Partida Rol por web

Ah, ¿Drácula es un libro? –

Quiso saber el pequeño, que tomó con enorme facilidad, el plato arrojado. Frang respondió:

-Sí, es un clásico de la literatura. Lo escribió un hombre inglés llamado Bram Stoker que se basó en mitos del vampiro y la historia de un héroe de Transilvanya. O un monstruo, depende de cómo se vea.

Los dos hermanos supieron lo de la luna nueva, aunque Eara prefería esa fase de la luna en la que ésta brillaba como una moneda redonda en el cielo.

-Sí, ¿quién es? ¿Algún tipo de diosa? ¿Algo así como Morfeo?

Preguntó luego de que su hermanito se adelantara con eso de las fases. Frang les explicó:

-Es una diosa, sí. Además de ser astronómicamente nuestro satélite natural, es la diosa griega de la luna. Se dice que otorga bendiciones a aquellos que la adoran. O, como en el libro de Drácula, también puede interpretarse como maldiciones.

Puso los platos en orden, guardó todo y preguntó.

-¿Qué tal si vemos qué películas hay en el videoclub?

Ante la mirada de los niños, el muchacho pegó una risotada. –Sus padres no han contratado Netflix todavía, pero tienen una vieja VCR. Y conozco un lugar en donde alquilan películas. Sí, es algo arcaico, pero tengo un alma vieja, aunque solo tenga 20 años. ¿Les parece bien? Podemos dar una vuelta por el barrio.

Escucho a Frang con atención mientras nos explica lo de esa diosa. Es interesante todo lo que sabe este hombre. Luego nos habla de un videoclub y de una cosa llamada Netflix. Prefiero no preguntar pues siempre he sido negada para las cosas de actualidad. Soy más de libros y películas clásicas de dibujos, así que me mantengo en un discreto segundo plano esperando que Conrad vuelva a tomar el relevo de la palabra.

"Seguro que él sabe qué decirle" pienso.

Donde vaya Conrad iré yo, es un hecho. Lo que él decida estará bien. 

La conversación de Frang era súper interesante. Era sencillo olvidarse de los problemas oyendole hablar, compartiendo información y anécdotas, historias que nunca había oído. ¿Drácula era un héroe? ¿Y un monstruo al mismo tiempo? ¿Cómo era posible ser ambas cosas a la vez? Me parecía una idea imposible, o al menos muy difícil de concebir, pero al mismo tiempo fascinante. Por eso me quedé mirándole mientras hablaba de ello, abstraído por lo mucho que sabía. 

Como al hablar de Selene, una dios griega. A mí no me sonaba. Había oído el nombre de Atenea, Afrodita, y quizás alguna otra, pero ese en concreto no, y empezaba a despertarse dentro de mí el deseo de leer algo sobre esos dioses y leyendas de la antigua Grecia. 

¿S-salir? -La propuesta del chico me sorprendió. No era que tuviera miedo ¡No era un gallina! Pero no estaba seguro de que fuera buena idea andar por ahí, con todo lo que había pasado. Al menos, y por eso desvié la mirada hacia mi hermana de reojo, si eso podía poner en peligro a Eara- ¿C-crees... que es buena idea andar por ahí de noche, con lo que ha pasado, esos hombres...? -No es que fueran a volver, y en realidad sí regresaban ¿no era mejor que no nos encontrasen allí? Pero aún así...

¿C-crees... que es buena idea andar por ahí de noche, con lo que ha pasado, esos hombres...?

Era comprensible, y muy madura, la preocupación de Conrad. Frang le dio alivio inmediato, o al menos una idea de que no iba a ser algo riesgoso necesariamente.

-Vivimos a dos cuadras del videoclub. No teman. Están conmigo.

Sin esperar que elos pudieran decir algo, el muchacho abrió la puerta de entrada. Una ventana tenía un agujero en el cristal por la rotura del vidrio de lo que habían arrojado desde afuera. Frang no le dio importancia a eso.

-Luego la arreglaremos con Gerald, tiene buena mano para las reparaciones.

Al salir notaron que el barrio era realmente precioso: casa bajas, de techos inclinados; vegetación por todos lados y poco tráfico. Frang cerró la puerta con llave y empezó a caminar.

-¿Vamos? Realmente creo que necesitan un poco de recreación. 

La verdad es que ir a buscar alguna película me llama la atención enormemente, aunque a la par, salir de la seguridad de la casa me da reparo y algo de tensión. Luego levanto una ceja con expresión de escrutinio.

"Si vienen todos los hombres de antes dudo mucho que él solo pueda con todos" pienso.

La idea de que podamos ver películas que no nos dejaban ver en el orfanato me encanta, así que le lanzo una pequeña sonrisa a mi hermano y le hago un gesto de cabeza que indica claramente un "vamos".

Mi expresión preocupada cambió rápidamente, al descubrir que aquel videoclub no estaba tan lejos. Un par de manzanas de distancia no era mucho más que dar una pequeña vuelta, y sin duda aquel chico le inspiraba confianza. Mirándole desde su escasa estatura, estuve completamente seguro de que, con él a nuestro lado, no nos pasaría nada. Él no lo permitiría.

Entonces... ¡Vale! -Contesté, sonriente, saliendo de la casa con muchas ganas, deseoso de ver estanterías llenas de películas diferentes, mil historias por descubrir. Habría de todo, de todos los temas. Me gustaban las historias de hadas, y las aventuras. Un día había logrado que las monjas me dejasen ver Piratas del Caribe, y tuve que hacer un gran esfuerzo de convicción para que no me la quitasen en cuanto aparecieron los primeros piratas muertos vivientes. Aunque en realidad lo que más me había gustado era ese estilo de cine de aventuras clásico, del que había podido ver algo más. Películas de cine clásico en blanco y negro, con Errol no se qué o el tipo rubio aquel de la sonrisa brillante, Lancaster. Bribones que solventaban sus problemas con habilidad y una amplia sonrisa, sin perder el sentido del humor. Embaucadores, bribones, pillos, pero que al final hacían el bien como cualquier héroe.

Eara se decidió por una de zombies, de esas que seguramente no le dejarían ver en el orfanato, y Conrad optó por Drácula, sobre todo después de la charla que habían sostenido con Frang. Para cuando estaban frente a la televisión de pantalla plana de la casa, con palomitas de maíz recién hechas en un recipiente de buen tamaño, sonó el teléfono. El muchacho fue a atender mientras los niños empezaban por la cinta del vampiro. Los primeros minutos mostraban un paraje agreste de Transilvania y a un joven de nombre Jonathan Harker, que le narraba a su prometida, Mina, la invitación de un Conde a adquirir unas propiedades en Londres.

-¿Gerald? Estamos bien, sí. Recién cenamos y veremos unas películas. ¿Cómo se encuentra?

Los pequeños no pudieron evitar oír la pregunta de Frang y esperar, ansiosamente, alguna respuesta que indicara sobre el estado de Maddy. Mientras, en el filme, Harker escuchaba unos aullidos agudos que habían vibrar la noche y su anfitrión se presentaba diciendo que eran las criaturas de la noche, “¡qué bella música hacen”.

-Entonces están limpiando su sistema circulatorio del veneno… Sí, fue una fortuna que Conrad nos dijera del antebrazo.

Frang calló mientras el padre adoptivo de los niños hablaba del otro lado de la línea. Luego cortó saludando a él y asegurando que los críos estarían bien. Al rato se sentó junto a ellos sin decir nada. Sin embargo su semblante se había vuelto un poco sombrío. La noche oscura anunciaba esa luna nueva que se escondía de la mirada de los extraños. Sus ojos miraban más al piso que a película en donde el Conde preguntaba a Jonathan sobre la mujer que estaba en un pequeño retrato que el joven siempre portaba.

La película era vieja. Se notaba mucho, en sus escenarios prefabricados, en los efectos especiales propios de trucos de cámara en limitadas condiciones... No era tan vieja como otras películas que había visto, pero se notaba que no era precisamente nueva. Además, el actor que hacía de Jonathan Harker parecía muy joven, y le había visto en alguna película más nueva como un señor mayor con barba. Aún así, el ambiente de la película me capturó, me quedé embobado viendo aquella Transilvania oscura y tenebrosa, la niebla, el aullido de los lobos... Apenas logré a apartar la mirada para coger palomitas, sentado con las piernas cruzadas.

Sin embargo, Frang hablaba por teléfono, y no pude desentenderme de su conversación. Estaban curando a Maddy, y parecía que todo iba bien. Qué nos hubiéramos dado cuenta de lo del brazo habían ayudado, aunque aún no entendía cómo me había dado cuenta. Y estaba convencido, por cómo la conocía, de que Eara también lo sabía. 

Al mirar a Frang a los ojos, me sobrecogió una intensa inquietud. No miraba la película, sino al suelo, y me daba la impresión de que estaba preocupando por algo. 

¿Todo bien? -Le pregunté abiertamente, acercándole el cuenco de palomitas- Nos lo puedes contar. Somos niños, pero sabemos escuchar...

Cuando comenzó la película estaba emocionada. Comencé comiendo palomitas acelerada, pero a medida que me concentraba en esa película bajé el ritmo. Me quede sorprendida por la magia que me transmitía, Transilvania, un conde y el morbo de saber que jamás habríamos podido verla si seguíamos en el orfanato.

Luego, suena el teléfono. Esta vez me esfuerzo por intentar escuchar de lo que hablan, quiero saber si Maddy está bien y si volverá pronto a casa. La palabra veneno me sorprende. 

"¿Quién quiere envenenar a una persona?" pensé mientras veía los gestos que hacía Frang al hablar por teléfono pues a veces los gestos decían más que las palabras. Era algo que había aprendido durante toda mi vida.

Cuando termina observo su semblante. Esta serio y, igual me equivoco, preocupado.

-Ma...-carraspeo- ¿Maddy está bien?-le pregunto a media voz casi deseando no haberla hecho pues me da miedo la respuesta.

"Seguro que está bien, Conrad pudo salvarla" pensé recordando el olor agrio que provenía de su brazo.

-¿Qué era eso que le inyectaron y que olía tan mal?-pregunto decidida sabiendo que no tengo especial don en ser tan adorable como Conrad.

Ambos niños le dijeron a Conrad, en sus propias palabras, que querían saber cómo estaban las cosas y que se podía confiar en ellos. 

¿Todo bien? -Le pregunté abiertamente, acercándole el cuenco de palomitas- Nos lo puedes contar. Somos niños, pero sabemos escuchar...

-No son niños para mí -aclaró Frang -ustedes son más que eso.

No amplió su respuesta pero sí explicó cómo se encontraba Maddy:

-¿Qué era eso que le inyectaron y que olía tan mal?-

-Era un veneno de acción lenta pero continua. Maddy se desmayó de la impresión, no por el tóxico en sí. Pero al día siguiente empezaría a enfermar... como una gripe pero peor.

Frang se acomodó el cabello, pasando sus manos por éste, en un gesto nervioso.

-Podría haber estado muy mal. Sí, si no fuera que ustedes vieron el punto... no sé si hubiésemos encontrado el asunto tan rápidamente. Era una amenaza clara y fuerte, quieren la granja de Gerald. Y son una mafia.

El Conde ahora estaba viajando en un barco hacia Londres, escondido en un cajón con tierra de su hogar natal. Los marineros la iban a pasar muy mal al llegar a la costa. La película mostraba luego simplemente una embarcación en donde todos estaban muertos. Frang recién en ese momento se dio cuenta del bowl de palomitas que le ofrecía el pequeño y tomó un puñado que se llevó a la boca.

No entendía muy bien a qué venían ese tipo de comentarios por parte de Frang. El chico ya había hecho varios así, diciendo que nos veía como algo más de lo que nos creíamos ser. Era como si intentase levantar nuestro ánimo, la idea que teníamos de nosotros mismos.

Explicó lo que le habían hecho a Maddy, la inyección de un veneno lento que la habría puesto enferma. El desmayo había sido por el susto, no por el veneno, pero pronto sería como una gripe muy mala. Sin embargo, algo no me cuadraba. ¿De qué servía inyectarle un veneno lento? Es decir, sabiendo que se lo habían inyectado, habría ido al médico rápidamente, ¿no? A no ser...

¿Es posible que la envenenasen sin que ella se diera cuenta? -Pregunté, contemplando apesadumbrado aquella escena de la película, un barco lleno de hombres muertos- Si no, ¿qué sentido tendría envenenarla, si ella fuera consciente y pudiera ir al hospital en seguida? -Sin embargo, una idea se cruzó por mi mente en ese momento, que me guardé por no asustar a Eara innecesariamente. ¿Y si lo que pretendían era eso, obligar a Maddy a ir al hospital, y a Gerald acompañarla, y que así no hubiera nadie en casa? ¿Y si querían hacer algo malo, como prenderle fuego a la casa o así? No lo harían estando nosotros... ¿No?

-Gerald... ellos no sabían que estábamos aquí. Por lo que ellos sabían estábamos solos-respondo a la suposición de mi hermano.

Luego giro mis ojos hacia Frang.

-No vimos el punto, lo olímos-le digo sabiendo lo raro que suena eso y, de alguna manera sé que a él no le va a parecer raro.

Encaro mis ojos a los suyos como rara veces hago. Llevamos un día de locos y necesito algo de claridad para poder cuadrar las cosas, para poder pensar que el futuro que tenemos es algo más que aguantar como una panda de hombres estén luchando por arrebatarnos el hogar que tantas veces hemos soñado tener.

-¿Por qué no solo somos niños para ti, Frang-le pregunto sabiendo que esa idea lleva rato pasando por la cabeza de mi hermano-. ¿Qué más podemos ser?

La mente de los niños comenzó a cavilar con posibilidades sobre este asunto, y ya más cómodos con el muchacho, le hicieron algunas preguntas:

¿Es posible que la envenenasen sin que ella se diera cuenta?

Inquirió Conrad.

-Sí, creo que ha sido así. Maddy habrá visto que este tipo se le acercaba y su miedo la dominó. Pero debemos esperar a que ella nos cuente. No estoy seguro.

Si no, ¿qué sentido tendría envenenarla, si ella fuera consciente y pudiera ir al hospital en seguida? –

Continuó el pequeño.

-Es verdad, no creo que fuese un plan el hacerlo así. Pero estas personas no piensan de forma lógica. Algo tenebroso los domina, algo que vuelve a las personas locas.

No se extendió en esa explicación sino que luego escuchó a la hermana, Eara también tenía algo que decir:

-No vimos el punto, lo olímos.

Hizo saber la niña, luego de explicar que los malhechores no habían visto su presencia. Ante la declaración Frang no dijo nada, hizo un silencio reverente.

-¿Por qué no solo somos niños para ti, Frang-le pregunto sabiendo que esa idea lleva rato pasando por la cabeza de mi hermano-. ¿Qué más podemos ser?

El joven tomó el control remoto y pausó la película, en este punto nadie le estaba prestando atención.

-Son familia.

Es lo primero que dijo, pero como siempre en su sentencia parecía haber algo más que simplemente hablar de vínculos de adopción, además de que él no era pariente ni de Maddy ni de Gerald.

-¿Cómo están durmiendo de noche. Algunos sueños? ¿Pesadillas que no pueden explicar, sueños recurrentes que no dejan de repetirse?

Se cruzó de brazos y les preguntó.

-¿Y cómo se sienten esta noche en particular?

Era rara esa pregunta pues realmente esta noche se sentían electrificados, si eso fuese algo posible, como si sus sentidos fueran más agudos. Como si los colores fueran más brillantes, los olores más intensos. Y la parte emocional también estaba allí, un revoltijo de sentimientos que parecían querer aflorar en cualquier momento.

Y enojo por los tipos esos.

Enojo fuerte, casi rabioso. En algún lado de su ser infantil desearían acabar con ellos, de forma rápida. En los sueños a veces acababan con algo, mientras corrían por un bosque umbrío. Siempre a cuatro patas, o a veces a dos… pero no como humano.

¿Acaso Frang sabía eso? Era de locos creerlo, pero este joven parecía conocerlos en un sentido diferente al resto de las personas.

Enfrento mis ojos azules a los de Frang en silencio durante lo que parece ser una eternidad, pero realmente tan sólo es un minuto.

Eran raras esas preguntas y, más aún, que Frang supiera cosas que ni entre nosotros habíamos hablado. Jamás le mencioné a Conrad nada de mis extraños sueños, es más, nunca interpreté que fueran nada anormal. Sueños simplemente. Pero lo que más me choca, ya que es completamente cierto, es el hecho de que este día está siendo muy especial. Percibo olores que normalmente no notaría, me siento como electrificado si eso es posible y oigo cosas con demasiada nitidez.

Me quedo seria, sin saber que responderle y asiento levemente con la cabeza, casi tan imperceptiblemente que ni siquiera soy consciente de si lo he hecho o sólo he pensado en hacerlo.

-Los sueños, son sueños-le digo algo más seca de lo que me gustaría porque no quiero creer nada de lo que vaya a explicarme, pero, por otra parte, sé que creeré cada palabra.

Frang parecía de acuerdo en que habían envenenado a Maddy sin ella darse cuenta, aunque estaba convencido de que su plan no había salido como ellos esperaban. Sin embargo, el joven era demasiado críptico en sus palabras y siempre parecía dejarse cosas en el tintero a propósito. 

¿Familia? -Pregunté, confuso- No sabía que eras familia de Gerald y Maddy...

Sin embargo, de repente cambió radicalmente de tema, hablando de sueños recurrentes. Abrí los ojos como platos, rememorando esas imágenes que veía una y otra vez cuando cerraba los ojos por las noches. Y más aún me sorprendió la respuesta de Eara, como si fuera algo de lo que no quisiera hablar. ¿Es que ella también tenía esos sueños? 

Y-yo... Hace tiempo que sueño siempre con lo mismo. Correr por el bosque, pero sin piernas... A cuatro patas, como un animal. -Expliqué, dubitativo, terminando por morderme el labio inferior con mis grandes paletas- Y hoy... Siento muchas cosas que no puedo explicar. Estoy enfadado por todo lo que ha pasado, pero al mismo tiempo parece que sepa cosas que no debería saber, como si oyera, oliera y viera más de lo que debería, y... ¿Hay ciervos por esta zona, Frang?

-Los sueños, son sueños-

Dice la niña, no resuelta a querer creer que este chico sepa algo más, que incluso pudiera meterse en sus sueños, cuando ni siquiera Conrad los conocía. Claro que su hermano se extrañó del asentimiento de su hermana. Ellos no sabían que compartían su vida onírica, pero ahora algo del velo se estaba descorriendo.

O todo era una jodida locura.

No sabía que eras familia de Gerald y Maddy...

Comentó el hermano y Frang no respondió. Solo los miró. El chico, de todos modos, siguió diciendo otra cosa.

Y-yo... Hace tiempo que sueño siempre con lo mismo. Correr por el bosque, pero sin piernas... A cuatro patas, como un animal. -Expliqué, dubitativo, terminando por morderme el labio inferior con mis grandes paletas- Y hoy... Siento muchas cosas que no puedo explicar. Estoy enfadado por todo lo que ha pasado, pero al mismo tiempo parece que sepa cosas que no debería saber, como si oyera, oliera y viera más de lo que debería, y... ¿Hay ciervos por esta zona, Frang?

Ahora Eara podía estar segura de que los sueños no eran algo que ella sola experimentaba. Frang escuchó todo con atención, luego les contestó:

-Y se pondrá peor. La ira los va a dominar en algún momento, los sentimientos serán como olas gigantes que atacan a un velero sin rumbo. Pero no van a estar solos en esto. Prometo explicarme si me prometen algo a cambio.

Extendió su palma, aun no había respondido lo del ciervo.

-Solo hablarán de estas cosas conmigo. Sus padres adoptivos están lidiando con mucho, demasiado. No puedo explicarles todo de golpe, sería malo para ustedes… pero sí prometer que lo sabrán. Pronto.

Les tomó las manos.

-Hay ciervos en Irlanda, y en nuestro pueblo hay parques que los protegen.

Los miró con menos intensidad, una sonrisa curvando sus labios.

-¿Más palomitas y algo de zombies? ¿O seguimos con el vampiro?

No comprendía por qué Frang sabía tantas cosas, ni cómo podía entender cómo nos sentíamos ni lo que nos pasaba. Sí, comprendí, en cambio, la petición que nos hizo. Gerald y Maddy ya estaban pasando por mucho, con tantos problemas. No era bueno añadir otro más a su lista de preocupaciones.

De acuerdo, Frang, lo hablaremos sólo contigo. -Accedí, prometiéndolo con una sonrisa- Palabrita.

Pues creo que uno se ha escapado del parque. -Apunté, poniéndome cómodo en el sofá, en referencia a los ciervos- Me ha parecido verla asomando por la ventana... ¿Terminamos la de Drácula? Quiero ver cómo acaba...

Cuando Conrad cuenta lo de sus sueños lo miro muy sorprendida. Él parece tranquilo, pero yo no lo estoy tanto. Todo esto es rematadamente extraño: Frang sabe muchas cosas que no explica, nos pide una complicidad difícil de crear con una persona que acabas de conocer, habla de familia pero no responde a si lo es de Maddy y Gerald... A mi todo esto me parece raro.

Vuelvo a enfrentar mis ojos azules a los suyos dispuesta a no hablar más con él. Todo lo que tengo en la cabeza hirviendo lo hablaré con Conrad cuando estemos a solas. Mi hermano es adorable, pero a veces peca de confiado y creo que Frang esconde muchas cosas. No estoy tranquila.

-Yo... yo me iré a la cama-digo levemente lanzandole una mirada a Conrad-. Ha sido un día intenso y todo es muy confuso. Quiero descansar. Disfruten de las películas por mí-digo mientras me pongo de pie, aliso mi ropa y me marcho hacia la habitación de Conrad ya que... odio el rosa.

La noche terminó de manera extraña cuando ambos hermanos tuvieron una perspectiva diferente sobre confiar en este chico, estilo hippie, que les había dicho un poco mucho sobre sí mismos sin aclarar nada en concreto. 

Conrad había dado su palabra de no hablar con los padres adoptivos del asunto, y confiaba un poco en Frang. Eara no estaba tan segura, ni siquiera quiso terminar de ver la película sino que se fue al cuarto de su hermano, pues seguía sin soportar el color de las paredes del suyo propio.

Finalmente el niño también tuvo que ir, el joven no le dijo nada sobre el ciervo, aceptando que podría haberse escapado de alguna parte. 

El cansancio venció a los pequeños antes de que pudieran hablar más de todo esto. Pero pronto abrieron los ojos nuevamente, solo que no eran los suyos. De nuevo estaban a cuatro patas delante de un camino que se perdía en medio de un bosque sombrío y tenebroso. Andaban a cuatro patas y por vez primera podían ver a su hermano en forma lobuna, uno enfrente del otro. Se sentían dueños de ellos mismos, no como cuando sueñas normalmente sino como si estuvieran despiertos pero habitando otro mundo.

Desde lejos se oía el ruido de grillos cantando, de búhos ululando, y de las hojas movidas por el viento.

Eara no quiso seguir viendo la película, y se marchó a dormir. Yo me quedé con Frang terminando aquella fantástica historia en que los hombres intentaban derrotar a un ser inmensamente poderoso que había corrompido lo que debía haber sido una historia de amor. Finalmente, terminó siendo la mujer quien, irónicamente, acabaría con el demonio que la amaba de aquella horrible manera.

Quedaron algunas palomitas que no terminamos porque ya no tenía más hambre, y cuando aparecieron los créditos ya estaba muy cansado. Me despedí de Frang y fui a dormir, sorprendiéndome al ver a Elara en mi cama. Me metí en la cama con ella y, cuando se agitó en sueños, la abracé como tantas veces hacíamos en el orfanato cuando dormíamos juntos. Así fue como me atrapó el sueño, abrazado a la persona que más quería en este mundo, sintiendo el aroma de su pelo, su calor.

Aroma...

Abrí los ojos. No estaba en mi cama, en ninguna cama. No eran las mantas las que resguardaban el calor de mi cuerpo. No era el silencio de un cuarto lo que oía. No, estaba en un camino del bosque, un espeso pelaje me protegía del frío, y a mí alrededor se oía el canto de los grillos y el ulular de un búho lejano. Sólo algo se mantenía, el aroma de Eara, delante mío. 

Una loba, como yo.

¿P-pero qué...?