Partida Rol por web

A mí me daba miedo soltarla. Aunque hubiese pasado todo eso, aún seguía tocando a Zaina. Nos dijo que no rompiésemos el círculo, y no lo habíamos hecho.

La voz que oí no me dejó nada tranquila. Quizá fue la misma que oyó Kate, por si acaso lo compartí con todos.

- Chicos a mí también me habló esa voz en la cabeza. Decía algo así como"... peligro aquí! Tienes que... los demás te sigan... Pero si no... al menos... escucharme tú. ¡Tenéis que... del árbol e ir... cuanto antes!" y además "¡Sé que... sospechoso, pero te aseguro que... ¡Hay cosas... lo que parecen, confía en mí! ¡Y alejaos... Hada... y de los niños de...!" ... ¿Fue eso lo que oíste tú, Kate? Parece que quiere que nos alejemos de los niños de los cuentos... No nos han hecho daño, pero tampoco me inspira confianza no saber de dónde vienen. Lo siento, pero no me fío. Zaina nos dijo que no la soltásemos ni rompiésemos el círculo. Ese pendiente lo pudo haber perdido... Yo me fío de lo que ella dijo y todos escuchamos. ¡Mantengamos el círculo!

-¡Yo la escuché bien! - le dice a Jess.

Siobhan se está poniendo nerviosa y está comenzando a usar palabras malsonantes. Bueno, no demasiado malsonantes, pero son palabras sus padres no dejarían que usase. Entre eso y que la voz le insiste, casi que se está volviendo loca. Siobhan nunca gritaría de esa forma... ¡Se ha vuelto loca!

¿¡Y si la voz tiene razón!? ¡Pero tiene miedo! ¿¡Y si libera algo más peligroso!? No sabe lo que hacer. Pero no le gusta lo que está haciendo Siobhan... es como si la hubiesen poseído.

-¡Voy a la cabaña! - dice, decidida.

Antes de que la paren, sale corriendo.

Antes de que nadie pudiera hacer o decir algo más, Kate salió pitando del árbol y corrió hacia la cabaña en el claro. Robert la siguió con los ojos, sorprendido hasta el punto de quedarse sin habla. Pero se recuperó enseguida, porque se levantó y siguió a la niña de coletas.

—¡Kate, espera! —llamó—. ¡No te vayas tú sola! ¡Para!

Corrió detrás de la chica, tan rápido que por poco no se dejó su espada en el hueco del árbol.

Kolda vio cómo Kate y Robert se alejaban sin que pudieran detenerlos y se llevó las manos a la cabeza.

—¡No, esperad! ¡No os sepa...! Oh, no, no, no...

Se volvió hacia el resto del grupo y adelantó una mano para frenar a cualquiera que tuviera la idea de hacer alguna otra locura. Miró especialmente en Melhi y habló muy seria, como si quisiera que el Hada más joven escuchase bien sus palabras.

—Quedaos aquí y cuidad de Zaina, yo iré con ellos y los traeré de vuelta. ¡No podemos separarnos otra vez!

Y voló fuera del árbol a toda velocidad.

Anette fue la única que pudo moverse, porque tanto Siobhan como Jess, como el resto de personajes de cuento... se habían quedado petrificados. ¿Pero en qué estaban pensando esos dos para marcharse así? La cerillera se asomó al hueco del árbol y vio cómo los dos niños se perdían en la espesura seguidos por el destello blanco de Kolda.

—Ayyy... ¡esto no es bueno! —dijo la chiquilla—. ¡Hay que ir a por ellos!

La pequeña había empezado siendo callada y asustadiza, pero según avanzaban por aquél mundo se iba volviendo cada vez un poco más resuelta.

Siobhan estaba a punto de estallar. Le palpitaban las sienes y se sentía casi enferma de la tensión que estaban soportando. ¡Todo se les estaba yendo de las manos!

—Tengo tantas ganas como tú de ir tras ellos... —dijo a Anette—, pero no podemos dejar aquí a Zaina. Jess... ¿qué hacemos? De verdad que no sé que hacer, esto está cada vez peor...

Y miró a su amiga rubia, esperando que ella tuviera alguna idea para salir de aquél atolladero. Trató de mantenerse firme y no echarse a llorar... pero le estaba costando cada vez más.

Melhi estaba temblando de miedo. Otra vez Kolda se había ido... Pero no podía derrumbarse, tenía que mantenerse fuerte y cuidar del resto del grupo como su compañera le había dicho que hiciera. Respiró hondo un par de veces y se volvió hacia Jess y Siobhan.

—Siobhan y Jess tienen razón —dijo—. Tenemos que cuidar de Zaina, y aquí estamos más seguros que fuera. Habéis mantenido el círculo y eso ha servido para que Zaina encontrase a John. Si seguimos así, quizá encuentre a Ander también. Kolda cuidará de Kate y John, y yo puedo comunicarme con ella si es necesario. Sé que podré...

Respiró hondo otra vez. Se sentía un poco más calmada. Miró a John.

—John... tienes que decirnos todo lo que puedas para poder ayudar a Zaina. ¡Cuéntanos qué ha pasado!

John estaba tan preocupado como todos los demás, pero era verdad que él sabía cosas que el resto no. Se esforzó por tranquilizarse y pensar con claridad.

—Vale, a ver... —empezó—. Cuando me caí de aquellas escaleras me desmayé. Desperté en mitad de un sitio en el que no había nada, o por lo menos yo no veía nada. Estaba muy oscuro. Pero sentía que había algo muy peligroso, y quería salir de allí a toda costa. Di muchas vueltas buscando una salida... ¡y entonces me choqué con Zaina!

Miró a la niña inconsciente.

—O al menos era como Zaina. Tenía su voz y cuando chocamos noté su melena... A lo mejor era una imagen de su mente o algo así, aquí pasan cosas muy raras. La estaba guiando una voz y un viento a los que llamaba "la Sacerdotisa". Parece que me encontró gracias a ella.

Así que efectivamente, el poder de la carta de Zaina había funcionado una vez más. Pero John pareció muy preocupado cuando volvió a hablar.

—Esa Sacerdotisa dijo que su poder no podía continuar y que estaba a punto de desaparecer, pero le ofreció a Zaina que eligiera entre hacerme volver con vosotros o llevarnos a los dos hasta Ander. Zaina eligió que yo volviese para contároslo todo, y me dijo que seguiría buscando a Ander. Sólo pudo darme su pendiente para que nos comunicáramos a través de él. ¡Pero justo antes de irme noté que se acercaba a ella algo muy peligroso! Quise advertirla, pero... creo que no dio tiempo y no me escuchó. 

Tragó saliva y se quedó en silencio, mirando a Jess y Siobhan. Aquello no sonaba nada bien...

De repente, Zaina volvió a cerrar los ojos con mucha fuerza y a estremecerse. No hizo ningún ruido... pero su hombro izquierdo empezó a humear y en él apareció una terrible quemadura.

Todo sucedió tan rápido... Kate y Robert se habían ido en un parpadeo. Pero yo no quería dejar sola a Zaina. No, no, no... Sin darme cuenta estaba negando con la cabeza y los ojos cerrados.

Los abrí de pronto.

-No voy a dejar a Zaina sola. Ya se han ido muchos de aquí, más de los que hacían falta. Zaina está luchando, y nosotros con ella...

Salió humo de su hombro, y la miré asustada.

-¿Zaina? ¡Zaina! -la moví un poco, con miedo y con ganas de ayudarla aún más. Me sentía tan inútil que no podía ni decirlo.

-Siobhan, tenemos que hacer algo. Quizás si nos concentramos y usamos el pendiente de Zaina podamos ponernos en contacto con ella y ayudarla. ¿Qué te parece? A ver, el pendiente... Lo agarraré en mi mano, la que toca a Zaina. Concentrémonos todos y llamémosla, a ver qué pasa.

-¡Zaina! ... ¡Zaina!...

La escena era tan terrible que todos menos Jess se habían quedado mudos. Ya no cabía ninguna duda, Zaina estaba sufriendo mientras se enfrentaba a algo, allí donde su conciencia estuviera. Y lo que fuese que luchaba contra ella, la estaba dañando. 

Jess no perdió el tiempo y cogió el pendiente que John había traído consigo. Se concentró con todas sus fuerzas en su amiga, tan necesitada de que le echasen una mano como fuera, y pronunció su nombre. Durante un segundo, no pasó nada... pero entonces, ¡Zaina se movió!

Siobhan abrió mucho los ojos cuando Zaina reaccionó a la llamada a través de aquél pendiente.

—¡Mira eso, Jess! —exclamó la niña de pelo oscuro—. ¡Ha funcionado, te está escuchando!

Apretó la mano de Zaina con la suya propia, deseando con todas sus fuerzas que supiera que seguían junto a ella.

—Zai... —susurró con voz temblorosa—. Dinos como ayudarte, por favor... 

De alguna manera, Zaina había recibido la llamada de sus amigos. Pero en cuanto la gitanilla se movió, Jess se sintió cansada, como si estuviera a punto de desmayarse. ¿Sería una señal de que había utilizado demasiado sus poderes?

-No puedo... Hablar bien con ella -me sentía cansada, como sin fuerzas. De la misma manera que me siento tras correr durante mucho tiempo y parar cuando no puedo más-. Siobhan, vas a tener que... Intentarlo tú. No tengo fuerzas para ésto.

Cómo odiaba estar así de blandengue, pero es que no podía más. Quizás me había forzado, como dice el profe de educación física cuando me quedo sin fuelle corriendo. 

Justo antes de que Siobhan respondiera, John dejó oír su voz temblorosa.

—¿Pue... puedo intentarlo yo? —preguntó—. Yo también quiero saber qué le ha pasado a Zaina. Y hasta ahora no he hecho casi nada para ayudar...

Alargó una mano para pedir el pendiente a Jess.

Siobhan miró a John con sorpresa, y después a Jess.

—No es mala idea —dijo—. Además... en teoría John también debe tener poderes aquí, ¿no? Estaría bien saberlo...

Pensó un momento.

—Sí, creo que es buena idea que lo intente él. Déjale el pendiente, Jess. ¡Pero John, por favor, date prisa!

Estiró la cabeza para mirar por el hueco del árbol. No había ni rastro de Kate, de Robert ni de Kolda... y eso no le gustaba nada. Se moría de ganas por que Zaina despertase y pudieran ir a reunirse con ellos.

No había acabado Siobhan de decir aquello, cuando un pequeño rostro se asomó por el hueco del árbol. Era de color anaranjado, y pelo corto... pero salvo por aquello, se parecía mucho a las demás Hadas que habían encontrado. Se asustaron al principio, pero enseguida el Hada alzó las manitas, como para dar a entender que no quería hacerles daño.

—¡Ey, ey! —dijo el Hada con una sonrisa pícara—. Tranquilos todos, estoy de vuestro lado...

Miró al grupo y en cuanto vio a Zaina inconsciente, su sonrisa se borró y pareció preocupada. Se llevó una mano a la boca.

—¿Qué le ha pasado a Zaina? ¿Y dónde está Kolda?

Anette la reocnoció al momento. Era el Hada que habían encontrado en ese bosque, y que les había acompañado durante un trecho, antes de tener que irse.

—Zaina ha ido a buscar a John y Ander... pero sólo ha podido traer de vuelta a John —explicó—. Kolda ha ido tras Kate y Robert, porque Kate quería ir a la cabaña del bosque.

Luego giró un poco la cabeza, dubitativa.

—¿Dónde has estado tú? —preguntó—. ¿Por qué te fuiste tan de repente?

El Hada anaranjada pareció muy preocupada al escuchar eso. Miró hacia su espalda y se mordió una uña.

—No sé quiénes son Kate y Robert —dijo—. Pero ir a la cabaña no es ninguna buena idea. ¡Corren peligro!

Miró al grupo otra vez y se metió en el árbol.

—Y aquí tampoco estáis demasiado seguros. Al menos, no si descubren el escondite. Las Hadas aún no han llegado aquí, pero hay otros peligros. Recordad al ser gris que encontramos antes. Y no todos los personajes de cuento son tan monos como estos...

Se asomoó por el hueco y frunció el ceño.

—Si entran en esa cabaña, las cosas se pueden poner muy mal —dijo—. Deberíamos ir tras ellos.