Partida Rol por web

El horror de ver aquella cabeza volando hacia DeShawn lo paralizó durante unos instantes y solo al final, fue capaz de moverse y esquivarla. La cabeza pasó justo por su lado, cayó al suelo, rodó durante unos metros y después, desapareció en la oscuridad. No fue lo que se dice una visión agradable porque los ojos de la mujer estuvieron mirando fijamente al colega durante todo su viaje y cuando empezó a rebotar por el suelo, la sangre se expandió por todas partes, manchando suelo y paredes.

Pero finalmente, todo quedó nuevamente en calma y DeShawn pudo ver como Ed se acercaba a Freddy como si fuese un colega de toda la vida, y también como en su mano crecía un guante parecido al suyo.

Freddy miró soprendido a Ed, y sobre todo a su mano, que se había transformado como por arte de magia en una igual a la suya.

-Muy bieeeeen, chico. Así que eres de los míos, ¿eh? Me gusta -comentó, con inesperado placer, mirando y dejando que la última sílaba se alargase en el tiempo, mientras miraba de reojo a DeShawn. Lentamente, acarició los nuevos dedos de Ed y cerró los ojos en un cuasi orgasmo -. Uuuh, delicioso. Sin duda tenemos que estrenarla. ¿Qué tal si.... ?

Freddy no terminó la frase, sino que inclinó la cabeza repetidamente hacia DeShawn, que contemplaba la escena incrédulo. 

-A por él, tigre -le dijo finalmente a Ed, echándose a reír fantasmagóricamente -. Si lo coges, es todo para mí. ¡Venga, Lawrencito, ven con papá!

La cabeza de mi madre ya era lo de menos. Sabía donde estaba y que no era real, no más que yo y lo que estaba descubriendo que podía hacer. No era más que un maldito sueño y en él tenía dos cosas: la primera poder... la segunda, podía hacer lo que en mi interior ansiaba sin temer nada.

Podía cortar cuellos, destripar cuerpos y hacer sufrir a mis víctimas sin temor a ser descubierto, porque no era más que un sueño... Y hacía tanto tiempo que quería dejar de lado a los animales del bosque y empezar con personas... Gaspar solo había sido el primero y ahora tenía un mentor, sin duda salido de lo más hondo de mi oscura alma, dispuesto a ayudarme a conseguir mi propósito.

Mis ojos brillaron al tiempo que miraba a DeShawn. No tenía nada contra suyo, así que en la realidad, esto no ocurriría... pero un sueño... y tan fácil. Una macabra sonrisa se dibujó en mi rostro y miré el guante en mi mano. Las cuchillas brillaban con intensidad y deseaba verlas tornadas con la roja sangre de mi presa.

- Será un placer. - Susurré a mi acompañante, a mi mentor, a mi pasajero oscuro, comenzando a caminar con decisión hacia el sorprendido DeShawn. - Vamos, juguemos... no te dolerá demasiado... - Le dije con voz amenazante mientras que mis pasos me acercaban cada vez más a él.

Y mi mano se alzó, mientras mis dedos se movían haciendo que las cuchillas cobrasen vida.

Si había algo que me gustaba ver en aquellos pobres animales, era el terror y el sufrimiento en sus miradas. Con Gaspar no pude disfrutar de aquello. Fue todo más rápido, más... esporádico. Pero DeShawn...

DeShawn sería el primero de verdad... estaba deseando escucharle rogar y suplicar por su vida.

Era un jodido sueño.

Pero lo iba a disfrutar como si fuese real.

Por algún motivo, el tener delante y haciéndole frente una cara conocida y palpable logró calmar en cierto modo las emociones de DeShawn

El rostro asustado del afroamericano pareció ir derivando hacia el enfado. Sus cejas elevadas por la sorpresa se angularon frunciendo el ceño y sus carnosos labios dejaron de temblar al convertirse en un reflejo del enojo que empezaba a sentir por toda aquella situación.

-¡No!- acabó por gritar, irguiendo su larga figura que hasta aquel momento se había mantenido encorvada.

Empezó a bufar como si de un toro enfadado se tratase, mirando directamente hacia Edward, quién se acercaba amenazante hacia él.

-¿A ti que cojones te pasa, tío?-gritó en tono recriminatorio llevándose instintívamente la mano a su espalda, a la altura de la cintura en busca de aquella vetusta Makarok del 9x19mm que había comprado a "Jhonny D Monkey" cuando le aceptaron en la banda y que se había acostumbrado a llevar oculta en los pantalones cuando estaba de trapicheos, aconsejado por los más veteranos.

-¿Voy a tener que meterte plomo en la puta cabeza o que coño te pasa?-chilló junto a varios espumarajos.

-¿Acaso estás con ese... puto escroto parlante?-le costó un instante encontrar las palabras para referirse a Freddy, pero la adrenalina le ayudó a seleccionar las más hirientes que pudo encontrar.

No era un sueño, o si lo era era una mierda el no poder despertar.

Tan solo sabía que la cabeza me daba vueltas por no poder darle una explicación lógica a todo esto. Me metí en ela gua del baño, quitándome la ropa y acurrucándome dentro de la bañera. Lo bueno de estar allí, era que mis lágrimas se confundían con el agua del baño.

Mi vientre sangrante, a pesar de no hacerlo mucho, empezó a teñir de rojo el agua, dando a ese baño un aspecto tétrico. Casi quería sumergirme por compleeto en ese agua y que al salir todo volviera a ser como antes. ¿Como antes? Se me ocurrió que lo mejor era hacer una visita a mi vecino.

Edward. Ese puto salido de mierda que se pajeaba hasta con el programa de "las chicas de Oro". pero era a quien tenía mas cerca. Después del vestirme iré a verle.

DeShawn no se esperaba nada de lo que estaba sucediendo, pero Ed lo tenía claro y el movimiento de su brazo fue más rápido que el de su colega sacando su arma. En aquella pesadilla que alguien se había ideado, parecía que Freddy le había dado el control a ese malnacido de Edward y que este disfrutaba como si estuviese en la puto Disneylandia.

DeShawn vio con horror como las hojas descendían sobre su brazo, que aún estaba estirándose con aquella arma que se había imaginado que tenía entre sus dedos, y también como las hojas cortaban la mano secamente, haciendo que el arma, con la mano aún aferrada a ella, incluso se contrajese, apretando el gatillo y disparando desde el suelo, mientras la sangre salía despedida desde la muñeca del joven, en todas direcciones, y un grito de horror, terrible, inigualable, sustituía a las risas de Freddy y del propio Ed.

El rostro de su compañero quedó envuelto en montones de salpicaduras de sangre, cuyo sabor solo era comparable al más dulce de los manjares, no porque en verdad estuviese bien, sino porque si aquello era un sueño, una pesadilla, o ambas cosas, matar se sentía como una auténtica bendición.

Sam salió de su casa, con lo calentita que estaba y lo bien que se sentía en ella, y se dirigió a la de Edward. Si el pajillero estaba con vida, tal y como creía, Dave se enteraría.

Cuando llegó, llamó y unos segundos más tarde, su madre le abría la puerta.

-Ah, hola cielo, cuánto tiempo sin verte. Pasa, pasa -te dijo, saludándote con cierto aura de tristeza y una sonrisa forzada. 

El interior de la casa estaba oscuro y en silencio, como si aquello fuese... un entierro. Samantha siguió a la madre de Ed hasta el salón y una vez en él, la mujer se volvió para mirarla.

-¿Te apetece tomar algo? ¿En qué puedo ayudarte, hija?

Claro que hace tiempo, desde que tu hijo se convirtió en un pringao.

Lo pensé casi por inercia. Y realmente, unos segundos después, me arrepentí de hacerlo, llegando a la conclusión de si realmente Ed Estaba muerto.

- No gracias, tengo que irme.. he.. quedado.- Asentí agradecida a la madre de Revok.- Es que he recordado que presté hace tiempo a Ed unas cosas... un libro. Me gustaría recuperarlo si puedo subir a su habitación. Si... le parece bien, claro.

¿Que pretendía con eso? Quizá información y comprobar si realmente estaba muerto. Por ejemplo, urgando entre sus cosas y buscando un diario o alguna mierda suya que me pudiera indicar que hacia ya mucho tiempo que no estaba allí.

- ¿Recuerda que pasó?- Dije como si se me hubiera olvidado  la receta de una tarta de manzana o algo así.- Ya sabe. Yo ya casi lo he olvidado pero hay veces que... me pregunto qué pasó.- Dije a la madre mientras entraba por al puerta, intentando sonsacar algún tipo de información al respecto.

Gaspar aún seguía confundido. Había dejado de discernir qué era real y qué no. Mientras esperaba a la ambulancia, algo más calmado, se había puesto a reflexionar sobre los últimos sucesos. ¿En verdad estaba todo dentro de su mente? Las sensaciones, los olores, los colores, el comportamiento de los demás, el dolor... todo parecía demasiado real para ser una ilusión, pero que se tratase de una ilusión era lo único que hacía sentido. «¿Estoy quedando loco?» se había preguntado a sí mismo mientras se miraba las palmas de las manos. «Estoy quedando loco» afirmó para sí mientras bajaba las manos.

La ambulancia llegó y un paramédico bajó de ella. Una vez lo había hecho pasar y dejádose revisar, el hombre le había preguntado algo que a él también le encantaría saber. Cuando había despertado estaba allí, sin más, exactamente en el mismo lugar en el que... —Edward —respondió casi sin pensarlo—, pero no el real, el de mi sueño... es un compañero de clase, yo... —Gaspar rio un poco, aunque hubiese reido por un rato más de no ser porque la herida le dolía como un diablo al hacerlo. Lo que estaba diciendo no tenía sentido—. Creo que he enloquecido, doc —le confesó, cabizbajo—. Este corte me lo hizo un conocido, durante un sueño que transcurría en el instituto. Parecía muy real. —Si él hubiese escuchado a alguien decirle aquello habría pensado lo mismo que pensaba ahora de sí: esta persona ha perdido la cabeza—. No... no sé discernir qué es real y qué no, doc —dijo finalmente dando unos pasos hacia atrás y dejándose caer sobre el sillón. Por supuesto, sintió otro punzón en la herida al hacerlo, y maldijo en silencio.

La madre de Ed asintió y te acompañó a su habitación sin decir nada. 

Cuando abrió la puerta, viste que su cuarto estaba impoluto, como si nada ni nadie hubiese dormido allí durante mucho tiempo. Para empezar, la cama estaba hecha, los libros, ordenados, toda su ropa, perfectamente recogida, y el ambiente no olía a calcetines usados o ropa sin lavar.

Era el olor de un lugar vacío pero cuidado con mucho esmero, como si se tratara de un mausoleo.

-A veces a mí también me gustaría olvidarlo, hija, y que cogieran a su asesino. Ignoro quien lo mató y por qué, y cuál fue la causa de que su cuerpo estuviese lleno de aquellos arañazos tan profundos, pero... no sé, quizás algún día logre comprenderlo. Puedes coger lo que necesites, pero no desordenes nada. Estaré abajo.

Lisa parecía a punto de echarse a llorar, así que pareció evidente que su retirada, no tenía nada que ver contigo sino con ella.  Finalmente te dejó a solas para que tú hicieras lo que quisieras, pero era evidente que Ed no estaba allí. No había estado allí desde hacía muchísimo tiempo.

Mientras te atendía, desinfectaba la herida y la examinaba, el paramédico te escuchaba con atención. Cuando le hablaste del sueño, se rió.

-No sé que decirte, chico. Este corte es muy real para mí, pero si lo dices....

Notaste unos pinchazos y al mirar hacia abajo, viste que había empezado a coserte la herida. En cuestión de segundos, había terminado.

-Te he puesto cinco puntos. Deberías ir mañana al hospital para que te hicieran una radiografía y volvieran a examinar la herida, y a la policía para denunciar a quien quiera que sea ese Edward.

El hombre se puso en pie.

-Si te molesta, tómate cualquier analgésico. Pero yo de ti, me lo tomaba en serio. Un poco más hacia el centro y estarías muerto.

Cuando desapareció, antes de que cerrases la puerta, otra persona apareció en la puerta. Era una mujer, menuda, de cierta edad, a la que no habías visto nunca.

-Hola. Eres... Gaspar, ¿verdad? Tú no me conoces, pero creo que deberíamos hablar. Estás en peligro. bueno, tú... y otros como tú, y no hay tiempo que perder.

Su voz sonaba realmente preocupada y había algo en ella que te dejaba claro que no estaba allí por casualidad y que sí que era importante. Teniendo en cuenta lo que te había sucedido, ya nada podía parecerte una locura.

Lo que no me esperaba era que aquel capullo sacase un arma de la nada. Estaba claro que esto de los sueños era más jodido de lo que pensaba. Pero sin riego no hay diversión y... era solo un sueño, ¿no?

A pesar del miedo que me generó ver aquella pistola en su poder, de ver que no se achantaba ante mí y el ansia y las ganas de ver su sangre verterse por el suelo, fueron suficiente para mí como para no parar. No había miedo en sus ojos, pero se lo sacaría... y si no se lo sacaba, le sacaría los ojos...

Pero lo que no podía imaginarme era que aquel guante, aquellas cuchillas, cortasen con tanta facilidad. Sentí como una de las hojas atravesó piel, carne y hueso y vi con sorpresa y agrado a la vez, como aquella mano, aún con vida, caía al suelo sesgada del cuerpo de DeShawn. - Creo que vas a tener que mejorar tu puntería. - Le dije con una macabra sonrisa en mi rostro, tras lo cual comencé a reír.

Di dos pasos hacia atrás, quería ver bien la escena. Disfrutar del momento y una sádica sonrisa, cargada de satisfacción se dibujó en mi ahora perturbado rostro. Sentía la sangre de DeShaw deslizarse por mi rostro, aún caliente y húmeda.

Entonces miré a al tipo de la cara quemada. - ¿Puto escroto parlante? ¿Vas a consentirle que te llame eso? - Le pregunté ladeando levemente la cabeza. - ¿O me vas a dejar que siga disfrutando con él? - Dije a continuación, mirando a DeShawn con la mirada casi ida. - Quizás deberíamos preguntarle a él. - Sonreí a aquel cabrón y miré al negro que sostenía su brazo con la mano sana.

Me acaba de pasar como a los perros de presa. Acababa de probar la sangre y quería más... necesitaba más... y allí podía disfrutar de ella sin temor. Al menos hasta que no fuese suficiente y me atreviese a dar el paso en el mundo real.

Pero eso era otra historia.

Caminé hacia DeShawn con la seguridad que me daba mi acción, el guante, su mano cercenada y la sangre que no dejaba de salir de su cuerpo. - ¿A quién prefieres de los dos, DeShawn? - Pregunté con tono amenazante disfrutando del miedo que empezaba a respirar frente a mí.

Nuevamente moví los dedos dentro del guante... estaba dispuesto a cortarle una oreja si no respondía a mi pregunta, luego la otra... hasta convertirle en un jodido puzzle de mil piezas.

Un asesino!

Cuando la madre de Edward se marchó, me senté abatida en la cama de Ed. Desde allí podía ver, si miraba a través de la ventana, mi propia casa. Mi cuarto. Si hubiera sido otro momento, incluso habría fruncido el ceño, pensando la cantidad de pajas que habrían caído en esa cama, a mi costa. A costa de mirarme a través de la ventana.

También esperaba no haber tenido algún descuido, por mi parte. Glups!

Tanteé la cama, su almohadón, incluso miré debajo de la cama y en el escritorio de su mesa. Buscaba un diario. Ed era un friki, pero no era tonto. Y eso me impulsaba a descubrir algo, que hubiera escrito, para dejar constancia de su asesino.

Cuchilladas. ¿Así murió? ¿Soñaría Ed con aquel tipo de mis sueños? ¿Habría sido él y por eso yo soñaba con ese engendró, a modo de recuerdos reprimidos?

Me estaba costando asimilarlo. Quizá estuviera loca, o traumatizada, pero no entendía como algo tan importante, la muerte de mis amigos, se me había podido olvidar.

Decidí que debía irme de allí. Quizá al cementerio a ver si viendo las tumbas de ellos me refrescaban la memoria, hasta que caí en una cosa.

Mi padre. era policía. Quizá él me aclarase algo de las muertes, con sus informes policiales.

El paramédico insistía en que la herida era real, y tanto el dolor que sentía debido la misma como el de los pinchazos de los puntos parecían querer estamparle en la cara la certeza de que todo aquello era muy real. Gaspar asintió en silencio. Había llegado a la conclusión de que el ahora, el presente era real, pues no sentía esa sensación nebulosa que había sentido en aquel primer sueño y en su reciente y desafortunado encuentro con Revok en un lugar que parecía ser el instituto.

Siguiendo las instrucciones del hombre, que se encontraba en la sala terminando de guardar agujas, desinfectantes y otros instrumentos característicos de los médicos, Gaspar se dirigió nuevamente al baño y del botiquín sacó un paquete de aspirinas, llenó un vaso con agua del grifo y tragó pastilla y agua a la vez. Luego de haber vuelto a la sala y abierto la puerta al paramédico, una señora que a saber de dónde había salido lo tomó por sorpresa. Luego de su extraña presentación, Gaspar se quedó mirándola por unos segundos con el ceño fruncido, intentando hallarle alguna clase de sentido a... a algo, pero nada parecía tenerlo.

—Yo... —titubeó—. Sí, como sea —dijo abriendo la puerta mientras cerraba los ojos y negaba con la cabeza. Nunca antes había dejado pasar a un completo desconocido a casa como si nada, y mucho menos en mitad de la noche, pero no podría pegar un ojo en toda la noche si le cerraba la puerta en la cara a alguien que decía saber qué era lo que le estaba sucediendo, pues los pensamientos incesantes de "¿Y si en verdad podía ayudarme?" lo atormentarían con seguridad. Si la anciana resultaba ser alguien como él -una loca-, una ladrona o algo similar, confiaba en que podía echarla a patadas. Aunque con aquella herida... Bah, daba igual—. Uhm... ¿quieres pasar? —le preguntó finalmente, no del todo convencido de esa idea.

La mujer te miró de arriba a abajo y reparó en tu herida sin demasiada dificultades.

-No hay tiempo. Debemos reunir a los demás si queremos salvaros a todos. Será mejor que me sigas, deprisa.

La mujer se volvió para irse, pero al ver que dudas, volvió a acercarse a ti.

-Esos sueños que estás teniendo, acabarán contigo de una forma u otra. Lo único que podemos hacer es acabar con Fred antes de que él acabe con vosotros. Ahora sígueme. Debemos ir a buscar a los demás.