Partida Rol por web

No lo dijo, pero lo más importante era encontrar un traje espacial, o al menos, una escafandra que le valiera y que pudiera usar para cuando Hal intentara dejarle sin oxigeno. Si es que lo intentaba. Tenía que encontrar rapidamente cómo apagar el ordenador. Pero no se acordaba de los planos de la nave, ¿cómo podria un niño pequeño? Asi que asintió al hada y fue a abrir una puerta. Pero antes añadió. 

- Perdona, que no te pregunté antes. Estaba muy nervioso. ¿Cómo te llamas? 

El Hada de pelo corto estaba volando de acá para allá, buscando la mejor ruta de escape de aquél lugar que se estaba volviendo peligroso por momentos, cuando Ander le hizo aquella pregunta.

—¿Eh...? Ah, no tengo nombre —dijo—. Ninguna de nosotras tiene, menos las dos Hadas que os acompañan. Kolda y Melhi, ¿no? Y eso porque se lo puso Zaina...

Se asomó a uno de los armarios por una rendija y distinguió algo.

—Mira, Ander... creo que aquí hay algo con tu nombre. ¿Lo has hecho tú?

La computadora dejó oír su voz de nuevo.

—Por favor, debo pedirles una vez más que desistan de sus esfuerzos.

Cuando el Hada llamó a Ander para que viera lo que había encontrado, Hal intervino.

—Esta nave y todo su contenido es propiedad de la Agencia Espacial Nacional. No tienen permiso para abrir ese armario. Por favor, permanezcan donde están y esperen a ser reducidos. Si no lo hacen, me veré obligado a adoptar medidas contundentes. Esta es la última advertencia.

Aquello no sonaba bien...

Justo después de decir aquello HAL, el Hada que acompañaba a Ander se estremeció como si fuera víctima de un dolor terrible.

—¡Ah! —exclamó, sobresaltada y encogida sobre sí misma—. ¡Aaah, maldita... sea!

Ander pudo ver que el Hada parecía ahora hecha de fuego y tierra, como un trozo de madera que lleva mucho tiempo en la chimenea y se está apagando. El Hada estaba pasándolo bastante mal, y cayó al suelo retorciéndose y humeando.

—¡No! ¡Nooo! ¡Nnnngh!

- ¿Qué te pasa? - Ander la cogió entre sus manos. - ¿Te encuentras bien? 

- Yo desisto si quieres, Hal. - dijo dirigiendose a la máquina - ¿Pero quién es el oficial al mando?

Se fijó igualmente del armario. ¿Realmente ponía su nombre?

HAL dejó oír una vez más su voz monocorde ante la pregunta de Ander.

—El oficial al mando es el comandante David H. Bowman. Vendrá enseguida para hacerse cargo de la situación. Entretanto, por favor, depositen sus armas en el suelo y aléjense de ellas a una distancia mínima de dos metros. Después, colóquense de rodillas con las manos en la cabeza y esperen a ser convenientemente reducidos.

Se hizo el silencio una vez más en la sala.

Cuando Ander se acercó para coger al Hada anaranjada, se dio cuenta de que estaba muy caliente. Tanto que no pudo llegar a tocarla. Era como si estuviese ardiendo de verdad.

—¡No! ¡No me toques! —gritó con el ceño muy fruncido, al ver que el niño extendía sus manos hacia ella.

Ander se detuvo en el acto, pero entonces el Hada trató de dulcificar su voz. Incluso sonrió... aunque no era una sonrisa demasiado tranquilizadora.

—Te... te quemarás si me tocas... No te preocupes... enseguida... nnngh... estaré bien...

Miró al niño, con ojos brillantes como brasas que de alguna manera eran alarmantes.

—¡Tenemos... que seguir adelante!

Cuando volvió la vista hacia el armario que el Hada le había indicado, Ander comprobó que en efecto, había una pequeña placa con su nombre escrito. Incluso estaba su apellido, así que no había la menor duda de que se refería a él.

ANDREW WAGGON

- No tengo armas, Hal. Soy solamente un niño. - dijo Ander mientras miraba el armario. No esperó mucho, contó mentalmente hasta tres y se lanzó al armario. Hal podía hacer muchas cosas malas, pero lo que hubiera en ese armario era la manera de salir de alli. 

Cuando Ander corrió hacia el armario, no se escuchó nada aparte de sus pasos en el suelo de metal. HAL no hizo nada por detenerle, ni hubo ningún movimiento, aunque la luz roja de su lente brillaba tanto como antes.

El armario estaba entrecerrado, y a través de la rendija de la puerta, el niño pudo ver un traje espacial idéntico a los de la película de 2001. La única diferencia era la talla, pues tenía el tamaño perfecto para encajarle como un guante a Ander.

El Hada había vuelto a remontar el vuelo a duras penas, y se acercó a Ander flotando de manera irregular. Aún parecía que su piel se hubiera resquebrajado y estuviera chamuscada, pero tenía mejor aspecto.

—Es como... una especie de traje raro —dijo, señalando el equipo de astronauta—. Pero no sé para qué te va a servir algo así aquí... Sólo te retrasará, deberíamos dejarlo y seguir moviéndonos.

El Hada seguía débil, y por algún motivo ya no tenía la sonrisa burlona de antes. Al contrario, parecía estar enfadada, pero a la vez conteniéndose para no exteriorizarlo.

- No, de eso nada. - dijo Ander mientras se lo ponía - Hal, ¿ves? soy parte de la tripulación. ¿Cuándo llegará Dave?

Realmente Ander sabía que sin un traje espacial poco podía hacer para sobrevivir a aquello. Si Hal le ponía contra los límites, el traje le protegería. 

Después miró a su alrededor. ¿A dónde podrían ir?

El Hada miró a Ander mientras se ponía el traje y frunció el ceño... pero no dijo nada.

El chico echó un vistazo alrededor. La sala circular en la que estaban tenía varias salidas, igual que la Discovery. Ander sabía muy bien a dónde llevaba cada uno de esos túneles. Uno conducía a la cabina de mando de la nave, otro a los dos largos pasillos que daban acceso al bloque del motor, otro a los camarotes de la tripulación y otro a la bahía de cápsulas para actividad espacial. Cada uno de ellos tenía pequeñas salidas que llevaban a secciones secundarias de la nave, pero eso Ander ya no lo tenía tan claro...

HAL se había quedado en silencio al ver a Ander colocarse aquél traje de color naranja. ¿Quizá estaba confuso, después de todo? Pero las máquinas no pueden estar confusas. A veces tienen errores de programación y se atascan, pero nunca dudan.

—El comandante Bowman debe estar en camino, aunque no consigo verlo por ninguno de mis monitores —dijo la computadora—. Mientras tanto, y hasta que se verifiquen sus permisos, debo insistir en que permanezcan inmóviles donde están y en que abandonen sus armas.

Hubo una pausa.

—Y con "sus armas" me refiero obviamente a la pistola que uno de ustedes lleva consigo.

El Hada se acercó a Ander y el chico pudo notar que aún emitía un poco de calor. Le cuchicheó algo al oído.

—No vamos a hacerle caso a esta cosa, ¿verdad? Hay que seguir adelante cuanto antes...

Tenía que ir a la unidad central, donde estaba el Centro de Memoria Logica. Ahi seguramente se encotntraría con Dave y podría desactivar a Hal. Se acordaba más o menos del recorrido que hacía Dave en la película y sabía que tenía que acceder a través de las escaleras, así pues se dirigió allí sin soltar la pistola e ignorando a Hal. 

Cuando Ander se dirigió a las escaleras, no hubo ningún movimiento ni sonido. El Hada naranja lo siguió, volando como podía, y enseguida estuvieron frente a ellas. Pero en ese momento, la voz sin sentimientos volvió a escucharse.

—Debo asumir que no están dispuestos a colaborar...

En ese momento, escucharon un sonido extraño. Era un psssch apagado, parecido al sonido que Ander había escuchado en verano cuando había desinflado algún flotador. Supo al momento lo que era. HAL estaba vaciando el oxígeno de aquella sala.

—No tengo más remedio que proceder a su incapacitación. Por favor, túmbense en el suelo. La hipoxia producirá su desvanecimiento, y puede que se lesionen si caen al estar de pie.

El Hada gruñó y miró la luz roja de la pantalla de HAL.

—Maldita cosa siniestra —murmuró—. ¿Cómo te dejan leer tus padres estas historias? ¿Y qué es eso de "hipoxia"? Más vale que nos demos prisa...

Ander estaba ya en la escalera. Sabía que esa era una posibilidad para desactivar a HAL, o al menos así era como Dave lo hacía en la película. De hecho, todo era parecido, porque HAL también había intentado defenderse de Dave manipulando los sistemas de la Discovery.

Pero si HAL vaciaba el aire, el tiempo que tenía no era ilimitado. Quizá el traje pudiera servirle para tener unos minutos más de oxígeno, pero tenía que correr. Subió la escalera, cuyos peldaños estaban demasiado separados para un chiquillo como él, pero logró abrirse paso hasta el corredor que llevaba a aquella sala roja donde Dave había sacado los extraños cristalitos del suelo. Si podía llegar hasta ella, sería capaz de...

Se detuvo en seco nada más ver el corredor. Había algo allí, algo que se movía. Era una sombra que no distinguía bien, pero estaba seguro de que la había visto. No estaba solo en aquella nave.