Partida Rol por web

Sacas tu preciada daga con cuidado. No recuerdas haber tenido que haber hecho nada parecido en el pasado, lo tuyo eran esas excursiones, la contemplación pasiva de la naturaleza, jamás te habías tenido que defender de un animal salvaje... hasta que sucedió aquel incidente, el mismo que te tenía justo allí, condenado a una naturaleza preternatural y herética.

La hoja ingresó por la rendija entre la ventana con relativa facilidad, la llevaste hasta el centro, donde supones estaba el seguro y sentiste el obstáculo. Te toma unos minutos de intentos mientras deslizas sucesivamente tu daga. Para ser un aficionado, no te pareció tan complicado. Finalmente sientes un ruido metálico y la hoja puede llevarse de un lado a otro. La retiras y la guardas, y abres la ventana con un ruido seco y lento.

La cortina se interpone, pero puedes correrla con suavidad y observar con mayor claridad en la oscuridad. La perspectiva no cambia demasiado, aunque no puedes saber si hay alguien o no adentro. Las cosas parecen en calma, con un silencio algo perturbador. Un ruido te alerta por un momento y te giras asustado. Un auto pasa por entre las calles a esa hora, y sigue derecho sin detenerse siquiera, el rugido del motor se pierde entre los ecos y de nuevo el viento cargado de olores húmedos y sucios se hace sentir con un soplo suave.

Soy una sombra, soy una sombra, una sombra invisible y silenciosa. Pensó el vástago mientras pasaba un pie por encima de la ventana y después el otro, dejándose caer en el suelo casi sin hacer ruido alguno.

Era la primera vez que hacía esto, pero en algún momento había que empezar.

Se quedó allí, cerrando la ventana para que el ruido de la calle no entre al apartamento y se agachó, concentrando sus oidos y su olfato, buscando algún dato que pueda sacar sin tener que moverse.

No parecía que haya nadie allí dentro, pero hay que estar preparado para todo.

Agazapado allí en la entrada, concentras tus sentidos en tratar de percibir algo. Estás cerca a uno de los muebles, cerca una mesa pequeña con algunas sillas, y la cocina, con la puerta cerrada. El viento entrando por la ventana mueve las cortinas tras de ti, las paredes se estremecen en la noche con la temperatura, pero no llega a ti ningún ruido anormal, ningún olor extraño, nada se mueve en la casa, al menos donde estás.

El apartamento parece pequeño, la puerta que da hacia afuera (según supones) está cerrada. Pasas unos minutos, tu presencia casi que se funde con la quietud y la tranquilidad de aquel lugar, casi como si fueras un mueble más, parte de la decoración.

Esto era diferente a escuchar los ruidos de la naturaleza, cuando lo hacías hace ya bastante tiempo, ahora, tu naturaleza, tu ansia de sobrevivir, de mantener esa -condenada- eternidad, te impulsaba a hacer cosas que jamás te imaginaste haciendo, todo por salvar tu pellejo, en medio de una trama, de un crimen que pesaba (a la vista de la sociedad cainita) sobre tu espalda y la de otros tres vástagos.

Sin salir de su "modo sigilo" por decirlo de alguna manera, Edward comenzó a avanzar agazapado por la estancia, mirando con sus ojos rojos todo lo que allí sucedía. No había nada extraño por ahora, pero él tenía la certeza de que estaba en el lugar indicado a la hora indicada.

Sólo era cuestión de tiempo para que alguna pista se hiciera visible.

Sí, el cainita ya estaba un poco cansado de dar palos de ciego.

Por un momento pensó en sus compañeros - los otros tres idiotas - a ver que puñetas estarán haciendo. O si simplemente se han metido en un gran lio - otro más -.

Así, con ese pensamiento, comenzó a avanzar hacia las otras salas, despacio, en sigilo. Nunca se sabe que puede estar escondido entre las paredes.

Te mueves un poco hacia un sitio en el que puedes obtener una mejor vista de todo el mobiliario. Además de la primera puerta, casi al frente tuyo que viste, logras ver el fondo del apartamento, un pequeño pasillo que tiene tres puertas, las tres cerradas, el sitio es más bien pequeño, y no hay cuadros en las paredes del fondo.

Rápidamente hacerse un mapa mental no es complicado, tres habitaciones grandes, un baño, y donde estabas era lo que serviría de sala. El silencio persiste, ni un alma, ni un respiro, nada llega a tus oídos más que la brisa que proviene de afuera. Aparentemente la suerte estaba a tu favor en aquel allanamiento ilegal, y esperabas que siguiera así. Por dentro, una sensación que sería la emoción, empieza a regarse por tu cuerpo... o al menos una pálida sensación que se le parecía, aunque no se comparaba con la misma que alguna vez experimentaste como mortal...

Era confuso, era raro, y se mezclaba con el temor inherente, el miedo a perder tu existencia, y la paranoia propia de tu naturaleza maldita.

Edward comenzó a caminar por el pasillo, deteniéndose en cada puerta para escuchar. Al final, decidió que debía comenzar por la puerta de la habitación que daba a la calle.

Siempre podría escapar rompiendo la ventana y saliendo de allí por patas.

Se acercó a la puerta y lentamente, movió el pomo para abrirla, intentando hacer el menor ruido posible.

La puerta se abre lentamente, después del accidente en casa de Lauren, parece que finalmente le habías encontrado el chiste a como escabullirte y caminar silenciosamente. Entras en la habitación, mientras las siluetas incoloras se muestran ante tus ojos con una clara nitidez. Examinas rápidamente y notas que la habitación está vacía, a pesar de ser un cuarto para que alguien descanse.

La cama, una cama sencilla, está hecha, hay una mesita al lado de la misma, en la que un reloj despertador está desconectado y no da la hora, y un closet empotrado en la pared, pequeño y con la puerta de madera entreabierta. No hay señales de que nadie haya estado allí al menos esa noche, aunque sobre la cama, percibes algo que llama la atención, hay un doblez curioso, como si un objeto mediano se hubiese puesto sobre la misma por última vez antes de que la habitación fuese dejado en el estado en el que la encuentras.

La ventana que da hacia la calle está cerrada, y la cortina deja ver levemente los edificios del frente. Una vez parece que allí hace falta algo, pero saber que es un asunto que seguramente requerirá pensarlo detenidamente.

Edward no deja de ser silencioso, pero ahora, es la oportunidad para utilizar sus dotes investigadoras en lo que parece ser una habitación que no ofrecería pista alguna a un humano normal. Pero él no era un humano normal.

Como primera medida, se acercó al closet con la puerta entreabierta y miró dentro. Nunca se sabe que puede descubrir uno en esos lugares. Después, caminando aún de puntillas, se acercó a la cama y miró detenidamente el doblez, tratando de averigüar que se había colocado allí. Por lo menos, tendría una idea del tamaño de lo que allí habían depositado y eso ya era una pista.

Revisó los cajones de la mesilla, buscando cualquier pista que le llevará al asesino y por último, se acercó a la ventana para observarla con detenimiento.

Mientras revisaba, sus oídos aún escuchaban lo que sucedía en la casa.

No deseaba ser sorprendido por la espalda.

El closet tiene algunas prendas, pero lo que te llama la atención es que hay más ganchos que prendas allí, como si faltara casi la mitad de la ropa que debería haber allí adentro, además, notas que no hay zapatos en el armario. Te paras a oír, pero la casa se mantiene en un absoluto y completo silencio. ¿Sería posible que estuviese vacío aquel apartamento?

Luego observas el doblez con interés, podrías decir que se trata de algo rectangular quizás, no demasiado grande y lo suficiente como para que pareciera cargable, al menos en teoría. Como ya habías concluído, parecía ser lo último que fue puesto sobre la cama tendida, por las razones que fuesen.

En la pequeña mesa, buscas entre los cajones, encuentras tan solo algunos papeles con anotaciones sin interés, un calendario viejo y algunas monedas de un centavo casi escondidas, nada que llamase tu atención de forma decidida. Finalmente revisas la ventana, asegurada desde adentro, como la de la sala, y con vista afuera, las calles vacías, parecen desiertas por completo, tampoco nada te llama la atención aquí. Justamente, parecería que de lo más curioso es que no había nada fuera de lugar o raro, nada que fuese decisivo.

Ropa que falta.

Algo rectangular sobre la cama.

No hay zapatos, esto solo puede significar una cosa.

Una maleta.

Alguien ha salido pitando de aquí.

Bien, ahora debo revisar el resto de la casa.

Edward dejó esa habitación y comenzó a revisar el resto de la casa. Suponiendo que no había nadie en ese piso, continuó hacia las otras habitaciones, con cuidado y sin hacer ruido.

Una vez se haya asegurado que allí no hay nadie, ya podría hacer otro tipo de averigüaciones.

Al fondo, la puerta daba entrada a un baño pequeño, oscuro. Los azulejos parecen oscurecidos por la acción de la humedad y un aseo descuidado sobre el lugar, un moho oscuro y ferroso se había apoderado de algunas esquinas, y la ducha, un área demarcada por una pequeña elevación y una cortina sucia, contaba con un tubo para proveer de agua y una llave para abrirla.

El inodoro parecía relativamente limpio, aunque en su base también mostraba las inevitables señales de unas condiciones poco salubres con el paso del tiempo. El olor era una mezcla de humedad y fetidez de tubería a la que seguramente el anterior dueño se habría acostumbrado. Cierras la puerta con algo de disgusto y continúas hacia la siguiente habitación, al frente del dormitorio.

La puerta se abre silenciosamente, este cuarto tiene una mesa con una silla que haría de escritorio, rodeada de varias cajas con objetos, retazos de tela y ropa vieja, el olor a polvo llega inmediatamente a tus fosas nasales, no hay demasiado, parece una habitación concebida para guardar varios objetos, hay un estuche de guitarra raído contra la pared, una silla plegable sobre el suelo, un tapete deshilachado, varios papeles en cajas marcadas con alguna intención que seguramente se perdió hace mucho atrás, varias latas vacías, y nada que tampoco llame la atención definitivamente.

Edward no se podía creer lo que veía.

Aquí no hay nada con lo que pueda trabajar. Además, parece que el inquilino salió por patas hace poco, pero no creo que haya dejado una pista como para poder seguirla. Aún así, debo investigar.

El vástago comenzó a revolver las cajas y todo lo que encontraba a su paso, buscando algo, una pista, una dirección, un nombre, algo con lo que continuar su búsqueda para defender su inocencia.

Tiene que haber algo, mínimo, pero algo, lo que sea. Esto no puede estar pasando... ¿por qué todo es tan complicado?

La labor de buscar algo se prolonga algo más, pero en las cajas solo hay basura que lleva su tiempo acumulándose, mucho polvo e insectos, álbumes de fotografías inservibles, loza que nadie ha usado, prendas de ropa rotas, trapos, chucherías que no valdrían ni siquiera para robarlas y que solo acumulan tiempo en aquel apartamento.

Los minutos invertidos en revisar aquello han sido un desperdicio, porque nada de utilidad a tus ojos puede ser utilizado para descubrir que ha pasado con el habitante de allí, o hacia donde ha ido. De nuevo en un camino sin salida, dos desaparecidos, y aquel asunto solo parecía enredarse más y más, mientras más empezabas a buscar en sus orillas, más profundo y oscuro se hacía el centro, lo que sea que sucediese, empezaba a ganar un aspecto cada vez peor...

Y de nuevo, debes emplear tu cerebro. Suerte que no eres el clásico grangrel, aunque ya te habías planteado esa pregunta varias veces en el pasado cercano...

En un último intento, Edward se lanza a la búsqueda de algo específico que lo ayude. Regresa a la sala y allí encuentra el teléfono, conectado. Lo descuelga y hay tono de marcado, así que decide activar el redial.

Se oyen las teclas marcadas por el auricular, y empieza a timbrar del otro lado. Pasan unos instantes hasta que una voz contesta del otro lado. -Cheese King's Pizza, servicio 24 horas, cuál es su orden?- es una voz joven, de un chico desde el otro lado del teléfono. No hay muchas esperanzas de sacar algo en claro, no hay nada sobre lo cual hallar escritura, libretas o algo así, y de nuevo, un callejón sin salida, el misterio y las sombras de dos desapariciones: una muerte y un escape. Lo único claro es que había algo demasiado raro en todo ello, algo sospechoso y que no dejaba de mosquearte...

Pero... ¿Cómo podrías sacar algo más en claro de todas estas preguntas? conforme la noche avanzaba, parecía que en lugar de respuestas, estabas encontrando más interrogantes a cada paso...

- Hola, sí, mire... - Dijo Edward quemando los últimos cartuchos que tenía. - Tengo aquí un ticket vuestro de hace un tiempo y quisiera saber, ya sabe, por esto de los impuestos y demás, ¿cuando fue la última vez que entregaron una pizza aquí? -

Estaba en un callejón sin salida, pero no podía hacer otra cosa.

La otra opción que le quedaba era revisar la agenda del teléfono, a ver si había algo guardado, un número que le indicara una dirección.

Por ahora, lo único que tenía era ese lugar de Pizzas, lo cual no era nada sospechoso.

Si así no conseguía nada, tal vez una vuelta por ese lugar le daría un enfoque distinto a la situación... o tal vez no...

Ya no tenía más ideas en este momento...

Del teléfono se deja oír una respuesta prontamente -¿Podría confirmarme la dirección señor?- quizás algo de información valiosa pudiese devenir de aquellos interrogantes. A saber que podría encontrarse allí...

Edward piensa un poco y después suelta la dirección al teléfono sin dudarlo.

- Esto es un poco extraño, por que no recuerdo haber pedido una pizza ese día. Creo que no estaba en casa y por eso es realmente extraño. ¿Puede usted ayudarme? - Dijo al teléfono tras decirle la dirección en dónde se encontraba.

Tal vez sea algo por dónde empezar.

Del otro lado del teléfono se respondió -hace una semana señor...- comenta. Luego un silencio escuchando tu interrogación. -Lo siento, no podría ayudarle, no podría decirle ni siquiera si el chico repartidor se acuerda o no de usted...- luego unos instantes de silencio -A lo mejor se trató de una broma telefónica-

- Ya, seguro que es lo más probable. Lo siento por molestarlo. - Dijo Edward mientras su cabeza insultaba por lo bajo.

Todo esto es una puta mierda.

Al final me saldrá más rentable escapar de la ciudad antes que se celebre el puñetero juicio.

- Vale, gracias. La dirección de la pizzería es esta que aparece en el ticket, ¿no? -