Partida Rol por web

Todo había pasado muy rápido, de hecho... hasta que me agarré de la mano de Siobhan para terminar de subir y ponerme a salvo, no entendí del todo por qué Melhi estaba sollozando, ni por qué Jess gritaba el nombre de Ander y John. En ese momento, en el que la realidad me golpeo fríamente, sentí mi cuerpo encogerse.

—No puede ser — murmuré, sin terminar de creérmelo.

No, no podía ser. Ander y John debían seguir vivos. Sí, así es... ¡no podían haber muerto! ... ¿Verdad?

¡Maldición, esto no debería estar pasando...!

Por si acaso los gritos de Jess no eran suficiente, decidí unirme para gritar al unísono con ella. Lo más fuerte que podía, me daba igual quedarme afónico... sólo esperaba que alguno de ellos pudiera escucharnos y contestar...

De pronto, nota como el vacío se abre a sus pies, pero no cae. Un viento la eleva y la mantiene en el aire el tiempo suficiente para que pueda agarrarse a alguna parte de la escalera que aun queda en pie. Aunque eso no hace que sienta menos miedo. Ella no es muy fuerte y estar colgada de los hierros no es que sea una buena experiencia... y menos cuando sabes que hay vacío bajo tus pies.

-Ayuda...

Intenta subir a un sitio seguro. Intenta mantenerse sujeta hasta que Siobhan llega para ayudar. Aun colgada de los hierros, se da cuenta que no todos han tenido tanta suerte. Ander y John han caído a la negrura, pero no se ha escuchado nada. Comienza a llorar de nuevo porque está asustada, está colgada de unos hierros que podrían caerse en cualquier momento, Zaina no está y ahora Ander y John se han caído y no responden.

Siobhan se apresuró a ayudar a Robert y Kate, mientras Jess también se ponía a salvo para no ser la siguiente en precipitarse al abismo. Conmocionados, todos miraron el agujero completamente negro que tenían debajo, mientras Robert y Jess llamaban a gritos a Ander y John. Se quedaron callados, con el corazón en un puño.

Entonces lo oyeron. Al principio les parecía que se lo imaginaban, pero después lo oyeron con claridad. Había una voz que venía de abajo, distorsionada por la distancia, como si estuviera muy, muy lejos. No podían entender lo que decía. ¿Sería John, o Ander...?

No había manera de volver a bajar. Las escaleras y el rellano se habían roto por completo, y las únicas rutas que quedaban eran por una de las dos puertas, o continuar subiendo la escalera. Pero ahora estaba claro que en aquél lugar pasaban cosas raras cuyo único objetivo era aislarlos y separarlos para que dejasen de ser un grupo. Los más débiles habían ido cayendo, y ahora sólo quedaban ellos cuatro juntos.

Melhi había estado llorando sin parar hasta que habían oído aquella voz lejana que venía de las tinieblas. Alzó el rostro mientras aún temblaba, y vieron a la tenue luz que ella misma proyectaba, que estaba húmedo por las lágrimas.

—¿Qué... qué vamos a hacer ahora? —dijo—. No podemos dejarlos ahí... Pero quizá sea una trampa...

¡Escuchaba algo en lo más profundo de aquella oscuridad! Al menos uno de ellos estaba bien, ¡menos mal! Pero... ¿cómo íbamos a rescatarles? Era imposible bajar... o al menos, no lo parecía. Pese a todo, traté de buscar alguna manera... algún resquicio por el que pudiera descender.

—Melhi, ¿tú podrías llegar a ellos volando, no? —  medité un segundo —. Aunque... está claro que este lugar tiene como objetivo separarnos. Primero fue Zaina, y ahora Ander y John. No sé si es buena idea que vayas sola...

Pero tampoco es posible, aunque hubiera alguna posibilidad, bajar todos juntos...

Suspiré amargamente antes de mirar a mis compañeras.

—¿A vosotras se os ocurre alguna cosa? — me encogí de hombros resignado —. Yo no sé qué hacer...

Melhi tragó saliva ante la sugerencia de Robert. Estaba claro que quería saber tanto como ellos lo que había sido de Ander y John, pero sólo con mirar a ese abismo negro...

Finalmente, decidió respirar hondo y tratar de calmarse. Alzó el vuelo y aleteando con rapidez bajó por el hueco, primero despacio y luego con un poco más de decisión. Entonces ahogó un grito.

—¡Chicos! ¿Podéis ver esto?

Los cuatro se asomaron al hueco y fijaron la vista en Melhi. El Hada no había podido alejarse demasiado, porque donde antes estaba el abismo negro ahora... no había ni rastro de él. El suelo era como había sido antes de que empezaran a subir la escalera, frío y sucio... pero sólido. No había ni rastro de Ander, de John, ni de los restos de las escaleras y barandillas que se habían precipitado al vacío. Tampoco había puertas ni orificios de ninguna clase. Era simplemente un suelo y cuatro paredes, como si allí terminara un pozo.

Siobhan se llevó una mano a la cabeza y apretó los dientes. Estaba cada vez más furiosa. Echó el cuerpo hacia atrás y gritó a las escaleras que seguían subiendo en la oscuridad.

—¡Basta ya! ¡Dejad de jugar con nosotros! ¡Venid aquí si tan valientes sois, estoy harta!

Agarró un trozo de hierro retorcido y lo lanzó hacia arriba con todas sus fuerzas. Chocó con las barandillas y los escalones metálicos y debió atascarse en alguno, porque no volvió a caer.

Siobhan enterró la cabeza entre las manos y respiró hondo varias veces, tratando de no echarse a llorar.

-¿¡Pero qué demonios...!? -sorprendida, me callé de pronto por costumbre. Cada vez que empezaba a jurar y mi abuela me oía, una colleja acompañaba a su bronca sobre lo de que "tenía que comportarme como una señorita".

Seguía echando de menos sus riñas y sus abrazos. Ahora me hubiese venido de perlas uno.

Me dejo caer en el suelo que nos mostró Melhi, que no parecía muy profundo. Comprobé que era como un suelo corriente.

-El suelo está alto... Como si no hubiésemos avanzado. Yo creo que además de separarnos quieren volvernos locos o algo. Pero no lo van a conseguir. ¿No os parece que estamos dentro de la imaginación de alguien? Una vez en clases vimos unos dibujos alucinantes de un señor* que dibujaba un cuadro dentro de un cuadro y dentro de un cuadro... Así infinitamente**... Nosotros parece que estamos en la imaginación de alguien que juega con todos. Ya no me caben más explicaciones. Creo que no podremos bajar a por los perdidos. Los que estamos juntos hemos de seguir subiendo. Cuanto más subimos, más se enfadan, ¿no os dais cuenta? Es ARRIBA donde no quieren que lleguemos. Es arriba donde tenemos que ir. ¿Estáis dispuestos?

A sus pies solo se encuentra el suelo. No hay ni rastro de sus compañeros perdidos y no hay forma de traspasarlo. Y, seguramente, cualquiera que caiga al vacío correrá la misma suerte. Y Jess comenta lo de la imaginación de alguien. ¡Claro que están en la imaginación de alguien! ¡Por eso tenían que buscar a John y despertarlo! Pero despertar a John o rescatarlo, o lo que quiera que pasase, no ha servido de nada. Siguen encerrados en ese mundo.

-Claro, por eso teníamos que rescatar a John y despertarlo... para que se acabase el sueño que creó a las hadas malas. Pero John estaba con nosotros y no ha cambiado nada. Salvo que todo se ha vuelto como una pesadilla. Una aun peor. Desde que nos reunimos, todo ha perdido la lógica. Los túneles cambian, nos estamos separando... ¡Seguro que es él quien hace esto! 

Estaban discutiendo sobre lo que acababa de pasar y planteándose qué podían hacer, cuando de pronto el suelo tembló otra vez. Un escalofrío les recorrió el cuerpo. ¡Otro terremoto! Se agacharon y se prepararon para lo peor... pero no, el temblor cesó enseguida. Maldita sea, ¿qué estaba pasando? Si estaban en un mundo irreal... ¿qué significaba que todo temblase así?

Entonces escucharon algo. Una voz, que claramente venía de encima de sus cabezas, unos cuantos rellanos más arriba en la escalera metálica.

—¿Hola? —oyeron decir. Era una voz infantil, pero no pudieron reconocerla—. ¿Hay... hay alguien ahí?

Miraron, pero no vieron a nadie. En cualquier caso, estaban seguros de que la persona a quien perteneciese esa voz no era uno de sus amigos. Y también estaba claro que parecía bastante asustado...

Al escuchar la voz, alcé la mirada instintivamente pero no vi nada... No había ningún niño colgado del techo ni nada por el estilo. Y... sinceramente, no me fiaba de nada de lo que pasara aquí... quizá por eso miré a mis compañeras e hice el gesto de permanecer en silencio mundialmente conocido por todos.

Aún tenía muy presente lo que nos había dicho Kolda en la conversación telepática que habían tenido ella y Melhi. Bueno, realmente no había llegado a decir qué era Anette, pero... entendía que aquella chica no era lo que parecía, y por tanto no era del todo bueno confiarse. Aunque...

¿Y si realmente es alguien a quién tenemos que salvar?

Algo en mí aún quería creer que eran niños inocentes como nosotros que estaban aquí atrapados. Pese a todo, si no lo veíamos... y con los terremotos que no paraban, no podíamos hacer mucho. Debíamos continuar avanzando antes de que todo terminara por desplomarse, y así se lo hice saber a mis compañeras con un gesto de cabeza hacia delante.

Siobhan escuchó aquella voz y se puso alerta. No le sonaba de nada, pero sin duda parecía humana. ¿Otro niño desconocido? Alzó una mano para alertar a los otros.

—Cuidado... —dijo, alzando una ceja—. No me fío nada...

Levantó su linterna y enfocó directamente sobre sus cabezas, moviéndola de uno a otro lado para iluminar los tramos de escalera que quedaban por encima de ellos.

De pronto ocurrió algo muy extraño. 

En menos de un segundo, el suelo tembló con violencia, se levantó un viento terrible y Jess, Kate, Robert y Siobhan escucharon un grito agudo y espantoso que les penetró hasta lo más profundo de la mente. Se taparon los oídos en un acto reflejo, pero no sirvió de nada.

¡AAAAAIIIIIEEEEEEGGGHHH!

Luego el sonido cesó, el temblor remitió, el viento volvió a la calma. Pero a los chicos y al Hada buena tardó un rato en bajarles la adrenalina...

Cuando se recuperó del susto, Siobhan logró enfocar con la linterna e iluminó lo que parecía ser un pedazo de tela azul que se movía. ¿Había alguien allá arriba?

-¿¿Pero qué está pasando aquí?? -me dí cuenta al decirla que la pregunta era ridícula, porque no había respuesta posible. Desde que todo empezó, un montón de alucinantes cosas que muy poca gente creería nos habían pasado... ¡Y ahora esto!

Cuando escuché la voz del niño quise llamarle, preguntarle quién era. No me atreví. No me daba confianza, una voz desconocida y habiéndonos separado ya por magias extrañas. Esa voz sonaba a trampa, otra vez pensé en las polillas atraídas por una luz brillante.

Aún lo pensaba, cuando ese terrible grito entró en mis oídos y mi cabeza para no salir jamás. Creo que lo recordaré en todas las pesadillas que tenga de aquí a vieja.

Aún respirando agitadamente abrí los ojos tras cerrarlos y taparme las orejas para amortiguar el sonido. La tela azul que enfocaba Siobhan llamó mi atención total en ese momento.

-¿Nadie de nosotros vestía una tela así, verdad? ¿Nadie de los desaparecidos? -pregunté a los demás. Yo juraría que no, pero no estaba segura-. Eso es un nuevo modo de llamar nuestra atención. Lo que quiera que sea, nos llama para que subamos.

Siobhan siguió apuntando con la linterna, y como para contestar la pregunta de Jess, pudieron ver lo que parecía ser una melena rubia. Nadie en el grupo tenía el pelo de ese color, aparte de Jess.

—No es ninguno de nosotros... —murmuró Siobhan, con aquella expresión tan suya de no fiarse de nada.

No pude evitar taparme los oídos cuando escuché el grito, menos aún alzar la mirada cuando cesó y Jess enfocó con la literna hacia el techo. Ni siquiera pude evitar buscar, segundos después, un guijarro y prepararme para tirárselo a la cara de lo que fuera que había ahí en el techo.

—Sea lo que sea, ese grito no era humano...

Aunque a decir verdad... ¿el ruido provenía del techo, o de nuestra mente? No era capaz de saberlo; pero, pese a todo, tenía una cosa lo suficientemente clara: obviamente no estábamos solos, y no... no era uno de los nuestros.

—No os separéis, ya hemos visto qué pasa si alguien se separa, chicas...

Lo que fuera que estaba allá arriba, obviamente, no era ajeno a que le estaban apuntando con una linterna. Dejó de moverse pero miró hacia abajo. Desde donde estaban, pudieron distinguir lo que parecía ser el rostro de una niña de su edad.

—¿Hola? —repitió—. ¿Quiénes sois? ¿Qué ha pasado...?

Entonces se movió y oyeron un par de sonidos metálicos.

—Vo... voy a bajar, ¿vale? Esperad...

Yo a estas alturas ya no me fiaba ni de mi sombra. Otra niña desconocida perdida en ese lugar, como la que se quedó con Zaina... No, no me fiaba de los desconocidos surgidos de la nada que aguardan en la oscuridad de unas escaleras mágicas que nos llevan a algo amenazante.

-¿Quién eres tú? ¿De dónde sales? ¡No te acerques! -me daba igual parecer borde. Seguro que acababamos apiadándonos de ella, y de algún modo se llevaría a alguno de nosotros. Susurré a mis amigos -¡cuidado con ella!

Al oír la advertencia de Jess, la dueña de aquella voz se paró en seco. Siobhan la enfocó con la linterna y pudieron verla con claridad. Era una niña de su estatura, de cabello largo y rubio, y que llevaba un vestido azul y zapatitos negros de charol con medias blancas. Les pareció un atuendo extrañamente anticuado.

La niña parecía asustada. Levantaba los brazos para cubrirse del haz de luz de la linterna, y casi se cayó al suelo al dar un precipitado paso atrás.

—¡Ay! Cuidado... —dijo—. Esa luz... por favor, me está cegando...

Se tapó los ojos y adelantó una mano con la palma abierta, para dar a entender que no quería hacerles nada malo.

—No... no quiero pelear, ni nada parecido —dijo—. Sólo... me preguntaba quiénes sois y si podríais decirme cómo salir de aquí. Yo me llamo Alice...

Pronunciaba las palabras con mucha claridad, y parecía ser una niña bien educada. Desde luego, ninguno de ellos recordaba haber visto nunca una niña así en el pueblo...