Partida Rol por web

Nieve Carmesí VII

La Mansión

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24/03/2009, 09:44
Franz Grüber

La adrenalina comenzó a invadir el cuerpo de Grüber, no era un hombre cobarde pero los nervios acumulados en los últimos días, el tétrico ambiente y la posibilidad de que quien se encontrara en la habitación fuese hostil hacían mella en el joven doctor.

Ojalá no oponga resistencia - Pensó mientras entraba en la habitación con sus compañeros.

Sabía que debía dejar actuar a los verdaderos hombres de armas, así que buscó con la mirada un quinqué, un candelabro o cualquier cosa que pudiese iluminar la habitación para facilitar las cosas. 

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24/03/2009, 10:19
Karl Ziegler

Tan pronto como Grigori se adentró ligeramente en la habitación, Karl tomo la iniciativa desde su espalda y se abrió paso entre los campesinos con su arma en alto el dedo en el gatillo dispuesto a disparar contra culaquier cosa que pareciese una amenaza. Pero el ambiente ensombrecido de la habitación impedían ver nada claramente.

El sargento hizo una señal a las tres hombres que tenía más cerca para que entrasen a asegurar la habitación mientras los dos soldados más retrasados debían quedar vigilando la puerta que acababan de cruzar.

En ese momento un melodía comenzó a sonar, Karl giró la cabeza brúscamente hacia su origen, un piano que se encontraba al fondo de la sala y que ahora se encontraba también en el punto de mira de su fusil. El sargento hizo una señal con la mano para que su grupo se agachara lentamente con la esperanza de que no fuesen blanco fácil. Lentamente se acercó de espaldas a la pared junto a la puerta tratando de encontrar algún tipo de interruptor o similar aunque no estaba seguro de que llegase corriente eléctrica hasta aquel apartado lugar.

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24/03/2009, 10:49
Grigori

Con el corazón en un puño, Grigori empujó la puerta y mantuvo la respiración mientras echaba un vistazo a lo que había dentro. Lo que más estupor le causó fue el noble porte de las dos figuras de los retratos, pintados con maestría, realmente parecían nobles. Nobles con todo lo que comporta esa palabra, no sólo los privilegios de su clase, sinó también una forma de ser.

Cita:

Karl tomo la iniciativa desde su espalda y se abrió paso entre los campesinos con su arma en alto el dedo en el gatillo dispuesto a disparar contra culaquier cosa que pareciese una amenaza.

La brusquedad del sargento le quitó de si ensimismamiento y le devolvió a la gris realidad que tenía delante suyo. El campesino se apartó para dejar pasar a los soldados y así no entorpecer su marcha.

Cita:

Y entonces, aquella melodía comenzó a sonar.

En ese momento a Grigori se le heló la sangre, esa música había empezado a sonar de la nada. Lo que implicaba que el autor había estado en sumo silencio hasta que entraron en la sala. No, no lo entendía.

-¿Quién en su sano juicio, habiendo escuchado a los soldados se atreve a sorprenderlos con música antes de identificarse?-

Miró a Alexeva a los ojos por si encontraba en ella también esa mezcla de sorpresa y sobrecogimiento que al campesino le había inundado de golpe.

-¡Por San Makari! ¿De dónde ha salido esa música?-

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24/03/2009, 11:29
Octavius Dietrich

Ante la señal del sargento, Octavius se detuvo junto a la puerta, acatando la orden de vigilar la entrada a aquella vieja estancia presidida por aquellos retratos, seguramente los señores de la mansión en un tiempo anterior al presente. La tensión podía palparse en el ambiente, y la penumbra, gobernanta de lo que sin duda era la biblioteca, acrecentaba la sensación de incertidumbre, crispando los nervios del soldado Dietrich mientras su mirada se paseaba por la estancia de forma lenta y minuciosa. La escasa claridad provenía de una puerta a la derecha, entreabierta e incitadora, y allí estaba su mirada cuando la melodía, repentina, comenzó a sonar.

El corazón de Octavius sufrió un aumento de palpitaciones provocado por la letanía de notas tocadas por el piano, y apenas varias de estas habían prorrumpido en el silencio del lugar cuando él ya se encontraba arrodillado y alerta, con su fusil apuntando allí donde se adivinaba la silueta del instrumento musical de cuerda. La oscuridad no permitía ver si alguien estaba presionando aquellas teclas, que intuía cubiertas de polvo al igual que las estanterías y sus libros, pero Octavius creía que no. Y aquello lo asustaba aún más...

Cita:

-¡Por San Makari! ¿De dónde ha salido esa música?-

El grito del campesino, tan inesperado e inoportuno como la melodía, alarmó por segunda vez al soldado de artillería, e, instintivamente, desvió su fusil hacia el cuerpo del prisionero, quizás con la intención de dispararle por el mero hecho de haber alzado la voz en una situación como la actual, o quizás por haber logrado sobresaltarlo... pero se reprimió. Creía que aquel hombre actuaba guiado por el miedo, y sus palabras no eran otra cosa más que una reacción a la incomprensión y la desconfianza, por lo que simplemente le taladró con su mirada, incitándolo a guardar silencio.

Tras su pequeño y silencioso intercambio con el prisionero, Octavius devolvió su mirada al piano, y aunque sentía crecer el miedo en su interior, se obligó a respirar profundamente para seguir luchando contra el ardiente deseo de vaciar su cargador sobre aquella caja negra que no cesaba sonar.

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24/03/2009, 12:05
Hans Müller

Hans observó de reojo al campesino, quien con gran esfuerzo consiguió empujar la entreabierta puerta de la biblioteca. Una vez dentro, siguiendo al grupo, su mirada alcanzó a recorrer la estancia en semipenumbra. La biblioteca, como pudo comprobar, también era sala de música como atestiguaban el arpa y el piano que se hallaban al fondo. Los retratos de los sin duda originarios dueños de la mansión, parecían observarles desde la pared opuesta dándoles la bienvenida. El hombre con orgullo. La mujer con benevolencia. Y vistiendo las grandes estanterías, innumerables libros. Todo ello hablaba de un hogar donde el conocimiento y las artes habían sido valorados, una familia ilustrada cuya herencia era ahora víctima del olvido y del polvo. A su derecha, un hilo de luz mostraba el acceso a otra dependencia.

Una sensación de tranquilidad inundó a Hans Müller, a pesar del abandono y del polvo. Aquello era una isla de paz, un pequeño oasis, un ajado recuerdo de su propia casa y de su familia, un regalo que le alejó por unos segundos de la omnipresente guerra.

Y entonces la música les alcanzó, sorprendiéndolos. Unas notas que provenían de aquel piano sumergido en la oscuridad, una oscuridad que no les permitía ver a quien interpretaba aquella inquietante y hermosa pieza musical. Hans, inmóvil, escrutó aquella oscuridad buscando a la osada persona que, impertérrita antes sus armas y la invasión de su hogar, les recibía de modo tan extraño.

Notas de juego

Preguntas:

1.- ¿Hay algún tipo de ventana o cristalera en la habitación?

2.- A la vista del deterioro general y del estado de abandono, ¿hay forma de calcular cuánto tiempo lleva aquello sin habitar?

3.- El polvo debe cubrirlo todo, incluso el suelo. ¿Se perciben huellas?

4.- ¿En qué hora del día nos encontramos?

5.- Si hay que hacer alguna tirada para resolver alguna de las cuestiones, dinos qué hay que tirar. :)

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24/03/2009, 19:07
Alexeva

La campesina entró detrás de Grigori, adentrándose apenas en la penumbra de la biblioteca. Nerviosa y en guardia paseó la vista por la habitación, admirando el lujo en que habían estado viviendo los dueños de la casa. Se sobresaltó cuando el piano empezó a sonar desde el rincón más oscuro de la estancia y se agachó instintivamente antes de que Ziegler pasara entre Grigori y ella con el fusil en alto.

Cita :

-¡Por San Makari! ¿De dónde ha salido esa música?-

Al oír hablar al campesino Alexeva liberó parte de su nerviosismo intentando hacer un chiste.

-¿Que de dónde ha salido, glupiy?¡Del piano! Y baja la golova no te vayan a meter un tiro...

Notas de juego

Aparte de la puerta por la que hemos entrado y la que está entreabierta al final de la habitación, ¿vemos alguna otra?
 

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24/03/2009, 19:49
Dieter

Dieter siguió a sus compañeros con cautela. Todo estaba en penumbra, lo cual lo hacía sentirse inseguro. Era un cobijo perfecto para el enemigo. Quienquiera que estuviese en la casa, sabía que ellos estaban allí y podía tenerles una emboscada.

Miró a su alrededor. Su vista pasó por las estanterías, los dos cuadros...

Y en ese momento sonó la melodía.

Dieter se giró sobresaltado hacia el piano y levantó su MP-44, vociferando en alemán.

-¡Quien va!-.

Su dedo índice derecho acarició el gatillo, pero se contuvo a tiempo de evitar que su arma comenzara a escupir balas.

 

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25/03/2009, 00:39
Pieter Müller

Pieter aún seguía enfurecido por la discusión con su hermano. Por esa razón no estaba prestando atención a los demás militares, sino que estaba ensimismado pensando en la estúpidez de su hermano. -"Dudo que cualquiera de los presentes se alistara para matar campesinos"- Recordó Pieter en sus pensamientos, y luego respondió en su mente a la sentencia de su hermano: -Por supuesto que no, Hans, pero en este momento estos campesinos son prisioneros, y no hacen más que estorbar. Si son un estorbo no podemos permitirnos tratarlos como huéspedes de un hotel cinco estrellas ni cumplir sus deseos. Es más, si son un estorbo lo mejor es aprovechar que nos pertenecen para utilizarlos como conejillos de indias. Se llama sentido común. Mi hermano piensa que dejé el campo de batallas por mi cobardía, pero se equivoca. Yo estaba siguiendo instrucciones de un superior, alguien que pertenece a un rango alto debido a que las decisiones que ha tomado lo han llevado a la victoria, y no podía desobedecer sus ordenes.-.

Luego se dió cuenta de que habían abierto la puerta, y contempló con cuidado la habitación. Observó lo que parecían ser los retratos de los propietarios de la casa. Pensó que estaban haciendo mucha parafernalia, no debían seguir un orden tan riguroso, pero si lo decía el sargento, Pieter debía de obedecer. Comenzó a sonar la música y movió su fusil buscando a alguien a través de la mira, pero no encontró nada. No sabía que hacer, en esos momentos no le quedaba nada más que quedarse a la espera de ordenes.

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25/03/2009, 08:42
Director

Los recién llegados acabaron de entrar en la estancia. Desde donde estaban, al lado de la puerta, parecía difícil distinguir algo más que siluetas recortándose en la penumbra. Y de pronto, la música dejó de sonar, tan repentinamente como había comenzado y la habitación, quedó en completo silencio...tan solo por unos segundos.

Una risa alegre de un niño se dejó sentir en la habitación y por un momento, pudieron ver una sombra que salía hacia la puerta de donde venía la luz. Una sombra humana, de pequeña estatura, pero irreconocible en la penumbra.

Karl se acercó a la pared, buscando un interruptor, pero como era de imaginar, no pudo encontrar nada. Sin embargo, fué Grüber quien, buscando algo más propio a la época en que debió ser construida la casa, dió con uno de las muchas lámparas de gas que había en la habitación, atornillada a la pared.

Encendió una cerilla e intentó prender la lámpara. Sorprendentemente, funcionó. El olor acre del petróleo mezclado con el del polvo quemado, acumulado durante años, se extendió por la habitación.

Una luz anaranjada desveló lo que entre penumbras no habían podido ver.

El mobiliario estaba en bastante buen estado y parecía de muy buena calidad; realizado en maderas nobles y tallado finamente con motivos ornamentales de todo tipo, según los gustos de otra época. Destacaba una gran mesa de madera con incrustaciones de ámbar en el centro de la estancia, flanqueada por 12 sillas. Varias mesas supletorias, a juego con la principal recorrían la pared. Muchas de ellas, incluida la principal, estaban llenas de libros colocados de forma desordenada.

Al fondo, efectivamente, había un piano y un arpa, pero el asiento sobre el que debía sentarse el pianista, no estaba ocupado. Únicamente pudieron ver una partitura sobre él.

Distribuidas por toda la habitación, pudieron ver hasta siete lámparas más como la que acababan de encender. Del techo, colgaba una gran lámpara de araña llena de velas a medio consumir. Evidentemente, tratándose de una biblioteca, los dueños de la casa habían decidido proveerla de una buena iluminación. Lo que carecía de explicación aparente, es el porqué una biblioteca se encontraba en una zona interna de la casa, dado que no pudieron observar ninguna ventana en ella.

Los dos cuadros que atisbaron cuando entraron en la habitación también quedaron plenamente visibles y pudieron comprobar que su realización era excelente. Ahora pudieron leer claramente las inscripciones que figuraban al pié de las mismas, realizadas en bajorrelieve y papel de oro sobre el marco de caoba.

Yuri Yusareff, rezaba la del hombre y Irina Yusareff, la de la mujer.

La luz también les permitió ver una segunda puerta, situada al fondo de la sala, detrás del piano y el arpa. Estaba cerrada.

 

 

Notas de juego

La habitación se encuentra en bastante buen estado, salvo por el polvo acumulado. Por otro lado, por el polvo acumulado, lo mismo puede llevar 20 años  deshabitada, que 100.

En la escena anterior describí que estaba anocheciendo. Ahora es prácticamente noche cerrada.

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25/03/2009, 09:18
Director

¡¡¡Yusareff!!!

Conocía ese nombre. Era un nombre maldito para la gente de tu pueblo. Su leyenda se extendía por muchas poblaciones rurales de la zona como el típico cuento que se usa para asustar a los niños.

Y con la leyenda de los Yusareff, viajaba la leyenda de su mansión. La Vieja Mansión Yusareff, la Casa Maldita; el Hogar de los Muertos...aquel lugar tenía tantos nombres como histroais circulan sobre él. Pocos sabían con certeza su ubicación y de hecho, las habladurías la situaron en muchos lugares diferentes, haciendo que donde fuera que hubiese un caserón abandonado, hubiese una casa Yusareff. Pero aquellos cuadros parecían una prueba evidente de que aquella era la verdadera.

Casio todo el mundo por la zona había oido alguna o varias de aquellas historia...la casa prohibida donde nunca va nadie y de la que nunca sale nadie. La mayor parte de estas historias coinciden en que la mansión perteneció hace décadas a una familia influyente y adinerada sobre la que cayó una horrible maldición. Es a partir de ahí donde las lenguas difieren. Hay quien dice que se volvieron llocos y se mataron entre ellos, otros afirman que fueron castigados por el tipo de vida que llevaban, por poseer más de lo que Dioes les había entregado en suerte, hay quien cuenta que fué cosa de brujería, magia negra, el demonio y un sin fin más de patrañas. Por supuesto todo son leyendas, supersticiones del pueblo, pues nadie se ha atrevido, que se sepa, a internarse en ella.

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25/03/2009, 09:29
Director

¡¡¡Yusareff!!!

Conocía ese nombre. Era un nombre maldito para la gente de tu pueblo. Su leyenda se extendía por muchas poblaciones rurales de la zona como el típico cuento que se usa para asustar a los niños.

Y con la leyenda de los Yusareff, viajaba la leyenda de su mansión. La Vieja Mansión Yusareff, la Casa Maldita; el Hogar de los Muertos...aquel lugar tenía tantos nombres como histroais circulan sobre él. Pocos sabían con certeza su ubicación y de hecho, las habladurías la situaron en muchos lugares diferentes, haciendo que donde fuera que hubiese un caserón abandonado, hubiese una casa Yusareff. Pero aquellos cuadros parecían una prueba evidente de que aquella era la verdadera.

Casio todo el mundo por la zona había oido alguna o varias de aquellas historia...la casa prohibida donde nunca va nadie y de la que nunca sale nadie. La mayor parte de estas historias coinciden en que la mansión perteneció hace décadas a una familia influyente y adinerada sobre la que cayó una horrible maldición. Es a partir de ahí donde las lenguas difieren. Hay quien dice que se volvieron llocos y se mataron entre ellos, otros afirman que fueron castigados por el tipo de vida que llevaban, por poseer más de lo que Dioes les había entregado en suerte, hay quien cuenta que fué cosa de brujería, magia negra, el demonio y un sin fin más de patrañas. Por supuesto todo son leyendas, supersticiones del pueblo, pues nadie se ha atrevido, que se sepa, a internarse en ella.

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25/03/2009, 09:52
Franz Grüber

Grüber se dió cuenta de que empezaba a actuar por instinto, el miedo lo había atenazado cuando empezó la música pero aún así había encendido la lámpara de la pared. Ni siquiera sabía en que momento lo había hecho.

Una vez se hubo calmado, se dirigió a los prisioneros en ruso - Encended un par de lámparas más y sentaos en las sillas de ahí - Dijo señalando, con la mano donde no tenía la pistola, la gran mesa central.

Después se dirigió al sargento - Señor, no se a usted, pero a mi me ha parecido que era un niño el que tocaba el piano y ha salido corriendo. Va a ser complicado encontrarlo si conoce la casa, pero nos puede meter en problemas si no lo hacemos.

Tal vez haya suerte y la casa disponga de un mapa aqui, donde dijo Hans.

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25/03/2009, 12:02
Alexeva

Cuando Grüber encendió la lámpara y las sombras de la biblioteca se disiparon, Alexeva echó una nueva mirada alrededor. Esta vez se quedó congelada al volver a ver los retratos de la pare.

-Yusareff... - murmuró con voz casi inaudible y buscó a Grigori con la mirada, para intentar ver en la expresión de su cara si también había reconocido el apellido. Acto seguido intentó llamar la atención del sargento Ziegler.

-¡Herr Comandante, tenemos que irnos de esta casa por favor!¡Sólo se dicen cosas malditas y terribles de la familia Yusareff!

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25/03/2009, 16:46
Hans Müller

Tal y como llegó la música, desapareció. Súbitamente. Y tras el silencio, el correteo de una silueta acompañada de un risa infantil. Y cuando la luz rompió las penumbras, ya no había nadie. La iluminación descubrió la elegancia y refinamiento de aquella sala pero Hans apenas les prestó atención. Se sentía confuso. ¿Qué estaba ocurriendo allí? ¿Dónde se había ocultado aquel pequeño? ¿Acaso aquella puerta era por donde había salido como si estuviera jugando con ellos al escondite? La situación era a todas luces absurda y por un segundo, pensó que simplemente habían sido imaginaciones, algún tipo de alucinación fruto de la tensión y el cansancio.

Pero la voz del médico disipó sus dudas. Él también parecía haber percibido lo mismo que él. Y aquello le preocupó. ¿Cómo reaccionarían los otros a la presencia de un niño? Mas sus reflexiones se vieron interrumpidas por las angustiadas palabras de la campesina.

-¡Herr Comandante, tenemos que irnos de esta casa por favor!¡Sólo se dicen cosas malditas y terribles de la familia Yusareff!

El artillero se volvió hacia ella. Su tono parecía sinceramente asustado y su rostro parecía subrayar el mensaje. Aquello despertó un vivo interés en él. Los campesinos debían ser de la región y, probablemente, conocerían la casa y sus orígenes. Pero, ¿por qué habían callado hasta entonces?

- ¿Yusareff? - señaló mientras avanzaba lentamente hacia el piano-. ¿Es acaso esa familia la dueña de esta mansión? ¿Y qué son esas cosas tan terribles que se dicen de ellos?

Su tono era ligero, como si realmente no le importara demasiado la respuesta que la campesina fuera a darle. Seguramente, no serían sino chismes de viejas o cuentos de ignorantes para asustar a los niños en las largas noches de invierno. Su mirada, mientras esperaba una respuesta, se paseó sobre el teclado y la partitura.

Notas de juego

- Insisto con una pregunta: en el polvo que recubre el suelo, ¿hay alguna huella en las zonas que no hemos pisado nosotros? (Básicamente nos hemos movido por la entrada y ahora Hans avanza hasta el piano)

- ¿Algo que pudiera llamarle la atención en el piano?

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25/03/2009, 17:18
Grigori

-Yusareff-

Leer ese nombre en el retrato le hizo sentir una punzada en medio del alma. Recordaba demasiado bien las historias que su abuela Irina le contaba junto al fuego. Muchas de las historias eran leyendas felices de los príncipes de la zona. Pero en las noches más negras, siempre y cuándo sus padres no estuviesen, el rostro se le ensombrecía al narrar las aborrecibles historias que se contaron sobre la malograda familia Yusareff.

Recordó vivamente cómo su padre echó a empujones a su propia madre de la habitación una vez que sorprendieron a la abuela contándole esas historias al pequeño Grigori. En ese momento no lo entendió, y daría lo que fuese por recordar más vívidamente lo que le contaban de esa casa durante su infancia.

Cita:

-Yusareff... - murmuró con voz casi inaudible y buscó a Grigori con la mirada, para intentar ver en la expresión de su cara si también había reconocido el apellido. Acto seguido intentó llamar la atención del sargento Ziegler.

La voz de Alexeva le hizo girar hasta encontrar sus ojos. Esos ojos que le transmitían el mismo pavor inconsciente que florecía de los recuerdos y miedos infantiles guardados durante años bajo un manto de madurez y razón. Un manto que se había deshecho con sólo leer ese nombre.

-Parece mentira, después de lo que he pasado, de las balas, las bombas i la metralla. Que me haga temblar las piernas un simple cuadro.-

Con un ligero movimento de asentimiento mostró a Alexeva que él lo había reconocido también.

Cita:

-¡Herr Comandante, tenemos que irnos de esta casa por favor!¡Sólo se dicen cosas malditas y terribles de la familia Yusareff!

Sorprendido ante la reacción de la supersticiosa campesina, tomó la determinación de quitarle esa ida de la cabeza, aunque en el fondo él preferiria estar en qualquier sitio antes que en esa mansión.

-Pero Alexeva, fuera nos moriremos de frío. A mi me aterran tanto cómo a ti las historias de los Yusareff, pero fuera moriremos de frío o bajo fuego cruzado. Debemos esperar.-

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25/03/2009, 23:12
Karl Ziegler

Karl palpó la pared varias veces en busca de algún tipo de interruptor que encendiese alguna luz en la biblioteca, pero no encontró nada. - Parece que esta casa es más antigua de lo que creía. -

De pronto la música cesó y una pequeña silueta se adivinó atravesando la puerta que se veía iluminada al otro lado de la sala. Karl levantó su mano izquierda con la palma vuelta hacia sus hombres, abortando cualquier intento de disparo que hubiesen intentado aquellos amenazantes fusiles. - ¿Un niño?..... No puede ser.... ¿Qué clase de juego es este?.... - Rápidamente se hizo la luz, Karl giró la cabeza para determinar su origen y vio como Grüber había logrado encender algún tipo de antigua lámpara.

La habitación se dejó ver en todo su esplendor ligeramente reducido por el polvo de años de abandono. Todo lo que allí pudo ver no hizo más que confirmar al sargento su pensamiento anterior, una casa mucho más vieja de lo que en un principio había creído.

Grüber :

- Señor, no se a usted, pero a mi me ha parecido que era un niño el que tocaba el piano y ha salido corriendo. Va a ser complicado encontrarlo si conoce la casa, pero nos puede meter en problemas si no lo hacemos. Tal vez haya suerte y la casa disponga de un mapa aquí, donde dijo Hans.

El sargento observó de nuevo a Grüber mientras hablaba y pensó en una réplica pero la campesina, que se había acercado hasta los cuadros desoyendo las palabras del médico, interrumpió sus respuesta.

Alexeva:

-¡Herr Comandante, tenemos que irnos de esta casa por favor! ¡Sólo se dicen cosas malditas y terribles de la familia Yusareff!

Karl miró a la mujer y vio en ella una expresión que no había visto hasta ese momento. Parecía que la mujer realmente creía en alguna historia que los vecinos de algún pueblo cercano habrían inventado para difamar a los dueños de aquella mansión, claramente de una posición económica y cultural mucho más elevada. Mientras Karl sacaba conclusiones, Hans y Grigori continuaron la conversación. - Estos campesinos también parecen estar jugando con nosotros. Todo esto es muy raro. Unos dicen que nos vayamos, otros que nos quedemos... Desde luego este lugar es mucho mejor para pasar la noche que la intemperie de las heladas llanuras rusas.... -

Finalmente el sargento pudo hablar sin ser interrumpido. - No se preocupe. - dijo dirigiéndose primero a la campesina - Parece que hace mucho que los Yusareff no viven aquí. No le harán nada. - Una leve sonrisa irónica apareció en el rostro del sargento con las últimas palabras. Seguidamente se giró hacia Hans, que había llegado hasta la altura del piano. - Señor Müller, a ver si puede encontrar los planos de la casa por aquí o algo que nos sirva de ayuda para orientarnos, algún dibujo o maqueta o algo... - Finalmente se dirigió a Grüber con un tono más bajo, ya que era el que tenía más cerca. - El niño no me preocupa, lo que me preocupa es que no creo probable que un niño pueda vivir solo en lugar como este. Debe haber más gente... pero no sé que pensar... puede ser un joven travieso que desoyó  a sus padres o... un cebo para tendernos la emboscada. - El sargento miró a los soldados que aún quedaban cerca de él mientras cerraba las puertas por las que habían entrado esperando su opinión.

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26/03/2009, 01:20
Octavius Dietrich

¿Que diablos!!?

Octavius abrió la boca con la intención de gritar, quizás de avisar al resto de la presencia de alguien, pero el mero hecho de intuir la figura de un niño detrás de la alegre e infantil risa, le privó de ello, aunque no del hecho de que su arma siguiera la trayectoria de aquella figura hasta la puerta entreabierta. Y habría disparado, casi seguro que lo habría hecho, de no ser porque atisbó, de reojo, como el sargento alzaba su mano izquierda, ordenando, en silencio, que nadie apretara el gatillo.

¿Eso era un niño?. Maldita sea, como es posible que un niño... es imposible...

La mente del soldado Dietrich sopesaba diferentes razones, causas, o quizás excusas para defender la presencia de un crío en semejante y abandonado lugar, pero ninguna de ellas tenia peso suficiente para ser ni siquiera considerada. Para él, aquello no tenía ningún tipo de razón, y si de verdad había allí un niño, sin duda este no habría osado desafiar a un grupo de soldados tal y como lo había hecho. Aquello no tenía sentido, y mucho menos, lógica, por lo que lo único que se le antojaba posible es que aquella figura no fuese lo que en un principio había parecido.

Cita:

-¡Herr Comandante, tenemos que irnos de esta casa por favor! ¡Sólo se dicen cosas malditas y terribles de la familia Yusareff!

La voz de la prisionera atrajo su atención como no lo habían hecho las palabras del médico, y no fue por su tono, demasiado alto para dirigirse al sargento, sino más bien por su significado, pues la campesina nombraba a los antiguos dueños de aquella mansión, y lo más importante, hablaba de maldiciones y rumores acerca de ellos. Aquello si tenía sentido, mucho más de lo que ninguno de los presentes imaginaba, pero él, que había podido ver y sentir a aquella malvada aura, hallaba en aquellas palabras mucha más relevancia que cualquier otro. En silencio, y mientras esperaba la respuesta de la campesina a la pregunta del soldado Hans, Dietrich terminó de incorporarse sin poder evitar vigilar la puerta por la que aquella figura, fuese lo que fuese, había huido.

Cita:

El niño no me preocupa, lo que me preocupa es que no creo probable que un niño pueda vivir solo en lugar como este. Debe haber más gente... pero no sé que pensar... puede ser un joven travieso que desoyó a sus padres o... un cebo para tendernos la emboscada.

Yo no creo que un niño hiciera lo que este acaba de hacer, sargento. Ya es difícil imaginar a un hombre desafiando su suerte tras un piano y contra un buen numero de soldados, para que encima semejante acto de locura corra a manos de un crío. - Octavius había escuchado las palabras que el sargento había dedicado a Gruber, sus razonamientos, y aunque quizás no fuera su obligación hablar, se había sentido impelido a dar su opinión. Deseaba empezar a hacer entender al sargento, y al resto de los presente, que allí seguramente no iban a encontrar a ningún enemigo, o al menos no a ninguno relacionado con la guerra, que sin duda aquella casa estaba embrujada, o poseída, o lo que fuere. Pero temía sus reacciones a algo así, que lo tacharan de loco o simplemente lo ignoraran, así que tras sus pocas palabras, guardó silencio, acallando lo mucho que podía y deseaba decir y centró su atención, de nuevo, en la campesina y aquello que pudiese explicar acerca de los antiguos señores de aquella mansión.

Puede que ella, con sus historias, sea capaz de hacerles creer en lo que aquí sucede o puede suceder...

Notas de juego

Al final llegué. :-)

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26/03/2009, 01:59
Pieter Müller

Cuando pieter oyó que sesó la música y divisó la sislueta de un infante, pensó que esto se trataba de una broma. No le cabía en la cabeza que alguien pudiera estar tocando un piano mientras había un grupo de soldados armados allanaba su casa. Y menos que esa persona fuera un niño. Sin oír lo que decían los demás soldados se alejó de su formación unos pasos y preguntó en alemán, sin analizar que lo más probable era que ese ser humano de ahí no entendiera el alemán:

-¿Hola? ¿Quién está ahí?. ¡Conteste, estamos armados! ¡Le ordenamos que avanze con las manos arriba!-

Luego de decir eso Pieter sintió que hizo algo que no debía. Debió haber hablado con sus compañeros, pero vió que nadie decía nada. -¡¿Qué les sucede a estos idiotas?! Hablando de unas personas pintadas en cuadro y no toman en cuenta la presencia del niño, lo que tengo que hacer es tomar la iniciativa, si los demás se quedan embobados mirando un cuadro, no me queda nada más que actuar, no he cometido ningún error.- Pensó Pieter, analizando la situación, le parecía absurdo que sus compañeros estuvieran preocupados de un cuadro mientras habían visto la sombra de un niño.

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26/03/2009, 08:33
Director

Pieter y Hans cruzaron la habitación levantando polvo. Nada salvo sus pisadas parecía haber perturbado aquel lugar en décadas. Vieron con claridad como sus pisadas, así como las de sus compañeros, se recortaban con claridad sobre el suelo; más el resto de la habitación estaba cubierto por un fino manto de polvo. No había otras huellas aparte de las suyas, ni siquiera en el lugar por donde aquel...¿niño?...debía haber cruzado para salir de la habitación.

Hans se acercó al piano. Sobre él había una partitura abierta. No figuraba ningún nombre de la obra ni compositor; tan solo notas musicales. El piano, que parecía bastante antiguo, estaba también cubierto de polvo, así como el banco en el que se debía sentar el pianista, que por cierto, estaba bastante más alto de lo que sería normal para una persona adulta.

A su derecha, a través de la puerta entreabierta, se abría el recibidor. Parecía una sala bastante grande. Al frente tenían la otra puerta, que permanecía cerrada.

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26/03/2009, 09:30
Franz Grüber

Grüber miró con desden a Alexeva, él mismo había pasado toda su vida en un pequeño pueblo, rodeado de toda esa superchería y eso mismo le hizo pasarlo muy mal en sus primeros años de universidad. Hasta que no se deshizo de todas esas creencias sus compañeros se burlaron de él por pueblerino.

A la vista de que los campesinos estaban extasiados con los cuadros, fue el médico quien encendió un par de lámparas más para iluminar suficientemente la habitación.

Una vez hizo esto, se dirigió a la puerta cerrada, ya que Müller controlaba la abierta. Pegó el oido a ella con intención de adivinar si había alguien tras ella.