Partida Rol por web

Negando con la cabeza, entre frustrado y enfadado por la cabezonería, tanto de Hamil como de Manfred, me encojo de hombros, ignorando la cara de confusión de Hamil.

Lo que sí tenía claro es que no iba a jugarme la vida por la estupidez de otros, ni de Hamil, ni de Manfred. Que fueran ellos los que se cuidaran y cuidaran al niño, que lo mantuvieran callado cuando tuviéramos que estar callados y escondido cuando tuviera que estar escondido.

Sin más que hablar, dí unos cuantos pasos rápido para coger al resto por el camino alto. El tiempo había pasado, ¿y para qué? para nada en absoluto.

Esto nos va a traer problemas, ya verás digo murmurando a Arvin, que había quedado un poco rezagado como yo al intentar convencer a Hamil.

El montaraz abría la marcha de aquel grupo al que se había sumado un nuevo integrante y sobre el que parecía había caído una pesada losa que había enrarecido el ambiente. Las caras eran serias, salvo la del mediano e incluso en ella podía verse cierta intranquilidad, por el niño, por Hamil... Todo pesaba.

Al oír la voz de Wendell, Jonad alzo la vista y mediante gestos le hizo saber que se encontraba bien. No habría añadido nada mas, pero entonces al percatarse del gesto contrariado del ereño para con el niño el montaraz hablo en la lengua del comercio - Centra mente. Cada uno labra destino. Incluso él. Hizo una pausa y añadio - Además la suerte de nuestro lado. Terminodiciendo mientras sonreía con sinceridad.

Realmente pensaba que les acompañaba la suerte o mas concretamente a él y por ende a todos los que estuvieran a su lado.

Avanzo rápidamente para continuar en el camino, habiendo tardado más de lo necesario con el asunto del chiquillo. Le salvamos de una muerte segura, bien, pero ahora nos acompaña como si fuese un perro. Niego con la cabeza, sabiendo que ese chico nos traerá problemas.

"Debería abofetearlo y espantarlo para que se vaya corriendo a su pueblo."

Pero la verdad es que no me gusta golpear ni asustar niños. Ya la mayoría se asusta solo porque soy un enano y no es nada agradable.

Veo como Manfred lo cuida, por lo que pienso:

"Bueno, el hechicero se hará cargo de él. Eso es mejor que nada."

Aun sin estar conforme, sigo mis pasos ignorando al resto de los rezagados. Espero que al verse solos, se motiven más para continuar. El tiempo es nuestro enemigo ahora mismo y le estamos dando demasiada ventaja.

Me sorprende la tozudez de Hamil, y no puedo evitar asentir hacia Girolamo, dándole la razón, mientras seguimos al grupo más rezagados.

-Nunca me había topado con alguien que se me resistiera tanto a mis argumentos...

Y algo en mi cabeza hace clic.

-¿No te parece extraño? Quizás estoy siendo un paranoico, pero la Sombra fue alertada de estos rebeldes, y siempre tuve la teoría del traidor infiltrado en el pueblo. Quién sabe cuantos hilos tiene su telaraña. -miro hacia la nuca de Hamil, mientras sigo susurrando a Girolamo- Esto que quede entre nosotros, pero no te has planteado, ¿que siendo tan cobarde para unas cosas, sea tan valiente para otras? Quizás estoy pecando de paranoico, no tengo prueba tangible alguna, pero tengo la sospecha de que algo impide a Hamil irse, que aunque le amputaramos un brazo, seguiría adelante. Cómo lo haria un siervo leal al Dios oscuro. No sé, Girolamo, no acabo de fiarme visto lo visto... el tiempo dirá, pero por si acaso no pienso perderle de vista.

Quizás sean paranoias mías, pero no puedo dejar de pensar en que ni mis mejores palabras, tácticas dialectas ni nada de nada, ha funcionado. Ni las de Girolamo. Quizás sea imposible persuadirlo porque nuestros argumentos se basan en la lealtad hacia una causa en la que él directamente no comulga. Espero que mi corazonada resulte falsa.

Tras eso deslizo mi mirada hacia el niño y Mandred.

-En cuanto a Manfred, le cortará él la cabeza al niño si lo matan, para que recuerde las consecuencias de no pensar bien las cosas, cuando se encuentre en una situación similar. -digo con un mal humor evidente en confianza a Girolamo. Es evidente que no deseo que suceda eso, pero el enfado me puede. ¡No tienen ni idea, deberian hacer caso a mis ideas!

En esta ocasión las palabras de Arvin las escuché de otra manera. No era fácil que alguien se resistiera a mi persuasión, ni parece ser que a la Arvin, y mucho menos al poder, pero ese muchacho lo había hecho. Se había empeñado en seguirnos, no sabemos por qué, pero así había sido.

Quizás no fuera una locura lo que estaba diciendo Arvin y la sombra tuviera ojos en todas partes. no estaba convencido la primera vez que lo dijiste, pero ahora has creado una duda en mi mente comento asintiendo mientra miraba a Arvin sin dejar de andar. Yo tampoco le quitaré ojo. Será difícil que haga algo y no nos enteremos ninguno

El norteño había aguardado impaciente a que aquel inconveniente con el chiquillo se resolviese, pero sin molestarse en opinar, ni en expresar siquiera su punto de vista. De hecho, su mirada no se apartaba ni un instante de la espesura que los rodeaba, donde toda su atención parecía estar puesta en identificar cualquier sorpresa que pudiera surgir de repente. Dándole incluso, por momentos, la espalda a los demás.

En verdad, el duro dornita no se hubiera detenido ni un instante a discutir aquello. Pues para él la decisión era muy clara. Tenían una misión muy peligrosa por delante, y allí no habría lugar para un niño pequeño. Quizás el camino de regreso también fuera difícil para alguien de tan corta edad. Pero de seguro no tenía comparación con la amenaza que representaban un legado del Maligno y toda su guardia de orcos.

Sin embargo, como casi todos en el grupo compartían su misma posición, el parco vagabundo prefirió refugiarse en el familiar silencio que siempre lo acompañaba. Y dejar que otros más habituados a soltar la lengua resolvieran la cuestión... lo cual resultó ser un verdadero error, a juzgar por el desenlace de la discusión.

Pues antes de que nadie terminara de comprender lo que había ocurrido, un nuevo integrante se había unido al grupo. aún a pesar de la insistente oposición de casi todos. Aquello solo podía tener una explicación, y el hosco norteño intentó adivinarla escrutando las enigmáticas figuras de las nubes que cubrían sus cabezas.

Pero como ocurría siempre, los designios de los Dioses (si es que aún quedaba alguno), seguían siendo inescrutables. Así que simplemente optó por continuar su camino tras el mediano, aceptando aquel giro del destino con el mismo estoicismo inquebrantable que dirigía cada uno de sus días.

En cierto momento, cuando vio que el tal MANFRED le daba algo de beber al pequeño, se acercó hasta ambos y se arrodilló hasta quedar a la altura del niño. Con gesto afable, le hizo señas de que se subiera a sus hombros, y le tendió los fornidos antebrazos para ayudarlo. Si iban a llevar aquel lastre, había que encontrar la manera de que los retrasara lo menos posible

Tarde del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 12)

La situación con el pequeño Mika dio como resultado que el grupo ahora se conformase de nueve miembros y no de solo ocho como antes eran, o siete como Arvin y quizá otros deseaban. El mismo Arvin hizo saber sus sospechas en aquel entonces a Girolamo, el cual en el pasado habría tomado sus palabras como otro disparate más del sarcosano, pero esta vez no, esta vez le parecía al gnomo que había ciertos indicios.

Con la situación tal como estaba, Girolamo y Arvin no tuvieron más que apurar el paso y reagruparse con los demás antes de que se quedarán separados. Así, al retomar el camino alto, ya se encontraban todos de nuevo unidos y en la formación que antes habían planeado, y aunque el pequeño Mika se mantenía cerca de Wendell, el norteño Durghall sabía que no tardaría en cansarse y causar problemas, por lo que sin dar mucho a discutir se hecho al niño a los hombros y avanzó con él.

Minutos después, ya adentrados en al andar por las colinas en las faldas de las montañas, el grupo de héroes pudo ver que el sendero estaba cortado por una grieta en un risco. Y no era cualquier grieta, parecía tal como si una titánica hacha hubiera partido la roca en dos. Haciendo cálculos, el grupo consideró que se encontraba ya a mitad del camino. Por tanto tomar el camino bajo sería una locura, e intentar dar la vuelta podría llevarlos a perder el rumbo.

La Grieta tenía una anchura extensa de cuatro metros y medio, y a su vez parecía tener una profundidad mayor a los diez metros, quizá veinte. A ambos lados de la grieta había clavados duros postes de madera, bien afianzados a la tierra, o al menos así era para el poste que estaba de su lado. Aquello llevaba a pensar que eran usados de algún modo para cruzar, aunque al no haber cuerdas ni nada parecido, de poca utilidad eran de momento.

En las cercanías no había arboles, lo que complicaba un poco más las cosas, sobre todo si intentaban trepar. Aunque esto solo se prolongaba hasta unos cinco metros desde la grieta, por lo que si necesitaban madera solo tendrían que acarrearla un poco. Otro detalle importante era el terreno, el cual era irregular, sobre todo en las inmediaciones de la grieta, donde muchas piedras salientes cortaban como filosas cuchillas, lo que podría fácilmente causarles pequeñas heridas si no tenía cuidado.

Después de más de una hora de caminar con el grupo, que ahora incluye a ese niño, llegamos a una brecha que parece ser algo difícil de sortear. Tuerzo el gesto pues si bien sabíamos que el camino sería difícil, no esperaba que hubiese algo como esto, algo que hiciera que se ponga en duda que sea realmente un camino.

"Pero debemos cruzarlo pues volver no es opción."

Veo los postes y entiendo cual sería la utilidad. Mido la distancia de salto y calculo que soy capaz de llegar al otro extremo con un poco de suerte. Comienzo a sacarme la ropa del torso, bajo la cual se muestra una armadura: Es un camisote de mallas, el que me saco y pongo dentro de mi mochila.

"Es el mismo peso pero no limita mis movimientos."

Mientras lo hago, hablo al resto:

 - "¿Alguien cuerda-tener? Yo saltar. Amarrar poste y cruzar otroses detrás."

Termino de ponerme la mochila, listo para poder efectuar el salto en mis mejores condiciones, sabiendo que aún existe la posibilidad de que no lo consiga y tenga una muy fea caída de la que luego me arrepentiré. De todas formas, dudo que alguno de los presentes sea mejor saltando que yo, por lo que soy quien tiene mejores posibilidades.

Durante el resto del viaje, al igual que Girolamo trato de no perder de vista a Hamil, aunque eso no impide que de vez en cuando mire hacia atrás y hacia los lados, temerosos de que hayan emboscadas, o peor aún que nos estén siguiendo de acuerdo a algún plan secreto urdido a manos de un potencial traidor.

Es sólo cuando nos encontramos con el precipicio, nos detenemos unos instantes.

-Lo que nos faltaba -musito a Girolamo, mientras me adelanto para comprobar la situación. Veo al enano quitarse impedimentos, y por lo que chapurrea, creo que trata de decirnos que saltará y atará la cuerda.

En esos momentos meto la mano entre mis ropajes, y oculta entre encajes y mi cintura voy desenrollado una cuerda, previamente escondida para un cacheo casual.

Miro hacia el mismo enano que no hacia demasiado había pasado de mi cara. No sin cierto malestar.

-Quizás no haga falta que saltes y te arriesgues a morir con el cuello roto. Déjame probar.

Ato mi cuerda al extremo que tenemos al lado, y trato de preparar un lazo para atarlo al otro extremo. Manteniendo la cuerda, hago girar como una boleadora la cuerda, y lanzo esperando pescar el poste con la lazada y dejarlo atado para que podamos pasar.

Observo el resultado al instante que lanzo con expectación.

- Es una manera, quizás haya otra - propone el defensor al ver el intento de Arvin - Si pudiéramos bajar y subir estando sostenidos... - Wendell duda mientras trata de explicar su idea, sin terminar de encontrar las palabras - A ver, tanto descender por este lado como ascender por el otro puede ser peligroso, pero la distancia no es tan larga, quizás podamos usar la cuerda para... como decirlo, como para bajar o subir a pulso a cada uno de nosotros. Yo creo que puedo sostenerlos e ir soltando la cuerda poco a poco a medida que descienden para evitar caídas. Y del otro lado...-

Tras frotarse la cabeza, dándose cuenta que no ha sido demasiado decide que debe intentarlo nuevamente, pero después de armar el artilugio que tiene en mente.

Tras buscar una roca del piso, la ata con cuidado a uno de los extremos de la soga que saca de su mochila mientras le pide a sus compañeros que se alejen. Después, para sorpresa de todos, la hace girar, ampliando, lentamente, el radio de giro de la misma y verificando que la soga, con la piedra en su extremo pase por arriba de los postes que tiene enfrente.

Cuando el giro tiene casi 10 pies de ancho, lentamente comienza a hacer bajar la cuerda giratoria, hasta que la soga golpea el poste que tiene frente así e interrumpe el giro, con lo que la piedra queda colgando del otro lado, sostenida por la cuerda que rodea el poste. Lentamente deja correr algo de cuerda por su manos hasta que la piedra toca el fondo.

- A cualquiera que bajemos a pulso, lo podemos subir del otro lado de la misma manera, solo es cuestión de no soltar la cuerda tirante mientras alguien asciende o desciende - intenta explicarse.

- Yo creo que mis brazos pueden sostener a cualquiera de Uds, por lo menos mientras pasen de a uno y no sea por demasiado tiempo. Y para asegurarnos alguien me puede ayudar a sostener las cuerdas, La de bajar y la de subir. Cuando todos pasen, hacemos lo mismo y Uds sostienen la cuerda para mi, pero ya del otro lado -

Wendell me parece buena idea tengo poca fuerza pero te ayudaré a bajar a los demás, creo que el niño debe de ir con alguien que no pese mucho, quizás con Jonad, por decir a alguien.

Dicho esto Manfred se puso detrás para ayudar con la cuerda...

Jonad contemplaba la fisura en la roca que les impedia avanzar... habia una buena caída.

Decidio sentarse para tomar un respiro, beber y comer algo, teniendo cuidado de no sentarse sobre ninguna piedra afilada. Sentado contemplaba como sus compañeros trabajaban con las cuerdas, teniendo cuidado de no interferir con sus acciones. 

El pequeño pareció entender en que consistian las ideas de sus compañeros y todas le parecian igual de validas.

-  No llego a entender todo, demasido dificil... muchas palabras. Dijo en la lengua del comercio mientras masticaba con la boca abierta.

- Yo tomarme pequeño descanso mientras preparar cuerda. No funcionar bien con estomago vacío. Continuó.

Tras contemplar entristecido como la cuerda golpeaba en los arboles que tenía a su espalda y así su "gran" plan quedaba anulado, Wendell meneó la cabeza y le propuso al enano - No se si te sirve, pero creo que puedo ayudarte en el salto. Atate la cuerda, toma carrera y pisa sobre mi espalda cuando lo hagas - le propuso.

Acercándose al borde lo más que se animó, el defensor se movió las piedras que podían lastimarlo hasta encontrar un lugar sólido donde apoyar sus manos y rodillas, Luego flexionó sus músculos, dispuesto a aguantar el peso del enano cuando lo pisase - Trataré de elevar la espalda cuando saltes, con suerte eso te da unos centímetros adicionales - le explicó.

Asiento a las palabras de Arvin alzando las cejas mientras observo la grieta que hay que cruzar. Ciertamente se trata de una considerable caída, si señor.

El que pase primero, que lleve otro extremo de la cuerda para hacer una doble hilera. Eso facilitará el paso a los menos diestros, permitiendo apoyar los pies en una y las manos en la otra.

Bajar para luego subir de nuevo no era factible. Tardaríamos demasiado tiempo en cruzar todos. Debíamos de conseguir cruzar, bien con el salto del Enano bien con lo que estaba intentando Arvin.

Finalmente, el parco norteño se calzó al niño sobre sus hombros sin demasiadas ceremonias y apresuró el paso para reunirse con el resto. Durante sus largos años recorriendo las tundras heladas, el viejo Finn se había acostumbrado a mantener un tranco cadencioso pero muy seguro, que en las circunstancias actuales constantemente lo hacía adelantarse al resto de sus camaradas, sobre todo al mediano y al gnomo. Y por ello no le resultó ningún problema cargar con el peso extra que suponía el pequeño.

Sin embargo, pronto descubrió que en aquel traicionero terreno iban a necesitar algo más que simple fuerza física o resistencia para llegar a tiempo de cumplir su misión...

Al llegar a la grieta, y mientras los demás discutían planes, y efectuaban distintos tipos de preparativos para intentar sortear aquel inesperado obstáculo, el fornido norteño simplemente se acercó al escarpado precipicio y procuró escrutar su profundidad.

Tarde del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 13)

La gruta suponía una dificultad que no habría de ser sorteada fácilmente, al menos no lo suficiente como los héroes desearían. Aunque la discusión había tomado tiempo, había al momento dos planes distintos. Por un lado el enano Ulfrin aparentemente habría de saltar al vacío, lo cual era curioso por su pequeña estatura, aunque acostumbrado a aquellos terrenos quizá lo conseguiría, y más aún al presentarse Wendel para ayudarle ofreciéndose como un trampolín para impulsarse con un primer salto corto. El plan aparentemente era simplemente saltar y amarrar una cuerda en el poste al otro lado de la gruta para facilitar el cruce.

Arvin por su parte tenía otro plan, que era quizá similar pero que no parecía prometedor, al menos no de inicio. Arvin sin consultar a nadie ni esperar a que se debatiera demasiado, optó por atar unas piedras a una cuerda para formar unas boleadoras improvisadas, luego, haciéndola rotar la arrojo directamente contra el poste buscando que las rocas atadas a la cuerda se enroscaran en el poste. Y para sorpresa de todos, no solo logro armar bien su boleadora improvisada, si no que también consiguió, en su primer intento, hacer que las rocas atadas se enredaran en el poste al otro lado de la grieta.

Así, tras un corto tiempo, tenían un plan en mente y uno segundo en desarrollo. Aún ninguno de ellos había cruzado, pero al menos ya tenía una cuerda bien fija al poste al otro lado de la gruta. No obstante el trabajo aún sería arduo, pues no solo tenían que cruzar ellos, sino que tenían que cruzar todo su equipo y a su vez al pequeño Mika, salvo que decidieran dejarlo allí.

Todavía con las rodillas y los brazos en tierra, Wendell miró al enano mientras se preparaba para saltar - Con dos cuerdas creo que el resto podremos pasar sin problemas - "O eso espero" pensó sin decirlo - Deberíamos atar una a media altura y la otra en la base del poste... de ambos lados - continuó.

Wendell me ofrece su cuerda, la que amarro a mi cintura para llevarla y, a la vez, servirme de seguro. Calculando la distancia que mide el risco, doy suficiente de ella para que me permita llegar holgadamente al otro lado. Luego me acerco al Durghall y le paso el otro extremo de la cuerda, mientras le hablo:

 - "Sostrener fuerza-con. Si caer-yo, tirar-tú pra yo no matar-yo."

Esperando haberlo dicho bien, tomo distancia suficiente para dar una buena carrera inicial, previa a saltar. Respiro con profundidad y corro lo más rápido que puedo hacia Wendell, quien espera para ayudarme en el impulso. Aprieto bien mis músculos y salto sobre la espalda del defensor, impulsándome con fuerza para caer al otro lado del risco.