Partida Rol por web

Sarah se levantó con pesadez, estaba aunque despierta, algo confundida aún y no se fue del salón sin echarle un ojo antes de nuevo a Buckner. Sin duda necesitaba descansar, aunque en realidad allí todos necesitaban hacerlo. Echó un brazo sobre la negra sirvienta demostrando que le tenía aprecio, quizás más que a nadie en toda la casa y caminó a su lado para ir en busca de aquellas provisiones; le haría bien cambiar de aires. Después de todo, parecía... No, no parecía, no le dejarían ir en busca del sheriff. La confianza en ella no era suficiente aún.

Miles sacó su revolver y quitando el seguro dio una vuelta al tambor comprobando el sonido que éste hacía. Tras comprobar que estaba debidamente cargado volvió a colocar el seguro y luego lo enfundó. - Esta conversación aun no ha acabado - le dijo a Priamo, hosco.

Luego devolvió la taza de café medio vacía a Gertrudis, le agradeció su gentileza con un gesto y cogiendo un rifle que había al lado de la puerta salió en pos de Sarah. No creía que fuera a hacer alguna estupidez, pero tampoco confiaba en que transcurriera el día sin incidentes... vigilaría que todo estuviera en orden y luego se iría a dormir.

Sarah, Gertrudis, esperad un momento - me coloqué el rifle cogido bajo el brazo haciendo equlibrio con el antebrazo y me fije en el carro y quien lo conducía*.

Deberías preguntarle todo lo que puedas sobre el pueblo y forasteros sospechosos - dije a Sarah mientras me mantenía vigilante.

Casi se había quedado dormido a pesar de lo que sucedía a su alrededor, las voces de los demás empezaron a escucharse lejanas, y se mezclaban con otras, unas que sólo él podía oír.

”Gritos de júbilo, gritos de frustración, ladrones y robados, al niño Zach siempre le fue imposible no imaginar los rostros de aquellos otros chiquillos que mirarían a sus padres pidiéndole algo que su padre les había quitado, muchas veces había sacudido la cabeza, alejando aquel pensamiento de su mente, hasta que el dolor por el movimiento lo hacía detenerse.

Y entonces siempre aparecía aquella mujer muerta, atada a aquel árbol con las ropas desgarradas. Hay que dejar que los muchachos se diviertan de vez en cuando, para que no se maten entre ellos, y lo más importantes, para que no nos maten a nosotros. Esa era la sencilla explicación que recibió cuando preguntó. Debió callar la boca.”

Hubiera deseado ser abandonado, nunca se atrevió a preguntarle porque cuidó de él cuando madre murió, puede que en el fondo lo quisiera, y eso, le jodía aún más, que alguien como su padre fuera capaz de albergar ese sentimiento.

El carro hizo que se levantara, sacándolo de la ensoñación, y con pesadez se levantó, dispuesto a colaborar antes de descansar, él no era bueno disparando, pero que los demonios se lo llevaran si no era capaz de tapiar un par de ventanas y ayudar a entrar los alimentos. Devolvió la mirada aún algo perdida a la mujer Sarah, y habló a Miles sin mirarlo.

Ayudaré a entrar las provisiones puede que todo fuera normal, pero en el breve periodo que llevaba en el rancho, había aprendido a confiar en el instinto de Miles, y esa manera de levantarse, tan repentina, lo puso en alerta, Buckner sería mucho menos sospechoso en caso de que algo no fuera como debía.

Mientras Catherine y su esforzada hija se retiraban hacia el dormitorio, Potter y los suyos se aprestaban junto a las ventanas. Gertrudis, por su parte, alentaba a Sarah a salir y arrugó la nariz, manifestando algún disgusto, cuando Zachary anunció su intención de acompañarlas. Sin aguardar la respuesta que tuviese que dar Miles a éste, salió al porche, sacudiendo el aire con las faldas de su vestido y tironeando de la manga de la joven.

En el carro de Andy mostraba poca carga e iba tirado por dos caballos. El joven se disponía a saltar del pescante cuando la puerta de la casa se abrió. A Miles y los demás no se les pasó desapercibido su compostura: lucía un traje oscuro, como para ir a la Iglesia. Se descubrió nada más percibir a las mujeres y su cabello castaño e indómito saltó a la vista, coronando un rostro barbilampiño en el que se incrustaba una bobalicona sonrisa. Se acercó al estrado a hacer alguna galantería mas tropezó, logrando, por fortuna, mantener el equilibrio.

-Estúpida piedra –maldijo, y de inmediato se irguió para excusarse ante ambas: -Disculpen. Hola, hola. ¿Cómo está usted, Gertrudis? –Y con ojos chispeantes: -Sarah…

Sarah salió del salón casi arrastrada por Gertrudis, no sabía cuáles eran las prisas que le corrían a la negra y tampoco lo quería averiguar, ya se imaginaba la escenita ante Andy pero nada dijo; apenas alcanzó a escuchar que Zacharias venía detrás. Bajó un par de escalones mientras observaba el carro de Andy con atención, no tenía muchas provisiones encima, quizás sólo había ido a dejarle aquello a ellos lo cual era lo más probable. Echó una mirada a Gertrudis cuando éste resbaló, luego miró hacia un costado, no quería reírse en su cara pero es que parecía que el chico Broken lo hacía adrede.

No pudo al fin ocultar una sonrisilla, en especial cuando mencionó su nombre. A Sarah le daba toda la impresión de que lo pronunciaba con cierto placer y eso no le agradaba en absoluto; iba a volverse adentro de la casa pero una mirada severa y amenazante de la negra, la hizo quedarse en donde estaba. Pero entonces sonríó del todo y ladeó la cabeza luego de cruzar los brazos frente a su pecho.

-Hola, Andy... ¿Qué tal todo? ¿Todo en orden en el pueblo? Parece que tuvieras alguna cita pronto-se merecía un codazo o un apretón de mi cara contra el barro que había quedado de la lluvia de anoche pero se estaba divirtiendo.-¿Qué se cuenta en el pueblo, Andy? Hace rato que no me paso por allí.

Iba a cumplir las órdenes, aunque estuviera con unas ganas locas de salir corriendo de allí.

Frente por frente del carro de Andy estaba estacionado aquel del rancho en que los vaqueros habían cargado el cuerpo de Billy.

Bonito siseó, de repente:

-¡Diablos, el cuerpo del bandido! ¿Sigue ahí fuera tirado?

A Andy se le descompuso la expresión por unos instantes y, finalmente, rompió a hablar:

-Oh, ah, mal, Sarah, mal. El sheriff anda de un humor de perros. Anoche obligó a desenfundar a dos gambusinos borrachos en el saloon de O'Malley y los dejó tiesos, fue visto y no visto. Algunos de entre los presentes cuchichean que él estaba peor que ellos… Y para colmo, esta mañana se temía que la diligencia cargada con billetes unionistas hubiese sufrido un asalt… -se interrumpió espeluznado. -Eh, ¿qué es eso en el porche? ¿Es… es sangre? ¡Sarah! ¿Te ha ocurrido algo?

Buckner ni siquiera esbozó una sonrisa frente a la torpeza del chico, no era su estilo, cada cual tenía sus habilidades y sus defectos, reírse de ellos, puede propiciar que si alguna vez necesitas alguna de las habilidades de esa persona, decida no usarla para echarte una mano.

Se acercó a la carreta, y ayudó a descargarla, no había demasiado, pero se sentía incómodo con las manos vacías, así que escuchó la conversación mientras se movía, su mirada tropezó con el carro donde habían colocado el cuerpo de aquel muchacho. De repente al joven aprendiz de vaquero se sintió terriblemente cansado, le dolía la cabeza, y aquellos pocos víveres empezaron a pesarle como una caja llena de plomo.

Y para colmo, le irritó la manera en que el tal Andy se dirigió a Sarah, carraspeó un par de veces, aclarándose la garganta antes de hablar, Todo bien Andy, un desgraciado accidente no se interpuso entre el pueblerino y la chica, seguramente ella se habría enfadado si lo hubiera hecho, así que se quedó ligeramente retrasado.

Echó un vistazo a Hudson, y luego asintió, esperando la confirmación de la chica a lo que acababa de contar, habían dicho que mientras menos se supiera, mejor.

Sarah frunció el entrecejo, estaba más que molesta ya de por sí por el tono de Andy pero cuando empezó a exasperarse y a preguntarle si estaba bien, la cosa empeoró. Hizo un gesto con el brazo para restar importancia a la alharaca del joven hijo del tendero mientras veía a Zacarias bajar algunos paquetes. Tras la respuesta de este, supo enseguida que debía ser discreta.

-¡Hey, chico! Tranquilo... No me ha pasado nada, a nadie aquí. Sólo que Bobby tuvo un accidente-eché una mirada a Zac y me acerqué para ayudar un poco.-¡Venga, Andy! No te quedes allí parado.

Sujetó una de las cajas cogidas por Buckner y la levantó, aunque no es que a ella le costara mucho menos pero el peso repartido en dos, ya aligeraba.

-¿Sabes dónde está el sheriff ahora?

Miles escudriñaba los alrededores sabiendo que no iba a encontrar nadie - sería demasiado bueno que alguno de esos malnacidos se acercara... - se dijo a sí mismo. Mantuvo el rifle en ristre de todas formas, su peso parecía darle cierta tranquilidad. Bostezó profundamente.

Necesitaba tener un buen sueño.

Lewis escudriñó el horizonte a través de una de las ventanas en cuánto el carromato fue avistado, pero enseguida volvió adentro, limitándose a asentir ante las instrucciones de Miles, acercándose a las ventanas más cercanas al porche para poder disparar a través de ellas de ser necesario, y de paso distinguir parte de la conversación que se llevaba a cabo fuera... y que por suerte parecía conducirse por los senderos de lo absurdo, hasta que Andy distinguió la sangre a pesar de que había procurado limpiar parte de ella hace relativamente poco.

-No, lo alejé a bastante distancia del rancho para que los coyotes y alimañas se encarguen de él- musitó en respuesta a la preocupación de de Bonito, sujetando su rifle con mayor firmeza y relamiéndose inconscientemente con cierto nerviosismo, deseando fervientemente que consiguieran despachar al muchacho pronto y sin problemas.

-Un accidente –silbó Andy. –Vaya, ha tenido que hacerse bastante daño. ¿Queréis que avise al doctor O’Reilly cuando regrese?

-No es necesario, se hizo todo lo que pudo con él, Andy...

Dijo seca al mismo tiempo que dejaba la caja en el umbral de la puerta y se volvía hacia el chico.

-Antes te he preguntado si sabías dónde estaba el sheriff.

Andy pareció turbarse por la reacción de Sarah y repuso:

-Creo que te lo dije antes, se dirigió hacia el cañón con una partida –Se rascó la cabeza bajo el sombrero y se encogió de hombros: -Creo que ese vaquero lo ha descargado todo. Si no se os ofrece nada más… -Era obvio por la expresión de Sarah que así era. Andy volvió a subir al carro y tomó las riendas. –Me marcho. Eehm, bueno, Gertrudis, cuídeme bien a Sarah, parece algo cansada –Y se despidió de la muchacha: -¡Espero verte en misa el domingo!

Arreó los caballos y muy pronto desapareció vereda abajo.

Sarah enarcó una ceja, Andy parecía otro en un segundo. De pronto tan preocupado y luego, como si nada le importara. Aquello le turbaba un poco. Negó con la cabeza, se acomodó el cabello y mirando a Gertrudis, resopló:

-Más vale que no hagas caso de esa tontería...

Luego echó una mirada a Buckner y se encaminó dos pasos hacia él.

-¿Nos conocemos?-preguntó seca y directa, a veces o quizás esa mañana, simplemente no estaba de humor.

Una vez que la visita terminó, se rascó el pelo entrecano de debajo del sombrero y suspirando se volvió a la casa en busca de una buena ducha y una buena siesta. - Buckner, termina ahí y dejále a Lewis y a Bonito que se ocupen hasta que descansemos un poco. - dijo a su compañero de fatigas, sin importar que estuviera hablando con Sarah.

Entró en la casa.

El muchacho se marchó sin más y Lewis suspiró con alivio, aunque probablemente comentaría lo visto en el pueblo y ello haría que la gente empezara a hablar y especular. Quizá mejor así, podrían informar de la alarmante situación y recibir alguna ayuda... aunque el montañés dudaba profundamente que alguien se ofreciera a ello.

-Descansad y comer, después lo haremos nosotros- respondió con cierta sequedad a Miles, siguiendo a éste con la mirada hasta la cocina antes de centrar su atención en un reloj de péndulo de la sala para calcular en cuántas horas podían dividir los turnos.
Se sentía agotado y exhausto, pero por lo menos él había podido comer algo caliente y estaba acostumbrado a jornadas largas de caza así que se sentía capaz de aguantar por lo menos cuatro horas más.

No le costó demasiado llevar la caja hasta cerca del carro con la ayuda de la chica, le sonrío a modo de agradecimiento cuando se acercó, aunque tras el primer pequeño viaje en dirección a la casa, le hizo una seña para indicar que todo estaba mejor. Cargó entonces con el resto, haciendo gala de una buena fortaleza, intentando hacer caso omiso de la preocupación de Broken, ¿qué demonios?, que se ocupara de sus asuntos.

Gruñó un poco por lo bajo, y no alzó la vista hasta que fue demasiado tarde para esquivar la pregunta que se estaba temiendo. Se paró en aquellos ojos castaños y esa expresión algo hostil, algo intimidado por la mujer que apenas le llegaba a la altura de los hombros, seguramente le juzgaría por lo que su padre fue, pero no era su estilo el mentir.

Si, por lo menos yo me acuerdo de ti no se atrevió a sonreír esta vez, sino que habló algo temeroso, hace muchos años, mi padre me dejaba algunas veces en tu granja, tu padre era amigo de mi tío ahora si que sus labios se curvaron de forma amigable mientras extendía una mano hacia el pelo de la joven, sin llegar a tocarlo.

Tú llevabas trenzas, y yo solía tirarte de ellas cuando me cansaba de tu parloteo se encogió de hombros es normal que no te acuerdes, antes apenas si era un crío escuchimizado, tu padre solía decir que tendría suerte si alguna vez era capaz de montarme en un caballo sin necesitar ayuda desvió la mirada hacia Miles, que los incitaba a volver. Ciertamente sus modales no eran los mejores, pero apreciaba sus otras cualidades, así que asintió con la cabeza.

Enseguida voy Miles, tranquilo alzó la voz, que sonó fuerte y firme, muy distinta a la que antes escuchó Sarah cuando explicó su relato.

Se giró una vez más hacia la mujer, ella había cambiado, pero todavía era capaz de reconocer aquellos ojos inquietos.

Sarah intentó mantenerse quieta pero no pudo evitar echar la cabeza un poco hacia atrás cuando él hizo ese amago de tocarla, aunque pronto se dio cuenta que no lo haría. Sintió que las mejillas se le encendían y bajó la mirada, de modo que otro mechón de cabello le cayó por la cara, pudiendo recupear la compostura y volviéndolo a mirar a los ojos. Y entonces, sólo entonces recordó esa mirada. El tiempo había pasado para ambos y ninguno de los dos era ya un niño, volvió la mirada a Miles que parecía ansioso y luego de nuevo al propio Buckner. Esbozó una sonrisa, habían pasado muchos años sin que encontrara nada familiar, años en que nada le recordaba a su padre, al rancho, a lo que ella amaba y había amado. Casi sintió deseos de abrazarlo.

-¡Claro! Mi padre solía decir esas cosas pero parece que lo has superado y bastante bien-dijo con una media sonrisa y echándose el cabello para atrás de la oreja.-¿Qué fue de tu padre? Oh, bueno... Si Miles tiene mucha prisa por llevarte, quizás podamos hablar después pero debo confesar que ha sido una grata sorpresa saber que nos conocemos, pensé que...

Bajó la mirada, un atisbo de alma infantil se dibujó en su rostro, la pobre Gertrudis, sin duda tendría mucho que decir al respecto pero en ese momento, Sarah reaccionó; ni él era un niño, ni estaban ya en el rancho de su padre. Eran dos simples empleados. Se quedó muda, como pocas veces solía hacer y le hizo una seña con la cabeza a Buckner por si este tenía que marchar ya, aunque estaba ansiosa de que le contara más y le recordara más cosas del viejo rancho Hudson.