Partida Rol por web

Ver reír de aquella forma a Gran Ciervo Rojo me hizo mucha gracia. Era un hombre muy grande, fuerte, y si se ponía serio daba algo de miedo, pero sobre todo imponía mucho respeto. Y sin embargo, era gracioso verlo reír, si te todo cuando la risa le obligaba a limpiarse lágrimas en sus ojos. 

Sin embargo, en seguida perdí todas las ganas de seguir riendo, pues la siguiente ley me hizo poner cara de asco. ¿En serio hacía falta poner una norma sobre algo así? 

Augh... -Comenté con una mueca de repugnancia, sacando la lengua como si tuviera ganas de vomitar.

Entendía que los lobos comían carne, pero ¿carne de humanos? Incluso a esos que llamaban Lupus, nacidos de garous y lobos, tendría que darles asco comer carne de hombre, como a los demás comer carne de lobo. Era como canibalismo, ¿no?

No... No creo que esa ley sea un problema para nosotros. A mí me cuesta un poco comer las verduras, pero de ahí a eso... -Dije con cara de circunstancias, deseando pasar cuanto antes a otro tema menos desagradable.

La risa del jefe de la manada daba como un aire de familiaridad a todo aquello. De repente, me sentí en familia; no es una cualquier, sino en la mía. No puedo evitar sonreír con amplitud al verle reír de aquella manera, pero la siguiente ley me deja seria. ¿Comer carne de humanos? Siento dentro de mi ese nudo que se forma en el estómago antes de vomitar. La garganta se me queda seca y estropajosa. ¿de verdad había alguien que era capaz de comer carne humana? Es desagradable de imaginar y, por la expresión de Conrad el debe estar pensando lo mismo que yo. Le miro con una mirada cómplice.

-Si, no tendremos problemas con esa ley-corroboro lo que dice mi hermano aún con esa sensación de vómito en mi cuerpo y, estoy convencida de que si hubiera comida algo ahora mismo estaría fuera de mi cuerpo.

Me froto los brazos pues la piel se me ha puesto de gallina y espero ansiosa a la siguiente ley a ver si se me quita el mal cuerpo de imaginarme comiendo carne humana.

El jefe estuvo a gusto con la respuesta de los pequeños aunque para él era bastante obvio que serían incapaces de tal cosa. Recordó entonces a su madre y por un momento la realidad de que los Garou, aunque seres dignos ante Gaia, podían cambiar debido a la influencia de la putrefacción que el Wyrm colocaba en sus corazones... nubló su cabeza.

-Ya vamos terminando, pocas leyes me quedan  por explicar.

Tomó aire y se quitó el mal sabor de boca de semejante recuerdo para continuar.

-Dejarás la primera parte de la presa para el de mayor posición.

El jefe continuó aclarando este punto:

-No necesito ni quiero parte de la recompensas que obtuvieres por lo realizado, aunque espero que sepáis compartir el botín con la manada. No me refiero a la caza solamente.

Era notorio su silencio, dejando a los gemelos procesar lo que significaba tanto la ley como el término caza dentro de la tribu. Él sabía, eso sí, que no todas las manadas eran iguales y menos con ciertas tribus de los hijos de Gaia pero aún no dijo nada. Estaba interesadísimo en las preguntas de los cachorros.

Parecía, según afirmaba el jefe, que ya quedaban pocas leyes que explicarnos. Me alegraba por ello, porque aquellas normas me despertaban mucha curiosidad, pero aquellas lecciones se empezaban a alargar demasiado y se hacían un poco pesadas. 

A pesar de ello, la siguiente lección me resultó muy pero que muy confusa. ¿Presa? Al principio pensé en cazar. Después de todo, éramos lobos, ¿no? ¿Significaba eso que si cazaba un conejo tenía que entregar una pata del animal, o algo así? En seguida se apresuró Gran-Ciervo-Rojo a explicar que no quería nada para él, pero sí que compartiéramos con la manada nuestros... ¿Botines? 

No... No entiendo eso del botín. ¿Es que somos piratas? -Pregunté con aire inocente, sin tener aún claro si eso me parecía bien o mal. Los piratas robaban, y eso era malo. Pero había visto películas de piratas muy divertidas. Aún así, no me imaginaba que fuéramos lobos en un barco, asaltando a otros barcos para robarles sus tesoros- ¿Qué clase de recompensas podemos obtener? 

Ambos escuchamos al jefe con curiosidad y noto que algo se le pasa por la cabeza pues durante un breve la`sp de tiempo su mirada se torna algo sombría. Pasa a la siguiente ley afirmando que quedan pocas y eso me alegra pues estoy terriblemente cansada.

Habla de compartir nuestras presas. Obviamente, somos lobos, pero aún se me hace raro imaginarme tratando de cazar un ciervo. La idea de compartir me parece fácil de llevar a cabo, es más, me resulta hasta lógica. Está claro que nosotros al principio seremos más inútiles que un cubo sin asa, pero nuestra familia nos ayudará. Del mismo modo, los más ancianos, perderán facultades y seremos nosotros quién los ayude. En mi cabeza no entra otra opción. Jamás me ha costado compartir y ésta no va a ser la primera vez que no lo haga.

Conrad pregunta como siempre y no puedo evitar reír un poco cuando habla de piratas. Es tan dulce a veces esa inocencia que demuestra. Sonrío dulcemente.

-Imagino que dice botín, como refiriéndose a la presa que cacemos-digo dándome cuenta que referirme a la caza en voz alta aún me resulta extraño.

La incógnita de los Cachorros fue respondida con claridad por el jefe, al que le divertía mucho la manera de pensar que tenían aquellos dos pequeños.

-Se refiere, por ejemplo, a objetos poderosos que podemos conseguir mediante la caza. Hay elementos a los que llamamos fetiches que tienen un poder escondido en ellos.

Recordando lo que los había llevado allí, el Ciervo Rojo lo usó de ejemplo:

-¿Recordáis aquella caja misteriosa que habéis recogido en el granero? Pues bien, seguramente hay una magia escondida en ella. Solo que no la entendemos y no queremos usar algo que se nos escapa a nuestro conocimiento.

La anciana completó un poco la idea.

-Por eso iréis a buscar a la tribu Fianna que ha tenido que ver con la elaboración de aquel objeto.

El jefe volvió a hablar:

-Pero básicamente la idea es que todo es de todos, en algún sentido al menos. Somos una manada, una familia. Si tú consiguieras comida, ¿acaso no le darías algo de ella a Eara? O tú –le dijo a la niña -¿no compartirías tu medicina con tu hermano?

El jefe se aclaró la garganta para la siguiente ley.

-El líder podrá ser desafiado en tiempos de Paz. Mediante una especie de duelo, podéis ganar el liderazgo de la manada. Creo que a vuestra edad esta ley no es muy importante pero la explicaré si así queréis. O puedo pasar a la última…

La explicación que quiso darme mi hermanita no me aclaraba demasiado las cosas. Parecía que ella hubiera entendido que se refería solamente a la carne de aquellos animales que cazásemos, pero a mí me había parecido entender que las cosas iban mucho más lejos que simplemente eso. Gran-Ciervo-Rojo se apresuró a aclararlo, añadiendo algo totalmente nuevo que me hizo abrir los ojos desmesuradamente y exclamar al oírlo.

¿¡Objetos mágicos!? ¿¡Como la espada del rey Arturo!? -Grité llevándome ambas manos a las mejillas, imaginando que el mundo de fantasía que leía en mis cuentos e historias, de caballeros con espadas mágicas enfundados en brillantes armaduras y enfrentándose a dragones y demonios, pudiera ser realidad.

Sin embargo, más que hablarnos de alguna espada, lo que hizo fue recordarnos la caja que habíamos encontrado en la granja, en aquella cripta. Aquello debía ser uno de esos objetos mágicos, un fetiche, y por eso necesitamos encontrar a la manada que la había creado y aprender cómo funcionaba.

Hay que compartir y no ser egoístas. -Resumí mirando al jefe con mi mejor rostro de inocencia, asintiendo para dejar claro que había entendido bien aquella norma- Eso nos lo han enseñado muy bien en el orfanato, las monjitas nos lo repetían mucho.

De ahí pasó Gran-Ciervo-Rojo a explicar la penúltima ley, que consistía en que, si no se estaba en medio de una guerra, se podía desafiar al jefe para quitarle el liderazgo. Fruncí el ceño, pensativo. No es que me interesase demasiado aquello, pues yo era aún muy pequeño y ni por asomo me imaginaba haciendo nada así, pero la idea de que la forma de llegar a ser el jefe fuera mediante un duelo me despertaba bastante curiosidad.

Si el liderazgo se consigue mediante un duelo, ¿significa eso que el líder siempre es el más fuerte? -Quise saber, pues conocía mis limitaciones. Entre los niños de mi edad, yo siempre había sido más bien delgadito y flojucho, y mucho dudaba que eso fuera a cambiar con el tiempo. Si para liderar lo que contaba era la fuerza, era bueno saberlo desde y y no molestarse siquiera en soñar con ser jefe algún lejano día.

Me sentí un poco frustrada pues no logré explicar bien lo que había entendido, pero al final parece que nos quedó claro a ambos, a mi hermano y a mi. La verdad es que nos están explicando todo muy bien y nos está quedando todo muy claro. 

Me encanta la reacción de Conrad cuando hablan de objetos mágicos y no puedo evitar pensar que estará recordando esas historias en las que los personajes tienen objetos mágicos. A mi memoria vuelve el recuerdo de alguna de esas tardes en las que me contaba las historias que leía mientras jugábamos. 

LA verdad es que la idea de compartir es algo que me parece lo más obvio y más razonable, tal vez porque, como dice Conrad, las monjitas nos lo han enseñado desde siempre.

Escucho anonadada la siguiente ley. ¿Habría alguien lo suficientemente tonto para enfrentarse a semejante hombre? Igual porque era pequeña me parecía una soberana tontería, porque me parecía el hombre más fiero y fuerte que había visto en mi vida, claro que había visto pocos.

Conrad pregunta lo que me parece algo obvio, pero siempre ha sido impulsivo y curioso, no me sorprende aunque estoy deseando que lleguemos al final de las leyes a ver si nos dejan descansar porque el día ha sido largo e intenso, aunque por otro lado estoy tremendamente excitada y emocionada ante tanta nueva noticia.

-Es una pregunta inteligente, digna de tu auspicio, cachorro –enfatizó el líder. –La realidad es que el alfa puede cambiar de acuerdo a quién es más poderoso para la manada en distintos momentos. Si estamos en batalla, el Garou guerrero, el Ahroun suele ser el que manda.

Hizo crujir sus nudillos mientras asomaba a él esa sonrisa suspicaz.

-Este es mi auspicio, y hace bastante que nos hallamos en una guerra constante en estas tierras escocesas.

Siguió explicando:

-Pero no tengo por qué permanecer como el alfa, de hecho ni siquiera es mi deseo. En tiempos de negociación, o cuando la astucia sea lo más importante, vuestro auspicio sirve para el trabajo.

Señaló a Perla a continuación.

-Si tenemos que lidiar con la Umbra o los espíritus, es preferible la asistencia de un Theurge.

Ella asintió tranquilamente.

-La manada sabe quiénes son los más fuertes de cada auspicio dentro del grupo, y a ellos recurrimos para que nuestra supervivencia sea asegurada. En esta manada, El Trébol de Cuatro Hojas, no somos numerosos y tenemos bien en claro quién es el mejor líder para cada momento.

Sentenció:

-El poder no nos abruma, es solo un medio para un fin, el de nuestra supervivencia y felicidad. Y… por supuesto, la defensa de Gaia y su creación.

Eara no había comentado nada pero se mantenía atenta a las lecciones que se estaban dando. Al jefe le pareció que podía pasar ahora a la última ley, y luego dejar que los cachorros descansen. Había sido una larga enunciación de la Letanía.

-No realizarás ninguna acción que provoque la profanación de un Túmulo -anunció el jefe. Silenció luego su voz para ver si los niños podrían intuir qué era un Túmulo, tal vez habían oído la palabra antes, de boca de Fang... o quizás no.

Mi rostro se iluminó por la sorpresa, al ir comprendiendo cómo funcionaba realmente el liderazgo entre los hombres lobo. No era una cuestión de que hubiera UN líder, sino que lo era uno u otro según las circunstancias, en función de lo que fuera necesario en cada momento. Cada uno tenía sus puntos fuertes, y la manada los aprovechaba dejando que tomase cada decisión el mejor preparado para ello. No sólo era tremendamente... eficiente, pensé. Además implicaba que los miembros de la manada se conocían muy bien y confiaban plenamente entre ellos, para saber quién era el más adecuado para decidir y asumir la decisión, se estuviera de acuerdo o no.

Sin embargo, mi ceño se frunció al encontrar una pequeña laguna en aquel planteamiento.

Pero, si cada auspicio tiene su función... -Comencé a preguntar, mirando a mi hermanita de reojo- ¿...qué pasa si hay más de un miembro del mismo auspicio? ¿Cómo se decide quién de los dos será el más adecuado? ¿Tienen que ponerse de acuerdo para tomar su decisión?

En cualquier caso, Gran-Ciervo-Rojo pasó al siguiente punto en la lista de leyes, y aquella me dejó algo confuso. ¿Profanación? ¿Túmulo?

Ehm... N-no se si entiendo bien a qué te refieres con eso, la verdad. -Confesé abiertamente. Nunca me avergonzaba confesar que no sabía algo, porque si uno no preguntaba nunca aprendía- ¿Qué es eso de profanar? ¿Y qué es un Túmulo?

Vale la explicación del alfa deja bastante constancia que no se busca liderar sino conseguir que la manada subsista adaptándose a las condiciones de cada momento. La verdad es que me parece algo realmente inteligente y, pensandolo mejor, hasta lógico. Llevan explicandonos todo el día que somos una familia y, aunque en las familias siempre hay un líder, siempre se busca el equilibrio para enfrentarse a las adversidades. Conrad hace una pregunta que yo ni siquiera me había parado a pensar y la verdad, ahora que lo menciona me parece una pregunta bastante lógica.

-Sí, ¿qué pasa?-pregunto para enfatizar la cuestión que plantea mi hermano.

Luego intento entender la última ley, pero me quedo igual que si no hubiera hablado. Bueno, realmente me quedo peor pues no he entendido nada de lo que ha querido decir. Me quedo pensantiva.

-No entendí...-comienzo a decir con vergüenza pero Conrad que nunca ha tenido miedo a mostrar cuando no comprende algo pregunta lo mismo que yo y eso me hace sentir bastante bien, pues al menos veo que él tampoco sabe a qué se refiere.

El caso es que la palabra "túmulo", me suena de algo, pero no podría decir de qué, si de algún libro que haya leído o alguna película que haya visto. Mi mente está tan cansada que prefiere que se lo expliquen a dar bandazos buscando de qué me suena esa palabra.

Conrad miró a su hermana para preguntar lo que podría pasarles en un futuro, pues siendo ambos del mismo auspicio, ¿cómo se solucionaría si tuvieran que elegir a un alpha de éste mismo?

-Cada manada tiene sus normas internas –explicó el líder –en ese caso podríamos hacer una prueba para ver quién de vosotros utiliza mejor su astucia… algo que se parezca a aquello a lo que la manada se tenga que enfrentar.

¿Qué es eso de profanar? ¿Y qué es un Túmulo?

-No entendí...-

Ambos hermanos fueron totalmente sinceros respecto de este tema. Sobre aquel fue Perla la que dirigió la explicación.

-Los túmulos son lugares llenos de energía mística, de magia… por decirlo así… que proviene de la madre Tierra. Es imprescindible proteger estos lugares puesto que, cuando un túmulo es tomado o corrompido, una parte del espíritu de Gaia perece.

En su tono de voz aquello reflejaba una enorme tristeza.

-Estamos librando una batalla contra el Wyrm tan antigua como el mundo, y de a poco hemos visto mermado nuestro poder. Parece que vamos en desventaja, claro… sin embargo no nos dejamos amedrentar por los problemas.

Todos se miraron y repitieron una fras con solemnidad casi religiosa:

-El lobo solitario muere pero la manada sobrevivirá.

Sintieron la fuerza de esas líneas, la idea de poner a los otros primero, sobre todo a Gaia, la madre tierra. Ella era parte de cada uno y mientras las manadas subsistieran, ella lo haría con ellos. Muchos sacrificios se habían hecho para esto, no había por qué preguntarlo, quedaba implícito en sus ojos al decir aquella sentencia.

Mis ojos se entrecerraron, pensativo, mientras mis labios se apretaban formando casi un círculo, una forma similar a una fresa, y mi mano acariciaba mi barbilla con interés. Decidir el liderazgo en función de las necesidades basándose en el Auspicio, primero, y en las facultades de cada cual mediante una prueba, después... Parecía un sistema de lo más eficiente, mucho más que nada que hubiera oído en mi vida.

Por ello no repliqué nada, nada en absoluto, sino que aguardé tomando nota de esa y las demás cosas que estaba aprendiendo en aquel día, que no eran pocas. Y aún quedaba más, pues Perla nos explicó qué eran los túmulos, y cómo los lugares donde fluía la energía de la madre naturaleza debían ser protegidos, y cómo eso implicaba una guerra contra aquellos que buscaban tomarlos o corromperlos.

Entonces... nos dedicamos a proteger esos lugares, y los lobos corruptos como Oliver y... nuestra madre... se dedican a tratar de destruirlos. -Resumí, con una punzada en el pecho al mentar a nuestra corrompida madre- ¿Estamos en uno de esos lugares? -Pregunté de pronto, mirando a nuestro alrededor. Por algún motivo nos habrían llevado hasta allí para poder hablar, supuse- ¿La manada que debemos buscar custodia otro?

Me siento terriblemente cansada, pero lo que nos cuentan es tan interesante y tan lleno de cosas nuevas que no podría dormir aunque quisiera. Escucho con atención todo lo que nos explican y la verdad es que ahora mismo el ser alpha es algo que me preocupa bastante poco, además, de manera extraña, me siento como protegida por el que tenemos ahora.

Luego Perla nos explica lo del túmulo. Resulta ser algo importante que debemos proteger y cuando Conrad menciona a nuestra madre siento un halo de pena que navega sobre nosotros. En cierto modo tengo la sensación de que mentar a nuestra madre trae malas sensaciones y mucha tristeza. 

Cuando todos murmuran esa frase no puedo evitar susurrarlo yo también cuando ellos han terminado. Y, de una manera extraña, me siento muy unida a ellos, como si, de repente, formara realmente parte de ellos.

-El lobo solitario muere pero la manada sobrevivirá-susurro muy bajito, más para mi que para ellos. Todo indica que en familia todo es mucho más fácil y eso me hace sentir muy especial.

Conrad pregunta sobre los túmulos, si se dedican a su protección y si gente como su madre tratan de destruirlos.

-Debemos proteger el túmulo, sí. Aquí tenemos uno, un lugar lleno de energía de la madre. Nunca dejamos este sitio solo, siempre lo vigilamos aunque algunas veces somos más y otras menos.

Eara musitó una frase a la que Perla asintió en silencio.

Además, respondió el resto de la pregunta de su hermano:

-La otra manada… hemos perdido contacto con ellos y desconocemos si tenían o no un túmulo. Habíamos dejado de buscarles pero vosotros aparecisteis con esa caja y guiados por el Ciervo. Debo meditar esta noche con la madre sobre esto, pese a todo, a los peligros que entraña vuestra búsqueda, si el tótem os ha guiado, él os protegerá.

La anciana entonces se acercó a los pequeños.

-Vamos, debéis ir a descansar ahora, os hemos preparado un lugar para que os quedéis con vuestro padre, seguro queréis estar con él ahora. Mañana al salir el sol tendréis que partir, esta misión se ha colocado enfrente vuestro porque sois dignos de llevarla a cabo, vamos cachorros, seguidme.

La mujer que era anciana todavía guardaba muchos vestigios de su juventud, y una dulzura y templanza iluminaba sus ojos al andar.

-No todo ha sido contestado, pero es que no todo es bueno que se sepa al momento de preguntar. Mi nombre es Luz Terrena, y soy un Philodox, aplico justicia según la Letanía. Tengo noventa años aunque sé que no los aparento, no... espero que no al menos.

La señora mayor confirmó que había allí un túmulo, un lugar sagrado que la manada protegía. No aclaró, sin embargo, si ese lugar era donde nos encontrábamos, o estaba cerca, o no tan cerca. De todos modos, asumí que muy lejos no debía andar, ya que la manada nunca lo dejaba sólo. De la otra manada no tenían idea de si protegían otro túmulo o no, y de hecho habían dejado de contactarles y buscarles, y sólo nuestra llegada había despertado nuevamente el interés por encontrarlos.

Sin embargo, no parecían querer hablar más. Era tarde, y según nos dijo la señora, Luz-Terrena, debíamos partir a la mañana siguiente, temprano. Así que nos invitaba a retirarnos a descansar.

La verdad es que un poco de sueñito sí que tengo, aunque ¿cómo dormir con todo lo que nos habéis contado? ¡Es como darnos Coca Cola en la cena! No voy a poder dormir, ¡hay tantas cosas que quiero saber! Además… -A pesar de la excitación con la que hablaba, enmudecí cuando la boca se me abrió desmesurada e involuntariamente, en un amplio bostezo- B-bueno, igual sí que podría dormir… -Admití finalmente, frotándome un ojo con la mano mientras me ponía en pie y le ofrecía la otra a Eara para ayudarla a levantarse.

Una vez más nos hablan de los túmulos. Parecemos estar en uno, uno que protegen, a veces muchos a veces menos, pero que lo protegen al fin y al cabo. Mis ojos bailan por toda la zona preguntándose si donde estamos es el túmulo o si estamos cerca o si estamos lejos. Pero ya no pregunto más. Todo lo terminaremos sabiendo a su debido momento,

Parece que las explicaciones y las nuevas noticias han llegado a su fin. Estoy tan cansada y tan emocionada a la vez que no sé como me siento y me pregunto si así es como se sienten los adultos pues es una sensación completamente desconocida para mi. Conrad no puede parar de hablar hasta que un bostezo lo obliga a callar sus palabras lo que hace que a mí también se me abra la boca de manera exagerada y es que, el día ha sido tan cansado que casi no recuerdo si alguna vez he dormido algo. Una vez terminado el bostezo me rasco los ojos.

-Lo siento-digo recordando alguno de los modales que me han intentado inculcar, que bostezar abiertamente es de mala educación, pero ha salido tan repentino que no he podido evitarlo.

Sonrío levemente a Conrad cuando él reconoce que sí podrá dormir. 

-Yo también-digo abiertamente riendo levemente. Los ojos me han empezado a llorar de repente. Parece que mi cuerpo sabe que todo ha llegado temporalmente a su fin y que podremos descansar aunque es verdad que en cierto modo estoy terriblemente excitada con todo lo que nos han contado y estoy segura de que será una ncohe plagada de sueños.

Finalmente el sueño pudo más que todos los intentos de los cachorros por permanecer despiertos. Su padre hizo guardia delante de la choza que les tocó para dormir, por lo que vieron la manada tenía unas casas efímeras, hechas con troncos y lonas, como si se tratara de la tribu de alguna película del viejo oeste, mezclada con la mitología vikinga.

Alec Iba a hablar con ellos pero, viendo que sus ojos se cerraban y totalmente satisfecho con haberlos recuperado, dejó que el dios del sueño los llevara de paseo.

Despertaron pero sabiéndose dormidos aun, delante de ellos estaba un inmenso y sombrío bosque. La moneda de plata brillaba en el azul oscuro de un cielo estrellado. Tenían nuevamente patas en vez de manos, aunque ahora lo aceptaban de forma más natural.

Delante suyo un ciervo gallardo los esperaba, con su cabeza en alto y su hermosa cornamenta como la corona de un rey.

Les habló esta vez aunque nunca abrió los labios para ello:

-Venid hijos del bosque.

Estaba cansado, no lo podía negar. A pesar de la excitación por todo lo nuevo que estaba descubriendo, el sueño me derrotó rápidamente. En cuanto nos acomodamos en aquella especie de mezcla de cabaña y tienda de campaña, caí rendido casi inmediatamente. Apenas me dio tiempo a despedirme de mi hermanita y de nuestro padre, recién encontrado y apenas un desconocido para nosotros.

Entonces, desperté, aunque creo que seguía durmiendo. Abrí mis ojos, y cuando me miré las manos no eran manos, sino patas de lobo. Debería haberme sobresaltado, pero sentía que aquello era normal, lo más natural del mundo. Era un lobo, como había sido siempre aunque hacía poco que lo había descubierto. A mi lado, Eara lo era también. En el cielo, sobre nosotros, la luna llena nos iluminaba con su plateada luz. Y ante nosotros, estaba Ciervo.

Me incorporé rápidamente, contemplando atento la majestuosidad de aquel animal y su enorme cornamenta. Me parecía, en aquellos momentos, similar a la corona de un gran rey medieval. El rey del bosque. Sentí el movimiento de mis puntiagudas orejas, desplazándose adelante y atrás en busca de sonidos, y alzándose hacia delante rápidamente al oír la voz de Ciervo, llamándonos. Cómo no, me adelanté rápidamente, rodeando a Ciervo con juguetones saltos, dispuesto a seguirle a donde quisiera guiarnos.

En cuanto cerré los ojos caí presa de Morfeo y pareció que pasó tan sólo un segundo cuabdo volví a abrirlos y vi que mis manos, antes menudas y sin pelo, eran de nuevo las patas de un majestuoso lobo. Loba en este caso. 

Me sentía tremendamente cómoda en esta situación. Era como si mi cuerpo llegar a haciendo esto años y fuera lo más natural del mundo. Mire a mi hermano que, como yo, no era humano y al cruzarse nuestros ojos supe que ambos sonreiamos. Habíamos sido siempre esto aunque no lo sabíamos y era fácil y cómodo.

De nuevo el ciervo se personó frente a nosotros y sin dudarlo ambos nos dispusimos a seguirlo. Nada nos parecía raro, era como si toda nuestra vida, de repente, tuviera sentido. Con un arte majestuoso levanté mi cuerpo para seguir a aquel bello animal que parecía de nuevo, querer guiarnos en nuestro destino.