Partida Rol por web

Comprendí al instante lo que Mike quería y para mi propia sorpresa, por una vez en la vida, estaba dispuesta a respetar el deseo de alguien más; aunque ese alguien me gustara de tal manera. Así que me mantuve en mi asiento, seguí siendo amable aún cuando sentía un horrible vacío en el pecho, las sonrisas no pararon, sabía trabajar y aquello era mi trabajo. Lástima que cuando vi un hombre apuesto, me olvidé qué era lo que estaba yo haciendo allí. El postre no lo probé, ya me había permitido demasiadas cosas por ese día, así que en cuanto pude, pedí la cuenta y pagué. Luego volvimos a casa tranquilamente, me bajé de su camioneta antes que pudiera venir a abrir la puerta y me despedí de él.

-Tus papeles estarán listos por la mañana en casa, te los enviaré por la mañana, tan sólo para que los firmes-dije sonriente y deseando desaparecer de una vez.-Ha sido un placer, señor Delfino...

Me aparté de él y crucé la calle para dirigirme a casa, con mil cosas en la cabeza; incluso sintiéndome cómo nunca antes pero no, aquello simplemente no podía estarme pasando a mí, a cualquiera sí pero no a mí. Apenas le conocía era un disparate por donde fuera que se le mirara.

Parece muy joven, quizás demasiado, aún así... pensó mordiéndose el labio y tras hacerle un chequeo, y poder comprobar una vez más ese trabajado cuerpo que le resultaba tan irresistible, ese punto inocente que tenía y a la vez una mirada tentadora. ¿Y si me delata? Carlos querría separarse de inmediato y se quedaría con todo, arriesgo mucho y todo por un capricho...

- Así que casi de todo ¿eh? - dijo observándole una vez más, pero el mentar a su marido la hizo sonreír - El Sr. Solis... Bueno esta casa también es mía y también la responsabilidad de las personas contratadas así que te doy mi más sincera aprobación, y con creces - esto último lo dijo apenas en un susurro, ¡Qué peligro tiene este chico! pensó verificando su decisión con la vista.

Se levantó del asiento, Quizás es demasiado arriesgado,  se acercó a una de las ventanas y miró instintivamente, luego se dirigió de nuevo hacia el chico.

- ¿Quieres algo? Vamos relájate el trabajo es tuyo - sonrió al verlo aún tenso. Luego se dirigió hacia la cocina y le hizo a John además para que la siguiese, ella se preparó una buena bebida refrescante pero con un punto fuerte de alcohol – Me aconsejaron que no bebiera por las mañanas pero hoy me da que lo necesito.

El jefe mira todo lo que tenías en la mesa pero no le presta demasiada atención.

Lo siento Tom, creo que lo dejaremos para más adelante, pero ahora... necesitamos esta campaña para niño - se acerca cogiéndote del hombro - se que no me defraudaréis.

Se le veía con un poco de prisa, como casi siempre, por lo que no quería entretenerse más.

Lynette llama a casa de Bree.

Llaman al teléfono de casa.

Mira al hombre y después al patio.

Pues me gustaría echar un vistazo a la parte trasera, si no le importa señor... Hodge - estaba un poco receloso.

Mamá, no te preocupes, estás genial... - dice Julie mientras se prepara la comida - ¿no me dices que tal los nuevos vecinos? Si espías a Edie Britt será por algo, espero... - su tono era entre divertido e irónico.

Vuelves a casa de Noah, hasta la tarde no tendrás en tus manos el contrato por lo que mientras tienes que hacer algunas indagaciones.

Nunca habías sentido ese sentimientos antes, por lo que estabas rara.

El barrio está tranquilo y no hay mucho movimiento, aunque ves como Susan tiene un pastel y Lynette está al teléfono, esto huele a reunión de vecinas.

Acompaña a Gaby hasta la cocina - se lo agradezco Señora Solis, aunque soy deportista y por lo tanto no bebo, pero si me tomaría un refresco - dice John con su aires cada vez más suelto, jugando con la copa.

Me alegro mucho de que me contrate, la verdad es que tenía muchas ganas de arreglar su jardín - el tono del chico era irónico o con doble sentido - el Señor Solis, ¿está mucho en casa?

Susan sale del salón casi corriendo al oir a Julie y se ruborizó al volver a pensar en el guapisimo vecino que estaba justo en frente.

- Pues verás, es una mezcla entre un Dios y un humano....- ríe.- Pero ya lo conocerás.... Espero- cambia de tema.- Bueno me voy ya a la casa de Lynette, ¡te quiero!

Susan le da un beso tierno en la mejilla y se marcha rapidamente hacia la puerta y cuando sale de casa recuerda el bizcocho y vuelve acelerada a casa.

- ¡He olvidado el bizcocho! - grita desde el salón.- ¡ya me voy!

Susan vuelve a marcharse y se acerca a la casa de Lynette sin dejar de mirar a la casa de Mike ¿Qué estará haciendo? Al llegar a la casa de Lynette llama a la puerta y espera con una enorme sonrisa y mostrando el bizcocho a que le abran.

-Eh... claro, claro agente. Puede pasar por dentro de la casa... pero le agradecería que fuera arrastrando los trapos.- le digo, poniendo dos trapos en el suelo. Está recién limpio y a saber donde han pisado las botas esas...- ¡No me gustaría que se resbalase! Pase y eche todos los vistazos que quiera.- digo abriendo la puerta del todo y señalando al fondo del salón, donde se ve el pequeño jardín trasero a traves del ventanal.

A pesar de la sensación que cargo conmigo, soy lo bastante ágil para darme cuenta que las vecinas tienen una reunión, así que lejos de irme a casa, me encamino a la de Susan con decisión, es hora de que me inviten de una buena vez. Merecido lo tengo por soportarles tanto. Me acerco mientras la veo venir con el pastel y me le paro cerca, esperando a que diga algo.

Susan está esperando en la puerta de Lynette cuando observa como Eddie Britt se acerca acelerada hacia su posición. Susan llama a la puerta con más énfasis pero es demasiado tarde ya que Eddie la ha alcanzado y se ha puesto justo delante de ella.

- Hola Eddie... Mierda- dice a regañadientes.- ¿Qué tal te va todo? Por favor que no me pida venir a la reunión, que no me lo pida....

Susan espera impaciente a que Lynette le abra y le eche una mano con Eddie. Mientras espera mira sonriendo algo falso a Eddie pero disimulando bastante bien.

-Excelente, he tenido un día de lo más... Digamos placentero-digo mirando al pastel y luego a ella con una sonrisa.-Parece que tenemos un reunión, ¿no? Seguro que puedes invitar a una vecina más, Susan...

Espero por su respuesta mientras abren la puerta.

El gesto de Susan cambia radicalmente su sonrisa ha desaparecido y en su mente solo aparece ¿Por qué? ¿Por qué a mí? in tentando buscar ayuda en la persona que está abriendo la puerta se da cuenta de que debe invitarla ya que si no su conciencia no la dejaría en paz.

- ¿Reunión? no se de que estás hablando...- risa nerviosa.- Esto es porque... Está bien tenemos reunión ¡¡Mierda!! pero sé que seguramente será un rollo y no te va a gustar, así que no hace falta que hagas sacrificios....

Susan sigue pensativa y deseando que le echen una mano y Eddie coja la indirecta.

-Escucha...-digo con una sonrisa.-Si no me quieren invitar a su reunión, está bien. Pero por una vez, me gustaría saber el por qué. ¿Realmente les caigo tan mal? ¿No me soportan? No creas que me duele, vamos, lo que quiero saber es por qué se alejan de mí como si fuera un bicho raro...

Sonrío, yo sé bien por qué se alejan de mí. No necesita decirlo y con los nervios que tiene la pobre Susan, mejor no seguir indagando.

-No te preocupes, Susan... He comido muy bien con Mike Delfino y no tengo hambre. Sé que no soy bienvenida al club, así que gracias...

Me doy media vuelta luego de dedicarle una última sonrisa y me alejo por donde vine.

-Claro, cereales Yuppies, me pondré a trabajar en ello- dice Tom mientras intenta ocultar su frustración y decepción -.

Llaman a tu puerta.

- Por supuesto - dice abriendo la nevera.

Coge un refresco del inmenso frigorífico y se lo tiende al joven con una sonrisa en sus labios pintados de un color rosa muy claro ideal para la hora del día en la que se encuentran.

- ¿El señor Solis? Siempre está ocupado con sus asuntos y negocios, se olvida de que tiene una mujer - dice mirándose las uñas en señal de despreocupación.

Luego lo mira y sonríe, se sienta a su lado y como un impulso casi incontrolado se acerca aceleradamente para besarle con fuerza y quien no lo diría pasión. Con una llama ardiendo en su interior deja que ésta la invada, sin hacerse responsable de sus actos y por un rato no recordar nada ni a nadie, solo limitarse a disfrutar del momento sin un ápice de remordimiento.