Partida Rol por web

Tras una noche... o será día, ya habeis perdido la noción del tiempo, os despertais uno a uno, hasta sentiros todos descansados.

Muchos de los presentes se notan más fuertes, más hábiles, como si repentinamente las experiencias realizadas se os hubieran hecho carne y por eso fuerais más competentes, cada uno en lo suyo.

Sin embargo, no todos. De hecho, hay alquien que se siente más débil. Quizás combatir y combatir no sea la mejor opción para mantenerse en el mejor estado.

La pequeña rata marrón abrió los ojos ante el movimiento que hizo el mago, rápidamente trepó hasta su hombro -ñick,ñick,piii- Ecthelion contestó sin pensarlo de lo animado que estaba -estoy muy contento, esta mañana he conseguido....- se cayó extrañado, miro a sus compañeros que todabía dormían, luego miró a Galic -¿tu?, ja, hoy es un gran día, ¿te apetece?- dijo mostrando una ración, arrancó un trozo pequeño y lo puso al lado de la rata, que en seguida se puso con el, hablando en susurros le explicó a su pequeña compañera el por que de su júbilo -hoy al ir a preparar mis conjuros me he dado cuenta de cosas, no se como decirlo es como si mi mente se abriera y juntase unas cosas de aquí y de allá, cosas ya leídas y estudiadas ahora tienen sentido para mi, es estupenda esta sensación- Galic seguía mordisqueando su trozo de ración y miraba al mago mientras este hablaba, cualquiera que la viera diría que le entendía, Ecthelion dió un gran mordisco a la ración y rápidamente pasó sus ideas a su libro, en cuanto acabó despertó al resto del grupo, era hora de continuar -venga dormilones, ya va siendo hora-

- Oooughh. - Me despiertan ruidos de voz; Que modorrilla tengo, leches. Ahora mismo tengo un único pensamiento en mi cabeza - Por favor, por favor, que no salgamos ya: solo cinco minuuuuutos… - Abro los ojos apenas una rendija y compruebo que todos siguen dormidos, bueno, todos menos el elfo… BIEN… Eso me da algo de tiempo más para dormir, pero: ¿¡Pero con quien carajo está hablando!? ¿¡No podría hacer un poco menos ruido!? ¡Y que alto mastica! Sabía que tenía que haber dormido en una de las camas. ¡Entre ÉL y las piedrecitas que se me clavan en toda la espalda no hay manera de pagar ojo!... Genial, y ahora se pone a escribir… ¿Pero de que está hecha su pluma? ¿De granito? ¡Que ruido hace, por Pelor! Creo que jamás he odiado tanto a alguien en mi vida como en estos momentos. Retozo en mi saco y me doy la vuelta con brusquedad dándole la espalda al elfo para ver si se da por aludido. Obviamente no lo hace. – ¡YA VÁ, YA VÁ! – Refunfuño con rabia cuando insta a levantarnos. Pero que remedio… con tanta bilis ya me he depejado: Venga: cuento hasta diez y me levanto: 1… 2… 3… 4… Ufff voy demasiado rápido 5… … … 6 … … … 7… … … 8… … ... … 9 yyyyyyyyyy - ¡Venga, cuento hasta 20 y ya sí que me levanto! – Acabo de contar, me despierto y me quito las legañas de los ojos. Luego empiezo a empacar mis cosas en silencio, aún soñoliento. Poco a poco mientras recojo me vienen los recuerdos a la cabeza y me dejo embriagar por la sensación de lo vivido hasta ahora en esta cueva… Parece que fuera ayer cuando aún tenía miedo a los túneles oscuros… ¡Y mírame ahora! Ha llovido un montón desde entonces… Y siempre con el deber cumplido. ¡LA VERDAD ES QUE PELOR DEBE DE ESTAR MUY ORGULLOSO DE MÍ! Siento como si nuestra comunión se hubiera estrechado aún más. ¡ES QUE SOY LA REPERA! Movido por mi nuevo entusiasmo empiezo a dar sonoras palmas para acabar de despertar al resto del grupo: - ¡PLAS PLAS PLAS! ¡VAAAMOS, CHICOS, DEJAD DE REMOLONEAR Y LEVANTAROS! ¡AUN NOS QUEDA MUUUCHO POR HACER!

Ciertamente la noche no había sido muy reconfortante para la muchacha, que se había debatido sobre su petate, como si estuviera viviendo una pesadilla interna que la obligara a defenderse de sí misma. Su temperatura corporal había ido ascendiendo a lo largo de las horas de reposo, provocando que le ardiera la frente, pero que a la vez tuviera las extremidades heladas, de hecho, en ocasiones los temblores la habían acompañado durante el proceso. Desde ese entumecimiento, lo primero que escuchó entre sueños fueron las palabras del elfo, para después sentirse arengada mentalmente por el clérigo. Aún así en un primer momento ni se movió, aunque sí que se espabiló, despertándose con la frente perlada de sudor y una sensación inusitada de dolor muscular acompañada de cierta sensación de frío que le atenazaba los huesos.

Saludó a todos los allí presentes con voz apagada y escuetas palabras, cosa poco habitual en ella, normalmente animada y tendente a la chanza, mientras con su mano diestra asía el odre de agua y bebía sin mesura, ya que la sed le atenazaba la garganta. Acto seguido, humedeció un trozo de tela y lo pasó por su frente, el resto del rostro y la nuca, notando una sensación de frescor que la alivió. Se arrodilló sin alzarse, plegó su petate y, sentada sobre el suelo, volvió a revolver en su morral en busca de algún bocado, que una vez encontrado miró con desgana. No tenía demasiado apetito.

Algo andaba mal, estaba claro. Se levantó despacio, recogió sus bártulos y, mientras repasaba los rostros de sus compañeros, se acercó al clérigo, pensando en que quizás él pudiera hacer algo al respecto o al menos echarle un vistazo. Es una pena, pero me temo que vuestros buenos augurios no se han cumplido… sonrió levemente, tratando de parecer animada. La noche anterior las últimas palabras que Gliadel le había dedicado, habían sido positivas, augurándole un mejor despertar, me siento francamente algo peor… su rostro había empalidecido ligeramente y sus ojos parecían apagados, como si me hubieran dado una paliza... sí, eso lo resumía bastante bien, débil… añadió por último en un murmullo. Primero la araña y después aquella flojera, daba la impresión de que aquellas malditas cuevas se habían empeñado en mermar sus facultades.

Si que tienes mala cara… – Digo mientras me acerco para tomarle la temperatura por la frente. – Tienes algo de fiebre, pero supongo que es algo normal teniendo en cuenta las heridas que recibiste ayer. Aún no te han acabado de curar y es probable que tu cuerpo esté combatiendo a alguna que esté un poco infectada. Espera, te las acabo de curar... - La guiño un ojo para tranquilizarla; obviamente se ha puesto nerviosa con todo esto. Posando mis manos entre la zona de sus hombros y el cuello alzo unas plegarias a mi Dios: tres en total. Cada una culminada por un breve destello azul pálido.  - Ya verás como pronto empiezas a mejorar.

El bárbaro aun tardó unos minutos en despertar, el descanso le había sentado de perlas y se sentía casi como nuevo, si en vez de roca sobre él hubiera encontrado el cielo despejado o las ramas de algún bosque podría afirmar que había dormido como un bebe, desgraciadamente aun no habían abandonado aquel lugar aunque esperaba que no les quedara demasiado para hacerlo. Se levantó de un salto y estiró cuan largo era antes de observar a sus compañeros ya en pie. Ecthelion mascaba el desayuno mientras cerraba un libro,por otro lado Gliadel observaba a Arianne que no parecía tener buena cara, el resto aun permanecían en sus catres.

Tras revisar su odre de agua se giró y dirigió sus pasos hacía donde habían dejado los botes, aun no estaba bien despierto de manera que sin darse cuenta activo aquella trampa que prepararan antes de dormir, un ruido infernal de cacharros entrechocando recorrió las cavernas, Rakas tropezó y cayo con sonoro estrépito mientras su mente aun trataba de asimilar lo que había ocurrido. Ya en el suelo incorporó hasta quedar de rodillas y no pudo evitar reírse por su torpeza mientras trataba de pedir disculpas. - Lo siento, n...- Nuevamente un ataque de risa sacudió su cuerpo.- Los caha... no los v...- Finalmente terminó de levantarse y aun riendo levantó las mano y se giró. - Voy a por algo de agua fresca.

Ya sin reírse y más calmado, regresó con el pelo empapado y un odre lleno a rebosar de agua fresca, viendo que Gliadel continuaba su observación preocupado de Arianne el mismo se acerco. Por el rostro sudoroso y las ojeras estaba claro que había sido una noche dura y que algún tipo de mal se había internado en su cuerpo. Confiaba en su amigo, pero por la cara de este parecía no estar seguro de lo que la ocurría. - Arianne, ¿recuerdas si alguna herida se te ha podido infectar?, puede que algún espíritu negativo haya aprovechado para entrar en tu cuerpo, por eso la fiebre alta, en tu interior está comenzado una lucha.- El problemas es que aunque reconocía aquellos síntomas, no era capaz de recordar el remedio para ayudar a su espíritu a expulsar aquellos enemigos internos.

Gliriel durmió dentro de todo bastante bien, y lamentó haber tenido que levantarse en algun momento para hacer una guardia. Le dolían los músculos por haberlos utilizado tanto en el día anterior. Sin embargo, estaba bastante animado, porque se sentía extraño. Pero no como si tuviera una enfermedad, un malestar, o algo parecido. Se sentía realmente extraño, y esa sensación le gustaba, por alguna razón. Solo debe descubrír de qué se trata...

Fue con el bárbaro a llenar su cantimplora y aprovechó para lavarse la cara y para que Kuznak también bebiese del lago.
Cuando regresaron, también puso su atención en Arianne.

Alguna herida que la haya podido infectar..-se dijo a si mismo mientras miraba la pared, pensando. Luego miró a Arianne.
No estoy seguro... Pero es posible, que los culpables hayan sido esos muertos vivientes. Cuando uno de ellos me lastimó, me sentí mareado por un tiempo, aunque después se me pasó, por suerte... Y unos cuantos estuvieron con náuseas por un rato. ¿te lastimó alguno de ellos?

Arza se levantó poco a poco, pues a pesar de haberse recuperado del todo el suelo no ayudaba mucho a descansar como era debido.
Mientras oía a sus compañeros comentar las posibles causas del malestar de Arianne no pudo más que estar de acuerdo con Gliriel.
Seguro que fueron algunos de esos zombies apestosos. Yo casi no aguanté y tuve que apartarme para no sentir tanto el olor; si uno de ellos te llegó a herir quién sabe.
Igualmente se acercó a Arianne para ver si sabía lo que podía ser. No era muy bueno como Gliadel, pero quizás podía saber lo que le sucedía.

-Esto me empieza a gustar
-Verdad, las cuevas son maravillosas, nunca sabes donde puedes encontrar un tesoro, o una zona donde puedas esconderlo y protegerlo bien.
-Ya te digo, por ejemplo en esta sala podríamos meter cantidades inmensas de oro y seria facilisimo protegerlo.
-Algún día lo haremos
-Eso eso

Las voces del clérigo y del mago apenas conseguían despertar al hechicero, sumido en sueños de gloria, oro y magníficos vuelos sobre ciudades, ciudades que pagarían un tributo para no ser destruidas, si eso, pagarían inmensas cantidades de oro, y oro lo podría guardar en una cueva similar a esa. Oh, que magníficos pensamientos.

De repente un ruido de cacharros resonó por toda la cueva, haciendo que se levantara a toda velocidad varita en mano. Al apuntar hacia el origen del sonido no pudo mas que comenzar a reír al ver al bárbaro, tan ágil, enredado entre tanto cacharro.

Poco a poco consiguió, no sin esfuerzo recoger todos los pertrechos, y con paso cansino se dirigió hacia el resto de sus compañeros.

Hey, chicos, ¿que pasa?

Al ver la cara de la espadachina lo comprendió todo.

No me gusta nada la pinta que tiene ¿alguno sabe que la pasa?

Rakas hizo acopio de mantas y las preparó de nuevo en el suelo y contra la pared rocosa de la cueva.- Arianne siéntate y deja a Gliadel que examine esas heridas, aunque se han cerrado están hinchadas y enrojecidas.- El tono del bárbaro no daba lugar a replicas y estaba claro que si era necesario obligaría a la joven a sentarse.

Había escuchado las palabras de sus compañeros y era verdad que aquellos seres hediondos podían transmitir cualquier enfermedad con su solo contacto y parecía que su compañera había sido infectada. - Gliadel seguro que puede curarte y con algo descanso volverás a sentirte mejor.- Quedaba claro por el tono de sus palabras que el bárbaro confiaba en su amigo y sus habilidades. Dándole una fuerte palmada en la espalda al clérigo reafirmo su convicción mientras sonreía.- Estás en buenas manos, este chico cuidará de ti como si fueras su propia hermana.

Cerró el libro y se fué a ver a Arianne, mientras los demás intentaban averiguar que le ocurría al mago se le vino una idea a la cabeza, -ahora que recuerdo- buscó las cosas que habían encontrado antes y las volvió a examinar mas detenidamente -definitivamente hoy me he levantado con fuerzas, me vienen las ideas a la cabeza y veo las cosas un poco mas claras, ja!-.

Volvió a acercarse a los demás -Venga Gliadel tu puedes ayudarla-, dijo en tono convencido -si es algo que ta han pegado esos no muertos, nadie mejor que Gliadel para sanarte-

Le llevó los objetos a Rakas, el portador de objetos del grupo, -ten, ahora ya se de que se trata, el camisote ayuda en la defensa, y la capa aumenta el aguante en algunas situaciones, en cuanto a la poción hace que la fuerza de cualquiera sea tan grande como la de un toro, de la espada todabía no puedo decirte nada, ahora que sabemos para que sirven tal vez alguien debería usarlos en vez de guardarlos-, cogió al grandullón por el hombro y se acercó un poco a su cara, en susurros le preguntó -¿sabeis que le pasa a Arianne?

Arza se alejó un poco dirigiéndose a donde tenían las cosas.
Rakas tiene razón. Donde tuviste el golpe está enrojecido así que mejor que te curen. Si eso a Gliadel le puede ayudar Gliriel, que también se le da bien el sanar.
Cuando llegó a donde tenían los tesoros cogió el estoque y comentó en voz alta:
Si os parece bien, utilizaré el estoque que por lo visto es mejor que el que llevo ahora. Si hace falta lo volveré a poner para repartir cuando salgamos de aquí.

Rakas asintió ante las palabras de Ecthelion, aquellos objetos eran interesantes, demasiado como para guardarlos sin más y esperar a que salieran para repartirlos y darles uso. - El que encuentre interesante algo que lo coja y lo utilice, me parece bien que Arza se quede con el estoque, la armadura podría servirle a Arianne y la capa quien quiera llevarla hasta que salgamos puede hacerlo. Yo por mi parte me quedo con una de las pociones de curar y otra de las de fuerza, pueden resultarme útiles si nos encontramos con nuevos enemigos.- Dejó los objetos para que sus amigos decidieran que hacer con ellos y se guardo en su mochila las dos pociones. - Lo que nadie quiera llevar guardadlo en el morral, lo dejó aquí por si alguien quiere revisar lo que llevamos.- Tras hablar dejó aquella bolsa mágica en el suelo cerca de la cota de mallas.

El bárbaro comenzaba a impacientarse, no aguantaba bien la espera y su curiosidad le impelía a terminar de recorrer aquellas cavernas, sin embargo sabía que Gliadel debía tomarse su tiempo para sanar en condiciones a su compañera. Como un gato encerrado, en cierto modo era cierto que estaban encerrados en aquellas cuevas, comnezó a deambular hasta que decidió volver a la encrucijada y recorrer una parte del túnel que aun debían investigar. Guardo silencio y trato de escuchar algún sonido que pudiera reconocer.