Partida Rol por web

El portero estaba ya casi cerrando la puerta cuando López volvió a preguntar. El portero solícito, responde tranquilamente.

- La noche la muerte, hasta la muerte en sí, no pasó nada raro. Todo como siempre. Puede usted suponer que, tras la caída del señor Aureli , la normalidad se acabó. Llegaron agente, el forense, hicieron preguntas muy parecidas a las de ustedes, registraron su piso (Don Marius llevaba sus llaves en el bolsillo). Volvieron al día siguiente otros agentes, preguntaron lo mismo. Volvieron a subir a su piso y al final se fueron confirmando lo que estaba claro. Había sido un suicidio.

- Muy bien... - José se rascó la cabeza. - Gracias de nuevo. Vamos a quedarnos por aquí. Tenemos que revisar de nuevo la casa del señor Aureli. - El inspector se despidió con un leve cabeceo y encaró las escaleras. - Vamos allá...

No estaba en forma, eso estaba muy claro. Subir escaleras no era una actividad que le gustase demasiado y menos hasta un cuarto. Sus rodillas crujían con cada escalón, pero era lo que había... No le quedaba otra que registrar el domicilio del difunto. Lo necesitaban para hacerse una idea de lo que pasó y como pasó.

Sin mas dilación, López sigue a Marro a lo largo de las escaleras, afloja el ritmo viendo que Marro sufre un poco subiendo las mismas, "había habido dos tandas de policías revolviendo la casa del señor Aureli, que difícil será encontrar algo útil". A pesar de todo, quedaba mucho por investigar. López había conocido casos de suicidio en su pueblo natal Carcar, algún agricultor ahogado por las deudas o el señor Pedro que no soporto la perdida de su mujer, ambos terminaron ahorcados. Eran casos extremos pero la vida placida que en apariencia disfrutaba el señor Aureli lo descolocaba.

Al comenzar a subir las escaleras, Marro y López oyen unos golpes en la puerta de entrada al edificio. López, para no hacer que Marro descienda de nueva se apresura a abrir. En la puerta se encuentran Teresa y Zapata.

Intentanos abrir, pero la puerta parece que tiene algunos problemillas; aún estamos enfrascados en ella, cuando López nos abre desde dentro.

-¡Buenas!

Mirando hacia el hueco de la escalera, veo que Marro también está cerca, así que volvemos a estar juntos, y no quiero perder demasiado tiempo... Alrededor no parece haber nadie más, y como tampoco es que tengamos información sensible, empiezo a ponerles al corriente.

-Nada interesante en el archivo, me refiero a que nada de altercados, casos extaños, denuncias, ni hechos registrados en que nuestro hombre estuviese implicado directamente. Marius Aureli estaba especializado en Derecho Administrativo, y lo único anómalo, si lo hay, estaría en los casos que llevase en su despacho. Por lo demás, absolutamente nada más... Su relación con el Colegio de Abogados es que fué directivo, y ahora les hacía tareas de consultoría externa. ¿Habéis revisado ya el despacho?

- Buenas noches, compañeros... - Saludó el inspector a los recién llegados. - No hemos subido aún. - Sonrió. - Habéis sido muy rápidos con el archivo. A nosotros sólo nos ha dado tiempo a hablar con el conserje... - Se encogió de hombros. - Ahora nos disponíamos a subir a su domicilio. En el cuarto piso... - Refunfuñó. - Ocho ojos ven mejor que cuatro. ¡Vamos!

Igual habían pasado demasiado tiempo en el bar de Toni. A José no le gustaba iniciar la guarida sin un buen café bañado con un chorrito de ron. Era una costumbre que le gustaba mantener siempre. Esa noche igual habían pasado más rato de la cuenta en el bar de Toni. Era eso o el examen de los archivos por parte de sus compañeros, no había sido demasiado exhaustivo. O podía ser que no hubiera mucho que buscar. Esa también era otra opción.

López se alegra de reencontrarse con sus compañeros. Mientras suben por las escaleras les informa de lo que el señor Jardiel les ha comentado de Marius Aureli y las circuntanscias de su muerte.

-El portero nos ha comentado la vida rutinaria que tenia el señor Aurelli, salia pronto por las mañanas al Colegio de Abogados y volvia a las 8 de la tarde, salvo dos dias a la semana que cenaba con otro amigo suyo también abogado un tal Domenech. El día de la muerte llego a las 8 de la tarde, incluso converso con él durante un rato. Al parecer el portero no escucho el ruido de la caída, fue la vecina llamada Carme la que le aviso.

López revisa sus notas algo nervioso, -que curioso, dice Lopez, no había pensado en el detalle de que las llaves de su piso las tenia en un bolsillo el señor Aurelli, bueno, puede que no tenga importancia.

De una manera o de otra llegáis al cuarto piso. La única vivienda en esa planta es la del difunto abogado. Abrís la puerta con la llaves de y accedeis a un pequeño recibidor. Os dais cuenta de que el inmueble no es demasiado grande. A la derecha tenéis una puerta entreabierta que parece dar al salón. A la izquierda una puerta cerrada con llave. Delante de vosotros se abre un pasillo en el que destacan tres puertas más (izquierda, derecha y fondo del mismo). Todas cerradas pero no tienen cerradura.

- Empecemos por el salón. - Dijo el inspector. - Al ser la única que está abierta podemos ir descartando...

Sin esperar la respuesta del resto accedió a dicha sala. Le parecía lo más lógico. Debían visitando una por una todas las estancias. Cómo bien había dicho, más veían ocho ojos que solo cuatro.

Seguía pareciéndole extraño estar a esas horas de la noche, con tres hombres, en casa de un difunto, registrando sus cosas. Pero solo se lo parecía a ella, así que decidió que tenía que ponerse en acción si quería demostrar que era una persona útil, no fuera que de un momento a otro alguno de aquellos le pidiera que le preparase la cena o algo por el estilo, que era lo que solía ocurrir con cualquier mujer de su edad. 

-Yo voy a mirar en su despacho, si no les importa. 

Ya que era lo que quería hacer desde el principio. Buscó lo que debía ser el despacho del difunto, donde esperaba encontrar su estantería repleta de libros de leyes, sus archivos con algunos casos personales y documentación de cualquier investigación privada que estuviese llevando a cabo. 

Asintió a la propuesta de de Marro; por algún lugar habría que empezar, y tendrían que revisarlo todo, a fin de cuentas. Por unos momentos, cerró su libreta, en la que había ido tomando notas, que si no luego, redactar el informe era un infierno al fiarse de la memoria.

Encendió la luz del recibidor; aún era de noche, y la iluminación artificial sería lo único que podría ayudarles hasta la salida del sol.

Antes de pasar lo que parecía el salón, echó un vistazo al propio recibidor... nada destacable, un simple distribuidor, pero prefirió no dejar nada al azar, y revisó esas cosas que suelen pasarse por alto: los percheros tras las puertas, los paragüeros, el mueblecito para las llaves, mientras veía por el rabillo del ojo como Teresa también se lanzaba a investigar... eso era bueno, toda mente inquisitiva ahora era necesaria; eso, y buena vista para cazar los detalles

El trabajo de "rastrear" pistas, en casos como este, requieren mucha concentración, es por ello que Zapata evitaba hablar salvo para indicar algo muy concreto, y ahora, guardaba silencio, mientras examinaba todo el recibidor, sin descuidar la propia puerta del piso..

López entra el ultimo en el piso, observa como Marro se adentra en una especie de salón, Zapata revisa el recibidor, Teresa se adentra en lo que parece el despacho del señor Aureli. Para acelerar la búsqueda, López avanza por el pasillo e inicia su búsqueda en una puerta que queda a su derecha.

La vivienda parece estar en calma. Vuestras pisadas resuenan en el recibidor. Una pequeña cómoda a la izquierda de la puerta y un reloj de péndulo configuran el mobiliario de esa pequeña estancia.

Entráis en el salón. Poco a poco os dais cuenta de que la palabra que mejor puede definir el hogar del señor Aureli es austeridad.  Una mesa y seis sillas a juego ocupan el centro de la estancia. Salta a la vista que el mobiliario prima el carácter práctico ante el estético. La luz de las farolas de la calle se cuela por las tres ventanas de la sala. Una cómoda pegada a la pared completa la habitación. Sobre ella, destaca una moderna radio, que desentona sobremanera  del conjunto de la habitación. Parece que Don Marius era de los pocos habitantes de Barcelona en tener uno de esos chismes.
 

La habitación a la que accedes es un baño. Una jofaina y una palangana  descansan en un rincón, mientras que la bañera y el retrete se encuentran al otro lado de la misma. Un pequeño armarito colgado en la pared completa el escaso mobiliario del aseo.

Tras examinar el recibidor, y constatar que no nos hemos dejado nada, accedo al salón de la casa; espacioso pero no especialmente amueblado; se diría que un simple comedor o lugar donde hacer tiempo con las visitas. Marro ya está examinándolo con detenimiento, y le ayudo a revisar todo, incluyendo las partes inferiores de las sillas, el propio aparato de radio, ventanales a la fachada principal de la casa, etc...

-Parece que de momento no encontramos nada; probablemente lo interesante estará en el despacho, pero si no le importa, antes quiero descartar el resto de habitaciones; probablemente nos lleven menos tiempo, y así descartamos antes que haya algo interesante en ellas...

- Me parece lo más correcto... - Respondió Marro.

Desde un buen principio esa había sido su idea aunque no la hubiera exteriorizado. Si iban directamente al lugar que contenía lo más "jugoso", con la excitación de haber dado con algo, puede que luego no le prestaran la suficiente atención al resto de pistas que pudiera hallar.

- Es raro que este cerrado no obstante... - Observó el inspector. - ¿No creen? ¿Habrá sido registrada esa instancia por los investigadores? Puede que no, puede que no...

Mientras López se dirige a la primera puerta a la derecha del pasillo, escucha la voz de Marro al fondo, abre la puerta, “vaya, el baño, la joya de la corona..”, observa los pocos utensilios de aseo y escruta el pequeño armario.

Puestos a seguir investigando la casa, para dejar la escena principal para el final, sigo por el pasillo, y abro la siguiente habitación, la que está pared con pared con el salón que acabamos de revisar. La puerta está abierta, y no hay nada que me obstaculice el acceso.

Reviso la habitación, con minuciosidad, por si hubiese algo destacable, conteniendo las ganas de ir a por el despecho; mejor no dejar nada detrás para concentrarnos en lo más importante, pensé... es una forma distinta de proceder respecto a lo que parecería lógico, pero... también es razonable