Partida Rol por web

ó como Mathew parece no estar contento con todo lo que tiene.

Despiertas. La luz del sol entra por la ventana. Escuchas los pájaros que vienen del jardín, y... podrías jurar que alguien se está bañando en la piscina. No sería raro en realidad. Vives en una cabaña muy lujosa, aparte de la mansión de tus padres. En realidad esto te permite independencia, y ellos poco se meten con tigo. Tu padre está ocupado y cuando hablan siempre es el mismo tema: negocios. Sin embargo eso parece ser algo que los conectara. Sin embargo permanecía mas tiempo viajando que en casa, y tu madre... bueno, tu madre parecía poco importarle.

Hace muchos años sabias que se habían separado en secreto. Tu padre tiene sus noviecillas y amantes y tu madre es la representante legal del matrimonio. Hoy en día un divorcio es muy costoso y bueno... es más fácil para ella ser la esposa que la ex esposa... pero bueno tu en esos líos no te metes, y tampoco te han invitado.

Básicamente vives solo, aunque estas al lado de la mansión... los criados vienen y van, y aunque seria agradable vivir solo, no te puedes despegar de esas comodidades que lleva vivir en casa de tus padres... lo tienes todo, y quieres más por supuesto, pero ese es otro tema.

La briza entra por la ventana y mueve el modelo de aeroplano que tienes en tu habitación. Te encantan los aviones, son para ti una pasión, es una de las cosas que más te trae placer.

Sin embargo miras el reloj. Son las 8:30 a.m  deberías estar despierto ya...

Abro los ojos lentamente. Mi cuerpo sigue algo entumecido, no hago siquiera un esfuerzo para desperezarme. Me limito a deleitarme con el canto de los pájaros que revolotean por el jardín. Pese a que son inferiores les tengo cierto respeto. Ellos pueden volar… Me giro en la cama, adoptando una nueva postura sobre la que reposar. El mayor sueño del hombre. A mi mente acuden las imágenes de todas las películas sobre aviación que veía de pequeño. Era realmente un vicio insaciable.

Ahora mi mirada se alza, buscando algo sobre lo que posarse. Y ahí sigue, como siempre, mi modelo de aeroplano. MI modelo de aeroplano. Ya les tengo dicho a los sirvientes que ni se atrevan a tocarlo, ya lo puedo limpiar yo mismo. Mientras lo observo, apreciando sus formas y aerodinámica, noto como una ligera brisa lo hace mecerse. La ventana debe estar abierta. Me digo a mi mismo mientras me reincorporo, sentándome sobre la cama. Cuando giro la cabeza para mirar hacia la ventana veo el reloj que marca las “8:30 AM”. Frunzo el ceño.

A veces mi apretada agenda me hace exasperarme. Tengo que levantarme temprano cada día, y acostarme tarde. Unas pocas horas de sueño no son siempre suficientes, por lo que a veces me tomo uno o dos días sabáticos para recuperar el sueño perdido. Alguien que tiene sueño es alguien que no presta tanta atención como lo haría alguien completamente despierto. En el mundo en el que vivo, estar despistado es de lo peor que te puede pasar.

Me levanto, no sin arrastrar un poco mis movimientos, y me dirijo hacia la ventana. Desde ésta veo el jardín, verde, bien cuidado. Algunos de los pájaros revolotean y cantan sobre los árboles. Ni siquiera les presto unos cuantos segundos de mi tiempo, ahora no hay tiempo que perder precisamente. Cuando pienso en eso no puedo evitar recordar a mi padre. Siempre viajando, sin tiempo para nada. Pero eso sí, se había asegurado de convertirme en su perfecto sucesor. Viejo astuto… Algún día tu imperio será mío, y lo expandiré mucho más de lo que tú lo podrás expandir jamás. El tiempo corre en tu contra, es solo cuestión de esperar. Me agarro al marco de la ventana, mirando al exterior. Mis manos se agarran férreamente en los marcos de madera de la mejor calidad. Esperar… Llevo toda la vida esperando.

Sin darme cuenta esbozo una sonrisa. Vuelvo a entrar en mi habitación, y cuando oigo a alguien en la piscina me acerco y cierro la ventana. Seguro que son amigos de papá. No sé cómo se lo hace para tener invitados a horas tan tempranas. Pese a sus cantos silenciados por culpa de la ventana, decido dedicarles unos cuantos segundos más de observación a los pájaros. Luego miro mi modelo de aeroplano. –Cuando mi padre ya no esté, mandaré construir un avión para mí solo. Podría ser interesante eso de dar la vuelta al mundo.- comento en voz alta, aunque me da la sensación de que me he dirigido a mi propio aeroplano.

Después de unos segundos más de reflexión decido ponerme en marcha. Nada más salir de la habitación alzo la voz para atraer a alguno de los sirvientes. –Quiero que me preparen un baño y ropa limpia, para ahora mismo. ¡Vamos!- mis palabras, en voz alta para poder ser escuchado desde lejos, suenan cargadas de arrogancia. Esa escoria no merece nada a parte de su trabajo. Ni siquiera deberían poder quejarse. Por algo cobran, ¿no? –Y que me traigan también la agenda para hoy.- Aún no me puedo creer que en tiempos anteriores algunos de los sirvientes hubieran dejado el trabajo por mi culpa. “¡Ja! Si no triunfas aquí no triunfarás en ningún sitio.” Le dije claramente a aquella mujer. “¡Llévate de aquí tu sucia ineficacia y tu falta de responsabilidad!”

Si señor.... de inmediato. Escuchas la voz masculina de tu mayordomo e inmediatamente como  escuchas el agua correr del yacusi.  Gene había sido el único medianamente competente que habías sido capaz de soportar, a tu madre no le cae en gracia porque  según ella le tapaba los secretos a tu padre. Después de 5 minutos   se acerca con una bata planchada e impecablemente  doblada al baño, la pone al lado del mueble y alista las sales de baño. Todo listo señor, su agenda la tendrá en cuanto salga en su oficina personal. Desea algo más...

Observo satisfecho como Gene acude a mi llamada. Es de los pocos sirvientes medianamente competentes que hay por aquí. Y casi el único que puedo soportar, realmente no me desagrada. Aunque claro, no es perfecto. Sí que cuesta encontrar buenos sirvientes hoy en día. Lástima que a mamá no le caiga en gracia. –Bien hecho, Gene. No deseo nada más por el momento. Puedes retirarte.

Entro en el baño y me acerco al jacuzzi para comprobar que el agua está a una temperatura aceptable. Tras quedar satisfecho comienzo a desvestirme para meterme en el agua. No puedo evitar dejar escapar un suspiro cuando el agua entra en contacto con mi piel. Mientras disfruto del baño mi mirada se queda perdida, enfocada al vacío. Aún sigo pensando en el aeroplano y en los pájaros. Tanto que costó despegarse del suelo por primera vez, y ahora podemos volar incluso mejor. Benditos sean los hermanos Wright, ellos sí que sabían lo que era la aviación.

Después de salir de mis cavilaciones me sumerjo en el jacuzzi, bañando también mi cabeza. Al principio el contacto repentino con el agua caliente me quema la piel, pero luego me acostumbro y contengo la respiración unos cuantos segundos más. Cuando salgo me peino el cabello con las manos para apartármelo de la cara. Me quedo en el jacuzzi unos cuantos minutos más hasta que me siento satisfecho.

Finalmente salgo del agua y me seco con una toalla. Luego me miro al espejo. Estoy arrebatador… Me pongo la bata y unas zapatillas. Ahora, un poco más renovado, salgo del baño y me dirijo a mi oficina personal, en busca de mi agenda. ”Ni si quiera me acuerdo de si tenía algo importante para hoy”. Me digo a mi mismo mientras aprecio la decoración de mis propios pasillos.  

Convenientemente tus citas comienzan a las 10 a.m. Tienes una reunión con una mujer Cristine Diggs, que es economista y tiene una propuesta de  márquetin interesante para la compañía.  Es curioso, esa mujer, como decirlo... te gusta, además de ser inteligente tiene un muy buen cuerpo y  logra ponerte algo cachondo. A las 11:30 hay una reunión con el equipo de trabajo, no es una reunión importante pero debes aclarar algunos límites dado que has observado una baja en la producción, y lo que menos quiere tu padre es que se baje la producción. Las dos horas de almuerzo las tienes libres. A las 2:00 p.m tienes que dirigirte al club dado que tienes un juego de golf de negocios con Stefan Townsend, el sub director de una compañía multimillonaria con el cual quieres cerrar un negocio, has dejado el tiempo de ahí libre consciente que  es posible que se alargue hacia la noche.

Dejo escapar un bostezo, relajado. Me dejo caer sobre mi asiento tras el escritorio. Sigo hojeando mi agenda sin buscar nada en concreto. No puedo evitar pensar en esa mujer, Cristine. Je, je… Será interesante volver a verla. Aunque no será peor presionar un poco a los empleados. No puedo permitir que en la ausencia de papá la producción baje. Cierro la agenda con un movimiento seco. El señor Townsend será pan comido. Le echo un vistazo a mi impecable oficina. Parece que todo está en orden. Me recuesto en el respaldo de mi asiento, pasando los brazos tras mi cabeza, a modo de cojín.

–Bueno, parece que tengo un poco de tiempo para mí.- sentencio en voz alta. Y durante unos segundos reflexiono sobre las posibilidades de mi tiempo libre. Realmente no sé qué hacer, casi toda mi vida se ha basado en las relaciones con los socios y en dirigir el negocio. A parte de la aviación y, en cierta parte, el tenis, no hay nada en lo que me interese invertir mi tiempo libre. Ahora mismo no tengo tiempo para dedicarme a nada de eso, quizá por esa razón casi nunca me dedico a ello. Consume demasiado tiempo.

Suspiro, algo molesto. Bueno, si no me da tiempo a hacer nada que me divierta, voy a comenzar a prepararme para las reuniones. Me levanto y camino hacia la puerta de mi oficina. Necesito ropa limpia y un desayuno. Un buen desayuno. Nada más abrir la puerta vuelvo a alzar la voz para manifestar mis deseos, esperando que Gene vuelva a acudir a mi llamada.

Te preparas convenientemente, desayunas muy bien, y tras un momento de reflexión te das cuenta que es hora de partir. Podrías pedirle al chofer que te llevara pero te gusta conducir, asi que tomas tu carro, que es algo deportivo pero con estilo, en realidad tu no eres un chico alocado pero tu gusta la clase.

Conduces por las calles, que a esa hora están menos congestionadas y llegas a la empresa y te parqueas en tu espacio exclusivo.

Apenas ingresas desde el portero hasta desconocidos que sabes que son empleados comienzan a saludarte. “Buenos días señor Dawson.”

Todos los días es lo mismo.

Tu oficina está en el séptimo piso y al llegar ves a tu secretaria. Buenos días señor Dawson. Llamo la secretaria de Stefan Townsend para confirmar la cita de esta tarde.

 El paisaje a través de la ventanilla de mi deportivo se ve difuminado debido a la velocidad. Hoy me apetecía conducir a mí. Durante el trayecto desde mi casa hasta el edificio de la empresa voy guiando mi elegante automóvil entre el tráfico que hay por estas horas. Pese a que trato de concentrarme completamente en la conducción, mi mente se traslada a la reflexión en varias ocasiones. Por suerte no me distraigo lo suficiente como para provocar un accidente. Mis pensamientos son para Cristine, con quien tengo que reunirme en breve. Papá dice que las mujeres en la mayoría de los casos solo distraen, tendré que tener cuidado.

Finalmente llego al edificio de la empresa. Con cuidado dirijo mi deportivo hacia mi plaza privada del parking. Apago el motor y salgo de mi vehículo, estirando las piernas. Tras cerrarlo y activar la alarma comienzo a caminar hacia la entrada. Acompañando mi elegante paso voy arreglándome los puños del esmoquin, que se me han arrugado levemente durante la conducción.

Nada más entrar por la puerta, los empleados a los que ni siquiera conozco comienzan a saludarme. –Buenos días.- les respondo sin ánimos. Las palabras de mi padre vuelven a resonar en mi cabeza. “El pueblo tiene el poder.” Si no fuera por eso ni siquiera merecerían mi trato.

Entro en el ascensor y pulso el botón de la séptima planta, donde se encuentra mi oficina. Nada más llegar veo a Ariana, mi secretaria. –Buenos días. Así es, confirme mi asistencia. Estaré encantado de reunirme con el señor Townsend para tratar los temas que sean pertinentes.

Miro la hora, para ver cuánto falta para la reunión con la señorita Diggs. –Ah, Ariana. Después de llamar a la secretaria de Townsend prepárelo todo para mi cita con la señorita Diggs. Me tengo que reunir con ella en breve para discutir una propuesta que quiere hacernos. Estaré esperando.

Tras darle mi orden me dirijo a mi butaca. Me dejo caer sobre ella y apoyo los codos sobre el escritorio. Entrelazo los dedos frente a mi rostro y apoyo mi barbilla en ellos. En ese momento mi mirada vuelve a perderse. ¿Qué tipo de propuesta querrá hacernos? Bueno, sea como fuere creo que hoy va a ser un día movidito. Quizá necesite un café…

No pasa mucho para que recibas el comunicado de tu secretaria  Cristine Diggs había llegado. Se abre la puerta de tu despacho y en ese momento la vez. Oh por Dios, si que esta sexi esta mujer. Con un elegante vestido  ejecutivo de diseñador ajustado perfecto para su cuerpo, y un escote que deja ver bien sus atributos sin ser vulgares en ningún momento queda confirmado que esta mujer siempre te pone cachondo. Es sin lugar a dudas de esos contactos de trabajo que te gustaría... como decirlo... “profundizar”.

Oh Richard es un gusto volverte a ver. Dice la mujer de una forma totalmente encantadora.

 Nada más verla entrar mi pulso se acelera levemente. Oh, es ella. Durante los varios segundos siguientes a su llegada no puedo evitar distraerme con las curvas de su cuerpo. Aprecio cada centímetro de su silueta con mi atenta mirada hasta que su melodiosa voz me distrae.

-Buenos días, Cristine. Lo mismo digo, es un placer tenerte aquí… conmigo.- La última palabra va acompañada de un tono algo humorístico, completamente improvisado. –Sí que te trata bien la vida. Perdona mi osadía, pero hoy estás simplemente radiante.

Una arrebatadora sonrisa y una mirada divertida aparecen en mi rostro. Mi cejas se levantan al mismo tiempo que junto mis manos sobre la mesa, en una posición más cómoda. –Siéntate, por favor. Ponte cómoda, y coméntame esa propuesta que tienes. Quizá luego podamos quedar para tomar algo o charlar otro día.- Pese a su arrebatador escote, la miro a los ojos, tratando de conseguir una futura cita con ella.  

La mujer te sonríe de manera cautivadora y  te dice. Pues tu siempre estas impecable Richard, siempre es un gusto venir a tu empresa. Se sienta glamorosa mientras te dice sonriente. Y bueno, he de decirte que tengo la ilusión que mi propuesta te guste, y bueno así poder seguir el contacto...  y tu sabes Richard que me encantaría ir a tomar algo con tigo.

Es entonces que ella saca un portafolio y comienza hablarte de un proyecto de márquetin para la publicidad en su empresa. Es un proyecto en si brillante, y aunque le prestas atención no puedes evitar desviar la mirada a su maravilloso busto.

Después de 15 minutos de presentación del proyecto, ella te dice de manera cautivante. Verás Richard, me encantaría que escogieras mi proyecto de entre los otros proponentes... estoy segura que no te arrepentirás.  Sus palabras son seductoras pero reflejan algo de ilusión al respecto.

Y en ese momento lo recuerdas, el proyecto de márquetin  usualmente es escogido por el comité directivo, del que haces parte muy importante, teniendo en cuenta varios proponentes, lo que ella te pide con tanta sensualidad es que escojas su propuesta y no tengas en cuenta las otras...

 Tú tienes el poder para hacer eso y en parte te puede estar dando una oportunidad interesante...

 Sus elogios me arrancan una sonrisa. Pero mi mente comienza a distraerse cuando responde afirmativamente a acudir a una cita. Arqueo una ceja mientras mi atención se divide entre ella y el proyecto que me está exponiendo. Los gestos con los que acompaña su exposición me cautivan desde el primer momento. Y aunque esté más pendiente de su busto puedo darme cuenta de que su proyecto es muy bueno.

Cuando termina con la exposición su seductora voz me saca del trance. Escoger su proyecto… A mi cabeza viene el comité directivo. Él se encarga de seleccionar los proyectos, y yo formo parte de él. Estoy seguro de que no me costará mucho hacer valer el proyecto de Cristine entre los demás. Además, eso podría mejorar más nuestra relación… Sonrío ampliamente, quizá dejando ver mis intereses. –No te preocupes, Cristine. Tu proyecto es muy bueno, estoy seguro de que será muy beneficioso para la empresa. Mis compañeros del comité directivo no tardarán mucho en darse cuenta.

Me levanto para despedirme de Cristine. –Revisaré mi agenda para ver cuando podríamos reunirnos. Te llamaré para comunicártelo personalmente.- me acerco a ella y le estrecho la mano. –Una gran idea no pasará desapercibida por el comité, estate tranquila. Y ahora, si me disculpas, tengo que reunirme con unos empleados para discutir sobre la producción de la empresa.- Digo mis últimas palabras como si estuviese hablando de un tema banal. Todo lo es comparado con ella…

-Un placer haberte visto de nuevo, nos veremos pronto.- Acabo con una sonrisa arrebatadora mientras alzo un poco las cejas. Sí señor, eso sí que es una mujer.

Cristine se levanta muy femeninamente con una sonrisa. Te deja la carpeta del proyecto y  se lleva una copia. Como siempre, es un placer verte  Richard, estaré esperando tu llamada. Te da mano elegantemente y  esta tan cerca que puedes percibir su caro perfume.  Hasta pronto.  Sale de la oficina  de manera tan elegante como entro.

Le estrecho la mano a la vez que la miro a los ojos. Cuando llego a oler su embelesador perfume sólo puedo asentir tontamente a su despedida. Esta mujer hace que pierda la cabeza. Tras su elegante salida me quedo varios segundos mirando hacia la puerta, distraído. Tras el lapso mental comienzo a volver en mí mismo. No puedo olvidar lo que viene ahora, no puedo permitir que haya empleados incompetentes. No en esta empresa…

Tras guardar la carpeta con el proyecto de Cristine en un cajón de mi escritorio me dirijo hacia la puerta con paso decidido. Salgo de mi oficina y me encaro hacia mi secretaria. –Ariana, convoca al equipo de trabajo a la sala de reuniones. Y que sea rápido, no hay tiempo que perder. Estaré esperando allí.

Tras transmitir mis órdenes comienzo a caminar por los pasillos del edificio, en dirección a la sala de reuniones. Maldita sea, como no vuelva a aumentar la producción me las tendré que ver con mi padre. Bufo, negándome a resignarme ante esa posibilidad. Esos empleados se volverán competentes si saben lo que les conviene…

 Les das un regaño enorme a tus empleados, una de las mujeres se pone a llorar en la reunión pues haz sido firme y despiadado. Si no aumentan la produccion se van, si no se comprometen con el crecimiento de la empresa buscaras empleados competentes que logren las metas y no se quejen tanto... ha inutiles!, ese es el perfil del mediocre norteamericano.

Tras la reunión, sigues con tus demas deberes hasta que ves que es hora del almuerzo...

Por fin es la hora del almuerzo. He llegado a pensar que no llegaría nunca. Estiro los brazos para desentumecer mi cuerpo. A veces el trabajo me deja agotado, aunque no siempre es molesto. Apoyo mis codos sobre el escritorio de mi oficina y, esbozando una leve sonrisa, pienso en Cristine. Suspiro y me levanto, de momento hoy está siendo un día provechoso. Más le vale a todo el mundo que siga siendo así.

Tras guardar los papeles que estaba revisando salgo de mi oficina. Y cuando cierro la puerta detrás de mí no puedo evitar recordar el momento en el que he salido de la sala de reuniones. –Les está bien empleado a esos incompetentes…- murmuro para mí mismo.

Tras  almorzar y luego descanzar un poco te diriges al campo de Arnold Palmer Golf Management  lógicamente con tu equipo para Golf y adecuadamente preparado, para lo cual te pones un traje deportivo, perfecto para la ocasión.

Un sitio exclusivo y caro dentro de la emulsionante ciudad de Houston.  Algo que has aprendido de tu padre es que en terrenos no corporativos se hacen mejores negocios, y es claro que jugar al Golf en Norteamérica tiene una connotación social en los surcos elevados del mismo, ya los pobretones irán a los campos estatales, pero los ricos como tu escogen simplemente lo mejor.

 Paqueas tu carro y entras a la exclusiva cabaña la cual tiene varios meceros y el mejor servicio. Te sientas en una sala lateral  a esperar al empresario. Los miembros del club te dan una copa de la mejor cosecha de vino que tienen en el momento.

Mientras esperas ves  a tu alrededor... y de repente distingues a Stefan Townsend,, es un hombre  al que le calculas unos 35 años, aunque puede tener más apuesto y elegantemente vestido para la reunión corporativa. Se acerca hacia ti y sonríe.

Dawson!.. jo mucho gusto verte... dice de manera jovial  mientras te da la mano de manera firme.

Miras el reloj.... son las  3. p.m y esta haciendo buen sol.