Partida Rol por web

Quedé sorprendido cuando Tixanai se volvió hacia mí.

- Vaya, hablé más alto de lo que pensaba. No tenía intención de ser una molestia. En mi caso...tendrías que haber visto la nave en la que vine, dudo que ni como chatarra hubieran dado mucho más por ella de lo que costaba el embarque.

Sonreí para restar importancia al asunto. El trato que me ofrecía era más que bueno, tanto incluso que me hacía sospechar de otras implicaciones. Consideré mis palabras antes de responder.

- Es un trato muy bueno. Bien, acepto ya que permanecer con vosotros de momento ha resultado casi tan peligroso como continuar en la luna de los contrabandistas - volví a sonreír -, pero sólo se me dan bien las máquinas. No tengo experiencia en vuestro campo...mercancías y comercios, quiero decir. De eso sólo sé lo que me contaban contr...comerciantes en las cantinas o cuando querían estar presentes mientras reparaba sus naves.

La mayor parte cosidas a cañonazos, pensé, y me estremecí de pensarlo. La vida de un contrabandista era tan insegura como la de mecánico en un taller en Nar Shaddaa, pero al menos con ellos...con ellos tendría ocasión de resolver mis dudas.

Por mi estupendo, una mano mas, sobre todo si es cualificada, es mas que bienvenida.

¡Genial! ¿Trato hecho? Extiendo la mano para estrechársela a Dheeron, un trato no es un trato si no se estrechan las manos. ¡Vamos a la taberna a celebrarlo! Un trato no es un trato si no se celebra con un par de copas, o tres.

Le estrecho la mano que me tiende con una sonrisa de sincera alegría.

- Bien por esa copa. Espero que podamos hablar luego tranquilamente sobre los aspectos que deba conocer de nuestros planes a partir de ahora. No os preocupéis, yo sólo tenía que salir de esa luna infecta, así que no os daré problemas con eso, pero me gustaría estar enterado de qué es lo que vamos a hacer ahora...o más concretamente, qué es lo que soléis hacer.

Doy unas palmadas en la sonora carcasa de R5. Estoy contento, verdaderamente hemos salido de ese maloliente pozo de oscuridad y desesperanza. Con sólo un poco más de suerte, puede incluso que tenga la oportunidad de solucionar mis dudas. La Galaxia es vasta, y los contrabandistas suelen trabajar para el mejor postor.

Poniendole la mano en el hombro Estupendo! ya formas parte del equipo!!! y con una enorme sonrisa le contesto Planes? que planes? te parece poco seguir con vida? y me echo a reir contento de tener un nuevo compañero con nosotros, sin olvidarnos del droide.

Empezáis a caminar a través de las calles de Mos Eisley, esa cloaca de color amarillento que, además de espacio puerto es un nido de contrabandistas, piratas y... bueno, vuestras compañías habituales.

Por el camino os sorprendéis de la cantidad de razas alienígenas diferentes que pululan por las calles, todos muy atareados, cualquiera sabe en qué.

El camino hacia la cantina es tranquilo, y fácil, ya que no está muy lejos, y pronto veis la puerta del tugurio.

Unos jawas en la entrada, un dewback, un par de deslizadores terrestres y algún robot por ahí apalancado. Veis como están entrando unas personas mientras os acercáis, y cuando ya estáis en la misma puerta un impresionante defel sale por ella gruñendo algo al cruzarse con vosotros.

Tenéis que buscar a un tal Vreis, que es el contacto que debe quedarse con la carga, esperáis que esté allí.

*Doo-DWEEEET  Beep RooTttdwEEE!*

El androide había estado silencioso durante el transcurso del recorrido, pero la fama de los Jawas los precedía. Inmediatamente  saca su sierra circular lista para cortar cualquier dedo de esos ppequeños rapaces que trate de siquiera tocar el polvo sobre sus latas.

Sonreí ante la inquietud de R5, y me acerqué a él por el lado donde no amenazaba con su "cortapizzas".

- Tranquilo, he oído sobre ellos. Son cobardes y oportunistas. Miran mucho, pero no se atreverán a acercarse si ven que puedes defenderte bien...y que estás acompañado. De todas formas, creo que ya no hará falta recordarte que no debes alejarte mucho.

Le doy un par de golpecitos leves con la palma en lo alto de la carcasa, a modo de gesto amable. Mi otros compañeros parecen saber hacia dónde se dirigen, a pesar de "no hacer planes", como me habían confesado apenas hacía unos minutos. El lugar al que nos acercábamos parecía peligroso, quizá por una sensación extraña o un sexto sentido entrenado sin querer tras los años pasados en la luna del contrabandista. En todo caso, en aquel lugar parecía que los malhechores tampoco sentían la necesidad de disimular.

Voy fijandome en todos y cada uno de los seres que hay y alerta en todo momento, con la mano muy cerca de la pistola blaster, nunca me ha gustado esta ciudad ni lo que hay en ella, es lo peor de ser socio de una contrabandista.

Decididamente, la cantina de Mos Eisley me demuestra que estamos en uno de los sitios más lejanos del centro de la galaxia. La música es antigua, los parroquianos patéticos, y ni siquiera tienen un droide-camarero. El único motivo por el cual estamos aquí es por el cargamento que me puede salvar la vida.

Aún así, sonrío, espero que las copas no sean caras y encontrar a Vreis. El dinero fresco nos irá bien a todos. Sobretodo para devolvérselo a Dreedo. Me acerco a la barra. ¡Eh! Tres copas de Kreenagh. Pido al camarero. Miro a ambos lados. ¿Sabes dónde puedo encontrar a Vreis?

Entráis a la cantina y os cruzáis con unos tipos que salen fuera. La música retumba y el ambiente está muy cargado, tanto por el humo como por olores corporales de todos los sistemas. Hay un crisol de razas impresionante, ni en Nar Saaddha había algo igual.

Un grupo de humanos y un gamorreano se dirige a una mesa donde se juega al sabbacc, y en la barra se sirven bebidas exóticas por un cantinero humano.

De hecho es la primera persona que os habla:

-Eh, ese androide fuera. Aquí no servimos a gente rara. A la calle!

Asentí sin pensarlo mucho. En el fondo me esperaba algo así, la típica sinrazón que puebla los lugares como aquel, donde lo "raro" era un droide R5, un astromecánico estándar de buena factura, aunque quizá algo cascado, que no podía pasar desapercibido entre una miriada de malhechores y delincuentes de todo tipo y condición.

- Vale, vale - contesté.

Me dirigí a mis nuevos compañeros con rostro inexpresivo.

- Será mejor que salga con R5 - les dije, con ojos llenos de resignación -. No creo que sirva de mucho aquí dentro y no me gustaría dejarlo solo en la calle.

Si, sera lo mejor Dheeron, Tixanai y yo nos encargaremos y te daremos un toque al comunicador si hay problemas. Le digo muy serio a Dheeron. Ademas, no puedes dejar a r5 solo, a saber que puede hacer! esto ultimo con una leve sonrisa.

- Pues no tengo comunicador - confesé mientras me alejaba hacia la salida - pero vamos, que estaremos aquí mismo, en la entrada. No creo que pase nada malo por estar un rato fuera, ¿verdad?

Sonreí al salir. La gente se había vuelto completamente adicta a los comunicadores, a la sensación de estar continuamente comunicado, disponible...a no sentirse solo. Yo había estado mucho tiempo solo. Era mi estado natural. Quizá el hecho de que en tres años sólo hubiera sacado un droide como toda "amistad" en un mundo, por lo demás, en el que era más inteligente confiar en una máquina que en un ser vivo, indicaba de qué naturaleza era yo. Y antes de eso, antes de la luna del contrabandista, a pesar de la compañía, que no era mucha, a pesar de todo, pasaba muchos ratos solo, en mis cosas, sin oír más sonido que el del aire cuando mecía algo.

Llegué fuera y me coloqué en una esquina a la sombra, con cara de no buscar problemas pero de no ser tampoco una presa fácil. Dejé el blaster de bolsillo suficientemente a la vista. Era un arma pequeña, pero era un arma.

Os acercáis a la barra, rodeados de todo tipo de criaturas, entre los que se encuentran un duros que charla en tono alto con un humano de cara desfigurada, un anzati alto que mira os mira por encima del hombro, y un advosze de gesto serio, que bebe sin compañía una bebida de color verde y humeante.

Tixani pide Kreenagh para dos y el cantinero os pone dos vasos de un líquido verde fluorescente que humea, y huele a alcohol y frutos secos.

-No sé que carajo es Kreenagh, pero estoy seguro que mi brebaje estrella le supera. Y no contéis con Vreis, lo frieron ayer mismo, es cadáver. Muerto, fiambre.

Vaya, la cosa se complica.

Salís a la puerta, y los jawas se miran, dan saltitos y dicen cosas en su estúpido idioma, pero no parece que pasen de ahí, al ver a Dheeron.

Fuera la ciudad sigue su ritmo: algunos deslizadores que hacen que robots y paseantes se aparten de su camino. Un bantha tratando de abrirse paso, cargado hasta los cuernos, y almas de todas las razas en sus tareas habituales. Todo un espectáculo.

Los dos soles de Tatooine están descendiendo hacia el crepúsculo, que queda aún algo lejos.

Mientras estáis allí en la puerta veis que se acerca un tipo, un humano, y entra en la cantina. Un minuto después entra otro humano.

¿Hacéis algo durante la espera?

*BWEEp Too TWEEEooT!*

Orgánico olvidadizo, parece que por una pérdida de datos se le olvida que un astromecánico sería inútil sin poder comunicarse constantemente con el equipo de mantenimiento.

R5 Abre uno de sus compartimientos para mostrarle al ingeniero donde está el intercomunicador, en caso de necesitarlo.

Vaya! otro problemilla digo mirando a Tixanai no dejan de aparecer, no te parece? y ahora que hacemos con la carga? hago una breve pausa no sabras de algun otro en este apestoso lugar que pudiera estar interesado en nuestra carga, verdad? le digo a Tixanai pero esta vez mas bajito para que quede entre nosotros

Estamos en el culo del mundo, pero quizás pueda mover algún contacto. Murmuro a Jack. No las tengo todas conmigo, pero tenemos un cargamento de armas ilegales en el compartimento de carga que me están empezando a quemar. No me gusta todo esto. A ver si me pueden contar algo más. Hago una señal al camarero. ¿Y con quién solía estar Vreis? Tenía una cita con él... Sonrío para que suene convincente.