Partida Rol por web

Abre mucho los ojos cuando ve a Zaina y Kolda. ¡Están bien!

-¡Zaina!¡Kolda!¡Soy Kate!

Se abre paso entre los matorrales para intentar llegar hasta ellas. Han hecho bien en entrar por ese agujero y no hacer caso a la voz que les advertía no ir por ahí. Ahora solo queda encontrar a Ander y John. Se gira hacia atrás.

-¡Chicos!¡Zaina y Kolda están aquí!

Robert se quedó sorprendido cuando oyó a Melhi confirmar que en aquél claro estaban sus compañeras, y además Kate también las había visto. Después de todo, era verdad que habían elegido bien el camino. Se le puso una gran sonrisa, a pesar de que todavía continuaban en peligro.

—¡Genial! —exclamó—. ¡Vamos, tenemos que reunirnos!

Justo cuando Zaina se aproximaba con todo el cuidado del mundo a los arbustos, pudo ver una mata de pelo rojizo que terminaba en dos coletas. No le quedó la menor duda de que se trataba de Kate. Y la lucecita blanca que había sobre su cabeza era Melhi, no había error posible. ¡Se habían vuelto a encontrar!

Pero ahora había más miembros en el grupo, pues a Zaina la acompañaba otra niña además de Anette. Tenía el pelo corto y de color castaño, y se cubría los hombros con una capa de color rojo intenso. Y por su parte, Jess, Siobhan, Kate y Robert estaban junto a una niña de la estatura de Jess, y el pelo sólo un poco menos rubio, pero mucho más largo. Llevaba un vestido azul y blanco, con pequeños zapatos de charol negro que se habían llenado de polvo rojizo.

Kolda suspiró con infinito alivio cuando vio a Kate y a Melhi, y ni siquiera ella pudo evitar esbozar una amplia sonrisa. ¡Por fin un poco de suerte!

Olvidándose de toda prudencia, voló con rapidez hasta Melhi y le dio un gran abrazo. La pequeña Hada blanca no pudo aletear bien y casi se cayeron al suelo, pero por suerte Kolda la sostuvo.

—¡Por fin! —exclamó—. ¡Pensé que no volveríamos a veros! Uf... han pasado un montón de cosas desde que nos separamos.

-¡Buuuuffffff! -suspiré con alivio. Por un momento pensé que había metido la pata al llamar a nuestros amigos a gritos, pero no me había fallado la intuición. ¡Qué contenta estaba! Volvíamos a estar todos juntos.

Les abracé a todos con alegría, olvidando por un momento la situación tan peliaguda en la que estábamos.

-¡¡Por fin!! ¡Lo que os he echado de menos! ¿Qué os ha pasado? Nosotros seguimos subiendo aquella escalera, nos encontramos a esta chica llamada Alice, y vimos a un ser extraño que no se nos enfrentó. Acabamos aquí hace nada. ¿Estáis todos bien?

De reojo había mirado a aquella niña nueva. Siguiendo mi teoría de los personajes de cuentos, me vino un flash repentino a mi cabeza... ¿Caperucita Roja?

Agradecí cada minuto pasado leyendo en mi cuarto cada vez que tenía ocasión. De todos modos esperé a que Zaina y los demás me la presentasen, a ver de dónde había salido realmente.

Al escuchar que hablaban de ella, Alice dio un tímido pasito al frente. Por su expresión, estaba claro que seguía asustada... pero al menos aquellos chicos parecían tan perdidos como ella y eso quería decir que no eran una amenaza.

—Hola... —saludó.

–Hola, Ali, yo soy Zaina

¿ALICIA? ¿LA DEL CONEJO BLANCO?

Zaina se reprimió el gesto de llevarse la mano a la boca. A pesar de haberse encontrado con un buen puñado de personajes de cuentos, seguía sorprendiéndola. Parecía que la Oscuridad había decidido carcomer una biblioteca como si se tratase de carcoma o John el tuerto cuando hacían guiso de venado.

–Estamos bien. Anette y yo hemos conocido a esta niña, se llama Caperucita... y también nos encontramos un ser extraño. Parecía un alien de esos de la tele, pero no los de la serie vieja de los exploradores con pijama, de los de las pelis de miedo. –torció la boca, pensativa– Creo que salió de la mente de Ander cuando os separasteis ¿Qué pasó? He conseguido comunicarme con él, pero no sé nada. ¿Y John?

La niña esperó a que respondiesen, pero no sin antes esbozar una sonrisa pícara y alegre al recordar algo.

-También tengo buenas noticias...- La niña tenía la misma expresión que un gato después de haber cazado un ratón o haber tirado un vaso al suelo, como si deseaba que le preguntasen más.

Melhi seguía abrazada a Kolda mientras Zaina les contaba aquello. En cuanto escuchó a la gitanilla, su gesto reveló preocupación.

— ¿Un... alien? —repitió.

Kolda asintió.

—Sí, era pequeño y gris... pero llevaba un arma peligrosa —dijo—. Tuvimos suerte de salir indemnes del encuentro. Parece que las Hadas ya no son lo único que la Oscuridad tiene para atacarnos. Estoy muy preocupada por Ander, ese alien tenía toda la pinta de haber salido de su imaginación...

Luego miró a Zaina.

—Y no es sólo eso lo que me preocupa. ¿Qué habrá ido a hacer esa Hada parlanchina? ¿Y por qué se habrá marchado tan de repente?

Hay mucha información de golpe. Saluda a Annette y a Caperucita. Aun no sabe de qué cuento viene Annette, pero seguro que de alguno con niños abandonado o algo así. De todas formas, parece que, de momento, ellos no son una amenaza. Ya se verá más tarde, cuando lo descubran todo. 

-John cayó con Ander cuando se rompió la escalera. No conseguimos encontrarlos. El fondo se había convertido en suelo y no pudimos hacer nada.

Lo del alien no es muy buena noticia y tiene pinta de peligroso. ¿Qué les habrá pasado a Ander y a John? ¿Estarán bien? ¿Conseguirán reunirse algún día? Todo parece muy lejano y no parece que estén cerca de acabar esa pesadilla. Aunque el escenario en el que están ahora no parece tan malo.

-¿Hada parlanchina? ¿Qué hada? A nosotros nos contactó un hada que decía que no viniésemos por aquí, que teníamos que ir por una de las puertas que habíamos dejado atrás... por sospechosas. Pero claro, no nos dijo quien era así que pasamos de ella y seguimos subiendo.

Mira a Zaina cuando dice lo de las buenas noticias.

-¿Buenas noticias? ¿Puede haber buenas noticias?

-¿Otro hada? ¿La vistéis? ¿¡No sería una muy alegre y que parecía traviesa!? Así, con pelo corto y... espera.

Zaina cogió una ramita y la clavó en la tierra para poder dibujar. Los trazos infantiles pronto mostraron un hada con sus enormes orejas, sus alas y un pelo corto, como el de Campanilla.

-Ella fue la que me puso en contacto con Ander, y la que nos dijo que viniésemos por aquí. Es un poco rara, pero confío en ella...No parece buena del todo, pero tampoco mala.

-Yo no recuerdo haberla visto, pero sí que estaban interesadas en que no viniésemos aquí.... Supongo que para que no nos encontrásemos. Ahora somos más fuertes todavía... ¡Ahora sí que tienen que tenernos miedo! Por cierto... Supongo que os habéis dado cuenta de que estos niños que nos hemos encontrado son de cuentos. John me recordó a uno de los niños de Peter Pan. Alicia, la del país de las Maravillas... Caperucita... Annette no recuerdo de qué historia, si es que tiene alguna. Así que no sé qué pensar. Me di cuenta al conocer a Alice. Quizás ellos también necesiten ser salvados.

Kolda negaba con la cabeza. Algo en la historia de las otras chicas no le gustaba un pelo...

—Zaina —dijo—, no me fío nada. ¿Las ha contactado un Hada para que no viniesen por aquí? Eso sólo ha podido ser para evitar que nos encontrásemos. ¿Y qué Hada conocemos que tenga esa habilidad? Además... justo cuando la han ignorado y han venido por aquí, ¡ella se marcha a toda prisa!

Frunció el ceño y volvió la cabeza para mirar la dirección en la que el Hada anaranjada se había ido.

—Está claro. Si era ella, sabía que Jess, Kate y Siobhan reconocerían su voz y nos dirían que ha intentado mantenernos separados. Por eso ha huido. Todo encaja y yo cada vez me fío menos de ella... ¡Y lo peor es que aún puede manipular a Ander a su antojo!

Justo cuando Kolda exponía sus dudas, Anette agarró a Zaina de un brazo.

—¡Zaina, mira!

La niña señalaba en una dirección, y enseguida pudieron ver que Caperucita estaba alejándose de ellos a toda prisa. Mientras hablaban, se había apartado con sigilo y después había echado a correr. Otra vez intentaba escaparse.

Zaina hizo un gesto con el dedo en el cuello, indicando a Jess que no siguiese por ahí, no quería preocupar a Anette, pues estaba total y absolutamente decidida a que su final no fuese malo. Hiciese falta lo que hiciese falta. No podía permitir que viviese todo aquello cada vez que alguien leyese su historia.

–El hada de pelo corto no tiene relación con las hadas malas, y puedo demos...

Para distraer la atención, la niña iba a mostrar su trofeo, las "buenas noticias", cuando de pronto Caperucita echó a correr.

–¡Caperucita! ¡Espera! Mogwli está por ahí, y puede haber mas bichos grises– dijo en referencia al alien, pues era imposible que la niña hubiese oído esa palabra. Zaina comenzó a correr detrás de Caperucita, esperando que la capa impidiese a la niña avanzar con facilidad. Ella no era muy rápida, pero su ropa le permitía moverse con comodidad. Mientras corría pensó en algo que pudiese decir para hacer que se detuviese, pues había aprendido por Ander que a la gente no le sentaba muy bien que los placasen, aunque fuese por su bien.

–¡¡El bicho gris puede seguirte hasta casa de tu abuelita!!

La cosa se está volviendo cada vez más extraña. Además, Caperucita ha echado a correr justo en el momento en el que Zaina iba a dar una información importante. Se mantiene callada porque ella no sabe nada de esa Caperucita. Al fin y al cabo, Caperucita tampoco conoce a los nuevos niños que se han incorporado a la reunión. Además, tampoco es que pueda correr demasiado. Su asma no lo permitiría.

-¿Por qué se escapa?

-¡Pero qué demon..! - la inesperada carrera de la tal Caperucita me pilló tan desprevenida que ya Zaina estaba corriendo tras ella antes de que yo hubiera podido reaccionar. 

Eché a correr tras ellas, dispuesta a no ser tan amable como Zaina en caso de que no se detuviese con su grito.

No podíamos permitirnos separarnos de nuevo, ahora que estábamos la gran mayoría juntos. Me dio una punzada en el corazón pensar en los aún perdidos Ander y John... 

¿Qué sería de ellos? Ojalá estén bien. Ander es listo y sabe defenderse -pensé. 

Corrí procurando no perder de vista a Zaina y a Caperucita. Me saqué la gorra, invocando un torbellino que hiciese caer a la encapuchada antes de que tomase más ventaja.

-¡Zaina, cuidado! -advertí a mi amiga para que se resguardase del efecto.

La advertencia de Jess llegó a los oídos de Zaina justo a tiempo. La gitanilla se echó al suelo y notó cómo el vendaval que había salido de la gorra de su amiga en un gesto ya característico, le revolvía los rizos de su tupida melena. Fue un torbellino tan fuerte que estuvo a punto de arrancarle el pañuelo con el que se los sujetaba.

La corriente de aire alcanzó a la niña de la capa y la golpeó como si se tratase de un muro sólido, derribándola. Se quedó tan sorprendida que Zaina no tuvo problemas para alcanzarla justo cuando se levantaba para echar a correr de nuevo.

—¡Bien, Jess! —exclamó Robert, cerrando un puño.

Aunque enseguida lo bajó un poco avergonzado. No estaba demasiado bien alegrarse de algo como aquello... pero no les había quedado más remedio.

—Vayamos a ver si se ha hecho daño...

—Y a preguntarle por qué ha echado a correr —añadió Siobhan. No se fiaba un pelo de lo que estaba ocurriendo, y tampoco le quitó el ojo de encima a Alice—. Tú, ven con nosotros. Jess tiene razón, lo mejor será que no nos alejemos demasiado unos de otros...