Partida Rol por web

Luwing se encontraba en las plantas subterráneas de la Mansión de Athur, al parecer le habían asignado toda la sala médica sin ser sometido a ningún tipo de vigilancia. No alzó la mirada para mirar a Kaileena al entrar, ojeaba sin mucho interés un libro de medicina de los que abundaban en la sala.

-Es decepcionante ver lo poco capaces que son los doctores de hoy en día... tantos años y tan pocos avances... Supongo que no es su culpa después de todo puesto que están sometidos a reglas, normas y morales. Deja caer el libro con desdén encima de la mesa y luego torna su mirada hacía Kaileena.

-La estaba esperando, ¿como se encuentra hoy? En el rostro de Luwing se dibujaba una siniestra sonrisa.

Kaileena echó un vistazo a la sala que ya conocía bien antes de fijarse en Luwing. Además de sus vaporosas ropas de aspecto exótico y provocativo, esta vez llevaba bajo su brazo un libro de apariencia antigua pero bien cuidada.

-De momento todo esta bien, pero eso ya lo sabes, ¿verdad?- Esbozó una sonrisa divertida -En cuanto a los doctores... me temo que hay pocos con tus capacidades. Es como comparar las capacidades mágicas de un humano corriente y de otro con el Don. Su impacto en el mundo será como poco... más discreto-.

Con aire despreocupado se acercó a una de las camillas para sentarse. Sus brazos tenían numerosas laceraciones que no acababan de cicatrizar; más y peores que las de costumbre y su aspecto en general era mucho más descuidado. Las sesiones de estudios y prácticas avanzadas de la magia de sangre estaban haciendo estragos en la mujer a gran velocidad. Se veía la urgencia de aprender en un tiempo record tras la carcasa de tranquilidad que lucia casi en todo momento.

-Como ya hablamos hace unos cuantos días... necesito tiempo. Tengo que ocuparme de una guerra que no estaba en mis planes y el deshacerme de este otro problema me llevará un tiempo que actualmente no tengo. Creo que eres el único que puede proporcionármelo, ¿no crees?- Ladeo la cabeza mientras le observaba, su mirada era afilada e inteligente, suficiente para intimidar a muchos hombres corrientes -Esta vez he traído algo que quizas te ayude a comprender la naturaleza del problema- Lentamente dirigió la mirada hacia el tomo que había dejado a su lado, el primero de todos. Pese a su apariencia común mirar el libro causaba una sensación inquietante a la que ya se había acostumbrado Kaileena, pero que no podía evitar ni tras todo el tiempo que había pasado con él.

Luwing se levantó de su asiento para luego acercarse a la hechicera, mirándola directamente a los ojos, sin rastro alguno de nerviosismo.

-No, no los hay, pero no tiene nada que ver con que sea yo sea o no especial, mi cuerpo se compone exactamente de los mismos tejidos, hueso y sangre que las de cualquier persona.- Añadió con voz neutra mientras examinaba de arriba abajo con la mirada el cuerpo de la tayhar en apenas unos segundos, su rostro no varió.

-Tiempo, lo que todo el mundo desea cuando se ve ante las puertas de la muerte. Su sonrisa se acentuó. El miedo se arraiga fuerte en el corazón de las personas en ese mismo instante en el que se dan cuenta de que su existencia es efímera. En tu caso, es la misma muerte lo que se aferra a tu corazón. Se expande con cada latido y viaja por tus venas...-

Luwing extendió una mano que dejo reposar en el pecho de Kaileena mientras cerraba los ojos, arrugó la frente poco después mientras abría los ojos lentamente.

-En nuestro encuentro anterior te dije que podría remover este veneno de tu cuerpo por completo... he de decir que ahora ese tratamiento me parece inviable. No vi que la "enfermedad" estuviera tan arraigada en ti. Mucho... demasiado. Luwing dedicó los siguiente minutos en examinar a la mujer, cuando hubo concluido fijó su atención al extraño tomo, alzó la mano hacía él y paró instantes antes de tocarlo.

-Este libro...- Dijo tocaba la portada con la mano. -Desprende vida. La tuya. Puedo notar como tu energía fluye por él.- Abrió el libro para examinar el contenido de sus páginas y se percato en la firma de las primeras páginas. Sus ojos se abrieron por completo mientras su mano alcanzó fugazmente una hoja y pluma de la mesa. 

-Tu sangre. Y también la sangre negra. ¿Fue tu decisión? Irrelevante. Las letras, escrita con la mezcla de ambas sustancias. Incomprensibles para mi, desconozco el lenguaje pero percibo la naturaleza cambiante de las mismas. ¿Una especie de clave? ¿Quizás reconoce al propietario de la sangre con la que firma?. Es lo mas probable. Hay un vinculo establecido. La sangre permanece viva aún después de secarse. Interesante, desconocido.- Luwing hablaba rápido y sin apenas pausa, con la mano izquierda escribía a gran velocidad mientras la derecha pasaba las páginas del tomo, sus ojos mostraban excitación e interés y no parecía que estuviera hablando para nadie mas que si mismo. Luwing siguió en este estado de ensimismamiento durante horas para desesperación de Kaileena que parecía haber pasado a un segundo plano. Finalmente Luwing paró en seco de escribir y miró a la hechicera.

-Presuponiendo que el avance de la sangre negra sea constante e invariable calculo que la infección podría tardar meses... e incluso años en matarla al ritmo actual. Pero una sustancia mística como la que nos ocupa seguramente reacciona ante las energías sobrenaturales. Es solo una suposición dado que carezco de el don de la magia, pero en un 90% de probabilidad diría que el uso de sus poderes y la exposición a la sangre negra de este tomo, o de cualquier otra fuente, acelerará significativamente la propagación y por ende la acerca mas a su muerte.- Luwing tomó unos instantes para valorar la reacción de su paciente antes de continuar con su diagnostico.

-El daño que causa la sangre negra es mas que significativo... parece destruir cualquier tejido con el que tenga contacto prolongado mas allá de cualquier regeneración. Simplemente el daño ya causado es imposible de curar, incluso para mi. Al mismo tiempo su sangre misma empieza a corromperse y asimilar las mismas características que la sangre negra, en otras palabras su sangre esta siendo sustituida por el veneno que la esta matando.-

Lo único que puedo hacer al respecto es fortalecer su cuerpo para resistir mejor la infección, nada mas. El tiempo que le puedo dar es mas que limitado. Simplemente no pudo parar a la muerte.- Al acabar la frase, el rostro de Luwing permaneció neutro e inalterable adoptando una actitud mas habitual en él.

El largo rato de espera mientras Luwing deliraba sobre sus supuestos hallazgos aburrió enormemente a Kaileena. Sin embargo aguantó en silencio, en cierto modo se sentía identificada con él en muchos aspectos; ¿tan estúpida parecía ella cuando estaba sumida en sus descubrimientos?, posiblemente si, pero por suerte ella misma nunca sería consciente de ello.

Dejó que el tiempo pasara sin mayor preocupación, de todos modos Kaileena también necesitaba un descanso aunque nunca lo admitiera y este rato era digno de aprovechar para esa función.

Cuando el inquietante doctor volvió a sus cabales y comenzó a soltar su extenso diagnóstico Kaileena no se sorprendió demasiado. Solo confirmaba sus sospechas y a estas alturas no sentía un verdadero temor por la muerte, sabía de buena mano que existían cosas mucho peores.

-No tenía mucha idea de donde me metía cuando empecé, pero nunca me arrepentiré. Todo ha de pagarse y el poder es especialmente caro, ¿no crees?- Kaileena sonrió con su habitual cinismo, como si todo el asunto de la enfermedad mortal no tuviera nada que ver con ella.

-Cualquier cosa que pueda ayudarme será bien recibida querido Luwing, no tengo intención de tirar la toalla tan pronto. Mi imagen se vería muy perjudicada si hiciera tal cosa. Por mi empezamos cuando quieras...- Con aire pensativo su mirada se desvió unos instantes hacia el aparentemente inofensivo tomo que descansaba sobre la mesa dejando un incómodo silencio tras de sí.

-Si. Eso que has dicho de que usar mis poderes adelanta el proceso suena muy propio de esa perra. No me esperaba menos... es tan brillante. Un reto desafiante, eso hay que reconocerlo, pero todo tiene solución si estas dispuesto a mancharte las manos para conseguirla. ¿Qué crees que ganaré si venzo a la muerte Luwing?- Los ojos de Kaileena se iluminaron con malicia y soberbia al hacer la pregunta, como si ella ya supiera la respuesta desde hace tiempo.

Hay una pregunta mas interesante... y es que perderás a cambio.- La sonrisa cínica de Luwing volvió a florar en su rostro mientras extendía nuevamente las manos hacía ella. Una impulsó eléctrico viajo por el sistema nervioso de Kaileena al notar el tacto de su mano.

-La mejor sanación proviene de uno mismo Kaileena. Le mostraré como frenar esa oscura energía que te esta matando. No la parará pero te dará mas tiempo, aprenderás a canalizar tu propia fuerza vital por tu cuerpo y la convertirás en un muro contra el invasor.- Un nueva sensación de dolor recorrió todo su espinazo y la obligo a dar un paso atrás, pero Luwing avanzó con ella volviendo a colocar su mano en su cuerpo volviendo a transmitir esa dolorosa sensación.

-Creo que no me equivoco al presuponer que el tiempo apremia para ambos, así que no le importará que tome el camino mas rápido para hacerla entender... por doloroso que resulte...-

El tiempo pareció detenerse para Kaileena, los minutos se hicieron horas y todo bajo la dolorosa tutela del apodado Angel de la Muerte. Luwing no consideró necesario un descanso, para él todo se media en la eficiencia de su tratamiento fuera o no voluntad de su paciente. Una vez en sus manos la lección no se pararía hasta que la alumna hubiera asimilado la lección por completo.

Pese al fuerte temperamento de Kaileena, demostró ser una buena alumna y no mostrar pegas ante el doloroso método de Luwing. Las punzadas de dolor que causaban sus manos palidecían ante los horrores que había tenido que vivir en el pasado, esto tan solo era un paso más hacia el futuro y el dolor, sin duda alguna, estaba dentro de lo esperado.

El conjuro que había aprendido recientemente se mostró especialmente util para estos casos. La propia Kaileena se sorprendió de su efectividad y de su nueva capacidad para ignorar el sufrimiento físico como si fuera algo meramente lejano y pasajero. Su frente estaba perlada de sudor, sus músculos entumecidos, pero su exprensión era neutra, casi distante. Sin muecas ni gritos.

Al terminar dedicó una curiosa mirada a las manos de Luwing, unos miembros que realmente intrigaban a Kaileena. Ella nunca llegaría a tener una capacidad similar, el dominio físico no estaba dentro de sus talentos y tampoco sentía pena por ello. Sin embargo su precisión y delicadeza hacían que sentiera una punzada de admiración similar al que la magia causaba en ella.

-¿De veras crees que esto servirá?, siento eso que llamais energía interna...- Kaileena se sentía rara, incómoda y sus gestos lo demostraban. No era dificil percatarse de su completo desconocimiento del Ki antes del fozado aprendizaje al que le había sometido Luwing

-Este veneno infecta el "alma" y extiende sus zarcillos por tus venas. Has conseguido dominar tu energía al menos parcialmente, eso te dará tiempo pero no será suficiente.- La mirada de Luwing era de extremo interés. Se deleitaba con la extraña sustancia negra, algo que no podía comparar a nada que hubiera encontrado antes.

-Tan llena de fuerza... sin duda noto esa fuerza a la que llamáis magia fluir por ella... y no creo que sea una magia corriente. Destruiré las muestras que quedan de ello.- Lo último que dijo parecía contradecir todo lo que había dicho hasta entonces. ¿Por que destruir algo que le tenía tan fascinado y no estudiarlo?. El procedió con meticulosidad a destruir todo el instrumental que hubiera sido puesto en contacto con esa sangre, lo hizo mientras Kaileena aún se encontraba en la sala como si hubiera olvidado el detalle de que ella aún estaba ahí. Cuando por fin reparó en ella de nuevo le dio unas últimas indicaciones.

-El proceso de aprendizaje debe ir acompañado de un descanso de ocho horas de duración ininterrumpidas.- Se quedó parado, mirando con una rostro ahora inexpresivo, esperando a que se fuera o dijera algo mas.

Kaileena no dijo nada respecto a la torpe despedida de Luwing. Sus labios dibujaron una sonrisa seductora mientras observaba al curioso asesino que tenía frente a ella. Pensó por un instante que esa clase de poder, tanto el que tenía él como el suyo propio, eran peligrosas armas de doble filo. Capaces de sesgar innumerables vidas y también de salvarlas, una curiosa paradoja que acentuó aun más la sonrisa de la mujer mientras reflexionaba para sus adentros.

-Asi lo haré doctor- dijo mientras se acercaba un poco más a él, paseando un dedo por su hombro con lentitud -Te debo una, no se me va a olvidar-. Seguidamente se ladeó dándole descaradamente la espalda mientras se alejaba sin darle oportunidad de responder con paso firme y sugerente.

Al llegar a su habitación apenas pudo dormir más de seis horas. Se sentía aun incómoda por el agresivo proceso que había realizado Luwing en su cuerpo y cuanta más información salía al respecto de la batalla que se les echaba encima, más segura estaba de que debía pulir sus conjuros y poderes.

No iba precisamente falta de recursos hasta la fecha, pero una posible aparición de Kimiko en aquella escena aterraba silenciosamente a Kaileena. No podría hacer demasiado en un combate abierto contra aquella mujer, quizás sobrevivir el tiempo necesario para escapar, pero sabía con certeza las enormes posibilidades que existían de que matara a algunos de los miembros del grupo sin que ella pudiera evitarlo.

Una semana de estudio no la librarían de semejante pronóstico, pero mucho peor sería darse por vencido antes de empezar...