Partida Rol por web

Cuando estaban corriendo con todas sus fuerzas se vieron delante de otra manada, fue tan de improviso que por un instante casi pensaron que eran otros lobos pero no. Estos enormes ejemplares no se trataban de animales comunes sino de Garous. Se hallaban delante de los Fianna que anduvieron buscando por tanto tiempo.

"Nos siguen" informó Red a sus compañeros que con un gruñido bajo contestaron:

"Déjanoslo a nosotros, lleva a los cachorros con Titán, está esperando en el túmulo."

Red asintió y les pidió con la mirada a los hermanos que siguieran avanzando. Detrás, tanto Oliver como su madre continuaban con la caza, pero  ahora se las verían con enormes guerreros. La idea de que Olivia muriera entre sus fauces era muy dolorosa y sin embargo posible. Respecto a Oliver... nadie lo iría a extrañar. 

Seguíamos corriendo a toda la velocidad que nos permitían nuestras patas, que era mucha, vertiginosa, más de lo que me sentía capaz de controlar. Y sin embargo, lo hacía, podía correr así de rápido por el bosque, esquivando lo que se me ponía por delante. En un momento dado torcí mi cabeza para buscar a Eara, pero pronto me di cuenta de que iba incluso más adelantada que yo.

Fue durante aquel breve instante de despiste que me sorprendió ver a varios lobos por delante de nosotros. Mi primer impulso fue tratar de detenerme, creyendo que los lobos malos nos habían adelantado, pego no se trataba de ellos. Tampoco de lobos normales, sino de grandes lobos de la manada que habíamos estado buscando.

Habíamos encontrado a la manada.

Red les informó de la situación, y aquellos guerreros nos instaron a continuar preparados para encararlos. ¿Pensaban... matarlos? No creía que nadie fuera a echar de menos a Oliver, pero yo seguía manteniendo la esperanza de que hubiera una forma de salvar a nuestra madre de la corrupción que la había vuelto mala.

Aún así, no me detuve. Seguí corriendo tras de Red, que nos guiaba hacia alguien a quien llamaban Titán. Me imaginé a alguien que debía se enorme, como Gran Ciervo Rojo o más grande aún. Alguien que sin duda nos ayudaría.

Corrí. Corrí yan rápido como mks patas me.permitian y, sorprendida, vi que no se me estaba dando nada mal. Mis patas casi volaban sobre aquel suelo firme y, de una manera que no lograba comprender, era capaz de ver todo lo que había a mi alrededor.

No se en qué estaba pensando cuando de repente casi me choco con una manada de enormes garous.  Tarde una minutos en comprender que eran los garous que estábamos buscando. 

En silencio, observé la escena sintiendo miedo por si le ocurria algo a nuestra madre que, tristemente,  nos perseguía para acabar con nosotros. Me sorprendí comprendiendo que algo dentro de mi esperaba que ella se liberara de esa sobra que la había absorbido. 

Miré a Conrad y no me hizo falta hablar para comprender que él pensaba como yo. Agaché la mirada y esperé en silencio para dar el siguiente paso: conocer a un tal Titán.

Junto a Red siguieron adelante, hacia el túmulo dominado por esta manada en particular que había aparentando desaparecer por tantos años. El lugar era un claro en medio de un bosque tan frondoso que parecía compacto. Cerca se hallaba un riachuelo que discurría entre dos enormes abetos. La tribu estaba formada por pocos Garous: además de Red y los otros tres con los que se habían topado de camino, quedaban otros cuatro. Uno de ellos era imponente y se hallaba ahora bajo su forma hominída. Sus ojos claros contrastaban con un cabello oscuro y largo. Su porte era el de un rey salvaje de Escocia. 

"Mi señor... estos son los de la Profecía. Tal como fue vaticinado por Olivia, han encontrado al Cuerno y hecho el llamado." Red se volvió homínido también. A diferencia de Titán este Garou era delgado y esbelto, con el aspecto de un chaval que está terminando sus estudios. Además de ellos, se encontraba una hembra de color blanco y dos lobos más, jóvenes, de pelaje marrón claro. 

-Bienaventurados los ojos que os ven, acercaos a mí, dejadme saborear un momento histórico.

Había respeto en su voz, y era evidente que había esperado este momento por muchos años. Parecía que finalmente los hermanos descubrirían toda la verdad así como la función de aquella caja que habían encontrado en el granero de sus padres adoptivos. 

Una vez más nos encontrábamos frente a unos desconocidos que, extrañamente, no me incomodan pues, de alguna manera extraña, me sentía a salvo con ellos. 

Eran menos de los que había imaginado, pero al ver el porte fuerte del que hacía llamarse Titán me sentí tan segura como si la manada fuera de muchos más garous.

Mis ojos volaron hacia el lugar por el que debían hallarse nuestra madre y Oliver. Sentí cierta pena, pero sabia que no era el momento. Estábamos allí por una profecía y pareci que poco a poco iba cobrando forma. Todos nos estaban y estábamos allí. 

Me acerqué a mi hermano y me quedé en silencio aún maravillada por la fuerte presencia del que parecía el líder del grupo.

Red nos llevó finalmente junto a su manada. Los guerreros que habíamos dejado atrás también lo eran, pero en aquel lugar tan hermoso al que nos llevó estaba el que parecía su líder, ese al que llamaban Titán. Tenía cicatrices, y una mirada clara, y resultaba imponente al verle de cerca. Daba la impresión de que estaba ante todo un rey, y no se cómo mis orejas se agacharon con algo de vergüenza.

Volvieron a hablar de aquella profecía. Todo el mundo parecía al tanto del asunto, y esperaban sencillamente a que pasase. Teníamos que aparecer, teníamos que hacer sonar el cuerno, y se suponía que ellos tenían que ayudarnos. Aunque con tantas emociones y miedo, no tenía del todo claro qué era lo que teníamos que hacer.

"Hablas como las monjas que nos criaron", le dije al imponente garou, sin pensar. "Bienaventurados" era una palabra que sólo había escuchado en rezos y pasajes de la biblia que nos leían, pero nunca fuera de ese ámbito. "Yo me llamo Conrad, y mi hermana es Eara. Nos envía Gran-Ciervo-Rojo, y nos acompaña Ciervo, o al menos nos guía de vez en cuando", expliqué, mirando alrededor. Hacía rato que no veíamos al gran astado, pero su presencia siempre parecía presente a nuestro alrededor. "Nos han dicho que teníamos que encontraros, y que nos ayudaríais".

Titán pareció agradecer el comentario de Conrad sobre su lenguaje.

-Soy un Philodox, el manejo del lenguaje y las leyes es algo que tengo muy en cuenta.

Observó a los dos hermanos con atención, mientras tanto el resto de lobos se agrupaba alrededor. Red se acomodó en el suelo, sentándose sobre un tronco caído. La loba oscura se puso a los pies de Titán y los dos cachorros, o lobos muy jóvenes que la acompañaban hicieron otro tanto.

-Estamos para ayudarnos mutuamente - confesó el jefe -me han dicho, o mejor dicho "la profecía hablaba" de una llave que vosotros ibas a traer.

Conrad y Eara recordaron la caja que portaban encima, esa que cambiaba su temperatura y que no habían podido abrir nunca. El gran Alfa se las estaba pidiendo para ver, y no había razón para no confiar ni en él ni en el resto de esta manada. Claro que primero debían volver a su forma humana para coger las cosas con mayor facilidad.

La explicación que nos dio Titán sobre su forma de hablar me recordó algunas cosas que nos habían explicado en la manada de Gran Ciervo Rojo, cosas sobre las funciones de unos y otros dentro del pueblo lobo. Él manejaba el lenguaje y las leyes, debía de ser como una especie de juez, además de líder. Eso me recordaba que nuestra función también implicaba el uso de las palabras, pues eramos los flexibles que sabíamos cómo decir lo que nadie más se atrevía. Eara y yo éramos los embaucadores, o algo así, y algún día deberíamos aportar sabiduría. Eso había dicho Clarent.

Respecto a la ayuda, Titán aclaró que debía de ser una ayuda mutua, pues ellos nos ayudarían pero éramos nosotros quienes estábamos destinados a traerles la llave. Entendí que se refería a la cajita que portábamos, y que ya no recordaba si llevaba yo o la tenía Eara. habíamos cambiado, y en nuestras formas de lobo las ropas y lo que llevábamos había desaparecido. Mirándome, di una vuelta sobre mí mismo, que me permitió únicamente mirarme los cuartos traseros y la cola durante unos instantes, y me detuve de nuevo mirando a Titán.

No se si la llave está en la caja o ES la caja...

Mientras hablaba, mi cuerpo comenzó a cambiar, y me puse en pie mientras el pelo retrocedía y mi piel se volvía de hombre, mis patas delanteras se extendían como brazos con manos, y mis patas de atrás se volvían pies sobre los que mantenerme. Antes de darme cuenta, volvía a ser el niño de siempre, con las ropas que nos habían dado en el campamento y la bolsa en la que empecé a buscar, para ver si la tenía yo o estaba en la bolsa de Eara.

...pero lo tenemos por aquí.

Me quedé bastante embalsada escuchando la voz de aquel líder. Me transmitía cierta tranquilidad, pero sobretodo, confianza.

Observe maravillada la facilidad con la que mi hermano cambiaba de forma como si fuera algo que llevara haciendo toda la vida.

Tarde unos segundos en darme cuenta lo que estaba buscando. Sin pensarlo mucho intenté lo mismo que Conrad y, con una habilidad que todavía me sorprendia tener, yo misma volví a mi forma humana.

Era raro recordar lo que sentí la primera vez y que ahora todo pareciera tan condenadamente sencillo.

-La tengo yo-reconocí mientras buscaba en mi bolsa.

Pronto noté el tacto de aquella caja que, en ocasiones parecía calentarse. La extrage con algo de tensión y, con paso trémula, me acerqué para tendérsela a ese imponente hombre.

-La llave es la caja- respondió Titán mientras la recibía de manos de Eara con un gesto de agradecimiento. La tocó con mesura, como aquel que guarda un tesoro antiguo entre sus manos. Sin embargo, no había ni un resabio de avaricia en su mirada sino un vehemente respeto por ese artefacto. Ni terminó de estudiarla, unos momentos, llamó a otro de la manada. Era la loba blanca que se transformó al instante en su forma hominída. 

-Luna -se presentó a los hermanos con dichas palabras y, acto seguido, cogió la cajita. El aspecto de la muchacha era el de una joven de piel tan pálida como su nombre. Vestía casi como un muchacho pero había una dulzura muy femenina en ella.

-John perdió todo por su ambición pero también salvó al mundo... claro que con la ayuda de vuestra madre.

John era el autor de ese diario que habían encontrado bajo la granja de sus padres adoptivos. La esposa de este arqueólogo había perdido la cabeza y fue Olivia quien se sacrificó para evitar que Caín habitara la tierra como en los viejos tiempos.

-La sangre de vosotros dos junto con esto...

Luna extrajo de su bolsillo un papel cuidadosamente doblado y se los enseñó: era la hoja del diario que había sido arrancada y de la cual los niños se habían preguntado tanto.

-Junto con la magia de una Theurge poderosa y una amiga Tremere... mantendrán a ese cabronazo 2000 años más en cautiverio. 

De a poco las piezas iban poniéndose en su sitio.

Finalmente resultó que la caja la tenía Eara, algo que me alivió porque rebuscando entre las cosas de mi bolsa no la encontraba, y eso había empezado a ponerme nervioso. Sólo nos habría faltado que se hubiera extraviado por el camino. Se la entregamos a Titán, y éste se la terminó tendiendo a una chica llamada Luna.

Luna parecía saber mucho sobre todo aquello, aunque fue Titán el primero en aclararnos algo sobre la caja. No contenía la llave, sino que era la llave, aunque yo no entendía cómo. Pero mis ojos se abrieron de par en par al ver que Luna tenía la hoja que faltaba en aquel diario.

¡La hoja que faltaba! -Exclamé sin disimulo alguno- ¿Es el ritual? -Pero Luna ya había empezado a explicarlo, aunque había "ingredientes" que no tenían de entender. ¿Qué era un tremere? Pese a ello, lo que más me preocupó fue otra cosa- Eso de que hace falta nuestra sangre... Será una poca, ¿no? Unas gotas, un cortecito. No hablamos de sacrificios humanos ni nada parecido... ¿Verdad?

Parecia que esa caja que había mantenido en mi poder desde casi el principio de nuestra aventura, era más importante de lo que parecía. 

Escuche en silencio todo lo que explicaron y mis ojos, poco a poco, se fueran abriendo cada vez más.

Conrad, al igual que yo, se mantenia prácticamente extasiado y parecía que, exactamente igual que yo, había cosas que no comprendía. 

Pronto vimos que esa chica de piel pálida sacaba una hoja. Sin embargo, no era una hoja cualquiera, era la hoja que faltaba en la que se leían unas palabras que, al igual que a mi hermano, me incomodarte un poco. ¿Sangre? ¿Nuestra sangre?

Por instinto escondí mis manos como si eso pudiera evitar que alguien me dañara para coger mi sangre.

Conrad expreso en voz alta lo que yo no hice. Asique quede a la espera de la respuesta.

-Apenas unas gotas alcanzan - respondió Luna. Observó a los niños y luego a su jefe, el Philodox que lideraba la manada. -Puedo traer a Dominique mañana si salgo ahora. 

El líder asintió pero no sin antes decirle: 

-Lleva a uno de los guerreros que están guardando la entrada al Túmulo- se debía referir a uno de esos enormes lobos que acudieron al llamado de ayuda de Fred, cuando su madre y Oliver les perseguían. A Conrad le sonó que esa Dominique, además, podría ser la Tremere de la que hablaban (aunque no supiera qué era exactamente un Tremere) -estamos a salvo de esos Danzantes aquí. Las salvaguardas que existen nos protegen pero tú corres riesgo yendo sola.

Luna estuvo de acuerdo, antes de salir, notando la reticencia a dar sangre en los ojos de Eara, quiso tranquilizarla.

-Te prometo por Gaia que no sentirás nada. Igual primero debo ir por Dominique... una de las pocas vampiresas que me gustan del mundo.

La chica volvió a su forma lupus y se preparó a partir. Red, por su parte les dijo a los hermanos. 

-¿No tienen hambre?, hay comida y donde dormir por si están cansados.

La chica que se llamaba Luna me tranquilizó en seguida, dejando claro que al hablar de nuestra sangre se referían solamente a una gotitas de nada, algo que ni siquiera sentiríamos. Fue al decir eso último que me di cuenta de la preocupación que había en la cara de mi hermanita, por lo que le cogí de la mano un momento.

Seguro que fue peor cuando las monjas tuvieron que ponernos aquella vacuna, ¿te acuerdas? -Le recordé con una sonrisa, y es que las vacunas que nos ponían en el orfanato dolían un poco cuando te las ponían, aunque lo que realmente impresionaba era ver el tamaño de la aguja antes de que te la clavasen.

Red nos invitó a comer y descansar, ya que hasta el día siguiente no se podría hacer nada. Había que esperar a que Luna regresase con esa tal Dominique, que resultaba ser una vampiresa. ¿Era posible que hubiera vampiros buenos? Creía que eran malos, como demonios o algo así. De todos modos, estaba demasiado nervioso y excitado como para pensar en dormir.

Hambre sí, pero sueño no. ¡Cualquiera duerme ahora! -Exclamé, dejando claro que estaba nervioso- Creía que los vampiros eran malos, ¿cómo es que esa Dominique no lo es? ¿Y podemos saber qué ha pasado al final con los lobos malos que nos perseguían? Uno de ellos era... ha sido nuestra madre, en otro tiempo. Se supone que ya no lo es, o algo así, pero ¿es posible que ella siga ahí? ¿Que exista una forma de hacerla volver? -Preguntaba de forma atropellada, fruto de las ansias de saber y de una curiosidad sin fin. Siempre había sido así, demasiado despierto.

Me tranquiliza escuchar que solo con unas gotas será suficiente. Asique mi mano, que se había convertido en un puño fuertemente cerrado, se relajó y agitó los dedos para dejar fluir mejor la sangre.

Conrad me hace recordar las veces que nos vacunadas en el orfanato. ¡Parecía todo ta lejano! Casi pude sentir el pinchazo de última que nos pusieron. Algunos pelillos de mi brazo se pusieron de punta ante aquel recuerdo mientras un pequeño matiz de melancolía hacia su aparición por otro.

Y, de repente, casi sin esperarlo Red nos ofrece comida. ¡Comida! Ni siquiera me habia dado cuenta del hambre que tenia. Como respuesta a su propuesta, mi estómago emitió un largo quejido que dejó evidente lo.que mi cuerpo necesitaba. Sin embargo, tal y como hizo ver mi hermano, no iba a ser capaz de dormir, aunque si me paraba a pensarlo, estaba rematadamente cansada.

Red no ignoró el ruido del estómago de Eara así que fue a buscar un poco de comida para ambos niños mientras el Jefe les indicaba un lugar para estar cómodos. Las preguntas de Conrad no fueron ignoradas, sino que Red se las fue contestando mientras les daba a cada uno unos sándwiches con tiras de carne fría (pero que había sido cocinada) y una especie de salsa de hierbas y tomate.

-No lo preparé yo, sino Micaela, y ella además de buena guerrero es una gran cocinera.

En pos de aclarar más, dijo:

-Es una de los lobos con los que nos encontramos allí afuera, cuando estábamos siendo perseguidos -tocaba explicar lo de la madre primero -Olivia era parte de nosotros, ellos intentarán atraparla con vida si nos deja la fortuna de Gaia. Respecto al otro Danzante, lo más seguro es que ya esté muerto.

Era una cosa menos de la que preocuparse.

-Dominique es una vampiresa bruja, el equivalente de un Theurge para nosotros. Aunque no camina de lado, pero me refiero a que puede usar magia.

Red se sentó junto a los niños y se rascó la cabeza, quería ser claro, no le era fácil.

-Dominique no desea ni la destrucción de los humanos, ni la de Gaia. Es una mujer sumamente alegre, es poderosa pero también quiere una reconciliación con Dios. Hizo un juramento, hace siglos, de defender su Creación y usa la magia de la sangre, así la llama ella, para tal propósito.

De pronto se acercó uno de los dos lobos jóvenes que quedaban y se transformó en su forma homínida. Era un niño apenas, tal vez tendría unos doce años o menos. Esos lobos jóvenes realmente eran dos cachorros, como ellos mismo.

-Acércate, Stuart -invitó Red -mi nombre ya no es Stuart, soy Oso menor -aclaró el niño con una mirada sobradora pero, a la vez, llena de ternura. -Vi que estabais hablando de Dominique, pues... Dominique mola. Es demasiado genial para ser un no muerto.

Detrás de "Oso menor" estaba el otro cachorro, que era una hembra, pero que aun no se había decidido a cambiar de forma.​​​​​​

Al final seguimos hablando, aunque con unos bocadillos de pan de molde con carne y salsa. Nunca había probado esa salsa, pero estaba muy rica y nada más probarla me di cuenta del hambre que tenía, así que mientras hablábamos y Red nos explicaba las cosas, me puse a comer con desesperación.

Estaba el chico bastante convencido de que los guerreros de la manada habrían matado a Oliver, pero sobre nuestra madre no podía estarlo. Según él, intentarían capturarla con vida, pero eso seguía dejándome una sensación desagradable. ¿Servía de algo capturarla viva si no se podía hacer nada por sanarla de ese mal que la había vuelto mala?

Sin embargo, mi curiosidad no paraba cuanto más hablaba Red, y cuando habló de caminar de lado le miré extrañado, con el ceño fruncido. Había demasiadas cosas que no entendía, pero eso de la magia y caminar ladeado no tenía sentido. Me imaginé a Perla caminando de costado, quizás para hacer algún tipo de baile ritual o algo así, pero me sonaba ridículo, o al menos sí lo veía en mi cabeza. Al menos, la vampiresa parecía que era buena gente, por lo que contaron, y eso era algo que confirmó un niño que se acercó, y que se llamaba Stuart pero había cambiado de nombre.

Nosotros aún no tenemos nombres guays. -Le dije a Oso-Menor como si tal cosa, pues no le daba importancia. Se suponía que nos darían nombres así más adelante, y tenía otras cosas más importantes en la cabeza. Aún así, me incliné para mirar más lejos a la espalda del chico, donde otra garou seguía en forma de lobo, como si no se atreviera a presentarse- ¿Y ella?

El olor de aquellos sándwich lleno mis fosas nasales, lo que hizo que mi estómago, una vez más, se quejara de estar vacío. Con timidez agarré uno de esos baldíos sándwich y, sin ñreocuparme lo que le hubieran puesto dentro, me lo lleve a la boca. Pronto sentí más hambre y no dude en sacarla mientes escuchaba las explicaciones es de aquel hombre tan ermitaño y tan familiar a la vez.

Mis ojos se abrieron como platos al ver que aquel lobo no era más que un niño, al igual que nosotros. Eso me hizo, em cierto modo, sentir.e más tranquila pues parecía que no éramos los únicos pequeños allí. Tras el se ocultaba la qje parecía ser una llba y, me pregunté si ella también sería como nosotros o, tal vez, incluso más pequeña.

-Cierto, nosotros no hemos pensado nombres.... especiales-corrobore lo que mi hermano dijo pensando que mi nombre ya era guay, pero no especial.

¿Cómo me llamaria yo? ¿ Lo elegiríamos nosotros?

Cuando Conrad preguntó por la loba, esta cambió a la forma homínida pero de manera más lenta que su hermano. De hecho permaneció callada todo el tiempo, así que su hermano la presentó. -Se llama Bruma- anunció mientras la hacía acercarse unos pasos. Bruma no quiso, se quedó observando a los dos cachorros nuevos con interés pero precaución.

-Ya los tendréis. Hemos sido nombrados luego de la prueba que la manada nos ha impuesto. Hace menos de un mes que nos llamábamos Stuart y Marianne. 

Ella asintió pero sin decir palabra. 

-Debéis pensar algo que os siente bien. A veces los nombres aparecen en sueños, uno nunca sabe. A mí Red me sigue llamando Stuart para molestarme un poco.

Se notaba que aquello lo decía con cariño. Mientras seguían hablando los niños se sintió el barullo de voces, unos gruñidos y una orden de:

-¡Mantenedla quieta!!

Bruma volvió a su forma lupus de inmediato, asustada del olor a enemigo que inundaba sus narices. El mismo olor que, mezclado con sangre y maldad, le hizo saber a los niños que su madre estaba siendo traída al túmulo.