Partida Rol por web

Es encomiable que demuestres tal respeto y humildad ante Bòlcs, esa majestuosa criatura que te permite montarla, y que ha desarrollado un vínculo tan fuerte contigo. He de aclarar que un jinete es quien monta, no quien doma o somete. Por tanto eres su jinete, pero no porque lo hayas domado o sometido, sino porque él te ha elegido como tal. Prueba de ello es que no te obedece ni no acude a tu llamada.

Bòlcs es un grifo salvaje. Agresivo, cruel, territorial y leal. Es leal a ti, y es leal a su especie. Intuyes que algo os une, algo que puede que escape a tu entendimiento, pero que él puede ver claramente. Quizás sea tu sencillez, tu pertenencia más a lo salvaje que a lo civilizado, quizás sea tu apego a tu familia, la bondad que profesas, o la humildad y respeto hacia todas las cosas, especialmente a la naturaleza. No conoces su origen, de dónde viene, cuál es su hogar; pero en ocasiones, mientras volabas montado en él, te ha llevado a lugares, por apenas unos instantes, muy distintos al mundo que conoces. Lugares que te hacen recordar el interior del portal que os ayudó a cruzar.

Batidor del Yermo (Vigor+2 Agilidad+2): conoces el Yermo como la palma de tu mano, y también a las criaturas que se arrastran por él. Aumentando +1 tu Fatiga, puedes duplicar el daño de un disparo a una criatura del Kaos; las Heridas que reciba también las sufrirá como Fatiga. Además, mientras exploras un lugar oskuro, sólo eres visto cuando quieres serlo, no dejas rastros ni puedes ser sorprendido por un enemigo. En estos lugares te orientas con facilidad y has aprendido a encontrar rastros, pistas, trampas e incluso alimento.

Jinete de grifo (Cordura+2): montado sobre él aumentas en +2 Absorción, Esquiva y Voluntad. Esta majestuosa, inteligente y letal criatura voladora muestra una inusual lealtad hacia ti. Te permite montarlo y lucha junto a ti. No acudirá a tu llamada como lo hace Lomo Plateado, pero es probable que aparezca si presiente que estás en grave peligro. Atacará a quien te dañe con garras y pico, pudiendo derribar a un enemigo con tan sólo su agudo grito. Se alimenta de caballos, de criaturas con Korrupción y devorando a sus adversarios vencidos.

¿Hay algún objeto más que consideres deberías tener? ¿Algún detalle, modificación, mejora...?

Haces bien en aceptar el equipo nuevo, de mejor calidad. Eres sabio al pensar que se avecinan tiempos difíciles. Incluso después de lo que ya has podido ver en el Yermo con tus propios ojos. Hay cosas peores que esos engendros, esos espectros y esos no-muertos a los que has combatido sin descanso estos últimos meses. Una sombra lo impregna todo, un sentimiento triste y profundo.

Desconoces los detalles del plan de la Marquesa Paladina y su hermano Alantar, pero no es casualidad que os hayan reunido aquí, en el Alcázar del Alba, a todos vosotros. La ciudad está siendo asediada en estos momentos, las puertas están a punto de ceder, y apenas quedan brazos ni espadas para defenderlas. Casi con total certeza Abatis no volverá jamás a ver la luz del amanecer.

Estoy más que contento con todos los detalles y mejoras que me has dado. ¡Muchas gracias! Y aceptare encantado el nombre de "Jinete del grifo". Así que todo me parece perfecto, preparado para comenzar esta aventura que tiene aspecto de ser muy complicada desde el inicio. A ver que conseguimos, y si logramos parar la amenaza, aunque esto pinta realmente mal. Parece como si nos tocase vivir el final de los tiempos.

Me encanta todo!!!!

Esta tarde me pongo a darle vueltas para enlazar con el grupo.

Las tres druidas de la colina me instruyeron para poder hacer frente a la gran guerra que estábamos a punto de librar.

Cada druida me obsequió con los objetos de su conocimiento: agua, fuego y vida.

La druida de la vida sentía como día a día iban palideciendo las hojas, como se detenía el crecimiento porque la savia no recorría el interior del bosque con la energía suficiente. El Kaos luchaba por seguir avanzando y hacerse con occidente, se estaba acercando.

Fue ella quien determinó mi partida, debía unirme a la Marquesa Paladina Alura de Reginloc en el Alcázar del alba.

La druida del fuego realizó un círculo de llamas a su alrededor e invocó a los sacerdotes y paladines pelorian, devotos del fuego eterno, para que siguieran alimentándolo y guiaran mis pasos hasta poder encontrarlos.

La druida del agua sumó su poder para que, durante este camino, encontrase la tranquilidad de las aguas en las que se reflejaría la transparencia de mi alma y de esa manera, la korrupción no tuviese cabida en ella.

La oskuridad... es fría. Demasiado fría. Ni siquiera puedo sentir el calor de Beory quien, en su regazo, me arrullaba en el pasado. Tampoco a mi hermano de sangre, quien incluso en su no-vida me protegía y cuidaba... Ya aquello quedó atrás... ahora no soy más que una sombra de lo que era... rodeada por oskuridad... sin luz... sin calor...

Sólo frío y... ¿odio? ¿anhelo?

Es difícil describirlo... ¿Qué es lo que siente mi alma? Sólo deseo salir de mi cautiverio... de la tortura que me aguarda cada minuto de existencia desde que... ese despreciable ser me despojó de mi vida. Aguardaré pacientemente... y aprovecharé cualquier oportunidad que se me presente... y entonces... ¡oh!, entonces le haré pagar por todo cuanto me ha hecho...

Tres Sacerdotes Pelorian os piden que dejéis espacio en torno a un altar del Alcázar del Alba. Asombrados ante el apremiante aviso, observáis cómo se colocan formando un triángulo, y extendiendo sus manos entonan al unísono una oración al dios Pelor:

¡No tengas miedo a perderte en las tinieblas, pues caminas guiada por su luz!
¡No tengas miedo a las sombras, pues su fuego te protege y te guía hasta nosotros!

Al tiempo que pronuncian la plegaria, un punto de luz amarillenta aparece en el centro del triángulo que forman. La luz va adquiriendo brillo gradualmente, e incluso comienza a desprender calor, como si de una hoguera se tratase. El orbe va creciendo en tamaño e intensidad hasta que os hace apartar la mirada. La luz es demasiado intensa, y el calor abrasador. Cuando las palabras cesan, cuando la luz cesa, y cuando el calor cesa, sólo queda un círculo de fuego dibujado sobre el suelo. Y una figura femenina inclinada en su interior.

Militsa, la druida del Triángulo de la Vida, se reúne con vosotros.

La oración de los sacerdotes te hace estremecerte. Esas sombras... ellos saben que llevas una dentro de ti. Lo saben. Sabes que lo saben. Una muy poderosa, incipiente. Una que has aprendido a controlar, a tolerar. Una que permanece en silencio, pero que a veces vence.

¿Crees que te permiten estar aquí porque sabe que puedes contenerla? ¿Crees que prefieren tenerte cerca, bajo su control, en lugar de que andes por ahí? ¿Crees que te temen? ¿Crees que te desprecian?

De algún modo algo se remueve en tu interior cuando oyes el segundo verso de la plegaria de los sacerdotes. El druida Opilaf ya auguró el vuelo de una sombra sobre ti. Una sombra que te acechaba. Con los años esa sombra se ha manifestado de muchas formas en tu vida, o al menos es la explicación que has dado, o has podido darle, a los numerosos sucesos sombríos que han acontecido a tu alrededor.

¿Puedes enumerar esos sucesos? ¿Crees en ello realmente como algo tangible, o consideras que es más bien una superstición?

Una sonrisa se dibuja en mi rostro al ver la cara conocida de Militsa.

- Bienvenida a Abatis, sacerdotisa- digo con una leve inclinación, con la mano sobre el corazón.

Todo  refuerzo sería bien recibido, más aun en la desesperada situación en la que se encontraban. Así que se armo de su mejor sonrisa y se presento a la recién llegada.-¡Bienvenida a Abatis! Mi nombre es Eranor, y es un placer conocerla. Al igual que al señor Alantar Reginloc.-

Levanto la vista y constato que he llegado al marquesado de Abatis al cruzar la mirada con Alantar - Agradezco la bienvenida Altísimo Consejero, de nuevo nuestros destinos se cruzan para combatir las sombras, aunque esta vez mi cargo y mi responsabilidad son algo más “delicadas” que entonces, cuando fui nombrada sacerdotisa - respondo mientras le devuelvo la reverencia.

-Gracias por la acogida, Eranor, el placer es mío. Deduzco por sus palabras que también acaba de llegar y no tenía el gusto de conocer al Consejero Alantar, supongo que tendremos tiempo más adelante para ponernos al corriente- agradezco con una leve sonrisa.

De todas las sombras que te acechan, invisibles, ocultas en las tinieblas. De todos los rostros que te atormentan, perceptibles ya sólo cuando están demasiado cerca. De todas las voces que te torturan, incesantes y ausentes a la vez. De todos, son dos los que te persiguen con mayor asiduidad: Körad y Vëlka. Conoces sus nombres pues los has oído alguna vez, aunque hayas olvidado cuándo. Uno es tu captor, otro tu carcelero. Ambos son sombras pertenecientes al infinito y eterno abismo en el que tu alma permanecerá por siempre.

- Me temo que ya no soy Consejero, Militsa. Como puede ver, he tomado la Armadura de la Luz. Ahora soy Paladín Pelorian. Eranor- digo girándome hacia el hombre- es todo un honor poder contar con usted.

Así os veis los tres que hasta el momento os habéis reunido en el Alcázar del Alba de Abatis:

Alantar

Militsa

Eranor y sus compañeros animales

¿Empezamos?

Orök Arniëk

Alantar, Eranor y Militsa: ¿empezamos?

Prin Lumi

Quedáis sólo Desmond y Rupert. Tenemos unos días hasta que empecemos, pero nos tomará unos días haceros el nuevo equipo y poneros en contexto. Nos tomará tiempo introduciros en la historia.

Por eso empezaréis cuando estéis listos. Alantar, Eranor y Militsa ya han empezado. Pero no os preocupéis. Son ritmos distintos, por ahora.

Copio aquí tu mensaje:

En cuanto a cómo ha sido para Desmond ese tiempo, me imagino algo así:

La última vez que supimos de Desmond, este había aceptado la última voluntad de Zulira, obligado a portar a la Sombra de Zanduräs en su interior. Escuchando sus pérfidos susurros estuvo a punto de hacer algo de lo que posiblemente se habría arrepentido, pero en último momento consiguió resistir, imponiendo su voluntad sobre la de él. ¿Pero hasta qué punto? ¿Cómo podía saber, a partir de ese punto, qué emociones le pertenecían a él y cúales no?

Estaba solo, separado de sus compañeros. Y quizá eso era lo mejor. Una parte de él le decía que ya no podía fiarse de nadie, y otra, más serena, le decía que no podía fiarse de si mismo. La distancia era lo mejor. No solo de ellos, si no del mundo. Eso había decidido.

Pero con el paso del tiempo Desmond comprendió algo: Pese a todo seguía siendo humano. Y, pese a todo, seguía teniendo las mismas necesidades de un humano. Ni todo el poder de Zanduräs podía salvarlo de la sed ni el hambre, y los susurros que escuchaba rara vez eran suficientes como para dejar de echar de menos una buena conversación. No, pese a todo, Desmond no había dejado de ser, en buena parte, lo que siempre había sido.

En buena parte.

Había días de los que prefería no acordarse. Días que los susurros se convertían en un grito, días en los que su mano pasaba a moverse con una fuerza hasta el momento desconocida, con una rabia y un odio que podían con todo y terminaban con todo. Sí, de esos días prefería no acordarse. Y sin embargo seguirían ahí. Aislarse no había funcionado. Y eso significaba que quizá tendría que aceptar algo que en el fondo había sido obvio:

Que si quería vencer a aquello que lo había invadido quizá tendría que aceptar ayuda.

¿Has aprendido entonces a valorar la compañía, Desmond? ¿Has encontrado esa ayuda? De ser así, ¿quién te la ha proporcionado? Y me surge otra duda... en este tiempo ¿has matado a alguien o abusado de tu poder, aunque haya sido involuntariamente?