Partida Rol por web

Zaina se retorció uno de los rizos, nerviosa. Si no llevaba el chubasquero ni tenía la bolsa ni nada...era que no estaba en el mismo plano. De otra forma, si hubiese caído por algún sitio o hubiese sido absorbida, al menos llevaría lo mismo que llevaba en el momento del "viaje". Eso la convenció de dejar de andar con los brazos extendidos. Empezaba a dudar que estuviese en el plano material. Parecía que era un sitio entre dos mundos.

Al oír la voz, Zaina se quedó de una pieza. No sabía quien podía ser, pero era alguien, y eso era más que nada. Además, aquel ser la había guiado hacía allá. ¿Quién sería? 

–¡Hola!–respondió con fuerza– Estoy aquí. ¿Puedes oírme?

Poco a poco, cambió de dirección y avanzó hacia donde había oído la voz

Kolda escuchó el movimiento entre los arbustos y se movió inquieta.

—¿Habéis oído eso? No estamos seguros aquí, y menos con Zaina en este estado. Tendríamos que escondernos...

Les apremió con sus bracitos.

—¡Vamos! Seguro que podéis moverla. Hay que buscar un sitio para ocultarse.

Robert parecía muy preocupado. Desde luego que había oído el ruido, y quería esconderse tanto como Kolda. Pero estaba asustado por lo que acababa de pasarle a Zaina, y de todas formas no había muchas alternativas cerca para poder esconderse todos.

—Pero... ¿a dónde vamos? —preguntó—. Lo único que podríamos hacer es meternos nosotros mismos en los arbustos... o ir a la cabaña.

Miró a Kate, que parecía también paralizada por el miedo. Todos estaban asustados, pero encima ellos dos no sabían nada de lo que había pasado hacía un año en el bosque.

Sin quitar los ojos del rostro inconsciente de Zaina, Sobhan frunció el ceño. No le gustaba nada la idea de ir a la cabaña...

—Quizá no sea nada —dijo, mirando los arbustos—. En cualquier caso, seguro que podemos hacerle frente. O escondernos en otro sitio. Pero ir a la cabaña es meternos en una trampa a propósito.

Sentía cómo el corazón le palpitaba. Había superado a duras penas lo que había pasado en el bosque hacía un año, y se estaba esforzando por ser resuelta y levantar el ánimo del grupo. Pero los sucesos de esa noche estaban empezando a hacer mella en su mente, y no sabía por cuánto tiempo más podría mantenerse firme. Ver de nuevo esa cabaña ya había sido un golpe duro, pero pensar siquiera en volver a acercarse...

Zaina se abrió paso poco a poco entre las tinieblas, con aquella voz como único faro. Respondió a la llamada, y mientras caminaba escuchó en completo silencio. No pasó mucho tiempo hasta que recibió contestación, y esta vez la voz sonaba justo delante de ella. Era una voz de niño.

—¡Sí! ¡Te oigo! —dijo la voz, que sonaba ahora más cerca—. ¿Quién eres?

Se oyeron pasos que se acercaban en su dirección. Y además, Zaina había escuchado antes esa voz. Esa misma noche. Pero no tuvo que pensar mucho, porque justo cuando recordó a quién pertenecía, algo chocó contra ella y el corazón casi se le sale del pecho.

—¡Ouch!

Hubo un repiqueteo en el suelo invisible, y alguien se agarró a Zaina para no caerse. Los dos doblaron una rodilla, pero consiguieron mantenerse en pie. 

—¡Mis gafas! Oh, no... Ah, menos mal, están aquí.

Era John. Zaina había encontrado a uno de los dos niños perdidos.

De pronto Zaina se desmaya y cae al suelo. Corren el riesgo de que el contacto con ella de pierda así que hace todo lo posible para mantener el círculo mágico que han formado. Pero las cosas no parecen tan sencillas. Se sienten amenazados tanto por la cabaña como por el misterioso sonido que procede de los matorrales cercanos.

-No creo que sea buena idea la cabaña, pero tenemos que resguardarnos en algún lugar. Quizá haya algún árbol hueco que podamos usar. Pero sera difícil mover a Zaina sin romper el círculo.

Está preocupanda por lo que pueda pasar.

–¿John?¿Eres tú? Soy yo, Zaina. He venido a buscarte–. Zaina se incorporó, ayudando a John a hacer lo propio. Había encontrado a John ¡Había funcionado! Pero aún tenía que encontrar en aquel extraño plano a Ander.–¿Estás bien? ¿Sabes dónde está Ander?

La niña miró hacia arriba, como si esperaba que el viento de nuevo le indicase la dirección.

Siobhan alzó la cabeza y miró a Kate.

—Oye... esa no es mala idea —dijo—. No he visto ningún arbol hueco cerca, pero... 

Miró en derredor, y después cerró los ojos con fuerza. Cuando volvió a abrirlos, se fijó inmediatamente en un punto a la derecha del grupo y alzó un brazo para señalar.

—¡Allí! ¡Ha funcionado, vamos!

Al volverse, todos pudieron ver un árbol enorme en el que no habían reparado al llegar a la zona. Tenía un tronco grueso y bastante liso, pero en su base había una abertura estrecha por la que se podía ver el interior del árbol. Por lo ancho que era, seguro que podrían caber dentro sin demasiados problemas.

Algunos miembros del grupo se preguntaron cómo no habían reparado antes en ese árbol, pero otros se dieron cuenta al instante. Siobhan se había concentrado en imaginarlo, y había aparecido como por ensalmo. Sus poderes seguían funcionando, incluso allí.

—¡Muy bien, Siobhan! —Kolda lo celebró con una sonrisa, y volvió a apremiarles—. ¡Vamos, rápido! ¡Meteos en el árbol! Yo me aseguraré de que no haya peligro cerca...

Y echó a volar con cautela hacia el arbusto que se movía.

Zaina no podía ver a John en aquella negrura absoluta, pero el niño asintió a su lado.

—E... estoy bien —dijo—. La escalera se rompió y me caí. Aparecí aquí, y llevo un rato dando vueltas en la oscuridad. Pero... no sé donde estará Ander, no sabía que también se hubiese caído.

Pareció preocupado, y Zaina pudo notar cómo temblaba. Tosió un par de veces.

—¿Cómo vamos a salir de este sitio? —John bajó la voz y pareció asustado—. ¿Notas eso...? Creo que hay algo arriba...

La presencia seguía allí, inmóvil. Pero esta vez no hubo viento, ni nada que le indicase a Zaina qué camino seguir.

–Sí...Es lo que me ha guiado hasta ti–, intentó tranquilizarlo– pero tenemos que darnos prisa. Los demás estarán preocupados porque para llegar aquí...bueno, me desmayé. Pensarán que me ha pasado algo muy malo.

La niña miró a la presencia invisible...o hacia donde creía que estaba. No sabía si era la sacerdotisa, un ayudante o alguien que intentaba engañarlos, pero en ningún momento había sentido maldad. Y para bien o para mal, Zaina se fiaba de sus instintos. Tampoco iban a dar vueltas en la oscuridad sin más, sería absurdo. 

–Por favor... No se quien eres...– se sinceró finalmente– Pero por favor, guíanos hasta Ander...o hacia la sacerdotisa, si es que no eres tú. O lleva a John con el resto de mis amigos...

La niña apretó la mano de John

–Así podrás tranquilizarlos mientras sigo buscando a Ander.

A Zaina le aterraba la soledad. Pero si estaba aquel espíritu no estaría sola. Y aunque lo estuviese, era mejor ir poniendo a salvo a John, ir avisando al grupo de que estaba bien. Al fin y al cabo, como habían dicho las cartas, había que hacer un sacrificio. Y si quedarse sola no era un sacrificio... 

-¡Al árbol, al árbol! ¡Bien hecho, Sio! -felicité a mi amiga. Había tenido una excelente idea, la cabaña no era una opción.

Pero cómo llevar hasta allá a Zaina sin romper el círculo era otra historia.

-A ver, voy a mover la mano sin levantarla hasta coger a Zaina por debajo del brazo y levantarla. Si me pasas tu mano y la entrelazamos en la espalda de Zai podremos levantarla y llevarla sin problema. No olvides tocarla siempre... Venga, ¡vamos! -apremié a Siobhan para alzar a Zaina. No había tiempo que perder.

Siobhan se apresuró a seguir las indicaciones de Jess, y con mucho cuidado levantaron el cuerpo de Zaina, que seguía pareciendo dormida en un sueño apacible. Dos gotitas de sangre cayeron de su rostro y mancharon la hierba, mientras su cabeza se alzaba y descansaba en el hombro de Jess.

Comprobaron que, si se movían con cuidado, podían acercarse poco a poco al tronco hueco sin romper el círculo, y se dirigieron a él. Tardaron bastante más de lo que hubiesen tardado de poder andar de modo normal, pero finalmente llegaron y se metieron dentro. No sobraba el espacio... pero cabían todos, y estaban bastante resguardados de miradas que viniesen desde el exterior.

Robert se acomodó como pudo en el interior del tronco, intentando no pisar a nadie. Al colocarse al lado de Kate, le dio sin querer un golpecito con el mentón en la coronilla.

—¡Au! Perdona, Kate...

Se frotó la barbilla y miró con una sonrisa a la niña pelirroja.

—Has tenido una idea estupenda —dijo—. Aquí estaremos mucho mejor...

La verdad era que se sentía mucho más protegido.

Kolda regresó volando como una centella después de hacer la ronda. La expresión de su rostro no auguraba nada bueno.

—No hay Hadas —dijo—. O al menos, no he visto ninguna. Pero está claro que hay cosas ahí fuera. No sé qué son, se esconden bien...

Se metió en el tronco y se asomó por el hueco, vigilante.

—Es como si nos observasen, no me gusta... Espero que no sean más cosas salidas de la mente de Ander. Ese chico tiene mucha imaginación, y eso ahora mismo no nos viene nada bien...

John se quedó sorprendido ante lo que Zaina le dijo. La miró, o más bien volvió la cabeza hacia el sonido de su voz, porque era imposible verla en mitad de aquella negrura.

—¡Pero entonces serás tú la que se quede aquí sola! —dijo.

Antes de que Zaina pudiese responder, una brisa volvió a mover su falda y se escuchó de nuevo aquella voz distante.

—Mi poder no es ilimitado, pequeña —decía—. Mi tiempo se acerca a su fin, y no podré ayudaros mucho más. Puedo hacer una de las cosas que me has pedido, pero nada más que una. Debes elegir... ¿Quieres que lleve a tu amigo con el resto de vuestro grupo, o quieres que os guíe a ambos hacia Ander?

La voz hizo una pausa.

—En cualquier caso, tú deberás buscar la salida de este plano por tus propios medios, ya que para entonces, yo habré desaparecido. Escoge pronto...

La brisa se detuvo una vez más, y se hizo el silencio. Zaina notó una desagradable sensación de urgencia...

Melhi se había posado en uno de los hombros de Jess, y miraba el rostro inconsciente de Zaina con preocupación.

—¿Creéis que estará bien? —susurró—. Ojala pudiéramos hacer algo para ayudarla...

Se siente un poco triste porque todos parecen felicitar a Siobhan por crear el árbol, pero nadie ha reparado en que ha sido ella la que ha dicho que podrían encontrar un árbol hueco para esconderse. Continúa cabizbaja hasta que llegan al árbol y se acomodad. Entonces, Robert le da un pequeño golpe con la barbilla. Están todos muy juntos y esas cosas pasan. No puede frotarse la coronilla porque rompería el círculo.

-Ay... - aunque no duele demasiado -. No pasa nada. Y... gracias. 

Sonríe. La idea de estar más protegidos la reconforta, pero la sensación de que les observan y de que no son Hadas... bueno, no es demasiado cómodo.