Partida Rol por web

Habiendo visto el cruel y fatídico destino que incluso los propios trabajadores del Ministerio de Magia habían sufrido dentro de aquella tortuosa y macabra prisión, el grupo se dispuso a buscar la salida para poder seguir avanzando en su cruzada por escapar con vida de ese lugar. Brianna pudo ver que su intento por descubrir si esos papeles tenían algo oculto gracias a su encantamiento, no dio los frutos esperados, tan solo se trataba de un diario común y corriente. De igual forma ninguno de los que estaban presentes logró encontrar algún indicio de descenso en ese nivel en el que estaban, casi como si se hallaran en un punto muerto dentro de las paredes de ese lugar, la sección en donde antes habían trabajado los aurores activamente parecía estar completamente aislada de los niveles inferiores o al menos ese parecía ser el caso en esos instantes, aunque todos podían estar seguros de qué se trataba de otra prueba más, una que lamentablemente llegaría de forma imprevista. . .

Del suelo comenzó a emergir un extraño y espeso líquido de color negro que poco a poco inundó la sección entera, la esencia era extrañamente viscosa y lo suficientemente fuerte como para atrapar los pies de todos en el grupo. Aunque en un principio este líquido amenazaba con inundar por completo el lugar, extrañamente se detuvo cuándo llegó a la altura de las rodillas, para así empezar un efecto de arenas movedizas que comenzó a jalarlos hacia lo que antes era un suelo de concreto puro y que ahora se había convertido en una extensión de este mismo líquido. Todos por igual pudieron sentir cómo estaban siendo succionados por esta extraña viscosidad y aunque intentarán aferrarse de alguna de las columnas o emplear toda su fuerza para salir de esa situación, sería completamente inútil, Brianna, gracias a su formación y área de expertismo lo podría asemejar bastante a arenas movedizas que habían sido encantadas con un hechizo adicional para hacerles mucho más peligrosas de lo que eran en su forma natural, dentro de desiertos y selvas.

El grupo entero no tardaría en ser devorado en su totalidad dentro de este mar oscuro y extraño que había emergido, pero no fue hasta que el último de sus cabellos hubo sido engullido que se dieron cuenta que ahora se encontraban cayendo en un vacío oscuro y que aparentemente no tenía fondo… Hasta que pudieron alertarse de que no estaban en algún Limbo producido por la magia negra, sino que más bien estaban, de echo, descendiendo en la propia prisión de Azkaban.

La desorientación y el sentido de peligro estaba ardiendo dentro de todos mientras pasaban por ese momento, y antes de que pudieran impactar de lleno contra el suelo, un pequeño encantamiento para hacerles parar en seco se activó, dejando asi que solo sintieran la caída de poco más de un metro. Esta vez no habían tenido oportunidad de descender bajo sus propios términos y condiciones, sino que aquella prisión maldita les había obligado a llegar hasta esa otra sección, un poco similar a lo que había pasado dentro del enfrentamiento con el Graphorn. La zona nueva a la que habían llegado sin embargo, sí que era muy diferente a todo lo que habían visto hasta ahora (Si es que podía existir algo asi) el suelo parecía estar hecho de un material más semejante a las rocas volcánicas en vez del concreto al que estaban acostumbrados, y sus alrededores formaban lo que parecía una cueva más que una prisión. En el centro de este nuevo lugar se hallaba incrustado un horrible y tétrico ataúd, atado con múltiples cadenas como si de un objeto muy peligroso se tratara y el cual permanecía inerte pero amenazante en esa zona, dejando un sentimiento de incomodidad y peligro latente para todos.

Por si esto fuera poco, todos pudieron observar que el cuerpo desmayado de Lord Badak se encontraba coronando la cima de ese ataúd gigante, del cual escurría lentamente la sangre del ya mencionado hombre. Para esos momentos se podría considerar un milagro que siguiera vivo el Arlequín Feliz, pero todo apuntaba que su cuerpo aún respiraba y que claramente no había logrado escapar de la anterior sección por su propio pie. Una vez más el grupo se encontraba en una situación alarmante, mucho más de lo que ya era estando en esa prisión tenebrosa, sin embargo la única parte buena era que al parecer habían descendido aún más dentro de la propia prisión.

Frustrada, Brianna dejó de mirar los papeles y se echó hacia atrás, apoyando la espalda en la pared y cerrando los ojos. ¿Cuántas horas llevaban en aquel lugar? No habían parado de enfrentarse a diferentes peligros, cada cuál más mortal que el anterior. ¿Llegarían a salir de la prisión? Se sentía tan cansada y dolorida...

«¿Esto qué es...?» Sus dedos habían empezado a sentir algo extraño. Abrió los ojos y vio como el suelo se estaba cubriendo de un extraño y espeso líquido negruzco. Sus músculos se tensaron e hizo ademán de levantarse, pero estaba atrapada en aquella espesura líquida y sentía como poco a poco empezaba a ser succionada... Desesperada buscó algo a donde aferrarse, pero cualquier intento era inútil y continuó hundiéndose, hasta que todo a su alrededor se convirtió en oscuridad. Entonces sintió como caía...

¿En qué clase de trampa habían caído? Por un momento Brianna pensó que habían sido atrapados por la magia negra, cayendo en un limbo sin fin. Su corazón empezó a acelerarse...

Pero estaba equivocada y finalmente aquella caída se frenó, dejándoles en una nueva y extraña sala. En cuanto tocó el suelo, Brianna se levantó e iluminó sus alrededores con la varita. 

— ¡Lumus! — 

Lo primero que vio fue el ataúd y un escalofrío recorrió su espalda. Frunció ligeramente el ceño al ver el cuerpo de Lord Barak sobre éste, derramando poco a poco su sangre. Tuvo un mal presentimiento y se acercó, alerta pero decidida a bajarlo de allí.

— ¡Ayudadme...! —

Erick estaba a cuatro patas sobre el áspero suelo, jadeando. Justo cuando se había confiado, habían sido engullidos (pese a su intento de agarrarse a una columna) para luego encontrarse cayendo en la oscuridad de nuevo. ¡Aquello era suficiente para acabar con los nervios de cualquiera! 

-¿Era... mucho pedir...una escalera normal y corriente?

A juzgar por el aspecto del suelo y las paredes debían de estar ya en el sótano, o quizás una cripta debajo de Azkaban.

Y encima el pobre hombre desangrándose...a lo mejor había sido traído por la fuerza del mismo modo que ellos mientras no miraban. Pero el ataúd le repelía profundamente, ¿para qué encadenarlo de ese modo? ¿Miedo a que su ocupante saliera andando? Ya habían encontrado inferi antes, pero no tenía sentido tanta atadura para uno solo...¿pero qué hacía esa mujer? 

- ¡Espera!- Salió detrás de Brianna e intentó detenerla cogiéndola del brazo - ¿Y si es otra trampa? -añadió, mirando en todas direcciones en busca de alguna señal de peligro o algo agitándose entre las sombras. 

Michael no podía dar crédito a lo que acababa de suceder. ¿Aquel líquido les había absorbido y hecho descender a una planta más inferior? El acto en sí podía ser inquietante, pero lo que más sorprendía al bibliotecario es que no conocía ningún tipo de encantamiento capaz de hacer eso. Quienquiera que estuviera haciéndoles eso debía ser un mago o grupo de magos cuyo saber, talento y conocimiento iba mucho más allá de lo que ellos conocían.

Goldman divisó al Arlequín Feliz encima de aquel ataúd. Su primer impulso fue querer tratar de ayudarle, aunque después de haber lidiado con los lethifolds, no estaba tan seguro de que no pudiera ser una trampa, como también había pensado Erick.

-Extraño que lo hayan colocado encima del ataúd... -dijo el bibliotecario, dirigiendo una mirada al ataúd y a las cadenas que lo envolvían, con la idea de que probablemente bajar al Arlequín Feliz no iba a ser tan sencillo.

Un callejón sin salida... pensó Tiberius mientras examinaba el lugar en busca de una salida o un camino por el que seguir avanzando. 

Estaba tan pendiente de las paredes que tardó unos instantes en darse cuenta de que el lugar estaba inundándose de un líquido viscoso negro. Comenzó a sentirse algo nervioso cuando sintió que aquel líquido desconocido subía por sus piernas. En la medida que se lo permitía la viscosidad, se fue acercando a donde estaban todos.

Cuando ya estaba con los demás, sus nervios se incrementaron al sentir que estaba siendo succionado. No sabía cómo reaccionar. En un primer momento, pataleaba e intentaba mantenerse a flote. Aquello comenzó a cansarlo y se dejó engullir.

Sentía que caía hasta que se topó con el suelo. Un golpecillo que no fue para tanto pero sí lo suficiente como para que el pelinegro moviera los dedos de los pies para comprobar que todo estaba en orden. Luego se tocó la cabeza para comprobar que no tenía ningún rasguño.

Se levantó y examinó el lugar. Era totalmente diferente a lo que llevaban recorrido de la prisión. Se fijó en el ataúd que había en el centro y más en quien se encontraba encima. Parecía que seguía vivo. Brianna fue la primera en avanzar, siendo avisada por Erick de que no continuara. Apuntó con su varita hacia el ataud - ¡Aparecium!

La situación volvía a ser extraña y desconcertante a partes iguales para todos los que habían terminado en esa nueva sección, con un estilo muy diferente a todo lo que habían visto con anterioridad. Aún así, la única mujer del grupo tomó la delantera y trató de acercarse al ataúd gigante para ver si podía bajar el cuerpo inconsciente de Lord Badak, que seguía expuesto como si se tratara de un muñeco de exhibición, con la única diferencia de que sus pequeñas y casi inexistentes respiraciones podían alcanzar a verse si se fijaban con la suficiente atención. Sin embargo, pronto Brianna fue detenida por Erick, quién había logrado alcanzarla y tomarle del brazo para así apuntar a un hecho bastante oportuno y real; la mención de posibles trampas era algo que no debían pasar por alto y mucho menos en un lugar como Azkaban, que ya había demostrado ser una edificación monstruosa y oscura a cada paso que daban, confiarse podría ser ciertamente mortal para cualquiera. Las sospechas del comerciante sin embargo, no tardaron mucho en ser comprobadas con lo que pasó a continuación.

Gracias al accionar de Tiberius, su encantamiento "Aparecium" provocó la activación de lo que seguramente era una trampa a todas luces, lo que parecía ser un campo de fuerza cilíndrico se activó a tan solo un par de metros de Brianna y Erick, quiénes erán los que se habían acercado mucho más al ataúd, la fina estructura de esta parecía ser del grosor de una tela y con colores casi transparentes, la barrera mágica rodeaba en su totalidad el ya mencionado ataúd, y se extendía por toda su altura también, esa activación causó que aquellos que estuvieran más alejados como Michael y Tiberius también pudieran verla. Tal parecía que esta barrera se encontraba activa para que cuando alguien o algo se acercara lo suficiente al contenedor metálico, fueran sorprendidos sin poder hacer nada para defenderse, casi como si buscara salvaguardar la integridad del ya mencionado contenedor. Así mismo y pese a que había una gran cantidad de encantamientos defensivos, no parecía ser posible distinguir de cuál se trataba, o si era una mezcla de varios de ellos. 

Si querían ayudar al Arlequín, tendrían que pensar en otra manera de alcanzar el cuerpo de este pobre hombre, destinado a convertirse en una criatura mucho muy diferente del ser humano convencional gracias a la horrible prisión de Azkaban. Sin embargo y aunque la mayoría de presentes escaneaban el área en busca de algo más que pudieran haber pasado por alto debido a la confusión del momento, no parecía haber nada allí además de lo que ya tenían enfrente.

Al sentir a Erick cogiéndola del brazo, Brianna se detuvo y se volvió para mirarle con una protesta en los labios, pero en ese momento Tiberius conjuró, desvelando la trampa a la que había estado encaminándose inconscientemente. Si no hubiera sido por Erick, habría caído de lleno en ella.

— ¡Oh...! Gracias... — Murmuró, azorada por su descuido. Volvió a mirar el contenedor y una mueca se formó en sus labios. Le daba muy mala espina la sangre que se estaba derramando sobre el ataúd. 

— Tenemos que sacarle de allí. — Comentó, sin apartar la mirada de la figura que yacía sobre la estructura. — No me gusta nada todo esto, pero no consigo descifrar qué clase de conjuros lo protegen. ¿Tenéis alguna idea? —

Se sintió aliviado cuando Erick paró a Brianna y el hechizo que conjuró mostró lo que habían supuesto: una trampa. Miró aquel cilindro que actuaba como barrera transparente - Entiendo que la trampa se activa si vamos de aquí para dentro... pero... si intentamos sacar a Lord Badak... al ser el recorrido contrario, ¿se activaría igualmente? - preguntó al grupo.

Tiberius suponía que la trampa se activaba independientemente del recorrido - Si vamos a intentar algún conjuro, diría que nos alejáramos y estuviésemos prevenidos... No sé cómo afectaría un Accio, en general, pero podríamos probar... - propuso Tiberius, mostrándose esta vez un poco más precavido.

Estando en una sección completamente cerrada y con tan solo ese ataúd protegido con magia y cadenas a la vista, el grupo parecía encontrarse en un rompecabezas mucho más complejo que los anteriores, al menos aún nada les había saltado para atacarles y solo con esto ya podrían darse por satisfechos, sin embargo, las heridas sufridas en los pisos superiores y el latente sentimiento de extrañeza y peligro que emanaba del contenedor metálico ya eran suficientes para mantener a todos con sus alertas y defensas bien arriba. Brianna fue salvada por Erick, pues aunque era imposible de saber que efecto tendría aquella barrera magica, sin duda no debía de ser bueno por el simple hecho de que se trataba de Azkaban y la magia oscura y peligrosa atacaba en cada rincón de la misma. Sin embargo, los esfuerzos y pensamientos parecían centrarse en bajar del ataúd a Lord Badak, quién seguía sangrando y no parecía poder estar en condiciones de hacer esta labor por medios propios, las dudas e ideas no tardaron en surgir entre el grupo que se encontraba allí, con el encantamiento "accio" como primer idea, podrían seguramente lograr bajar de allí al pobre diablo aunque correrían un riesgo potencial, pues no sabían si la barrera actuaba también contra todo aquello que buscara penetrarla desde adentro de su campo de acción, por lo que si querían hacer esto, sus propabilidades serían en un cincuenta a cincuenta, la decisión era de ellos.

Por otro lado, podrían intentar descifrar que tipo de barrera era con la que estaban lidiando, antes de decidir como proceder, alguién como el bibliotecario del grupo, Michael, seguramente podría intentar echar un vistazo y ver si alguno de sus conocimientos pudieran servir para reconocer el hechizo defensivo que había sido conjurado allí. También no podían bajar la guardia por cualquier otro peligro que pudiera estar acechandoles desde la oscuridad, una que se extendía demasiado bien gracias al tipo de sección en la que se encontraban, después de todo, hace tan solo minutos atrás (Si es que su percepción del tiempo no había sido aún alterada) fueron emboscados y casi superados por unas simples túnicas, que habían resultado ser seres horribles en realidad. 

Los ojos de Brianna se abrieron por la sorpresa de ver que Tiberius había tenido la misma idea que ella. La sombra de una sonrisa bailó en sus labios y su mirada volvió a dirigirse hacia el cuerpo inerte de Lord Badak.

— Sí, un Accio podría funcionar. Pero deberíamos coordinarnos para lanzarlo en conjunto. — A pesar de ello, no sabían si podía afectarle o no la barrera mágica que protegía el ataúd. — Es arriesgado, si pudiéramos saber qué clase de conjuros lo están protegiendo... — Masculló y miró al bibliotecario, convencida de que, de los allí presentes, él podía ser el más capacitado para descifrarla. — ¿Tienes alguna idea de lo que es? — Le preguntó, queriendo agotar todas las posibilidades antes de arriesgar la vida de cualquiera de ellos. 

Michael no se aproximó al ataúd, aunque intentó examinar las protecciones que poseía la barrera, convencido de que en aquella situación, los conocimientos que había obtenido a lo largo de los años leyendo libros pudieran servirle para pensar qué tipo de encantamientos protegían dicho ataúd. Por desgracia, ya fuera por la tensión del momento o por lo agotado mentalmente que se encontraba, Goldman no supo qué debían hacer.

-No lo sé -le confesó a Brianna, cuando esta le preguntó si tenía idea de qué podía ser la barrera-. Aunque yo no probaría un Accio hasta que estemos más seguros... Podríamos matarlo al intentar bajarlo o, peor, provocar nuestras propias muertes...

No obstante, tampoco podían quedarse sin hacer nada eternamente. Michael apuntó con su varita en dirección al cuerpo de Lord Badak, decidido a formular un hechizo, aunque su intención no era precisamente la de mover el cuerpo, sino comprobar hasta qué punto podía ser letal aquella barrera.

-¡Avis!

Erick asintió ante la idea de Tiberius y Brianna. Aquello sonaba mucho más sensato, y menos peligroso, al menos para ellos cuatro.-¿Un Accio? Buena idea...podríamos probarlo, sí.-

Pero al ver que el bibliotecario dudaba y luego se preparaba para lanzar un hechizo, prefirió esperar un poco y ver en qué resultaba lo que fuera que estuviese haciendo. No recordaba haber visto nunca aquel encantamiento. ¿Qué pensará hacer? 

Aquello sin duda, de una forma u otra forma, estaba poniendo al límite y a prueba a todos. Desde lo más profundo del ser de Tiberius, salió una carcajada amarga - Perdonad que me ría, pero esto creo que está empezando a superarme. Por un lado, ¿cómo que "podríamos matarlo"? No sabemos a ciencia cierta si Lord Badak está vivo o si es algún tipo de fantasma en el que su alma se ha quedado aquí atrapada con algún tipo de fin, eso para empezar - dijo con pesar y algo brusco. Estaba siendo consciente de que estaba siendo duro con sus palabras y esperaba que pudieran perdonarlo.

- Por otro lado, tampoco sabemos si lo que estamos viendo es verdaderamente real, quiero decir, el ataúd, las cadenas, las barreras, sí, eso sí es real, o al menos lo parece, pero ¿está Lord Badak ahí realmente o es una ilusión para que nos acerquemos y se active esta defensa por la que está rodeada el ataúd? - preguntó al grupo. No sabía si estaba siendo el único que pensaba aquello.

Fue Michael el que se puso manos a la obra con un hechizo, el pelinegro suspiró. Se preparó con su varita para lo que pudiese activarse.

Aunque el bibliotecario fue traicionado por su propio conocimiento, al no encontrar respuesta respecto a la barrera protectora que tenían enfrente, Michael logró habilmente superar este obstáculo, de una forma más práctica que teórica el hombre conjuró algunos pajaros que salieron volando en dirección a donde el cuerpo de Lord Badak se encontraba inerte, el encantamiento "Avis" había sido una excelente opción para cumplir con el objetivo que Michael tenía en mente, comprobar que sucedia si algo o alguién atravesaba la ya mencionada barrera. Todos en el grupo pudieron ver como los pajarillos, tan pronto como tocaron el encantamiento que protegía al ataúd, terminaban convertidos en un polvo tan fino, que solo podía asemejarse a la arena de las playas, indicando con esto lo letal y peligroso que era la barrera que tenían delante. Muy seguramente si Brianna no hubiera sido detenida por Erick, habría terminado como el polvo que yacía ahora en el suelo de ese lugar. Por supuesto, el encantamiento del bibliotecario había servido para probar el efecto que tendría si alguién penetraba ese escudo magico, sin embargo no se podía saber realmente si dicho efecto sería exactamente el mismo si se hacía de adentro hacía afuera, el encantamiento "Accio" seguía siendo la opción más segura, al menos para el grupo allí presente, pues evitar tocar esas protecciones era ahora aún más necesario, ya que sabían las consecuencias que tendrían de hacerlo y sin duda todo apuntaba a que no era bonito.

Tiberius por otro lado, terminó externando el sentimiento que tenía en esos momentos, los cuestionamientos sobre Lord Badak y si este estaba realmente vivo o en un estado diferente a la vida y la muerte eran sin duda sensatos, después de todo, todos habían visto ya el estado en el que el pobre diablo se encontraba, llamarle o no a eso un ser vivo podía caer en un debate extenso, más aún debido a que Azkaban era un lugar que ya había dejado claro que jugaba con la mente de sus víctimas, antes de acabar con sus vidas de formas horribles y crueles. La oscura situación en la que todos los presentes habían sido forzados a estar era lo suficiente para llevar al límite a cualquier mago o bruja sin excepción, por lo que la reacción y palabras de Tiberius eran un indicativo más de esta realidad en la que todos se encontraban, aún asi, habían logrado superar hasta el momento todos y cada uno de los obstáculos, descendiendo dentro de esa prisión, por lo que la esperanza, aunque pequeña, seguía dejando su brillo al alcance de todos, como una vela que ílumina en medio de la noche.

No tardó mucho para que una repentina situación les sacara a todos del eje en el que se encontraban. Antes de que cualquiera pudiera responder a las dudas del abogado, o pudieran ponerse de acuerdo para lanzar aquél "Accio" hacía Lord Badak, unos aplausos hicieron eco en toda la sección en la que se encontraban, estos, junto con una profunda carcajada dejaron expuesta una figura completamente ajena a todos los presentes, un hombre había emergido de alguna manera y ahora se estaba mostrando al grupo. Por supuesto no era el Arlequín Feliz, ni mucho menos una criatura tenebrosa lista para atacarles de nuevo, aunque lo alarmante era que todos, sin excepción, conocían de una u otra forma a aquella persona que se presentaba ante todos por igual…

Matthew Bloodborn había sido el hombre de más alto rango dentro de los aurores, un experto en varias áreas que le llevó a convertirse no solo en jefe de aurores, sino que también, en el principal encargado de la prisión de Azkaban cuando esta aún estaba en operaciones, Matthew era un hombre bien conocido dentro de la comunidad magica por lo severo que era para capturar magos tenebrosos y llenar con estos las celdas de Azkaban. De entre todos los que estaban allí presentes, seguramente Tiberius era quién más le había visto gracias a su trabajo. Ahora, este hombre estaba caminando ante ellos, aún aplaudiendo y con una amplia sonrisa mostrándose en su rostro, sin decir nada aún, Bloodborn miró uno a uno a todos los que estaban allí, antes de pasar su vista hacía Lord Badak, con cierta repulsión y odio hacía este pobre ser, una acción bastante extraña.

—Impresionante… ustedes si que son impresionantes.— El hombre empezó a hablar, en cuanto el último eco de sus aplausos hubo llegado a su fin, y regresando la vista al desafortunado grupo que había terminado dentro de ese horrible lugar, sin dejar de lado la sonrisa que había formado. —Han pasado por tanto… pero aún a estas alturas ¿Tratan de salvar a ese maldito de Badak? Apenas hasta ahora se cuestionan su realidad…— Esto último lo dijo enfocado muy seguramente a lo que Tiberius había dicho anteriormente, indicando asi que el hombre había estado escuchando antes de mostrarse ante todos. Matthew comenzó a caminar, a una distancia prudente de todos los presente, señalando asi a cada uno de forma fascinada, incluso asintió para si mismo un par de veces antes de continuar hablando como si de una reunió casual se tratara. 

—Al principio estuve bastante en contra de todo esto ¿Saben? ¿Pero después de verles? Ustedes sin duda han superado mis espectativas... mierda, incluso tuvimos que recurrir a traerlos aquí. El experimento que no habíamos podido probar aún, por fin saldrá a luz ¿No es excitante?— Extendió los brazos para indicar que estaba hablando precisamente de aquella sección en la que todos se encontraban, Bloodborn soltó una carcajada y golpeó levemente su muslo, como si toda esa tétrica y desgraciada situación fuera motivo de estar emocionado y feliz. Sin embargo estas palabras no eran lo peor, si no la implicación de las mismas, las cuales indicaban que al menos él era uno de los responsables de que todos en el grupo hubieran terminado dentro de ese horrible lugar ¿Acaso había perdido todo el sentido? Incluso siendo alguién de tan alto rango dentro del Ministerio. Pronto, la mirada del jefe de aurores se dirigió hacía aquél que se hallaba sobre el ataúd, chasqueando su lengua con malicia y una clara molestia que era palpable a la distancia.

—Aunque debo admitir que tu sigues siendo una piedra en el zapato… Badak ¿Porqué no solo mueres y ya?— El hombre soltó un suspiro pesado, antes de regresar su vista hacía el grupo, con animosidad y una sonrisa ladina. —Me preguntó… ¿Cual será su decisión final? Como piensan bajar a ese infeliz ¿Mh?— Preguntó con altas expectativas, ya había dado a entender que los cuestionamientos del abogado le habían parecido maravillosos, y todo apuntaba a que este nuevo personaje estaba esperando la resolución del grupo que estaba allí presente. Matthew seguía manteniendo una distancia prudente por supuesto, mientras su mirada paseaba de Erick a Brianna, y de Michael a Tiberius, dejando muchas preguntas al aire pero sin duda, despertando un sentimiento de peligro muy diferente al que seres como los Lethifolds o el Graphorn, incluso los Dementores habían dejado en todos ellos, un sentimiento que alertaba cada sentido que existía tan solo por la presencia de ese hombre.

Al ver que los pájaros resultaban convertidos en polvo, Michael tuvo la seguridad de que no podrían entrar para hacer bajar a Lord Balak. Iban a tener que realizar un Accio, aunque ello no significaba que el Arlequín Feliz fuera a sobrevivir. No obstante, no hubo ocasión de plantear más alternativas, ya que en ese momento un individuo apareció. Un mago al que Goldman identificó como Matthew Bloodborn, jefe de aurores y principal encargado de la prisión de Azkaban.

Bastaba con escuchar las palabras de Bloodborn y observar la tranquilidad con la que les hablaba para saber que era uno de los responsables de que ellos cuatro hubieran terminado en Azkaban. Su primer impulso fue apuntarle directamente con su varita, aunque se contuvo, convencido de que Bloodborn debía de estar protegido por toda clase de hechizos.

-¿Por qué? -le preguntó a Bloodborn, en tono frío-. ¿Por qué nos han traído aquí? Estoy seguro de que no hemos sido los primeros...

Al ver como los pájaros se deshacían en polvo, Brianna sintió un libero vahído al ser consciente de que hubiera corrido aquella misma suerte si Erick no la hubiera detenido. 

— Maldición... — Masculló entre dientes y su ceño se frunció. No estaba segura de si podían utilizar el Accio para sacar a lord Badak. ¿Y si se volvía en polvo por intentar sacarlo? ¿Realmente estaba dispuesta a asumir aquel riesgo?

Brianna se encontraba debatiéndose consigo misma las opciones que tenía, cuando unos aplausos, seguidos de una fuerte carcajada, interrumpieron sus pensamientos. Su mirada se dirigió hacia el origen de las risas y sus pupilas se dilataron al reconocer a la figura que se encontraba delante de ellos.

Aquel hombre había sido una leyenda. Había ostentado el más alto rango entre los aurores y había sido el encargado de llevar a los magos tenebrosos más peligrosos a Azkaban. Su nombre le precedía, pero... ¿Qué demonios estaba haciendo allí? ¿Desde cuándo había sucumbido a la oscuridad? 

— Matthew Bloodborn... — Pronunció su nombre y una mueca despectiva asomó a sus labios. — Quién hubiera dicho que alguien como usted estaría detrás de todo esto... ¿En qué consiste ese experimento y con qué fin lo lleváis a cabo? — Preguntó, añadiéndose a lo dicho por el bibliotecario.

La mirada penetrante del hombre que se había mostrado ante el grupo viajó a Michael, escuchando las cuestiones del hombre antes de hacer lo propio para con Brianna, quién también había decidido unirse al asalto de preguntas. En cuanto la mujer del grupo terminó de preguntar aquellas cosas, Bloodborn apuntó hacía ella con una de sus manos, una amplia sonrisa se formó en su rostro antes de mirar al bibliotecario, como si de alguna forma una de las respuestas estaba ya en boca de Brianna. —Justo allí, ahí lo tienes Michael… Experimentación, la clave para todo en este mundo ¿No?— Hizo una pausa, antes de sarcásticamente alzar ambos brazos en el aire y extenderlos, mirando al grupo como si estuviera a punto de decir algo que era más que obvio —¿Acaso no ven el tamaño de este lugar? Por supuesto que no son los primeros… la clave, sin embargo, es que si son los primeros de su clase— Una vez terminó de decir esto, reanudó su caminata alrededor de la sección en la que se encontraba, como si fuera un depredador dando vueltas alrededor de su víctima, siempre a una distancia prudente y escaneando cada movimiento que el grupo hiciera, su nombre mismo ya era señal de experiencia después de todo y sería difícil tomarle por sorpresa.

—No entiendo de que hablas Brianna, por cierto…— Matthew miró ahora a la mujer que se encontraba allí presente, con una inocencia ante el cuestionamiento de que él era el responsable de tal situación tenebrosa en la que todos estaban metidos, en contra de su voluntad. —¿Con que fin? Con el fin del desarrollo, claro esta…— Respondió de nuevo, usando un tono de obviedad en su voz como ya lo había hecho anteriormente, su mirada viajó por unos segundos al ataúd que aún se encontraba inerte en el lugar —Seguramente ya lo leyeron gracias al desgraciado de Badak… Pero Azkaban es un artefacto tenebroso por si mismo, un canalizador que se alimenta de todo tipo de sentimientos negativos. Esta energía será la que nos de una nueva era de prosperidad— Una vez más alzó ambos brazos como si fuera una forma de adoración al recinto en el que se encontraban en esos instantes, algo tan tenebroso y horrible a partes iguales, pero Bloodborn parecía estar extasiado por la sola idea de usar la magia, sea cual fuera la que podía recolectar la prisión de Azkaban, la sola idea daba escalofríos.

—Por supuesto, con el fin de canalizar todo esto, necesitamos sujetos de prueba… al principio seguimos usando el principio de Ekrizdis, usando muggles como forma para desarrollar nuevos tipos y formas de magia.— Comenzó a explicar sin ningún tipo de sentimiento ante lo horrible que aquello era en todos los aspectos. —Pero aquellos que no poseen magia no podían lograr lo que un mago o bruja. Necesitabamos más energía, más progreso, entonces empezamos a buscar magos que fueran prescindibles, vagabundos, criminales de poca monta, o simples ciudadanos sin ningún talento a destacar ¡Y funciono!— Dio un par de aplausos ante este logró, sin duda Matthew no podía ver la gravedad de sus palabras o que tan crueles eran. —La fiereza con la que ellos pelearon para salir de este lugar, su desesperación, se convirtió en energía para seguir nuestros esfuerzos en desarrollar mejores tipos de magia, pero aún asi… necesitamos más— Un suspiro pesado salió de su boca, mirando hacía el techo y luego, apuntado a todos en el grupo que se encontraba allí.

—Asi es, subir el nivel… con personas que superen las métricas normales.— Y con esto terminó de hablar por el momento, su mirada continuó viajando de uno a otro. Parecía que Bloodborn estaba loco hablando de desarrollos de magia y demás, por supuesto indicando con estas palabras que la magia tan extraña y avanzada que habían visto era producto de estos experimentos, unos que habían sucedido gracias al sufrimiento y desesperación de las víctimas que habían entrado antes de ellos, en aquella horrible y macabra prisión. Tal parecía que el hombre había respondido solo lo justo, lo mínimo para abarcar las preguntas que Michael y Brianna le habían lanzado y poco más.

Erick estaba completamente anonadado. Aquel hombre, una auténtica celebridad, que se suponía que era uno de los protectores de la comunidad mágica, estaba metido hasta el cuello y encima se enorgullecía de alimentar ese infierno con más y más personas.

Él no era ningún santo (su familia no había pasado de la pobreza al lujo andándose con remilgos), pero aquello era una escala completamente distinta. ¿Qué prosperidad puede salir de esto?

Sus últimas palabras retumbaron en su cabeza. Con personas que superen las métricas normales. Llevaba desde que se despertaron en aquella gélida azotea preguntándose por qué habían sido llevados allí. Por qué ellos, específicamente. Pero eso se aplicaba a los otros, no a él. ​​​-¿Que superen las métricas normales? ¿Pero... pero qué tiene que ver eso conmigo? Yo sólo soy un comerciante. 

Michael escuchaba las palabras de Bloodborn, sintiendo que lo que estaba haciendo el jefe de aurores en Azkaban era enfermizo. ¿Cuántas personas, ya fueran magos o muggles, habrían perdido la vida entre los muros de aquella prisión? Era evidente que ninguno de ellos había conseguido escapar con vida de aquel lugar.

-Así que eso es lo que es esto, ¿no? Un experimento... -declaró el bibliotecario y, aunque se le escuchaba tranquilo, parecía estar rabiando por dentro.

Tenían que detener lo que estaba sucediendo en el interior de aquella prisión. No bastaba solo con sobrevivir y escapar de allí, sino que tenían que poner fin a esos experimentos o exponerlos directamente a la comunidad mágica.

-Entonces, ¿ahora qué nos toca? ¿Seguimos avanzando y siendo parte de tu... juego? -preguntó, mirando a Bloodborn con cara de pocos amigos.