Partida Rol por web

Otros Mundos I : Los Chicos de Jim Hopper

Día 1. Infierno esmeralda.

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15/10/2022, 10:41
Jim Hopper
- Tiradas (2)

Notas de juego

Ese mamón no parece tener armas de área ni artillería, así que voy a montar un nido de ametralladora personal, usando alguna de las construcciones más resistentes, de esas de adobe. Reforzaré techo y paredes con chapas y restos de blindaje. Montaré una trampa rudimentaria con granadas en el techo del cobertizo y me haré con todas las armas que pueda.  Quiero saber si hay lanzagranadas, me vendrían de perlas.  

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15/10/2022, 11:28
Morgan Merl

El miedo, para tipos como el sargento Merl o sus compañeros de armas, los hombres de Jim Hopper, no contenía el mismo significado que para el resto de los mortales. Ese sentimiento de angustia, esa sensación de alarma, que podía incluso paralizar tu cuerpo y tu entendimiento, funcionaba de otra manera. Era, simplemente, un picor pasajero en la piel del brazo, en la mano, la espalda o la cabeza. 

Te rascabas y no le dabas importancia. Continuabas a lo tuyo. 

Era el sonido del tráfico. Una espina de pescado en la comida. Un mal día de reuniones imprevistas, los niños llorando al llegar a casa, el rechazo de tu mujer para el polvo de esa noche. 

El miedo era una molestia apenas dibujada en su día a día.

Morgan corrió. Con mil pensamientos a la vez en su cabeza. Dispara. Nos hemos separado demasiado. Aguanta Gustav. Dispara. Dale duro, amigo. ¿Hopper? ¿Ahora se dedica a replicar como un loro? Joder, dispara. Aguanta.

-¡¡Aguanta, amigo!!

Peleaban. Una lucha de dos colosos. Dos gigantes. Dos titanes nacidos de otra dimensión. Nada de lo que veía sorprendió a Morgan. La fuerza, la agilidad, la rapidez. Un nuevo soldado excepcional. Ellos, conejillos de indias. Conejillos cabreados. Muy cabreados.

Solo dos cosas sí que le asombraron. Que Gustav no le hubiese acertado con su arma del infierno barriendo la selva y que ahora no acertase con el machete. No podía ser. No. Seguro que estaba herido, seguro que el maldito polaco le rajó carne y músculo. Y una tercera. No había esperado a que les atacase directamente, cuerpo a cuerpo. 

Se detuvo al ver caer a su compañero.  Un segundo de duda. Encaró el arma. Apretó el gatillo. La granada voló, una estela de fuego. 

¿Quién soy? Un médico que mata. Defendiendo la Patria. A los amigos. A mi familia. A todas ellas. Un cirujano que cuidaba de los suyos. Hace mucho tiempo que no soy sanitario. El guerrero devoró al médico. 

Apretó los dientes contemplando como Gustav y la zona circundante estallaba en llamas. Gustav, la selva, las plantas, los insectos, tierra y piedras, todo se pulverizaba, ardía, se transformaba en una hoguera voraz. 

Sin tiempo para pensar, únicamente para actuar. Giró su fusil hacia los alrededores. Emergió lluvia horizontal cargada de muerte, ira, frustración. Violencia. Todo contenido en el envase hermético donde guardaba sus emociones Morgan. Alzó el cañón a las alturas, sin dejar de disparar.

Cargador. No esperó. Saltó a un lado, corrió y, tal vez, rodó, aquí y allá. Se parapetó detrás del tronco de un árbol; de una roca. Cambió el cargador. Apretó los dientes. Sonriendo. 

Sonriendo a la señora de la guadaña. Confiaba en que fuese una chica y no un tipo sucio y feo como en aquella película del tipo ese sueco, Bergman. Una chica mala, fumando, de largas uñas y deseos sucios. 

Pestañeó. Déjate de tonterías. Y ahora, ¿qué?

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15/10/2022, 11:54
Morgan Merl
- Tiradas (2)

Notas de juego

Lanzo por destreza, disparar, e inteligencia, por si a Merl se le ocurre algo como soldado que yo como jugador no alcanzo.

No lo hago por perc, ya que comentas que no lo veo en este turno (y si es al final del mismo, serían tres tiradas).

Rsultado 11, otra vez el modificador en vez de dificultad nos está pasando varias veces, jajaja.

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17/10/2022, 19:16
Rico Flores

Hopper por fin parecía despertar y comenzaba a dar órdenes. Rico se cuadró al recibirlas - Ni idea, Capitán... podría asegurar que era virtualmente imposible que me viera... - Alzó de nuevo la vista hacia los árboles que les rodeaban - ...debe de tener algún tipo de tecnología que desconocemos... - Ya que ellos mismos estaban con la teoría del equipo experimental ¿por qué no seguirla también? No estaba dispuesto a dejarse sorprender de nuevo, pero todo eran hipótesis...

Se acercó a Tortuga tras inspeccionar las zonas de acceso. Era inútil buscar los puntos obvios a nivel de suelo, así que le señaló los "pasillos" más obvios por los que podría pasar. Seguramente confiara en la efectividad de su camuflaje y no se molestase en cubrirse o aprovechar la vegetación. Eso denotaba algo de arrogancia... la misma que, de alguna manera, había notado al sufrir el ataque. ¿Por qué no le había eliminado directamente? Él no hubiera dudado un segundo en eliminar a un objetivo expuesto... Había algo más... Eso se creía muy superior a ellos... Quizá tuviera razones para ello... Y ese pensamiento le tocó en el orgullo una vez más.

No había un plazo de tiempo fijado. No sabían cúanto podría tardar en regresar, si es que lo hacía. No estaba del todo conforme con su arma. Era mucho mejor que la pistola, desde luego, pero los Kalashnikov eran más conocidos por su fiabilidad y potencia que por su precisión. En ese campamento habían habido rusos... Con suerte podría encontrar un Dragunov... ***

 

 

- Tiradas (5)

Notas de juego

*** fallo en la tirada, me equivoqué y puse la dificultad en el modificador, de todas maneras, salió 79, así que fallo... 

Joer, que no paro de cagarla XDDDDD... bueno, que pierdo el tiempo buscando T_T

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17/10/2022, 23:58
Director

—Tendrá su Cuatro de Julio capitán. El mejor cuatro de Julio que haya visto nunca —dijo Tortuga, escupió; una masa negra y maloliente provocada por el tabaco que estaba mascando —. Me refería al saltarín. ¿Por qué iba a venir a por nosotros? Aquí apenas queda nada para nosotros. ¿Qué puede querer él? —No había motivación, solo muerte —. No sé cuánto me pagarán en la granja, señor. Pero después de esto, remover mierda de caballo es algo que podría hacer gratis.

Gonsalves se marchó para arreglar la radio. Tortuga le hizo un gesto a Rico, que le indicase que árboles debía minar. Hopper preparaba su trampa. Alrededor de la cabaña de García. Pero Tortuga, haciendo honor a su nombre, iba lento. Confiable, seguro, pero lento. Rico preparó los cascabeles para el gato. Aquí y allá; cargadores vacíos, botellas de cerveza, latas de aceite. Trampas sonoras, algunas más evidentes que otras. Al menos que pudieran escucharle.

Tortuga empezó a trabajar en la trampa explosiva. Minucioso, dedicado, concentrado. El tiempo volaba.

—Si vas a minar la cabaña, prefiero trabajar en la radio en otro sitio —dijo la guerrillera —. No es que no me fíe, pero…

Tortuga asintió, ayudó a la mujer a mover la radio, las herramientas. Hablaron un rato. Tortuga se veía cómodo en su presencia. Rico iba de un lado a otro, buscando por las cabañas, en cada cobertizo, en cada esquina. Perdió un tiempo valioso para seguir con las manos vacías.

Jim trabajó duro. Su pequeño búnker para el apocalipsis. Adobe, metal, madera, la pared lateral de un autobús, el capó de un jeep, cualquier cosa que pudiera clavar, pegar, soldar o recortar. No le llevó mucho fabricar una construcción demencial, un Frankenstein de las posiciones defensivas. Lo llenó de armas, sobretodo AK, hasta que pensó que quizás serían demasiados AK. No encontró el lanzagranadas, pero si granadas. Intentó minar el techo, Tortuga le ayudó.

—Si no lo hace con cuidado se quedará sin cejas, como el ratón Mickey en esos dibujos para niños.

Tortuga ayudó al capitán, sus propios deberes fueron olvidados. Rico dio de bruces con su oficial. No había empezado con el agujero.

—¿Es eso lo que buscas? ¿Una pala? —preguntó Gonsalves, Rico negó. Buscaba un arma —. Haber preguntado. Llevo meses viviendo aquí.

Gonsalves desapareció, en cinco minutos volvió con un pesado maletín. Lo tiró a los pies de Rico. Dragunov, semiautomático, mira de precisión. Nuevo, a estrenar. Parte del equipo que los rusos de Sergei no habían llegado a estrenar. Jim aprovechó para pedir su lanzagranadas. Gonsaves le trajo un mortero. No había nada más.

—Solo tenía que pedirlo.

El tiempo, el trabajo duro. El calor. Las horas. ¿Volando? O los minutos. El mundo a su alrededor se desdibujaba, era un espejismo, un fantasma de capa verde que no estaba ahí. No se encontraban seguros. Miraban a los árboles, a sus espaldas. Cualquier ruido anómalo generaba inquietud, temor. Gonsalves terminó su trabajo con una sonrisa.

—La radio, señor. Por si quiere llamar a su amigo.

Ni rastro del sargento, tampoco de Gustav.

- Tiradas (2)

Notas de juego

El nido de violencia de Hopper. Listo.
Los cascabeles de Rico. Listo.
Posiciones elevadas minadas. Listo.
Radio. Listo.
La cabaña de García explosiva. Trabajando en ello.
Trampa de la araña. No se ha empezado.

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18/10/2022, 00:25
Director

Disparó una ráfaga, luego otra. Instinto, rabia, supervivencia. Azar. Cero feedback. Las copas de los árboles se mecieron con la letalidad del acero propulsado. Una granada, un estallido de luz. Fuego, aire caliente, tierra, un árbol cayendo. Una nube de polvo. Nada. Otro cargador, listo para la defensa. ¿Cuántos necesitaba para acabar con ese cabrón? El rostro de Gustav se hundía en el barro formado por su propia sangre. De vuelta al lodo. Merl esperó. La sangre congelada en sus venas, el dedo prisionero sobre el gatillo de su arma. Sus ojos, de un lado a otro, buscando. Una rama que se meciera, un tronco que se hundiera bajo un peso invisible, el sonido de la corteza al crujir, cualquier cosa. Nada. Su rival se movía por el terreno con la delicadeza de una bailarina de ballet para caer sobre los soldados como un martillo pilón.

Tres puntos rojos surgiendo de la nada. Primero en su pecho. Subieron hasta ponerse sobre su frente. El cazador cazado. Merl esperó una explosión de luz, un láser cruzando en su dirección desde ninguna parte. No sucedió. Escuchó el sonido de algo vivo, un ruido ajeno a la jungla. A su alrededor había un círculo de llamas, pequeños fuegos se habían esparcido por la jungla, la tierra se había vuelto negra. Una arena. Algo enorme, e invisible, cayó pesadamente en su centro.

Merl se sentía a merced de su captor. Ahora podía ver como el triple láser nacía de una posición a menos de quince metros de él. Escuchó unos botones al ser pulsado, algo mecánico, rudimentario. La figura se aclaró, la luz se abrió. La incógnita, al fin, fue despejada. Haces de luz eléctrica recorrieron una silueta enorme antes de mostrarla.

Él, el cazador. El depredador. Nada que ver con los hombrecillos verdes.

Humanoide. Más grande que Gustav, de músculos exagerados sin parecer torpe. Sus manos eran largas, rematadas en uñas afiladas. ¿O eran garras? Su tono de piel era blanco grasiento y verde, color sapo, moteado. Llevaba una larga cabellera trenzada, tribal, salvaje, y una máscara de metal con dos pequeñas rendijas. Un grueso brazalete en una de sus muñecas, en la otra, uno más estrecho. Maquinaria. Nada ornamental, armas, supo. En su hombro derecho un pequeño cañón de boca negra que le apuntaba directamente entre los ojos. Parecía sacado de una revista barata de ciencia ficción. Había cráneos humanos colgados de su cinturón. Orejas y dedos de su cuello. Y una bolsita de cuero donde seguramente guardaba dientes o las pelotas de sus víctimas. Trofeos.

La criatura lo contempló desde dentro de su yelmo. A pesar de estar sangrando por infinidad de heridas, no parecía debilitado. Merl reconoció los cortes del machete de Gustav, varios disparos, seguro que alguno era suyo, las heridas del cuello y dos impactos en la máscara, donde Rico había descargado su cargador.  Su sangre era de un verde luminoso, intenso. Un ser humano ya se habría derrumbado. Pero esa cosa no era humana.

El triple haz de luz bajó de su frente a sus manos, a su arma. Hubiera podido dispararle en cualquier momento. No lo hizo. Trataba de hablar con él. Comunicarse. Encuentros en la tercera fase. La primera y la segunda habían sido explosiones, muerte y un baño de sangre. Rugió, desafiante, agresivo. La criatura se había batido en combate cerrado contra Gustav y eso había encendido su sangre. Quería lo mismo. Quería más. Sangre, pelea, adrenalina. Era un psicópata, un asesino. Un aficionado a la caza deportiva.

Apagó el haz de luz, aunque el pequeño cañón seguía apuntándole. Unas cuchillas gemelas surgieron de uno de sus brazaletes. La sangre de Gustav aún estaba caliente en ellas. Sería a cuchillo entonces.

—¡Vamos Merl! ¡Ese cabrón es nuestro!

Era la voz de Linda, monstruosa, cibernética, acartonada, surgiendo de la máscara del cazador. Una provocación.

Notas de juego

No hace falta tirar voluntad porque Merl tiene la sangre de hielo, pero el tio acojona.

Puedes disparar en cualquier momento, pero tu amigo también lo hará. A esa distancia, es cuestión de tiradas. Su arma se activa con la máscara, con el pensamiento. ¿Te sientes afortunado hoy?

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18/10/2022, 08:06
Morgan Merl

 

Notas de juego

¿A qué distancia estamos? 

Hablas de si disparo. ¿Y si Merl trata de escabullirse, también disparará el Predator? Es decir, única opción de que no dispare (si juega limpio) es que Morgan suelte el fusil ¿?

Estamos rodeados de selva, es un pequeño claro, imagino, la arena que mencionas. 

Me parece que voy a sentirme afortunado. Darse de hostias no parece una opción. Aunque puedo después salir corriendo XD

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18/10/2022, 21:20
Morgan Merl

¿Qué es eso? Se preguntó el sargento primero Morgan Merl. Él era alto. Aquel tipo superaba bastante los dos metros. Se miraron.

Asombrado, Morgan retrocedió un paso. Aguardó a una muerte rápida, como la de Linda. Un fogonazo, un destello, un bisturí abrasador cortándole la carne, rajando y quemando órganos internos. Con suerte, le daría tiempo a apretar el gatillo. Su dedo se deslizó al pulsador de las granadas.

Su lengua se paseó por el interior de una boca seca y muda. 

¿Qué eres? ¿Un mutante? ¿Hasta dónde habían llegado esos experimentos? - ¿Qué han hecho contigo? -Merl seguía pensando en términos humanos. Tenía frente a sí un guerrero inconcebible, a una máquina de matar poderosa, a un cazador primitivo, a un soldado cargado de tecnología nunca vista. 

Retrocedió, intimidado, otro paso cuando rugió. ¿Un hombre podía hacer eso? Morgan observó en derredor, a la selva. Buscando una salida. Una oportunidad. ¿No es esto lo que esperabas, lo que andabas buscando? Tragó saliva, apretó los dientes, su respiración se hizo pesada y costosa. Algo viscoso, oscuro, sucio, le oprimía el pecho. ¿El miedo? 

El trébol de luz desapareció. El arma del hombro, fijado su blanco en él. La voz de Linda traspasándole el cuerpo hasta la médula de los huesos. Agitando su alma en una coctelera de emociones y sentimientos. La ira le subió a la garganta, y Merl estuvo cerca de soltar su fusil, desenvainar el cuchillo y cortarle la garganta a ese espantapájaros de mierda. 

Sin embargo, el dedo seguía tenso en el dulce y suave gatillo. Sus ojos se achinaron, su mirada experimentada que tantas guerras había visto se entrecerró. Iba y venía de la máscara al cañón, a la selva detrás de su enemigo, de vuelta al arma y a las hendiduras de la máscara o casco completo. Morgan también lo encañonaba.

Estaban igualados. 

No te voy a dar la oportunidad de que me arranques el corazón ni me quiebres los brazos, hijo de puta. 

- ¿Me entiendes? ¿O eres un loro grande como estos de la selva que se cayó en la marmita? ¿Qué eres? Soy el sargento primero Moran Merl, comandos operaciones especiales del ejército de los estados unidos. ¿Acaso no eres uno de los nuestros?-Merl estaba a una décima de latido de disparar la granada.

-Quiero ver tu cara igual que tú ves la mía. Quiero ver lo que te han hecho esos científicos sin escrúpulos.*

Notas de juego

*No digo lo de quitarse la máscara para que no controle el cañón del hombro, sino por la curiosidad de Morgan acerca de su aspecto. Si bien dejo dos tiradas. La primera, por si el tipo se quita la máscara, aprovechar y dispararle. Je.  Es decir, que no va a esperar a verle el rostro.

La segunda para brincar hacia la selva (que lo mismo la onda expansiva le llega a Morgan), quince metros, tal vez algo le de).

No creo que el Predator caiga en esa trampa. O sí, quién sabe. Si no se quita la máscara, Merl se moverá un mínimo, para comprobar el cañon le sigue. Y disparará, ya que no puede esperar a que el otro lo haga antes si no se fía del sargento. 

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18/10/2022, 21:55
Morgan Merl
- Tiradas (2)

Notas de juego

Bien, en nuestra línea de resultados XD

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20/10/2022, 00:03
Director
Sólo para el director
- Tiradas (2)
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20/10/2022, 07:37
Morgan Merl
- Tiradas (3)

Notas de juego

Constitución, con superv, sería éxito.

Lo hemos intentado XDD

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20/10/2022, 18:49
Jim Hopper

Es usted muy buena encontrando cosas, Gonsalves —dijo, evitando mostrarse demasiado enfático.  No quería que la mujer pensara que se estaba riendo de ella —. Una habilidad muy útil, tanto aquí como en los Estados Unidos.  Un comentario intrascendente que Hopper sabía que emitía un sutil olor a esperanza. Una zanahoria para que Gonsalves siguiese tirando del carro.  

No dijo más y, tras su esfuerzo construyendo su bunker personal se dedicó a inspeccionar su nueva base.  En pocas horas el olor comenzaría a ser nauseabundo, así que decidió ir arrastrando los cadáveres uno a uno hasta la zona donde la empalizada se había roto, en una suerte de macabro dique.

Una mina aquí también, Tortuga, entre los guatemuertos, como hacían esos jodidos birmanos ¿Te acuerdas?. Claro que se acordaba. Tortuga se acordaba de todas esas cosas horribles, las guardaba en un lugar oscuro de su mente hasta que rebosaban. Bueno, le quedaba poco de toda ésta mierda, no iba a ponerse delicado con él.

—¡Rico! —aulló a continuación —¡Aún no veo arañas, Rico! ¡Déje de masturbarse con esas armas comunistas y doble el lomo, joder! Nos está cayendo la puta noche encima, Merl y Gustav deben están a punto de volver.

Hopper estaba hiperactivo, como un lemming antes de precipitarse al océano. Postergaba a base de enfermiza actividad el momento de llamar a Dillon.  ¿Y si el jodido negro insistía en recogerles en el punto de extracción? ¿Y si les mandaba un helicóptero en el campamento al amanecer, sin que el frígido de su sargento y el polaco sádico hubiesen vuelto?  Hopper nunca, nunca, dejaba a nadie atrás.  

Tan pronto estemos en posición y se haga de noche lanzaremos una bengala.  Los hijos pródigos volverán al verla y ese cabrón despellejador les seguirá. 

»Gonsalves, usted mantenga la radio encendida y contacte si es necesario. Le he anotado los códigos en una hoja, tenga. 

»El plan es que yo seré el cebo. Haré ruido, dispararé mis infinitos AK-47 como si estuviese pasado de coca. Cada quince minutos de reloj, una ráfaga. Vosotros atentos a los cascabeles, no se nos escape el gato. 

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22/10/2022, 00:44
Director

Jim Hopper, el azote de los guatemuertos saltimbanquis, contemplaba con cierto placer como la base se convertía en una trampa letal para cualquiera que osase entrar en ella. Incluso se había ofrecido de cebo. Tortuga estaba cumpliendo, a su ritmo. Un profesional, se le echaría de menos cuando dejase el cuerpo. Gonsalves también. Servicial. Torció el gesto cuando Jim entonó el himno americano y lo bien que se vivía allí. Una referencia velada. Pero a Gonsalves no se la podía engañar, sabía cuándo la querían para bailar o para follar. Y Jim no era un buen bailarín.

—Usted asegúrese de quitarle de encima la garrapata de Wilkinson a mi hijo, lo demás no importa.

Demasiada muerte, demasiado dolor. La misma historia de siempre. El eterno peón incapaz de escapar de la suerte con la que había nacido. Hundida en la mierda durante toda la vida para morir de forma horrible. Y seguía luchando por un hijo del que no sabía nada desde hace meses.

Jim ajustó su pequeña trampa aquí y allá. Le estaba echando la bronca a Rico cuando Gosalvez le interrumpió.

—Capitán…debería escuchar esto. Es urgente.

Los cuatro se metieron en la apretada sala donde una chisporroteante radio escupía palabrotas. Dillon.

 Estática, una llamada sin respuesta. Gonsalves ajustó los parámetros, movió la antena portátil buscando un agujero entre las copas de los árboles. Contacto.

—¡Jim! ¡Joder! ¡Ya era hora! —Dillon, el negro, con suficiente aplomo como para empezar una guerra y terminarla él solo. Se le percibía nervioso —. He tirado del hilo, Jim. Hay gente de los nuestros implicada. Calla y escucha, no tengo mucho tiempo.

No costaba mucho imaginarse a Dillon con su manaza alrededor del micrófono, como si quisiera estrangularlo.

—J.T. Hoover. Ese es el cabrón. Inteligencia. Lleva años aquí, agarrado a su puesto como una culebra a una bota. Desvío de fondos, soborno, asesinato, pruebas de armas de nueva hornada a espaldas del Tío Sam. ¿Sabes dónde tiene su base de operaciones? Premio, Guatemala. El triángulo de las Bermudas. Así las gastan sus chicos; son limpiadores. Todo el que asoma el hocico, lo borran. No sé cuáles son sus asuntos, pero son sucios de cojones. Y ahora estamos en medio. Tú y tus muchachos más que nadie.

Hablaba de forma atropellada, como si no tuviera tiempo para decir todo lo que tenía que decir. Se empezaron a escuchar golpes y otras voces detrás de la del negro. Iban a por él.

—Nuestro hombre es un observador. La mano derecha del presidente. Se suponía que tenía que echar un vistazo y aprobar los presupuestos para que el tinglado que tienen ahí montado siga adelante. Creo que iban a cerrarle el chiringuito a Hoover. ¿Entiendes? Los rebeldes derribaron el helicóptero. Hoover se aprovechó. Es un cabrón megalómano. No importa que cabezas rueden. Si nuestro hombre firma esos documentos, el proyecto seguirá adelante.

El proyecto. Sonaba feo. Muy feo.

—El gas Sarin, el Napalm, la bomba nuclear, no es nada comparado con lo que este cabrón tiene entre manos. Escucha, Jim. Tienes que sacar a nuestro hombre de allí. Intentarán que apruebe el proyecto; tortura, drogas… Si lo aprueba, sería una locura.

Sonó tan serio que incluso a Jim se le erizaron los pelos de los brazos. ¿Qué podía ser peor que el armamento nuclear o la guerra bacteriológica?

—Te he buscado una vía de escape. Mercenarios, pero amigos. Un tal Dutch. Es un mamón arrogante, pero es de fiar. Te envío las coordenadas. Estarán esperándote, tres días a partir de mañana. No te fíes de nadie más. Hoover tiene untados a unos cuantos…

Se escuchó un ruido inconfundible, una puerta al ceder.

—Cabrones…—gritó Dillon.

—¡A por él!

Pasos acelerados, golpes, el crujir de la madera. El micrófono rodando por la mesa. Puñetazos, un lamento, el goteo de la sangre. Más pasos.

—¡Paradle! ¡Paradle!

Gruñidos, un forcejeo. Al final, un disparo al aire.

—Ya basta —una voz ajada, vieja. El mal —. Cinco de mis hombres son incapaces de reducir a un negrata. Lamentable. Sacadle de mi vista.

—¡No les escuches Jim! ¡No escuches sus mentiras! —Dillon, antes de ser golpeado, reducido y expulsado.

Ruido, alguien colocando los muebles. La misma voz ajada, esta vez sonaba más cercana.

—¿Hablo con el capitán Jim Hooper? Soy J.T. Hoover, director de la Sección S de Inteligencia. Ahora estoy al mando de su operación —no esperó réplica ni dio más explicaciones, estaba acostumbrado a mandar —. Aborte la misión, repito, aborte la misión. Diríjanse hacia el punto de extracción.

Su voz sonaba como la de un cadáver momificado masticando polillas resecas y quebradizas.

—Le envío las coordenadas. Vuelven a casa, se han ganado unas vacaciones. 

Notas de juego

*Las coordenadas que os ha enviado Dillon no tiene nada que ver con las que os ha enviado Hoover. Las de Dillion están cerca de la Zona Prohibida. Mientras que las de Hoover están cerca del lugar por donde entrasteis a Guatemala. Esta última está más cerca.

Os adelanto este miniturno por si cambiáis de parecer dadas la nueva información que tenéis ahora. Si, es sorprendente, pero la partida tiene un poquito de trama más allá de Predator.

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22/10/2022, 00:51
Director

Sargento Morgan Merl, un tipo duro. Un tipo que era algo más que una máquina de matar. Todos sus sentidos le decían que aquella criatura, aquel hombre mejorado, deseaba un combate cuerpo a cuerpo. Una suerte de honor retorcido, una moralidad medieval, un código personal para la violencia y la muerte.  A su vez, la parte que le había mantenido vivo durante todo este tiempo le recordó una de sus máximas; nunca te fíes del enemigo. En lugar de soltar el arma, soltó la lengua. Quería ver su rostro. Quería prolongar el hilo de su vida un poco más. Coserlo a cuchilladas, reventarlo con una granada. No terminó su discurso. Como en un duelo a las afueras de la ciudad, al amanecer, ambos solo estaban esperando el momento de matarse mutuamente.

Él disparó primero. Sin gatillo. Un arma sofisticada. Merl vio el fogonazo de luz, el haz de luz azul tratando de alcanzar su corazón. Los tres puntos rojos siguiendo su estela. Sintió un calor abrasador y un frío destructor cuando el impacto atravesó su brazo izquierdo. Una herida perfecta, cauterizada, que se llevó parte de su bíceps y un raspón de carne y piel de su espalda.

Una granada, un fallo. Explotó, atrás de esa cosa. Un infierno de llamas y su demonio personal. Otro fogonazo. Merl ya estaba corriendo. Sus ojos lloraban por la intensidad de la luz. Se dio de bruces contra una rama baja, le tumbó, le hizo sangrar. Pero el láser falló. Se arrastró. Se puso en pie. Empezó a correr. El corazón le latía con fuerza. La herida gemía, su brazo pendía inerte. Podía moverlo, pero el dolor era atroz. Se había llevado un pedazo de él. La selva le sacudió en los morros. Escuchó a sus espaldas un sonido eléctrico. El cabrón se había vuelto invisible otra vez. Nunca había pretendido pelear con él. Estaba herido y quería acabar con él cuanto antes, eso era todo. Nada de honor, práctico y funcional, como una 9 mm oculta en entrepierna.

Su pulso estaba acelerado. El hombre de hielo empezaba a derretirse. ¿Hacia donde estaba corriendo? ¿Norte, sur? ¿Dónde quedaba la puta base? Los árboles se movían tras él. El supersoldado era rápido. No solo era su maquinaria. Sus músculos, su fuerza, eran algo nunca visto. El diablo, la selva interminable y él. El diablo cazador de hombres. Por poco se le fue la pinza. El miedo, intenso, clavando sus dientes en su piel curtida. Los ojos, brillantes, siguiéndole por la selva. Por los árboles. Arriba, abajo, en todos lados. La adrenalina detuvo sus desvarío. Su mente se reseteó. Un instante de lucidez. ¿Y ahora qué?

Notas de juego

Merl ha tenido un breve ataque de pánico, por eso de estar a las puertas de la muerte y verse perseguido por esa cosa invisible,  y por recibir el impacto  un láser alienígena. A pesar de las tiradas, ha sido una decisión inteligente. Te dejo la ficha de nuestro amigo en abierto. El tipo iba a dispararte en cuanto soltases el arma.

 

Hay un minipunto si sabes lo que es un sloar de fuego…XD

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23/10/2022, 13:03
Morgan Merl

Corriendo. Se giró, disparó ráfagas hacia lo alto de los árboles. Delataba su posición. ¿Acaso el tipo no lo sabía ya? Seguramente solo esperaba un buen blanco.

Corriendo de nuevo, cayendo, lastimándose con los troncos de los gigantescos árboles, con las raíces gruesas sobresaliendo del suelo, como largos brazos de cadáveres putrefactos, intentando que se quedase con ellos. Atraparle en su dulce lecho de hojarasca, semillas, lombrices, insectos. Huesecillos. 

Un retorno a la naturaleza.

Gustav. Pensó en él. Un destello en su mente acuchillada. Él ya había regresado a la madre tierra. En un feroz y salvaje combate. Como el guerrero que siempre fue. "buen viaje, amigo. Que las valkirias te acompañen en tu camino". Se despidió en silencio, en un susurro contenido. Quizá pronto se reuniría con él. 

Cayó y rodó otra vez. El miedo susurrándole a la espalda. La angustia besándole la nuca. La frustración riéndose en su cara. ¿había fallado a propósito, para seguir jugando con él, o el movimiento de Morgan le hizo errar el disparo? Tenía pinta de lo segundo. Un ardid. Una burla. Un puto farsante.

Una vez más abrió fuego sin ver a su enemigo. Corría, cuando se golpeaba el brazo izquierdo con una rama, una hoja enorme y dura, un roce con la rasposa corteza, apretaba los dientes hasta sangrarle las encías, soportando un dolor diez veces peor que el de un cólico nefrítico. Punzadas de intensidad intermitente, oleadas de fuego. Ardor. Sudores fríos. Observó la herida unos instantes, ni siquiera sangraba. ¿Qué coño de arma era aquella? Como médico sabía que tenía el brazo jodido. Muy jodido. Bueno, no hacía falta serlo para darse cuenta. 

Se detuvo, agudizó el oído, escuchando los sonidos de la selva, tamizados por los truenos de su corazón. Afiló la mirada, con intención de captar los movimientos de su perseguidor, la rama que oscila, el pájaro que vuela o el mono que salta. Algo. Una señal. "¿Dónde estás, cabrón?". Levantó el fusil con las dos manos para sujetarlo con fuerza, se le escapó un grito, una argamasa de dolor, coraje, valor, determinación. Su fusil vomitó otra granada allá donde creía que estaba el diablo cazador de hombres. 

Y siguió corriendo entre la exuberante maleza y vegetación. ¿Qué podía hacer si no? Brincando aquí, agachándose allá. Un instante de descanso parapetado en un árbol del grosor de cuatro hombres. La brújula, comprobó la dirección. ¿Debería intentar alejarlo de sus compañeros y darles más tiempo para prepararse, o probar de alcanzar el refugio del campamento?

Negó para sí mismo. Tenía que joder más a esta abominación y que Jim y los chicos pudieran darle un buen recibimiento. 

Emprendió de nuevo la carrera.

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23/10/2022, 13:33
Morgan Merl
- Tiradas (2)

Notas de juego

Dos tiradas. No se si puedo hacer una tercera de destreza para correr, o ya lanzas tú por el predator. 

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23/10/2022, 17:36
Rico Flores

A veces la solución más sencilla es la más efectiva... No se le notaba el rubor en su rostro gracias al tono oscuro de su piel y la suciedad, pero Rico se maldijo a sí mismo por no haber pensado en preguntarle a Gonsalves y haber perdido un tiempo precioso.

Hopper, con razón, estaba mosqueado, pero había hecho falta una "cagada" para que despertara y comenzara a dar órdenes de una vez, podría extraerse algo positivo.... En silencio, avergonzado por su cagada y a la vez satisfecho por su adquisición, se puso manos a la obra... Aunque su trabajo se vio interrumpido por Gonsalves.

Escuchó atentamente el "discurso" de Dillon como si fuera una radionovela y, de hecho, a cada dato que le daba, aquello parecía una película. Sabía que siempre habían intenciones ocultas y datos que no les eran revelados, pero eran soldados, tenían una labor, cumplir una serie de órdenes de gente que, en teoría, eran más capaces e inteligentes que ellos mismos. Así que todo se reducía en ver, oir, asimilar y cumplir, sin preguntarse qué se cocía en el backstage...

Pero allí había pasado muchas cosas contradictorias... ¿Harían caso a Dillon quien, ya estaba confirmado, les había ocultado cosas?¿O por el contrario acatarían las nuevas órdenes? El mundo de los despachos era un mundo que Rico odiaba y del que desconfiaba. No había honor, todo eran puñaladas traperas, siempre por la espalda. Luego llamaban gamberros y chusma a la gente del barrio. Por lo menos, allí se resolvían las cosas cara a cara...

Tal y como estaban esperando hacer ahora. Tenían un enemigo "definido". Sonrió ante la paradoja que significaba aquella palabra, dado el camuflaje de éste. Pero era su objetivo. Derrotarlo, devolverle el golpe si es que aparecía. O esperar a los suyos.

Hopper les había dado un plazo. No se dejaba a los compañeros detrás...

Sin querer, las maquinaciones que había escuchado por la radio se infiltraron en sus pensamientos. Si eso resultaba ser una prueba de armamento y tanto problema había en que se llevara adelante... ¿Para qué molestarse en sacar al tipo de allí? Si lo que no querían era que lo firmara, la solución más rápida y efectiva quizá fuera quitarlo de en medio...

No quería dejar a los demás tirados... Y tenía una cuenta pendiente que saldar...

Tomó aire, esperando la decisión de Hopper. Pero iba cambiando el peso de su cuerpo de un pie al otro, mostrando el nerviosismo que le producía la situación. 

 

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26/10/2022, 16:00
Jim Hopper

Hopper estaba tieso como un palo frente a la radio, alerta como si el cochambroso aparato fuese a saltarle encima.  Entrecerró los ojos y se concentró en lo que decía Dillon, en cómo lo decía, tomando notas mentales de las palabras de su hipertrofiado superior y amigo. Efectivamente, se sorprendió al confirmar Dillon que se estaba trabajando con armas experimentales peores que las nucleares.  Control mental, la jodida Arca de la Alianza, demonios amantes de los climas tropicales, todo parecía posible ya.  Maldijo por lo bajo. No le gustaba.

 

Cuando empezaron los golpes en la puerta, Hopper se sentó frente a la radio y desenredó metódicamente el cable en espiral del micrófono, sin inmutarse por el disparo o los gritos de Dillon, como si fuese alguna extraña máquina ahorrando energía, como si pudiese preveer que alguien querría hablar con él tras sacar a Dillon a rastras del despacho.

No, señor — contestó, aunque Hoover no fuese superior suyo. —Tenemos heridos, señor.  La soldado Rothrock está grave; una amputación, señor. No podemos movernos del campamento rebelde.  Solicitamos extracción inmediata en el mismo campamento — dejó pasar medio segundo —, señor.

Una sonrisita maléfica tembló en los labios del capitán. Tortuga lo supo de inmediato, Jim Hopper esperaba una emboscada en el punto de extracción proporcionado por Hoover y emplazaba a ese equipo de "rescate" a personarse en el cepo explosivo que era el campamento guatemalteco.  Con un helicóptero nuevo y ronroneante.

Dígale a Dillon que no pienso dejar a nadie atrás, señor. Por muchos demonios que haya en esta jungla, señor. —seguro que el cabronazo de Hoover había mirado su ficha. Ahí siempre señalaban ese "defecto" suyo, esa obsesión por traer a todo el equipo de vuelta

Pero le había fallado a Linda. Apartó esos pensamientos, ya se lamentaría frente a una botella de bourbon, sólo en casa, viendo el Discovery Channel, cuando hubiesen vuelto de éste infierno esmeralda.

El plan había sido urdido. Hoover podía perder el culo y traer un helicóptero sin más o hacerles esperar un par de días y traer a sus limpiadores.  Sin Gustav, Linda ni Merl no tenían muchas oportunidades de reducirles, así que, en ese caso, lo que harían sería ir a toda velocidad hacia el punto de encuentro D. 

Quizá se encontrasen con Merl de camino.

 

Notas de juego

Edit.: Chapa y pintura

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27/10/2022, 20:11
Rico Flores

Rico sonrió ante la respuesta de Hopper. Cerrando el puño y haciendo un gesto de victoria y satisfacción - ¡Seeeee! - Se dispuso a terminar los preparativos de la emboscada, tendrían jaleo, quizá con el demonio al que citaban a cada momento, o con los hombres del hijo de la chingada de Hoover...

Pero algo en el gesto del capitán le hizo dudar un instante...

Notas de juego

A ver, que no somos telépatas!!! jajaja

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28/10/2022, 00:21
Director

La cacería. Sudor, miedo. ¿No eran la misma cosa? El cuerpo reaccionando ante un estímulo que podía destruir una vida, borrarla del mapa.

Una parca despedida a un compañero que había parecido eterno, de titanio. En la guerra no había tiempo para llorar a los muertos. Ya brindaría por él, ante su tumba, en el bar, si conseguía ver un nuevo amanecer.

Merl atravesó la selva como un bulldozer, arrollando, pasando por encima de todo. La selva no iba a moverse. Merl se colaba entre sus agujeros, derribaba, penetraba en la selva más y más. La jungla contestaba, impune a sus empujones, indemne a su andar, azotando su cuerpo con ramas, troncos, raíces. Merl miraba atrás, arriba. Su enemigo era invisible. La luz no podía atraparle, tampoco las sombras. En movimiento, sus ojos jamás lo captarían. Solo, perdido. Revisó sus municiones, aun podía dar guerra. Se tomó un momento para respirar. Aire caliente dentro de sus pulmones, una gélida calma en su materia gris. La brújula, un camino a seguir.

Siguió su avance. Verde sobre verde. Una mancha marrón y roja, él. La herida no supuraba. Notaba el agujero, la ausencia de su carne ardía por dentro, le helaba el brazo por fuera. Se detuvo. Suerte o habilidad. Instinto. Lo mismo daba. Una rama que se combaba bajo un gran peso. El cabrón no había aprendido a volar. Merl disparó una granada. Había que darle con todo. Más fuego, la rama cayó, la cortina de selva se deshizo. Un gruñido. ¿Una amenaza? ¿Una palabrota? No se detuvo. Siguió su avance. La selva se lo tragó, como a tantos otros. Pero no logró masticar al sargento Morgan Merl.

 

 

Se perdió. Debió girar en el segundo árbol color verde lechoso, a la izquierda, y lo hizo en el tercero. Avanzó por la avenida de lianas en lugar de por la calle paralela. El entorno era diferente, cambiante. Veía a su enemigo en todas partes. No podía detenerse a pensar. El corazón le inyectaba adrenalina a sus pensamientos. Correr, correr y correr. Solo se detenía para recuperar el aliento, otear a su alrededor. ¿No había pasado dos veces delante de aquella planta? La botánica no era lo suyo. Todas las flores parecían iguales. La brújula respondía, corregía el rumbo, seguía moviéndose. Supo que no andaba en círculo porque no se topó con sus pisadas. Estaba cansado. No vio rastro de su perseguidor. O se había cansado, o le había perdido. O acechaba, esperando un momento de debilidad, de distracción. La muerte iba segando el césped detrás de él. No se detendría.

La última granada. Le había dado de lleno. O de refilón. Ahora estaba casi seguro de que el gruñido de esa cosa había sido de dolor. O de rabia. O una palabrota. No sabía una mierda. No sabía lo que era. Su mente divagaba entre ideas y temores. Hombrecillos verdes, el suero del supersoldado, armamento robado a las estrellas o a los chinos. Comunistas que diría Hopper.

Su sangre volvió a helarse cuando escuchó un gruñido en la distancia; ira, frustración. Demasiado lejos para ser una amenaza.

Estaba anocheciendo. Entonces lo vio, al fondo. No muy claro. Un espejismo. Una sombra gigantesca que reconoció al momento.

Notas de juego

La herida te suma +10 a cualquier tirada en la que vayas a usar ese brazo. Disparar un pistola no, pero el rifle, escalar, etc, tendrá esa penalización, aunque lo puedes usar.

Un penalizador a tus tiradas…como si hiciera falta…