Partida Rol por web

Cae la noche en Munich. Las sombras se extienden de nuevo por una de las ciudades del progreso, pero entre las tinieblas sentís nuevas manos. Algunos os sentíais simples marionetas del gobierno, de los bancos, los mercados... Ahora sabéis que alguien peor mueve esos mismos hilos, que junto a los dirigentes hay una sombra de la noche, una criatura capaz de aterrar a cualquier mortal... una criatura en la que os habéis convertido.

De una forma u otra vais llegando al local donde os habían citado. Está claro que algunos con más entusiasmo que otros. Un ojo, que reconocéis como egipcio, marca el lugar. Un enorme portero os abre la sencilla puerta metálica. Tras miraros de arriba a abajo, os señala uno de los reservados cerrado por cortinas.

El lugar es oscuro, con tenues luces azules. La música, desagradable para la mayoría de vosotros, suena con fuerza en los altavoces, mientras cantidad de jóvenes y no tan jóvenes bailan a su ritmo.

Cuando el estirado chico con gafas llega, un rubio elegante vestido de traje ya estaba allí. Más tarde se les une un hombre corpulento, con rostro afable. La última en llegar es una bella y atractiva mujer, con aspecto algo desbaratado, pero aún más sensual si cabe.

Llego justo a la hora que Sabrina me ha dicho, miro mi reloj de pulsera y la direcdción que me dijo. Me extraña el enorme hombre que recibe en la puerta y miro asombrado todo el club, miro tímido al entrar a ambos tanto a la mujer como al hombre que salen. Miro alrededor, a todo lo envuelve un halo mortecíno, me extraña verlo , me quito las gafas y limpio los cristales, vuelvo a ponérmelas y me extraña que todo sigue igual me choca muchísimo pero inténto fingírlo y seguír el camino que se me ha marcado, miro extrañado a la mujer pero no digo nada sólo observo la escena.

Wilhem llegó puntual a su destino y, tras ser escrutado por el portero, entró en su interior. Lo primero que percibió fue la música a todo volumen: no era su estilo, estaba acostumbrado a lugares con más clase y elegancia, pero era lo que había.

El portero le indicó un reservado y el abogado pasó entre la gente que bailaba -patéticos perdedores alienados en una nube de alcohol y drogas- y entró en su interior.

Otras personas estaban ahí, el resto llegó algo después, quizá fueran los "neonatos" mencionados por cierto inquietante sujeto la noche anterior. Seguro que lo eran. Krauser introdujo su mano en el bolsillo interior de la americana y sacó un paquete de Benson & Hedges junto con un encendedor dorado. Extrajo un cigarrillo y le dio fuego. Aspiró el humo con delectación -un feo vicio de su anterior vida pasada- y observó a los sujetos que estaban allí. La última en aparecer fue una joven de aspecto alborotado; Krauser se dirigió a ella

- ¿Un cigarrillo?-

le inquirió con la mejor de sus sonrisas pintada en el rostro. Las damas primero, luego les ofrecería a los demás. Llevar tabaco siempre ayudaba a romper el hielo, por eso él se aseguraba de llevar un paquete siempre encima.

Llego al local con un gesto triste. Aquel segundo día de una nueva vida que no quería. Aquel segundo día de mi muerte y de la perdida de todo lo que quería. Pero no tenía opción...

Me planto delante del bar y miro hacia arriba para comprobar su nombre, observando el ojo que había junto a él. Baje poco a poco la mirada para posarla en el portero que cubría la entrada y, finalmente, avance hacia él con resignación. Este, tras dejarme entrar, me indica el camino hacia uno de los reservados. Si tenían controlado el ayuntamiento, ¿que trabajo les iba a costar tener controlado aquel local? Posiblemente fuera propiedad de uno de ellos...

Avance entre la muchedumbre perdida en la música, el alcohol, las drogas y la diversión de la noche con un aspecto que distaba mucho del suyo. Quizás supusieran que era la música lo que no me agradaba, pero me afligía algo mucho más profundo. 

Contemple a los presentes en aquel reservado. Solo tenía un dato, que la reunión era para gente recién convertida ¿pero todos ellos lo eran? Alguien tenía que saber de que iba todo esto para... trague saliva... encomendarnos una misión. Estaban en guerra y nosotros seríamos la carne de cañón en su lucha. Me habían condenado a morir. A morir dos veces. 

- Buenas. - salude amablemente a los presentes. Ellos no tenían la culpa de nada... - ¿También sois nuevos? - me parecía una pregunta normal y corriente, nada que delatara nuestra nueva condición. Aquello era una norma, una norma que no podía incumplir o me harían sufrir... ¿iban a torturarme?... No lo sabía, pero de momento prefería no comprobarlo. - Buenas noches. - salude también a la mujer que llego más tarde que yo en cuanto llega.

-Bue..buenas- saludo con educación a los presentes y sonrio tímido al que acaba de llegar, nada más mirar al encorbatado me doy cuenta de que pertenece a "esos", esos que no tienen en cuenta lo que sienten mis clientes o que quieren borrar todas las huellas y no miran por la familia.-Uff tabaco mal vicio...Tener un vicio siempre es malo, mamá siempre lo decía, la gente con vicios es débil y quiere mostrárse fuerte.- miro al hombre que acaba de llegar.-Se puede decír que sí, mi nombre es Mathias Frink ¿y usted es?- Miro a los demás ahí presentes-ni se que pinto aqui...-

- Me llamo Hackett Manutf - respondo esbozando una sonrisa más por cordialidad que por poder sentir el animo necesario para ella. La noche ya me había vuelto algo taciturno y la última me había condenado a ella eternamente, ya no volvería a disfrutar de la luz del sol. A no ser que... - Puede tutearme. ¿Alguien sabe de que va todo esto o cuanto vamos a tardar? - No es que tuviera ningún lado donde ir ni nada que hacer, pues al lugar que llamaba hogar no podría volver jamás, pero aquella circunstancia tampoco era de mi agrado y prefería resolverla cuanto antes. 

Tras ofrecerle tabaco a la chica, Krauser se giró hacia los demás, habían comenzado las presentaciones.

-Buenas noches a todos - dijo el abogado mirando a los dos hombres. - Mi nombre es Wilhem Krauser-

dijo dándose a conocer. El último que había entrado -Hackett Manutf, según les dijo- inquirió sobre su presencia en el local. Wilhem se extrañó de que no supieran las razones por las que estaban allí. No es que él supiera mucho, pero algún indicio tenía.

- Deduzco que ustedes son... ejem, "neonatos", creo que es la palabra. Como yo.- Krauser hizo una breve pausa, lo más probable es que los demás estuvieran tan perdidos como él tras su renacimiento en la nueva sociedad. En la auténtica sociedad.

- Según me informaron, tenemos que vigilar a un tipo, uno de los de nuestra "estirpe", ya me entendéis. Sin que nos localicen. El sujeto en cuestión es bastante llamativo, así que nos será fácil encontrarlo. El lugar al que tenemos que acudir es un centro comercial, el Olympia. También me dijeron que si surgía alguna complicación -y más nos vale que no surja ninguna- llamáramos a la operadora y le dijéramos que era una urgencia ebónica. Supongo que será algún tipo de contraseña o algo así.-

Wilhem pegó una calada a su cigarrillo, mientras esperaba alguna aportación de sus nuevos compañeros. Alzó la cajetilla de Benson & Hedges mientras hacía un gesto interrogativo a los dos hombres, ofreciéndoles tabaco.

-En encantado Hackett- miro al pretencioso del traje cuándo habla y le escucho.

-menudos aires de grandeza que tíene este tipo...-

-No gracias no fumo, un vicio es algo de personas débiles y si no le importa podría no echárme su humo por favor-

Digo tras el ofrecimiento de tabaco.
 

El hombre trajeado se presenta y demuestra estar más informado que el resto. Incluso usa la jerga de los vampiros. A mi no me hacia ninguna gracia que me denominaran "neonato", para mi esto no era como volver a nacer, era condenarme a una muerte eterna...

Me acerco a Wilhem estirando la mano para coger un cigarrillo.

- Me dejaré vencer una vez más por el vicio. - echo una breve mirada a Mathias con una ligera sonrisa, dando a entender que no me había parecido mal su comentario. Tenía toda la razón. 

- Pues si ya sabemos cual es nuestro encargo ¿a que esperamos? ¿falta alguien mas? 

Pongo el cigarrillo en mi boca y tiendo la mano esperando que el hombre trajeado me preste su mechero. 

¿En serio?

pensó el abogado ante las palabras del hombre con gafas. Si no quería que le echara el humo, no lo haría, Wilhem era un caballero incluso estando muerto. Pero no era débil. Eso ya lo podía tener claro. De hecho, sólo hacía falta mirarlo: traje y corbata, pelo engominado, un sello de oro en el meñique y formas y gustos exquisitos. Digamos que cumplía los cánones de lo que se entendía por un triunfador. O lo que en su entorno se entendía por tal.

Hackett aceptó un cigarrillo y Krauser le tendió el mechero con una sonrisa: él era de los suyos. Y tampoco parecía débil, precisamente.

- Ni idea- dijo respondiendo a la pregunta de Manutf- No me dijeron cuántos seríamos para este cometido. Quizás debiéramos esperar cinco o diez minutos más por si alguna otra persona llega con retraso. Luego deberíamos marchar a ese centro comercial.-

propuso el abogado.

Me quito las gafas y las limpio tranquilamente.

-Emm¿encargo?¿De que se trata todo esto? A mi no me han comentado nada.- Me coloco las gafas y coloco mi ropa, estoy algo nervioso y tímido como de costumbre.

Sello de oro, traje, encendedor caro...Uno de esos típicos que van de triunfadores y luego al maquillárles cuesta un triunfo fingír que han tenído una muerte pacífica...

Sin duda aquel no era el lugar más apto para mí.

Seguí las indicaciones que me habían dado, pero no esperaba encontrarme con aquello. La música destrozaba mis tímpanos, arrugaba la nariz ante la desagradable atmósfera de aquel antro. Era el sitio designado, pero ¿y ahora?

El portero me invitó al reservado, donde me encontré con otros vástagos, cada cual más inquietante. Al ver que todos eran varones, mantuve un poco las distancias, analizando todo cuanto nos rodeaba.

Poco a poco, se presentaron entre ellos. Memoricé sus nombres tanto como pude: Mathias, el de las gafas; Wilhem, el caballero trajeado y Hackett, mucho más corpulento que el resto.

Con un gesto de la mano rechacé el cigarrillo que Krauser me ofreció, más atenta a la conversación de los hombres, que a los gestos amables. Me apoyé en una pared cercana con los brazos cruzados sobre los senos. Sin duda, mi aspecto algo harapiento destacaba, pues parecía haber salido de una cueva.

Wilhem parecía tener la información que yo buscaba, pero al fijarme bien, no puedo evitar acordarme de algo que había comentado con mi guía: “Vástagos prepotentes más preocupados de sus pomposos traseros que de ninguna cosa”. Sonrío en silencio, divertida por la inminente ironía que me envolvía.

_Espero que no haya que esperar mucho…_ mi voz tenía un tono de encanto y seducción, a la par que firmeza, aunque el acento báltico destacaba entre las palabras _Y ruego perdonéis mi silencio, pues prefería no interrumpir vuestra conversación _una sonrisa lobuna se dibujó en mi rostro_. Podéis llamarme Nédara, si os agrada.

Miro a la mujer que acaba de entrar.

Vaya hacía mucho que no veía a nadie que de verdad vivíera apartada de la sociedad, el último que maquillé así fué hace mucho.

Bue..Buenas noches-digo con tímidez y la miro con educación.

Alzo el mechero frente a mi cara en un movimiento casi automático, aproximo el cigarro que sujeto entre los labios y lo acciono. La llama invoca un terror ancestral en mi interior que lucha por alejarse del peligro. Ante la sorpresa no consigo oponerme totalmente y estiro el brazo de manera brusca. 

- ¿Qué ha sido eso?... - pregunto alarmado con la mirada fija en el fuego, aunque no esperaba respuesta. 

Empiezo a cuestionarme lo que había sucedido. No tenia ninguna duda que era un efecto de mi... muerte... Pues había usado mecheros durante muchos años de mi vida sin haber sentido nada siquiera comparable a aquella sensación. ¿Era como cuando sentía hambre? ¿otro instinto recién adquirido para poder mantenerme con vida?

Fuerzo a mi brazo a flexionarse para acercar de nuevo el mechero encendido al cigarro. Al principio se mantiene rígido durante unos instantes, hasta que poco a poco va cediendo. Siento de nuevo como ese pánico se revuelve dentro de mi pero soy capaz de sobreponerme sin problema y acabo encendiendo el cigarro. Cuando apago el mechero noto cierto alivio y se lo devuelvo a su dueño con una mueca. 

- Creo que lo voy a dejar antes de lo que creía...- 

Tras un par de caladas, que no consigo saborear, mantengo el cigarro por el habito de tenerlo en la mano. Ahora que ya no podía matarme yo no podía saborearlo... 

- Habla cuanto quieras, no seras ninguna molestia. - 

Respondo a la mujer con la misma amabilidad con que hablaba al resto, intentando olvidar el asunto del cigarro. Su aspecto me hubiera llamado la atención en circunstancias normales, incluso me podía haber preocupado, pero aun estaba intentando asimilar aquel mundo de monstruos nocturnos al que me habían condenado y aquel shock era difícilmente superable. 

- Pues esperemos un poco antes de ponernos en marcha. - continuo, girándome hacia el tipo trajeado. - ¿Sabes algo más sobre ese... sujeto que debemos encontrar?

El tiempo pasaba. El reloj marcaba ya 10 minutos pasados de la hora acordada y no parecía acudir nadie más a la cita. La música seguía sonando, algo atenuada por las cortinas, mientras el humo de la discoteca se mezclaba con el de los cigarros, en un conjunto de luces y sombras más macabro de lo que debería.

La situación era tensa, y a pesar de haber roto el hielo con bastante éxito, quizás era momento de ponserse en marcha.

Me desespero. Cruzo y descruzo los brazos constantemente. Golpeo el suelo repetitivamente con el talón, inquieta. La noche es demasiado corta para desaprovecharla. Al menos mis correrías hasta aquí tenían una agradable sensación y cierta "libertad" de movimiento. Pero esto... me siento encerrada.

_Caballeros, la paciencia es una gran virtud para un cazador, pero no en un lugar como éste_ digo sin disimular mi exasperación _. Deberíamos movernos ya, o el sol nos cogerá por el camino... y me han dicho que no es nada agradable.

Miro a un lado y a otro, ansiosa por salir al frío de la noche, pues aquel lugar se me antoja cada vez más estrecho. ¿Claustrofobia? No, nunca la he padecido. Más bien son ansias de libertad lo que siento. Para pasar el rato, observo a mis acompañantes masculinos. Ninguno de ellos se equipara a mi amado. Ni siquiera creo que me acepten tan fácilmente, pues el aspecto de cada uno es muy diferente al mío...

_Wilhem..._ dijo al vástago trajeado _Parecéis rodeado por ciertos aires de... grandeza, si me permitís la observación. ¿Cómo es tu estilo de vida?

Acompaño la última frase con una sonrisa irónica cargada de dulzura, pues por mucho que pertenezca a otra familia, ambos somos criaturas no muertas, bendecidas con la seguridad de la gélida noche. 

Espero la respuesta de Krauser y miro luego a Hackett, ladeando con encanto la cabeza: _¿Y usted? Parecéis descontento con algo, Manutf. 

Por último, frunciendo el ceño, sonrío Mathias: _En vuestro caso, sin embargo, parece que sois bastante reservado y... desconfiado, Frink. No os culpo por ello, sólo es una mera observación para matar el tiempo.

De nuevo una sonrisa lobuna a la espera de saber más de los vástagos que me acompañan. Siempre hay que anticiparse a los problemas.

Se iba haciendo tarde, allí no aparecía nadie y los minutos pasaban con rapidez. Tendrían que marcharse. Wilhem apuró el cigarrillo y lo apagó en un cenicero. Hackett le preguntó sobre el objetivo:

- Es un tipo llamativo, joven, de aspecto un tanto estrambótico. En cuanto lo vea os lo señalaré para que os quedéis con su cara.-

le contestó. En la cabeza de Krauser empezaba a aparecer la sombra de la duda: el resto del "equipo" no sabía quién era el sujeto al que tenían que controlar, el asunto comenzaba a tener el aspecto de una chapuza bastante importante. Y peligrosa, por la gente con la que se había codeado la noche anterior. Sobre todo si fallaban.

La joven de aspecto revuelto le inquirió sobre su estilo de vida. El abogado dibujó una sonrisa aviesa en su rostro.

- Soy abogado y la verdad es que hasta hace casi nada me iba muy bien. Espero que ahora, tras nuestra... conversión, me vaya aún mejor. Hay un todo un mundo de posibilidades a nuestra disposición, aunque de momento solo seamos peones en un juego que nos supera.-

le respondió. La idea no era mala, había que presentarse y ver quién era quién en el reducido grupo de neonatos. Cuanta más información tuvieran los unos de los otros mejor, el letrado no quería quedarse vendido en una situación complicada.

Krauser señaló la salida:

- Creo que deberíamos partir ya, aquí no viene nadie. Entretanto, deberíamos completar las presentaciones. Me gustaría saber vuestra profesión en la anterior vida, quizás algunas habilidades o conocimientos pasados pudieran sernos útiles más adelante. Yo, como he dicho, soy abogado.-

sugirió Wilhem.

MIro la escena cada vez me parece más macabra, parece que estoy dentro de una pelicula de terror antigua y cada vez me asombra más, noto los matices cada vez más grisaceos y negros, me asombra todo eso pero inténto disimulárlo.

-Bue..Bueno señorita, yo no sé si soy desconfiado...O que soy.... Creo que normalmente es que no suelo tratar con mucha ....(trago n poco de saliva)Gente...-Me encojo de hombros.

-¿Entonces hay que buscar a alguien?¿Se sabe si aún esta..."entre nosotros"?(hago gesto de comillas con las manos)

me levanto

-puff este tio me desespera menudo prepotente..Como me recuerda a los perítos y abogados que no tenían maldito tacto y no sabían tratar...

Escucho que nombra dos veces que es abogado

-Bingo.-(susurro)

-Herr Krausser creo que nos  ha quedado claro que usted es abogado, me alegra mucho que le guste tanto su profesión y sepa a quien debemos buscar.

Digo de manera monótona casi cansado de tanta pomposidad.

Todos parecían aceptar de buen grado nuestra nueva condición como vampiros, como monstruos, como muertos... El no volver a ver la luz del sol, el perder nuestra vida, el no poder disfrutar de una buena comida, de una bebida o de un misero cigarrillo... Tiro al suelo el que sostenía en la mano y lo piso con cierta furia, aunque eso me hace recordar las palabras de quien me arrastro a esta situación...

La mujer muestra interés por los presentes. Normalmente pensaría que se preocupa, pero desde mi muerte empezaba a ver las cosas con otros ojos. La paranoia me había atacado con cada palabra, gesto y acción de mi asesino, y aquellos eran más vampiros bajo el yugo de otros asesinos no tan distintos... Ellos no tienen la culpa y por ello me fuerzo a seguir sonriendo.

- Pues si, parece que soy el único descontento con todo esto... - la pena se dejo notar en mis palabras. - Y tuteame, yo no soy ningún hombre importante, llamarme Hack.- 

Supongo que podemos seguir con la conversación de camino. Me dirijo hacia la salida con pasos lentos para esperar a que el resto se ponga en marcha conmigo.

- Yo era taxista.- No sabía si les serviría de algo, pero no se me ocurría que mas podría decirles. Supongo que ser padre de una estupenda familia con dos maravillosas hijas no contaría demasiado en el curriculum que ellos pedían...- Mathias...- le dedico una mirada de cierto reproche, como las que no hace tanto le dedicaba a mis niñas cuando quería corregir una mala actitud. - ya vale. Cuéntanos que era de ti antes de... de... esto...- La voz se me trababa cada vez que era consciente de nuevo de la situación. No acababa de creérmelo o... no quería hacerlo.

Sigo avanzando hacia el exterior. 

Me meto las manos en los bolsillos, mamá odiaba este gesto decía que era de hombres poco seguros pero bueno, ahora no estaba para decírmelo.

-Pu..Pues yo era tanatopractor, bueno y lo soy, no dejaré mi amada profesión por esto.-Sonrio tímidamente- en nada volveré y haré mi trabajo..- Camino hacia la salida y noto cada vez más que a todo le envuelve un halo demasíado mortecino, parece la famosa "El gabinete del doctor Caligari" o "Nosferatu el vampiro" pero inténto que ellos no se enteren de lo que yo veo, nunca se sabe como son los desconocídos..Y yo..Yo he visto muchas cosas de las que son capaces.