Partida Rol por web

La única fuente de luz que había en la zona de las habitaciones se encontraba por la que venía de la bodega, pero entre las sombras de los objetos destrozados que había en el lugar, lo que antaño era una zona de descanso, un dormitorio, una zona de juegos (de mesa) y un hogar... se había convertido en la Guarida de una bestia temible, en la Guarida del Cangrejo.

Apenas los muebles destrozados eran reconocibles entre los escombros de lo que antaño había sido un bonito hogar para todos ellos. Y claramente este sitio se había vuelto el hogar para ese monstruo.

Sin dudar ni un instante, Rin Flare avanzó por la bodega y cruzándola como un rayo, esta terminó en la Guarida del Cangrejo, lo que antes era conocido como los camarotes de la tripulación, zona donde tenía hermosos recuerdos, pues ahí se guardaban los botiquines y estaba su mesa de trabajo.

Ir... a... Na...la...ga...

La voz de Kaze Aki se sentía extraña, pesada, parecían ser los últimos gimoteos de alguien que estaba muriendo, como si este hubiera sido su último aliento, o como el de una gaita vieja desinflándose. Sea lo que sea, como este sonara, claramente era él el que hablaba. Era su voz.

Y de pronto, el joven músico apareció de entre las sombras, su boca, su nariz y sus orejas se encontraban sangrando y sus ojos no mostraban ningún tipo de vida, cada uno mirando a una dirección y a la vez a la nada. Con un poco de esfuerzo se podía ver que el joven había sido cortado por la mitad y una serie de tentáculos se habían incrustado en su cuerpo, sujetándolo erguido como si no fuera más que una marioneta de trapo.

Lancé un grito al ver a Kaze, claramente estaba ya muerto y no había nada que se pudiera hacer por él.

- ¿Ka- Kaze? ¿Qué te ha hecho ese monstruo? - pregunté horrorizada.

Me habría gustado incluso hacerlo explotar con una bomba, pero no podía arriesgarme antes de conseguir los botiquines. Miré frenética en todas direcciones en busca de los botiquines sin mucho éxito.

Llevarme...

Yo... comer... carne...   Yo... comer... carne...   Yo... comer... carne...

A medida que Kaze Aki hablaba, más sangre caía de su boca, oídos y orejas. Además de eso, este joven músico empezaba a llorar sangre en sus últimas frases. Al parecer aquella situación estaba del todo menos controlada, y cada exhalación que daba, el cuerpo, o lo que quedaba de este, sufría más y más.

La única fuente de luz que había en la zona de las habitaciones se encontraba por la que venía de la bodega, pero entre las sombras de los objetos destrozados que había en el lugar, lo que antaño era una zona de descanso, un dormitorio, una zona de juegos (de mesa) y un hogar... se había convertido en la Guarida de una bestia temible, en la Guarida del Cangrejo.

Apenas los muebles destrozados eran reconocibles entre los escombros de lo que antaño había sido un bonito hogar para todos ellos. Y claramente este sitio se había vuelto el hogar para ese monstruo.

Tras ver todo aquel percal, Darra Mael decidió continuar en sigilo hacia la sala siguiente, o al menos hasta el enorme hueco que había en la pared del barco que daba a la sala siguiente, esperando poder echar un vistazo a lo que había allí y si podía, tratar de echar una mano o al menos tener algo de tiempo para pensar qué hacer dependiendo de lo que esta viera.

Tras ver todo aquel percal, Darra Mael decidió continuar en sigilo hacia la sala siguiente, o al menos hasta el enorme hueco que había en la pared del barco que daba a la sala siguiente, esperando poder echar un vistazo a lo que había allí y si podía, tratar de echar una mano o al menos tener algo de tiempo para pensar qué hacer dependiendo de lo que esta viera.

En el interior de aquella lúgubre estancia, antaño mucho más hogareña y cordial, se encontraba no otra que Rin Flare y al parecer la pequeña artillera mostraba una actitud demasiado despreocupada teniendo en cuenta que podía haber un cangrejo gigante en cualquiera esquina.

Ir... a... Na...la...ga...

La voz de Kaze Aki se sentía extraña, pesada, parecían ser los últimos gimoteos de alguien que estaba muriendo, como si este hubiera sido su último aliento, o como el de una gaita vieja desinflándose. Sea lo que sea, como este sonara, claramente era él el que hablaba. Era su voz.

Y de pronto, el joven músico apareció de entre las sombras, su boca, su nariz y sus orejas se encontraban sangrando y sus ojos no mostraban ningún tipo de vida, cada uno mirando a una dirección y a la vez a la nada. Con un poco de esfuerzo se podía ver que el joven había sido cortado por la mitad y una serie de tentáculos se habían incrustado en su cuerpo, sujetándolo erguido como si no fuera más que una marioneta de trapo.

Lancé un grito al ver a Kaze, claramente estaba ya muerto y no había nada que se pudiera hacer por él.

- ¿Ka- Kaze? ¿Qué te ha hecho ese monstruo? - pregunté horrorizada.

Me habría gustado incluso hacerlo explotar con una bomba, pero no podía arriesgarme antes de conseguir los botiquines. Miré frenética en todas direcciones en busca de los botiquines sin mucho éxito.

Llevarme...