Partida Rol por web

Al ver que las ráfagas se alejaban de él, Oleisky respiró aliviado. El enemigo de mi enemigo es mi amigo. Salvado por un hada, nunca se lo hubiera imaginado.

Por un momento dudó en si ayudar al hada o a las ráfagas, pero al final decidió que lo mejor era huir de ahí. Pero... su curiosidad y su afán por recolectar cosas le pudo. Así que antes de salir corriendo recogió unas cuantas cagarrutas de las ráfagas y las guardó (con prisa) en la mochila. Seguro que podía hacer algo con ellas... quizá una espada. Estaba claro que al solidificarse eran bastante duras y él necesitaba una forma de defenderse.

Una vez tuvo las cagarrutas en su poder se fue por donde había venido. La aventura había sido corta, pero podía haber sido mucho más corta...

Hirotaka inclina la cabeza, en una reverencia hacia Haru, agradeciendo toda la información que les ha proporcionado.

- Muchas gracias, Haru-san ¿Podrías darnos algo más de información acerca de estos hongos, si eres tan amable? - Hirotaka quería saber todo lo posible sobre estos hongos antes de verlos - Si son venenosos y esas cosas. No querríamos tocarlos y tener que ir al hospital por una intoxicación por veneno de ciervo rojo - estaba diciendo la verdad, aunque a la vez está haciendo memoria de su infancia. A lo mejor tiene recuerdos de algún hongo similar en su infancia.

Hirotaka se acordaba en efecto, de su infancia.  Algún paseo por los bosques con su abuela, contando historias de cómo habían sobrevivido la guerra, refugiados en su casa en los montes llenos de árboles.   Un lugar lleno de historias además.   Las advertencias sobre el hongo eran claras.  Una belleza peligrosa.

La lluvia comenzaba a tamborilear con mayor ritmo sobre las hojas ya húmedas.  Los hongos brillaban con un hermoso color rojo coral.

El marchito, mago artesano de materiales exóticos, no podía dejar pasar esta oportunidad.   Aquí y allá, sobre las hojas y las ramas, había estas joyas dobladas como oníricos relojes, suspendidos en el tiempo, brillos jaspeados derretidos cual queso en raclette.    Comenzó a recoger las que estaban más cerca o alcanzables, todo para no ser notado, e iba a mano derecha e izquierda, avanzando, como cosechando café con prisa. 

Mientras tanto, las ráfagas seguían distraídas, sorprendentemente exitosas en alejar aquella faérica presencia, una mujer alta con una corona como de corales rojos, impávida en expresión, pero retirándose de la arboleda y el sendero que llevaba a donde quiera que la brújula en un domo de nieve artificial hecho por Oleisky indicaba con insistencia.   ¡Ah!, los huesos de ballena, que precisos que son para navegar.

El sueño de Haníbal lo llevaba al pasado, a verse a si mismo cuando era un adolescente en Argentina. 

En el sueño, el joven también tenía una máscara.  Y lo observaba.  En este caso era una máscara plateada con garigolas.  Él, ataviado de una elegancia noble, lo veía.  No era un sueño doloroso, ni recuerdo malo.  No era pesadilla, era más bien una pregunta.   

¿Qué soñás Haníbal? 

¿Donde te llevan tus sueños, desde aquel entonces, hasta este ahora?  ¿Qué tanto sigues siendo yo?  

Se oía atrás una canción de Charly García.  ¿La habían puesto sus tíos, sus padres?   Una sobre los pibes de un barrio, el sur, pidiendo que no bombardeen Buenos Aires.

Sus preguntas flotaban.   ¿Donde estas? ¿Donde el hilo que nos conecta?   ¿Has claudicado? ¿Cloud-icado? ¿Claw-dicado?  Las voces se iban, rebotando, en un eco del tiempo.  Máscara sobre máscara. 

Entre los vitrales de tres hojas, alguien lo miraba.

Hirotaka se acordaba de esas historias. 

Una belleza peligrosa... ¿Por qué, oba-chan? ¿Por qué... ?

Entonces lo recuerda. Hace muchos años, en mil ochocientos noventa y algo, más o menos, alguien cogió un poco de ese hongo, solo un poco. Un gramo. Pensando que tenía propiedades curativas, lo empaparon en alcohol, y se lo comieron. Unos días después, lo encontraron en su casa, muerto. El japonés mira a Jacob, procupado.

 - Este hongo es muy tóxico - acto seguido, mira a Haru - ¿Ustedes sabían esto? - su tono no era acusador, para nada, sino como el de un niño curioso, pidiendo información a alguien que sabe más que él.

Hanibal no podía creerlo,nunca antes mientras tenía amnesia había soñado con su pasado y menos con su mismo. Al verse mucho mas joven suponía que tendría que ser adolescente en especial y cuando comenzó a sonar la música en su cabeza,le costo un poco por el lento pero a medida que avanzaba el ritmo el recordaba el estribillo de la letra ¨Y rasguñas las piedras,y rasguña las piedras hasta mi¨.

Por lo que,realmente el no podía creerlo,era como si hubiera viajado en el tiempo a su Argentina Natal,pero.....algo no cuadraba,todo se sentía distinto,y la nueva pregunta que le surgió fue ¨espera,¿como puede ser eso posible?,¿acaso eso significa que yo ya era un Fairest antes de ser raptado?,si es así,¿porque fui raptado?,¿como termine en Miami?,y ¿de que plan me habla mi contratarte adolescente?¨

Por lo que decidió acercarse hasta donde estaba su yo adolescente para decir:

-Para nada,no claudique,pero tenía y tengo que encontrar respuestas y dado que vos sos yo, y yo soy vos aunque mas joven,sabrás que no somos de esa clase de personas, una vez que tomamos una decisión, la llevamos adelante hasta sus ultimas consecuencias.

Esperaba con esto responder a la pregunta de momento de su otro yo.

Oleisky recogió las cagarrutas bastante rápido y vigilando a las ráfagas y el hada. Dejando de recoger en cuanto viera que las ráfagas volvían a estar libres.

Tras recoger unas cuantas se dirigió hacia su hogar, pero pensó un poco. La brújula apuntaba hacia donde estaba el hada. ¿Puede que hubiera secuestrado a alguien? A quien señalaba la brújula. Por un momento dudó. Podia volver a casa. Estaba herido y cansado... Pero otro secuestro...

Al final Oleisky decidió alejarse un poco, esconderse y quedarse mirando para ver como finalizaba la “lucha” entre el hada y las ráfagas.

La changeling logró librarse con éxito de las molestas zarzas. Al parecer la oscuridad las volvía débiles, por lo que logró zafarse sin demasiados problemas y reanudar su camino. Decidió moverse más deprisa que antes para no correr el riesgo de ser atrapada de nuevo. Pensó que tendría que tener más cuidado de no tropezarse al moverse así, pero para su sorpresa, fue todo lo contrario. Caminó con mayor facilidad. Cosas del Seto…

De pronto oyó unos graznidos, que provenían de unos pájaros… ¿de metal? Ella no sabía por qué estaban reuniéndose tantas de esas aves allí. Tampoco es que le importase, pero iba a tener que pasar bastante cerca. En cualquier caso, Anna decidió moverse lo más deprisa que pudo para pasar esa zona lo antes posible y no llevarse ninguna desagradable sorpresa.

En su mano sintió un escozor. ¿Quizás había sido por las heridas causadas por las zarzas? De todas formas, no parecía haberse hecho demasiado daño.

 - Este hongo es muy tóxico - acto seguido, mira a Haru - ¿Ustedes sabían esto? -

S-si.  P-por eso está acordonado. -señaló una sección que habían cruzado-  No pueden pasar touristas.  Pero u-usted es...  dejó lo obvio sin decir.  Bueno, sólo usted Meiji-san.   ¿Le pido a él que se retire?  -Indicaba a Jacobo. 

En todo caso, a esta distancia no hay problema.  -Repetía algo que le hubieran dicho en entrenamiento no hace mucho.  Fuera del círculo.  Sólo no hay que tocarlos.  

Allá hay otros, los comestibles.  Shii-take.  ¿Quiere verlos? 

Comenzó a llover un poco más fuerte.  Habría que guarecerse pronto.

Los sueños, aunque se parezcan a Arcadia, no lo son.   

Entrar lúcido a un sueño propio es una habilidad que no todos tienen.  

Para Haníbal, este sueño de su yo adolescente, en la época de la dictadura en Argentina, era importante.  Pero, ¿podría interactuar en él, o sólo sería mero expectador de su propia película? 

Y además de él, ¿que significaban los demás signos?  ¿Esos ventanales que estaban atrás?  ¿Esa sombra que veía a través de ellos hacia los dos Haníbales? 

La música de Charly García alternaba entre "rasguña las piedras", y "no bombardeen Buenos Aires".   

Siendo 13 un número de suerte, a Oleisky la última de las cagarrutas recogidas brillaba no color plata, sino oro. 

Su intuición le diría que era algo valioso, pero poco tiempo tendría para estudiarlas a detalle, así que las echó a sus bolsillos. 

Se guareció de una trifulca del Seto que acababa con el día:  El hada alejándose del camino, estiró los brazos hacia el dosel de los árboles del Seto, y .. ¡los empezó a escarbar!, como un animal quien hiciera un agujero en el suelo, pero ella lo hacía en aquel techo verde que se desgajaba en hojas cayendo estrepitósamente en forma de lluvia vegetal 

Las ráfagas parecían satisfechas con eso, graznado todavía en desafío, como asegurándose que se alejara, pero sin perseguirla más. 

El hada impávida empezó a subir por los árboles metiendo su cabeza en el dosel. 

Mientras ello pasaba, una changeling oscura trotaba para atrás entre las zarzas retorcidas del camino que daba vuelta junto a aquel espectáculo tan extraño y terrorífico para cualquiera que hubiera quedado apresado por un hada.  La mano le ardía justo en las líneas que se le habían formado al tocar aquel espejo de la reina goblin.

Agazapado, Oleisky la vio pasar junto a él; y ella, como si nada.

Hanibal aparte de verse a sí mismo en su versión adolescente,observaba como una sombra se reflejaba ¿en los ventanales?, ¿que eran esos signos o símbolos que no entendía?. Podría ser así que,no entendiese pero sabía que eran importantes por lo que se dijo a si mismo ¨Memorizarlo,dado que posees memoria eidética,debes de anotar lo maximo posible cuando despiertes¨.

Así que eso mismo intento,pero no estaba seguro de lograrlo.

Escondido y procurando no ser visto Oleisky vio todo lo que sucedía. Al ver a la changeling oscura no supo muy bien que hacer ¿Sería aliada de la hada? ¿o esclava? ¿O no tendría nada que ver? Suspiró aliviado al ver como el hada se iba y le extrañó que la changeling oscura no se fuera con ella.

Cayó en la cuenta de que tenía la brújula, así que la sacó (ocultándola para que no la vieran las ráfagas) para ver en que dirección apuntaba.

La brújula apuntaba en dirección a la oscura, pues eso le había pedido al iniciar la búsqueda este Oleisky.   Y ahora, ¿qué promesa había hecho que le demandaba el Wyrd?   Ese era el trato que mantendríaa el funcionamiento del aparato, si bien recordaba lo que había hecho durante su hechura. 

Al ver que el hada se alejaba y comenzaba a salir, introduciendo ya la cabeza y los extraños hombros entre la cúpula vegetal, Oleisky notó también... ¿algunas figuras agazapadas entre los árboles?  No eran las escandalosas ráfagas, no. Esas eran muy notorias.  ¿Eran otros animales, presencias? ¿Qué esperaban? 

En efecto, este estaba siendo un sueño para Hanibal en el que -estaba-, pero no era conciente de que estaba, así que no podía dirigir nada sus actos o pensamientos. 

Era el personaje de un script escrito por su propia mente, y era su audiencia. 

Nada más. 

¿Recordaría?   Rafael Vallat, diría que tal vez, que eso dependería.  Pero bueno, todos en la Costa Oeste saben que Vallat es un changeling onieromante, onieropompeyo, así que no cuenta. 

Por lo pronto el script iba y venía.   El adolescente y el presente se veían uno al otro, comparaban sus máscaras con curiosidad, se preguntaban cosas.  Todo era tranquilo.  Preguntas importantes -¿cuales eran?- pero tranquilo el diálogo. 

Una de ellas era sobre cuando había nacido.  Y donde.   ¿Cómo si no supiera?  ¡¿No sabes?!  No.

Las otras son sobre su familia.  ¿Los recuerda? ¿Quienes son/fueron? ¿Eran ellos u otros?  Incoherencia.

¿Qué edad tengo? ¿Creen que tengo?  ¿Yo, mi familia?  -Miedo de buscar.  

Pero tranquilo.  Sigues siendo yo.  ¿En qué soñás?

Este libro, mirá.  -En blanco estaba. 

 La figura en los vitrales juzgó que todo estaba sereno, y bajó ¿las escaleras?    Se acercó al jardín donde los dos Haníbales conversaban.  

Comenzó a recoger las flores que ahí había.  Discreta.  Inconspícua.  Capícua.  Una rosa, un clavel, una magnolia, un jacinto, todos iban a una canasta que llevaba.   De cuando en cuando les volteaba a ver, como ave que está lista para volar si el gato da un paso en la dirección incorrecta, si se mueve siquiera.

En el regazo de Haníbal había una libreta.  Ahí estaban anotados los nombres que le había dado el goblin mayordomo.  

La jardinera que tenía un turbante blanco y una ropa holgada del mismo color, tomó un abanico.  Lo agitó. 

Un viento levantó hojas y polvo en aquel jardín interior.   Pasó soplando junto a los dos que platicaban uno, y ¡ffuua! arrebató las hojas. 

Se desparramaron las notas escritas.  

Se acercó. 

Las leyó.   Arrugó una de ellas y la guardó en su bolsillo.  

¿Las otras?  Lo volteó a ver.   Se intercambiaban plumas y papel lacrado aquellos dos que conversaban. 

Había otras figuras que aparecían al irse el hada ¿Serían amigos o enemigos? ¿Qué serían? Tenía estas preguntas en la cabeza, pero al ver que la brújula apuntaba a la oscura se decidió. Oleisky salió de su escondite, procurando que no se le notase mucho que estaba herido ni hacer movimientos bruscos.

-Hola.- Dijo dirigiéndose a la oscura -Soy Oleisky, y eso es un nido de ráfagas.-dijo mientras lo señalaba. -Son bastante celosas. Deberíamos irnos de aquí.-

La changeling continuó caminando hacia atrás, procurando pasar lo antes posible por aquella zona en la que se oían los graznidos de pájaros metálicos. Pero no pudo evitar percatarse de la presencia de la mujer de atuendos rojos que había a un lado del camino. No cabía duda: ¡se trataba de un hada verdadera! ¡Y estaba siendo atacada por los pájaros!

Se llevó tal sobresalto que tuvo suerte de no caerse. ¿Qué hacía un hada verdadera allí? ¿Habría venido a llevársela? Pero por suerte, no parecía muy interesada en ella, pues intentaba alejarse del camino, incluso escarbando a través de las plantas.

Estaba pendiente del hada cuando una voz detrás de ella la sobresaltó de nuevo. Giró la cabeza y se encontró con aquel ser que había descubierto en aquella cueva.

—¿Q-Qué…? ¿Quién…? ¿Qué eres? ¿Qué quieres? —preguntó Anna, inquieta.

Se encontraba tensa, y dispuesta a salir corriendo si notaba algún tipo de movimiento sospechoso, pues aún no tenía claro qué era él. Estaba claro que era algún tipo de ser feérico. Pero, ¿qué era exactamente? ¿Un hada? No… No parecía tener el poder ni la presencia de un hada auténtica. Entonces, ¿sería un goblin?

-Soy Oleisky.- Repitió por si acaso. -He venido a ayudarte. Creo...- Dijo mientras volvía a sacar la brújula y giraba a su alrededor para comprobar que le seguía apuntando a ella. -Si, es a ti.- La verdad es que no había pensado que hacer llegado este punto.

-Creo que deberíamos alejarnos del nido de ráfagas. Pueden ser muy “protectoras”.- Dijo mientras miraba a la changeling oscura por si tenía algo metálico. -Y también creo que se acerca algo. Por allí.- dijo señalando a las figuras agazapadas entre los árboles. ¿Qué serían?