Partida Rol por web

El tiempo pasaba lentamente, allá subidos, en lo alto de la macro autovía donde fueron rescatados. Poco a poco los efectivos de los Dragones que se habían adelantado se replegaban con buenos ánimos, habían dado buena cuenta de los xenos por lo que se oía, y 0.k., aquello sin duda siempre era bueno, y la moral iba alta. El terreno favorecía el avance e iban prevenidos de cualquier tipo de asalto o intento de flanqueo.

La capitana se fue a hablar con el teniente que lideró el avance después de haber despedido a la otra escuadra que afrontaba la dura misión. Grigory había regresado visiblemente cambiado, y a Fray Ollanius lo reclamaron; una comitiva había llegado pocos minutos antes, un carruaje blanco y dorado tirado por media docena de servidores lobotimizados, seguramente prisioneros o traidores que el ministrorum reclamó para que les sirvieran. El carro tenía una considerable altura, y varios querubines volaban escoltándolo, portando enormes y pesados incensarios que iban purificando el aire. Varias campanas sonaban y los cánticos de una treintena de monaguillos que iba tras el carro amenizó el momento. El obispo que iba encima del carruaje bendiciendo a los soldados que pasaban por su lado, sin duda aquella visión enalteció los corazones de todos. 

Varios sacerdotes de menor rango iban repartiendo amuletos a todos los que se acercaban - ¡Y EN ESTA HORA ACIAGA DONDE LA OSCURIDAD DE LAS FAUCES DE LA ABOMINACIÓN DEL UNIVERSO QUE PRETENDE DEVORARNOS! ¡LOS DRAGONES SE DESPERTARON NUEVAMENTE PARA LIBERAR DEL DIFERENTE AL HOMBRE! ¡PARA BENDECIRNOS Y HONRARNOS CON LAS MUERTES DE LOS TERRIBLES XENOS Y TRAIDORES A LA RAZA DEL HOMBRE! ¡COMO ASÍ ADVIERTE EL GRAN PADRE! ¡EL GRAN DIOS EMPERADOR ALLÁ EN NUESTRA AMADA CUNA QUE NOS VIO NACER! ¡ARRODILLAOS TODOS PUES PÍOS SOIS! ¡PUROS DE CORAZÓN! ¡PUROS DE INTENCIÓN! ¡PREPARADOS PARA AJUSTICIAR CON LA FERVOROSA ESPADA LLAMEANTE DE LOS SANTOS! ¡SANTIFÍCALOS A TODOS GRAN DIOS EMPERADOR! ¡BENDÍCELOS CON TU INFINITA FUERZA Y SABIDURÍA! ¡OH SÁLVANOS DE LOS ENEMIGOS DEL IMPERIO! ¡AYÚDANOS A EXTERMINAR SU IMPURA PRESENCIA DE LAS ESTRELLAS QUE NOS PERTENECEN POR DIVINO DERECHO! 

El sermón del obispo era enaltecedor, el ánimo iba inflando los corazones, iluminándolos. Fray fue llevado al interior del carruaje por varios sacerdotes y allí todos fueron testigos de como Fray Ollanius de Sanguinny  fue preparado y ungido para la peligrosa tarea que se venía encima. 

Los vocoemisores del carro iban amplificando la voz del obispo, pero llegado el momento, Fray apareció en la parte superior, con una única roja por encima de su armadura, una túnica de color rojo anaranjado, emulando las poderosas llamas de la fe del Imperio - ¡NUESTRO HERMANO FRAY OLLANIUS DE SANGUINNY! ¡HA SIDO BENDECIDO POR LAS LLAMAS PURIFICADORAS! ¡NUESTRO HERMANO FRAY OLLANIUS DE SANGUINNY AHORA POSEE EL HONOR DE ASCENDER! ¡A PARTIR DE AHORA LO CONOCERÉIS COMO FRAY OLLANIUS DE SANGUINNY, EL PURIFICADOR! ¡ALABAD SU NOMBRE Y EL DE SUS HERMANOS DE BATALLA! ¡HERMANOS DE SANGRE QUE PARTIRÁN JUNTO A LOS DEMÁS A LA DEFENSA Y LA VICTORIA DE ESTE MUNDO! ¡ALABAD A LOS DRAGONES! ¡QUE EL PURIFICADOR SEA LA LLAMA LIBERADORA DEL DRAGÓN QUE ENCARNÁIS! ¡ALABAD! ¡ALABAD! 

Y el cántico de la ascensión empezó a ser interpretado por el coro. 

La capitana había asistido a aquello con el semblante serio. El carruaje prosiguió su marcha y le entregó a todos los hombres del teniente Karl, un pequeño amuleto que evocaba a los santos de Nugratis. Todos pudieron ver como los hombres y mujeres del ministrorum habían empezado a sacar armas de todo tipo, hachas, martillos, espadas y muchos lanzallamas; aquella marcha de santos empezó a purificar todo lo que se encontraba sin frenar su avance lo más mínimo.

Dos hombres llegaron hasta colocarse al lado del teniente, como sus nuevos ayudantes, listos para entrar a su servicio. Sus chapas los identificaban como el soldado Alain y el cabo segundo Anthony, ambos de buen ver y con presencia. Saludaron con el signo del águila y se prepararon. 

Bien, ha llegado el momento, coged vuestro transporte - entregó un pequeño artefacto de datos para introducirlo en las placas de datos - ahí va la ruta a seguir, nada de innovaciones - dijo mirando a Safwan directamente a los ojos - no os salgáis de la ruta marcada bajo ningún concepto. Dicho esto, luego tendréis la ruta a seguir a pie, a buen ritmo tardaréis un día en llegar hasta el palacio, os sugiero que vayáis en sigilo evitando al personal de palacio, es posible que haya soldados de las FDP, esos no son problema - parpadeó con cierta lentitud y se quedó mirando como el carruaje y la gente que iba con el se enzarbaban en una lucha a muerte contra varios xenos, desde ahí se les escuchaba entonar con fuerza la letanía de odio al xeno, embriagador. 

El problema son las tropas inquisitoriales, seguramente ellos no tengan culpa, pero os van a intentar matar en cuanto os vean, me da igual, o que no os vean y eludís el combate o los matáis. No dispongo de demasiada información, solo que nuestro comandante esta en lo alto, en el palacio del gobernador, no se que trama Khalid Orr, pero ese hombre, no es trigo limpio, por mis ancestros que no lo es - estrechó la mano a todos - en el transporte tienes un arma nueva para ti Safwan, úsala bien - le dijo sin sonreír.

Acababa de despedir a la unidad que se internaba en el transporte - ¡oh! se me olvidaba - dijo reclamando la atención de la escuadra que estaba abordando el chimera - ¿os acordáis de la extraña placa de la supuesta líder de los rebeldes? - era una pregunta retórica, ella sabía que sabrían a que se refería - era la placa identificativa de un agente del Ordo Hereticus - y sin esperar respuesta alguna, se giró para liderar el repliegue definitivo hacía la base.

Mientras el resto de los Dragones peinaban las calles, su escuadra se recuperaba y terminaba de equiparse para la misión que les aguardaba. Nuevos miembros para la escuadra, nuevo equipo, el ascenso de Fray Ollanius, los sonidos del combate y el griterio de los fieles fanáticos... Durante unos minutos, desde el momento en que puso la palma de su mano sobre la armadura, nada más exisitió para Ulrich que su particular ceremonia de prepararse para la batalla. Se puso el uniforme y sobre él fue anclando las rígidas placas de armaplás y ceramita que componían su armadura de caparazón: grebas, guanteletes, coraza y hombreras, yelmo... hasta que dar cubierto por estas.

Luego fue el resto del equipo, su cuchillo tradicional ajustado con una correa sobre su hombro izquierdo, la espada y las granadas en el cinto, y el rifle a un lado de la espalda. Y por último, con la ayuda de Magrund se puso la mochila que cargaba la batería de su arma preferida. Cogió con ambas manos la última pieza por estar lista, admirando de nuevo la manufactura del rifle repetidor sobrecargado. Conectó el cable de alimentación de la mochila al arma, y sintió como la energía fluía por él, llenándola y dejándola lista para sembrar muerte. Ahora sí estaba completo.

Preparado del todo, se giró hacia sus compañeros, sonriéndoles bajo el visor del casco y sujetando su arma hacia lo alto — Vigesimosexto de Dragones de Drovelia, recuperemos a nuestro comandante.

Ibn por supuesto se unió a los rezos de Fray Ollanius, pues sentía que tenía mucho que purgar, y con mayor fervor aún a los del obispo, observando admirado la comitiva y como purgaban xenos y desviados. Sin duda el Emperador les sonreía. Bañarían Nugratis en la sangre de los impuros, como debía ser, para librar al planeta de aquellos que lo manchaban. Pero tenían una misión por delante, y no fallaría. No debían fallar. 

Más aún cuando se reveló que la "líder rebelde" era un agente del Ordo Hereticus.

-Hijo de mil hienas...-dijo el medicae cuando escuchó aquello. Era el objetivo del condenado inquisidor. Y un inquisidor debía saber que otro lo era, ¿no? Era su oficio, saber cosas. Y por tanto... El muy malnacido la quería muerta. 

Ante la frase de la capitana dirigida a mi, por lo ocurrido en el inicio de nuestras incursiones por la colmena, no puedo mas que encogerme de hombros. - Haremos lo que se pueda. Bien debían saber que las planicies y las dunas en nada podían parecerse a una macro-autovía. Entre los nuevos componentes a nuestra escuadra, la subida de moral que era ver al fraile con una nueva convicción en sus ojos y las mejoras de Grigory, se veía con menos dificultad, la misión que nos habían encomendado.

Ya había recogido mis cosas, las armas, las granadas y en general todo lo que creyese que iba a necesitar para la misión, una misión en la que tendríamos que enfrentarnos al "ejercito" del inquisidor. - Si no nos dan opción, prefiero matar, a esos hijos de .... me muerdo la lengua antes de continuar, sabía bien que un soldado solo era una pieza de la maquinaria, ni mas ni menos, era el operario al que había que eliminar. Levanto la cabeza cuando la capitana se acuerda una vez mas de mi, al parecer tenía un regalo mas esperandome en el chimera. - Lo usaré bien capitana.

Grigory no entendía el hacer esos rituales tan públicos y a voz en grito, con esa exagerada necesidad de aprobación y de ser el centro de atención cuando, esos sacerdotes, jamás sabrían lo que es una auténtica ascensión pues ellos seguían aferrándose a la carne.

Y todo el mundo sabía que la ascensión se hacía dejando atrás tu cuerpo mortal.

El tecnosacerdote escuchó las palabras de la capitana y no pudo evitar ladear ligeramente la cabeza cuando habló del sigilo, preguntándose qué podría pensar la mujer para usarlo a él, que era poco sutil, para una labor así. Haría lo que podría y acabaría haciendo lo mejor que sabía hacer, reparar cosas, manipular tecnología y asaltar fortificaciones de una forma imprudente.

-¿Ordo Hereticus? -perfecto, les habían usado como perros de guerra en un enfrentamiento de autoridades entre inquisidores, o eso le parecía al adepto de Marte.

La llegada del carro con toda la parafernalia mientras Karl se terminaba de equipar le hizo prestar atención al discurso inspirador del Sacerdote. Karl se arrodilló y rezó fervorosamente al Emperador y a sus santos, tras haber hecho un pequeño aparte con el Pater al que le había confesado sus pecados, incluyendo el ansia que había sentido por coger el cuchillo-sierra para con él eliminar al enemigo, y los tembleques y guiños que aún asolaban su cuerpo de vez en cuando desde que lo había agarrado y soltado como si le quemase, cosa que le había hecho, pero no con su carne si no con su alma. 

Se levantó y se terminó de preparar, comprobando el peso de la magnífica espada sierra decorada con motivos en azul y blanco en la empuñadura. La guarda eran dos magníficas alas de un dragón, mientras la empuñadura era el cuerpo y terminaba con la boca abierta en la parte del pomo, donde una gema roja simulaba el fuego saliendo por la boca del dragón azulado. La pistola láser también era de bella manufactura, pero nada podía superar la espada y la admiración que Karl sintió por la misma. 

El recién ascendido teniente se frotó los nuevos símbolos de su rango, orgulloso de merecer tal honor y deseoso de seguir escalando en el escalafón, pues su familia provenía de una larga estirpe de militares, y Karl no concebía mejor destino que pertenecer a los rangos más altos dentro de la Guardia Imperial, donde podría seguir los pasos de sus antepasados. Escuchó con atención las instrucciones de la Capitana Nott, y asintió mirándola a los ojos. Una ligera sonrisa sardónica, tan suya, le pobló el rostro al escuchar lo que ya sospechaba desde el principio, la tal "líder rebelde" era un agente de la Inquisición, probablemente de un Inquisidor opuesto al Inquisidor Khalid Orr. - Hijo de la gran puta. - dijo, negando con la cabeza. Durante todo éste rato, sobretodo el rato que había estado tumbado en el suelo esperando y recibiendo curación por parte del Medicae de su unidad, había tenido tiempo de pensar en lo que les había sucedido y las posibles implicaciones. Habían ciertas cosas que con sólo pararse a pensar un poco, estaban bastante claras, y otras eran meras conjeturas. - Señora, con mis respetos, todos los altos mandos Nugratienses que queden deberían ser puestos en cuarentena y despojados temporalmente de sus rangos mientras no se determine si han sido infectados o no por estos Xenos. Vimos al Capitán Comisario Sir Algheran allí, en el barrio donde nos envió a investigar, venía con un puñado de Arbitres y nos declaró traidores nada más vernos. Sabía dónde estábamos, Señora. - le relató Karl. 

- Hemos visto diferentes grados de mezcla entre los humanos de éste planeta y los Xenos, lo que quiere decir que llevan años con ésta invasión "silenciosa", contaminando a toda la población en sigilo e imagino que, infectando también a los más grandes escalafones. Es lo que haría yo en su lugar, procurarme control sobre los que realmente ostentan el poder. Si han estallado ahora, seguramente es porque se sienten con la suficiente fuerza como para ganar, y eso también me hace pensar que probablemente estaban esperando a contaminar o hacerse con alguien de gran poder en el mundo. También he de informar que el Inquisidor usó sus poderes psíquicos sobre... oh mierda... - la voz del Teniente Karl fue bajando hasta convertirse en un susurro - ...ése cabrón intentó infectarnos con lo que sea que hagan éstos Xenos, intentó ganarnos para su bando, pero nuestra voluntad y fe en el Emperador pudo más. Por eso sangró al usar sus asquerosos poderes psíquicos sobre nosotros, al intentar entrar en nuestras mentes. Definitivamente, no es trigo limpio, Señora. Esa agente fue eliminada por un hombre del Inquisidor, no hay duda, y estoy prácticamente seguro de que la agente quería avisar de la contaminación Xenos, ella misma nos dijo que tenía información importante que compartir, que era vital que la lleváramos con nosotros de vuelta. Todo cuadra, Señora. El Inquisidor está infectado, y por eso envió a su asesino para eliminar a la agente, para ganar tiempo hasta que la revuelta estuviera en marcha. - 

Se giró hacia sus hombres una vez todos estuvieron listos y asintió a la declaración de Morgenstem. - Así es, recuperemos a nuestro comandante y salgamos de aquí. No quiero héroes, si podemos quitárselo en las narices y salir sin que nos vean, mejor. - miró a los dos nuevos, los atravesó con su mirada y los evaluó ante la respuesta corporal al escrutinio. 

- Bien, eso también va por vosotros dos. Armas preparadas, pero el sigilo es primordial. Nos cubriremos mutuamente cuando sea necesario. - eso significaba que el Teniente Karl haría lo posible para que todos volvieran de una pieza, aunque fuera a costa de su propia vida. 

Conforme el chimera se adentraba en la aguja central de la ciudad colmena, parecía que no hubiera señales de aquel ataque xeno. La gente parecía ajena, las murallas interiores estaban cerradas y bien guarecidas. En cambio, si uno echaba la vista atrás, se encontraba con un paisaje desolador, donde la gente de más bajo nivel adquisitivo estaba siendo masacrada sin que las FDP se coordinaran como para poder representar una defensa coherente del lugar. Fuere como fuere, aquello ya poco importaba para los dragones de Karl, que atravesaron el enorme portalón sin que les hicieran preguntas al respecto, ¿quién lo haría? a todas luces eran fuerzas leales.

Aquel tramo fue sencillo, el complicado era el siguiente, ir ascendiendo por los mega ascensores que los iban subiendo hasta un punto intermedio, desde ahí, empezaban a aparecer los opulentos barrios de los nobles, con sus jardines de ensueño, bulevares bien iluminados, tiendas de todo tipo y un sinfín de palacetes y mansiones que jamás llegaron a ver. Puede que si un guardia imperial viera aquel nivel de riqueza tan obsceno, se llegara a plantear muchas cosas, ¿de verdad merecía la pena dar la vida por gente como esa? un pensamiento sedicioso, pero coherente. Nuevamente, aquello tampoco importaba, la guerra empezaba y la escuadra tenía que afrontar una dura misión.

Tras dejar el chimera atrás, los dragones iniciaron una marcha hacía el palacio del gobernador, practicamente en la cúspide de la aguja. En uno de los descansos que pudieron tomarse, Ibn trató las heridas de Karl, parcheando un poco más al teniente, que sin duda alguna se sintió mejor, aunque no bien del todo. 

El ascenso fue relativamente fácil. Evitaron patrullas de fuerzas de seguridad privadas, soldados sin experiencia de combate que seguramente habían sido licenciados de las FDP, gente sin habilidades que destacar que no vieron como una unidad de élite los sorteaba, trepando de nivel en nivel. Un camino sencillo hasta que el acceso al palacio del gobernador se abrió ante ellos. Las enormes paredes de mármol blanco con finas lineas doradas. Un enorme aquila imperial lo vigilaba todo con su omnilente robótica que escaneaba todo cuanto estaba en su alcance, y varias docenas de guardias de palacio, con armaduras naranja y armados. 

La situación se planteaba peligrosa, pero Grigory dio con un terminal de acceso del que logró infiltrarse en los sistemas de seguridad, reinició la omnilente dando el tiempo suficiente para que pudieran acceder por el sistema de ventilación que se hallaba a varios metros de donde estaban. Después entraron a palacio, tratando de avanzar por sus ciclopeos pasillos con todo el sigilo que se creyeron capaces de realizar, pues en uno de los pasillos fueron sorprendidos por una patrulla. La sorpresa hirió a varios de los dragones, pero la respuesta fue rápida y letal, el enfrentamiento se acabó tan pronto como empezó y los cadáveres fueron escondidos donde pudieron. Si habían dado la alarma o no era una incógnita.

El tecnosacerdote los guió hasta que encontraron las escaleras, enormes y recargadas con detalles dorados, como todo el palacio, que era una oda al poder. Poco a poco ascendieron las escaleras, quedándose al resguardo de estas. Conforme iban subiendo, el eco de una voz familiar resonó propulsada por las enormes y altas paredes. Columnas de cientos de metros de altura se alzaron ante ellos, columnas que sostenían una bóveda inmensa. Estas se encontraban custodiadas por enormes estatuas que representaban a astartes y guerreros de los ejércitos imperiales. Braseros caldeaban infructuosamente la enorme estancia y la luz provenía de gigantescos globos luminosos colgados del techo y a diversas alturas. Había mucho personal, guardas de palacio, técnicos, tropas de asalto inquisitoriales y al fondo del todo, el cuerpo de Haydn tirado en el suelo rodeado por un charco de sangre, una zona elevada donde el gobernador discutía con el Inquisidor y el Lord Comisario, un viejo conocido. En esa zona elevada, que sin duda era el despacho del gobernador, había numerosas consolas, cogitadores, mesas de mapas holográficos, librerías y la pared era una enorme vidriera que representaba al Dios Emperador derrotando a los enemigos del Imperio.

Todo ello quedaba al este de la posición de los dragones, al sur de su posición se hallaba una enorme pared de metal, con una puerta en su zona media que posiblemente llevaría a una especie de sala de generador de energía o algo similar. Difícil era de saberlo pues en el mapa no figuraba leyenda alguna. Dos guardias flanqueaban la puerta.

¡Esto no era lo que me prometió! - bramaba un visiblemente cabreado gobernador, con su rostro blanqueado por el maquillaje estaba viéndose enrojecido por el enfado - ¡Me prometió que la situación estaba controlada! ¡que los xenos no serían un problema! - se cayó de pronto, mirando al Capitán comisario durante un segundo - estoy muy decepcionado con usted, accedí unicamente porque sois un pariente - golpeó la mesa que tenía en frente, con un mapa holográfico de la colmena y cuya imagen se enturbió por la violencia del golpe - esto no quedará así, reportaré de inmediato al Ordo Hereticus por sus actos, no le quepa ni la menor du... - pero no llegó a terminar la frase, uno de los soldados inquisitoriales se había girado para mirar al gobernador, gesto que sorprendió a este y no pareció gustarle - controle a sus hombres, ¡controlelos! - los dragones se habían perdido buena parte de la pelea, pero ahí seguían, ajenos a que una escuadra de tempestus se había infiltrado hasta tan alto.

Estaba en silencio, en una pose realmente tensa y sin mediar palabra, observando a los dos, como el inquisidor que no había abierto la boca por el momento recibía las amenazas del gobernador. Cruzó los brazos y se quedó mirando el mapa, como los puntos rojos iban aumentando a cada minuto que pasaba, como su colmena se iba al traste a ojos vista, y todo por confiar en ese inquisidor al cual miró finalmente.

Se llevó el pañuelo a la boca, limpiando un reguero de sangre que salió por la comisura - no me amenace - dijo con una voz fría y controlada - si llama a los ordos, usted será ejecutado también, tengo tantas pruebas de su implicación en mi estudio, que es incluso más culpable que yo - sonrió provocando que sangrara un poco más - y todos sabemos que el consejo de Terra no permitirá semejante mácula en uno de sus gobernadores. Deje esto en mis manos, deje que organice la defensa y deme el control total de las FDP - ante ese comentario, Sir Algheran se envaró y dio un paso al frente. Bastó una mirada del inquisidor para que se parara en seco - ¿quiere vivir? haga lo que le digo

Un valiente de la guardia de palacio se metió en la conversación. Sudoroso y mirando al techo, habló - señores, Gobernador Kayn, informan las otras colmenas, disturbios de la misma naturaleza, el alzamiento es a escala planetaria, no somos los únicos en sufrirla... - el Inquisidor se quedó sorprendido, pero meditando su respuesta. El gobernador golpeó repetidas veces la mesa y pateó una silla cercana. Sir Algheran se llevó una mano al rostro.

Les había costado, pero habían llegado. Con sigilo, se habían posicionado lo más cerca posible sin que les descubrieran. La sala era inmensa, y había mucho personal, tanto inquisitorial como del gobernador. Nada más llegar, la conversación llamó la atención del Teniente Karl, que sacó su data-slate y la puso en modo grabación, indicando a sus pardillos que hicieran lo mismo, así como al miembro del mechanicum como a su operador. Miró alrededor y susurró al lado de la capucha de Grigory. - ¿Crees que habrán defensas automáticas? ¿Podrías piratearlas y usarlas cuando ésto se ponga feo? -, luego se inclinó hacia Safwan - Quédese escondido cuando salgamos, y use su arma contra Orr. - en general, pidió a sus hombres que identificaran las mayores amenazas y si había un tirador oculto. - Estén atentos. Identifiquen las amenazas principales y traten de encontrar si hay algún tirador oculto. - 

Pues allí estaba el muy malnacido, queriendo tomar el control de una situación que hacía mucho que se le había ido de las manos. No pudo evitar pensar en Drovelia, si acaso él había intentado una maniobra similar allí... Si acaso buscaba repetir la experiencia para ampliar aún más los efectivos a su cargo. ¿Tan lejos llegaba la ambición de aquel despojo? ¿Tanto se había descarriado? Ibn no lo sabía, pero si tuviera que apostar, tenía claro que los planes del Inquisidor incluían ampliar sus fuerzas con algún siniestro objetivo. 

-Safwan, ¿tienes el auspex a mano? Creo que cuanto más sepamos, mejor podremos reaccionar...

El tiro que me solicitaba el sargento era bastante difícil, es mas apenas acababa de hacerme con el rifle láser de largo alcance y no estaba seguro de poder realizar un disparo parecido. Entre columnas, estanterías y guardias, había demasiados factores como para que el disparo fuese un aviso de nuestra posición. - Omaima, empieza a calcular la distancia*. Niego con la cabeza ante las palabras de Ibn. - La última vez que vi el auspex fué cuando el sargento se lo entrego al señor Záitev. Señalo las columnas con los dedos cuando Omaima me indica que el disparo sería como arrojar una china al medio de un estanque y esperar pescar a un pez con ello. - Teniente, para disparar al inquisidor, tendría que adentrarme en la sala, y buscar una posición mejor. 

Grigory aferró con fuerza el rifle cuando escuchó esas palabras. Se habría arrastrado por lugares en los que apenas cabía con sus implantes, movido entre las sombras y llegado a ese lugar con tan solo un enfrentamiento contra una patrulla que terminó en carnicería para ellos y nada le había molestado; pero que hablaran de traición tan tranquilamente...

Las palabras del sargento llegaron justo cuando iba a apretar el gatillo para rebentarle la cabeza a alguno de los presentes; pero se detuvo y se centró recordándose que ser vía al Omnissiah y estaba por encima de las emociones.

Comenzó a mover la cabezs mientras los diales de su máscara se ajustaban buscando algún tipo de sistema de seguridad automático o sensores de alarma y, a su vez, examinaba sus rollos de memoria para intentar averiguar todo lo posible que pudiera darse en ese lugar.

Las lecturas del auspex eran claras, tanto como el vistazo que arrojó el aparato tras usarlo para buscar aspectos más mundanos que el ojo humano no sería capaz de detectar. 

Lo primero que arrojó el auspex de asedio fue que había armas centinelas, en cada columna y con un arco de ciento ochenta grados una vez se desplegara, sin embargo, le resultó imposible que tipo de armas eran, podrían ser bolter pesado, ametralladoras pesadas o algo peor, como cañones láser. A pesar de ello, el problema estaba ahí, que en el mismo instante que fueran detectados, las armas centinelas se activarían.

Aún con ello, Grigory realizó un barrido multi espectral con la herramienta, y aquello arrojó aún más información. Lo primero es que la zona donde se encontraban el gobernador y el inquisidor, estaba protegida por una pantalla de vacío, una mala noticia sin duda, pero la buena es que la eficiente mano y el intelecto del tecnosacerdote pudo seguir la señal de la corriente de energía que le llevó hasta una enorme estancia, cuya puerta era custodiada por dos guardas de palacio. Allí se encontraban los generadores de energía del campo así como el de las armas centinelas. 

Grigory alzó el puño derecho para pedir a los que iban tras él que se detuvieran y a la vez puso la palma de la otra mano en el hombro del que tenía delante, pidiendo lo mismo. Tenía que detener eso antes de que todos murieran. Comenzó a hablar por el intercomunicador.

-Armas centinela -informó- en cada columna, ángulo de ciento ochenta grados desplegadas, no se que tipo de armas pueden ser, cañones laser, bolter, cañones automáticas o fusión.

Señaló las columnas para que vieran a lo que se refería.

-Además, el auspex muestra un campo de vacío que protege a ambos -miró el auspex y señaló a una estancia que estaba custodiada por dos guardias del palacio- si queremos salir vivos propongo lo siguiente.

Se quedó un segundo callado.

-Dos o tres de nosotros, los más sigilosos, que acaben con esos guardias y me den acceso para sabotear la fuente de energía. Con suerte desactivaré no solo la pantalla, sino también las armas centinela. Os damos una orden y comenzamos una ejecución con fuego cruzado. ¿Que le parece, sargento?.

- Me parece que ha descubierto las armas que le he ordenado buscar. Me parece que no es mal plan. Consiga que esas armas trabajen para nosotros. Voluntarios para ir a por esos dos. Safwan, dígame que su nuevo rifle tiene supresor de ruido. - fue enumerando Karl. 

- Bien hecho Grigory. Un último detalle. Teniente Karl. - añadió, señalando su nuevo rango indicado en su hombro derecho y en el pecho. 

Aquello se podía haber convertido en una trampa mortal, pero ahora podría ser que tuvieran una oportunidad. - Si aquellos dos hombres tienen pantalla de vacío, no me extrañaría que el inquisidor también llevara algo más de protección no visible. -