Partida Rol por web

Miro con preocupación a la joven dama que tengo en frente.

- Mi señora, no os toméis esto a mal, sólo como un consejo... - Estiro la espalda y me acerco un poco a ella. - Está bastante claro que desconfiáis de Brynden, y no es que no de motivos, pero si su lealtad es dudosa, ¿cuánto más lo será si se le hace ver todo el tiempo nuestra falta de confianza? Sois joven y os cuesta reprimir lo que pensáis, y está bien, la sinceridad es una cualidad necesaria en cualquier noble, pero, ocultar la verdad no es mentir. ¿Entendéis lo que quiero decir?

Eso espero Ser Osbin -Dijo el heredero respondiendo con un tono de voz entre suplicante y cansado.-Todas éstas cosas ocurridas nos ponene en peligro a todos y no es precisamente agradable.

Las réplicas, comentaros, chanzas y pullas se repartían por el heterogéneo grupo. Hacía tiempo que Erryk abandonó el corro y había empezado a alejarse, primero aburrido y despues curioso por los distintos caminos que recorrían, con la curiosidad natural de un joven se adelantó varios pasos al caballo y empezó a marcar el ritmo de la comitiva.

-Y ese niño, no parece un escudero, sus pintas...- Sin embargo antes de que terminara su veredicto, sus palabras murieron en sus labios, una saeta certera impactó al chaval derribándolo sobre el arenoso pavimento.

-¡Nos atacan! ¡A las armas!- Gritó el mercenario mientras trataba de poner en alerta al grupo, sin embargo no era necesario aquel acto no había pasado desapercibido. Siguiendo a la primera flecha, dos flechas más volaron desde algún lugar en los bosques, esta vez fue el mercenario quien cayó al suelo derribado de su asiento. La segunda flecha impactó en algún lugar próximo al cochero.

Como si los disparos se trataran de algún tipo de señal, una pareja de mercenarios de aspecto dispar se dirigen enarbolando sus armas en alto, en aparente inferioridad numérica cargan sobre el grupo.

-¡Dannett!

-¡Por los quince!

¿Haciendo de batid....¡Erryk!, ¡A las armas por los siete! Gale pasó en un momento de la sonrisa a darle un jalón a las riendas del caballo para frenarse y ubicar sus movimientos y a los enemigos. Ser Osbin guardad a Dana y a Warren, Ser Gyles, Brynden conmigo. Erryk, ¡Que alguien lo ponga a cubierto, Maldición si se acercan dadle un arma Brent!

Pese al entrenamiento y el deber nunca es fácil atender a una emboscada, tanto por proteger, tanto por atacar...

Lady Dana se dispuso a contestar al Maestre Warren cuando escuchó voces fuera del carro y escuchó con claridad el grito de su hermano alertándolos. Sin pensar demasiado la joven fue hacia uno de sus fardos guardados en el carro y sacó de él una manta de color rojo burdeos. La extendió por el suelo, dejando a la vista un arco y un par de docenas de flechas, cosidas con precisión en la manta para que no se soltaran solas.

Maestre, detrás de mi, colocaos conmigo al fondo. Si alguien trata de entrar a hacernos daño morirá. Si son más de uno puede que los asustemos lo suficiente como para que se lo piensen dos veces- ordenó la joven colocándose el arco como pudo sobre el lujoso y vestido ceñido que llevaba.

Ser Gyles asió el escudo  y la espada al tiempo que trataba de localizar a los francotiradores. Mientras y no se puso a la altura de ser Gale cubriéndole de la dirección de los disparos con su cuerpo y protegiéndose a si mismo con el escudo.

¡Puercos y marranos, vuestro madre fornicaba con vuestro abuelo! Gritó a los que venían 

Sin duda iba a ser un día mas interesante como había vaticinado al principio del día.

Cuando vio caer a Flores tan cerca de él abrió los ojos y se le pasó probablemente la mitad de la resaca. El corazón empezó a latirle con aquella mezcla de miedo y excitación del combate. Desenvainó su espada y agarró las bridas de su montura para llevarla hacia Lord Gale.

—¡Venid aquí si tenéis algo de valor, perros!

¿ATAQUE? Una emboscada, no... Empieza a recorrerme el sudor por la frente al oir las palabras que preceden a la guerra.

- Mi señora, ¡no hagáis ninguna estupidez! - Le digo nervioso y reprochante. - No vamos a salir de aquí, y antes de tocaros tendrán que acabar conmigo. - Tu juramento por la Casa, recuerda el juramente de servir...

- Contad conmigo, mi señor - dijo al tiempo que desenvainaba espada y escudo y se ponía en guardia - no dejaré que se acerquen al carro por nada del mundo.

¿Un ataque? ¿quien es tan necio de atacar a un grupo armado?

Le preocupaba que solo hubieran salido dos personas a combatir, estaba seguro de que debía haber más escondidos en los alrededores. Inquieto se agitó en la silla de montar mirando tras ellos y a los lados.

- Mercader, entrad ahora mismo para protegeros, y llevad también a Flores.

El carro se detuvo con unos breves trompicones al sentirse sin conductor. Benfred tras ver los dos disparos certeros se puso a cubierto escondido bajo la caravana sintiendo el abrigo del suelo, el cuerpo herido del joven se encontraba más próximo a la caravana mientras los mercenarios empezaban a cortar distancias con el cuerpo del joven.

No se percibían de momento más ataques desde la espesura, pero aún así los mercenarios marchan bastante confiados en sus posibilidades.

Lady Dana enarcó una ceja ante el comentario del Maestre y siguió en su posición, al final del carro, con el arco preparado -No soy estúpida, maestre, no pienso salir de aquí. Pero no dejaré que nadie entre a por vos y a por mi sin luchar. Quedaos atrás, vuestra mente ahora no sirve de mucho y vuestras manos nos vendrán muy bien si tenemos que curar heridos. Créame, no querrá que yo le cosa las heridas.

Brynden frunció el ceño al ver a los mercenarios correr. Habían matado al chico, lo cual, aunque no hubiera podido hablar mucho con él, le dolió sinceramente. Era un pobre muchacho con muchas ganas de convertirse en caballero. Honrado. 

—Me duele... la... cabeza... —dijo y aspiró por la nariz, intentando despejar la cabeza para no desconcentrarse con la muerte de Erryk, justo antes de azuzar al caballo con las riendas para que empezase a trotar hacia los atacantes y desenvainar la espada con el propósito de lanzarse a por uno de ellos desde la silla.

Brynden actuó con rapidez y sin ningún atisbo de compasión, a consecuencia de ello el primero cayó inerte al suelo. Las reacciones a la derrota de éste no tardaron en hacerse de esperar, tras echar las armas a un lado, el compañero del caído se arrodilló y empezó a suplicar al grupo:

-Lo siento, perdóneme. No quería...

Gyles ante la falta de espiritu de su contrincante no bajo la guardia, con el escudo en alto e interponiéndose entre ser Gale y la dirección desde donde habían venido los proyectiles oteaba la espesura desconfiado de que esa no fuera la última andanada.

No nos quedemos aquí, somos presa fácil para ese condenado arquero, si es que sigue aquí

Aparentemente, ya todo había terminado. Sin embargo, el viejo caballero no estaba confiado y continuaba vigilando a su espalda y los lados del camino. Si aún quedaban más de esos bandidos escondidos no pensaba dejar que le pillasen desprevenido.

Mientras dirigía al caballo silenciosamente rezaba una plegaria para sus adentros

Madre, por favor, mantén al Desconocido alejado del chiquillo Erryk hasta que el maestre atienda sus heridas.

Seguidme. Dijo Gale espoleando el caaballo y sin dirigirse a nadie en particular. no permitiré que quede impune su villanía.  Una ira caliente como un hoguera inflamaba el pecho y las mejillas del joven que prefería hacer algo antes de enfrentarse al cuerpo ensangrentado y exánime de su escudero. Por tí Errik.

Me quedo quieto, intentando no hacer ningún ruido dentro del carruaje pero atento a si alguien entra. Ruego, los Siete, que me déis fuerzas, pues sólo por esta vez espero necesitarlas...