Partida Rol por web

Midnight Special

Angelo

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06/12/2018, 10:36
Narrador

El padre Gennaro mira a Angelo cuando éste habla, totalmente soprendido, con los ojos abiertos, de par en par. Incluso detiene su bolígrafo y deja de escribir. 

 -Eso es... Impresionante, Angelo. Me dejas de piedra, son visiones tremendamente completas. -El hombre echa hacia atrás su cuerpo, apoyando su espalda en el respaldo de la silla. 

 -Y hay cosas que no recordaba, Gennaro. Cuando él me las contó, como si fuera mi madre o alguien que hubiera estado allí, entonces recordé muchas cosas. Te puedo asegurar que todo es verdad. Por mucho que le pese a Angelo. -Mira al niño y luego al sacerdote, de nuevo. 

 -Es sorprendente, no me lo esperaba. -Vuelve a decir el párroco. -Lo que me llama la atención, además, es que todo ésto sea capaz de hacerlo un niño. A veces, da qué pensar cómo funciona el cerebro, ¿verdad?. ¿Crees que puede estar relacionado con tu inteligencia, que tampoco es común?. -El cura ve que Angelo está un poco asustado, y reconduce su conversación dejando a un lado su curiosidad "científica". -Perdona, Angelo. Sé que no es plato de gusto para ti. No recuerdo el nombre que tiene lo que eres capaz de hacer, pero lo buscaré para reflejarlo en el informe. Y dime, ¿es voluntario, tú decides cuándo ocurre y con quién, o puedes controlarlo de alguna manera?. -Se acerca de nuevo hacia adelante, despegando la espalda del respaldo y vuelve a tomar el bolígrafo. 

Mientras Gennaro escribe, tomando notas esquemáticamente, Angelo puede ver que el rostro del hombre cambia. De una forma muy sutil. Es como esas veces en las que tienes la sensación  de algo, pero no sabes muy bien por qué. Ve un atisbo de seriedad. De preocupación. 

Después de unos minutos más, abuela y nieto se levantan y se despiden cordialmente de Gennaro. Éste tranquiliza a Angelo, diciendo que no se preocupe, que no está sólo y que tendrá noticias en unos días, pues va a llamar personalmente al padre Enrico. Que si tiene algo más que añadir, o que consultar, que ya sabe dónde se encuentra. Incluso si necesita que lo visite, el hombre se ofrece a ir a la villa familiar. 

Cuando van a salir de la pequeña sala, el cura dice a Virgilia: -Virgilia, ¿puedes quedarte un momento?. 

-Claro, Gennaro. -Responde ella. -Angelo, bello, espérame fuera, ¿sí?. Salgo en seguida. 

El niño queda detrás de la gruesa puerta mientras los adultos hablan en el interior de la sacristía*. 

Momentos después, la anciana sale y ambos ser marchan hacia el exterior. Flavio los recogería en unos cuarenta minutos. Mientras tanto, Angelo y Virgilia, con una mano en un hombro del muchacho, salen de la iglesia y se dirigen, cruzando un par de calles empedradas, hacia la Gelateria di Carla

Virgilia y Angelo se sientan en una pequeña mesa, en el interior, a pesar del estupendo día que hace fuera, ya que hay menos gente. Menos oídos. 

 -Gracie, Carla. -Agradece a la dueña del pequeño local, famoso en Arezzo, y que suele visitar Virgilia con sus amigas, cuando Carla les sirve lo que han pedido con un delantal colorido y una bonita sonrisa. Carla, seguidamente, se aleja. -Bueno, mio figlio, ¿estás más tranquilo?, ¿qué te ha parecido la charla?. Si te digo la verdad, esperaba agarrar éste tema por los cuernos de una vez. -Sonríe la mujer, probando una cucharadita de helado de pistacho. Su favorito. 

El niño, que se encuentra frente a su abuela, ve entrar por la puerta un padre y una madre con una niña cogida de la mano. Lo que más llama la atención de Angelo, es que la muchacha lleva gafas de sol, tez blanquecina y el pelo largo y sedoso de color blanco. Es la primera vez en su vida que ve una niña albina, y además, es de la misma edad que Angelo. Esa chica no parece de Arezzo. La familia se sienta en una mesa que queda al frente de Angelo y puede ver a la niña desde donde se encuentra, a la espalda de Virgilia.

Cuando la pequeña se quita las gafas, con un gesto que hace ver que le molesta la luz, Angelo puede intuir unos ojos muy claros, bajo cejas blancas y enmarcados por pestañas como la nieve, aunque, sorprendentemente bellos para su gusto. Al igual que el brillante cabello blanco con flequillo, también le agrada ese agradable rostro, como si hubiera sido esculpido con tremendo mimo y perfección por un escultor renacentista. La chica se sienta y, ahora que se mueve de forma natural y fluida, sus gestos son delicados y femeninos.

Durante un segundo que parece una eternidad, las miradas de los niños se cruzan, antes de que ella baje los ojos acostumbrada a que la gente la mire. En la mente del niño ha quedado grabada una mirada penetrante y triste. 

Notas de juego

*No sé si lo sabrás o si en otras partidas narrativas se suele hacer así, pero para agilizar y dinamizar la narración, puedes añadir acciones tuyas entre otras que he narrado yo durante todo el post. Si realizando esa acción intercalada (en éste caso, podría ser escuchar a través de la puerta, como ejemplo.), recibes información o pasa alguna otra cosa, lo añadiría en mi siguiente post con carácter retroactivo. 

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10/12/2018, 17:02
Angelo Paolicchi

Saber que el padre Gennaro no le juzgaba como un bicho raro y le mostraba su comprensión, le hizo sentir aliviado. Creía que hacía lo correcto y dicho paso podía beneficiarle, no solo a él en el control de su "don", sino también en la ayuda a otras personas. Solo si lograba canalizar su poder y para ello necesitaba un guía experto.

- Algunas de esas visiones las he escrito en un diario porque, sería difícil recordar tantos detalles, aunque los que tienen que ver con la nonna o las personas que quiero los recuerdo muy bien. - no le habló de la visión que había visto recientemente, ya que no podía contrastar la información, ni siquiera sabía si esa mujer que él creía su madre existía de verdad o solo era producto de su imaginación.

- Me da miedo ver el pasado... - confesó temeroso. Para un chico de su edad resultaba muy duro lidiar con imágenes de personas y situaciones concretas, sumergirse en un profundo mar de vivencias íntimas que no le pertenecían. Se sentía un intruso, y lo peor es que el poder le arrastraba a empatizar con las emociones ajenas que percibía, quisiese o no.

Sonrió a su abuela en el instante que aclaró que todo era verdad y muchos detalles de su accidente a caballo le fueron revelados después de la explicación del niño, que veía las imágenes frescas en su cabeza con toda claridad.

La pregunta del padre Gennaro sobre su capacidad e inteligencia le pilló de sorpresa. Frunció el ceño pensando unos segundos. - No lo sé. - respondió sincero. Poseía seguramente un cerebro privilegiado, quizás usaba alguna región de su cerebro que otras personas no eran capaces de usar, pero por el momento esa teoría ni siquiera existía para Angelo porque era demasiado joven para investigar y planteárselo.

La siguiente pregunta le resultó más fácil de responder. - El "don" me domina, no he podido controlarlo. - no tenía ni idea de que técnica podía usar para evitar las visiones o por el contrario, provocarlas a placer. - Me he alejado de las personas para no ver. No quiero tocar objetos ajenos y no dejo que toquen los míos. Temo que suceda... - no se sentía orgulloso de su actitud poco social hacia las demás personas, sentía vergüenza, y le estaba afectando a su desarrollo emocional. - Necesito que me ayuden. - concluyó Angelo, afectado al sacar a la superficie todo lo que se había guardado dentro.

Asintió a las palabras reconfortantes del padre y aguardó tras la puerta a que la nonna saliese. Que suerte, porque Virgilia y su idea maravillosa de ir a gelateria di Carla le animó a sonreír y pensar en un refrescante helado de varias bolas de sabores. - Yo también abuela, tengo ganas de conocer al padre Enrico. ¿La charla? - preguntó inocente. - Bueno... el padre Gennaro es muy amable, me ha dado la confianza que necesitaba para contárselo todo y me he sentido bien al hacerlo.

Parecía que todo estaba en armonía y abuela y nieto se sentían felices. Sentados en la mesa de la gelatería, Angelo se tocó el labio inferior con el dedo índice, pensativo, dándole vueltas a los ricos sabores que iba a pedir para su helado. Estaba mirando la carta cuando comentó algo a la nonna sobre un combinado explosivo de chocolates. Se dió cuenta de que detrás de ella había una niña muy pálida, de cabello blanco, era parecida a una escultura de mármol de Miguel Ángel. A Ángelo le pareció hermosa por lo diferente que era. La observó mejor y no pudo evitar sentir un escalofrío cuando sus ojos se cruzaron con los de ella. - Nunca he visto a nadie así. - le dijo en voz baja a la nonna, que podía girarse con disimulo hacia atrás para verla de reojo.

- Voy a dibujarla, pásame el bloc de notas abuela, y el lapicero. -  le pidió impaciente. La abuela siempre llevaba en el bolso el material básico de dibujo de Ángelo. Empezó por trazar unas líneas perpendiculares, una a cada lado del folio, que serían las cejas y después el marco ovalado de sus ojos. No entendía bien porque se había decidido a inmortalizar aquel momento a papel, pero no necesitaba una respuesta que fuese lógica para hacerlo.

Notas de juego

Me está gustando mucho esta trama. Como te dije por el off, siéntete libre para dar acelerones cuando sea necesario. Si ves coherente retroalimentar lo que he escrito en el post también me parece bien.

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13/12/2018, 00:53
Narrador

El joven Angelo dibuja a la hermosa niña de cabello blanco, por una razón que ni él mismo sabe, de momento. 

La nonna se gira con el disimulo que da la experiencia y vuelve su rostro al del niño con una expresión sorprendida y los ojos muy abiertos.

-¡Oh, Angelo, mamma mía, es muy guapa!, Ja, ja, ja. -Susurra divertida, inclinándose un poco hacia el muchacho. -¿Te ha gustado, ¿eh?, es verdad, que ya vas teniendo edad para fijarte en las chicas... Aah, qué tiempos tan bellos con esas edades, qué bonito. -Termina diciendo mientras mete una cucharada de helado de pistacho en la boca mientras parece recordar algo con la mirada perdida. 

Durante el resto del helado, Angelo tiene ocasión de seguir admirando a la misteriosa, y aparentemente frágil, niña. ¿Cuál sería su nombre?.

Después, Flavio recoge a la nonna y al chico, y éste sale por la puerta de la gelatería intentando no mirar hacia donde se encuentra ella. A sabiendas de que, posiblemente, no vuelva a verla nunca más. 

Tras la vuelta a la villa, la nonna le explica que, normalmente, los albinos no suelen ser guapos. Al menos los que ella ha visto, que son uno o dos y en la tele, pero que es lo que siempre se ha dicho. Se lo dice en privado, ya que conoce a Flavio. Como siempre, la mujer también conoce bien a Angelo y respeta su intimidad.

El chico jugó con Amadou durante la tarde, y después de un día de domingo de lo más curioso, llega la noche y Angelo entra, por fin, en su cuarto. Cierra la puerta, y antes de hacer nada más, mira su móvil, que acaba de vibrar. Una notificación de WhatsApp en la parte superior.

Amadou: "Eh, estás ya dormido? Yo no puedo tio, estoy nervioso. Preparado para que se metan con nosotros mañana? jajajaja.

Pasa a buscarme, por si me he quedado dormido plis. 

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13/12/2018, 21:47
Angelo Paolicchi

Angelo sonrió ampliamente. El comentario de su abuela le había hecho reír travieso y ponerle un poco de color a sus mejillas. En verdad era algo más que la típica atracción de un preadolescente hacia una chica guapa. De momento no sabía porque había nacido de él aquel impulso de dibujarla, pero quizás tuviese algo que ver con sus visiones.

- ¡Abuela no! - y siguió riendo colorado. Después de comerse los helados se fueron en el coche con Flavio. Al llegar a casa Virgilia le explicó que los albinos no solían ser muy atractivos físicamente. Él miró con curiosidad el dibujo fijándose otra vez en los ojos, ya que era la parte más expresiva de éste y había capturado como en una foto la esencia de la chica y lo que le había hecho sentir al verla.

Luego de una tarde de juegos con Amadou y la cena con la familia, se metió en la cama pensando en lo curioso del día que había vivido. No se sentía nada mal, al contrario, una sensación de emoción revoloteaba en su estómago. ¿Cómo sería el padre Enrico y que noticias le daria el padre Gennaro sobre su don? Por el momento tendría que esperar para saberlo.

- ¡Pip, pip!. Una notificación de whatsapp le alertó y cogió el móvil. Era su amigo Amadou.

Angelo escribiendo:

- Buf, no me lo recuerdes. Este año espero que no sean tan idiotas como los anteriores.

- Vale. No creo que pueda dormir mucho pero te avisaré cuando despierte ;)

Angelo escribiendo:

- ... - ¿qué hago?

Borró lo que iba a decir porque su amigo no conocía nada de su secreto así que no le podía contar lo que había hecho. Al día siguiente le hablaría sobre la chica albina que había visto en la gelatería y le enseñaría su dibujo.

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17/12/2018, 20:40
Narrador

El colegio privado San Giovanni Bosco, en Toscana. Uno de los más prestigiosos de Italia. Alberga estudios primarios y secundarios. Posee gimnasio, piscinas cubiertas y exteriores, campos de tenis, fútbol, baloncesto y pista de atletismo. Cuenta, además, con un laboratorio y un taller tecnológico para los alumnos de primaria y otros similares para los de secundaria.

Angelo y Amadou uniformados con una camisa blanca y un chaleco azul marino, despiden a Alessia, que se marcha en el SUV de vuelta a la villa. Los chicos avanzan, nerviosos, internándose en los terrenos del colegio. Algunos niños se despiden, también, de sus padres, o chóferes, a su alrededor. Otros tantos se reúnen en los jardines exteriores, un grupo de cuatro o cinco niñas se abrazan, todas juntas, saltando. En otro jardín, algunos chicos sueltan sus mochilas en la hierba y se saludan chocando sus manos, bajo los árboles. Y otros andan hacia el interior del edificio principal con sus uniformes y sus mochilas colgadas a la espalda, o remolcadas como maletas de mano. 

Es un día triste y alegre, a la vez. Para algunos, es triste por el fin del verano y la vuelta a la rutina. Para otros, es alegre por volver a reecontrarse con amigos. Para Angelo, tal vez sea más triste que alegre, ya que ve a su mejor (y único) amigo todos los días del año. 

Mientras Angelo y Amadou se dirigen a la puerta principal del edificio de primaria, algunos chicos los miran al pasar y se hacen señas entre ellos, riéndose. Uno de ellos es Damiano Rinaldi, el líder, y ya los ha visto. Por lo menos, los peores se encuentran fuera, dentro están los empollones, "fikis", y demás gente que no tiene demasiados amigos. 

Al entrar, puede verse el gran vestíbulo, del cual parten dos pasillos, uno a derecha y otro a izquierda, y unas enormes escaleras para subir a la planta superior, de igual estructura que la inferior. Los chicos se amontonan en el gran tablón de anuncios digital colocado sobre la cristalera de la recepción. Buscan cuál es su clase éste año y quién es su tutor. 1º C para Amadou y 1º D para Angelo. Amadou mira a Angelo con cara de terror. Les ha tocado en clases distintas. Cosa de apellidos. 

Después de hacer cola en la recepción para recibir los códigos de sus taquillas, ambos caminan hacia las escaleras. La planta superior es para secundaria, y la inferior, para primaria. Tanto el vestíbulo, como las escaleras y los pasillos comienzan a llenarse de niños y algún que otro profesor. Al subir los dos tramos de escaleras, su pasillo es el de la derecha. Angelo ha visto cómo hace dos años instalaron taquillas en los pasillos junto a las clases. Era algo más cómodo, aunque algunos chicos que veían películas de institutos americanos, les gustaba llevar a cabo ciertas escenas, con esas nuevas taquillas. 

La taquilla de Angelo se encuentra frente a la de Amadou. Al igual que las puertas de sus clases. 

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17/12/2018, 22:17
Amadou

Después de meter la mochila entera en su taquilla, se gira y se acerca a Angelo.

-Buah, tío. Éste año nos ha tocado separados, se veía venir. ¿Por qué tienes que apellidarte Paolicchi?. Te va a tocar con el capullo de Damiano, lo sabes, ¿no?, estás en la última clase y él es Rinaldi. -Da un golpecito en la espalda a Angelo, aunque recuerda que al muchacho no le gusta demasiado que lo toquen. -Ehm, perdona, Angelo, ha sido sin darme cuenta. Bueno, luego te veo, ¿no?, deberíamos ir a clase. Creo que en secundaria ya están ordenadas las mesas por apellido, qué asco. 

-Al menos hoy será un día poco duro. -Dice mientras se aleja. 

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17/12/2018, 22:25
Narrador

Cuando Angelo entra en la clase, en la puerta hay un mapa, de papel, que representa el aula, y con el apellido de cada alumno escrito en el lugar donde debe sentarse. Las mesas son dobles y deberá compartir mesa con un tal Pagani. 

Una vez en su sitio, aún no se encuentra nadie a su lado. Angelo observa cómo entran Damiano Rinaldi y sus secuaces y se dirigen cada uno a sus mesas. Rinaldi algunas filas detrás de Angelo.

Notas de juego

Lo dicho. Puedes intercalar cosas donde quieras. Frases dichas por tí, o lo que sea. Tienes total libertad de movimiento por el colegio, aunque debes saber que dentro de nada sonará el timbre :P.

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24/12/2018, 18:50
Angelo Paolicchi

El primer día de colegio representaba todo un reto puesto que Angelo no estaba acostumbrado a tratar con otros compañeros de clase excepto Amadou.

El colegio era de su agrado, gracias a los profesores aprendía cosas nuevas y su curiosidad se iba llenando. Por una parte se sentía bien volviendo allí, por otra prefería no hacerlo porque a veces tenía la sensación de no saber donde meterse cuando su amigo no estaba a su lado.

Observó sonriente el edificio y las instalaciones que la dirección del colegio se encargaba de conservar cuidadosamente. Bajo el cielo azul y despejado de verano todo parecía mucho mejor. Sonrió a su amigo y se puso bien el chaleco azul marino estirándoselo por debajo de los tirantes de la mochila, a diferencia de otros compañeros que se relajaban soltándolas sobre la hierba como si nada.

No podía evitar esa sensación de desear ser como ellos, ser uno más y formar parte de un grupo que le aceptase. Sin embargo su paso por el colegio no tenía lugar para ese tipo de fantasías, no hasta que controlase sus visiones. Relacionarse con más personas suponía abrir una puerta a lo desconocido y ver cualquier cosa por culpa del contacto físico y personal con los demás.

Junto a Amadou recorrió las instalaciones del centro y vieron en el tablón en la lista de alumnos que les tocaba estar separados. Un nuevo curso, un año más mayores, pero Rinaldi seguía siendo igual de capullo junto a los chicos que le seguían las bromas.

Como me gustaría darle un puñetazo... - pensó imaginando que le daba en toda la nariz y sangraba. Sentir rabia y odio no iba con su personalidad, pero no era justo que se metiese con él por ser introvertido y menos con Amadou por ser negro. - Tranquilo tío. Si notan que nos afecta lo que hacen va a ser peor, créeme. - le comentó cuando ya estaban en la zona de las taquillas. Angelo comprobó su código y después se giró hacia su amigo que le dió un pequeño toque en el hombro disculpándose después. - Ey, que no tengo ninguna enfermedad contagiosa... - bromeó con una sonrisa para que no se sintiese mal.

Asintió a lo que decía sobre Rinaldi y compañía y rápidamente se le notó la mala cara. - Si... - suspiró resignado. - No sé que voy a hacer, todos me caen mal, son tan idiotas. Que mierda que estés en otra clase. Creo que a Leonora le toca aquí. Luego en el recreo nos vemos. - Leonora era una chica que le caía bien, era buena en los deportes, inteligente y estudiosa, diferente a otras niñas repipis. Tenía dos madres lesbianas que la educaban para ser lo que quisiera ser. Alguna vez habían ido a la biblioteca junto a Amadou y otros compañeros para realizar trabajos en grupo y fuera del colegio llevaba la ropa que quería, fuese masculina o femenina. No tenía con ella una relación más allá de los temas de estudio, pero de tenerla, imaginaba que se llevarían bien.

Al entrar en clase sus ojos se fueron directos hacia ella. Se había dejado el pelo más largo, solía llevarlo rapado o muy corto y aquel look era algo nuevo, seguramente Rinaldi no tuviese excusa para seguir llamándola marimacho. El verano le había sentado francamente bien. Vaya cambio. Está guapa.

- Hola Leo. - le saludó de pasada alzando la mano. Caminó hacia la zona de su pupitre y sacó el estuche y un bloc de notas de la mochila. A su lado aún no había nadie, vió entrar a Rinaldi y los demás y se tensó pensando lo duro que iba a ser el curso compartiendo clase con ellos.

Notas de juego

Perfecto ^^. Me he sacado de la manga a Leonora. Mola más para novia, xD.

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31/12/2018, 18:52
Narrador

 -¡Hola, Angelo!. -La muchacha, que al principio no había visto a Angelo, saludó a éste efusivamente cuando él llamó su atención con un saludo también. Lo siguió con la mirada hasta que él se sentó en su mesa doble y sacó sus cosas. Se le quedó mirando, sonriendo, durante un instante, visiblemente alegre por haberlo visto de nuevo. Luego giró sobre sí misma y se colocó mirando hacia adelante.

Estaban casi todos los alumnos colocados en sus asientos, con sus uniformes. Aún faltaban un par de mesas por ocupar, cuando Angelo pudo ver que alguien conocido cruzaba la puerta de la clase. Su cabello era blanco, al igual que sus cejas y pestañas. Su tez, como la de una escultura, sus labios rosados. Sus ojos ligeramente entrecerrados dejaban ver unos ojos claros en gesto a la defensiva de la luz. Era la misma niña que había dibujado Angelo la mañana anterior. La niña albina de la gelateria. 

Cruzó la clase como un fantasma, mirando hacia abajo, con un cuaderno grande atrapado en su pecho por sus brazos cruzados. Se hizo un silencio cuando algunos niños la vieron. La avergonzada muchacha miró fugazmente a Angelo al pasar a su lado, ¿lo recordaría?. Después continuó hasta un asiento de las últimas filas. 

Rinaldi golpeaba a su compañero con el codo haciendo señas hacia la nueva alumna. Un nuevo objetivo para la pandilla. Otros niños se voltearon también hacia ella. 

Momentos después, entró la profesora. Era nueva, Angelo no la conocía. Con un gesto posó su maletín sobre la mesa y cogió un papel que había sobre ella. 

-Hoola ragazzi. Vaamos, vaamos, sentaos, ya estáis en secundaria, ¿entendido?. Antes de nada, veamos si estáis todos. -La mujer comenzó a pasar lista. Hasta que llegó a Pagani, el sitio libre junto a Angelo. -¿Pagani Chiara?.

Nadie contestó, hasta que Angelo pudo ver cómo algunos alumnos miraban hacia atrás. La chica albina se puso en pie, en el asiento que estaba ocupando al final de la clase. No dijo nada. 

-¿Tú eres Chiara?. -Preguntó la profesora, sorprendida. -Esa no es tu mesa, ragazza. Tu lugar está ahí, en esa vacía. Por favor, leed el mapa que hay en la puerta antes de sentaros. Van por orden de lista. Por cierto, soy Ludovica Rizzo... -Continuó la profesora mientras Chiara Pagani, la niña albina, caminó avergonzada hasta la mesa de Angelo y algunos niños se reían. -Vamos, basta ya. No seáis niños. -Corrigió Ludovica. Chiara miró a Angelo de reojo y se sentó a su lado. Sacó sus cosas, seria, y se quedó mirando hacia adelante mientras decía un tímido "hola" al niño. 

Después de algunas clases, sonó la campana que avisaba que tendrían media hora libre por delante. El recreo. Un instante después, la cara de Amadou apareció, sonriente, en la puerta del aula de Angelo. 

Notas de juego

Me parece perfecto :). Dejo así la escena para que actúes como quieras durante el recreo (o durante todo el día). Puedes rolear a algún alumno, si quieres. 

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05/01/2019, 13:59
Angelo Paolicchi

El chico sonrió feliz al recibir el saludo de Leo. No necesitaba más para sentir que sus pies flotaban un palmo del suelo. Por suerte su posición en las filas de atrás le permitía tener una mejor panorámica de toda la clase y observar a la niña sin que ella se diese cuenta. Detalles como mirarle como sonreía de lado y su pequeña nariz se arrugaba al hacerlo, eran algo único y valioso.

En realidad cualquier movimiento que ella hiciese, captaba la atención de Angelo. El artista que llevaba dentro era culpable de que analizase figuras, objetos y paisajes desde todos los puntos, atendiendo a la luz, perspectiva y colores.

Volviendo a la realidad de la clase cuando Leo se giró, ocurrió algo inesperado. La niña que había dibujado en la gelatería apareció por arte de magia. Angelo se sorprendió y la siguió con la mirada como si nada más existiese a su alrededor. Durante los breves segundos en que la niña cruzó por el aula cual figura fantasmal debido a su tez pálida, cabello blanco y ojos claros sensibles a la luz, el cuerpo de Angelo se removió por dentro sin moverse un centímetro. La niña albina tenía algo especial, pero no sabía el que. Quizás solo fuese su aspecto físico, tan diferente, lo que provocaba en Angelo esa reacción, pero no estaba seguro.  

Apartó la vista cuando ella le miró fugazmente. La vergüenza se notaba en sus mejillas. El chico tímidamente evitó girarse y mirar a donde se sentaba. Hasta que la nueva profesora no aclaró el malentendido de los asientos, Angelo no sospechó nada, estuvo metido en su mundo, tranquilo, porque parecía que iba a estar solo el primer día sin la compañía del tal Pagani.

- Me llamo Angelo. - dijo tímidamente cuando la niña se acercó al pupitre obligada por la maestra. Escuchó de fondo las risas de los demás cuando ésta le corrigió y pidió a todos que mirasen el mapa de la distribución de la clase. Entre las risas pudo detectar perfectamente la de Rinaldi. Bufó cansado.

- Ehm... creo que seremos compañeros todo este curso. No hagas caso de los que se ríen, también se ríen de mi y de mi amigo Amadou, que va a la clase de enfrente. Esa chica del pelo corto se llama Leo y ella no se ha reído, nunca se ríe de nadie. - no se atrevió a mirarle directamente a los ojos mientras hablaba, si lo hacía tenía que apartar la mirada. Pensó que estaría harta de que todo el mundo la mirase como a un bicho raro, y es que sus ojos eran tan claros que parecían traslúcidos como el agua. Un color que Angelo nunca había visto de cerca.

***

Al finalizar las primeras clases de la mañana llegó la hora del recreo. El niño observó a Chiara quien seguía actuando de forma tímida y retraída.

Sacó de su mochila un zumo, un sándwich de atún con tomate y queso que le había preparado la nonna y se giró hacia ella. - ¿Qué vas a hacer, quedarte aquí sola, o saldrás afuera? - Angelo podía intuir la respuesta. - Mira ahí está Amadou. - dijo señalando hacia la puerta. Nadie mejor que él podría entender como se sentía una niña que sufría burlas por su color de piel. - Ven conmigo y te lo presento. - la buena voluntad del niño hizo que Chiara no se negase. ¿Después de todo, tenía alguna alternativa mejor?

- ¡Ey, tío! - dijo sonriente saludando a Amadou con un choque original de manos. - ¿Cómo ha ido la clase? - su amigo se quedó mirando a la albina extrañado. Angelo no supo interpretar su mirada. ¿Le gustaba? ¿Le parecía un bicho raro? Ni idea. - Te presento a Chiara Pagani, se sienta a mi lado este curso. He pensado que puede venir con nosotros hasta que haga amistad con las chicas de clase.

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09/01/2019, 16:21
Narrador

Angelo y Chiara se acercan a la puerta, donde les espera Amadou, que borra la sonrisa al ver a la chica de pelo blanco. Sus ojos bailan entre Angelo y la chica nueva, hasta que su sonrisa vuelve, de nuevo. Sólo alguien como su mejor amigo puede notar que la sonrisa de Amadou es forzada. 

  -¡Hola, Chiara!, ¿Cómo... te va?. Si, claro, ven con nosotros. Somos los más divertidos de éste colegio, te lo aseguro. 

Chiara sonríe a Amadou y a Angelo, un tanto ruborizada. El resto de alumnos de la clase salen del aula también. Algunos hablan entre ellos, otros miran sus móviles, Rinaldi y sus secuaces pasan riéndose mientras se tapan la boca, aunque se cortan delante de la profesora, que está borrando la pizarra blanca. 

  -Encantada, Amadou. -Responde Chiara con una sonrisa tímida. 

  -¡Ciao, Amadou!, ¿dónde váis, chicos, váis afuera? Vamos, hace un día estupendo. -Dice Leonora mientras aparece detrás de Angelo y Chiara. Su mirada se detiene en la niña. -Hola. ¿Chiara Pagani, no?, yo soy Leo, de Leonora. Bienvenida. -Le ofrece una gran sonrisa.

Los niños caminan por los pasillos en dirección a las escaleras que les llevarán hacia el hall y de ahí a la puerta que da acceso a un patio trasero. Uno de los muchos espacios exteriores del complejo. 

Es un lugar un tanto apartado al que Amadou y Angelo les gusta ir, por su poca popularidad y su tranquilidad. Durante el camino, Leo se adelanta un poco con Chiara, hablando de cosas de chicas. Las dos niñas ríen y Angelo puede ver la sonrisa de la albina por primera vez. -Tienes un pelo muy bonito. Yo me lo estoy dejando largo, pero el pelo corto es más cómodo. -Le comenta Leo a Chiara. -¿De dónde eres?. 

Mientras las niñas hablan, Amadou retrasa un poco a Angelo y ambos andan a un par de metros de las niñas. -Angelo tío. ¿Tú la has visto?. No tenías suficiente con un negro, que te juntas con una albina, ¿sabes lo raro que es eso?, ¡nos van a sacrificar!. -Comenta un poco alterado, mientras camina hacia atrás, frente a Angelo. Cuando salen a exterior, Angelo ve cómo Chiara se pone unas gafas de sol justo antes de mirarlo fugazmente. -Puff... Vaya curso. Lo sé, macho, estoy siendo un cenizo y ese normalmente eres tú, perdona... -Continúa Amadou

Los cuatro niños llegan hasta el árbol de ancho tronco que preside el patio. Cuando se disponen a sentarse, Angelo oye a su espalda unas risas conocidas y alguien que manda callar a otros con un "ssshhh...". Amadou mira hacia allá, a espaldas de Angelo, con rostro grave que no presagia nada bueno. 

-Mamma mía, la familia ha crecido. Increíble. Paolo, ¿crees que quedará alguien raro en el colegio para que se una a ellos?, yo creo que están todos, ja, ja, ja. Vamos a saludarles, ¿no?. -Es la voz de Damiano Rinaldi.

-Ja, ja, ja, ya te digo. El pringado de Paolicchi, el "arabo", la "marimacho" y ahora la "bianca". No se quita las gafas de sol ni para cagar, ja, ja, ja. -Responde Paolo Pesci con sorna. 

Antes de que Angelo pueda girarse, Leo se incorpora rápidamente. -¡Ni te acerques, testa di cazzo!. -Chiara le iba a indicar que no se preocupara, que lo dejara pasar, pero fue tarde. Paolo Pesci apareció y dió un empujón a Leonora que la lanzó un par de metros hacia atrás, haciendo que trastabillara y cayera el suelo. -¿No te crees un ragazzo? Pues recibe como un ragazzo. -Le indica Paolo. 

Otro de los chicos, un tal Rendino, agarra a Amadou, el cual se agita como una anguila y acabará liberándose en pocos instantes, dada su agilidad. Otro se acerca a Chiara e intenta quitarle las gafas de sol. La muchacha se tapa la cara y le grita que se vaya, mientras el otro le pide riéndose que le preste las gafas.

Por su parte, Angelo nota cómo Rinaldi es quien lo sujeta y le alborota su pelo ensortijado desde detrás. -¿Cómo ha ido el verano, Paolicchi?, ja, ja, ja. Tranquilo, hombre, hemos venido a saludaros. -El niño nota que Rinaldi lleva una pulsera metálica con la que le roza el cuero cabelludo. 

Demasiado contacto físico...

La luz ambiente comienza a convertirse en un blanco resplandor que lo cubre todo. Las voces de los presentes se oyen lejanas, distantes, y una nueva realidad se abre ante Angelo, haciendo que la anterior parezca un sueño de menor importancia.

Se encuentra en un dormitorio desconocido. Ante él está Rinaldi mirando un vestido de niña que reposa sobre su cama. Acaricia su pulsera metálica, dudoso. Comienza a desvestirse hasta quedarse en calzoncillos. De repente, se oyen gritos de hombre. Damiano gira la cabeza hacia la puerta, asustado. Se dirige hacia ella para cerrarla, pero llega demasiado tarde. La puerta se abre violentamente y aparece el padre del muchacho, un hombre elegante con cara de furia, y comienza a quitarse el cinturón. -¡¿Otra vez con esa ropa, bastardo?! ¡Te voy a quitar las ganas de ponerte vestidos, maricón!. -La voz se oye como un eco lejano. Rinaldi se acurruca en un rincón, sollozando e intentando proteger su cuerpo. Su padre le lanza tremendos golpes con la hebilla metálica. Otro, y otro, y otro, mientras Damiano grita. -¡¿Qué te he enseñado, muñeco estúpido?!, tú a mí no me arruinas, antes te mato, ¿me oyes?, ¡TE MATO!. -Rinaldi recibe un golpe tras otro, algunos arrancan parte de su carne desnuda, mientras llora e intenta parar los golpes que le vienen, sin mucho éxito. 

El padre se agacha y agarra al muchacho por el cuello, apretándolo contra la pared. -¿Se te han quitado las ganas de ser una niña?, ¡RESPONDE!. -Damiano, con el rostro enrojecido por la dificultad respiratoria dice que "sí" con la cabeza. El padre remata la faena dando un golpe con la cabeza del niño contra la pared. -Más te vale, o ya sabes lo que te espera. -El padre, respirando con dificultad por el esfuerzo, desaparece tras la puerta y Damiano se acurruca en el suelo, ensangrentado, desnudo y llorando.

----------------

Todo se vuelve blanco de nuevo, resplandeciente, Angelo abre los ojos y frente a él se encuentran su amigos. Su realidad de nuevo. Está tumbado sobre la hierba del patio, la pandilla de Rinaldi se ha marchado. Las chicas parecen preocupadas.

-¡Qué susto nos has dado, macho!, ¿te encuentras bien?. -Le pregunta su amigo. -Gracias a tí, se han asustado y se han largado, pero no me hace gracia que te pase eso.

-¿Te llevamos a la enfermería, Angelo?. -Es Chiara. Sus gafas de sol están en una mano y ahora Angelo puede ver con claridad sus ojos, aunque están un poco entrecerrados. Son de un azul grisáceo claro con el borde exterior del iris en tonos rojizos o rosados. 

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12/01/2019, 20:38
Angelo Paolicchi

Le sorprendió mucho que Amadou no viese con buenos ojos que la chica albina les acompañase, pero esa sensación extraña se borró rápidamente cuando escuchó a Leo hablar con Chiara. - Si, vamos afuera. - dijo Angelo con una sonrisa, confirmando que a él también le parecía una buena día disfrutar del aire fresco. En clase tendía a agobiarse cuando desconectaba de las lecciones y se ponía a pensar en su problema.

Salieron de clase y se dirigieron al espacio donde solían ir ambos amigos a relajarse sin Rinaldi y compañía. Los otros chicos preferían estar cerca del campo de fútbol, actuar como gallos de corral, y ser vistos por todo el colegio.

Aquel lugar era el paraíso para Angelo, su vía de escape en los momentos más duros cuando no sabía donde meterse. El jardín y el árbol grande del centro servían como medio para refrescarse del calor. Las chicas se adelantaron hablando de sus cosas cuando Amadou se acercó a él, sacándole de sus pensamientos. - Tenía que hacerlo, nunca me ha importado tu color de piel y el de ella tampoco, y a ti no debería importarte Amadou. Creía que lo entenderías. - dijo un poco molesto ya que esperaba que él apoyase a la albina, que también sufría discriminación por su aspecto.

- Si nos van a crucificar, tendrán más trabajo porque somos más contra ellos. - dijo sonriendo de lado. - Estaba sola, es nueva en el colegio y casi todos la han mirado raro cuando ha entrado en clase. Además, si se hace amiga de Leonora no vendrá tanto con nosotros. - añadió para que su amigo no se rayase más.

Cuando llegaron al patio la tranquilidad les duró muy poco. Unas risas conocidas tensaron a Angelo, preparándose para su dosis de burlas, que sabía perfectamente tenía que llegar en la hora del recreo, cuando no habían profesores cerca que pudieran pararle los pies a los matones.

El chico escuchó impotente los insultos de Rinaldi y Pesci, al mismo tiempo conteniendo su rabia. En ese tipo de situaciones no sabía que hacer, porque no quería pelearse con nadie, pero estaba harto de soportar la misma mierda una y otra vez. Odiaba quedarse paralizado sin saber que decir.

- ¡Dejadnos en paz! - gritó Angelo intentando disuadirles mientras su rostro se ponía rojo por la rabia. - ¡No queremos pelea pero no nos dejáis otra! - volvió a gritar y cuando pudo darse cuenta vio como Paolo empujó a Leonora con la excusa de que debía recibir como un ragazzo debido a su aspecto. Cogió unas piedras de tierra y decidido a punto estuvo de lanzárselas a Paolo en la cabeza pero no lo hizo.

A su alrededor todo daba vueltas, Amadou se había librado de recibir y Chiara gritaba asustada mientras jugaban con sus gafas de sol. - ¡Suéltame! - dió codazos hacia atrás intentando evitar el contacto físico con él. Sintió las manos de Rinaldi revolviéndole el cabello mientras intentaba zafarse, pero los ojos de Angelo se pusieron entelados, como si hubiese sufrido un ataque. Entonces vio el fogonazo de luz que solía ver cuando las visiones le sobrevenían sin control y perdía momentáneamente el conocimiento. Y lo que vió le dejó estupefacto. Sintió el dolor de Rinaldi viviendo en primera persona lo que él había vivido siendo maltratado por su padre.

Cuando volvió en si su confusión fue absoluta. Miró aturdido la cara de sus colegas como si hubiese visto algo horrible. Respiraba acelerado y se tocaba la cabeza porque le dolía. Sentía dolor también por el cuerpo, recordando los latigazos que había recibido Rinaldi, su miedo, su parálisis frente al agresor de su padre.

- Es-toy... bi-en... Amadou. - dijo entrecortadamente recuperando el aliento. Estaba tirado en el suelo y aún no podía moverse. - ¡No, no quiero que me llevéis a la enfermería! ¡no le digáis a nadie lo que ha pasado! - gritó a Chiara nervioso. Entonces no pudo aguantar la presión y sus ojos comenzaron a llorar. Se tapó la cara con ambas manos, deseando que aquello no estuviese pasando de verdad. Quiero desaparecer... - había algo más horrible que sufrir malas visiones, y era que gente que no sabía de su problema lo viese así.

Notas de juego

Que lástima me ha dado esta escena... :(

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13/01/2019, 20:18
Narrador

Leonora y Chiara se miran, preocupadas. Amadou posa su mano sobre el hombro de Angelo. Mira alrededor y, tras cerciorarse de que no hay nadie, vuelve a mirar a su amigo con cara triste. 

 -Venga, Angelo, tranquilo, ¿cómo vamos a contar nada a nadie?... Rinaldi y compañía ya es otra cosa. Ellos te han visto en directo... 

 -¡Calla, mendrugo, se supone que le estás consolando!. -Corrige Leo a Amadou dándole una colleja. El chico le responde mirando haca ella con un "Auuh" mientras se rasca la nuca. -Qué va, Angelo, no dirán nada. Se han ido corriendo, super nerviosos, se han acojonado de verdad. -Le dice Leo poniendo su mano en el otro hombro. 

 -Si... y por nosotros no te preocupes. Yo soy tu compañera de mesa, te voy a tener al lado todo el curso. -La muchacha muestra la mejor de sus sonrisas. -Venga, levanta, Angelo. -Se agacha sobre él, coge su mano y tira de ella con suavidad. Al instante es ayudada por Leo y Amadou. -¿Quieres un poco de zumo?. 

-En otro colegio en el que estuve, había una niña que le pasaba algo parecido. Tenía que meter el escuche en la boca porque, sino, se mordía la lengua. Y se sujetaba a la mesa con las manos y empezaba a temblar. Tú eres más tranquilo, Angelo. -Comenta Leonora al niño, intentando ayudar con humor. A lo que los demás sonríen y responden que sí, que es verdad, que Angelo es más tranquilo. 

-Esos asquerosos... Ojalá les atropelle un camión, sobre todo al idiota de Rinaldi. Por cierto, ¿y eso por qué te pasa, macho?, algún día me lo tienes que explicar. -Amadou recibe otro golpe de Leo, ésta vez en el hombro. -¡Auh!, ¿y ahora qué he dicho?, le estás cogiendo el gusto a pegarme... -Chiara ríe ante la reacción de Amadou. 

Notas de juego

Sí, gracias su "poder", Angelo puede descubrir desde muy joven que las cosas no siempre son como parecen, que la vida es complicada y que los malos no lo son del todo, como tampoco los buenos son santos inmaculados. 

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17/01/2019, 12:25
Angelo Paolicchi

Se sentía como un bicho raro elevado a la enésima potencia. No podía ser más humillante, desmayarse por las visiones en medio del patio. Pensó que la gravedad de la conmoción cuando entraba en esos trances algún día podía convertirse en algo peligroso, caer y hacerse daño.

Rodó sus ojos por la respuesta irónica de Amadou y dijo: - Si lo cuentan por ahí, la profesora se enterará y me llevarán a dirección, llamarán a mi familia y se preocuparán por nada. Ha sido solo un mareo, a veces me pasa... - aclaró intentando mantener la calma y hacerles creer su propia mentira.

El apoyo de sus amigos le hizo sentir mejor pero aquella sensación vívida y negativa sobre la vida de Rinaldi seguía presente en él. Se incorporó con la ayuda de todos y se quitó la tierra de los pantalones, dándose un par de palmetazos en el culo y peinándose los rizos ensortijados. - Eso espero, que se acojonen y no digan nada. Voy a quedar como la nena del colegio. Tierra trágame. Estoy cansado de que nos manipulen así, hay que hacer algo, no sé el que, pero deberíamos hablarlo con alguien adulto. - le comentó a Leo visiblemente inconforme con la situación abusiva de Rinaldi y compañía.  

Dijo que si al zumo y Chiara le pasó el que el llevaba para el almuerzo, que se le había caído de las manos al igual que el sándwich cuando perdió el conocimiento. Angelo abrió la pajita y se lo fue tomando tranquilo mientras escuchaba a Leo decir que a otra niña le pasaba algo parecido a él. En ese momento dejó de succionar la pajita y alzó las cejas sorprendido. - Nunca me ha pasado eso. Lo mío es... es... - dijo dubitativo, aflojando la voz. - Es algo raro. - no estaba seguro de contarles la verdad. ¿Y si no le creían o no podían guardarle el secreto? Lo último que necesitaba era que toda la escuela se enterase de lo que era capaz de hacer. Amadou insistió en saber porque le ocurría y Angelo habló.

- Vale, no sé como contaros esto, pero me tenéis que prometer que no diréis nada. Solo lo saben pocas personas de mi entorno. - miró especialmente a Amadou, que quizás se sintiese mal por no habérselo contado antes. - Cuando pierdo el conocimiento es porque veo visiones. No estoy loco. - aclaró nervioso por si se les ocurría pensar en esa posibilidad. - Veo cosas de la gente, cosas personales de sus vidas que no sé, pero las veo en mi mente como si fuese una película. - se quedó mirando las caras atónitas de los tres. ¿Le iban a creer?

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20/01/2019, 19:49
Narrador

Los tres niños tardan en reaccionar. Angelo puede ver sus caras de sorpresa, hasta que Amadou mira a Leonora, como buscando a ver qué es lo dice ella. Chiara, sin embargo, parece tranquila. Amadou vuelve a mirar a Angelo.

 -Pero... pero... ¿desde cuándo te pasa eso? -Pregunta incrédulo sin poner en duda las palabras de su amigo. -¡No me habías contado nada!, pensaba que tenías mal la cabeza o algo así, y que por eso te desmayabas... -Se vuelve más serio y pensativo de repente. -Espera... ¿no me habrás visto en mi intimidad, no?, y no me mientas.

 -Angelo... No sabía nada de ésto, pero es bastante guay, ¿no...?, ejem... bueno, a tí se te ve sufrir, así que a lo mejor no. De todas formas, tranquilo, porque no contaremos nada. -Responde Leo. 

 -Si, yo tampoco contaré nada. Además nos tomarían por locos. -Sonríe nerviosa mirando a los demás, luego vuelve a mirar a Angelo. -Y si ahora te acabas de desmayar, ¿es porque has visto las cosas de alguien?

En ese instante suena en timbre que anuncia el final del recreo. Los niños comienzan a andar hacia la puerta que da acceso al interior. 

-¿Y puedes decidir cuando quieres hacerlo, o te pasa sin darte cuenta? -Pregunta, curiosa, Chiara.

-Si, ¿y has visto algo interesante de otras personas?. -Se suma Leo.

-Eres como los X-Men, tienes que hacerlo más para mejorarlo. Pero que sepas que me lo tenías que haber contado antes, macho. Eso no se hace. -Dice Amadou, ansioso.

-¿Pero no ves que sufre, cómo lo va a hacer más? -Contesta Leonora a Amadou.

-Que sí, que yo estaré a su lado para que no le pase nada. Seré como su ayudante, ¿a que sí, Angelo?. -Replica Amadou.

Los niños llegan hasta la clase, se sientan en sus lugares y la mañana pasa sin incidencias. Rinaldi y su pandilla obvian a Angelo y sus amigos durante el resto del día. Angelo nota alguna mirada de desprecio, pero nada más. Sí que parece extraño. Es como si lo supieran, aunque eso es imposible. O, simplemente, se asustaron al ver que el niño se desmayó sin haber sido provocado por ellos. Algo extraño en lo que no querían verse involucrados, quién sabe. Lo importante es que su tutora, la profesora Rizzo, no parece saber nada. 

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22/01/2019, 21:18
Angelo Paolicchi

Por suerte todos respondieron bien cuando Angelo les contó su secreto.

- ¿Desde cuándo me pasa? - elevó las cejas mirando a Amadou. - Desde que tengo uso de razón, en la guardería ya me ocurría pero no era consciente de ello, creía que eran sueños o que imaginaba cosas despierto. Bueno... - se puso rojo. - Era solo un niño. No es que ahora no lo siga siendo pero... - pensó en la visita que hizo con la nonna al padre Genaro. Quizás aquello era demasiado para confesárselo a ellos, quizás la había cagado contándoselo a sus amigos porque se suponía que nadie más debía saberlo.

Angelo empezó a agobiarse pensando en ello pero la estupidez de Amadou le hizo soltar una carcajada. - No tío. Y a ti tampoco Leo, ni a ti Chiara. - aclaró de paso a todos. - Son visiones... más complejas, que significan algo importante en la vida de una persona.

Cuando Leo comentó que su habilidad parecía guay él frunció los labios volviéndose a agobiar. - En realidad... no.

Todos tenían preguntas que hacerle porque su don era algo insólito.

- Gracias por guardarme el secreto. - dijo con sinceridad. Chiara le preguntó si podía decidir cuando ver las visiones y él dijo que no. Cogió carrerilla y respondió a todas sus dudas. - No es algo que pueda controlar como un x-men, ojalá pudiese porque supongo que esas visiones me darían una ventaja, no sé, para ayudar a alguien. - la pregunta del millón era si había visto algo interesante de otras personas y Angelo volvió a tensarse recordando lo que acababa de ver.

- Si os lo cuento no os lo vais a creer, pero, pensáis que por el hecho de que pueda ver cosas... ¿Tengo derecho a contarlas a otras personas? - preguntó el niño, lanzando una pregunta interesante a sus amigos.

- Cuando contáis un secreto y le pedís a otra persona que no lo cuente esperáis que no lo haga. Os he contado lo que me ocurre, porque soy yo a quien le pasa, pero no me preguntéis por las cosas que he visto...

Notas de juego

Si no hay nada más que rolear, podemos pasar a la siguiente escena que tengas pensada :)

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28/01/2019, 00:36
Narrador

A pesar de que Amadou no se muestra muy conforme con la explicación que da Angelo sobre su "don", se calla y pone cara de circunstancia. Una cara que Angelo conoce bien. Sabe que más adelante volverá al ataque con sus preguntas. Así es Amadou, inquieto y de los que luchan hasta llegar al fondo de lo que les interesa... Al menos hasta que reciba una respuesta que le resulte satisfactoria.

 -Eso espero, Angelo. Ya sabes que soy muy cuidadoso para mis cosas.

Chiara asiente, comprendiendo la situación del muchacho.

 -Vaya... Pues ojalá que no veas cosas malas, qué fastidio. Anque me gusta que nos lo hayas contado. -Dice mostrando sus exóticos ojos mientras guarda sus gafas de sol.

Leonora sonríe, demostrando que le ha parecido ideal el razonamiento de Angelo y una postura muy acertada. La muchacha no puede evitar ponerse de puntillas para dar un beso al niño en la mejilla, justo antes de entrar a clase y de marcharse a su sitio. Angelo puede ver fugazmente, cómo se sonroja agachando la cabeza y se aparta un mechón rebelde de la cara para sujetarlo tras la oreja, de ese pelo que se está dejando largo. Un gesto que el niño ve por primera vez en Leo, ya que nunca había tenido el pelo tan largo como ahora. 

----------

La nonna es bastante estricta con los horarios y las comidas. Es alguien de la vieja escuela y siempre insiste en que Angelo tome la merienda a media tarde. Suele ser la hora de más actividad de la mujer, que sale a pasear por la enorme finca, entre viñedos. También es un momento tranquilo en la villa. Flavio y Alessia trabajan a pleno rendimiento y Angelo se encuentra prácticamente sólo, a veces en compañía de Amadou. 

Han pasado tres días desde la última vez que Angelo experimentó una visión, en el patio del colegio. Ésta tarde se encuentra a solas, sentado a la enorme mesa de madera del elegante comedor situado junto a la cocina. Delante de él hay una bandeja con un bocadillo y un zumo natural. Suena el teléfono. Es un teléfono fijo inalámbrico que aún sobrevive en la casa de los Paolicchi. Virgilia cruza la estancia y pasa junto a Angelo en dirección al aparato para contestar. 

 -Giá vai, giá vai..-Anuncia la mujer andando deprisa. Cuando llega, lo descuelga. 

En ese momento, Angelo sufre un flash repentino, un destello de luz blanca que se convierte en una visión. Distinto a todo lo demás. Ha sido algo rápido, brusco, una imagen corta y tras la que no pierde el conocimiento por primera vez. Durante la milésima de segundo que dura, el niño puede ver a una mujer de espaldas en un entorno natural. 

-Pronto. Dígame. ¡Hola, Gennaro!, ¿come stai?. -La anciana camina de un lado para otro, despacio, con el teléfono sujeto con una mano, mirando al vacío. Ante los ojos de Angelo se abre una ventana a ese lugar con otro rápido flash que se desvanece al instante. Ésta vez el niño puede ver que la mujer es Virgilia y camina entre los viñedos de la finca. Es el atardecer. 

-Oh, fantástico, Gennaro, cómo me alegro. Angelo estará encantado de oír eso, qué gran noticia. -Otro flash con el que la escena continúa. Virgilia tiene el pelo blanco, como en la actualidad. No es una joven como otras veces, es una visión actual, de hace poco. Camina tranquilamente, pisando la tierra y apartando ramas de viñedos, en dirección al sol poniente, parece serena.

-¿Si?, bueno tengo que preguntarle, ya sabes que lo primero es lo primero... Ahá... -La mujer continúa hablando por teléfono y otro repentino destello sorprende a Angelo: La nonna se detiene de repente durante su paseo. Se lleva la mano al pecho. La imagen desaparece. 

-Bien, bien, estupendo pues. ¿El lunes?. Claro, lo entiendo. De acuerdo, Gennaro. -El flash vuelve con su luz cegadora y la imagen muestra a Virgilia con la mano en el pecho, encorvándose cada vez más, hasta que cae al suelo. Primero de rodillas, levantando polvo, después cae del todo, de lado, con expresión de sorpresa reflejada en el rostro y la mano apretando fuertemente a la altura del corazón. Seguidamente sus ojos se cierran y su postura se relaja. A lo lejos, el sol se oculta bajo las suaves y verdes colinas de Toscana. La luz blanca vuelve a iluminar la visión de Angelo hasta que desaparece.

-Molto gracie, Gennaro, ahora mismo se lo digo. Ciao, ciao. -La mujer cuelga el teléfono y lo deja sobre la mesa, con una sonrisa que ilumina su cara, mirando al niño. -Angelo, tengo buenas noticias del padre Gennaro. Han visto con buenos ojos tu caso. -Anuncia, sin borrar la sonrisa. 

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28/01/2019, 21:12
Angelo Paolicchi

El apoyo de sus amigos le llenó hasta arriba el corazón. Angelo se sentía feliz y comprendido por primera vez en ese entorno. Eran niños de su edad y pudo contarles con tranquilidad lo que le pasaba. No se lo creía, pero había dado el paso y ahora alguien más que no era la nonna y el padre Gennaro conocían su secreto.

Inesperadamente esa situación de avance culminó con otra evolución que marcaría sus vivencias de niño y recordaría para siempre por ser la primera niña que se acercó a él. Leonora tuvo un gesto de afecto que resultó una sorpresa. Le dio un beso en la mejilla. Un tierno beso que Angelo recibió con un cariño especial. Sonrió a la niña atontado por la sensación de delicadeza y dulzura que había dejado en su piel e intentó no perder el ritmo de su respiración. Le dijo adiós torpemente con su mano, sonrojado y eufórico, observando como se ponía un mechón de su pelo detrás de la oreja y supo que nunca olvidaría su nombre y su rostro por más años que pasasen.

***

Tres días después, tres días de aparente calma, su tranquilidad se fue al traste. Estaba en el comedor de la casa preparado para merendar el rico bocata de la nonna cuando el teléfono sonó. Angelo le siguió con la mirada, sosteniendo el bocadillo entre sus manos con las ganas de darle un buen bocado, pero lo que sucedió a continuación cuando la nonna descolgó el teléfono le hizo soltarlo de golpe y caer al suelo.

Un flash. Un leve flash que no le quitó el conocimiento pero le aturdió lo suficiente como para ponerse en alerta. Escuchó a Virgilia, con los sentidos agudizados. Quien llamaba era el padre Gennaro. Su corazón se aceleró. Otro flash, y así sucesivamente hasta que el rompecabezas de imágenes en principio inconexas fue tomando sentido, mientras su nonna confirmaba en alto que habían buenas noticias para él.

Angelo se llevó las manos a la cabeza apretándose las sienes como solía hacer cuando la luz le cegaba el conocimiento. La curiosidad y emoción por conocer el mensaje del padre pasó a un segundo plano cuando la luz blanca le mostró a Virgilia cayendo fulminada sobre los viñedos.

- ¡No! - gritó metido de lleno en el escenario que era su hogar, tan real como si lo estuviese viendo enfrente suyo. - ¡Nonna! - volvió en si mismo, observando con ojos aterrados el comedor. El escenario cambió de un lugar a otro con una rapidez asombrosa.

Virgilia no se había dado cuenta de la angustia de Angelo hasta que se centró y vio su cara desencajada. Lo que la anciana le dijo se diseminó en el aire opacada por su sensación interna de terror. - Te... te- he visto... yo... estabas... te caías, y... - balbuceó nervioso. ¿Que le importaba que el Vaticano hubiese visto con buenos ojos su caso? ¿Que fue aquella visión, su nonna, su segunda madre, iba a morir? ¿Estaba viendo el futuro?

Notas de juego

Esto se pone interesante :)

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30/01/2019, 17:23
Narrador

La anciana borra su rostro alegre y lo convierte en una máscara de preocupación. Corre a socorrer a Angelo, bordeando la enorme mesa, al ver que el niño se sujeta las sienes como cuando tiene visiones. 

 -¡No, no, mio figlio! -Llega hasta donde está sentado Angelo. Coge las manos del niño de forma suave y las guarda entre las suyas. Angelo nota las suaves y cálidas manos arrugadas de su nonna, que tanta paz otorgan. -Ya pasó, ya pasó... tranquilo. -Se queda mirando al niño. Sonríe.

-¿Estás mejor?. Al menos no te has desmayado, ya es un paso. -La nonna agarra una silla cercana y se sienta junto a Angelo. -Come, anda. Verás que te sentirás con más fuerzas. -Acaricia la cabeza del muchacho. -Ya falta poco para que todo ésto se arregle. El lunes por la tarde vamos a ver a Gennaro para que nos cuente, tiene buenas noticias. Sé que va a ser difícil para tí, pero no te preocupes porque la nonna va a estar contigo. -Aún después de sus palabras puede ver que Angelo no está tranquilo del todo. -Eh, Angelo, mírame. Hayas visto lo que hayas visto, ya ha pasado, ¿de acuerdo?, está todo bien. -Sonríe, de nuevo, intentando consolar al niño. -Y ya sabes que puedes contármelo si hace que te sientas más tranquilo, aunque sé que eres muy discreto. La mujer conoce a su nieto adoptivo y sabe que es muy prudente para sus cosas, así que decide no preguntar. 

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02/02/2019, 20:02
Angelo Paolicchi

Se sintió reconfortado al sentir el calor de las manos de la nonna pero dentro suyo la preocupación se le clavaba en el pecho como un puñal que no le dejaba respirar bien.  - Nonna... - dijo con angustia. - Te quiero mucho y no quiero que te pase nada malo... - poco a poco fue volviendo en si. Vió a Virgilia con color en su rostro y la sonrisa confiada de alguien que está a tu lado y no se va a ir. - No... - negó con la cabeza desechando la idea de comer. - Es que... lo que he visto... es... - no se atrevía ni a contárselo.

Miró los ojos de la anciana con temor y preocupación. - Es malo. - dijo por fin observando como el semblante de ella cambiaba. Escuchó que tenían cita con el padre Gennaro para el lunes por la tarde y en otras circunstancias la emoción por conocer más sobre su caso le habría ilusionado y puesto nervioso a partes iguales, pero en ese momento no podía concentrarse en ese detalle.

Angelo acarició las manos de la anciana y se fijó en su piel. Su piel era como papel de seda, tan fina que permitía que sus venas azules se marcasen como las raíces profundas de un árbol. Y entonces fue consciente gracias a la visión y esa imagen, de que era muy mayor y algún día ella se iría. - Abuela no sé como decírtelo... - tragó saliva. - he visto que caminabas por los viñedos y te caías. Te caías y no despertabas... Tengo miedo de que eso te suceda. - no pronunció la palabra muerte porque no era capaz de creer que pudiera pasar y él lo hubiese visto. - Tienes que tener mucho cuidado cuando salgas a pasear. - le pidió con los ojos llorosos.