Partida Rol por web

Ander no lo dudó un segundo. Estando sólo no podía fiarse de nadie. Si bien era cierto que había conseguido escapar de aquel enorme bicho, no le gustaba la forma de reirse que tenía este hada. 

- ¿Qué sabes? ¿Qué quieres de mi? - dijo Ander sin soltar el arma. No quería que el hada se sintiera amenazada, pero tenía más pinta de que quisiera jugar con él que de querer ayudarle. 

El Hada dio una voltereta en el aire y volvió a reírse ante las dudas de Ander. Levantó las dos manitas con las palmas abiertas, en un gesto de inocencia.

—Tranquilo, pequeñín —oír aquello de boca de un ser tan diminuto como esa Hada era bastante cómico—. Estoy de tu parte. Ya has visto que hay Hadas que no quieren comeros, ¿no? Pues yo soy una de ellas.

Luego miró un par de veces por encima de sus hombros, como queriendo comprobar si alguien les seguía o espiaba.

—Te gustaría volver con el resto del grupo, ¿verdad? ¿Quieres que te lleve con ellos?

- No pienso quitarte ojo de encima - dijo Ander tratando de parecer valiente. - Tu vas delante. - dijo amenazante. - Y si me la juegas, te haré más daño del que le hice a aquel ser de ojos rojos. 

El Hada hizo una reverencia, sin perder su sonrisa, y se colocó delante de Ander con un revoloteo.

—Sígueme, pequeñín —dijo, y empezó a iluminar el camino con aquél brillo de color naranja.

Cuando habían andado unos pasos, el Hada miró alrededor una vez más y pareció satisfecha, como si se hubiera asegurado de que todo estaba bien. Entonces se dio la vuelta.

—Oh, por cierto —dijo con una risita—. Estoy hablando también con esa amiga tuya, la chica morena. ¿Zaina, se llamaba? Me preguntaba si hay algo que quieras decirle...

- ¿Como puedes hablar con ella estando aqui? - preguntó el niño sin llegar a creerselo del todo. 

El Hada anaranjada se encogió de hombros sin perder aquella sonrisa pícara.

—Algunas de nosotras tenemos ciertos poderes, ya lo has visto —dijo, aunque no parecía que tuviera muchas ganas de dar detalles—. Podéis comprobarlo pasandoos un mensaje si queréis, pero creo que haríamos mejor en buscar la forma de reunirte con el resto, ¿no crees?

Y se quedó allí, dando lentas volteretas como si nada de lo que estaba pasando pudiera ensombrecerle el ánimo.

El niño se limitó a asentir con la cabeza. Si quería ayudarle él no se iba a negar, pero lo cierto era que seguía desconfiando y no se dejaría engañar. 

El Hada de pelo corto dio una palmadita, satisfecha con aquél asentimiento de Ander.

—¡Estupendo! Ya sabía yo que eras un chico listo.

Le guiñó un ojo, divertida, y después volvió a mirar alrededor.

—Bueno, de momento estamos seguros —dijo—. Pero puede volver... Así que será mejor que nos pongamos en marcha cuanto antes. A ver... ya habrás comprobado que esto no es un sitio normal y que no funciona como tu mundo. Aquí puedes cruzar una puerta, cerrarla, y al volver a abrirla quizá te encuentres con algo totalmente distinto. Es... como una especie de sueño. Un sueño que todos estáis compartiendo, pero la Oscuridad se ha adentrado en él y lo controla, aunque todavía no es totalmente consciente de ello.

Entonces se quedó un momento callada y observó al niño. Soltó una carcajada.

—Ah, qué tontería —dijo—. Sólo te voy a liar más. Dejémoslo en que para moverse por aquí, la mente es más importante que los pies. Sí, creo que eso lo resume bastante bien... Si quieres volver con tus compañeros no bastará con que simplemente camines sin rumbo por este vacío, tienes que desearlo. Desearlo muy fuerte. Cuanto más fuerte sea tu voluntad, más posibilidades tendrás de vencer a la voluntad de la Oscuridad. Entonces serás tú quien maneje el sueño, y no ella. Ya lo has conseguido un par de veces con esa cosa, ¿recuerdas?

Y señaló el arma de juguete que Ander llevaba en la mano, pero que a pesar de ser de plástico ya había disparado dos rayos láser muy auténticos.

Ander dirigió una rápida mirada a la pistola, pero no se distrajo lo suficiente como para darle a aquel hada una oportunidad. - ¡Yo quiero encontrarles! - dijo Ander. Pero lo cierto era que tenía más intención de estar con ellos por el miedo que pudieran tener si estaban solos que por el miedo que sentía él mismo. Se veía capaz de superar cualquier obstaculo... seguramente, y si no lo era, por lo menos lo haría dando guerra. Los héroes no siempre sobrevivian, pero había aprendido de los mejores, y eso tenía que ser una ventaja. 

- ¡Vamos! - dijo con determinación - Entonces pensó en el grupo. Jess, Kate, Robert, Zaina... John... Tenía que proteger a John. Asi que mientras caminaba, comenzó a imaginarse al chico. Con mirada determinada, pero el brazo melherido. Andando por aquel lugar oscuro. Seguro que si pensaba en él muy fuerte, aparecería por allí. 

Ander hizo el esfuerzo de dejar a un lado el miedo y concentrarse con todas sus fuerzas en John, para tratar de encontrarlo o al menos aproximarse a él. Sin pensárselo dos veces, echó a andar, mientras aquella Hada anaranjada daba un par de palmaditas.

—¡Muy bien! —exclamó—. Ese es el espíritu...

Echó a volar junto al chico, mientras daba vueltas a su alrededor. Ander se acostumbró pronto e ignoró sus cabriolas, concentrándose sólo en John. Entonces, de la nada, apareció un muro en la oscuridad. Era un muro muy alto, de ladrillo rojo, que subía hasta perderse de vista en las tinieblas. Parecía infinito en todas direcciones, y le cerraba el paso.

El Hada de pelo corto no pareció preocupada ante aquello. Al contrario, ¡se echó a reír!

—¡Maravilloso! —exclamó, batiendo palmas—. ¡Qué rápido! Tienes un gran talento, pequeñín...

Pareció darse cuenta de que aquello podía interpretarse como una burla, así que se apresuró a explicarse mientras señalaba la pared de ladrillo.

—Esto es un cambio —dijo—. Es una buena señal, quiere decir que avanzamos. Puede parecer que nos bloquea, pero... cuando algo te bloquea, al menos te empuja en otra dirección. Es mejor que estar completamente perdido. Tú guías a partir de aquí, ¿izquierda o derecha?

Ander descubrió el modo de que no le diera miedo aquello. Se dirigía hacia lo desconocido. Hacia donde ningún otro hombre habia ido jamás.

En su cabeza comenzó a sonar la música de star trek mientras aparecian imagenes con el nombre de john como si fueran los créditos. 

Al encontrarse el muro pensó. Hacia dónde iría Kirk. Y como si una corazonada le hubiera dicho a dónde, continuó hacia la derecha, dejando el muro a su izquierda. 

Sin dudar un momento, Ander tomó el camino de la derecha y recorrió a toda prisa aquél muro imposible. Las piernecitas del niño empezaban a quejarse con aquél ritmo implacable, pero no frenó lo más mínimo. Tenía que encontrar a John lo antes posible, y se concentró en él todo lo que pudo.

En ese momento, algo cambió. En el muro de ladrillo rojo apareció una puerta. Una puerta metálica, muy parecida a la que habían atravesado en la alcantarilla y que les había llevado de su pueblo a ese mundo extraño en el que ahora se encontraban.

El Hada continuaba revoloteando alrededor de Ander cuando apareció aquella puerta. Pero de pronto, miró a las tinieblas que tenían alrededor. Parecía haber notado algo, en algún punto, aunque Ander no podía ver nada. Abrió los ojos muy sorprendida por algo que sólo ella sabía. No decía nada, ni se movía. Flotaba en el aire como una bombilla naranja, completamente atónita. Estuvo así durante unos diez segundos, y después esbozó una sonrisa.

—Jeje... —rió entre dientes—. Vaya, parece que tienes una amiguita muy hábil. Zaina me ha enseñado algo que me ha impresionado mucho. Pero también es algo desconfiada, ¿no? Le he contado que estoy contigo pero no parece que vaya a creerme tan fácilmente. Me pregunta qué fue lo que comísteis en su casa...

A Ander aquella pregunta le cogió un poco desprevenido, pero entonces se acordó. En la caravana de Zaina habían picado algo antes de salir hacia la Clínica. Nada muy elaborado, un poco de embutido frío y algunas patatas fritas y panchitos, pero era verdad que sólo ellos lo sabían. No era una mala prueba para que Zaina se fiara de aquella Hada, si era cierto que estaba con ella.

Ander se quedó mirando al hada muy fijamente. La ayuda de Zaina le vendría muy bien, y era cierto que Zaina hacía preguntas para saber si eran ellos o no. Pero... No era bueno dar información a través de otros. Si Ander respondía correctamente, ella sabría lo que tendría que decirle a Zaina si se topaba con ella y quería engañarle. 

- Dile que si quiere saberlo, que le pregunte a John, en persona - dijo muy serio. El hada podria intuir que John era a donde se dirigia Ander, pero al mismo tiempo tendria la duda de si era algo entre ellos. Podia mostrar el camino sin dar a conocer sus intenciones. 

- ¿Qué hay detrás de esta puerta? - No quería abrirla y encontrarse con todas las hadas que le perseguían de frente. 

El Hada asintió encogiéndose de hombros, y unos segundos después sonrió.

—Ya está, se lo he dicho —anunció—. Espero que aún así confíe en mí...

Luego Ander preguntó qué había tras la puerta, y el Hada perdió la sonrisa y negó con la cabeza.

—Pues no lo sé —dijo—. Ya sabes, esto depende de vosotros y de la Oscuridad. Es una lucha entre voluntades. Aunque de momento parece que en tu caso vas ganando, pero si perdéis la concentración, bueno... Puede pasar cualquier cosa. Tendremos que abrirla, y tener cuidado...

Ander se concentró. Debía pensar en John. No podía suceder nada malo. Ya había sufrido una serie de catastróficas desdichas. Asi que ni llegó a pensar en las hadas malas. Se concentró en el chico, le imaginó sólo en mitad de aquella oscuridad. ¡Hay que ayudarle! - Tampoco se paró a pensar que, quizás, el que más ayuda necesitaba era él mismo. - Vamos allá - gritó sonriendo. Y abrió la puerta con fuerza. 

Ander abrió la puerta sin dudar, con un gesto rápido. Y se quedó un momento cegado por la intensa luz que le golpeó en la cara. Cuando pudo mirar, con los ojos entrecerrados, vio que aquella puerta daba al exterior. ¡Estaba viendo un bosque afuera!

Aunque era un bosque un poco raro. Era casi como ver una fotografía antigua, de estas que son de color marrón claro, porque los colores estaban desvaídos y parecían parduzcos. Además, no se parecía a los bosques que Ander estaba acostumbrado a ver cerca de Noxville, con sus árboles altos y de copas picudas. La forma de los árboles, las piedras y las plantas era distinta, como si fuese un bosque de otro país.

El Hada anaranjada se asomó por la puerta abierta enseguida. Hizo un ruidito, una especie de "hmm" prolongado, como si reflexionase.

—Bueno, no está tan mal, ¿no? —dijo—. Por lo menos es mejor que este vacío negro. ¿Salimos?

- Pero... si me voy a este bosque, seguro que me pierdo del todo. - dijo Ander. Sus compañeros no habian salido del edificio, pero si se vieran en su situación... ¿lo harían?. Ander se quedó en la puerta, dudando. No sabía bien qué elección tomar. Al fin y al cabo era un niño pequeño y tomar ese tipo de decisiones no eran faciles por muy mayor que le dijeran que era intelectualmente. - Desde luego, no era lo que esperaba. 

Así que se dedicó a mirar a través del bosque y de la negrura, esperando poder ver o escuchar algo que le hiciera decidirse a dar el paso, o a cerrar la puerta.