Partida Rol por web

Rakas entró tras su amigo dispuesto a dar buena cuenta de quienes se encontrasen en su camino, sin embargo no encontraron a nadie y la escena que se hallaba tras la puerta completaba la imagen que los compañeros podían hacerse de aquel lugar y quien se escondía en él.

El bárbaro no comprendió la mayoría de los utensilios y aparatos allí expuestos, pero se hizo una idea del propósito del lugar, un propósito oscuro y diabólico, pues la tortura no formaba parte de la cultura de las tribus del norte de donde él provenía, no podían entender un acto tan vil, ningún guerrero, aunque fuera enemigo debía ser menospreciado y quebrado por ninguna razón. Era algo sencillo uno aceptaba la posibilidad de morir luchando, pero ser sometido al dolor por el simple placer era algo vil y odioso.

- Espero encontrar a Thazro, pienso acabar con él cueste lo que cueste.

Si hasta el momento le interesaban más la gloria y las posibles recompensas, la determinación de Rakas se había visto reforzada por el odio que había levantado en él su desconocido enemigo. Claramente aquella sala le había afectado más de lo que pudiera pensarse en él.

Arza no dijo nada; había oido de cosas parecidas en dónde vivió de niño, pero nunca se sabía lo que eran habladurias de la gente de la verdad. Si entonces hubiese sido parecido a esto, las cosas eran terribles. Pero eran otros tiempos y entonces no podía hacer nada, ni siquiera averiguar la verdad.
Distinto ahora, que iba con un grupo que a pesar de tener miembros tan distintos entre si, todos parecian de acuerdo en que esto no estaba bien y en que todos deberían de hacer su mejor esfuerzo para que esto se detuviera.
Mientras escuchaba lo que decían los demás, Arza buscó por si acaso puertas ocultas o trampas.

-Pfff- resopló el mago que había abandonado la otra habitación con las ganas de abrir la última de las cortinas, -es increíble lo que pueden llegar a hacer algunas mentes retorcidas- tomó uno de los utensilios para dejarlo caer sobre la mesa produciendo un ruído seco al caer sobre la madera.

-bien creo que ya solo nos queda buscar bajo la torre de las arpías-, recordad lo que mi amiga vió allí abajo- dijo acariciando a su rata.

El lugar, aparentemente, no tenía más salidas. Solo era una sala de torturas donde, quizás los derros, quizás el mismo Thazar Rho, se divertían con sus víctimas.

Por suerte en este momento no había nadie. Parecía que deberían seguir el consejo del mago respecto a la última cortina... o simplemente descender y esperar que esta locura que se ampliaba con cada sala acabase.

¡Por toda la luz del sol! - Gliadel no sabe a ciencia cierta para que sirven la mayoría de esos aparatos, aunque la falta de conocimiento la suple con su imaginación adolescente, que escapa de su control ante tan monstruosos estímulos, y visualiza en su retina las más horripilantes torturas, y seguramente que se queden cortas:  Tenemos que purificar este lugar... ¡Bastardos malnacidos! - Los ojos del apasionado paladín brillan como fulgurantes llamas de ira contenida. - ¡Encontremos a Thazar Rho y prendamos fuego a todo esto!

- Yo... no lo se - en el sonido de la voz del mediano se detectaba algo que antes no estaba. Miedo - Quizás esto es demasiado para nosotros. Y la Sra restos no está demasiado cómoda en este lugar. No lo se. Creo que lo mejor será salir de aquí. Después de todo ese Thazar Rho no podrá contra el ejercito que iban a dejar afuera, no? -

El pequeño mediano se intenta explicar - Ya sabemos que no queda nadie en este nivel... y si nos aseguramos que nadie pueda volver a acceder aquí? Quizás derrumbando esa torre del jardín de las espinas... Sino... lo siento, yo... yo... debo velar por la salud de mi cabra -

El explorador, para sorpresa de todos comienza a dirigirse hacia el exterior - Lo siento - murmura en voz baja - Esto es demasiado para mi -

Siguiendo las palabras del mediano y asintiendo reiteradamente de manera simultánea, la muchacha añadió convencida: ¿Derrumbar la torre? ¿Sólo? De ser posible, yo derribaría todo este maldito enclave… ya que ciertamente no tenía pérdida, arañas monstruosas y “redifuntos” incluidos, y eso sin contar con el contenido de aquella última sala, que casi había conseguido sacarle no sólo los ojos de sus órbitas, sino también los nervios de quicio. Claro que antes será mejor cerciorarse de que acabamos con el tal Thazar Rho primero, no sea que se las apañe para montar otro chiringuito por el estilo en cualquier otra parte…

¿Serían los enanos lechosos los que se dedicaban a aquellos menesteres? No pudo evitar pensar en ello y preguntárselo tras la visión de aquellos artilugios de tortura. ¿Sí? ¿De verdad? Lo cierto era que ya le habían dado mala espina desde el principio con aquellas risitas depravadas que soltaban por doquier y aquel afán por envenenar virotes que tenían. De ser así, se alegraba de que todos los que habían tenido la desgracia de conocer hasta la fecha estuvieran muertos.

La verdad era que no terminaba de entender a dónde quería ir a parar Menzo con todo aquello de velar por la salud de su cabra, así que no le dio más vueltas y prosiguió, girándose instintivamente, escalofriada tras el repaso mental de los utensilios de tortura allí yacentes y dispuesta a perderlos de vista cuanto antes: ¿Vamos a echarle entonces un vistazo a la supuesta torre?... Y sin más se animó a sí misma, encaminándose de inmediato hacia la zona de las arpías, aunque por alguna razón desconocida tuviera la impresión de que, como bien les había recordado Rakas, quizás aquel al que buscaban tan fervientemente no se hallase allí, sino más allá de los portales que acababan de dejar en la otra sala. Aún así la muchacha consideraba que, por si acaso, en primera instancia era mejor no dejar piedra sin mover dentro de aquellas cuevas. Terminemos con esto cuanto antes… Esperaba no volver a encontrarse con más arpías cantarinas entre las espinas de aquel improvisado bosque.

Lentamente, y sintiendo que les faltaba alguien importante en el grupo al no contar con el mediano recorrieron el camino hasta el "jardín" donde se encontraba la torre. Al moverse con cuidado entre las espinas evitaron sufrir daños, pero no podían dejar de pensar en que las espinas serían, probablemente el menor de sus problemas

Lentamente subieron las escaleras externas y se asomaron a las internas. Por suerte los reflejos azulados, una vez que se acostumbraban a los mismos les brindaban la suficiente luz como para moverse sin problemas. Claro que la curvatura de las escaleras no les dejaba adivinar que habría en el fondo. Mas derros? otras criaturas? trampas? el mismo Thazar Rho? Solo había una manera de averiguarlo...

Rakas frunció el ceño ante las palabras del mediano, negó con la cabeza y se dispuso a hablar.

- No pienso salir de nuevo sin haber acabado con Trazho o cómo demonios quiera llamarse. No habrá ejercito, no habrá derrumbes, únicamente nuestras armas. ¿Qué clase de héroes seríamos si volviéramos con el rabo entre las piernas?. Ni hablar, seguimos.

Dicho y hecho, siquiera espero contestación, continuó hacia el jardín de espinas y la torre donde perdiera la vida Dramir, el silencio se instaló entre los compañeros y dio la sensación de que el ambiente volvía ha tornarse más opresivo, quizás anticipando el desenlace final o el deseo de que así fuera.

El bárbaro apretaba con fuerza el mango de madera de su arma, haciendo que sus nudillos se tornaran blancos, en cierta forma sabían que les esperaba allí abajo, al menos, lo que les hubiera esperado el día anterior. Eso extraño huevos que había vuelto a comentar Ecthelion, ninguno tenía idea de lo que podían contener, pero por las palabras del mago, alguno ocultaba algún tipo de ser vivo, ahora les tocaba averiguar de que tipo y si sería un nuevo peligro para ellos.

- Estad preparados, hasta ahora apenas hemos encontrado resistencia.

Siguió a los demás hasta la estancia donde había caído su compañero, la marcha de Menzo no hacía mas que mermar el animo del elfo, todabia quedaba mucho  por delante y quizás tubiesen mas bajas. Pasó con cuidado entres las espinas y se colocó al final del grupo dispuesto a bajar las escaleras.

La despedida del mediano no hizo más que bajarle la moral, y mucho. Nunca se hubiera esperado eso de Menzo, a quien Gliriel veía casi como a un ídolo, aunque no lo demostrase.
Se despidió del mediano como si no lo fuera a volver a ver, ya que sobrevivir con uno menos sería mucho más complicado.
En realidad él se vió tentado de irse también con Menzo, pero la idea de haber limpiado todas estas cuevas para nada no le gustaba demasiado. Debía seguir adelante, y acabar el trabajo.

Siguió al grupo cabizbajo hacia la torre de las arpías.

La ida de Menzo le pilló de sopetón, como a todos, y le hubiera gustado decirle algo antes de su partida, pero leyó en los ojos de su amigo que éste había tomado una decisión, y que poco o nada podía hacer él por cambiarla. Esta claro que jamás llegaré a comprender  la relación entre un mediano y su cabra…

En cuanto a él, lo tenía bien caro. Se había jurado acabar con la vida de Thazar Rho y eso iba ha hacer, aunque tuviera traspasar las puertas del mismísimo infierno, que dicho sea de paso, es donde tiene la sensación de estar bajando ahora mismo...

Con la maza bien prieta contra en el puño, y el escudo bien pegado al cuerpo, avanza detrás de sus compañeros cubriendo sus espaldas mientras bajan, echando ocasionales miradas atrás y las habituales maldiciones… por ser siempre el último de la fila.

Rakas, ante las reticencias de algunos de sus compañeros por avanzar, posiblemente aun pensaban en su amigo Menzo, bajó las escaleras preparado para afrontar nuevos peligros, quizás no fuera el más apto para iniciar el descenso que podía estar repleto de trampas, pero una vez Menzo había partido, Arza no parecía estar por la labor de abrir camino.

Poco a poco, verificando que no hubiera nada que les pudiera causar daño, el grupo descendió por las escaleras, adentrándose, aún más en los dominios del Thazar Rho

Aunque les pareció que descendían infinidad de metros, en realidad solo fueron un par de giros completos, no más de unos 50 ó 60 pies de altura. Finalmente los escalones terminaron y el camino continuó por un pasillo de 8 ó 10 pies de ancho.

No había muchas alternativas y continuaron por el mismo hasta que este terminó contra una pared mientras se separaba en dos pasillos distintos. Sin saber con que se podían encontrar y aprovechando los destellos azules que seguían bordeando las paredes se asomaron mirando para ambos lados. Hacia la derecha... solo pasillo, un pasillo que avanzaba y, finalmente, doblaba en la misma dirección en que habían venido. Hacia la izquierda, a una corta distancia unas enormes puertas abiertas y luego era dificil deducir que es lo que había. No se percibía oscuridad, pero tampoco nada en especial... solo un piso de piedra de lo que, aparentemente era una enorme habitación.

Sin embargo, lo más curioso era el silencio, ni de un lado ni del otro detectaron sonidos... sería que no había nadie? O si lo había y quien fuera que estuviera por allí estaba esperándolos?

Sientes el cosquilleo de Galic asomándose por tu túnica y sientes que este te indica que los "huevos" estaban en la sala de la izquierda. Aparentemente, cuando descendio, la rata investigó solo para ese lado

Arza sin decir nada se mantuvo detrás de Rakas, preparado para usar el arco en cuanto tuviese necesidad de él.
Se mantenía en silencio, en especial porque no se creía todavía la marcha del mediano. Era comprensible que al encontrarse en la roca excavada su naturaleza le hiciese la necesidad del sol pero también se podia decir lo mismo del druida y aquí seguía. Era una lástima y sólo esperaba que Menzo recapacitara, pues sin su habilidad para la honda lo pasarían muy mal aquí dentro.

El mago avanzaba en la retagiardia del grupo hasta que llegaron a la intersección, Galic llamó su atención y el mago asintió, luego en susurros comunicó a los demás lo que sabía -en esa sala de ahí- dijo señalando la sala de la izquierda -es donde están los capullos que os había dicho antes-