Partida Rol por web

Mientras recargaba de forma casi desesperada, soltó una carcajada al oír la respuesta de Andrey. No era precisamente el mejor momento para bromear, pero la pelirroja tenía sus dudas sobre si tendría un momento para cualquier otra cosa más tarde. Los disparos se sucedieron contra los demás mutantes y por acto reflejo, bajó la cabeza al oír la ráfaga que había soltado uno de sus compañeros. Svet dejó salir un suspiro de alivio al ver que finalmente los pocos que quedaban se retiraban tras el último disparo de Jorji. 

En cuanto consiguieron entrar en el edificio, Svet le dio unos toquecitos en la espalda a Andrey para que la bajara, aunque con el esfuerzo que había hecho, no parecía que tuviese ya muchas ganas de cargarla. Se apoyó con cuidado en la pared y se quedó mirando al soldado durante un rato más largo del que tenía pensado. A pesar de que todavía llevaba la máscara, por sus ojos podía notarse que estaba sonriendo. Al notar que Jorji también estaba cerca de ellos, la propia doctora carraspeó y sacudió la cabeza, echando un vistazo a su pierna y buscando su botiquín. 

- Gracias, Andrey, muchas gracias a todos... Y lo siento, estoy causando más problemas que otra cosa. - murmuró con un suspiro - ¿Los demás estáis bien? En cuanto termine, debería poder moverme y marcharnos de aquí...

A pesar de que sabía que su pierna podría curarla, aunque le seguiría doliendo un poco, Svet sentía que le costaba respirar y después de la adrenalina de la persecución, los golpes que se había dado al caer en la grieta eran más notables. "Y aun así tengo que dar gracias de seguir con vida..." Por su mente pasó la historia que había contado Jorji, y le preocupaba tener que apartar a sus compañeros a tiros si sufría alguna otra caída por el estilo o algo peor...

Tras pasar el umbral de la entrada al edificio mi adrenalina comienza a recuperar sus valores normales y empiezo a darme cuenta de dónde estoy... y de que sigo vivo después de todo, y la doctora también, y todos los demás... todos. Increíble. Me digo a mí mismo.

Cuando dejo a Svet en el suelo soy incapaz de seguir en pie y me dejo caer lentamente, quedando semi tumbado en el suelo, jadeando mientras intento recuperar el aliento. Miro a Svet, veo que me mira, y le mantengo la mirada mientras aún respiro demasiado rápido y fuerte dada la trepidante carrera. Hago el ademán instintivo de quitarme la máscara para poder coger aire pero antes de quitármela recapacito, doy un par de golpecitos a la máscara para comprobar que está bien puesta y la dejo como está, frustrado. 

Cuando llega Jorji y Svet da su agradecimiento general simplemente alzo la mano como diciendo "de nada" y me dejo caer totalmente tumbado en el suelo mientras acabo de recuperar la respiración, mirando al desvencijado techo, pensando en la suerte de seguir vivo y lo cerca que hemos estado de palmarla.

También se me pasa por la cabeza una imagen: llegamos, dejo a Svet en el suelo, nos miramos así, nos quitamos los dos la máscara y nos besamos como si no hubiera un mañana... porque de hecho casi no lo contamos... Parpadeo y la imagen se desvanece de mi mente. Sueña despierto, quédate aquí tumbado y muere, y deja tirada a tu hermana y tu sobrino... o levántate de una puta vez y sigue luchando, hasta el maldito último aliento. Me digo a mí mismo lo que creo que me diría un sargento en este momento, esas palabras que devuelven a cualquier soldado a la realidad... esas palabras que a veces todos necesitamos, y que mantienen nuestros pies en el suelo.

Me incorporo, con la respiración ya normalizada, y me pongo en pie lentamente notando un poco de dolor en las piernas por el sobreesfuerzo. -Bien, seguimos vivos, gracias y felicidades a todos. Pero tenemos que seguir. -Me espolso quitándome el polvo de encima y añado mirando a Svet de reojo: -Probablemente vengan más en breve, no tenemos tiempo que perder. Creo que esta tregua es el momento idóneo para alejarnos antes de que lleguen más problemas... así que recomiendo irnos ya mismo. -y miro a Jorji a ver si está de acuerdo conmigo mientras me recoloco el arma, la mochila y todo lo demás, preparado para seguir.

Anna respiró aliviado bajo la máscara al ver que pese a que se le hubiese encasquillado el arma, habían logrado contener a aquellas despreciables criaturas y salir nuevamente con vida. Estaban teniendo muchísima suerte y no sabía hasta que punto seguiría la cosa así, pero se alegró de que tanto Andrey como Svet, hubiesen llegado sanos y salvos.

Claramente, era cuestión de tiempo que se volviesen a agrupar para darles caza, por lo que no tenían de otra que tomarse unos pocos minutos para tomarse un respiro, revisar las armas, improvisar unos primeros auxilios para los heridos y continuar. Asintió a las palabras de Karen en cuanto logró volver a hacer funcionar su pneumática, y se alegró de que no hubiese sido algo mucho más grave. Solo se había bloqueado momentáneamente el percutor y solo fue necesario desmontar y volver a montar todo en su sitio. 

- No hay nada que agradecer, chicos. Me alegro que hayáis llegado bien. Comentó cálidamente la muchacha y enseguida se dirigió a Marek. Me parece buena idea que ratón, tú y yo echemos una ojeada a los alrededores mientras Jorji y Andrey discuten la mejor ruta para seguir desde aquí, y Svet termina de recuperarse de las heridas. Estar parada le ponía de los nervios, más sabiendo que aquellas alimañas estaban muy cerca y sabían donde estaban refugiados. Con qué se hubiesen replegado y olfateasen el ambiente, no tardarían en regresar. No dejábamos de ser un bocado muy apetecible. ¿Listo ratón? Tu eres el más perceptivo, me pegaré a ti para disparar a lo que se mueva... Quiero recuperar alguno de los tornillos, cada bala importa. ¿Vamos a revisar primero los cadáveres?

Desde aquel primer piso, Gregori observó como lo que quedaba de manada de vigilantes, salía huyendo tras ver caer alguno de sus compañeros fruto de algunos disparos acertados de los supervivientes. Realmente, tenían una flor en el culo y mucha, muchísima suerte. Svet sobretodo... y no solo lo pensaba por su bonito trasero, si no por haber sobrevivido por segunda vez a una situación altamente mortal.

Al escuchar que sus compañeros estaban a resguardo y se felicitaban por el buen fuego de cobertura efectuado, Ratón decidió bajar. Aunque antes, pensó que desde aquella altura podría observar alguna cosa que le fuese relevante: algún lugar habitado, más nidos de vigilantes, aquella enorme criatura alada, caminos obstaculizados, posibles refugios... Y su buena vista no le defraudó.

Bajó en ese momento las escaleras para compartir su avistamiento. Pero primero se acercó a Andrey y le puso una mano en el hombro.

-Andrey, eres el puto amo! Cuando se mayor, quiero ser como tu... HA, HA, HA!

Gregori era capaz de sacar una carcajada en los momentos más inesperados. Puede que estar tan cerca de la muerte, motivara su lado más cómico. Quién sabe, pero en el fondo, Gregori hablaba con sinceridad de su compañero. Pocos se hubiera jugado el pellejo por alguien en aquella circunstancia. 

-Somos un equipo y vamos a salvaros el culo tantas veces como haga falta. Pero Svet, tómate un descanso que hoy estás haciendo el cupo! Si necesitas curas, yo dispongo de un botiquín.

Eran ciertas las palabras Andrey sobre lo de salir por patas de aquel lugar. Las bestias no tardarían en volver y cuanto antes se alejaran a un lugar seguro, mejor.

-Anna, cuando quieras.

La parada duró únicamente lo suficiente para que Svetlana se tratara el daño en sus piernas lo bastante como para poder seguir moviéndose por su cuenta, y para que el resto recargara sus armas y arreglara los desperfectos que habían sufrido durante el enfrentamiento. Reían y se felicitaban, eufóricos por haber escapado de nuevo de la muerte y haberla auyentado con una ráfaga de balas. Se fraguaba una camaradería, que si bien era relativamente reciente, se reforzaba con cada adversidad que superaban juntos.

Pero a pesar de que un descanso les habría venido bien después de caminar medio día y del peligro que acababan de pasar, sabían que no podían permitirselo. No si no querían tener que volver a lidiar con una nueva oleada de mutantes. De modo que, una vez más, se pusieron en marcha, lentos pero seguros hacia su objetivo.

Andrey y Jorji se quedaron junto a Svetlana por si surgía algún imprevisto, mientras que Anna, Marek y Gregori se adelantaron para asegurarse de que no les esperaba ninguna sorpresa más adelante, aunque sin perderse de vista mutuamente.

El paisaje repetía una y otra vez aquello que ya habían visto, edificios destrozados y calles ocupadas y bloqueadas por restos de vehículos abandonados. La idea de la avanzadilla funcionó de maravilla, la entrenada vista de Gregori sirvió para encontrar el camino más viable y rápido, ahorrándoles numerosos rodeos y pérdida de tiempo. Solo tuvieron que detenerse un par de veces a que la médico recuperara el aliento, en una de aquellas los dos trios se reagruparon de nuevo.

- No debe faltarr mucho - aprovechó para informarles Jorji - Prronto llegarr a estasión de trránsito, y de ahí, poco camino hasta Prospekt Mira, línea recta, poco peligrro. Haberr dejado lo peorr atrás. Esperro que haberr disfrutado de superfísie, ¡Nada mal parra una primerra ves! - dijo con sincera admiración - Porr ahorra, toca volverr bajo tierra, serrá más segurro. Casi todo el camino que queda serrá a trravés de estasiones habitadas, así que mejorr reservarr balas parra conseguirr un buen descanso... y alguna que otrra distrracción ¿Eh? - el stalker se echó a reír con su característico acento - Solo tenerr que superrar antes un contrrol de Hansa.

Mientras terminaba de curarse las heridas, Svet soltó una risa cansada al oír la broma de Ratón. "Sí, desde luego hoy te estás luciendo, Svet" pensó sacudiendo la cabeza. Tenían que marcharse de allí cuanto antes y no hacía más que entorpecerles el paso.

- No os preocupéis, no tardaré mucho... Tampoco es que quiera quedarme aquí a que vengan más. Ratón, si confías en que dure lo suficiente como para poder curaros luego, me quedaré ese botiquín, gracias.

Una vez consiguió ponerse en pie y comprobó que todo lo demás estaba en su sitio, se pusieron en marcha. Se alegraba de que todo hubiese salido bien, aunque seguía sintiendo un malestar general, llegando a marearse algunas veces y teniendo que apoyarse en el hombro de Andrey. Por suerte, el resto del camino parecía despejado y sus compañeros controlaban bien los alrededores. Svet soltó un largo suspiro de alivio e incluso su paso se hizo más seguro cuando oyó el anuncio de Jorji.

- La verdad es que he empezado a echar de menos la vida dentro del Metro... - suspiró Svet cansada, la máscara se le había pegado a la cara y en ese momento sólo quería descansar en algún sitio tranquilo. 

Marek se centró en caminar y otear peligros, ya que si pensaba demasiado correría el riesgo de acabar distraído, y ya sabía a donde llevaban las distracciones. Inevitablemente, su mente lo llevó a Svet, o concretamente a cómo se encontraba la doctora. La cadena era tan fuerte como el eslabón más débil, y ciertamente en este momento ese eslabón era la doctora. Por supuesto lo que le preocupaba era la vida de ésta y sus compañeros, más allá de las BGM del gran premio. Este viaje nunca había sido sobre un tesoro sino de encontrar una razón por la que luchar de nuevo más allá de cumplir órdenes. Estaba en la dirección adecuada:

- La vida dentro del metro casi nunca es vida, este viaje puede servir como el primer acto para cambiar eso...

Saber que en breve volverían a estar bajo tierra, provocó en Gregori una extraña sensación de alivio. Como era posible que deseara volver a allí abajo?

Puede que las ganas de arrancarse la máscara del rostro, fuera el motivo para adentrarse de nuevo en las entrañas del metro. O simplemente, verse en un terreno que en cierta medida le era conocido y podía llegara a entender. En el exterior, eran muchos los interrogantes, las situaciones de desconocimiento, la inquietud...el miedo.

-Vuelve, a casa vuelve...vuelve al hogaaaaar. - canturreó Ratón. 

Aquellas horas en el exterior le habían marcado, era cierto. Y sabía que en otra vida, vivir allí fuera habría sido un paraíso. Llegaría el día que pudieran recuperar aquellos tiempos? Quién sabe...

Tras la corta pausa, los aventureros siguieron adelante. Como Jorji había predicho, no tardaron mucho en alcanzar su próximo destino, por una vez sin desagradables sorpresas por el camino. Frente a ellos se alzaba el edificio de entrada a una de las estaciones de tránsito del metro, bastante menos espectacular que el de la Teatralnaja, por el que habían salido a la superfície, pero no por ello la visión fue menos reconfortante. Después de lo vivido, volver a la seguridad del Metro que conocían incluso parecía algo apetecible.

Sin embargo, Jorji no los llevó hasta el edificio, sino que dio un rodeo al mismo y los llevó hacia uno de los laterales. Allí lo ayudaron a despejar la nieve en un punto, descubriendo unas grandes planchas de metal. Entre varios, pudieron apartar una lo suficiente como para dejar a la vista un buen agujero que se adentraba en la tierra, y que daba justamente a una de las líneas del Metro.

- Linea de mantenimiento - explicó Jorji - Corrtada hase mucho, callejón sin salida. Hase años volarr porr airres este trroso, siemprre bueno tenerr un lugarr de escape o entrrada lejos de la vista de curriosos - dijo, antes de bajar de un salto al suelo.

- Aah, nada como volver al hogarr - dijo con cierta satisfacción una vez se puso en pie y se quitó por fin la máscara. Cuando todos estuvieron abajo, de nuevo entre todos, utilizando unas pertigas con gancho escondidas entre las vías del metro, volvieron a arrastrar las planchas de metal hasta tapar el agujero.

La oscuridad los envolvió de nuevo, pues en aquél túnel no había iluminación alguna, pero pronto las linternas estuvieron funcionando, arrojando luz a su alrededor con sus potentes rayos. En marcha siguiendo los familiares raíles entre los que habían vivido casi, o toda su vida, no tardaron mucho en salir de la vía de mantenimiento y entrar en la estación de tránsito.

Siendo una estación que hacía de frontera entre la Hansa y la Línea Roja, allí no vivía nadie, por lo que tampoco había iluminación de ningún tipo. Los escasos viajeros o vehículos que en ocasiones iban de un lado a otro llevaban su propia luz con ellos, y nadie se había molestado nunca en "civilizar" aquella parte del Metro. Siendo que al otro lado se encontraba una potencia rival, tanto la Hansa como la Línea consideraban el esfuerzo una pérdida de tiempo y recursos, necesarios en otras partes.

De modo que solo iban con sus linternas, aunque aquello no suponía ningún problema en un principio, pues ya conocían aquél suelo de gravilla y tierra de sobra, y solo había que seguir los raíles en una u otra dirección. En su caso, era rumbo norte.

Pero en un momento dado, el duro suelo fue reemplazado por algo blando y abultado, como si estuvieran pisando sobre sacos de pienso para cerdos. No tardó en llegarles un penetrante olor que y un débil sonido de moscas revoloteando que, por desgracia, conocían muy bien.

Las linternas bajaron al suelo, revelando que habían empezado a caminar sobre una pila de cadáveres que se extendía hasta unos metros más adelante. Debía de haber al menos cincuenta personas, de todas las edades y géneros.

Agradezco llevar la máscara cuando Svet se apoya en mi hombro, me sonrojo y me alegro de que nadie pueda darse cuenta. Mientras le hago de muleta humana se me pasa por la cabeza inevitablemente la idea de posar mi mano en su trasero, pero me resisto a la tentación por miedo a cómo reaccionaría... y porque yo no soy de actuar así.

Cuando Jorji dice de volver al metro me siento reconfortado, y al darme cuenta de mi reacción miro al cielo y me gusta lo que veo, y por un momento me pregunto si merece la pena volver... Esto de arriba tiene sus cosas buenas, pero demasiadas malas... demasiado peligro, demasiada incertidumbre... Si al menos pudiera respirar con normalidad... otro gallo cantaría. 

Y finalmente volvemos bajo tierra, a la conocidísima red de metro. Entre sus paredes, en su oscuridad, me siento a cubierto y protegido. Durante un momento recuerdo al demonio alado que casi nos devora, y me siento a salvo de sus colmillos. Comienzo a caminar junto al resto siguiendo los raíles.

Y al ver el montón de cadáveres... mi mente comienza a llenarse de flasbacks, imágenes y sonidos surcando mis recuerdos me paralizan en el sitio. Mis ojos van abriéndose más y más poco a poco, incluso mi boca se entreabre... y me encuentro desplazado en el tiempo reviviendo los combates, oyendo los gritos y los disparos, oliendo la pólvora y la muerte en el aire...

A pesar de que Marek tenía razón en cierto modo, y es algo que ella misma ya había pensado, Svet seguía pensando en que todo lo ocurrido era una señal de que debía quedarse bajo tierra. Y aún con ese pensamiento en mente, al ver cómo abrían el paso de nuevo al Metro, la doctora no pudo evitar sentir un pinchazo de pena en el corazón, como si esa oscuridad la reclamase de nuevo y no quisiera dejarla salir nunca. 

Dirigiendo una última mirada al enorme espacio abierto que era el exterior, se adentró de nuevo en las vías con la ayuda de sus compañeros, y por fin pudo deshacerse de esa molesta mascarilla. Sus ojos tardaron un poco en volver a acostumbrarse a la oscuridad pero en cuanto lo hicieron, sintió que era mucho más fácil controlar aquella zona, sin esperar enemigos de los cielos o de múltiples direcciones... O eso pensaba hasta que comenzaron a pisar algo blando. 

Esperando que los demás vigilaran el resto de la zona, Svet se arrodilló junto a uno de los cadáveres, intentando ignorar semejante olor. Necesitaba saber cuánto tiempo llevaban allí, marcas de garras, mordiscos, radiación... Cualquier cosa que les pudiese dar una pista de cómo evitar acabar como ellos.

Los cadáveres no tenían mucho tiempo. Parecían gente algo desnutrida, pero aparte de eso, solo coincidían en que, por la dirección en la que estaban dispuestos, provenían de la Línea Roja, y que todos tenían alguna herida de bala, aunque la mayoría tenía varias.

Otro punto destacable era que muchos parecían estar revueltos, como si alguien los hubiera registrado. A alguno incluso le faltaban las botas o los zapatos que llevara.

La pelirroja, tras inspeccionar alguno de los cuerpos, se incorporó y levantó la mirada hacia el túnel, comprobando que la dirección era correcta.

- Vienen todos de la Línea Roja. - murmuró, con un deje de nerviosismo en la voz - No han sido Vigilantes ni otros monstruos... Tienen heridas de bala, ha sido reciente y a algunos parece que les han saqueado...

Svet tragó saliva, incapaz de creer que algo así hubiese pasado en una estación de la Línea Roja. Sabía que obviamente había prisioneros de guerra a los que no se les concedía ninguna segunda oportunidad, pero allí había mujeres y niños... Y si se tratase de una enfermedad, habrían quemado los cuerpos en vez de quedarse con sus botas. Poco a poco por su cabeza comenzó a rondar una idea, pequeña y terrible, que fue aumentando hasta que no pudo aguantarla más en su mente.

- Esto... No habrá sido por la batalla, ¿verdad? - murmuró con la voz temblorosa. Dirigió una mirada interrogante al Stalker, esperando que diese su propio veredicto, y luego al soldado, quien tampoco parecía encontrarse muy bien ante esa visión. "No, me ha salvado la vida, sería..." A pesar de sus diferencias políticas, deseaba que ni siquiera ellos fuesen capaces de hacer algo así. Y aún por esas, no pudo evitar que su voz sonase algo temblorosa - ¿Andrey...?

Anna estuvo en la avanzadilla ayudando a percibir el entorno y que no se viesen envueltos en más peligros de improviso. Pese a todas las dificultades y los peligros que tenía la superficie, por primera vez en su vida se había sentido más viva que nunca, rodeada de buenos compañeros, y agradeciendo haber dejado atrás su desdichada vida llena de abusos, golpes, maltrato y vejaciones. Para la joven, ser Stalker se estaba convirtiendo en su nuevo camino, y en cierta medida, a diferencia de sus amigos que agradecían regresar a las oscuras y lúgubres estaciones del metro, a ella le dolió en cierta medida abandonar la claridad de la superficie, en la que desearía poder vivir algún día, si lograsen aportar mayor seguridad y hacer respirable el medioambiente.

Se sorprendió al ver como Jorji señalaba un lugar en la nieve, y como tras apartarla y retirar unas planchas metálicas, habían vuelto a acceder a las vías del metro. Anna se retiró la máscara como sus compañeros, la guardó en su mochila, y habló.

- Siento que si no tuviese que llevar necesariamente la máscara todo el tiempo, desearía quedarme para siempre en la superficie. El metro no lo considero mi hogar, de hecho, no se si tengo un lugar al que regresar... Comentó con cierto toque de amargura en su voz. La muchacha escuchó las palabras de Jorji y asintió, estaban en una línea de mantenimiento abandonada, entre el círculo de la Hansa y la línea roja. Intentó hacer memoria de los mapas del metro que había en los suburbios donde había malvivido hasta entonces y se dió cuenta que habían avanzado mucho y que jamás había recorrido tan largo camino en su vida. Un línea de mantenimiento abandonada, buen sitio para entrar y salir a la superficie sin ser visto, si. Lo recordaré para más adelante. ¿Entonces...? ¿Hay que seguir rumbo Norte, cierto?

Siguieron caminando en silencio, hasta que en determinado momento empezaron a pisar algo extraño, unos bultos blandos a sus pies, a oler un hedor insoportable,  y verse rodeados de moscas. Al lograr enfocar los haces de luz de las linternas, Anna se quedó momentáneamente paralizada. ¡Cadáveres, más de cincuenta! ¿Qué había ocurrido ahí? ¿No era una zona abandonada?

Fue Svet la primera en arrojar luz al asunto, eran hombre, mujeres y niños muertos, probablemente provinientes de la línea roja, todos asesinados fríamente a balazos, nada de un ataque de criaturas del metro. Anna no pudo más que susurrar...

- Bienvenidos a la realidad... La gente del metro es peor que la superficie... ¿Hogar, dulce hogar? Mejor infierno, jodido infierno...

Anna recordó que había perdido el arma de corto alcance, por lo que trató de buscar entre los cadáveres, tapándose la nariz por el horrible hedor, por si habían dejado sin saquear algún cuerpo y encontraba algo útil. ¿Una pistola? ¿Una escopeta de pequeño tamaño? Todo era posible...

Aquel era el peor recibimiento que uno podía esperar al llegar de nuevo al mundo que realmente conocían: el Metro. 

Cuerpos sin vida, cosidos a balazos, de adultos y niños, mujeres y hombres... "Dios mío! Donde hemos acabado?" se preguntó Gregori. 

Si bien habían dejado el exterior con el deseo de poder quitarse la incómoda máscara, ahora deseaba frenar aquel hedor a muerte cuanto antes. Y no solo el penetrante olor a muerte, sino también la imagen de cuerpos sin vida que decoraban el oscuro suelo de aquella línea de mantenimiento. 

-Andrey, te encuentras bien?

Ratón había observado, al intercambiar las miradas con sus compañeros, como el soldado se quedaba petrificado al ver aquella escena. Al escuchar como Svet también se preocupaba por él, quiso colaborar en sacarlo de recuerdos que seguro no serían buenos.

-Ha sido una matanza... Han matado a niños! Tienes que ser muy cabrón para acabar con la vida de un niño.- y siguiendo las deducciones de la Doc del grupo, continuó- Recientes? Pues toca mover el culo rápido y abrir bien los ojos. No quiero ser la próxima diana de esos asesinos.

Y mientras avanzaba esperando al grupo, rebuscaba con la bota entre los cadáveres. Siempre podría encontrar alguna cosa que evitara ser el próximo en caer.

Tal y como decía Svetlana, aquellos cadáveres provenían de la línea Roja, en un vano intento de huir de los horrores de la guerra y buscar refugio y una vida mejor en las opulentas estaciones de la Hansa. Por supuesto, la Confederación de Estaciones de la Línea de Circumvalación jamás les había abierto sus fronteras, y en la Línea eran considerados traidores y opositores al régimen. Les esperaba el campo de concentración, o el pelotón de fusilamiento.

Sin posibilidad de entrar en ninguna estación, no habían podido hacer nada salvo esperar... hasta que fueron los bandidos los que los encontraron, a juzgar por lo revueltos que estaban los cuerpos, sus ropas y las bolsas y maletas que había tiradas entre ellos. Pocas víctimas las había más fáciles que un grupo de refugiados sin posibilidad de defenderse y que avanzaban cegados por y el miedo la esperanza hasta que era demasiado tarde. Siendo como era reciente la matanza, podía ser que los que la habían causado siguieran por allí.

No tardaron mucho en hallar la respuesta. A lo lejos, por el túnel, se escucharon voces ahogadas, pero acercándose, y poco después se vieron haces de linterna. Quien fuera que fuese, estaba acercándose hacia donde ellos estaban. Solo tenían unos segundos para decidir que hacer antes de que la luz les alcanzara.

La voz de Svetlana pronunciando mi nombre resuena en mi cabeza como un lejano eco que me arrastra poco a poco hasta la realidad. Parpadeo saliendo de mi sombrío ensimismamiento y la miro, y al poco oigo también al bueno de Ratón preguntándome. Me giro hacia él y digo frotándome la nuca para recomponerme: -Ah... sí, sí... todo lo bien que uno puede estar... -devuelvo la mirada a los cadáveres y paseo un poco alrededor para intentar añadir información útil a la que ya han dado.

-Civiles... -murmuro apesadumbrado antes de decir: -A juzgar por las mochilas abiertas y destartaladas se trata de refugiados que han sido asaltados, asesinados y robados... probablemente por traicioneras sanguijuelas del metro que no tienen mayor simpatía por un bando u otro... y hablando de lo cual... atención, se acercan. Que alguien intente hablar, yo me ocultaré por aquí y abriré fuego si es necesario... -dicho lo cual, haciendo de tripas corazón, me tumbo entre los cadáveres boca abajo y me pongo algún cadáver por encima para ocultarme, bastarda en mano y listo para disparar. No será el mejor escondite del mundo, pero cuento con que no se vayan a poner a mirar los cadáveres con detenimiento.

Mientras los demas avanzaban junto a el por el campo de muerte, Marek iba absorto en sus pensamientos, ya que sus tareas fisicas eran a estas alturas memoria muscular. No le sorprendia la muerte ni le hacia vomitar el hedor, sino la corrupcion de quienes expulsaban a inocentes a su suerte y la ceguera de quienes aceptaban calladamente ese final. Si salia de esta cambiaria un par de cosas en el metro, como fuese y a como diese lugar. Ya no podia soportar mas muerte sin sentido, mas dictadores y asesinos sin conciencia ni objetivo... Y eso le incluia como final de lista. En estas disquisiciones las linternas enemigas le dieron como un jarro de agua fria, de vuelta a la cruda realidad. Esas personas asesinadas merecian una venganza, asi procedio a buscar una posicion de disparo efectiva desde la que emboscar al enemigo pero la idea de Andrey le dio pie a una mas cruel y poetica:

- Emboscada entonces. Andrey, Jorji, Svet y Anna escondeos para cubrirnos, necesito entre dos y cuatro posiciones diferentes. Raton, tu y yo seremos los actores de frente, cuento con tu serenidad. Seguidme el rollo y preparados para disparar.