Partida Rol por web

Entramos en casa.

Hasta tarde no volvería mi madre de la farmacia y mi padre... bueno, mi padre tenía un horario complejo, y a que era el jefe de policía. Era significaba que teníamos un rato para estar solos antes de que nadie nos molestara. Tampoco mucho, pero prefería que el cabreo se le pasara dentro de casa y no fuera, cerca de la casa de Ed. No fuera que éste saliera de pronto y se avecinara una paliza por.. cualquier cosa. Mirarme, por ejemplo.

Una vez cerré la puerta y subimos a mi cuarto el se tumbó en la cama, como siempre solía hacer, acomodándose como si fuera su casa. Yo tiré a un lado la mochila y colgué la chupa detrás de la puerta.

- Has dicho... ¿que están muertos?- dije extrañada mientras me sentaba en el borde de la cama a su lado.- Mis compañeros de clase muertos? - Mi mirada le penetró, extrañada - ¿Que te has fumado, Dave? Acabo de estar con ellos en clase, ¿sabes?

A medida que caminaba sin avanzar empezó a acelerar el ritmo, pasando de estar caminando dubitativamente a correr desesperadamente, tratando de ganarle algún metro a aquel maldito pasillo.

Con los ojos buscaba en las taquillas algo que le indicase que estaba avanzando. Alguna taquilla diferenciada del resto o cualquier señal que le pudiese sacar de aquel horrible bucle.

Dave no te prestó demasiada atención a lo que decías. Se fue derecho hacia la cocina, en concreto, hacia la nevera, para agarrar una cerveza.

-Tía, no sé lo que te pasa hoy. Claro que están muertos. Si fuimos juntos al funeral. No sé que has estado fumando, pero te está dañando el cerebro. Me recuerdas al negro ese que fumaba en todas partes con sus colegas.

Se bebió la cerveza del tirón. Después, aplastó la lata y la lanzó a la papelera en un tiro parabólico perfecto, y finalmente, se echó sobre el sofá, saltando por el respaldo.

-¿Te vienes? Creo que sé lo que necesitas.

Rei extrañada haciendo rodar los ojos.

- Nah! Deja de vacilarme, Dave- dije dándole un manotazo en el hombro.

Y es que lo que decía era imposible. Seguro que era una broma de las suyas. Asi que me senté sobre sus piernas, de frente a él.

-¿Ah, si?¿Sabes lo que necesito? Lo primero que dejes te tomarme el pelo con mis compañeros muertos. He estado todo el día en clase con ellos. ¿Es una manera nueva de decirme que te pone que lo hagamos en un cementerio o algo así?- Rei seguido de darle un beso dejando caer mi pelo sobre su cara.- ¿Sobre la tumba de Ed o algo así?¿Ummm?

La sensación general era que aquel lugar estaba vacío, pero algo te decía que no era así. Podías oír sonidos rebotando en el pasillo, como si hubiese un eco mal formado, pero no eras capaz de identificar ni las palabras, ni tampoco quién o qué estaba produciéndolo.

Pero cada vez lo oías más cerca, más y más cerca. 

Finalmente, no supiste muy bien cómo, llegaste al final del pasillo, giraste en la esquina y de repente, chocaste contra un muro de cristal o vidrio transparente, que si bien no te supuso ningún daño, no te permitía continuar avanzando.

Además, al mirar qué era lo que te esperaba delante, viste a Gaspar y Ed, que estaban allí, hablando, pero no podías escucharles. Parecían estar diciendo algo, pero era como si el cristal estuviese amortiguando el sonido. Por otro lado, tampoco es que diesen la impresión de verte.

Pero Dave pareció molestarse. Si había algo que no le gustaba era que lo consideraran un idiota, y al hablarle así, solo conseguiste que se sintiera de esa manera.

-Oye, tía. Te digo que no te estoy tomando el pelo. Edward está muerto; el fumata ese también. Y la profesora; y un puñado de gente. Hay un asesino por todas partes y nadie lo ha podido atrapar todavía.

Entonces te dio un pequeño empujón y se levantó del sofá.

-Y paso de cementerios. Ya sabes que ese rollo no me va.

Finalmente, se puso en pie, como si estuviese dispuesto a marcharse.

-Será mejor que vaya. Cuando estés mejor de la azotea me llamas.

Dave se dio la vuelta y salió de casa, dejándote a solas con la confusión de que no entendías nada y parecía que hubieras estado viviendo en una burbuja.

Es todo demasiado extraño, no comprendo lo que sucede y al llegar a mi casa, esto no cambia en absoluto. Me pregunto si habrá alguien. - ¿Padre? - digo en un tono raro, dejando las llaves sobre la encimera mientras coloco a su lado la mochila. 

Comienzo a recorrer la casa, primero voy a la habitación de mis padres y después a la mía, los llamo por el móvil inclusive en medio de toda la búsqueda ya que me resulta raro por la hora que aquello esté pasando. Y mientras espero que alguien conteste mi llamada, abro puertas, reviso y salgo, así todo el santo tiempo. 

Hasta que caigo en la cuenta de que no ví a mi madre. - Hola... ¿Papá dónde está? - pregunto al acercarme, me sentía fatal por haberla pasado desapercibida, aunque ella parece muy ajena, ausente. ¿Que estará pasando?

Sophia oyó tu voz y eso fue lo que la sacó de permanecer mirando a través de la ventana durante más tiempo. A su marido le encantaba la vista que se veía a través de ella, pero en aquel instante, solo había oscuridad.

-¿Eh? Ah, eres tú. Hola, hija -te dijo, retirándose las lágrimas con una mano. Pero cuando te oyó preguntando por él... se quedó como bloqueada -. ¿Cómo dices, hija? ¿Dónde va a estar?

Tu madre se puso en pie, se dirigió hacia uno de los muebles de la cocina y sacó un par de platos, como si fuese a preparar la cena.

-Tu padre está en el mismo sitio que siempre desde que murió. En el mueble del salón -te dijo. 

Entonces pudiste ver la urna de cenizas que había justo en el mueble, al lado de una foto suya.

-Pero que cojones... ¡Tíos!-gritó golpeando con ambos puños el cristal, tratando de llamar su atención.

El agobio empezaba a convertirse en un dolor punzante en la boca del estómago. Tenía la boca conpletamente seca y empezaba a notarse empapado de su propio sudor.

Con premura buscó por el pasillo, agarrando el extintor más cercano para tratar de romper el cristal o, al menos, llamar la atencion de los que se encontraban más allá

-¡Aquí!- chilló con todas sus fuerzas

—Herida seguro, asustada también, pero bien... Bueno, supongo que depende de cómo definas bien —respondió de forma casi automática, mirando a un lado y ladeando un poco la cabeza—. Y uhm... ¿sobre tu madre? —Gaspar no había escuchado nada nuevo sobre aquella mujer—. No escuché nada en especial, ¿por qué preguntas?, ¿le pasó algo? —Esperó unos instantes antes de continuar—. Sobre la profesora lo mismo que tú; que la encontraron en su casa, despedazada a sangre fría por algún psicópata. —Gaspar respiró hondo. Aquella era la primera vez que oía sobre un asesinato así en la ciudad en la que vivía; era algo escalofriante si se ponía a relfexionar friamente sobre ello, el hecho de que hubiese alguien así rondando por la ciudad, libre. Edward lo sacó rápidamente de aquellos pensamientos con su última pregunta. Ya qué; era plenamente consciente de que estaba en un sueño, alucinando o quién sabe qué, y se preguntaba cómo reaccionaría el Edward de su sueño cuando le hiciese saber que no existía. Normalmente los sueños no te daban la posibilidad de romper la cuarta parted, por decirlo de alguna forma—. En realidad... esto es un sueño, o quizás una alucinación. Tú no... no eres real —le explicó con una media sonrisa, previendo que el chico no entendiese de qué le estaba hablando.

Me quedé tan sumamente agilipollada que no pude decir ni una sola palabra al marcharse Dave. Eso y con un leve calentón que iba a tener que apaciguar con un baño.

Suspiré, levantándome de la cama y mirando por la ventana como Dave se marchaba con su chopper. ¿Podría ser verdad? No... Esta mañana estuve con la gente en clase y ese ....ese profesor nuevo. Ese profesor que se parecía al tio de las cuchillas en las manos.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo al pensar en ello.

Justo cuando se fue, me encontré a mi misma mirando por la ventana. y justo al otro lado la casa de Ed. ¿Muerto Ed? Ni de coña. Cerré las cortinas con un bufido y empecé a coger las cosas para poder darme una ducha, incluido el movil. Me dolía la cabeza, así que un poco de agua no me vendría mal. dejé las cosas en el baño de mi habitación y empecé a desnudarme poco a poco frente al espejo, mientras oía el agua del baño correr.

- Soy una idiota! Es imposible!- pensé mientras recogí el móvil y lo miraba como algo extraño. Es tuve un rato pensativa hasta que al final marqué el número del teléfono de Delilah.- Vamos, cógelo, idiota...-

Estuviste un buen rato intentando llamar, pero Delilah no cogía el teléfono. Siempre podía ser que no hubiese nadie en casa. Cogiste el pesado teléfono y empezaste a caminar, sin alejarte demasiado de la mesita en donde estaba, puesto que el cable no daba para mucho.

Finalmente, tras varios intentos, una voz de mujer habló a través del aparato.

-¿Sí, quién es?

No era Delilah, de eso estabas segura. Se trataba de una mujer mayor, quizás su madre. Desde luego, a ella podrías preguntarle y aclarar aquel pequeño lío que el tonto de Dave te había creado.

Escuché las palabras de Gaspar, alegrándome porque Sam estuviese viva, herida pero viva. Encontes aquello de que había muerto hacía un año era todo mentira... como yo pensaba. - Creo que está... - No, no lo está. Era un sueño... una pesadilla más bien. Sam no murió hace un año como quisieron hacerme ver y madre vive... - ... bien... da igual... - Le respondí desconcertado con respecto a mi madre.

Mantenía mis manos en los bolsillos de mi chupa de cuero mientras escuchaba lo mismo que había vivido en clase aquel día. ¿Qué me estaba pasando? - Vamos a ver... salí de clase, me pasó lo de Alex en el pasillo con Sandy y Sam de por medio... me fuí a casa y me puse un rato la tele y allí... casi me duermo... eso explicaría que todo lo que ocurrió a continuación no fuese nada más que un sueño pero... ¿qué demonios hago en el instituto?

Alterado, mi corazón bombeó con fuerza y sentía que mi cabeza me iba a estallar. No era capaz de discernir lo que era real y lo que no y eso me estaba empezando a asustar. Tanta fue mi angustia que de pronto sentí en mi mano el frío metal de algo que conocía a la perfección. Algo que no debía estar allí... algo que pocas veces sacaba de mi cuarto, pero no entendía porqué estaba ahí ahora...

Miré al suelo pensando en ello, al tiempo que don perfecto me decía que yo no era real. - ¿Pero qué coj...? ¿Se había fumado algo? No... era don perfecto. Él no hacía esas cosas... - Por otra parte, podía ser un sueño como él decía... aunque eso me llevase al punto de que mi madre estaba muerta y que yo era el principal sospechoso y el único detenido.

El dolor y la rabia se apoderaron de mí y en mi mirada se reflejó todo el odio que sentía en aquel momento por lo que me había pasado... o soñado o... quizás solo fuese locura, pero daba igual... ya daba igual. - Si esto es un sueño, no podré hacerte daño. - Le dije cargado de aquel odio irracional al tiempo que sacaba la navaja de mi bolsillo.

El metal resplandeció bajo las luces del pasillo mientras que mi brazo se movía con velocidad hacia el abdomen de don perfecto. Si yo no era real, si aquello era un sueño, si la realidad era que estaba en aquel  momento esposado en la sala de interrogatorios de la oficina del sheriff con mi cuerpo cubierto por la sangre de mi madre, quedaría desvelado en cuanto la navaja le pinchase. - Si es un sueño, no te dolerá...

Al otro lado del auricular la madre de mi amiga con derecho a roce.

Y tras escuchar su voz, no estaba ya tan segura de mi misma. Pero aún así... ¿es que había estado viviendo en una nube?

- Hola, señora... Michels. Son Samantha Carrigan- Joer, un poco mas y no recordaba ni su apellido.- Em... preguntaba por Delh. ¿Se podría poner al teléfono? Es una cosa de clase...

El baño ya estaba caliente. Esperaba aclara las cosas y darme esa mierda de baño que me iba a relajar de lo lindo.

Tu voz sonó insegura a través del teléfono, pero la madre de Del respondió con rapidez. Sin embargo, había algo en su voz, que con pudiste identificar. Al preguntarle por su hija, pareció confusa.

-¿M-mi hija? ¿Qué es esto? Samantha Carrigan, ¿es que estás gastándome una broma de mal gusto? -dijo, notándosele cada vez más irritada -. Sabes muy bien que mi... pobre hija, está en el mismo sitio desde hace un año. En el cementerio. ¿P-por qué me preguntas por ella?

Después de aquello, oíste unos pocos sollozos y finalmente, colgó el teléfono, dejándote a ti todavía más confundida.

Mi Madre es quien me habla ofreciendo una respuesta que me deja helada, no sé cómo reaccionar y siento que en verdad estoy muy loca como para que de repente mi realidad esté patas para arriba. Esto no puede ser, la gente que quiero no está más y yo siento que vivo una vida paralela. No hay nada bien aquí, nada de nada. 

- ¿No sientes que está pasando algo raro? - pregunto pálida, sin poder evitarlo. - Es decir, he comenzado el día de una forma y de repente siento que me he trasladado a otra situación... Estoy enloqueciendo o algo. No sé Madre, esto está muy mal. ¿Me llevas al médico? - confieso mientras no sé que hacer, algo en mi cabeza debe estar muy mal como para no captar la realidad y vivir una que no existe. No sé, está sucediendo algo. 

Y mientras espero su respuesta, observo la foto de mi Padre y me quedo allí, sin comprender, sin saber que hacer o decir. Es demasiado raro, estoy perdiendo la cabeza. Es eso, no puede existir otra razón. Lo dudo. 

El cristal no solo parecía ahogar el sonido, sino que también daba la sensación de que no podían verte. Era como si de repente, estuvieras viendo una película y los protagonistas de la misma, obviamente, no fuesen conscientes de tu presencia, al otro lado de la pantalla. 

¿O sería al revés, y tú eras quien estaba dentro del televisor?

En cualquier caso, la escena prosiguió, y lo que parecía que era una simple conversación entre Gaspar y Ed, se transformó totalmente. Ed apretó los dientes; era como si odiara a todo el mundo pero en especial, a Gaspar, y entonces, justo en ese momento, viste algo que reflejaba la luz, en su mano.

Una navaja.

No sabías de dónde la había sacado, pero Ed la cogió con fuerza y se fue hacia Gaspar con la intención de clavársela.

Tu madre te miró sin comprender muy bien lo que estabas diciendo. De todas maneras, se acercó, colocó una mano sobre tu frente y después, negó con la cabeza.

-No tienes fiebre, así que no creo que haga falta. Me parece que lo que necesitas es descansar. Aunque si de verdad no te sientas bien, podemos ir a ver al doctor Madsen. Seguro que puede hacernos un hueco. En realidad, hace mucho tiempo que llevo pensando en llevarte. Tras la muerte de tu padre, creo que no estás bien. Ninguna de las dos lo estamos en realidad, hija.

Tu madre te abrazó y te sentiste reconfortada al notar su calidez, pero eso no respondía a todas las preguntas que tenías. ¿Qué estaba pasando?