Partida Rol por web

Nieve Carmesí II

La Mansión

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14/03/2009, 02:56
Grigori

Grigori, en silencio, tranquilo, pues la situación parecía no ir con él, pensaba para sus adentros que la situación se podía volver cómoda por momentos para sus intenciones. El único fallo para su plan, era que el mando alemán ahora estaba muerto, pero era un contratiempo más que subsanable si desde ese momento se acercaba al sargento.

Los alemanes, ahora, estarían más pendientes unos de otros, pues sabían que podían tener un enemigo cerca de ellos, e, incluso, podría llegar un momento en que empezasen a desconfiar unos de otros, pues cuando se calmase la situación, se darían cuenta de que el muerto podría haber sido cualquiera de ellos en lugar del teniente. Y se percatarían de que entre sus filas se movía un degenerado que era capaz de disparar sin compasión a su superior antes de que el médico le indicase que la situación era irreversible.

Por último, el campesino se quedó mirando a su compañera de cautiverio. ¿qué habría impulsado a aquella mujer para que hablase de maldiciones?

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14/03/2009, 11:48
Director

Grigori pensó en las palabras de Alexeva. ¿Maldición? ¿De qué maldición hablaba? Y de pronto, en un fogonazo, todo vino a su memoria, como si tan solo fuera necesario un pequeño empujón para traer viejos recuerdos, viejas habladurías de tiempos infantiles.  Ahora se daba cuenta de donde estaban... La Vieja Mansión, La Casa Maldita, El Hogar de los Muertos… aquel lugar tenía tantos nombres como historias circulaban sobre él. Casi todo el mundo por la zona había oído alguna o varias de ellas y sabía que aquella es una casa prohibida, donde nunca iba nadie y de la que nunca salía nadie. La mayor parte de estas historias coincidían en que la mansión perteneció hace décadas a una familia influyente y adinerada sobre la que cayó una horrible maldición. Era a partir de ahí donde las lenguas diferían. Había quien decía que se volvieron locos y se mataron entre ellos, otros afirman que fueron castigados por el tipo de vida que llevaban, por poseer más de lo que Dios les había entregado en suerte, hay quien contaba que fue cosa de brujería, magia negra, el demonio y un sin fin más de patrañas. Por supuesto todo esto eran leyendas, supersticiones del pueblo, pues nadie se había atrevido, que se sepa, a internarse en ella.

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14/03/2009, 16:52
Grigori

Grigori demostró por primera vez un atisbo de intranquilidad mientras observaba a la prisionera.

El campesino intentaba  hacer memoria para ver si la conocía de antemano, pues áhora se quería acercar a ella. Quería saber que parte de la historia sobre la mansión sabía la muchacha.

Y, sobre todo, quería salir vivo del embrollo en que sus captores lo estaban metiendo.

 

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14/03/2009, 21:19
Octavius

Cita :

Bien hecho soldado, pero la proxima vez usa el cuchillo

Quien en su sano juicio se acercaria a esa verja endemoniada

Octavius solo echó una mirada al medico mientras cambiaba de lugar y se volvia a poner detras de los prisioneros, con el arma levantada y presta para usar

-Ahora sabeis de lo que soy capaz, mas os vale moveros vosotros tambien rusos, avanzad-, el idioma ruso fluia un tanto gangoso como si el hedor de la muerte se le hubiera metido y le impidera vocalizar bien, pero su pulso no le fallaba, al menos mientras sus pesadillas se mantuvieran a raya

 

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15/03/2009, 21:58
Hans

Hans se levanta como puede de la fría nieve y azuzado porel médico, sale corriendo junto a sus compañeros. Sus ojos no se fijan en nada, solo sigue a los suyos cuál oveja con su pastor. El comentario de la campesina pasó inadvertido por Hans, demasiado aturdido por la muerte del teniente. No hay pensamiento cuerdo que pase por su cabeza. Solo un ahogado grito.

¡Huir!

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16/03/2009, 10:26
Pieter

De que maldición hablas?, vamos, ¡¡¡CONTESTA!!!  Pieter esta visiblemente afectado por la violenta muerte del Teniente, las palabras de la mujer resuenan en su cabeza como un mazo en una campana, los nervios unidos al frio, los ataques y la situacion en general estan sacando lo peor de Pieter, esta guerra asi lo hace. Tras gritar a la mujer para obligarla a hablar queda a la espera de su respuesta.

 

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16/03/2009, 11:11
Grüber

El médico veía como la fragilidad de la mente de alguno de los soldados empezaba a hacerse eco también en sus corazones.

Pieter, entra en la casa ahora. Y luego la interrogas

El médico intento gritar, pero la tormenta tapaba casi todo su volumen de voz. Así que se oyó como cualquier otra cosa en esa maldita ventisca, mal.

Se acerco al soldado, la cara demostraba que no tenía ganas de andar demasiado, pero dejar a ese hombre en ese estado con una cautiva y sobre todo, bajo aquella infernal tormenta no era una buena idea.

Así que lo asió por el brazo. No hizo fuerza, tampoco la tenia, no quería moverle el mismo el brazo, sino que el dejara de apuntar a la mujer y entrara de una vez en la casa.

A esta velocidad morirán congelados, y no le apetecía ver más muertos por el momento.

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16/03/2009, 11:17
Grigori

Grigori, en silencio cómo de costumbre, comenzaba a ver cada vez más nerviosismo en sus captores, y ahora se alegraba de haber mantenido la boca cerrada, pues observaba cómo los germanos a quién preguntaban sobre la casa era a su compañwera en lugar de a él.

El campesino pensaba que la muchacha había cometido un grave error al comentarles a los alemanes algo sobere la maldición.

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16/03/2009, 13:28
Alexeva

Era demasiado tarde habian entrado solo en el jardin y ya habia empezado el terror, hasta ella no se lo podia creer del todo, nunca habria entrado por propia voluntad pero una cosa eran las supersticiones y otra era ver a un hombre empalado en una verja que segundos antes estaba medio caida.
Octavios la amenazaba para que avanzase mientras que el tal Pieter le exigia violentamente que le hablase de la maldicion,
Miro la puerta de la mansion que le dio la impresion de ser la puerta al infierno, si se negaba a entrar les esperaba un disparo del germano sin escrupulos o quizas acabase al lado del teniente, ¿que le esperaba dentro? no lo sabia.
Con resignacion ando a hacia la puerta. Miro a Pieter, el fuego de la ira aun ardia en sus ojos.
El Hogar de los Muertos, nunca va nadie, nunca sale nadie.
Su voz sonaba a sentencia

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16/03/2009, 20:59
Director

Apremiados por el frío glacial y el sonido de las bombas estallando en la cercanía los soldados se dirigieron hacia la mansión. La puerta principal se encontraba en la segunda planta, a la que se accedía a través de una adornada escalinata de piedra. Era un portón doble de madera noble, con cuarterones repujados y una gran aldaba doble en forma de cabezas de león. A un lado se hallaba un tirador de hierro forjado que debía accionar una campana en el interior, lo que hacía ver que las aldabas eran puramente ornamentales. Sobre la puerta el escudo de la familia, en piedra, sobre el muro. Pero tan desgastado que no se acertaba a ver qué representaba. En la zona baja de la escalera en otro tiempo habían guardado el paso dos enormes maceteros, reducidos ahora a meros bosquejos de lo que fueron, cubiertos de nieve. La unidad se movía hacia los escalones y la promesa de un resguardo en el interior de la casa, pese a que la mujer rusa parecía reacia a hablar y Pieter algo nervioso.

Karl se retrasó un momento para revisar al sargento. Manchado de sangre, bajo su chaqueta, sacó un pequeño libro encuadernado en piel. Parecía un diario o algo similar. No había ninguna carta ni otro documento. El sargento guardó la placa de identificación en el diario y se apresuró para alcanzar a los demás, que ascendían por la escalinata de piedra poco a poco. Los marcos de algunas ventanas se golpeaban salvajemente a merced del viento, que cada vez parecía crecer en intensidad. Las puertas dobles de la mansión estaban entreabiertas, atascadas por una gran cantidad de nieve.

Hans tiró de la puerta lo suficiente como para abrirla y que pudieran pasar. El primero en entrar fue el doctor, preparado con su arma. Hans lo hizo a continuación, seguidos por los dos rusos vigilados muy de cerca por Octavius y Pieter. Este último parecía el más nervioso, como si todavía esperase algo más de la respuesta de la mujer rusa. Cerraba la comitiva el sargento Karl, que ya había alcanzado las escaleras.

Dentro, una gran cristalera abombada hacia fuera, en la pared izquierda del recibidor, dejaba pasar una luz tamizada por el polvo acumulado. Con cristales enplomados, formando un arabesco, de suelo a techo, pero sin colorear. Apenas se distinguía la silueta de los sauces, y algunos cipreses.

A la derecha un gran arco en la pared, sin puertas, permitía ver un distribuidor en toda su impactante grandiosidad, con unas enormes escalinatas que tanto ascendían como descendían. Un poco más adelante había otra puerta de madera, entreabierta, aunque desde esta distancia no alcanzaban a ver su interior oscuro. En la pared del fondo del enorme recibidor en el que se encontraban ahora mismo veían otra puerta de madera, en este caso totalmente cerrada.

Solo se escuchaba el viento aullando contra las paredes y pasando a través de la puerta principal que ahora mismo el sargento Karl intentaba cerrar. El interior de la casa olía a cerrado, a humedad... y al dulzón olor de los cadáveres descomponiéndose... Por un momento todos sintieron un leve malestar, un presentimiento de inquietud... Pero al menos allí dentro el frío era menor y estaban resguardados. En el exterior solo podría aguardarles la muerte blanca...

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16/03/2009, 22:07
Hans

Tras estar dentro de la mansión, Hans se calmó lo suficiente como para poder pensar en los acontecimientos. No tiene ni idea de como ha pasado esto pero está seguro que alguien tuvo que empalar al pobre teniente. Y si ese alguien estaba cerca sus vidas corrían peligro. Pero al menos, ahora estaban dentro de la mansión, juntos y sin peligro evidente aunque...

Oye, campesina... -se le dirige Hans a Alexeva, al no conocer su nombre ni poder usarlo si pudiera, ya que no tendría que mostrarse débil ante una prisionera. Igualmente, hay un deje de intranquilidad en su voz que delataba su nerviosismo- Una cosa es que esta mansión esté llena de soldados rusos y otra que haya una maldición, no nos ocultes la verdad con misticismos. Acaba de morir un hombre empalado por una verja de metal!

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17/03/2009, 00:44
Alexeva

Claro unos soldados atacaron a vuestro jefe en completa perfección enderezaron la verja de entrada la cerraron y luego lo empalaron encima. eso en cuestión de segundos y sin que ninguno viese ni oyese nada...
Lo miro directamente a los ojos, la ira estaba siendo sustituida por otro sentimiento.
Misticismos, ojala yo aun pensara así.
No se que hay aquí dentro pero voy a sobrevivir, y si es posible dejándoos aquí para siempre.

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17/03/2009, 08:31
Octavius

Un pequeño atisbo de seguridad empezo a embriagar los sentidos de Octavius, la  seguridad de un techo, pero la presion en el pecho, esa certeza de que ocurriria algo malo iba a ocurrir seguia ahi latente, como un demonio escondido en las sombras, esperando la oportunidad de salir...

La realidad era que estaban dentro de la casa y que tenian que empezar a explorarla

-Sargento Karl, deberiamos de empezar a saludar a los posibles habitantes de la casa. Alguien vigila a los prisioneros y los demas exploramos, como nuestro querido Teniente habia propuesto

 

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17/03/2009, 14:56
Pieter

Creo que con los prisioneros deberia quedarse alguien con paciencia...la arrogancia de esta prisionera puede provocar actos violentos. Yo si no hay inconveniente exploraré si quiere usted sargento podria ir con Octavius. Si lo ve bien primero la planta baja y el sotano...luego las plantas superiores. Pieter demuestró claramente su disgusto por la actitud de la mujer rusa y contra todo pronostico y su forma de ser, optó por retirarse de la escena y contener su rabia.

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17/03/2009, 14:50
Grüber

Grüber estaba frotándose las manos con el arma descansando en su regazo colgado de la porta fusa. Aunque estaban en el interior y hacia un frio palpablemente menos intenso.

Sabia por experiencia que aquello no había acabado aun, la tormenta parecía ir ganando fuerza e intensidad lo que significaba para él un buen número de horas en aquel lugar.

El sargento estaba intentando cerrar la puerta. No iba a decirle que no lo hiciera, pero el ahora mismo pensaba en encontrar un salón o una cocina y prender un fuego para quitarse el frio del cuerpo que era
peor que una mala resaca.

En ese momento empezaron a hablar otra vez de la muerte del teniente. Si bien se veía la inquietud en los ojos y las palabras de los allí presentes, el no alcanzaba a entender que les podía preocupar tanto. En una guerra como la que se estaba sucediendo, con muertes a diario, por las cosas más absurdas, no era tan raro que alguien muriera.

Imaginaba que no habían podido asimilar la muerte de una manera razonable.

Al Teniente lo mato una verja, seguramente una gran ráfaga de viento la levantara del suelo y lo empalara. Tal y como crece la ventisca no es de extrañar. Lo que me recuerda señores, que se mantengan alejados de las ventanas que den al exterior, por si el viento decide romperlas. Así que dejémonos de cháchara absurda, ya tenemos problemas suficientes, y muy reales.

Miro con esta última frase a la mujer que estaba tan asustada que realmente daba la impresión de conocer una maldición. Seguramente pensaría que iban a matarla en este lugar e intentara ganar tiempo para que eso no pasara.

Ahora tenían que seguir no podían quedarse en el recibidor toda la noche. Tendrían que entrar en calor. Sobre todo ahora. Llevaban muchas horas caminando, estaban todos extenuados, fueran conscientes o no de ese detalle, y al dejar de caminar sus cuerpos perderían rápidamente el calor que generaba el movimiento. Eso era tan peligroso como seguir afuera.

Hay que encontrar la cocina o el salón, y prender un fuego. Necesitamos entrar rápidamente en calor, sino podemos morir a causa del frio.

Se cerciono con un rápido vistazo a los presentes de que todos entendían sus palabras. Aunque era verdad que mentalmente no se estaba preocupando demasiado de los cautivos ellos eran los que por sus ropas tenían más posibilidades de pasarlo mal.

Mientras los soldados se ponían en movimiento saco del interior de su pesada gabardina militar una petaquita de metal. La sopeso en la mano, no debían de quedarle más de tres o cuatro tragos, y esa idea sí que le hacía desesperar. Aquella petaca lo había mantenido caliente en muchas ocasiones, y ya una cantidad considerable de ellas en la tormenta reinante.

Quito el tapón y tomo un somero sorbo. El liquido helado bajo por su garganta picándola toda ella, raspando la seca y fría piel con su sabor. Para finalmente llegar al estomago e ir de manera creciente generando un calor que se fue extendiendo por todo el cuerpo primero por el abdomen y luego a las extremidades. Pero tan rápido como la saco del bolsillo la volvió a guardar. Era un preciado tesoro. Y como se imaginaba aún le quedaban muchas horas por delante antes de volver a la civilización. Si es que lo conseguían. Pero qué demonios, había que vivir cada momento y aun estaba vivo.

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17/03/2009, 15:12
Karl

 - Me parece correcto. No soy partidario de separarnos, pero es la mejor opción que tenemos para asegurarnos que los habitantes de la casa no son soldados rusos. - Dijo Karl... - Mierda... no hay otra opción.

 

Karl volvió a hablar con una voz seria y muy secamente.

- Octavius, Pieter. Registren la casa con cautela, al mismo minimo ruido o señal de la presencia de alguien, no actúen. Vengan hasta aquí, y los demás les apoyaremos, a no ser, que sean atacados directamente y sea preciso defenderse. No se hagan los héroes, con el teniente muerto creo que es bastante por hoy. La prioridad es encontrar un lugar donde se pueda encender un fuego y algo con lo que hacerlo. Los demás, mientras nos quedaremos vigilando a los prisioneros e intentando averiguar que es lo que saben...

Karl miro a la campesina y acto seguido al hombre ruso. - ... espero que no sean una molestia si pretenden conservar su cuello intacto.

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17/03/2009, 17:35
Grigori

Por primeras vez, Grigori abrió la boca y se dirigió al Sargento.

Le aseguro señor que eso es lo que quiero, conservar mi cuello, y el resto de mi cuerpo, intactos.

Y aunque el campesino era experto en engañar a la gente y salir bien parado, era incapaz de engañarse a sí mismo. Por dentro la deshazón le carcomía. En un breve espacio de tiempo había visto truncadas sus esperanzas de una rápida salida para su situación frente al Ejército Rojo. Primero había visto cómo el Oficial Alemán había perecido, y con él su principal baza para acomodarse con los germanos. Y ahora, dentro de una casa en la que no quuisiera estar, observaba cómo eran los propios infantes los que parecían darle las órdenes al Sargento en lugar de esperar.

Grigori comenzaba a pensar que el mundo se estaba volviendo del revés. Veía cómo el principio, inalterado durante siglos, de la Disciplina Prusiana se desmoronaba por momentos en el pelotón que lo custodiaba.

Y miraba con preocupación cómo unos soldados en medio de una guerra y en territorio hostil para ellos se preocupaban más de misterios y misticismos inciertos que del enemigo real que les estaba aguardando en cualquier lugar de la linea del frente.

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17/03/2009, 17:47
Grigori
Sólo para el director

Notas de juego

¿qué es todo lo que se de la mansión y de su maldición?

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17/03/2009, 20:12
Alexeva

¡Una ráfaga de viento! ¡Como demonios pueden ser tan estúpidos! ¡¿Una ráfaga de viento capaz de levantar a un hombre, enderezar una reja como esa y dejarla cerrada?!
No tengo ningún problema, prefiero estar acompañada aquí dentro. El miedo a los alemanes parecía estar siendo inversamente proporcional al miedo que le daba aquel lugar.

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17/03/2009, 20:42
Pieter

Pieter se puso en marcha caminaba pesadamente debido sobre todo al agotamiento, cuando paso cerca de Hans, hermano, estate atento y cuida de tu pellejo, cuando todo esto acabe brindaremos en casa. Se prudente, como siempre lo has sido excepto cuando te alistaste a esto. Vamos Octavius, Grüber tiene razon no debemos permanecer mucho parados. No se preocupe sargento, no tenemos animo de morir, no al menos esta noche.