Partida Rol por web

El olor nauseabundo de las heces se colaban por aquella puerta abierta de par en par. Aquella pensión de la calle Clinton era un claro reflejo de la decadencia de aquel barrio de Brooklyn: Red Hook. Por la ventana se cuela el sonido de alguna canción lejana quizá proveniente de aquel local de mala muerte de la esquina.

Sobre una cama con el colchón completamente empapado de sangre descansa el cuerpo de una escuálida drogadicta. Una flor de carne, una orquídea roja formada por músculo y piel descubre los órganos del torso de la mujer. Una autopsia perversa practicada en vida. Las manos, amputadas de forma brutal, no aparecen por ningún lado y la cabeza reposa entre los pies de la víctima con los ojos abiertos y la boca amordazada. La expresión de la cara reflejaba el terror ante la brutalidad a la que aquella mujer había sido sometida.

Contemplando la escena se encontraban los agentes Jalabert y Balmaceda. Se les había asignado continuar el caso que Aldo Sax, compañero del FBI, había dejado abierto tras su reciente desaparición. Los asesinatos de la orquídea, así había bautizado el caso la prensa.

La habitación contigua era la última pista que tenían de Sax. El resto era una muestra evidente del caso que Sax tenía entre manos. Una fiel carta de presentación a los nuevos agentes.

Saqué del bolsillo los guantes reglamentarios y me los puse en las manos mientras recorría la habitación con los ojos intentando hacerme a la dantesca situación. Custodiando la puerta de la entrada un agente de policía al que había saludado con sincero agradecimiento pues me trae gratos recuerdos de mi época en el cuerpo.

Di unos pasos hacia delante y eché un vistazo al cuerpo, no era lo más agradable del mundo ni yo forense, pero tampoco el primero caso que veía de este estilo. El tema había saltado a la prensa, yo no había tenido tiempo de estudiarlo pero había tratado anteriormente con otros perfiles psicoclínicos de asesinos en serie.

Busqué por el resto de la habitación tratando de encontrar alguna pista que nos dijera dónde había pasado la noche la mujer antes de esto, o quizá algún resto de comida rápida. Cualquier nimio detalle podía ser importante. En algún sitio había tenido que conocer al asesino y por algún sitio había salido o entrado éste.

No sabía tampoco si las demás víctimas eran mujeres con lo cual Sax estaba secuestrado o había de todo y Sax sería el siguiente. Ni siquiera si Sax había acompañado a la mujer, si la protegía o como demonios pasó todo esto. El caso era doble, asesino en serie y secuestro. Me faltaban muchos datos aún para poder concluir nada.

Me volví hacia el compañero que me habían asignado en el caso, Balmaceda, un agente de origen hispano algo mayor que yo con reputación un tanto turbia, ignoro si merecida, – voy a echar un vistazo en la habitación de Sax. – Podría ser provechoso, si Sax se sentía en peligro quizá hubiera dejado algo por ahí.

Di unos pasos hacia la puerta y me giré – tenemos que acordarnos de hablar con recepción por si vieron algo, o preguntar en las habitaciones de al lado. – Alguien tuvo que ver algo, no es fácil desaparecer de aquí con un par de manos chorreantes de sangre.

Menuda energía tiene la juventud; es lo primero que se me pasa por la cabeza al ver y escuchar a la agente Jalabert. Dejo que vaya directamente a la habitación de Sax, mientras me acerco al cuerpo transformado que decora la estancia de forma macabra. Me agacho y miro de cerca la "obra de arte" de nuestro asesino. 

Doy un suspiro y saco de mi americana un bolígrafo, que uso para tratar de mover la mordaza que cubre la boca de la víctima; procurando obviar que se encuentra cercenada y expuesta a sus propios pies. Quizá haya algo dentro de la boca, quizá no.

Procuro fijarme en si hay huellas con sangre en el suelo, toda esta carnicería ha tenido que dejar alguna. Puede que alguna de ellas sea del asesino. Tras dar un vistazo general me dirijo al agente que custodia la puerta de entrada y trato de que nos adelanten un poco el trabajo.

- ¿Han hablado con recepción? Necesitamos el libro de registro de la habitación, así como la forma de pago, y quien atendió la entrada, y me gustaría interrogarle personalmente después.

Me acerco a la ventana, y miro el exterior. Si hay algún local cercano con cámaras de vigilancia quizá podamos recuperar alguna imagen de sus cintas de seguridad. Por otro lado tendríamos que hacer una intensa sesión para revisar todas las notas y apuntes que tuviera Sax acerca del caso. Los asesinatos de la orquídea... detestaba el morbo que le gustaba imprimir a la prensa en sus noticias.

Sin detenerme mucho más tiempo en aquel lugar por ahora, decido seguir a Jalabert.

- Deberíamos revisar las cámaras de seguridad de los establecimientos cercanos que puedan tener una buena visión de la entrada de la pensión - le digo una vez estoy junto a ella haciendo públicos mis pensamientos. - Por cierto, soy José Balmaceda... creo que seremos compañeros durante un tiempo - 

Apenas he dado unos pasos para entrar por el quicio de la puerta cuando escucho al agente Balmaceda preguntar al policía de la entrada lo que le había comentado, sonrío para mí, estamos en buena sintonía.

Prosigo y me pongo a mirar la habitación, cuando los pasos de Balmaceda se sienten muy cerca, me giro hacia él con una de mis características sonrisas. Escucho su propuesta y asiento sin borrar la sonrisa, después se presenta... Creo que no se acuerda de mi, no me suele ocurrir, casi puede que se haya mostrado en mi rostro un gesto de extrañeza, pero Decido seguirle la corriente, - encantada, yo soy Carley Jalabert - mientras extiendo mi mano derecha para estrechar la suya. Entonces me doy cuenta que llevo el guante, - ¡uy! - digo en voz baja y retiro la mano, - qué despiste -, señalo con mi dedo índice a la pared - voy a seguir buscando. -

Los agentes echaron un vistazo al cuerpo sin vida de aquella escuálida mujer. El trabajo se había hecho sin cuidado, quizá por las manos de un sádico; cortes despreocupados, lineas rasgadas... sobre la mesilla de noche reposaban los instrumentos llenos de sangre seca.

La agente Jalabert se agachó cerca de la mesilla y encontró una bolsa de plástico con cierre con algunos gramos de un polvo blanco mientras Balmaceda escrutaba minuciosamente el cuerpo. Con el bolígrafo retiró la mordaza y pudo ver el interior de esa boca todavía húmeda. Estaba claro que el trabajo era muy reciente.

—Sí señor —contestó el agente que custodiaba la entrada—. La mujer está muy nerviosa. Mi compañero está con ella. ¿Quiere que baje a por los documentos que me pide?

Jalabert se dirigió a la habitación de Sax. La puerta estaba cerrada pero la agente Jalabert pudo abrirla girando el pomo. Era una habitación desocupada y con la cama deshecha. Sobre esa cama descansaba una carpeta.

Mientras tanto Balmaceda miraba por la ventana de la habitación de la víctima. Aquel lugar era un vertedero y era muy poco probable que algún negocio tuviera una cámara de seguridad y, de tenerla, muy probablemente llevaría mucho tiempo sin funcionar. José conocía este tipo rincones de Norteamérica, si alguien compra una cámara de seguridad es simplemente para ahuyentar a los delincuentes, no hay dinero para seguridad en esta cloaca.

- Si por favor - Respondo ante la pregunta del agente. - Que no se vaya la persona que estaba en recepción hasta que hablemos con ella, y trate de calmarla en la medida de lo posible. - 

Entro en la habitación junto a Jalabert para ver la carpeta sobre la cama, esperándonos; casi colocada como si de una provocación se tratase. Si el agente Sax fue secuestrado aquí, o bien nuestro hombre tenía prisa o poco encontraremos dentro de aquella carpeta.

Decido dejar que sea mi compañera la que se encargue de la carpeta, mientras doy un vistazo a la habitación. Trato de abrir los cajones y ver si hay algo dentro. Miro debajo de la almohada y por los armarios. Si el arma de nuestro compañero no está por aquí habrá que suponer que está en poder del asesino.

No puedo evitar escuchar de vez en cuando la música del exterior. 

- Agente Jalabert, cuando salgamos de aquí deberíamos tomarnos una copa en el bar de enfrente. Puede que el agente Sax fuera asiduo, o quizás algún parroquiano haya escuchado o visto algo sospechoso. - 

Con la mano derecha tras recoger la bolsa de droga se la doy al adjunto de la investigación - etiquete esto y guárdelo, que lo analicen, avísenos si es algo fuera de lo común.- No sé por qué, pero me temía que no iba a aportar demasiada información.

Tras intercambiar palabras con Balmaceda, mientras él registra, recojo la carpeta que hay en la cama y con sumo cuidado retiro las gomas para abrirla, supongo que dentro habrá bastante información, algo que nos de pistas.

Sin llegar aún a abrirla, tras las frases del agente añado - no está de más preguntar por el vecindario - y concluyo con una media sonrisa y un leve asentimiento. Dicho lo cual termino de abrir la carpeta y echo una ojeada, a ver si dice algo de las rutinas de Sax o solo habla de los crímenes.

El agente asintió con la cabeza y sin mediar más palabra se puso en camino al piso inferior.

Mientras tanto Balmaceda examinó exhaustivamente la habitación. Cualquier pertenencia que Sax hubiera tenido en aquella habitación había desaparecido. Ni la ropa ni los objetos personales se encontraban ya ahí. La habitación había sido minuciosamente recogida. Todo salvo una pequeña libreta destartalada que el agente encontró en el cajón de la mesilla. Era una libreta con la portada dura, de color negro. La mayoría de las hojas habían sido arrancadas y el resto estaban en blanco; salvo una en cuya superficie alguien había escrito torpemente una palabra "AKLO".

Jalabert cogió la carpeta entre sus manos. El tono azul y aquellas letras en color amarillo confirmaban que era el expediente oficial del agente Sax. Lo ojeó superficialmente y confirmó aquellos datos que Perlman ya les había contado. Hasta el momento, sin contar éste, se habían cometido quince asesinatos. Trece de ellos tenían tres asesinos confesos: Clive Ellis, un muchacho de veinte años que trabajaba como dependiente de una vieja librería; Stephen Simmons, un crio de quince años y Arthur Cline, un vagabundo de treinta y ocho años. Todos ellos estaban recluidos temporalmente en el sanatorio mental de alta seguridad de Haven. Había más documentos en ese informe pero necesitarían algo de tiempo para leerlos con tranquilidad.

Un instante después el agente que había bajado al piso superior subió con un libro que le tendió a Balmaceda.

—Agente, aquí tiene el libro de registro. Todas las recepciones las atiende la señora Morris, es la propietaria del negocio y vive en el piso inferior. Está muy nerviosa pero responderá a las preguntas que tengan que hacerle. Mi compañero sigue con ella en el mostrador de la entrada.

Balmaceda echó un vistazo al libro de registro. La habitación de la víctima estaba registrada a nombre de Germaine, simplemente Germaine. Pagaba todos los días en metálico. La habitación de Sax estaba registrada a nombre de Alfred Saxon. Alquiló la habitación hacía tres días y no había abonado nada de su cuenta.

Cierro la carpeta tras el primer vistazo. Era bastante extraño, el mismo modus operandi en distintas personas. Teniendo en cuenta que tres ya están recluidos debe haber al menos una cuarta. No sé si estamos aquí asistiendo a un efecto copycat tras la difusión por parte de la prensa o es algún tipo de macabro grupúsculo entorno a un pseudo Charles Manson. Supongo que Sax habrá interrogado ya a estos asesinos, pero no hay nada como hacerlo uno mismo. Levanto la cabeza para dirigirme a Balmaceda – aquí hay mucha información, - digo mientras señalo con el dedo índice la carpeta, - necesitamos tiempo para estudiarla, pero en un primer vistazo ya he visto que tenemos trabajo de interrogatorio en Haven, ya hay tres asesinos detenidos – le digo mientras hago una mueca con la boca, al menos a mi me resulta extraño.

Tras escuchar al agente que apareció con un libro sugiero – creo que ahí es donde debemos ir primero -, parece que iba a ser un caso bastante intrincado, - ¿Vamos a hablar con la señora Morris? Si no hay algo más interesante en el libro – añado.

Analizo la libreta y paso la mano por la página con las iniciales AKLO. Doy un suspiro de desaprobación y la cierro a la par que Jalabert pregunta. 

- Tan solo páginas arrancadas y un garabato mal escrito con la iniciales AKLO. - Le respondo - Nada por si mismo, pero quizá si encontramos algún hilo del que tirar puede ser importante. Puede que esto fuera la libreta de apuntes del agente Sax, no lo se. Podríamos preguntar en central para confirmarlo, aunque por ahora de poco nos va a servir. -

Me acerco andando a Carley y le ofrezco la libreta para que la coja. Revisar toda aquella documentación iba a ser verdaderamente tedioso, y no tenía todas conmigo que nos fuera a servir de mucha utilidad, ¿Por que lo dejaría allí el asesino sino?. La habitación de Sax no parecía revuelta como para que hubiera habido un combate, o resistencia por parte de Aldo, lo que me hacía pensar varias cosas. Puede que el asesino lo apresara fuera; en cuyo caso fue el propio Aldo quien arrancó las hojas. Puede que estuviera dormido y no tuviera tiempo de reaccionar,... o puede que... Niego con la cabeza, no sería la primera vez que a un agente le afectaba demasiado un caso; pero desde luego no sería la línea que seguiría de primeras.

- Vayamos a ver a la señora Morris, me da la impresión de que esta Germaine es el nombre o el seudónimo al menos de nuestra víctima - Digo cediendo el paso a Jalabert y pensando en que antes de ir a aquella casa de locos que era el sanatorio necesitaría un buen trago...

Tomo la libreta de la mano de Balmaceda y tras ojearla rápido la introduzco en la carpeta. El agente me cede el paso así que tomo la delantera, al pasar delante del adjunto con gesto afable le comento - si encontráis algo más hacédnoslo saber, después de entrevistar a la señora Morris iremos al sanatorio mental de Haven, avisad para que estén preparados, por favor. -

A continuación bajo por las escaleras mientras pienso en la extraña libreta con una única anotación, me vuelvo hacia mi compañero mientras desciendo - quizá AKLO sea el nombre de algún pub o algún garito de mala muerte, al salir de aquí lo miramos en Google. -

Los agentes bajaron la escalera y junto al mostrador de recepción, sentada en una silla, se encontraba una mujer algo mayor, quizá rondando los 50, evidentemente nerviosa. Vestía un vestido cómodo con motivos florales y estaba claro que rozaba la obesidad. Junto a ella, una agente de la policía trataba de tranquilizarla. El agente avanzó un par de pasos hacia Jalabert.

—Está bastante nerviosa... tengan cuidado —dijo levantando la vista hacía Balmaceda—. Señora Morris, estos agentes del FBI quieren hacerle algunas preguntas —terminó diciendo el policía antes de franquear el paso a los dos agentes.

La mujer levantó la vista y les miró.

—Es terrible agentes... terrible —sollozó.

- Lo mejor será preguntar en el bar de enfrente, muchos de los bares de por aquí no aparecen en esos cacharros. - Digo temiendo que mi compañera quiera apresurarse hacia el sanatorio. Si teníamos que ir allí, antes debía tomarme al menos una copa... y prefería hacerlo en el garito de fuera.

Nada más llegar frente a la señora Morris me fijo en la pequeña tarjeta rectangular que cuelga de su pecho y en el que se puede leer Maryse.

- Gracias agente - Le digo al policía que nos presenta.

- Buenos días Maryse -

Le digo mientras agarro una de las sillas libres y me siento junto a ella, agarrando su mano con la mía. No es que fuera mi especialidad, pero tampoco era la primera vez que me tocaba hablar con este tipo de mujeres, cansadas de sus aburridas vidas con unos maridos que se aprovechaban de ellas y se pasaban el día tirados en el sofá viendo fútbol americano y bebiendo cerveza. 

- Por favor, este tranquila; hemos venido para atrapar a quien hizo esto. Esta completamente a salvo con nosotros, ya no ha de preocuparse por nada - 

Busco a mi al rededor alguna jarra o recipiente con agua y cuando lo encuentro me levanto y le preparo un vaso para ella, que le acerco y coloco en su mano. 

- Beba, le ayudará - Cuando acepta el vaso busco en el bolsillo interior de mi cazadora y saco de su interior una vieja petaca plateada, bastante desgastada y con una inscripción ya borrada por el paso del tiempo, tan solo quedando visible los restos del relieve de alguna letra. Miro a Maryse y sonrío ofreciéndole la petaca - ¿Prefiere esto?

Cuando creo que ya puedo haberla tranquilizado un poco prosigo tras dar un sorbo de whisky.

- Verá, creo que podría ayudarnos. Necesito que recuerde y nos diga lo que sepa de Germaine - guardo silencio y la miro, esperando algún tipo de gesto por su parte - ¿Así era como se hacía llamar ella verdad? ¿Era asidua a esa habitación?, Dígame Maryse, ¿Sabe quien era, o podría describir a la persona que acompañaba esta noche a la señorita Germaine? - 

Hablo calmado, dejando unos segundos tras cada pregunta para que la mujer pueda asimilarlas y no se sienta atosigada...

Sigo el paso de mi compañero y me sitúo a su lado cuando nos acercamos a la buena señora.

Abro la chaqueta y del bolsillo interior saco un paquete de pañuelos de papel y le tiendo uno - tome, me llamo Carley - le indico mientras acompaño las palabras con una afectuosa sonrisa, me recuerda a mi madre esta pobre mujer.

Balmaseda conduce el interrogatorio, así que le dejo hacer. Cuando saca la petaca y bebe un trago no puedo evitar removerme en mi sitio algo nerviosa y miro alrededor, parece que su fama no es del todo inmerecida.

Está siendo el peor día en la vida de esta mujer, veo que mi compañero está tratando de consolarla así que procuro ayudar, señalo hacia los policías presentes - todos los compañeros que están aquí la ayudarán a seguir adelante, el cuerpo policial está para servir al ciudadano. ¿Qué puede decirnos del agente que dormía contiguo a la habitación de la señorita Germaine? ¿Vino alguna vez acompañado? ¿Ha habido alguien que haya alquilado alguna habitación solamente para esta noche pasada? ¿Podría buscar en su archivo histórico si aparece alguno de estos nombres: Clive Ellis, Stephen Simmons o Arthur Cline? ¿Le suena algún bar o sitio de copas cercano llamado Aklo? -

La señora Morris cogió el vaso de agua y sonrió, quizá un tanto forzadamente, al agente Balmaceda. Al mismo tiempo movía su mano izquierda rechazando airadamente la petaca de José.

—Gracias hijo —contestó antes de dar un buen trago al vaso—. Es la primera vez que veo un... bueno ya saben, un asesinato; no se como lo llaman ustedes.

La mujer tomó algo de aire y procedió a contestar las preguntas.

—¿Germaine? Ah, así se llamaba la muchacha, es cierto. Llevaba aquí poco más de un mes, me pagaba todos los días, en monedas muchas veces. Creo que tenía un serio problema con las drogas —tomó otro largo sorbo de agua—. Creo que no tenía novio, si es a eso a lo que se refiere. Nunca trajo nadie a su habitación... por lo menos yo nunca la he visto traer a nadie. Pobre muchacha. ¿Qué lunático es capaz de hacerle eso a una muchacha tan joven?

Tras las preguntas de Carley la mujer señaló encima del mostrador.

—Oh, es verdad, un agente se llevó el libro de registro cielo. No recuerdo todos los clientes de mi pensión. En cuanto lo bajen puede comprobar lo que desee en él.

Cuando Jalabert citó a Aldo Sax la señora Morris abrió los ojos, quizá sorprendida.

—¿Era policía? —inquirió—. Vaya, no tenía ni idea. Me dijo que estaba de paso por aquí y que necesitaba pasar alguna noche. Si no me dicen que es policía hubiera pensado que él era el asesino —se estremeció—. Alquiló la habitación y ha desaparecido sin pagar. Sabiendo que es policía me quedo más tranquila, supongo que habrá tenido algo que hacer y por eso no ha vuelto a venir por aquí.

La mujer se quedó pensando unos instantes.

—La verdad es que era un hombre bastante solitario... pero tampoco le llegué a conocer mucho, solo pasó una noche en su habitación. Él solo, ciertamente.

Se encogió de hombros cuando Jalabert le hizo la pregunta sobre aquel bar.

—Hace mucho tiempo que no voy a ningún bar, cielo. Salvo ese de la esquina —dijo señalando en la dirección al bar que Balmaceda había visto desde la ventana— y ese otro que abrieron hace poco más de un año en la vieja iglesia no conozco más. Pero no, Aklo no me suena. El de la iglesia tiene un nombre raro pero estoy segura que no es Aklo. Va gente muy rara allí, ¿sabe? Jóvenes con el pelo de punta y mal aspecto. No me gusta pasar por ahí por la noche. Esta lleno de gentuza.

La mujer se tapó la boca después del exabrupto.

—Discúlpenme queridos, no está bien decir eso. Espero que encuentren al asesino. Tengo miedo, ¿saben? ¡Quién sabe quien pudiera ser la próxima victima!

Según avanzaba la conversación la señora Morris se iba tranquilizando, sobre todo cuando Jalabert confirmó que Sax (o Saxon como le conocía la señora Morris) era un agente de policía o del FBI. Eso la tranquilizó bastante.

A Jalabert la mujer le parecía asustada. Había visto más de una vez mujeres así en su carrera. La señora Morris quizá pensara que podría ser la siguiente.

Parecía sincera en sus respuestas. Se mostraba colaboradora y a Carley le parecía que Maryse estaba tratando de ayudar.

Las palabras de la buena señora parecían sinceras, al menos no realizaba ningún gesto que delataran lo contrario según los estudios psicológicos. Lo cual me dio bastante que pensar cuando dijo que nadie visitó a la chica y que el agente le parecía el asesino, intercambié una mirada con mi compañero arqueando ligeramente las cejas.

- Sí, seguramente estará siguiendo una pista - era bastante improbable, en tal caso habría dejado algún mensaje a alguien, pero esta mujer no necesitaba saberlo.

No podía olvidarme de esta pensión que lo que menos necesitaba era clientes que no pagaban, así que para tratar de tranquilizarla más le dije - En cuanto a la habitación, no se preocupe, dentro de un rato vendrán mis compañeros de administración, se harán cargo de la cuenta... una vez estén bien revisadas las habitaciones, ya sabe, forenses y cosas así. -

Al bar de la esquina íbamos a acudir sin duda, mi compañero lo quería - la iglesia, ¿eh? En algún momento deberemos pasar sin duda, gracias por la información. -

Antes de levantarme, abro otra vez la chaqueta, saco mi billetera y de uno de los bolsillos saco una tarjeta con el membrete del FBI para dársela a la señora Norris - tome, si se acuerda de algo más no dude en llamarme, sea cuando sea. -

Una vez de pie le digo a Balmaceda - mientras acabas voy a revisar los nombres en el libro de registro. - Antes de revisar saco mi smartphone del bolsillo y tecleo en Google la palabra Aklo, aunque no tuvieran web seguro que tendría una crítica en Tripadvisor, y juzgando por como es el barrio, no sería positiva.

Escucho con atención a la señora Morris cuando va respondiendo las preguntas. Cuando dice que la primera impresión era que Sax podría ser el asesino noto como Jalabert desvía su mirada hacia mi unos segundos, y siento como se me eriza la espalda. Doy otro trago de la petaca y me levanto de la silla, tratando de sacar de mi cabeza aquella posibilidad. 

Suspiro mirando a la puerta de entrada y guardo la petaca en el bolsillo interior de la cazadora. Vuelvo con Maryse, mientras mi compañera va a revisar el libro... yo solo me fijé en que Sax llevaba tres días y que la víctima era alguien habitual. 

- Muchas gracias por su colaboración querida. Nos ha ayudado mucho, de verdad. - Digo sonriendo - Ahora creo que debería descansar un poco, nosotros nos hacemos cargo, no se preocupe... le atraparemos. -

Sin más abro la puerta de la pensión y salgo a la calle a esperar a Jalabert mientras me fumo un cigarro. La mañana es soleada y mis ojos se resienten como si tuviera una resaca de mil demonios. Las gafas de sol ayudan, enciendo un cigarro y contemplo los coches aparcados en la pequeña zona habilitada para ello. Entonces se me ocurre algo... Si Aldo fue secuestrado su coche debería permanecer todavía por ahí. Vuelvo a entrar y me acerco de nuevo a la señora Morris.

- Disculpe, una última pregunta. El agente Sax llevaba aquí tres días, ¿Podría decirme algo acerca de su coche? ¿Es alguno de los de ahí fuera?

En caso de que no sepa decirme, llamaría a la central para saber si usaba coche personal o uno de la agencia, en el último caso tendrían registrada hasta la matrícula, si era personal costaría algo más, pero al menos seguro debería tener.

En unos instantes el terminal ofreció los primeros resultados. La mayoría de ellos describían Aklo como una lengua artificial citada principalmente en las obras de Los Mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft. También se hacía referencia, principalmente en imágenes, a un rapero japonés.

La atención de Carley se centró momentos después en el libro de registro. No había ninguna referencia a aquellos nombres en ese libro.