Partida Rol por web

Demasiado cerca y demasiado rápido salieron los rayos de las manos de aquel hombre, el impacto no sólo quemó su piel y su ropa, también la despidió dando varios golpes contra el suelo.

En el último impacto consiguió el equilibrio suficiente para incorporarse mientras sacaba dos pequeños machetes ocultos entre sus medias y los lanzó directamente contra el mago, impactando sobre el, cortando algo de carne del hombre. 

 El archimago uso sus antebrazos para cubrirse, uno de los machetes rebotó únicamente rebanando pero el otro se incrustó en la carne, Ronidas sacó el machete de su antebrazo sangrante y chasqueó los dedos haciendo pequeño machete apareciera ya incrustado en el antebrazo de Adra.

Arrancó el machete de su pecho, salpicando un chorro de sangre.

-Desgraciado!!! -

Saco su botella de "Veneno" dando un sorbo al líquido para posteriormente escupirlo sobre la cara de Ronidas abrasando la piel como si de un ácido se tratase. 

Ronidas junta ambas palmas y las separa para crear un pentagrama que flota en el aire. Se pasa una mano por la barba antes de tocar ciertos puntos en el pentagrama y al hacerlo unos largos aguijones salen del otro lado en dirección a su contrincante. Las agujas se clavan rápida y profundamente en las extremidades de su rival, y la mantienen atrapada para el golpe final. El archimago finiquita el combate haciendo desaparecer el pentagrama con una gran piroexplosión que saca volando a la niña en una bola de fuego humeante.

Ronidas se gira y se cruza de brazos... cierra los ojos y empieza a levitar una vez más. Tenía muchos universos futuros que visitar para saber como obtener la victoria en aquel torneo.

Ronidas abrió los ojos, que se mantenían igual de blancos que su barba. Sonrió maliciosamente hacia el moribundo y quemado cuerpo de Adra, luego asintió.

Un libro de cuero viejo y hojas amarillas se materializó a su lado, Clyde repasó con sus dedos cada página sin ver directamente y se saboreó más de una vez mientras sus dedos recorrían cada una de las amarillentas y arrugadas hojas.

—Te lo dije, debiste quedarte en el piso— avisó y su mano se detuvo, la sonrisa de Clyde creció.

El archimago Ronidas Clyde chasqueó los dedos, un pentagrama que cambiaba entre colores turquesas se iluminó bajo el cuerpo de la pequeña, y subió recorriéndolo  para desaparecer luego de ello.

El cuerpo de Adra empezó a burbujear en pequeñas partículas que centelleaban los colores del pentagrama. Su cuerpo se iluminó poco a poco hasta reducirse y desaparecer.

Cerró su puño, quitando la sonrisa mientras suspiraba. Abrió su mano, observando una galleta de jengibre con la apariencia de Adra con ojos saltones y una expresión de temor y sorpresa. El aire a los alrededores fue recorrido con una extraña sensación que erizó la piel a más de uno al escuchar fantasmales gritos que parecían tan cercanos como distantes.

El mago jugó con la galleta entre sus manos antes de llevársela a la boca, levantó una ceja complacido por el sabor. De los labios de Ronidas empezaron a escapar gotas rojas y sonrió mostrando sus dientes en una larga sonrisa cubiertos por la sustancia rojiza, que bien podría ser mermelada… O la sangre de su victima.

«¡FATALITY!»