Partida Rol por web

  Con este panfleto, uno de tantos que empapela los tablones de misiones de las tabernas, comenzó la aventura. El país está en guerra y es tiempo en el que los héroes buscan la gloria en el frente. Pequeñas escaramuzas como esta, con las que antes los aventureros se ganaban el pan, pasan ahora desapercibidas. Quizás por ello la recompensa que las autoridades ofrecen es tan desorbitada en comparación a la tarea encomendada y a la capacidad económica de un pequeño pueblo como Holmet.

  ¿Acudir a la llamada de auxilio o combatir en la guerra? Los plebeyos siguen teniendo problemas y necesitando socorro, y siempre será más fácil doblegar a un vulgar ratero antes que a un soldado con entrenamiento o a un caballero con ansias de gloria... o uno de esos terribles magos que aniquilan pelotones enteros a base de bolas de fuego.

  La gente iba y venía aquella noche en la taberna, con grandes jarras de cerveza y enorme saque.  No muchos prestaban la atención a la súplica de Holmet. Pero para un inexperto mercenario, esa nota clavada en la pared suponía evitar una muerte sin sentido en el campo de batalla. Un pequeño grupo de aventureros, cada uno con sus inquietudes y sus motivaciones, se arremolinaron en torno al tablón.

  Así fue cómo se formó aquel dispar grupo, al que ahora pertenecías. Auténticos desconocidos. Imposible saber si podías confiar en ellos sin que te clavaran un cuchillo por la espalda o saber si tenían alguna aptitud de valía en un combate que no les convirtiera en un lastre.

  Al día siguiente el grupo de desconocidos ya marchaba en dirección a Holmet...

  Abría el grupo un hombre enorme, de zancada poderosa, con sus gigantescos músculos embutidos en una armadura de cuero y tachones. Desde atrás sus compañeros solo lograban ver sus enormes espaldas y el brutal espadón que colgaba de ellas. Poco a poco, el grupo se iba descolgando después de él, según como buenamente les permitían las piernas. Eso obligaba al titán a retrasar su marcha y adaptarla a la de sus irritantemente lentos compañeros.

  Le seguían detrás de él dos hombres más. Uno de ellos era su antítesis: un joven con perilla, delgado y no muy alto como una doncella, vestido con una túnica gris. El otro le iba más a la zaga: un robusto pelirrojo, bajito eso sí, y con el mismo gusto para el vestir, salvo que su armadura de cuero tachonado tenía más carácter, desgastada y salvaje.

  Los más lentos del grupo cerraban la marcha. Uno de ellos era el cuarto hombre: un tipo de aspecto normal y corriente, que parecía quererse dar aires de misterioso ocultando su cabeza con una capucha que caía en forma de capa a sus espaldas. El joven, para no desentonar, llevaba otra armadura de cuero tachonado que no le impedía en ningún grado el avance. Parece que el motivo de su retraso tenía más que ver con su abultada mochila y el laúd que le acompañaba, demasiado peso para sus hombros.

  Entre tanto ser humano, había una pincelada de color: un joven cetrero elfo (quizás todos los elfos parecen jovénes en apariencia, quién sabe su verdadera edad), de una complexión similar al chico de la túnica gris. No parecía tener mayor problema con el peso de su mochila, pero le costaba andar con la aparatosa armadura de pieles que cubría su torso, justo por debajo de los collares de abalorios en madera y piedra que adornaban su cuello. El orejas puntiagudas había lanzado a su halcón a volar sobre las corrientes de aire de la montaña, para que disfrutara del viaje, o quizas porque aquella armadura ya era bastante aparatosa de por sí sin tener que soportar el peso desequilibrante de un pájaro.

  El paseo había tomado tintes agotadores, ya que avanzaban cuesta arriba por un amplio camino en la falda de la montaña. A uno y otro lado abundaban las coníferas, fundamentalmente pinos y abetos, y proliferaban los helechos bajos y los matorrales, salpicados de vez en cuando por algún arbusto de bayas. Era una vegetación extraña, pues según os indicó el muchacho del laúd, en los alrededores de Holmet los árboles que predominan son los cerezos. Dudáis si no os habréis perdido.

  Pero el camino que os han indicado no tiene pérdida y el camino de tierra y cantos está claramente marcado. Y según os dijeron, con buen paso podríais llegar antes de la puesta de sol... aunque el elfo y el trovador os pueden estar retrasando demasiado.

 Ya hacía tiempo que estaban en camino y poco a poco la jornada, que se hacía bastante larga debido a la marcha lenta, hacía que poco a poco las piernas pesaran más y que con cada vez mayor frecuencia acomodara el peso de las correas de cuero de la mochila sobre sus anchos hombros.

 A pesar de estar a costumbrado a largas marchas por los caminos, no tenía la fortaleza ni la facilidad de paso que el gigantón de la trenza negra mostraba, ¿sería por esas patas largas? En cualquier caso, Borateo cargaba el asta de la larga y pesada lanza que portaba sobre sus hombros, diez pies de vara, al inicio la potaba a modo de cayado, pero su peso, unido a su desequilibrio propio de la longitud de la arma obligó que poco a poco pasara más tiempo apozada en los hombros que siendo usada a modo de bastón de camino.

 Cuando el firmamento empezaba adoptar tonos rojizos y parecía claro que o no llegarían a su destino antes de que anocheciera, y en ese caso tan solo prolongando la marcha, que viendo a algunos de sus compañeros parecía que no podrían aguantar, pasaba con mayor frecuencia la mirada por la zonas cercanas al camino, en busca de salientes, lomas, arboledas o zonas con densos matorrales. Finalmente puso sus pensamientos en voz alta.

 - No creo que podamos llegar hasta mañana al pueblo de Holmet. Deberíamos buscar un lugar en el que pasar la noche, ahora que disponemos de la luz diurna sería bueno buscar un lugar apropiado para resguardarnos del aire nocturno, y de paso de posibles peligros.

Wilbur, bastante cansado de caminar (y de simular que no está para nada cansado), asiente vigorosamente.

- Si, mejor prepararnos bien ahora que hay luz que tener que improvisar luego cuando oscurezca.
Quizá incluso sería conveniente salirnos del camino principal para estar menos a la vista; no me gustaría ser atropellado por un carro mientras duermo.

Al oír las palabras de buscar un lugar donde descansar dando por acabada la marcha del día lanzo un profundo suspiro de alivio.

Ya casi no podía andar pero si no mantengo la marcha podrían seguir adelante y hoy en día son muy peligrosos los caminos y mas si fuera sólo. Además necesito dinero para vivir y comprarme un caballo para los largos caminos entre población y población.

– Una gran idea estaba agotado pero aun así os puedo recitar la continuación de la “Compañía de las Grandes Llanuras.”

Valandil, el elfo solitario y tranquilo que se había unido a última hora a la comitiva, había demostrado ser un tipo agradable en el trato. Despegado con sus ahorros, no tuvo inconveniente alguno en pagar un par de rondas a sus compañeros en la taberna donde vieron el anuncio y en demandar las mejores viandas y los mejores cvaldos que podía permitirse.

Y cuando alguien le preguntó si era un tipo rico como para gastar tanto, simplemente respondía:

Devuelvo a la ciudad lo que de las forjas de la ciudad salió. Lejos de la civilización nadie precisa estas minúsculas cuentas de metal, y el bosque me provee de lo que necesito. Cuando se acaben volveré al bosque y cuando consiga mas volveré a la ciudad. No es mas que un ciclo.

Se había mostrado interesado en los cantares de gesta que narraba Valverde. Quizás no eran cantares tan refinados como a los que acostumbraban las gentes de su raza, pero Valandil tampoco solía convivir con elfos. A veces daba la impresión que prefería la compañía del silencioso halcón que ahora planeaba sobre sus cabezas que la de hombres o elfos.

Cuando vio el tablón de anuncios se decidió a aceptar con un encogimiento de hombros, como quién se apunta por aburrimiento o por no tener nada mejor que hacer. Una mentalidad tan libre y anárquica como la que tenía Valandil era demasiado contradictoria e incompatible con un puesto en el ejército o siquiera en una compañía mercenaria, pero sin embargo una misión simple y sencilla en un pequeño grupo de aventureros, sin jerarquías ni mandos, podría ser mas gratificante que todo el oro que el saqueo de una ciudad podría otorgar

Y caminaba todo lo raudo que podía siguiendo a la comitiva, ayudándose en el camino apoyándose en su lanza como si de un cayado se tratara mientras se disponía a escuchar los cantares de Valverde con una sonrisa en los labios.

El día estaba llegando a su fin, y era cierto que muchos de los miembros de la compañía estaban bastante cansados.

Durante la larga marcha Nugruk había permanecido en cabeza, tratando de guiar al resto a mantener un paso rápido, pero finalmente no había sido posible.

-Estos árboles no son aquellos de los que hablabas, Roger.- dice con su profunda voz el bárbaro, aunque de forma amable.- No creo que nos hayamos perdido, esta senda es tan clara como el reguero de sangre de un orco herido, y no creo que nos hayan indicado mal la dirección a propósito. ¿Qué interés habría en ello? – Nugruk es claramente poco dado a desconfiar de los demás.

-Si todos queréis descansar habrá que buscar un refugio, ciertamente. ¿Tal vez podrías pedirle a tu halcón que nos ayudara a encontrar un lugar adecuado, druida? – dice girándose hacia el elfo. -Esta noche, en torno a la hoguera, deberíamos hablar de cómo afrontar las batallas, las habilidades de cada uno y otras menudencias, ¡el clan que va desunido a la batalla es arrasado hasta por el enemigo más pequeño!

 Viendo que la mayor parte del grupo asiente, el recio pelirroja asiente satisfecho.

 - Sí, fuera del camino sería lo adecuado, tal vez al abrigo de unos matorrales o algúnas rocas nos puedan dar cobijo.- Mirando al elfo añade.- Has comentado que sueles vivir en el bosque, vamos a dar un vistazo a los alrededores apra ver si damos con algún lugar que pueda servir.

Está bien, empecemos con la búsqueda...

oh, pero no es MI halcón. Es UN halcón amigo, que ha decidido acompañarme y ayudarme, pero en cualquier momento puede decidir que mi compañía ya no le es interesante, provechosa o divertida. Pero no creo que la información que nos pueda proporcionar sea la adecuada. Mi emplumado amigo entendería como refugio un risco escarpado allá a lo alto . No obstante podría preguntarle por dónde está elpueblo  dice el elfo señalando las montañas.

Algo bastante distinto a lo que tenemos nosotros en mente, ¿verdad? pero no os preocuoéis, creo que yo mismo podré encontrar algún lugar interesante por aquí. responde y, apoyado por las sugerencias de sus camaradas, busca un lugar recogido, cómodo, seco y fácilmente defendible

¿Qué os parece ahí, encima de esas ortigas? .

Valandil, ¡oh, majestuoso morador de los bosques! Las plantas son tus amigas y poco daño pueden hacerte esas ortigas de lecho. Tus compañeros, sin embargo, no lo ven claro. Te corrigen y te guían para buscar un lugar más apropiado a su concepto de comodidad. Encontráis un lugar recogido, a la vera del camino. Abundan las ramas y las piñas para formar una hoguera y unos arbustos de jugosas bayas, según vuestro elfo comestibles (sí, sí, el mismo que os sugirió dormir con las ortigas urticantes), os proporciona un entrante para quien se arriesgue y os oculta del camino a todos.

Entre árbol y árbol hay suficiente espacio como para extender vuestros cinco petates, y el compañero halcón, al ver a su compañero elfo establecer un campamento, vuela bajo hasta posarse sobre una de esas ramas. Aún deben de quedar unas dos horas de luz, pero los turnos de guardias suelen prolongar el tiempo de descanso, y no está mal que las horas de luz que se pierdan sean las últimas de la noche en vez de las primeras de la mañana.

 Asientiendo ante el lugar encontrado, Borateo prepara su equipo, sacando el el petate y extendiéndolo sobre un seguido de ramas, previamente juntadas, para aislar más del frío y húmedo suelo.

 - Siendo los que somos, y teniendo en cuanta que estamos en tierras afectadas por bandidos, es necesario establecer un órden de guardias. Elegid, cinco guardias individuales de un par de horas, dejando ocho horas de descanso para todos.- Hace una breve pausa para llamar la atención.- o aumentar las guardias de individual a parejas y hacerlas más largas. Dado la posible hostilidad del entorno sugiero hacerlas por parejas.

 Entonces de la base de su carcaj saca un par de cuerdas finas, hechas de tendones.

 - Vosotros mismo. Voy a poner algunos lazos, estaré por aquí cerca, quien sabe si para antes de partir logramos cazar algún conejo...

 Se aleja un poco en la espesura, recogiendo alguna rama del suelo para usarla a tal fin...

Tras la primera elección el lugar en que iban a acampara parecía mucho más acogedor, al menos oculto del camino.

-No está mal, Valandil, gracias por la ayuda.- Nugruk se despereza, haciendo resaltar sus poderosos músculos.- Yo creo que deberíamos hacer las guardias por parejas, sin que nadie se ofenda, aun no nos conocemos lo suficiente como para dormir a gusto vigilado solo por una persona. Si queréis podemos hacerlo a sorteo – dice mientras se inclina a recoger unas cuantas ramitas y a partirlas metódicamente de forma que algunas sean mas grandes que otras, en parejas de dos- Los que tengan las ramas mas cortas empezaran la primera guardia. ¿Os parece bien? – Extiendo las ramas hacia mis compañeros.

Una vez elegido el lugar comienzo a descargarme la mochila y buscar leña para hacer un buen fuego. A menos que mis compañeros lo desaconsejen.

Lo guerreros debaten sobre la mejor manera de efectuar las guardias. No comento nada dado mi desconocimiento practico sobre este punto.

Me acerco a Nugruk y extraigo una ramita cuando lo propone.

– Me da la sensación de que haremos la guardia juntos, son muy parecidas las ramitas.

- ¿Y no se podría quedar de guardia el pájaro ese?

Dice Wilbur señalando al halcón con desgana.

Su vista es buena pero no demasiado cuando se pone el sol. Y también necesita dormir. responde Valandil tomando otra ramita. No le preocupaba mucho hacer guardias. Él mismo se había llegado a acostumbrar a un continuo duermevela cuando no encontraba buenos sitios para dormir.

Mira la ramita y se encoge de hombros. Me da igual que turno hacer. Si alguien quiere que se lo cambie me es indiferente.

 Tras colocar las pequeña trampas, el pelirrojo y achaparrado compañero acuda al pequeño claro mientras su mirada se posa en la leña apilada por el al Roger. Sin comentar nada se acerca a las ramitas y saca una de ellas. Mira las de sus compañeros y una media sonrisa aflora entre sus dientes.

- Parece que la suerte me sonríe, podre descansar seguido y hacer la última de ellas.- Su mirada se fija en el elfo y añade.- Pues si te prestas a ello, sugiero que compartas dos guardias, para hacer así tres parejas... Valandil.- Dice tras recordar su nombre, pero sin la entonación melódica acostumbrada de los elfos.- Así quedaría Nugruk y tú en la primera guardia, tú y Roger en la segunda y en la ultima Wilbur y yo. Guardias de cuatro horas, así todos descansamos lo necesario y en dode horas nos ponemos en marcha.

 Sin perder más tiempo se acerca a su mochila y petate para tuimbarse mientras añade.

 - De fuego mejor hacer poco, podemos preparar unas brasas y manetenerlas medio ocultas, cerca de la hoguera deberíamos preparar un buen depósito de hojarasca y ramitas, por si nos vemos despertados de repente en medio de la noche, tengamos combustible que prenda pronto e ilumine bien, aunque dure poco tiempo. Los combates no suelen prolongarse mucho tiempo...

Jojojojo... ¡hablé de cambiar turnos no de hacer turnos dobles! responde el elfo pensando que el barbudo ha dicho una broma aunque cabe la posibilidad de que no le haya entendido bien.

 El rudo pelirrojo mira al druida sin asomo de sonrisa. Su rostro no parece muy dado a est tipo de gestos...

 - Sería bueno que pudiera ser así. Había oído que los de tu raza necesitabais descansar muy poco, la mitad de lo que necesita un humano. Si es así dudo que duermas mucho, y ya que si no duermes, estarás despierto, podrías hacer o colaborar en otra guardia.

 El pelirrojo saca unos frutos secos, pan y queso duro de su mochila y empieza a comerlos, sentado de piernas cruzadas encima del petate.

 - Como quieras, en cualquier caso a mi me ha tocado la última guardia.

Yo también había odio esos rumores- digo involucrándome en la conversación.- Pero los había desechado como exageraciones. ¿Son tal vez ciertos? Si es así sería una muestra de buena voluntad el ayudar con ambas guardias, además de que tienes la vista más aguda.

Mientras hablo me caliento con el fuego que acaba de encender el pelirrojo, y al poco rato comienzo a comer también.

Deberías solucionar el tema de las guardias lo antes posible, y yo sugiero dejar los turnos igual para el resto de ocasiones, no merece la pena perder tiempo de descanso por estas cosas, y además, no me gusta partir ramitas…

Sonrío ante el último comentario y me preparo para pasar la noche si nadie añade algo interesante…