Partida Rol por web

- ¿Dave? - dijo Ander imaginando que sería Dave o en el peor de los casos Frank. Lo que esperaba es que no hubiera habido crossings de otras peliculas o libros. 

Con sumo cuidado, Ander intentó ver qué era la sombra en el corredor, y enseguida se dio cuenta de que no podía tratarse de un ser humano. Era demasiado bajo, su cabeza demasiado grande y sus movimientos demasiado extraños. A la luz tenue (Ander no recordaba que la Discovery estuviese tan mal iluminada), distinguió una piel grisácea y unos miembros cortos y rechonchos.

Aquél ser, fuera lo que fuera, estaba inclinado sobre un panel de cables abierto y lo inspeccionaba. No quedaba muy claro si lo estaba saboteando o arreglando, pero aún estando concentrado en la tarea, percibió algo y se giró hacia el niño.

—¡Glax! ¡Klab flga!

El ser emitió un sonido gutural, como si se hubiera sobresaltado al ver a Ander. Inmediatamente, buscó algo a su alrededor. Cuando lo encontró, al niño no le dio buena espina. Era una especie de vara con dos pinchitos en la punta, entre los cuales chisporroteaba una corriente eléctrica de color azul.

Al momento, el hombrecillo se lanzó hacia él... aunque gracias a lo corto de sus piernas, no se podía decir que fuera demasiado rápido.

La idea fue tan súbita que la mano de Ander se movió casi antes de que se diera cuenta. Su índice derecho encontró primero la visera de aquél raro traje espacial, pero cuando la apartó, pudo alcanzar un botoncito en la orejera del casco que llevaba desde que salió de casa. Al instante, escuchó un sonido de estática... y luego claramente palabras que sonaban con un acento muy extraño.

—¡Un humano! —decía aquél ser—. ¡Está aquí! ¡Venid rápido!

El hombrecillo se había quedado justo delante de Ander, con las cortas piernas separadas y plantadas en el suelo metálico, bloqueando el paso mientras le amenazaba con aquella... cosa eléctrica.

—¡No te muevas de ahí!

Mientras tanto, el sonido silbante se seguía escuchando. HAL continuaba evacuando el oxígeno de aquél entorno, y eso era una cuenta atrás muy peligrosa...

- No estoy seguro de que sea a mí a quien buscais - dijo Ander levantando las manos. - No quiero ser aguafiestas, pero estamos todos en peligro

El hombrecillo gris miró a Ander, y aunque sus facciones eran muy raras, el niño distinguió una expresión amenazante.

—Así que en peligro, ¿eh? —repitió con tono burlón (y un acento curioso)—. ¡Tú sí que estás en peligro, criajo! Si crees que me vas a engañar, estás muy equivocado... ¡Ander!

Nada más decir el nombre del pequeño, a la espalda del ser gris se empezaron a escuchar ruidos de pasos. El alienígena se volvió y apremió a lo que fuera que se acercaba.

—¡Por aquí! ¡Tengo a uno!

El Hada naranja voló rápidamente hasta Ander y se posó en su hombro. A través del traje, el niño pudo notar que aún estaba caliente...

—¡Saben quién eres! —dijo—. ¡Rápido, hay que salir de aquí como sea!

Pero el camino que tenían por delante estaba bloqueado, a no ser que decidieran enfrentarse a ese alienígena y lo que fuera que se aproximaba. La otra opción era volver atrás y probar con uno de los otros caminos que llevaban al puente de mando, a los camarotes o a la bahía de cápsulas para salir al espacio...

Ander tenía la esperanza no sólo de encontrar a Dave, sino de hacer que aquellos seres se aliaran en contra de un enemigo común. 

- ¡No es broma! - dijo alzando alarmado - El robot que maneja la nave quiere acabar con todo ser viviente que esté en él. Tenemos que acabar con el robot. ¿Por qué a mi? ¿Yo que os he hecho? 

Si le atacaban, Ander se defendería. Pero prefería no tener que recurrir a ello. 

El extraterrestre que tenía delante estaba avanzando hacia Ander, cuando a su espalda aparecieron otros dos como él. Corrieron con sus piernecillas cortas para apoyar a su compañero y en su rostro exhibieron gestos de satisfacción maliciosa al ver al niño.

Parecían estar a punto de felicitar al primero de los seres, cuando de pronto se pararon en seco al escuchar decir eso a Ander.

—¿De qué hablas...? —dudó el alien—. ¿Qué robot?

Entonces, miraron a su alrededor y parecieron escuchar el ruido del oxígeno al escapar de la nave. De pronto, parecieron muy alarmados. Sus frase llegaban traducidas al casco de Ander, en un tono que no dejaba lugar a dudas. Parecía que, fueran lo que fueran, aquellos seres deformes también tenían que preocuparse de respirar...

—¡Eh! ¡No es una broma, esto se está quedando sin aire! ¡Hay que salir de aquí!

Y tan rápido como habían llegado, los dos extraterrestres que habían flanqueado al primero, se dieron la vuelta y corrieron hasta perderse una vez más de vista.

—Pero... ¡esperad! —gritó el primero—. ¡Tenemos que atrapar a este!

En aquél momento, se escuchó una vez más la voz de HAL a través de los altavoces de la nave.

—La atmósfera está al 75% y en descenso —dijo la voz robótica—. Por favor, reconsideren su postura y replantéense la rendición, y podré proceder a restablecer el suministro de oxígeno.

- ¿Pero por qué me teneis que atrapar? Si no os he hecho nada. El malo es él - dijo señalando la pared con el ojo - ... no yo. 

Parecía algo frustrado, pero el caso era que tenían que salir de allí pronto. 

Confuso y enfadado, el ser grisáceo dio un par de pasos hacia Ander, pero luego cambió de idea y se dirigió hacia la computadora de la nave.

—Anula esa orden —dijo—. ¡Restaura el oxígeno de la nave!

Avanzó un poco más, enarbolando la extraña herramienta que llevaba en las manos, como si con ella quisiera amenazar a HAL.

HAL, impasible, no pareció darse cuenta de que el ser se dirigía a él. Pero después respondió con su voz monocorde.

—Lo lamento, pero aunque detecto intentos de comunicación, mis registros lingüísticos no pueden identificar el lenguaje que estoy escuchando.

El ordenador debía estar oyendo la misma jerga extraña que Ander antes de haber imaginado que estaba equipado con un traductor. El extraterrestre no iba a poder comunicarse fácilmente con HAL...

El Hada anaranjada se acercó despacio al hombro de Ander.

—Oye... —susurró—. Ahora que está distraído, deberíamos aprovechar para largarnos de aquí...

El hada tenía razón, pero no quería, al salir corriendo, llamar la atención de los aliens. Asi que se preparó, pero no salió corriendo. Esperó el momento perfecto para hacerlo, cuando el hombrecillo hiciese ruido o destruyera a Hal. 

Los extraterrestres grisáceos parecieron darse cuenta de que el tiempo apremiaba y que no podían pasarse la vida discutiendo con una computadora que ni siquiera les entendía. Uno de ellos sacó su arma y apuntó hacia uno de los mamparos de la nave. Cuando lo vio, otro de esos seres intentó detenerlo.

—¡Espera! ¡Si haces eso, no sabemos qué...!

Pero el otro se zafó de él, visiblemente alterado.

—¡Tenemos que salir o nos asfixiaremos!

Y disparó.

Hubo un estallido cegador y a Ander le pitaron los oídos bajo el casco de juguete. Antes de que pudiera hacer nada, sintió una corriente de viento que lo arrastraba y hubo un ruido como si un gigante soplase con fuerza. La habitación se dio la vuelta... ¿o era él el que se había dado la vuelta? No pudo saberlo con seguridad, todo era muy confuso. Cerró los ojos con fuerza como acto reflejo.

Durante un par de segundos, no vio nada. Sólo estaba aquél ruido ensordecedor y aquél torbellino que lo arrastraba. Entonces sintió un golpe seco, y un dolor fuerte en un costado que le cortó la respiración. Abrió los ojos y pudo ver que ya no estaba en la nave. De hecho, no había ni rastro de ella, ni tampoco de los seres grises. Tampoco pudo ver al Hada anaranjada que le había guiado. Volvía a estar en aquellas tinieblas impenetrables que lo ocupaban todo y una vez más estaba solo.