Partida Rol por web

Amanece en Summerville.

Con diferencia, uno de los pueblos más tranquilos de todo el país. Los niños van solo a los colegios y los vehículos raras veces superan el límite de velocidad. Ni siquiera los más ancianos recuerdan cuándo fue la última vez que se produjo un crimen ni tampoco en qué consistió.

De hecho, para todos vosotros es incluso "demasiado tranquilo" porque nunca pasa nada. El toque de queda para los jóvenes es a las diez de la noche y es extraño que alguien se lo salte aunque sea para acompañar a una novia a su casa, porque no hay ningún peligro en las calles.

Hoy, como cada lunes, es el momento de ir al instituto, en donde se desarrolla la mayor parte de vuestra vida. Estudios, profesores, competición por ver quién es el mejor atleta, la mejor animadora, el que saca más nota o el que hace la mejor redacción, al menos, en la superficie, porque como en todas partes, hay mucho más de lo que se ve.

El sueño parecía... tan real. Todavía puedes oler el vapor que te rodeaba y sentir la presencia de tu padre con aquellas cuchillas, y ese hombre... con el rostro quemado. ¿De dónde coño ha salido, si puede saberse? Qué tu sepas, no lo conoces, pero está claro que tu imaginación es desbordante.

Al final, solo estás sudando y te sientes cansada, como si hubieses estado corriendo de verdad y no en un maldito sueño, o una pesadilla, más bien.

Esas cuchillas... ese extraño sujeto....

Con su recuerdo aún latente en la cabeza, te pones en pie para enfrentarte a una nueva mañana.

Esa maldita pelota te había mordido. ¡Una pelota!

Seguramente por eso te despertaste gritando como un desalmado, sin entenderlo del todo. Pero estabas en tu casa, en tu dormitorio, con tus revistas porno inteligentemente guardadas bajo el colchón y un loro enorme en el suelo, al lado de la mesita.

Eso sí, la pierna te dolía un montonazo y al mirarla, viste que tenía las marcas de mordiscos. Pero qué...

¿Cómo era posible eso? No, no, la pelota te había mordido en una pesadilla, pero no podía ser que ahora tuvieses la misma herida. Te la habrías hecho tú, seguro.

Pero te sentías inquieto. Tenías que ir a clase, ver a tus colegas y sobre todo, pasar de todo, para poder ir a buscar a tu piba. Eso era lo primero una vez salieses de casa.

Así que al lío.

Luego de aquella ducha que he necesitado más que cualquier cosa en mi vida, aunque los besos de Shawn los necesito más, decido bajar para degustar mi batido de frutas ya que es obvio que cuido de mi salud a pleno. Además como suele pasar a buscarme mi negro favorito, es normal que coja mi desayuno y salga caminando por la vereda, a sabiendas de que me espera a unas cuadras así podemos ir juntos al Instituto. 

Como es de costumbre, llevo una falda corta de esas con tablas de color negro y una camiseta holgada que revela mi abdomen plano de color blanco que dice en letras: SAD. El cabello está suelto porque sigue húmedo gracias a la ducha y odio con todo mi ser coger el secador para dejarlo perfecto. Eso se lo dejo a mis pares pijas que siempre tienen algún motivo para perder tiempo. Me agrada marcar tendencia, a mi manera, ser diferente incluso cuando tengo mi grupo de gente. 

Ya tras despedir a mis padres con un gesto de lo más normal, niego con la cabeza cuando me preguntan por el coche. Obviamente les digo que estoy a full con la actividad física así no sospechan. Entre el batido, los cereales y la caminata, no se pondrán pesaditos. Ya divertida emprendo la marcha por la acera, siempre con mi sensual andar de chica bonita. Miro para un lado, luego para el otro y sigo, buscando a Shawn. 

Ni quiero pensar en la pesadilla, necesito algo lindo para compensar y el batido no es suficiente. 

De detrás un arbusto Shawn surgió sigilosamente para pellizcar sorpresivamente el bonito trasero de Delilah.

-¡Ahí está mi bomboncito!-exclamó en tono divertido, para luego señalarse con el índice los carnosos labios, reclamando el primer beso del día.

Shawny disfrutaba especialmente aquel primer beso que solía tener sabor a batido de fresa. Así como la primera bocanada del aroma al perfume que solía ponerse su chica.

-¡Ven aquí que hoy estás para comerte, nena!-rugió ante el primer beso, amarrándola del trasero con las dos manos  y elevándola del suelo para plantarle otro beso.

-Como está hoy la chica de mis sueños?- al usar aquella palabra un escalofrío le recorrió el espinazo y acabó en la herida de su pierna, si bien se afanó por apartar aquel feo pensamiento de su cabeza.

-¿Sabes? tengo una sorpresita especial preparada solo para ti-dijo sin poder ocultar una sonrisa traviesa.

Muy tranquila a paso firme continúo caminando hasta que siento como me pellizca el trasero alguien, como acto reflejo me doy la vuelta bruscamente y tras ver que se trata de mi novio, aligero mucho el gesto mientras sonrío con picardía. - ¡Hey! Mi amor. - digo al correr rápido a sus brazos para devorar esa boca hermosa que tiene. Claramente y sin que me importe un cuerno quien nos mire, le permito que me coja del culo mientras estoy colgada de su cuello. - Hm, y tu también. Que rico beso, quiero más. - respondo al rozar mis labios con los suyos. 

- Bien amor, con ganas de verte... muchas. - dejo caer aquel detalle, en todos los dobles sentidos que se puedan imaginar. - Pues, me hablas de sorpresas. Sabes que esas cositas me gusta, además... He encontrado la forma para que duermas conmigo en casa, los viernes mis Padres salen a cenar. Te cuelas y ya sabes... que fluya. - propongo melosa, aún muy pegada a él. Me encanta mi moreno, es tan dulce, bohemio, que termina por enloquecerme con su personalidad tan especial. 

- Cuéntame mi amor. - termino por decir, ansiosa. Ya tironeando de su labio inferior con mis dientes. 

Alzando las cejas ante aquella noticia, la agarró por las axilas y la elevó nuevamente en el aire, girando sobre si mismo una vuelta entera, para luego volver a besarla pasionalmente para susurrarle luego al oido en tono malicioso -Nena, tú sabes que dormir será lo último que haremos...¿verdad?

A Shawn realmente le encantaba aquella muchacha. muchos de los chicos del barrio le solían chinchar al respecto de que estuviese con una blanquita. "píllate una hermana del barrio, tronco, eso si que es disfrutar" solían decirle. No tenían ni idea.

-¿Y que haremos si un día tu papi llega antes de tiempo y se encuentra a este negrata comiéndose al bomboncito de su hija? ¡Ese blanquito estirado intentará matarme! ¡Eso si no le da antes un infarto, claro!-empezó a reirse de su propio chiste haciendo exagerados aspavientos como si de un humorista de la tele se tratase.

-Para la sorpresa vas a tener que esperar, puesto que la tengo preparada en el callejón  de al lado de la cancha-un nuevo escalofrío le recorrió la espalda- A no ser que prefieras que, debido a esta terrible tormenta de nieve que nos está azotando, perdamos el rumbo a clase y nos tengamos que refugiar a medio camino, ¡tú ya me entiendes, nena!

Mientras caminaban, sin ningún pudor llevó su mano a la nalga de Delilah, agarrándola con fuerza, como queriendo demostrar a cualquiera con que se cruzasen que esa chica era SU chica y de nadie más.

Luego de girar junto a él con mis piernas apenas lejos del suelo, río traviesa ante su comentario. - Ya sabes, toda la noche. - respondo al acortar las distancias mientras nos besamos con total y fervorosa pasión, son besos que saben a muchas cosas: Sentimientos, sexo, amor. - Nada, mi padre no suele subir a mi habitación. Ellos hacen la suya, por regla mientras no les de problema, es suficiente. - respondo al mirarlo a los ojos. Tan bonito mi moreno, cálido, entusiasta, divertido. 

Ante la idea de esperar, hago morritos. Quiero verla ahora, me apetece mucho. - Faltamos a clase, soy una alumna ejemplar, nadie lo notará. -  digo totalmente segura, eran cuatro horas solos, dando rienda suelta a todo. Ni lo pienso, está claro que quiero aquello ahora mismo. - Pues, vamos amor. - respondo y asiento, ya caminando con la mano de mi chico bien plantada en el trasero. Estoy acostumbrada a ello y me encanta. - Vamos a refugiarnos, mucho. Además, así conoces el conjunto nuevo que he comprado. - incito sonriendo, cuando al deslizar un dedo por la cintura de la falda, le revelo la tira de la braguita. 

La pesadilla había sido más real que la vida misma. Per no era Per, aquel lugar no era el que yo esperaba y sin duda, aquel hombre resultaba amenazador. Todavía temblabas cuando entraste en la ducha, y no era porque el agua estuviese fría.

Al menos, eso sí, parecía que todo volvía a la normalidad.

Un día de instituto de lo más rutinario, con clases rutinarias y sin duda, problemas cotidianos, como sufrir las malas miradas de algunos y la indiferencia de la mayoría.

Pero esa era tu rutina.

-¡Nena, controla esas compañías con las que vas, que te están volviendo una delincuente juvenil!- dijo en un fingido y exagerado tono de reproche.

Lo cierto es que aquel día la intención inicial de DeShawn era la de asistir a clase, pero entre que su convicción en ese aspecto era más bien floja y que la oferta de Delilah era irrechazable, poco le costó cambiar sus planes.

De forma teatral, levantó unos centímetros la falda de su novia, simulando el tratar de mirar bajo ella

-¡Demonios, nena! ¡No me digas eso, que ahora no se si podré esperarme a llegar!-bromeó de forma dramática.

La mano de Shawny abandonó la nalga de Delilah únicamente para rodearla con su brazo por encima de los hombros y así pegarla a él mientras caminaban. Ir con su chica por la calle le hacía sentir invencible, como si el resto de problema o dificultades fueses nimiedades que no merecían ni un ápice de su atención.

Disfrutando del paeso, que se iba intercalando entre algunos húmedos besos y , por ahora, pequeños magreos inofensivos, Shawny fue dirigiendo a su novia hacia la pequeña zona industrial del pueblo. Pese a que el camino más corto era cruzando por la cancha de baloncesto callejero, por algún motivo el muchacho decidió hacer un pequeño rodeo, dando a parar a los callejones traseros que había entre las naves industriales y almacenes. 

Justo antes de girar en uno de los callejones, DeShawn tapó los ojos de Delilah con sus grandes manos. -Ya estamos, no mires o estropearás las sorpresa- le susurró al oído.

Tras ayudarla a avanzar a ciegas unos cuantos pasos, se detuvo.-¿Lista?

Al destaparle los ojos, Delilah se encontró frente a una pared de ladrillo de uno de los callejones adornada con un grafitti que se notaba recién hecho puesto que la pintura estaba limpia y brillante sobre los arcillosos adoquines.

-¿Que te parece, nena? lo he hecho para ti-dijo orgulloso, poniendo los brazos en jarra.- Lo habría puesto en una calle más concurrida, pero en esta ciudad de mojigatos, la brigada municipal lo habría borrado en cuestión de horas...