habían quedado arrancadas por la fachada del edificio, el avión conservaba casi toda su estructura. La mera visión de un vehículo de tal tamaño, que supuestamente había llegado a cruzar los cielos, era algo casi milagroso para los aventureros, criados en la oscuridad y estrechez del Metro, donde algo así era inconcebiblie ¿Como debían de haber sido los últimos momentos de sus pasajeros? ¿Qué debían de haber sentido? Fuera lo que fuera, afortunadamente no tuvo que durar mucho.

Perdidos en la contemplación de aquella maravilla de la ingeniería del viejo mundo, Jorji tuvo que llamarles la atención para sacarlos de su ensimismamiento y que se pusieran en marcha. Rodearon el cádaver de la aeronave, calibanizada hacía años de todo lo que pudiera resultar útil, y se dirigieron hacia el exterior, a través del agujero que el choque del avión había provocado. Y si lo que habían visto dentro del teatro ya les había resultado increíble, lo que les esperaba fuera terminó de dejarles con la boca abierta.

Allí donde pusiesen la vista, solo había desolación y ruinas. La luz del sol bañaba toda la ciudad, por suerte el cielo estaba densamente nublado y aquello permitió que los aventureros no perdieran la vista después de una exposición tan repentina tras dos décadas de vivir sin contacto con los rayos ultravioleta. Un punto brillante se distinguía entre las nubes, pero aún así apenas podían centrar la mirada en él más que unos segundos. De todas maneras, lo importante era lo que había en la tierra.

Escombros y restos de vehículos, contenedores, y a saber que más cubrían el suelo, las calles otrora rectas estaban ahora levantadas en muchos sitios allí donde la tierra se había agrietado, creando abismos insalvables y desniveles de cemento casi imposibles de escalar. Enormes torres de color gris se alzaban hacia el cielo, como si ansiaran tocarlo, y casi parecía que lo conseguían. Estaban cubiertas de pequeños agujeros, indicando los lugares donde la gente había vivido antaño, según les habían explicado los más mayores. Muchas de ellas estaban medio derrumbadas, con su armazón interior a la vista como un grotesco y gigante esqueleto de acero y hormigón.

Todo aquello lo había conseguido la humanidad en el pináculo de su evolución... y todo se había esfumado en unos pocos segundos, víctima de los pecados de la propia humanidad. Ahora solo quedaba un erial radioativo, plagado de criaturas monstruosas y hambrientas de presas, un erial en el que los humanos había dejado de estar en lo alto de la cadena alimenticia. Un erial que tenían que cruzar para llegar los primeros hasta la ansiada recompensa que les esperaba al final de su viaje.

Analíticamente me quedo observando el equipo de los custodios de la gran puerta, y cómo proceden en sus movimientos protocolarios. Siento cierta envidia de su indumentaria, se ve la mar de resistente, pero no me entretengo mucho y avanzo en cuanto dan el visto bueno. Les dirijo un último asentimiento de cabeza como agradecimiento, antes de oír cómo se cierra el gran portón a nuestras espaldas... y sentir un escalofrío recorrerme toda la columna vertebral. Ahora me siento como una rata acorralada, con solo una posible dirección por más riesgo que entrañe. Compruebo mi bastarda, la afianzo entre mis manos y comienzo a caminar con determinación.

Las palabras de Jorji me cogen un poco por sorpresa. Aunque lo que dice tiene todo el sentido del mundo y no nos dice nada que no sepamos o supongamos, el oírlo de su boca me hace interiorizar un fatídico pensamiento: Un solo paso en falso, un único error, y estamos muertos. Así de dura es la superficie... y no tenemos vuelta atrás. Por supuesto compruebo mi máscara y mi filtro acto seguido, aunque la comprobé hace bien poco; no puedo ocultar mi nerviosismo.

Ver cómo la luz del Sol atraviesa las ventanas me resulta... mágico. Atraído hacia la luz como un insecto avanzo hasta mirar directamente al Sol. La velocidad con que aparto la mirada y me cubro la cara con el brazo, contraído todo el cuerpo, es pasmosa, como si me hubieran dado un fuerte latigazo en la sien. Me quedo un rato sin poder ver, primero cubriéndome la cara, luego dando pasos de ciego con la mano por delante... hasta que poco a poco me recompongo, aún con un círculo brillante manchando mi vista allá donde miro.

Y entonces, como aparecida de la nada al recuperar poco a poco la vista, veo el gran avión que se yergue sobre nosotros. Me maravillo y me quedo unos momentos mirando, agradecido de que esta vista no me ciegue como el Sol; solo un murmullo de asombro cruza mis labios. La llamada de atención de Jorji me despierta, parpadeo aún algo atónito y me esfuerzo por centrarme. Vale... peligro, muerte, monstruos, ni un fallo asumible. Para mí solo esto no tendría sentido, sobretodo al empezar a percibir más de cerca a lo que me enfrento... pero esto no es por mí, sino por mi familia. Tengo que hacerlo, cuentan conmigo.

Me pongo en posición de alerta, apuntando con mi bastarda allí donde pongo la vista, empezando a analizar todos los sitios desde los que puede llegar el peligro. Me acerco a Jorji y simplemente digo: -Muy bien, adelante. -como si estuviera realmente preparado para esto... Entonces me percato de cómo suenan nuestras voces a través de los filtros de aire y las máscaras de gas, un poco menos humanas, un poco más como si fuéramos un entrenado comando de stalkers cumpliendo una misión rutinaria, como si estuviéramos bien adiestrados para actuar en equipo aquí fuera. Sí... como stalkers entrenados... Me repito a mí mismo.

Svet permaneció nerviosa, en silencio, mientras Jorji les guiaba hasta la puerta y a través de ella. Más de una vez había visto stalkers dirigirse hacia esas puertas, pero nunca se había quedado lo suficiente como para verlos volver... No, no debía empezar a pensar en esas cosas. Comprobó su mascarilla un par de veces en cuanto Jorji habló de ella, sin dejar de hacerlo cada pocos minutos durante el camino hacia arriba. "¿Primero enfermera y ahora stalker? Quién te iba a decir que tendrías una vida tan entretenida, Svet." se rió, esforzándose por seguir el ritmo en las escaleras.

Pero al llegar arriba sintió cómo todas sus preocupaciones y su cansancio desaparecían. La luz... casi parecía que se escondían de ella. Estaba por todas partes, llenándolo todo y dándoles una nueva vista surgida de la ceguera temporal. Svet tuvo que parpadear varias veces para poder acostumbrarse a ella y cuando por fin lo hizo, se tuvo que contener para no dar un salto al ver el avión. Se veía tan bien que sentía como si siguiese en movimiento, como si todavía estuviese cayendo lentamente hacia ellos. Toda la estación parecía moverse a su alrededor, agrandándose  y engulléndolos en su amplitud.

Y en cuanto salieron de allí y pudieron ver el Exterior... Svet no podía dejar de observar todo ese lugar, identificando cada objeto con alguna historia que le habían contado de pequeña. Los coches, las casas, las calles amplias... Y el cielo. Podrían llegar a tener de todo en sus estaciones, de manera muy distinta tal vez, pero podrían llegar a tener una civilización como la de antes, si no fuese por el cielo. Svet levantó la cabeza, maravillada. No miraba el sol, sino las nubes y los pocos huecos que había entre ellas. Era lo más alto que vería en su vida y la simple idea de que existiesen vehículos para viajar aún más arriba le provocaban escalofríos.

Su vista comenzó a volverse borrosa y la mujer hizo lo que pudo por contener las lágrimas. "¿Qué han hecho...? ¿Qué hemos hecho? ¿Cómo hemos podido destruirlo todo y limitarnos a vivir entre los cimientos de lo que éramos? ¿Cuántos fuimos para ser capaces de hacer todo esto? ¿Cuántos somos ahora? ¿...Y qué será de nosotros?" Svet miró a Jorji, con tristeza y compasión. Al subir, seguramente todos los stalkers habrían pensado lo mismo o algo parecido. Y sabía que todos ellos se habrían respondido de la misma forma: "Ya nada de eso importa. Sólo importa lo que hayas venido a hacer, y cuanto antes lo termines mejor." Sujetando con firmeza su bastarda, se acercó a sus compañeros y le hizo un gesto a Jorji.

- Guíanos. No deberíamos quedarnos mucho tiempo quietos. - dijo con la voz más firme que pudo. Y es que además de los horribles monstruos de las historias del exterior, cualquier otro grupo de stalkers podría significar un peligro para ellos.

Marek contemplaba la ruina de un mundo que sucumbió a los excesos y el pecado. Era bastante cauto en sus pasos, no tenia verdadera experiencia en el exterior como para sentirse bien y no le apetecía palmar tan cerca del objetivo. Poco a poco se había hecho a la idea de que podía haber un futuro y le incomodaba pensar que eso iba a ser su perdición.

- Comienza la cuenta atrás, un paso cada vez muchachos.

Lejos de sentirse molesta por el comentario de ratón acerca de su culo, la muchacha sonrió para sus adentros e incluso estiró su espalda como quién hace estiramientos para continuar la marcha, marcando bien su linda figura. No obstante, giró la cabeza hacia ratón, fingió estar molesta sin mucho éxito y le sacó la lengua en desaprobación por su comentario. 

- Lo verás, pero no lo catarás...ja! - y aceleró la marcha hasta colocarse al lado de Marek y guiñarle a ratón el ojo con sorna.

El metro era oscuro y lúgubre, ya fuese la estación que fuese, y durante el camino hasta llegar a la gran puerta blindada custodiada por la avanzadilla rusa, Anna no hacía más que imaginar cómo sería la superfície de la que tantas veces había escuchado hablar, cuando estuvo mendigando en los bajos suburbios. Algunos guardaban un cálido recuerdo de lo que fue, para otros era algo que nunca podrían volver a revivir, pero para la inmensa mayoría eran historias de viejos, leyendas y mitos... Fuese como fuese, la joven quería saber qué era cierto o no de todo aquello, quería contemplar con sus propios ojos y experimentar con su cuerpo la realidad de aquellas palabras...

Tras cerrarse la puerta, sabía que ya no había marcha atrás. Tal y como volvió a recordar Jorji al poco, lo fundamental era tener en cuenta que en aquel ambiente hostil, la primera amenaza no eran las criaturas que pudiesen encontrar, ávidas de querer despedazarlos y devorarlos...no, lo primero era poder respirar...y para ello necesitaban tener bajo estricto control y en perfecto estado, en todo momento, la máscara de gas y el filtro de aire. Morir no era una opción.

- Listo y comprobado nuevamente, Jorji. Todo en perfecto estado... Comunicó cuando la miraron y sonrió al ver que su voz sonaba bastante más grave de lo habitual. 

Entonces se produjo el espectáculo visual que tanto ansiaba la joven y se quedó asombrada por completo. Tras escalar un tramo y girar en un recodo, habían llegado a una especie de estancia enorme, se trataba de un teatro como pudo averiguar posteriormente, en el que un enorme avión sin alas se había estampado contra el suelo. Para Anna aquello era algo sublime, grandioso y que se le escapaba de su entendimiento, de toda comprensión. Por miedo a llamar la atención, si es que ya podrían haber criaturas por los alrededores, solo alcanzó a susurrar...

- ¿Esto es un avión? ¡Que pasada! La cara de la joven era todo un poema. Allí, junto a aquel monstruo metálico, fruto de la ingeniería del viejo mundo, y rodeada de destrucción por todos lados, Anna se sintió realmente pequeña. Una mota de polvo.

Sin embargo, las sorpresas no acabaron allí. Avanzó un poco más y por primera vez en su vida, la luz del sol iluminó el rostro de la joven. Por unos instantes perdió el sentido de la vista y le invadió una sensación de calidez. Su piel blanca como la nieve le parecía más resplandeciente que nunca, y a medida que sus ojos se acostumbraban, se forzó reiteradas veces a mirar directamente a la fuente de todo aquello. Ahora ya sabía que era el sol, se sentía exultante, ya podía considerarse una "Stalker". Estaba ennla superfície.

Solo cuando Svet habló, salió de su ensoñación.

- Es cierto, tenemos que seguir moviéndonos...

Y entonces sacó su pneumática y andó con sigilo por lo que pudiese ocurrir a partir de ahí...

Las medidas de seguridad eran, evidentemente, extremas. No solo las firmes compuertas que separaban el exterior de las entrañas del metro, sino también los cuerpos de seguridad que custodiaban la entrada. Fuertemente armados y con sus máscaras bien colocadas, eran el último paso a un nuevo mundo.

Tras escuchar el cierre de la compuertas del mundo conocido hasta aquel día, Jorji les ilustró sobre las importantes premisas para seguir con vida en el exterior. Primero: tener en buen estado las máscaras anti-radiación. Como por acto reflejo, casi todos los miembros del grupo tomaron en sus manos dicho equipamiento y comprobaron su buen estado. Gregori miró una y otra vez las correas, el cierre de filtro, los orificios de visión, otra vez los filtros, nuevamente las correas, los orificios de visión, los filtros... Parecía que no acababa de fiarse que su máscara estuviera preparada para lo que se avecinaba. Nunca había estado en el exterior y el miedo creciente en su estómago le hacía tener cierta inseguridad ante todo.

-Bien, bien... la máscara, bien.- dijo algo tartamudeante. 

Al llegar a la antesala del exterior, se toparon con un espectáculo que ninguno de ellos olvidaría jamas. Un enorme avión, o lo que quedaba de él, se postraba en medio de un enorme vestíbulo. Era increíble imaginar que una cosa de tal tamaño había surcado los cielos! Ratón había escuchado las historias de un pasado hecho trizas por la misma humanidad, donde las personas viajaban por tierra, mar y aire. Pero ver en directo uno de los "protagonistas" de aquellas historias, lo dejó realmente sorprendido. Pero solo era el preludio de lo que vendría a continuación.

Salieron al exterior y un mundo nuevo apareció ante ellos. De cielo infinito, horizonte inacabable, luz cegadora... Gregori no se fijó en la destrucción que lo rodeaba todo, ni en el cielo grisáceo por las nubes radioactivas, ni por el paisaje desolado que se mostraba. Para Ratón, aquello fue un shock total.

De repente se sintió mareado, le costaba respirar, su cuerpo sudaba por el nerviosismo. Al inicio, pensó que era efecto de la radiación y de su maldita máscara (seguro que se le había escapado alguna cosa tras repasarla 10 veces!), pero a los segundos comprobó que no era nada de eso. Haber vivido siempre bajo tierra, sin luz natural, en espacios reducidos y en condiciones tan diferentes a la que estaba viviendo en aquel momento, saturó por completo a su mente.

Necesitaba unos segundos para calmarse. Se sentó en una roca para evitar nuevamente el mareo, respiró hondo e intentó tranquilizarse.

-Chicos, dadme un segundo... -y con una sonrisa que no se pudo ver por llevar la máscara encima, dijo- Joder, estamos en el exterior!

Tras recuperarse de la impresión, mostró el pulgar hacia arriba a los miembros del grupo. Estaba preparado para avanzar.