No hay penalización de sueño. Habéis entrado de turno a las 20:00 por lo que podemos suponer que habéis dormido durante el día. Siempre podéis dormir luego un rato por la mañana o como veais.
Pero había algo que a Teresa no terminaba de encajarle.
-Casi acabamos de empezar el turno, señor Zapata. ¿Y si vamos ahora a su despacho? Tenemos la llave, ¿no? A lo mejor lo que quiere el señor comisario es que seamos discretos y casi mejor que si vamos por la noche para no levantar sospechas. Aún no es demasiado tarde -miró el reloj que había en la pared sobre la puerta-. Por la mañana tendremos a todas las vecinas intentando averiguar qué estamos haciendo y querrán aportar información y a lo mejor no nos dejan trabajar como es debido... ¿Un café? -propuso, sonriendo.
Venga, vamos al despacho, me arden los dados de buscar cosas allí. Quería ir desde el principio allí, pero como soy mujer no sé si una chica sola por la calle en Barcelona es muy seguro. Además, el otro grupo daba por hecho que iba a HABLAR con la gente, no a meterse en casa/despacho de nadie. Y cada uno hemos tirado por un lado sin ponernos de acuerdo en nada. Vamos a juntarnos a ver qué podemos hacer.
En torno a las 1:00 abandonáis la comisaría camino del domicilio del fallecido.
Las palabras de Teresa son acertadas; ciertamente... es aún demasiado temprano para retirarse, y si bien no habrá muchos testigos por la zona que puedan darnos información... algo podremos adelantar.
Tras tomar un café rápido, para despejarnos después de tanto rato leyendo documentos, reactivados, nos dirigimos a la casa y despacho del difunto abogado. Lamentablemente, vamos con las manos vacías, salvo por el hecho de saber que el señor Don Marius Aureli i Puig tenía una reputación intachable, y no había constancia de ningún hecho luctuoso alrededor suyo.
Ya desplazados al número 293 de la calle Cerdeña, nos disponemos a acceder al edificio, al cual antes echamos un vistazo desde el exterior, iluminado por el alumbrado público. No es un barrio sombrío, sino moderno, bien dotado de equipamiento urbano.
Vale, como intro antes de entrar al edificio... Supongo que es un edificio de varias alturas, y que el despacho del difunto estará en alguna de las plantas superiores.
¿Tiene el edificio alguna singularidad que debamos tener en cuenta?, al menos, visto desde fuera; si no, presumo que es normal y corriente, del estilo arquitectónico de época.
¿Hay portero de noche?, o directamente, entramos, subimos, y llegamos hasta la puerta del piso del Sr Marius Aureli?
El inspector se acercó a la puerta y tocó con firmeza sobre ésta. Era tarde, pero tampoco tanto y al fin y al cabo ellos eran ma policía y estaban enfrascados en un investigación muy seria.
- A ver si sale... - Se encogió de hombros y esperó.
Posteo sin esperar al compi, entiendo que e algo que puede hacer cualquiera de los dos y no hace falta que intervengamos los dos. Si molesta a alguien sólo hace falta decirlo.
Desde la llamada de Marro transcurre un rato largo hasta que unas pisadas, como si alguien arrastrara los pies, suenan al otro lado. Al abrirse la puerta podéis ver a un hombre de unos 60 años, con un pijama raído que os mira con una expresión sorprendida. Al percatarse de vuestros uniformes el enfado que empezaba a asomar a su rostro desaparece.
-Buenas noches. ¿En qué puedo ayudarles?
- Muy buenas, si... - Dijo el inspector. Entonces carraspeó para aclararse la voz. La brisa nocturna le empezaba a dejar afónico, aunque realmente no hacía demasiada. - Venimos por el tema del asesinato. ¿Sabe usted? - Desveló al fin e hizo una pequeña pausa. - El abogado. Ya sabe... - Le miró fijamente esperando algo de él que no obtuvo. - ¿Conocía al susodicho... - Consultó su libreta, no recordaba su nombre. - ... Marius Aureli?
Al identificaros como policías el conserje se muestra solícito respondiendo, inmediatamente a vuestras preguntas.
- ¡Ah! El señor Marius, un terrible asunto, ¿verdad? ¿Quién iba a imaginar que un hombre tan activo, educado y simpático fuera a ...ya sabe...quitarse la vida? Pero ya ve, la vida da estas sorpresas. No me lo esperaba, pero ya ve, lo sacaron muertecito del patio de luces. Hecho una piltrafa, oiga. Es que el golpe debio ser...imagínese...¡desde un cuarto piso! Pobre hombre.
El conserje acaba la frase, se santigua ostensiblemente y besa un pequeño cricifijo dorado que lleva al cuello.
López escruta al hombre que ha aparecido frente a ellos, siempre a sentido fascinación por el trabajo de portero, a parte de las pequeña labores diarias de limpieza y mantenimiento, ¿que preocupaciones podían tener?,¿matar su propio aburrimiento?. Tampoco se veía el en ese papel solo por no tener que soportar las conversaciones triviales diarias con los vecinos que pasaran por el portal, quizás no era tan idílico como había pensado tiempo atrás.
Miro como besa la cruz de su colgante y le pregunto: ¿Estaba usted el día de los hechos aquí?
El portero asiente varias veces.
- Sí claro que estaba aquí. Siempre estoy aquí por si los vecinos necesitan algo. Sólo que al ser de noche, tengo el sueño un poco pesado. Así que no oí el ruido de la caída. Tuvo que ser Doña Carme la que bajó, llamó a la puerta, como usted acaba de hacer y la que me despertó. Había oído un ruido en el patio de luces así que saqué la llave, abrimos y allí estaba el pobre. No lo tocamos ni nada. Avisamos al sereno que, a su vez avisó a la policía.
- Bien, eso está bien... - Alcanzó a decir el inspector. - Actuaron como se supone que debían hacerlo.
José sacó una libreta y comenzó a apuntar cosas en ella.
Encontró al difunto la señora Carme.
Carmelo, el portero, avisó al sereno y este a la policía.
- ¿Sabe si el señor Aureli sufría depresión o algo por el estilo? ¿Venía alguien a visitarle? ¿Tenía amigos, familia cercana? - Se rascó la barbilla. - ¿Hablaba alguna vez con él? ¿Problemas financieros, amorosos...? Cualquier dato que recuerde puede sernos de utilidad.
Carmelo se rasca el alborotado pelo cano mientras piensa.
- ¿Visitas dice? No. Para nada. El señor Aureli prácticamente no pasaba por casa durante el día. Era un hombre de rutinas. Salía temprano por la mañana para el Colegio de Abogados y pasaba allí el día. Se ve que, debido a su edad ya no atendía a clientes directamente sino que estaba en un cargo honorífico y como consejero para casos difíciles. Llegaba puntual a las 8 de la tarde cuando yo prácticamente estaba acabando mi jornada, excepto dos días por semana que cenaba con el señor Domenech, otro abogado viudo como él. El señor Aurele es...bueno... era un hombre serio pero amable y educado. No entiendo cómo alguien así puede acabar con su vida.
Al igual que Marro apunto las posibles vias de investigacion que el portero nos esta facilitando y asiento con la cabeza.
Pregunta Lopez:-Por cierto, ¿recuerda si ese dia el señor Aureli ceno con su amigo Domenech o llego aqui a las 8?
El esfuerzo mental de recordar se ve reflejado en su cara.
-No. Estoy casi seguro que ese fue uno de los días en los que el señor Aureli llegó a casa a las 8. Le saludé como todos los días. Tuvo un comentario amable sobre el último gol de Scarone..¡Qué buen fichaje hizo con él el Barcelona!..Pero bueno, que me voy del tema. Llegó a las 8 ese día.
No os podéis incorporar todavía. Por respetar el hilo temporal. Os lo indicaré de manera específica cuando esa tenga lugar.
Lo que ha ocurrido ahora ha sido un error con los destinatarios.
- Bueno, bueno... - Repiqueteó con el lápiz sobre su cuaderno de notas. Desde luego que no les había sido de ninguna utilidad. Lo único que quedaba claro es que el difunto señor Aureli, a priori había tenido un día normal, por lo que el detonante de su suicidio, podía bien haber sido algo que descubriese una vez en su domicilio. - ¿Sabe si le llegó correo ese día?
De ser negativa la respuesta, lo lógico sería ascender hasta el cuarto piso y comenzar a husmear en la escena del crimen y el resto de pertenencias del señor Aureli. Cualquier inicio o pista sería bienvenida, porque lo que por ahora respectaba a ellos, no tenían nada.
López observa a Marro realizar la pregunta al portero. Su imaginación vuela y piensa que alguien con la suficiente habilidad podría haberse internado por el portal sin temer ser descubierto por el portero y ascender al cuarto piso. Otra cuestión seria la huida. Veremos que puedan contarnos los vecinos o mas específicamente la señora que escucho el golpe. “Dios mio, si alguien me empujara desde un cuarto piso,¿no gritaría de espanto antes de estrellarme contra el suelo?.
López aparta esa imagen de su cabeza haciendo un garabato en su libreta, disimulando, como si apuntara algo.
El conserje niega con la cabeza:
-El señor Aureli no recibía correspondencia. Todo lo relacionado con su trabajo le llegaba directamente al Colegio de Abogados.
Sí, había sido una completa pérdida de tiempo. Ese hombre no tenía pista alguna que pudiera dar algo de luz a aquel asunto, pero todavía podían revisar el piso del difunto.
- Bien señor Jardiel, eso es todo por el momento. - Le tendió si libreta y lápiz. - Si me apunta su número de teléfono, por si tuviéramos que buscarle por algo... - Y dicho aquello y apuntado su número si es que lo tenía, el inspector se decidió a emprender el camino escaleras arriba.
López observa como Marro se adelanta para subir al piso del fallecido.
-Muchas gracias por su colaboración señor Jardiel, dice López. Una ultima pregunta, la noche de la muerte del señor Aureli, ¿recuerda algo fuera de lo normal o los días posteriores?, supongo que nuestros compañeros de homicidios vendrían a interrogarlo tambien.