Partida Rol por web

- Vale Shawn, volvamos. - termino por decir, sin agregar nada más. No me apetece mucho hablar del tema y es inevitable a veces esto de dejar pasar para que quede ahí en el listado de los "pendientes". 

Así que tras aquella pequeña conversación, salimos de allí como si nada, con la intención de ver qué se encuentra uno en el pasillo. Considerando cómo está todo, puede ser cualquier cosa. 

Ambos salisteis juntos del instituto, mientras todos los demás iban haciéndolo también, por supuesto, pero tras salir, al mirar algo más lejos, visteis a Alex sentada en un banco, sola y cabizbaja, alejada del resto de alumnos que hablaban animadamente por haber perdido las clases, o preocupados por la muerte, sorpresa, de la profesora.

De quién no había rastro era de Sandy, que a pesar de que solía estar junto a Alex, por cualquier motivo, en ese momento no estaba cerca.

No parecía posible pero así era, y Ed se comportaba, a la vista de Brian, como otra pobre víctima que ni siquiera sabía que su madre estaba muerta. Costaba trabajo pensar que aquel chico, por extraño que fuese, se quedara abajo, durmiendo, sabiendo que mientras tanto su madre yacía muerta en el piso superior.

Aunque cosas más raras habían visto.

En cualquier caso, la escena era no solo dura, sino sobre todo, trágica. Aquella mujer, hermosa y valiente, que reunía tantas buenas cualidades en una simple sonrisa, ya no respiraba, y su hijo adoptivo, su hijo al fin y al cabo, no solo lloraba,, sino que apenas podía impedir que su corazón se rompiese en miles de pedazos. Era horrible, más allá de la muerte en sí, porque casi siempre, resultaba infinítamente más difícil de soportar la visión de la desesperación humana que la extinción de una vida, algo que formaba parte de nuestras vidas, de todas las vidas.

- ¡Encuentre a este hijo de puta antes de que yo lo haga, sheriff! O lo que le ha hecho a  mi madre no será nada comparado con lo que le haré yo cuando le encuentre...

Brian lamentó aquellas palabras que el pobre Ed le dijo. Sabía que su sufrimiento era auténtico, y que aquella amenaza tenía su origen en el profundo deseo de utilizar todas las emociones que sentía en aquel instante y devolverlas en un solo golpe. Por desgracia para él, la respuesta que iba a conseguir no era la que esperaba.

-Chico, lamento decirte que ya lo he encontrado. Estoy bastante convencido de que has sido tú quien la ha matado, lo siento -le dijo, con tranquilidad, pero completa seguridad -. No tienes más que mirar tu camiseta. Tiene restos de sangre... seca. Además... era de esperar. Vengo observándote desde hace ya tiempo, por lo que me veía venir algo así. Esperaba poder detenerte antes de que hicieras algo grave... pero he llegado tarde, muy tarde. 

La historia policial estaba repleta de casos en los cuales los asesinos tenían desdoblamiento de personalidad y cometían crímenes sin ni tan siquiera saberlo. Ahí estaban los notorios casos de Billy Milligan o Robert Elliott. Para el sheriff, era evidente que el joven Revok era mucho más de lo que aparentaba.

-Ed. Sé que querías a tu madre. Pero hay una parte de ti que no puedes controlar y es esa parte quien la ha matado. Ahora, será mejor que vengas conmigo. Podemos llamar a tu padre desde la comisaría -te dijo, intentando mostrarse comprensivo y agradable, pero sacando las esposas al mismo tiempo que hablaba.

Luego de la conversación, salgo casi a la par de Shawn pero fingiendo que no lo conozco o que me trato más bien poco o nada. Está claro que no pienso disipar la imagen que hice con esfuerzo en el instituto y por esa razón, al salir del mismo comprobando que está sola Alex, voy corriendo hacia ella un tanto preocupada. 

- Eh. ¿Qué ha pasado? -pregunto al buscar con mis ojos su mirada. - ¿Dónde está Sandy? - vuelvo a la carga, es que me parece muy extraño que no estén juntas. Si bien ellas siempre son una persona, los gestos de la chica y la ausencia de la otra claramente dan a pensar. Y mientras hablo con mi amiga, desvío un segundo la mirada a Shawn, pero no digo demasiado. 

Claramente somos desconocidos delante de todos y eso duele inclusive. 

Había vuelto a casa, bastante confuso y esperanzado a la vez con Alex a la par que dolido por la muerte de la profesora, por la actitud de Sandy y la de Sam... pero esperaba que madre me resolviese algunas dudas con respecto a aquella chica, como por ejemplo que hacer con su libro, si llevárselo a la tienda de su padre o intentar quedar con ella para devolvérselo. - Creí que no estaba en casa... - Sollocé con su cuerpo en mis brazos. - ¿Por qué no miré?

¿Y por qué debía hacerlo? ¿Acaso la hubiese salvado? Lo dudaba. Por como había calado la sangre entre la madera de la casa, debía llevar desde... minutos después de irme a clase. - Si no me hubieses despertado... si no me hubieras hecho ir a clase... te hubiese pro...

Entonces el sheriff me soltó aquellas palabras. Le miré confuso y dolido antes de mirarme la ropa. - Ya veo... desde ahí se distingue muy bien la sangre... sobretodo toda la que acaba de quedar pegada a mí. - Le dije cargado de sarcasmo. No me podía creer lo que oía. ¿Que sangre seca veía bajo el manto rojo que me cubría ahora mismo?

- Creo que no tiene ni idea de lo que está diciendo. Que no sabe nada, no tiene nada...  Y que lo más fácil es culpar y acusar al "friki y raro" del pueblo. ¡Estamos hablando de mi madre! - Le grité al sheriff, mientras que seguía acariciando el cabello de aquella mujer que cuidó de mí y me quiso como si fuese su propio hijo.

- Quizás debería "vigilar y controlar" más a quien tiene en casa. - Le dije rabioso por sus acusaciones. - Hoy tuve que calmar y abrazar a su hija en clase. Tenía cortes recientes en el abdomen, en los brazos... y marcas de haber sido atada en sus muñecas. Quizás "su sangre seca" salió de allí. Claro que según usted, también se lo habré hecho yo... que fácil se ve todo desde ese lado, ¿verdad? - Incluso la sangre seca que decía ver en mi camiseta, podía ser perfectamente mía, de mis propias heridas, pero estaba hablando demasiado. - Y seguro que su teoría incluye a la profesora... - Comencé a decir con desaire, guardando un incómodo silencio a continuación al darme cuenta de lo que pasaba.

- No me lo puedo creer... - Miré mi madre nuevamente. Las piezas encajaban en mi cabeza de golpe. - Cree que yo lo hice... - Dije incrédulo. - Vino a interrogarme considerándome culpable incluso antes de entrar por la puerta... - Sabía que mi fama no era buena, pero jamás pensé que fuese tan mala como aquella. - Por eso no quería a mi padre delante... así podría presionarme... - Miré al sheriff dolido, ya no solo por la muerte de mi madre, sino por las acusaciones sin fundamento algo que lanzaba sobre mí.

Seguía abrazado a ella, dolido por todo aquello y rabioso, ya no solo por lo que la habían hecho a la mejor mujer y madre del mundo, sino por las falsas acusaciones del sheriff. - Pues se equivoca por completo conmigo, sheriff. Jamás haría algo así y menos aún a ella. -  Le dije mirándole a los ojos, completamente convencido de ello y con furia contenida en mi mirada. Me gustaba demasiado ver el sufrimiento y la agonía en los ojos de mis víctimas, aunque no fuesen más que animales capturados en el bosque, como para hacer algo tan rápido y estropear el poder disfrutar de ello. Volví entonces a centrar mi vista en mi madre. - Tú sabes que no lo hice... ojalá pudieses hablar y decírselo, madre... Tú confiabas en mí porque me conocías... - Me abracé a ella con fuerza nuevamente, hundiendo mi cabeza junto a la suya, tratando de contener el llanto que era imposible de parar en aquel momento.

Traté de serenarme un poco, de mantener la cabeza fría. - En la mesilla de noche está el teléfono, pulse almohadilla y luego el tres. Hablará con mi padre directamente. Que venga y con un abogado. Y si quiere sacarme de aquí, necesitará algo más que sus esposas... sheriff. - Le dije al final con tono desafiante.  - No voy a dejarla sola. No debí dejarte sola...

Alex levantó la cabeza. No estaba llorando, pero sí que parecía angustiada por algo, o molesta, o ambas cosas.

-¿Eh? Ah, hola, Del. Yo... no sabría por dónde empezar. Sandy es idiota. La dejé en el pasillo, así que no sé en dónde está. De todas formas, no quiero volver a verla nunca. Yo.... 

Entonces, se sentó bien y al ver a DeShawn, cambió el gesto.

-Esto... Lawrence, ¿te importaría dejarnos solas? Esta conversación es privada.

El sheriff ni siquiera pestañeó cuando el joven Revok empezó a replicar, acusándolo de lo habitual, de culparle sin pruebas, tener prejuicios, e incluso, en cierta manera, de haber esperado aquello casi con desesperación.

-Se distingue, desde luego, Ed -le aseguró Brian sin cambiar su noto, para unos segundos más tarde, seguir defendiendo su honorabilidad, puesto que hacía mucho tiempo que era lo único que le quedaba -. Sabes que no es por eso que te acuso, Ed. Para mí es más que evidente que sufres la muerte de tu madre como algo real y que la rabia que sientes, es completamente real. Y si piensas que solo por ser raro te estoy acusando, es que no me conoces. No me conoces en absoluto. Conozco a tu madre desde hace mucho, muchísimo tiempo, incluso... desde antes de que de se casara, así que como comprenderás, no iba a decir que su hijo la había matado sin tener algo en que basarme.

Los gritos de Ed hacían que el habitualmente frío y duro corazón del sheriff se resquebrajara, igual que haría una hoja seca, puesto que hacía ya bastante tiempo que era así como se encontraba. De haber podido, de no haber sido el sheriff, sino únicamente un vecino, o un amigo, habría cerrado la distancia que los separaba, lo había cubierto con sus enormes brazos y habría intentado sostenerlo mientras sus sollozos se apagaban sobre su hombro.

Por desgracia, tenía un trabajo que hacer, uno muy doloroso y personal, y no iba a dejar, ahora más que nunca, que sus sentimientos nublaran su juicio.

Lo que no esperaba eran los comentarios de Ed sobre su propia hija. Eso... no tenía sentido.

-Ed, escúchame. Eso no es propio de ti, hijo -consiguió decirle, aunque no pudo extenderse porque llegados a aquel punto, el joven Revok estaba completamente desecho y fuera de control.

-No, eso no es así. Tu padre... bueno, él podía haberlo hecho también, puesto que tenía una relación con la profesora. Era mi primer sospechoso. Pero por tu forma de ser, no tenía ninguna duda de que si no se trataba de él, lo serías tú. Te creo cuando dices que jamás harías algo así, porque no fuiste tú, sino alguien... dentro de ti. Otra persona.

Lo poco que Ed aún tenía de buen hijo se mantuvo para no abalanzarse sobre él, y lo sabía, al igual que fue eso lo que le hizo señalar el teléfono y decirle que llamara a su padre. Sabía que iba a ser muy difícil, pero no tanto.

Finalmente, se acercó al teléfono, se sentó en el brazo del sofá que estaba al lado, marcó el número automáticamente tal y como le había dicho Ed, y esperó a que la conocida voz de su padre sonara en el otro lado.

-¿Seth? Soy Brian. Sí, gracias. Te llamo desde tu casa. Ha... ocurrido algo. Será mejor que vengas ahora mismo. Sí, sí, estoy ahora mismo con él. Se trata de tu esposa. Sí. Claro. Estaremos esperándote.

Cuando el sheriff colgó y sin decir nada a Ed, ni mirarlo siquiera, volvió a marcar otro número.

-David, trae a un equipo forense a la casa de los Revok; veniros tú y Emily; ha habido otro asesinato.

Cuando colgó, esta vez sí, miró a Ed. 

-Te conozco desde que viniste a esta casa y sé que si Lisa está... muerta, no es porque tú la odies, sino porque hay alguien más que lo hace. Creo que no te das cuenta de lo que haces, que en realidad es otra persona dentro de ti quien está cometiendo esos asesinatos, pero tendrás que venir a la comisaría para que podamos demostrar si tengo razón... o estoy equivocado.

Brian se puso en pie y dio un paso hacia el joven Edward, que seguía junto al cuerpo de su madre, envuelto en lágrimas y un dolor difícil de cuantificar.

-Y si crees que voy a enfadarme porque hayas hablado de mi hija estás muy equivocado. Sé lo mucho que significaba para ti y cuánto te afectó su muerte, así que no te lo tendré en cuenta. Tú vales mucho más que eso.

- Que no se te suba a la cabeza, querida. Dije mientras me giraba e ignoraba completamente su amenaza- Estas tres tardes no son una cita.

Pasaba de esa comemierda. ¿Que podía hacerme?¿Echarme agua de la pila bautismal de su iglesia creyendo que me iba a derretir como una bruja?Jah! Lo que si era curioso es que una cristiana de fe como ella fuera por ahí promoviendo la virginidad y fuera tan promiscua. Como se enterase su padre, el predicador, se la iba a ganar bien.

Salí fuera y ahí estaba. El angel de la muerte metalero que tanto deseaba. Era un poco capullo, pero me molaba, pese que hacía con el o que quería. Realmente era mayor y tan malo como John Travolta en Grease. Solo que no tan maricón.

- Dave!- Corrí hasta el como una cervatilla para darle un buen beso. Y me monte de un salto en el asiento de atrás.

Al abrazarme a él, sentí su cuerpo fibrado y musculoso, también retales de sus rizos que tanto me ponían pero sobre todo.- Ouch!- Me quejé sin darme cuenta.- Perdona es que hoy....- me había apretado tanto, y no había ido al final a la enfermería que la desastrosa venda que me puse en mi casase había movido, marcando con sangre mi camiseta y escociéndome un poco.- He tenido un pequeño incidente esta noche y...- me levanté la camiseta para que lo viera.-Tuve una pesadilla y supongo que tengo las uñas demasiado largas.- Bromeé intentando no pensar en lo sucedido

¿Que podía ser si no?

Dave no era precisamente Shakespeare, pero siempre intentaba demostrar lo que sentía por Sam.

-Tía, me pones tan caliente que casi me dan ganas de vender la moto y comprarme una furgo -te dijo, antes de volver a abrir la boca y sentir tu lengua junto a la tuya.

Pero tu grito le alertó. Dentro de aquel loco por el heavy y las motos, había un corazón latiendo a mil hora y preocupado porque su tía se sintiese bien.

-Pero... ¿qué coño... ? ¿Quién te ha hecho esto? Venga, Sam; déjate de bromas -te dijo, sacando su navaja retráctil. Le voy a hacer una nueva sonrisa que no podrá cerrar. ¿Con quién has estado?

La mano de Dave apretaba cada vez más tu antebrazo. No solía ponerse celoso, pero cuando ocurría, no había nada ni nadie que lo pudiera detener. Era como un tren de mercancías.

-¿Ha sido ese imbécil raro de vecino tuyo, ese Edmund? ¡Lo voy a destripar!

Y sin dejarte hablar, te echó a un lado con violencia y empezó a caminar hacia la casa de los Revok.

DeShawn puso una mueca y mostró la palma de sus manos-Nada podría importarme menos, nena- dijo en tono casual, fingiendo un desinterés por ambas muchachas que realmente solo se extendía a Alex.

-Aquí hay un negro que se pira-terminó diciendo para luego encaminarse hacia el barrio en busca de sus colegas.

Una vez DeShawn se hubo ido, Alex se sentó algo mejor, mirando hacia Delilah. Se sentía extraña hablando de todo aquello porque solía hacerlo con Sandy, pero ella ya había dejado claro que no estaba para eso.

-Es que además... Ed se me ha declarado. Bueno, no exactamente; me ha pedido ir a la fiesta de Halloween juntos. ¿Tu crees... qué debo ir? A mí me gusta, pero también... es un poco extraño.

Alex no se sentía bien hablando de aquellas cosas. No era como Sandy o las demás, que parecían estar mucho más experimentadas en todo eso. Tampoco había estado jamás con nadie y ese Edward era... bueno, parecía tener más experiencia que ella.

Me quedo con ella luego de que el moreno se vaya, claramente fingiendo que no tenemos nada siendo una mentira tan descarada que a veces se hace insoportable. No obstante allí estoy, junto a mi amiga y su confesión que me hace abrir los ojos de par en par. -Vaya mal gusto como se devore al tío este. - digo mentalmente sin decir una sola palabra, no quiero arruinar el momento con mis tonterías clasistas y de buen gusto. 

- Haz lo que sientas, si te gusta y crees que puede funcionar, no lo dudes. Yo te apoyaré. - desde las sombras y a una distancia prudencial. - respondo y pienso aquello último sin darle voz. Comprendo su confusión, pero bueno, quizás el chico era majo y podrían congeniar. - ¿Qué le has respondido? - pregunto ante aquello, es que me quedó en la mente el asunto de la propuesta y ahora quería saber su respuesta. 

Después recuerdo el maldito baile, seguro tendré que ir con algún idiota de turno para aparentar ya que con Shawn es imposible. Eso me da un pequeño bajón, pero lo tolero. Al menos de cara a Alex. 

Dejaste a las chicas hablando de tus cosas y te alejaste de ellas, del instituto y en general, de todo cuanto sonara a aburrido y correcto, en busca de tus colegas. Sabías que en horario de clases, se escabullían siempre que podían a algún lugar oscuro y cerrado, lejos de las miradas de madres y policías, a fumar y contar chismes, y era muy habitual que os reunierais en una casa abandonada que había no muy lejos de allí.

Cinco minutos más tarde, llegabas con la esperanza de encontrarlos dentro y poder quitarte de encima el mal rollo que te había dejado aquella mañana, desde que tu madre te había interrumpido, y con la muerte de la profesora aún en la memoria.

Cuando entraste, subiste a la primera planta. Fatty Joe estaba sentado en un desvencijado sofá, fumando hierba.

Alex te miró esperando tu respuesta, viendo que a pesar del disgusto que te provocaba Ed, estabas intentando ayudarla. Con aquel gesto de agradecimiento, cogió tus manos y logró sonreír un poco, aliviada por tener con quien hablar. Demasiado tiempo hablando únicamente con Sandy, y ahora había descubierto que tenía a más gente a su alrededor con quien hacerlo.

-Pues... no le he dicho nada, pero c-creo que le llamaré para decirle que sí. Me parece que es un chico muy dulce y que simplemente está muy solo. Me recuerda mucho a Gaspar. Cuando murió, lo pasé bastante mal porque no entendía quién era capaz de hacerle daño a alguien tan callado y bueno, pero supongo que siempre hay desalmados.

Entonces te miró fijamente, como si hubiese recuperado la alegría.

-Muchas gracias por estar conmigo, Del. Yo... ¿podrías acompañarme a casa? No quiero volver sola.

Al menos se siente mejor y el hablarlo conmigo fue algo bueno. Me alegra en parte, más allá de que la apoyo en esto a sabiendas de que Sandy jamás aceptaría algo semejante. Si bien cuando te enamoras no puedes elegir más allá de lo que esa persona ofrece, por llenar tu corazón con su sola presencia, entiende que dónde hay sentimientos no hay condición social ni nada por el estilo de por medio. 

- Haz lo que sientas amiga, si crees que es el indicado y se merece tu corazón. Pues, para adelante. Cuentas conmigo desde ya para todo esto. - le digo mientras la abrazo con fuerza, no sé, dentro de mi máscara pura de superficialidad fingida, hay sentimientos que si pueden reflejar sinceridad de mi parte. - Vamos juntas, de paso hablamos otro rato más y hacemos algo divertido. ¿Te parece bien?- pregunto a modo de propuesta en base a la suya, quizás podamos compartir algo más que esto y ponernos al día como amigas. 

- Por cierto... ¿Has tenido pesadillas muy realistas últimamente? - pregunto siendo consciente de que puede sonar muy loco, pero es lo que a varios nos viene sucediendo. 

Seguramente, cualquier otro agente de la ley, más joven, más simple, no habría dejado hablar al joven Revok, ni defenderse, ni tampoco hablar en contra de quienes sugerían algo que no entraba en su cabeza simplemente, porque su familia adoptiva, su madre principalmente, valía más que nadie en el mundo para él.

Cualquier otro habría dado dos pasos hacia él, lo habrá reducido y esposado y se lo habría llevado a rastras a la comisaría.

Pero no Brian Carrigan. Sus formas no eran compartidas por todos, ni tampoco entendibles para la mayoría de la gente que, cuando surgían problemas, exigían siempre mano dura y una bala en la recámara, gestos ambos que el sheriff prefería dejar de lado siempre que podía.

Hace falta ser muy templado en este trabajo -explicaba siempre, a todo el que quisiera escucharle -. No se puede ser duro con aquellos que no comprenden lo que han hecho mal, porque así solo se engendrará odio y violencia.

Por ese motivo, cuando el joven Revok empezó a blasfemar en contra de él, ni siquiera hizo el intento de contra argumentarle. Permaneció en silencio y sin variar un ápice su postura, intentando empatizar con su sufrimiento, el que podía esperarse de un hijo que acababa de perder, de aquella manera, incomprensible, insoportable, a su madre. Y lo peor de todo era vulnerar el recuerdo que tenía de ella.

-Ed, el valor de tus padres no disminuirá un ápice por reconocer que todos somos humanos. Créeme, sé de lo que hablo. Que la profesora Dawson y tu padre estaban juntos no los convertía en malas personas, sino únicamente en dos personas que se necesitaban la una a la otra en un momento determinado. Pero eso... no importa ahora. Yo no estoy aquí para insultar la memoria de tu madre, o de la profesora, y ni tan siquiera la de tu padre. Solo estoy aquí para resolver un asesinato que no debía haber ocurrido y estoy seguro de que tú lo deseas tanto como yo.

A pesar de todo, podía ver la rabia contenida en los ojos de Ed y en sus gestos, así como en la tensión que parecía mantener en las manos y los brazos. Lo había visto antes, muchas veces antes, en hombres que habían saltado como un resorte y se habían abalanzado sobre agentes que estaban a su lado, hiriéndolo e incluso matándolos. Así que lentamente, movió su mano hacia su revolver. No deseaba utilizarla, pero era ya perro viejo y sabía que bien podía ser necesario utilizarla.

-Ed. Sam... murió hace un año exactamente. Me la encontré de manera similar a como hemos hallado a la profesora Dawson y jamás encontramos a su asesino. Es imposible que hayas estado hoy en clase con ella. ES obvio que está solo en tu cabeza y creo que ha llegado el momento de que nos marchemos.

Al ver tu reticencia, retiró la tira que protegía el revolver mientras con el otro mostraba las esposas.

-Hijo, tu padre estará aquí dentro de poco y podrás hablar con él de todo esto, pero si me obligas a hacerlo por las malas, lo lamentarás. Cuando estés más tranquilo, podremos hablar tranquilamente de Sam, tu madre y la profesora.

Lentamente, empezó a acercarse a ti con la intención de esposarte, pero sin quitar la mano de la empuñadura de su revolver. Lamentaba profundamente tener que hacer aquello pero era su obligación y estaba convencido, plenamente convencido, de que habías asesinado a tu madre, a la profesora y quién sabía si también a su propia hija. Brian Carrigan intentó concentrarse únicamente en el momento y no en los dolorosos recuerdos.

- Espera... ¿Cómo que Gaspar murió? - pregunto al caer en ello, no lo había tenido en cuenta. 

Alex fue a responderle. Ella también había tenido pesadillas, y bastante horribles y extrañas, pero cuando fue a hablar, Del mostró una actitud que no esperaba, comprensiva, amigable, cariñosa, pero después, pareció sorprendida y confundida. 

-Sí, yo también he tenido... Pues... eso, que cuando murió el año pasado, la verdad es que estuve bastante mal. No entendía cómo era posible. Siempre me pareció muy bueno y todo eso. Algo raro, pero como Ed. Tengo algo de miedo, pero supongo que todo es probar, ¿verdad?

Alex se puso en pie acompañando a Del.

-Supongo que no tendrá nada que ver con la muerte de la profesora Dawson, pero me he puesto muy nerviosa con todo esto. Nunca encontraron a su asesino.