Partida Rol por web

El rostro de Caroline era una máscara fría, con el ceño fruncido aún más marcado que los labios apretados. Aquel negrito con eso de “putillas” estaba buscando sin duda un correctivo, tal vez uno que implicase desprenderlo de algunos dientes. Era casi afortunado para él que la irrupción de una bandita de matoncillos usurpara la atención del momento.

-Casi sería preferible que fueran piratas…+mascullo por lo bajo, estudiándolos con atención. ¿Por qué no resultaba extraño que al menos una fuera “amiga” de aquel bruto sin modales?

Desentendiéndose, la caitiff saludo al aparecido señor Dumont con una ligera inclinación, pero en lugar de acercarse a charlar con él fue hacia el par de nuevos, la niña nerviosa y el que debía ser su sire.

-Relájense. Son solo más visitas sin invitación… Les sugiero que esperen un poco antes de regresar dentro. +dijo, deslizando una mirada de lado hacia las mesas. A medida que comenzaban a copar e incordiar en el restaurante, se hacía evidente que resultaba mejor quedarse afuera. Por lo menos hasta ver que hacia Marcel…+ ¿Primera vez en la ciudad?

Miro a Roxy con una sonrisa inquieta, ignorando a todo mundo.

- Mi señora, soy un hermano del norte que por una vez en la vida venía con intención honesta de confraternizar con mis compañeros de clan...- me separo del respaldo de la silla y me adelanto apoyando ambas manos en la mesa.

- Pero tengo el nombre de un hombre honorable que es el líder del clan del lobo... Y ese nombre NO es Roxy...

¿Puedo saber dónde está ese hombre y porqué usted ostenta el cargo que le pertenece a él?

Mi mirada es intensa y mi sonrisa ha desaparecido. Los miembros de mi clan son peligrosos, me juego el culo actuando así con alguien de quién no se nada. La palabra adecuada es temerario. Pero en caliente es como mejor salen las verdades.

Mantengo la mirada a pesar de que entran unos chiquillos dando voces y actuando de forma imprudente e infantil.
Me importa tan poco que ni siquiera me giro a mirarles, mantengo mis ojos en Roxy esperando una respuesta.

Pero de repente una voz me hace perder la concentración. La dama de cabellos dorados me habla y me menta a mí linaje.
Sinceramente no pensaba que nadie recordaría mi apellido. Su conocimiento llama mi atención y me hace girar la cabeza para verla.

La observo en silencio unos segundos antes de contestar, meditando muy bien mis palabras.

-El viejo ya no gobierna mis acciones,
señora... Hace muchos años que me liberé de esa carga. Sirvo a una Saunière, pero nunca más a él.

Desconocía para que quería intimidad, pero prefería estar tranquila sea cual fuera la razón, por eso anteriormente había salido a ver el río y el skyline de Nueva Orleans a solas, así que no tenía ninguna objeción que poner a las palabras de la primogénita.

-Perfecto, yo también prefiero no estar con tanta gente.- La acompaño hacía el vestíbulo exterior, cerca de donde reposaba la pasarela de acceso al barco. -¿Y qué va a ocurrir?-

Es en ese momento, cuando capto una voz que llega desde mis espaldas, una muy conocida para mí. Me giro molesta y me cruzo de brazos, aunque mi actitud es relajada, simplemente intento aparentar que me fastidia su presencia.

-Buenas noches James…- Lo saludo con retintín, mientras observo como besa la mano de la Ventrue. -Te equivocas, como siempre. Esperé un minuto mientras contemplaba el barco para ver si hacías acto de presencia, mucho más tiempo del que dedicaría a cualquiera de tu calaña, deberías sentirte honrado. Además, mira a qué hora llegas… y ni un mensaje, ni una llamada…- Y era mucho mejor así, perder el tiempo teniendo que responder a sus tonterías no era algo me ilusionara, pero prefería hacerme la dolida por muy bien que me conociera. Intento ocultar una pequeña sonrisa girándome hacia la barandilla.

Doy unos pasos para mirar por la borda del barco. -¿Has cogido mi zodiac sin permiso?- Me vuelvo hacia él. -No lo vuelvas a hacer, tal vez la quería usar. Avísame para la próxima.- Queriendo mostrarme conciliadora, la presencia de Karen me calmaba, quería hablar con ella y darle una buena impresión.

-Este hombre de aquí es James… solo James. No deberías hacerle mucho caso, ya que le abrazaron a una edad que ya chocheaba un poco y ahora hay que aguantarlo…- Lo muestro con la mano, poco más podría decir de él para presentarlo. -Y ella, es la señorita Karen Chantry.- Le digo a mi Sire. -Que realmente me ha sorprendido trayéndome aquí y encontrándome contigo ¿Estaba todo calculado?- Los miro, no sabía si todo esto había sido un montaje por parte de los dos vástagos o simplemente había sido una casualidad, mi primera impresión es que no se conocían, pero como me iba a fiar de un embaucador como era James.

Fowler: —¿Esperamos compañía, madame?

Avanzo rápidamente hacia la barandilla, para asomarme por ella, cuando un charco en el suelo me hace resbalar, y debo sostenerme contra la puerta para no caer.* Putain, no tengo tiempo para esto. Valorando si no me he hecho una tripe rotura de ligamento en el tobillo, y antes de que pueda enterarme de qué cojones está pasando en el agua, aparece el vampiro con cara de funcionario sin desayunar, y suelta lo que debe ser su frase típica para ligar:

Jake: A ver, vosotras putillas, el espectáculo se ha terminado aquí fuera, venga entrad. 

Mmm me encanta cuando me dicen cosas bonitas. Pura poesía. Afortunadamente, hay suficientes vampiresas tipas-duras que se han dado por aludidas como para que tenga que molestarme en soltarle una buena respuesta. Sin embargo, aunque tuviera ganas de darle una merecida contestación, esta moriría en mis labios, porque justo en ese instante aparecen los Goonies saltando sobre cubierta. Me darían miedo si no fuera porque estoy demasiado ocupada conteniendo la risa, ¿eso era una entrada triunfal? Por favor, he visto borrachos disfrazados de Sandokan en Mardi Grass abordar una botella con más gracia que ellos abordando nuestro barco.
Sin embargo, me mantengo, tensa, en mi lugar. Puede que sean unos mierdecillas, pero incluso la mierdecilla más apestosa es capaz de liarla muy parda en un frenesí. 

Con aires de acabar de salir de la peluquería, la niñata por fin me da el nombre del tipo con cara de llevar una chincheta en el zapato. 

Niñata: Vaya, vaya Jake, ¿me has sustituído por algo más exótico? 

Aha, ¿por qué no me sorprende que esos dos hayan tenido un lío? Menuda pareja divertida y simpática que deben hacer. Tengo que invitarles a mi próxima fiesta de juegos de mesa.

Aún junto a la puerta, todos los acontecimientos se desarrollan a tal velocidad que apenas me doy cuenta de que estoy en los brazos de otro niñato, hasta que este recorre mi cuello con su lengua.

-¿Vas a pagar por eso, niño? -Le pregunto, desembarazándome de él violentamente.- 

Sin responder, todos acaban entrando al salón, haciendo una entrada triunfal de adolescentes malotes de los 80s. Por favor. Pongo los ojos en blanco, entrando tras ellos. Bueno, un par de empujones, pies sobre el mantel, y un par de copas rotas. Es como si de pronto Marcel tuviera unos cuantos hijos adolescentes. 

Pero son vampiros, ¿no? Tienen derecho a estar en una fiesta en el Elíseo. Le hago un gesto a un camarero para que traiga más bebida, y me aproximo a la mesa del príncipe. Si él está tranquilo, yo estoy tranquila. Sin embargo, escribo un rápido mensaje en el móvil. Sólo por si acaso.

La tirada era para apreciar que cuando Lavonne se ha levantado a bailar su sire ni siquiera se ha girado a mirarla. 

¿Helmut? ¿ese Helmut? me adelanto un poco para susurrarle unas palabras al oído a Marcel. Miro curioso a la atractiva rubia mientras me meso la perilla, sería fantástico que lo encontraras. Fantástico de verdad, veamos cómo transcurre la noche. 

Y dígame señorita Parker... ¿Cómo ha sabido usted que Helmut se encuentra en esta ciudad?

Ustedes han hecho bien en venir y presentarse ante el gobernante de la ciudad, son bienvenidos en Nueva Orleans. 

Siéntanse libres de estar en esta ciudad. Nueva Orleans está abierta a todo el mundo... durante el carnaval. 

Aunque el príncipe sigue empleando exactamente el mismo todo neutro, percibes que se muestra levemente más distante, como si estuviera pendiente de otra cosa

Observo a Anthony y le contestó con suma educación y la seriedad que implica el momento. Siento que el Príncipe está como preocupado por algo pero continuo como si nada en mi mismo tono, miro a Mihail y le digo a Anthony mirándole de nuevo - su paradero lo desconoceria sino fuera por Mihail que es quien me despertó de mi sopor por este motivo.

Apoyo las manos sobre la mesa y me levanto ahogando un grito de pura rabia. 

-Jared estaría aquí como líder del clan si no hubiera sido asesinado. no desvío la mirada de mi interlocutor pese a que viene Helena a suavizar la situación. YO no ostento el título de primogénita del clan si es eso lo que buscas, es todo tuyo, extranjero. 

Aprovecho la entrada de Ian y su séquito para tranquilizarme. No delante del príncipe, podría ser un aliado pero no delante de Marcel. 

-Helena, no le hables. Viene aquí con exigencias y despreciando la sangre de los antiguos. 

Augustus observó al crío lamer el cuello de Jo con una sonrisa tan torcida como cualesquiera que fueran los planes de ella para el resto de la noche. Le encantaba ver las pretensiones de otros irse al traste, inmortales o no. Y lo más seguro era que los críos que acababan de subirse al barco la arrastraran al fango, pusieran a prueba su estrategia y la obligaran a improvisar. Precioso. Se preguntó que más sorpresas les depararía el viaje.

—Disculpe al señor Almerson, señorita —dijo, alzando las cejas en dirección al otro vampiro de color, al que se habían referido los recién llegados y que había ingresado con ellos al interior—. El mal genio le corre por las venas. Y tampoco se preocupe por los niños, no hay nada que temer. Haga como yo y tómeselo como parte del espectáculo. Su Excelencia lo tiene todo bajo control. ¿No es así, Jo?

Se separó, por fin, de la barandilla, y caminó hacia la pareja.

—Me llamo Augustus Fowler —dijo, tomando la mano de Lavonne entre las suyas y llevándosela a unos pocos centímetros de sus labios; el beso, sin embargo, se lo ahorró. Tranquila, no muerdo, pensó, mientras la miraba. Nada mal. Después estrechó la mano de él, con firmeza—. Es un placer.

Algo le decía que tampoco conocían a algunos de los presentes.

—Creo que el resto tampoco se han presentado… permítame que enmiende ese error. Sospecho que a la encantadora Josephine, ya la conoce; es la responsable de esta magnífica velada que acaba de comenzar.

Miró a los otros dos un segundo, señalándoles con la mano abierta.

—El caballero que me acompaña es el monsieur Dumont, dueño de una exquisita tienda de antigüedades, La Cave aux Trésors, en el Barrio Francés. No pierda la oportunidad de visitarla. Ella —o mejor dicho, eso— es la señorita Caroline.

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda, Carol. Ellos al menos han tenido que tomarse las molestias de alquilar una lancha. ¿Quién diablos te ha dejado pasar a ti?

Ya está, lo único que necesitaba Roxy era que alguien le mentara a Jared, vamos hombre. 

Jared, murió en una caza da sangre, culpado del asesinato de Doran, el antiguo príncipe de Nueva Orleans. miro al nuevo, este hecho debastó a nuestro clan para separarnos para siempre, Ian fue uno de los más excéntricos, Roxy decidió permanecer del lado de la camarilla. 

Sin embargo nadie le ha sustituído en la primogenitura y desde entonces somos el hazmerreír del resto de clanes, mostrando debilidad. 

Mis ojos se vuelven rojos antes las atrevidas palabras de Laura, esta imbécil... si no estuviéramos en el Elíseo ya le hubiera cruzado la cara. 

LAURA CÁLLATE, ¿aún no has aprendido cuando los cachorros callan?

Cruzo una mirada con Ian, no sé que hacen aquí, no son necesarios más problemas. 

Miro incrédulo, como pasan unos zafios y vulgares gits hacia el interior. Afortunadamente gracias a que estaba prácticamente envolviendo a mi pupila no han reparado el ella. 

La ira me invade, vale que la pequeña Lavonne los ha visto antes que nadie pero eso es para zafarse, no. DEBERÁS ACOMPAÑARME. Lo harás o sufrirás las consecuencias, después... porque en este instante ya tenemos a bastantes idiotas. No estaremos siempre en el Elíseo. 

Mis alarmas se disparan cuando el esclavo negro coge su mano, maldigo al primer bastardo de Caín que decidió convertir a una rata por primera vez y en este país lo ven como algo normal. Estoy deseando volver a Europa, donde aún se guardan las formas y los lugares de las damas y los caballeros, lejos de los animales. 

Buenas noches me presentaré, mi nombre es Sir Jeremiah Ulrich-Vaughan, miembro de la primogenitura de Londres, Inglaterra. Haré la aclaración por si algún bastardo la necesita. Y le doy la mano solo por retirarla de encima de las de Lavonne. 

-Yo no sé nada, su alteza. Tan sólo nos comentaron que podía estar aquí en Nueva Orleans. 

Tengo la sensación de que a lo mejor no estamos preguntando a las personas adecuadas. 

- Tal vez si fueran tan amables y nos pudieran indicar quien es el líder gangrel, podríamos también realizar la presentación oportuna. 

Anthony y yo nos echamos a reír ante la elocuencia del anciano. Va a ser que no es cierto el refrán y que la mona vestida de seda... no aparenta....

La tienes en la misma mesa de la que vienes, anciano. La salvaje Roxy, aunque ahora parece ocupada con el extranjero... el otro extranjero. 

Levanto las palmas ante el tono acusatorio de Jane. Menos mal que la libré de que le diera nunca un infarto o no se habría hecho vieja. 

Wowowowo... Relájate nenita... Lo primero, no he robado tu zodiac, ellos digo señalando a los otros invitados, han robado tus zodiacs, yo me he limitado a venirme acompañándolos. 

Lo segundo, esto no es una señorita, esto es una señora... y qué señora... Madre mía. Lástima que tu nunca te vayas a ponerte así. 

Tercero... Voy a beber. sentencio levantando el dedo índice y me dispongo a entrar jovial a la sala principal.- 

Sonrío escuchando las bobadas del caballero, los miro a los dos y realmente me fascina que extraño juego de azar llevó a unir sus destinos. Me coloco en la puerta deteniendo sus pasos. 

- Lo primero, vuelva a hacer cualquier comentario sobre mi anatomía y será lo último que vea. 

- Y lo segundo, aunque veo que a usted no le van los convencionalismos sociales, la imagen de Jane depende de lo que usted haga hoy aquí y no nos interesa que le asocien con los anarquistas de la ciudad. ¿entendido? 

- Así que por el momento nos vamos a quedar aquí todos tranquilitos. 

Tras una reverencia como de agradecimiento a su Majestad y al sequito del Príncipe especialmente a Christopher, me giro hacia nuestra mesa y camino esperando que mi mentor Mihail me acompañe a nuestros sitios con movimientos elegantes sutiles felinos hacia la mesa 3 donde se halla Roxy.

Si insistían en que no era nada, no sería nada entonces, por muy peculiar y ajeno que le resultase el improvisado espectáculo. Seguía mirando de soslayo el interior, donde los pilluelos se dedicaban a ladrar mucho y morder poco por el momento, pero las palabras de Fowler no tardaron en atrapar su atención. Buscó encontrar su mirada con el caballero, con aquellos ojos azules, fríos e irreverentes en su naturaleza, mientras sostenía su mano. No pudo sino sonreír con gracia en un gesto sutil que rozaba la timidez, y que le nacía de forma genuina casi siempre que se encontraba con un acto galante. Sin embargo, se guardó de despegar los labios hasta que Jeremiah se hubo presentado él mismo.

- Marie-Lavonne Drummond -dijo, enfatizando con precisión el origen francés de su nombre. Se ahorró lo de ‘Lady’; hacía demasiadas décadas de aquello-. *Je suis ravi de vous avoir rencontrés, monsieur Fowler. Monsieur Dumont, Mademoiselle -añadió en un francés claramente europeo.

Le hubiese gustado saludar con más propiedad a los otros dos huéspedes, pero todavía tenía problemas discerniendo qué tipo de introducción era apropiada para qué situación y quién, así que se limitó a recoger un mechón rubio y rizado tras la oreja, entrelazando después las manos frente a su regazo. Tampoco parecían particularmente amigables, especialmente ella.

-Hace un mes que estamos en Nueva Orleans. Una ciudad tan peculiar como fascinante, sin duda. Espero que la noche siga sorprendiéndonos.