Partida Rol por web

Tomó el dossier que le tendió Marro, y lo ojeó... tal vez al ver lo que cabría esperar, se dejó algún detalle. Tal vez, quizá, hizo más caso de las palabras del propio forense...

-No veo nada fuera de lo normal; échenle también un vistazo ustedes

... Y se lo tendío al resto del equipo

Lopez, apuntando todo los detalles que comento el forense, recibe el informe del forense. No le habia tocado ir muchas veces al forense pero dudaba que se podria acostumbrar a estas salas blancas abaldosadas con un olor...ese olor, jamas podria olvidarlo e identificarlo con la muerte.

Los conocimientos médicos de Teresa se limitaban a lo que su hermano solía contarle, pero aún así, hechó un vistazo al informe.

-Un suicidio es algo muy grave -dijo, ciertamente apesadumbrada-. Uno no se arroja al patio de luces por que sí y menos todavía, cuando tiene programadas varias citas para el día siguiente y sigue trabajando como si tal cosa. Es obvio que la muerte se produjo por el impacto contra el suelo, a juzgar por el informe, pero lo que nos interesa saber es por qué se tiró. ¿Por qué un respetado hombre de leyes se encierra en su despacho y se lanza por la ventana?

Teresa intentó tirar por otro lado, quizá más fantasioso que racional.

-¿Cómo estaba su ropa cuando lo encontraron? ¿Pudo haber sido empujado? ¿Qué descarta que se subiera a la ventana y se arrojara él mismo? ¿Marcas de lucha en su cuerpo? ¿Piel bajo sus uñas? ¿El rostro desencajado por el horror?

Quizá debería dejar de leer tantos libros, pensó avergonzada.

El doctor pareció reírse ante el comentario de Teresa.

-Señorita, señorita. Hoy en día, muchas personas tienen motivos para suicidarse: problemas de amor, profesionales, la posibilidad de ser atrapado al cometer un crimen, o simplemente, que a veces con la edad hay quien piensa que ya no es de utilidad y decide no esperar a que el todopoderoso venga a buscarle. Solo una mujer podría decir una tontería semejante.

Entonces, el doctor hace una pausa. Parece pensar en el informe y eso... hace que sus manos tiemblen ligeramente. Intenta disimular ese hecho guardándolas rápidamente en los bolsillos. Intenta proseguir con total normalidad pero la voz se le quiebra rápidamente. Finalmente, se deja caer en su silla de despacho.

- Veran, la muerte del señor Aureli no tiene misterio ninguno. Murió en el acto por el impacto contra el suelo. No hay ningún tipo de duda, pero... - la voz del médico empieza a mostrar inseguridad - lo que añadí a continuación, nadie lo iba a entender. Por eso lo borré del informe. El señor Aureli murió con  una expresión de pavor en el rostro como nunca he visto. Ni en la paz de la muerte se le borraba esa máscara horrible.

- ¡Bueno, bueno, señor Rius! - Dijo casi riendo. - Todos sabemos que éstos, no son asuntos de mujeres precisamente, pero ella, bueno... ¡Ella estudia derecho! - Soltó una carcajada. - Y no me refiero a que estudie de pie, sino a que estudia la carrera y entre que encuentra un buen marido y se casa, igual hasta llega a ejercer de secretaria o algo...

La mirada de Novoa se clavaba sobre el médico y sobre el inspector como dos cuchillos directos a la yugular. Marro no era un hombre delicado en cuanto a palabras, pero sabía bien cuando estaba metiendo la pata. Ese era uno de esos momentos. Valía le pena tratar de arreglarlo de alguna forma.

- No obstante, la pregunta es la adecuada. - Confirmó entonces. - Saltó por algo. No se cayó simplemente, no fue un accidente. Usted lo catalogó como suicidio y no hay nota que valga explicando los motivos. Por eso estamos aquí. - Hizo una pausa. - Para averiguarlos. - Lo del rostro desencajado del señor Aureli parecía que había afectado al doctor. Era un buen hilo del que tirar. - ¿Ve como si hay algo que no acabó de incluir en el informe? Un rostro con expresión de pavor. ¿No debe ser raro ver rostros así, no? El caso es que cuando uno se tira de una ventana con intención de suicidarse, puede arrepentirse antes de llegar al suelo. ¿Podría ser eso, señor Rius? ¿O es otra cosa? ¿Había visto algo así antes? ¿Le hizo una fotografía a ese rostro?

La misoginia era algo relativamente normal en la época y el lugar, de modo que el cascarrillo quedó como tal, como algo normal, que suele oirse en conversaciones de bar, de modo que Zapata no le dió la mayor importancia; sabía que a Novoa, probablemente, le molestaría, pero él no acababa de entender por qué.

Lo que realmente hizo que enarcase las cejas, y tomase unas notas apresuradas, fueron las palabras del doctor... un rictus de terror... Se quedó pensando unos momentos, y volvió a recordar su época de Cuba, cuando era un joven Guardia Civil... Allí había visto cosas... no tantas como los más veteranos, pero sí que le habían contado historias, pero ... aquí estaban en Barcelona... ¡Aquí no había lugar para esas tonterías!

¿O sí?

Levantó la cabeza del cuaderno al oir la pregunta final de Marro... una fotografía... eso sí que sería interesante... Se estaba empezando a normalizar el añadir fotografías a ciertos expedientes, aunque también, en ocasiones, por decoro, se evitaba, y si la cara del fallecido tenía una expresión de pavor... tampoco era plan que sus allegados pudiesen verla.

Pero sí le extrañó algo más...

-Dejando al margen el hecho de que una caída de altura debe ser algo traumático, y no solo por el golpe con el suelo... me extraña que tras el impacto hubiese mantenido esa expresión, pues, hasta donde he visto, los músculos faciales se suelen relajar en el momento de la muerte, y no mantienen una expresión previa al hecho en sí... Me extraña entonces que la cara denotase terror, pavor o como queramos llamarlo. ¿Encuentra alguna explicación al hecho de que pese al impacto tuviese la... cara, desencajada? ¿Pudo ser un efecto del traumatismo?

... intento buscar la respuesta más simple, por el principio de la Navaja de Occam, y no recurrir a especulaciones, pero... es raro... estas cosas no suelen pasar...

El doctor estaba ahora bastante más nervioso que al principio. Se quitó las gafas y se secó la frente con un pañuelo, antes de volver a ponérselas.

-No, no es posible que fuese debido a la caída, pero ignoro a qué puede ser debido. Pero he de reconocer... que eso no es lo más preocupante.

El doctor se levantó y se dirigió hacia una de las camillas que había en la sala, en donde se encontraba el cuerpo de alguien oculto bajo una sábana.

-De un tiempo a esta parte, han aparecido en la ciudad varios cadáveres con idénticas características: muertos por accidente, sin señales de violencia física y con la misma expresión de terror en la mirada. Sus muertes son absolutamente normales, pero sus rostros...

El doctor niega con la cabeza.

-En total, se han producido ya cinco muertes con estas características, incluyendo al abogado sobre el que están ustedes investigando. El último de ellos, lo tengo precisamente aquí.

López estaba acostumbrado a ser el convidado de piedra en la mayoría de las interacciones sociales, se limito a apuntar los datos que le resultaron mas interesantes que comento el forense. Agradeció que Teresa estuviera entre ellos parece que había conseguido romper el muro que el señor Esteve había construido para tapar ese dato turbador, la cara de horror del fallecido. Había asistido impertérrito a toda la cháchara sobre que papel debe cumplir la mujer en la sociedad, no era algo nuevo, ya lo había vivido en su juventud en su propia casa. Ese hecho le recordó a su padre y de como lo odiaba.

-!Cinco¡, exclamo López, se sorprendió al escucharse a si mismo decirlo en alto, mirando a sus compañeros y volviendo al forense le dijo: ¿Podría recordar las fechas?, supongo que tampoco apunto ese dato en los informes.

El doctor se acercó de nuevo a la mesa-escritorio y extrajo otro tocho de papeles dentro de una abultada carpeta, y se la dio a Antonio para que la examinaseis.

-Los datos están todos ahí. Esto es todo cuanto les puedo contar de los casos que me han llegado con estas..digamos...extrañas características, incluyendo el del señor Aureli.

En los documentos, pudisteis ver la siguiente información:

Juana López 33 años, soltera, de profesión cocinera. Murió el 3 de abril en el cruce de las calles Mallorca y Sicilia. Atravesó la calle corriendo y gritando, siendo embestida por un coche de caballos.

Un mendigo desconocido Probablemente de 50 a 60 años. Hallado por un sereno la noche del 20 de abril, acurrucado en el portal número 263 de la calle Lepanto. Muerte por ataque cardíaco, al parecer por contemplar algo espantoso. ¿Delirium Tremens, quizá?

Mariano García 40 años. Obrero metalúrgico, casado y con 6 hijos. Fue encontrado en la zanja de los cimientos de un edificio en construcción situado en el chaflán de la calle Marina con la calle Provenza, el día 7 de Mayo. Según parece, cayó allí mientras corría asustado por algo. Se rompió la columna vertebral, muriendo poco después.

Marius Aureli. Abogado, 76 años, viudo. Se arrojó por la ventana de su estudio de la calle Cerdeña, la noche del 20 de mayo

-Además, tengo este último caso, pero todavía no he elaborado el informe. 

Contuvo la respiración unos instantes, por la sorpresa, y para no exteriorizarla... 5 muertes en el lapso de... en tres meses aproximadamente.

Rápidamente anotó lo más interesante de los cuatro informes, intentando encontrar algún patrón... y pensó en voz alta, para compartir lo que iba fluyendo en su mente...

-Aparentemente, las víctimas... Se podría pensar que no tienen nada en común, aparte de residir en Barcelona: Distintas edades, distintos oficios y sexos... mismas circunstancias aparentes de muerte... algo de lo que huían o que les mató... ¿del susto?... No me extraña que el dato no aparezca en el informe que ha transcendido a los medios... cualquier periodista se volvería loco de alegría ante algo así...; no me interpreten mal, lo digo porque tendría para hacer una serie de artículos durante meses...

Hizó cálculos, haciendo un esquema de tipo calendario en el bloc... buscaba un patrón de fechas...

-Salvo los tres primeros, que mantienen un patrón de 16 días entre muertes, los demás no se ciñen al mismo, así que no es algo exactamente periódico... Habrá que consultar los informes de llegadas y salidas de buques del puerto de la ciudad, de todos modos, para ver si se corresponde con algo... Llamaré desde el teléfono de la morgue, si no tiene inconveniente, para encargarlo a Comisaría...

La mente le funcionaba a toda máquina; para un policía veterano, esto era un desafío... estimulante, cuanto menos. Pero también era consciente de que se podría desatar una ola de psicosis si se sabía algo de esto. Como indicó, solo faltaba dar nombre a esto para que la gente entrase en pánico... algo así como "Jack el Asustador de Barcelona ha atacado de nuevo!" ... no... había que ser discreto...

-Bien... tendremos que consultar cierto mapa de Barcelona -En relación al que todos vieron en el despacho del difunto abogado-, para ver si hay correlación con los difuntos... Y, Doctor Rius... Aunque aún no ha redactado el informe... ¿nos puede adelantar lo que sabe del quinto cuerpo? ¿Donde lo encontaron y en qué ciurcunstancias? ¿Todos murieron de noche? ... y... ¿me permite echarle un vistazo? -No es morbo, que también, es por ... ver esa expresión de terror, si es que este la tiene-

A José Alfonso Marro Gambien no le gustaban los problemas. Que aquel caso en apariencia fácil, se estuviera complicando como lo estaba haciendo, era un verdadero problema. Ya no era el caso de un suicidio, sino que eran cinco casos que en apariencia eran inconexos, pero que tenían un extraño nexo de unión. Eso había insinuado el forense y por desgracia, Marro se fiaba de ese hombre y su compañero Zapata, ya había empezado a realizar conexiones entre unas y otras muertes.

- Bueno, bueno, bueno... - Intervino el inspector. - No vayamos a sacar conclusiones precipitadas. Si no hay nada en común entre los casos. No se conocían de nada, no tenían el mismo perfil... - Miró a sus compañeros buscando que alguien se sumara a su causa. - ...por un rostro, digamos... de terror... no vamos a poder hacer mucho. Me refiero a que, legalmente... - Resopló. - ¿Cómo hacemos un informe de ello? Me refiero a que... - Marro se estaba poniendo nervioso. - ¡Conozco al comisario y se que ésto no le va a gustar! ¡No es lo que quería, vamos! - Cerró lo ojos y respiró. Contó hasta diez y los volvió a abrir. - Pero bueno... - Dijo más calmado. - Si hemos venido hasta aquí. Vamos a ver de lo que habla el señor Rius... - Dijo al fin dirigiéndose hacia la mesa donde se hallaba el cadáver. Tendrían que verle la cara.

Al pensar en el mapa de la ciudad que habíais estado examinando en el despacho del abogado, y ver ahora el informe, en tus manos, pudiste notar al fin una relación. Las muertes habían sucedido en días diferentes, desde luego, pero las calles en las cuales habían tenido lugar, eran todas adyacentes, dentro de una misma zona: el Ensanche, uno de los barrios de Barcelona que, en los últimos años se ha ido llenando de construcciones modernistas.

Vuestra insistencia parece, por fin, vencer el miedo y las dudas de Rius, que con un hilo tembloroso de voz, os habla finalmente.

- Si quieren verlo no seré yo quién se lo impida. Pero les advierto, en toda mi vida como forense no he visto nada como el cadáver de este hombre. Les puedo decir que en 20 años de profesión no he visto nada igual. No presenta heridas. Ni síntomas de envenenamiento, asfixia o algo similar.

Rius se acerca al cuerpo, inspira profundamente y retira la sábana que cubre el cadáver. La imagen es terrible. Un varón de entre 30 y 40 años aparece ante vosotros con una expresión de puro terror en el rostro. Las cuencas de los ojos las tiene vacías y ensangrentadas. Tiene sangre por la parte delantera de su traje y en las manos.

Marro se echó dos pasos para atrás cuando Rius destapó el rostro de aquel pobre hombre. Su cara deformada, sus cuencas vacías y la sangre derramada le provocaron una arcada, que por suerte pudo controlar. Marro había visto muchos muertos debido a su oficio. Había visto muertos de todas las formas posibles. Cadáveres en la cama que habían muerto plácidamente durante la noche, cadáveres que llevaban tiempo descomponiéndose en el interior de sus viviendas, ahorcados, asesinados bien por armas blanca, bien envenenados o bien de un disparo, e incluso muertos mutilados debido a un accidente de tráfico, pero nada como aquella cara de pavor.

- ¡Joder, Rius! - Exclamó el inspector. - ¡Si que es algo que traumatizaría al más insensible! ¡Joder, joder!

Marro se apartó del cuerpo. No le gustaban los muertos, pero menos aquel muerto en concreto. Era evidente que allí estaba pasando algo. Si en su dilatada experiencia el forense no había visto nunca algo como aquello y él mismo tampoco, es que algo raro estaba pasando en esos tiempos. De lo contrario cinco casos tan similares serían demasiada casualidad.

- ¿Por qué cree que puede ser, doctor? - Preguntó Marro. - ¿Alguna explicación científica? ¿Puede que se alguna droga? ¿Alucinógenos quizás?

Despues de compartir la documentacion con el resto de compañeros sobre los fallecidos con los mismos sintomas, López atendio a las reflexiones de Zapata, era curioso, tendria el señor Aureli un mapa con las direcciones de los fallecidos anteriormente a él, si era asi, podria ser crucial la entrevista con el señor Domenech, ¿quizas estuvieran investigando estos temas?, sumamente extraño pero bueno, lo extraño empezar a ser lo normal en esta investigacion.

-El mapa, dijo López, imaginense que coincidiera con las direcciones de los fallecidos, si fuera asi creo que el señor Domenech podria ser un testigo clave y quizas estar en peligro, pero pensadolo bien, si, señor Marro, quizas estemos llevandonos por la imaginacion.

“Dios santo, ¿pero que es esto?” penso López cuando el forense destapo a la victima mientras, a pesar de su cara de poker habitual, echaba para atrás la cabeza alejandose de ese espanto.