Partida Rol por web

Valeria, subida en la estantería, arroja libros contra los zombies, sin embargo estos no parecen distraerse ni siquiera cuando el lomo de The Catcher in the Rye golpea la cabeza del padre de BoPeep. Un instante después, Purity, vuelve a golpearle sin apenas darle tiempo a reaccionar, pero no logra hacerle demasiado daño, por suerte, el Sheriff aparece para mandarlo al suelo de una patada.

Jonh y la Madre se enzarzan en combate, mientras ella boquea en el aire, el rubio logra golpearle con el martillo, aunque esta sigue en pié.

Tina, algo fuera de la pelea, aprovecha para rematar al hermano mayor que seguía revolviéndose en el suelo. Mientras observa la pulpa rojiza en que la recordata ha convertido su cabeza, la pequeña BoPeep se levanta detrás de ella dispuesta a atacar.

No le hacía gracia, no le gustaba un pelo. Pero tenía que acabar con aquello. Recordó al sheriff aplastando a la niña. Él también debía ayudar. Había que hacer lo que había que hacer. ¿Sobreviviría su mente en el proceso?

Golpeó de refilón a la mujer pero el martillo resbaló en aquella piel gomosa. Se preocupaba por el resto. Si él caía, ¿Quién protegería a Valeria?

Casi con un movimiento mecanico el sheriff apunta a la madre y aprieta el gatillo. Ni tenia en cuenta el cuerpo que ahora yacia casi bajo su bota, por orden.

"¿Donde coño han puesto la puta Tick-o-matic?"

Sin poder apartar la mirada del patriarca zombi, en el suelo por el patadón del sheriff Montero, esgrimo una sonrisa de satisfacción mientras alzo el bate, dispuesta a dar el golpe de gracia a ese bicho. Descargo con fuerza sobre su cabeza y al tiempo, se me escapa un jadeo por el esfuerzo. La adrenalina producida por el susto también hace que me canse más rápido y poco a poco lo voy notando.

- ¡Qué asco! - protestó Tina por esa masa rosada de sesos desparramados por el suelo y en especial por las salpicaduras que habían acabado en sus botas. Chasqueó la lengua intensificando su fastidio y se alegró de no llevar sus pantuflas peludas.

Perdió el norte al acordarse de ellas, recordaba haber salido de casa con ellas puestas, incluso pateras el instituto entero con la comodidad de un peluche rosado en sus pies.

- ¡El autobús! - espetó al recordar el cambio de calzado en el preciso momento en que por el rabillo del ojo detectó un movimiento que la extrajo de sus pensamientos.

Cargó el arma y se giró hacia la cría que se alzaba a su espalda. - Cansinos....- disparó a BoPeep con la sangre fría, encañonándola entre ceja y ceja sin hacer aprecio a su edad.

El Sheriff dispara a la madre sin embargo, la bala apenas parece encastarse en el brazo ya muerto de la señora y no logra causarle demasiado daño. Jonh también le golpea con el martillo mientras ella intenta asestarle un mordisco en el brazo, el golpe no es muy fuerte, pero logra mandar la madre al suelo.

Purity, en su pequeña disputa personal, intenta golpear al padre, pero falla, momento en que éste se le abalanza encima y trata de morderla, con tan buena fortuna que Purity solo se lleva un rasguño en el antebrazo.

Tina dispara a la pequeña Bo Peep, un disparo fácil, a medio metro, contra una criatura enclenque y cuya cabeza siempre está a la altura del cañón, sin embargo acierta por los pelos y la niña cae al suelo en el acto.

Aquello tenía que terminar, no sabía si podría aguantar más aquella situación. Se puso detrás de la madre que estaba en el suelo e intentando apuntar bien el golpe descargó el martillo.

¿Habría acabado con ella?

Tina levantó amabas cejas, asombrada por el golpe seco de la pequeña al alcanzar el suelo, y una sonrisa macabra, que no pretendía serlo, se dibujó en sus labios. Pasó sus ojos de Bo Peep al rubiales y al verle blandir el martillo contra la mamá Zombie, le aplaudió con una ligera inclinación de cabeza y se recolocó el sombrero.

Palpó la piel de serpiente que adornaba la copa mientras se encaraba al padre zombie y le sonrió de medio lado mientras estiraba su brazo armado hacia él. Y como si tuviese todo el tiempo del mundo le apuntó con calma, incluso se permitió cerrar un ojo y de sus labios empezó a sonar un melodía silbada sin armonía alguna que podía llegar a recordar las películas spaghetti western.

- Sayonara baby. - terminó por disparar. 

El sheriff enfundó su arma. Ya habian generado bastante alboroto como para hacer mas y no creia que esos sacos de carne aguantaran mucho.

Se replego al tiempo que ya obviaba la batalla que habia ante el y lanzo una mirada de busqueda a la habitación. En cuanto limpiaran esta ya iba siendo hora de dormir.

El padre zombi está a punto de alcanzarme y, con un respingo, me echo hacia atrás, asustada. "Ha estado cerca...", atino a pensar mientras el no-muerto trata de alcanzarme. Aunque me he alejado mínimamente, me quedo paralizada y cansada a partes iguales, sin poder darle el golpe de gracia para rematarle. Por suerte para mí, Tina desenfunda su arma y apuntando al patriarca, dispara. Yo cierro los ojos con fuerza.

El disparo de la vaquera vuelve a mandar al padre al suelo, junto a su esposa. Ahora, el señor y la señora Miller se revuelven el uno al lado del otro, incapaces de levantarse. Sendas caras desfiguradas fruto de los disparos y golpes que les habéis propinado hacen que sean irreconocibles, ni siquiera cuando reparáis en la foto descolorida que corona la repisa de una chimenea que quizás nunca ha llegado a usarse. En ella puede verse toda la familia posando delante de un tractor conducido por el padre.

La habitación queda en un silencio siniestro solo roto por las sacudidas de los padres aún "vivos". La luz de las lámparas se refleja contra las ventanas y no os dejan ver mucho más allá en la noche, pero al pié de del marco podéis ver el techo del porche de la gasolinera. Tiene una anchura considerable ya que cubre los surtidores, unos 5 metros de largo de chapa y uralita sobre la que podéis caminar para salir al exterior. Y estas ventanas no tienen ninguna verja.

Jonh suspira aliviado. Todo ha terminado, al menos por el momento.

Mira a Valeria subida a la estantería.

¿Estás bien?

Le pregunta y luego reacciona ¿Hay alguien herido? Vuelve a preguntar.

Si salimos por aquí Señala las ventanas sin rejas ¿podremos volver al autobus? No creo que tengamos muchas más oportunidades.

Poco a poco baja la estantería con su usual agilidad sin problema, en esos momentos le encantaba estar tan delgada y pesar poco o que los libros pesasen mucho para que no se le viniese encima. Sonrió a Jonh cuando le pregunto -Si, estoy bien, gracias- en el fondo era encantador.

Busco a Tina con la mirada, una vez la encontró le mostró la pistola -¿me enseñaras?- con esa cara de niña buena, nadie diría que podía si quiera disparar un arma.

El sheriff pega un escupitajo a un lado mientras que observa el estropicio causado. Ahora estaba mas tranquilo que en la habitacion con la niña, lo cual le ayudo a pensar un poco mas friamente.

- ¿Os parece que durmamos aqui? Hay una via de escape y si colocamos a la familia feliz en la puerta, si los zombis tratan de entrar seran como el pobre del dicho -comenta echando un vistazo por la ventana- que con sus cojones se tropieza.

De todos modos, si nos quedamos, habra que tratar de mover el bus hasta los surtidores, que tardaremos 10 minutos y luego todo lo que nos vayamos a llevar aqui.

Se dejo caer lentamente con la espalda apoyada en la estantería  y suspira -Creo que a todos nos vendría bien descansar aunque sea un poco y... bueno no creo que puedan entrar los zombies y... los de aquí ya no se levantaran más- miro cansada a los demás a ver que opinaban.

Vale terminó concordando el rubiales.

Desde aquí tenemos una ruta de escape por remota que sea y si ponemos algo que sirva de barricada podremos descansar relativamente tranquilos.

Suspiró.

No creo que a esos bichos se les ocurra subir por el tejado de uralita para entrar aquí.

Al oír la pregunta de Valeria, Tina buscó esos ojos que se habían clavado en ella y asintió una única vez, contundente y suficiente para comprometerse a ello.

Guardó su arma y suspiró a la vez que dejaba caer sus hombros, descargando la tensión acumulada en ellos, y se acercó a la pelirroja sin evitar pisar los restos de la familia zombie, de hecho, incluso pareció buscar pisarlos. Se apoyó contra la estantería y se tomó un segundo para acariciar la piel de serpiente que adornaba su sombrero, concentrada en ese gesto, rozando lo ceremonioso.

- Descansemos. - concluyó con las palabras de todos y, por primera vez, dirigió su mirada hacia Purity con consideración, preguntándole si también estaba de acuerdo.

- Mañana ya le dispararás a algo ¿vale?- giró de nuevo su cabeza hacia Valeria para guiñarle un ojo y apoyó su mano en la cabeza de la pequeña, dedicándole una caricia en el pelo antes de usarla de punto de apoyo para empujarse hacia delante y despegarse de esa estantería que se le clavaba en la espalda.

- ¿No queréis barrer esto antes de montar campamento? - preguntó empezando a apartar a uno de los hermanos con un pie.

Me acerco a la ventana, más por el hecho de estar lo más cerca posible del "exterior" que de ver la forma de bajar y los alrededores. Me costaba acostumbrarme a que cada vez que me metía en un sitio cerrado (esta casa, por ejemplo) pudiera ser la última vez que saliese... viva. Nunca había sufrido de claustrofobia, pero era algo que empezaba a agobiarme cada vez más. Intento normalizar mi respiración mientras los demás hablan sobre si pasar la noche o largarnos de allí.

Después de lo vivido, quedarme en esa casa es lo que menos me apetece; sin embargo ahora es cuando es realmente segura, además de que todos (yo la que más) necesitamos un descanso.

- Por mí de acuerdo -asiento con la cabeza, y casi a la par que Tina aparta a uno de los restos de zombie, añado- Y sí, por favor, quitemos... eso de ahí -"Creo que voy a vomitar", pienso, acercándome para ayudar a "limpiar".

Sonrió débilmente, se alegraba de que Tina la enseñase, aunque fuese para defenderse, no le gustaban las armas, nunca le habían gustado, pero sabía que si quería no ser un estorbo debería poder defenderse sola, suspiro quedándose pensativa e instintivamente su mirada fue a parar a Jonh, él había perdido a su mujer ¿sabía disparar ya de antes?

La noche transcurrió sin incidentes, sin embargo apenas pudisteis pegar ojo. Las maderas del suelo chirriaban a cada poco y amenazaban con la presencia de nuevos invitados; a lo lejos se oían los ladridos de los coyotes y de vez en cuando un grito ahogado de alguien que una vez corrió en vida y ahora lo hace en la muerte. Los primeros rayos de sol os despertaron de vuestro sueño inquieto, con el cuerpo aún magullado y el pulso acelerado amanecía un nuevo y precioso día que os sonreía enmedio de aquel infierno.