Partida Rol por web

Rumbo a su primera aventura. Habéis tomado el destino a una isla de la que desconocéis su nombre. Sin embargo, eso no parece ser lo que preocupa a la tripulación. Cada cual con sus tejemanejes y sus pequeños líos, pasa el tiempo como buenamente puede para entretenerse. Esto puede no ser una aventura, pero es el día a día de estos bravos guerreros, y ellos adoran esta vida.

La calavera, de un estado más bien deplorable, soportaba como buenamente puede las idas y venidas de estos jóvenes. Se encontraba equipada con una pequeña cocina que trabajaba con gas, junto a unas cuantas estanterías donde se guardaban los platos, vasos y cubertería. La otra habitación, la del capitán, se encontraba un tanto destrozada. El armario estaba sin puertas, de unas de esas fogosas noches que tenía Timothy con el alcohol. La barra que soportaba las cortinas había desaparecido, tal vez siendo usada por unos cuantos de los tripulantes en unos de sus extrañas prácticas que acababan desgastando la paciencia del capitán. La cama parecía estar en un estado aceptable, aunque sin más que unas pocas sábanas que no abrigaban suficiente en las frías noches de invierno.

En la bodega se apilaba la comida y bebida en barriles atados con cuerdas en la zona que actuaba como despensa. Por otro lado, a través de la bodega colgaban las hamacas que servían a modo de cama para los marineros. La madera de la bodega era húmeda y estaba bastante desgastada. No habían sido pocas las ocasiones en que una pequeña fuga había provocado la alerta en el barco.

Sin embargo, y pese a todas sus complicaciones, actualmente éste era su barco; y mientras no dispusieran de oportunidad de obtener otro, seguirían vagando sobre él en busca de fantásticas aventuras que le llenaran el estómago de comida, los bolsillos de berries y el corazón de sueños...

Cahuelche pasaba muchas horas tumbado en la hamaca, era bastante vago por naturaleza. No es que no cumpliera sus obligaciones, pero lo hacía con bastante rapidez. Cuando se ponía a ello y tenía que hacer o pensar algo perdía la noción del tiempo, pues lo disfrutaba. Poder repasar la integridad del casco por fuera era una ventaja para un carpintero naval.

Aun andaba acostumbrándose a sus compañeros. ¿Habría merecido la pena abandonar “su” isla cuando aquella cafetera de calavera había pasado cerca?  

Con el sol a lo alto y un mar tranquilo a su alrededor, Yoonel manejaba guia con una mano firme y la mirada en el horizonte atento de cualquier imprevisto... o lo debería estar, en teoría. En realidad era verdad estaba preparado para cualquier imprevisto que surgiera, pero su sentido de la vista estaba firmemente plantado en un voluminoso libro de contenido desconocido a simple vista que tenia en sus manos mientras apoyaba su espalda en la madera de una baranda del barco, dejando la tarea de mantener el barco en su rumbo correcto a sus piernas.

Estaba vestido con una sencilla camiseta negra de mangas cortas y unos pantalones de camuflaje (inutiles en el mar, pero eran resistentes y les tenia cariño), y a su lado apoyada contra la pared una extraña espada doble delataba sus habilidades de combate.

El capitán cerró el libro de botánica que había adquirido en la anterior isla y lo dejó sobre la cama, observó las distintas plantas que había recolectado y las puso a secar colgadas de un hilo que atravesaba la habitación de lado a lado. Cada una de esas plantas tenía una etiqueta con varios datos: nombre, fecha de recolección, lugar y posibles beneficios médicos.

Ark, salió de su camarote y respiró profundamente, el olor a mar inundó sus fosas nasales y una corriente de aire movió su ya despeinada melena. El viento no había dejado de soplar desde que habían partido del último puerto pero aún quedaban algunos días para llegar a su nuevo destino. Tras dar una vuelta por el barco constató lo que hacia días que llevaba pensando... era necesario hacer grandes modificaciones a su calavera o bien encontrar la manera de conseguir un barco nuevo. El actual les había dado muchas aventuras y alegrías pero cualquier día se hundiría sin remedio, por mucho que Cahuelche lo fuera reparando aquí y allá... 

Notó un rugido en el estómago, no recordaba el tiempo que había pasado desde su última comida, había estado ocupando clasificando aquellas plantas y se había saltado más de una ración. Se acercó a la cocina, esperando encontrar a Magnus en ella para pedir alguno de sus sabrosos platos, aunque sabía que era posible que estuviera jugando a las cartas en algún rincón del barco.

El mastil estaba casi deshecho, sin embargo, Culrofobia aun siguia jugando en el, caminando de manos a lo largo del mastil principal o jugando con un par de cartas en su mano mientras se balancea en el mastil y hace algunos saltos, Culrofobia se mantenia en forma, o tal vez solo era su forma de desahogar su hiperactividad. Habia visto como el barco se deterioraba de un estado aceptable a la basura que era ahora, no lo podia culpar, la muerte lo habia rondado todo el camino y ahora era un compañero de batallas... uno agonizante.

Observando todo desde la punta del mastil, sentado jugando con las esposas, poniendolas y quitandoselas cada vez mas rapido, observa el ambiente en la cubierta sin notar nada raro ni interesante.

-Esto es tan aburrido cuando no hay sangre... como los extraño-

Por algun motivo que no llegaba a aclarar, no estaba en mi hamaca... eso seguro, en lugar de estar viendo mi mas que conocido tablon de madera, estaba mirando unos barriles y mi espalda estaba mas que seguro que no estaba balanceandose a ninguna altura, entre el frio del suelo y algo, que tenia clavado en mi espalda, era mas que obvio que la hamaca se habia roto en algun momento durante la noche y que yo no me habia dado cuenta. Me levante con cuidado y me desperece como buenamente pude. Me coloque mis botas y deje la capa  y la camisa colgando en el mismo sitio de siempre, por lo que parecia hacia buen tiempo y no era cuestion de desaprovecharlo, asi pues vestido unicamente con los pantalones subi hasta cubierta.

El sol estaba lo bastante alto para saber que dentro de poco me tocaria preparar el desayuno y sabiendo lo comilones que eran en esta tripulacion, mejor me ponia a ello lo antes posible. En mi camino a la cocina, me di cuenta del estado mas que deteriorado del barco, la ultima borrachera de Timothy habia acabado inluso con parte del camarote del capitan sino recordaba mal.

La cocina tampoco presentaba buen estado, asi que antes de empezar a ponerme a cocinar tenia que limpiarla... justo cuando estaba poniendome a ello, aparecio el capitan preguntando por el desayuno. Mire la cocina durante un instante antes de contestar. - Deme unos veinte minutos capitan... aunque mejor sera que encontremos una isla pronto. Nuestras reservas se estan agotando y aunque puedo hacer comidas con lo de alli abajo, no van a ser lo que se llama sabrosas.

El tiempo pasa raudo, la cocina esta mas presentable y me pongo rapidamente a hacer el desayuno. Coloco varios dientes de ajo y guindillas sobre el bancal y los troceo rapidamente. Abro el gas y coloco una de las sartenes con algo de margarina para luego soltar lo troceado y dejar que se sofria. Una cazuela con agua y sal, a la espera de empezar a hervir para colocar el arroz. Cuando el sofrito empieza a estar ya listo, vierto algo de salsa de tomate sobre el para darle mejor sabor, el arroz ya empieza a estar listo asi que cojo unos cuantos huevos y los coloco en uno de los trapos, lo cierro bien y los bato rapidamente dando vueltas con el trapo, para luego echarlos donde esta el arroz.

En veinte minutos, aproximadamente, el desayuno esta listo. Arroz con salsa de tomate aderezada con ajo y guindilla y huevos duros. No es lo mejor que hay pero tendran que conformarse... eso o alguien se dedica a pescar y me trae algo razonablemente bueno con lo que trabajar. Me acerco a la puerta de la cocina y le doy a la campana que anuncia que la comida ya esta lista.

 Me encontraba tumbado sobre la cubierta, muerto de asco... Esto era mortalmente aburrido, sin marine que zurrar, peleas de taberna ni mozas con las que intentar ligar... Esto era un aburrimiento mortal de narices...

 Me incorporé para sentarme y mirar a mi alrededor. Con suerte, pronto llegaríamos a alguna isla y encontraríamos algo con que distraernos, alguna aventura con la que salir de esta monotonía, que llevaba ya durando varios interminables y agonizantes días, más largos que un día sin pan...

A pesar de que era bastante temprano ya me encontraba en la cubierta dejandodo que la suave brisa del mar me despejara un poco, me habia despertado hace ya un buen rato debido a el dolor de mis piernas, al parecer iban a darme algo de guerra el dia de hoy, asi que cuando los primeros miembros de la tripulación se habian movido yo ya estaba despierto y en cubierta, me encontraba  sentado frente a un gran tablero de ajedrez bastante extraño, no era cuadrado como los normales, sino hexagonal y con tres tipos de piezas blancas, negras y grises, a pesar de estar solo frente el tablero la partida estaba medio empezada y los que ya estaban por ahi habian observado que  llevaba varios minutos observando el tablero sin realizar ningun tipo de movimiento.

Cuando suena la campana anunciando el desayuno levanto la cabeza y miro en dirección la cocina, dudo un momento pero finalmente comienzo a mover la silla de ruedas en dirección la cocina, como siempre llevaba una manta que me cubria la parte de abajo de la cintura y llevaba una camiseta negra de tirantes, me paro un momento en el rellano de la cocina donde se sirve la mesa y hago un poco de fuerza para pasar el pequeño escalón que separa la cocina del exterior.

---Buenos dias, Magnus- digo mientras me muevo con cierta agilidad entre las sillas y me coloco en el sitio que em corresponde, un hueco situado entre dos sillas- ¿Que nos tienes preparado esta vez?

Escucho el ruido cuando Zidane entra en la cocina, es caracteristico y ya estoy acostumbrado. - Pues para que os vayais despertando del todo, arroz con salsa de tomate a mi "gusto" y unos huevos duros. - Me acerco a donde esta sentado para servirle, no es algo que haga a menudo pero hago excepciones con Zidane... no por sentir lastima, eso no se hace por un nakama. Le doy los cubiertos.

- ¿Que tal las piernas esta mañana? Espero no sea uno de los dias malos. - Sigo hablando mientras vuelvo a la cocina para seguir ultimando algunas cosas. La distancia entre el comedor y la cocina es minima, asi que oire cualquier contestacion.

Agradezco el gesto con una cabezada  mientras cojo algo de arroz distraidamente.

---Me han dado problemas esta noche, pero poco mas, he salido temprano a relajarme y creo que ya estan bien ya veremos a lo largo del dia que ocurre...- comento mientras pego un pequeño mordisco a la comida- Asi que puede considerarse un dia normal...

- Me alegro... aunque dudo que hoy pase nada en especial. El tiempo parece tranquilo y no se ve nada... de nada aparte de un mar tranquilo. - Salgo de la cocina con algunas cosas y las dejo en la mesa antes de traer mi plato y sentarme al lado de Zidane. - Que aproveche.

---Bueno, tranquilidad es lo que necesitamos, dudo que esta cascara de nuez pueda aguantar mucho mas- digo masticando mientras miro al infinito- lo que deberiamos hacer es buscar un barco decente, es un completo suicidio navegar en estas condiciones, solo espero que no tengamos que huir de la marina  mientras tengamos este trasto...asi que mientras estemos en la isla deberiamos aprovechar los recursos que tengamos a mano

Casi me atraganto cuando Zidane menciona lo de la cascara de nuez. Trago con dificultad y le miro... - "Aprovechar los recursos que tengamos a mano.." Sabes, servirias para diplomatico a eso le llamo yo ser sutil... aunque tienes razon, tenemos que hacernos con un barco nuevo de una u otra manera. - Le doy otro bocado a la comida. - Porque aunque no nos persiga la marina, este no tardara en irse a pique y probablemente por culpa nuestra...

Estoy seguro de que el capitan tendra algo en mente. - Le doy un leve toque en el hombro. - Y luego si quieres echamos una partida a ese ajedrez tuyo... pero tienes que enseñarme algunos "trucos", sino no tiene gracia. .. eres demasiado bueno para mi.

-¿Una partida de ajedrez? -pregunta Yoonel levantando la vista del libro-. Yo me apunto, no tengo otra cosa que hacer mas que leer y vigilar el curso del barco, y hasta que lleguemos a tierra tengo que racionar mis libros.

Tras sus palabras el navegante se levanta de la pared en la que estaba apoyado y si sienta en la mesa enfrente de Zidane. Tienes que enseñarme como funciona esta ajedrez, te he visto unas cuantas veces con ella pero aun no se en que se diferencia de una normal aparte del numero de piezas.

Bueno, bueno,… ¿Has oído eso? ¡Qué falta de respeto! No les hagas ni caso. Dice cahuelche, hablando a ninguna de las personas reunidas. Luego se centra en ellos:

-Este barco está perfecto, solo necesitamos unos buenos arboles que talar, algunos clavos, reponer las cuerdas, varios metros de vela para remendar o una nueva,… (Enumera todas las piezas que tenga un barco)… mmm bueno quizá sí que sería más barato comprar uno nuevo… ¡Ey, no te ofendas, que te quiten lo bailado!

¿De qué recursos disponemos? Sin aventuras a la vista lo único que se me ocurre es dedicarnos a pescar y sacar sal del agua marina y acumular pescado en salazón mientras recorremos el mar. Pero es una cosa barata, y más aun en los pueblos pesqueros que es donde solemos parar. De hecho ese tipo de competencia pueden tomársela muy mal si les bajamos los precios.

...No obstante si pasamos cerca de un banco de atunes podríamos hacernos con alguno para la cena ¿no? (Le interesa especialmente la opinion de Magnus, al que mira como pidiendo permiso)

Aprovechando la paz y el día que hacia estaba en la proa, sentado en la cubierta con las piernas cruzadas y meditando tranquilamente. Hacía tiempo que había dejado el Templo y la isla, ahora era parte de una tripulación extraña de piratas, pero eran mis camaradas. Ahora era un pirata y disfrutaba admirando las maravillas del mar.

Ciertamente no había tenido mucha relación con todos, más que nada por la molestia de ser mudo y tener que escribir en mi pizarra. De repente escucho algo de comida esto hace romper mi meditación, el estómago respondió a aquellas palabras. Usando los dedos doy un silbido y hago un gesto apuntándome a mí y luego frotándome el estómago. Tras ello comienzo el resto de la cubierta viendo que hacia el resto.

La mirada y los comentarios de Cahuelche me hacen sonreir. - Mientras no esperes que te acompañe, puedes traer tanto atun como quieras... o mejor dicho tanto como quepa en la despensa, asi al menos podremos cambiar algo las comidas. Y en cuanto al barco... si se hunde, te acabas de pedir voluntario para llevarme. - Ante su cara de sorpresa estallo en carcajadas.

Escucho el silbido de Timothy por encima del barullo de la mesa, hago que mi silla se situe en un equilibrio precario para poder mirar a cubierta y veo sus gestos, a los que respondo, indicandole que venga que hay para todos.

Tras las indicaciones de Magnus comienzo andar hacia donde se encuentra, lo cierto que el tipo tenia buena mano en la cocina así que no me importaba que cocinase seguramente sería un festín. No podía dejar de sentir curiosidad por los dos Gyogin que teníamos en la tripulación, al parecer muchos no los miraban bien, pero a mí me resultaban increíbles, más cuando se lanzaban al mar. "A veces el miedo es libre y lo extraño nos produce miedo" Era la única cosa que podía decir respecto a ese tema, aunque seguramente hubiera Gyogin malos, puedo asegurar que humanos también los había malos.

Era por estas cosas que quería ver el mundo, me había enterado que había mas razas aparte de los humanos y Gyogin, ardía en deseos de conocerlas, así que esperaba que con el tiempo pudiera verlas.

El capitán entró en el comedor sin esperar que nadie se levantara. A diferencia de muchas otras tripulaciones dónde había una fuerte jerarquía allí reinaba casi siempre un ambiente de amistad y camaradería, dónde cualquiera podía expresar su opinión y desenvolverse con libertad.

-Buenos días a todos, parece que aún nos quedan algunos días de tranquilidad. Gracias por el desayuno Magnus. -comentó mientras tomaba asiento en la cabecera de la mesa- Supongo que el resto debe seguir durmiendo... Ya veo que no se os escapa el estado de nuestro pobre barco ¿eh? He pensado que debemos conseguir uno nuevo, más rápido, grande y mejor equipado... -empezó a comer con ganas del plato que tenía delante- Pensad como conseguirlo, 10 mentes valen más que una, aunque la de Zidane valga por dos. -concluyó esbozando una sonrisa y mostrando una mirada cómplice hacia el muchacho.

Estaba en un rinconcito de la bodega practicando mi telequinesis, subiendo y bajando un barril medio lleno, pues no se me ocurría otra manera de hacerlo. Aun me sentia algo extraño en ese barco, con tanta gente y tan diversa. Incluso habia otro gyojin, bastante abierto y al parecer se hacia amigo de todos. Pero eso tenian de bueno los delfines, eran simpaticos. Lo mas extraño de todo era que me aceptaran tanto mi raza, como mi extraña habilidad. Pero por lo menos tenia la esperanza de que no fuese una ilusión y llegase a conectar con ellos.

Al poco rato escuché la campana del desayuno y fui al comedor/cocina para tomar algo. Al llegar vi que ya habia bastante gente conversando y desayunando. Cahuelche acababa de ofrecerse a pescar un poco. 

- Podria ayudar con la pesca si quereis. - Comenté mientras me sentaba en un hueco de la mesa. Ante las palabras del capitan me quedé pensando unos instantes. - Podemos robarlo o robar dinero para comprar uno si quieres ser algo mas "legal", capitan.