Partida Rol por web

Si antes estaba sintiendo pequeños indicios de enojo dentro de mí, sus últimas palabras comenzaron a aflorar esa rabia como fuego estallando de mis poros. Su actitud lasciva y viperina me estaba hartando, y tenía un estúpido sentimiento animal de que lo que nos ocultaba era algo más serio y traicionero de lo que trataba de mostrar. Quería leer tras sus pomposos lentes y ver si en el iris de sus ojos se encontraba la verdad de lo que nos estaba escondiendo, pero sólo pude hallar su mirada afilada y déspota. Tenía unas ganas inhumanas de desprenderme de los grilletes que estaba posando sobre mí con esa mirada aterradora, pero la misma presión sólo me permitió observarlo con un enfado salvaje, pero contenido. No podía hacer más si su actitud era esa, y parecía que tanto Tor'na como Vektor estaban a favor de su liderazgo, ¿que había hecho él para ganarse el puesto en el que estaba ahora mismo? 

-Hay una primera vez para todo, y más le vale a tu pellejo que esta no sea esa "primera vez"-Le digo harto, dirigiéndome a la puerta para salir fuera de la taberna-Si algo nos llega a ocurrir y me entero que es tu culpa, no me va a importar domar al mismísimo Rayquaza para que te devore fuera de la existencia-Fulmino con un tono acusador y desesperado, no puedo quitarme de encima el sentimiento de peligro que quiere escapar de mi boca. Al decirle eso, salgo y cierro la puerta de un portazo, sabiendo que aquella actitud infantil que estoy portando no llevará a nada bueno, pero sin saber de qué otra forma poder comportarme sin estallar de rabia. 

Cuando acabas de comer partes en busca del templo y su biblioteca, la ciudad está abarrotada y tienes que pararte en un par de ocasiones para recordar el camino que te indicó Bork, por suerte entre tu memoria y la de Ditto evitas perderte. 

El templo se encuentra en el centro de la ciudad, un poco antes de llegar a la plaza Mantine. Aun así, logras atisbar la enorme estatua de piedra del pokemon que da nombre a la plaza desde las calles que llevan a ella, aunque estas lejos parece una obra digna de admiración. Pero por ahora tu objetivo era el templo, que se situa en una pequeña plaza antes de la principal, es tan pequeña que más que una plaza parece el patio del templo.

El templo es un edificio humilde, hecho mayormente de madera, despunta con el resto de la ciudad que es casi por entero de piedra para aguantar los envites de las tormentas. Es un edificio de dos plantas con las puertas abiertas de par en par, bajo cuatro columnas de piedra que parecen más nuevas que el resto del edificio. La gente no para de entrar, aunque no parece que se vaya a celebrar ninguna ceremonia.

Ves gente de todo tipo, muchos seguramente hayan llegado con los últimos barcos, algunos se te quedan mirando extrañados, tal vez por tus ropas.

Comes tranquilamente tu merienda mientras recorres las calles de la ciudad, el atraque ha sido más lento de lo esperado y la mañana acababa, los últimos barcos dejaban sus mercancias y pasajeros y estos se mezclaban con el resto de personas en el puerto. Nunca habías visto tanta gente junta en tu isla, era una experiencia nueva para ti.

Las indicaciones del capitan eran exactas pero tanta gente y tantas cosas nuevas provocan que te pierdas un par de veces, pero nada que preguntar a los oriundos no solucione. La gente se muestra amable y no te cuesta conseguir nuevas direcciones, aunque alguno se extraña al ver a tu pokemon, no parece que se vean muchos de su especie por aquí.

Con un poco de paciencia acabas llegando a la pequeña plaza en la que se encuentra el templo de Lugia, se encuentra abarrotada de gente que entra y sale, tal vez a presentar sus respetos nada más llegar al puerto.

El templo es un edificio humilde, hecho mayormente de madera, despunta con el resto de la ciudad que es casi por entero de piedra para aguantar los envites de las tormentas. Es un edificio de dos plantas con las puertas abiertas de par en par, bajo cuatro columnas de piedra que parecen más nuevas que el resto del edificio. 

Icar se mantiene en silencio mientras te marchas, no lo escuchas en ningún momento. Ni siquiera cuando cierras la puerta y te alejas.

Sales del local dando largas zancadas sin mirar a nadie, los guardias y el resto de feligreses se alejan de ti recordando tu enfermedad, aunque los escuchas cuchichear a tus espaldas.

Una vez fuera de la taberna el sol te ciega, debe haber pasado mediodia pero la luz es intensa. Gligar vuela a tu alrededor esperando tus ordenes, ¿adonde ibas a ir?

- Ooooh…- admiró Darwin con la boca abierta.- ¡Es como un barco invertido en medio de una ciudad de piedra! A diferencia del resto de la ciudad, que ha sido construida para resistir los envites del tiempo, parece que el templo ha sido construido para navegar las tormentas que podrían arrasar la ciudad… aunque también puede ser que simplemente sea tan antiguo que cuando se construyó aún no se hacían las casas en piedra. En ese caso me sorprende que aún siga en pie tras tanto tiempo con solo unas nuevas columnas de piedra...- caviló en voz alta mientras admiraba la construcción. Apenas se fijó en la gente que le miraba mientras se adentraba en el templo, pendiente como iba de las maravillas que un templo tan antiguo pudiera enseñarle.

Seguir las indicaciones del capitán parecían tarea fácil... al principio. Aura no estaba acostumbrada a ver tanta gente y tanto comercio juntos, así que muchas veces se distraía y acababa por perder el hilo de por dónde caminaba. A veces era por meter la cabeza dentro de las tabernas, de las cuales emanaba un olor delicioso y tentador; otras era por distraerse al observar pokemon que no había visto nunca (o que sí había visto pero le llamaban igual la atención); y en otras ocasiones curioseaba las tiendas y los puestos, a la gente local trabajando en sus oficios, tal como pasaba en su pequeño pueblito, pero a lo grande. 

Al final, la excusa de perderse la llevó a conocer a algunos lugareños que le indicaban dónde se encontraba la biblioteca. También se presentaron algunos niños pequeños que querían saber más de Nini. La pequeña pokemon era bastante coqueta, y a Aura le encantaba ver cómo la vulpix alzaba la cabeza y mostraba orgullosa sus siete colitas ante los ojos asombrados de los pequeños y no tan pequeños. -Vaya vaya, Nini, alguien está triunfando hoy -bromeó con su compañera.

Al cabo de un rato, ambas consiguieron llegar a la plaza donde descansaban los dos grandes edificios: la biblioteca y el templo de lugia. En un principio, el plan de la muchacha era ir directamente a la biblioteca, conseguir un mapa o algo de información sobre la profecía, y luego ir a comer algo; pero el templo era extrañamente atrayente. Quizá fuera la construcción, grande pero austera, o el hecho de que estaba hecho de madera en lugar de piedra como el resto de la ciudad. O quizá solo fuera la naturaleza felina y curiosa de Aura. Pero el hecho es que sus pasos le condujeron justo a la abarrotada puerta. -¿Sabes, Nini? Quizá deberíamos pasar a presentar nuestros respetos. Sí, ya se que en nuestro pueblo veneramos a Ho-Oh. Pero no hay día sin noche. 

Camino con un asfixiante peso muerto sobre la espalda, con el claro conocimiento de que Icar estuvo a punto de sacarme de mis casillas. No puedo ni quiero entender que mi teoría de traición esté tomando un asiento en mi mente, pues el conflicto entre los años que pasé con ellos y la supuesta confianza de los nocturnos se comience a desmoronar tan fácil por algo tan trivial y a la vez tan urgente. Siento que nos apuñalará por la espalda, pero no quiero creerlo, no del todo, pero tampoco puedo vender el pellejo de Tor'na y Vektor por no seguir esos instintos que están desestabilizando el laberinto de mis pensamientos. Al salir, luego de haber fingido lo suficiente la "enfermedad", observo con cariño a Gligar, él y su raza son los únicos seres incapaces de generar tales dudas de confianza. Le digo con un gesto que me siga sobrevolando el área, y acercándolo a mí con cautela y luego de haber cuidado que nadie me viera, le digo con total confianza que vigile bien cualquier cosa que le resulte sospechosa, que me alerte con un grito. 

Parto con la mente aún inflamada de dudas y sentimientos encontrados. Prefiero no dejarme llevar por ellos, y no esperar nada bueno de aquella actitud fanfarrona que trató de usar Icar antes para encubrir lo que sea que esté tramando. Las alas de las mayores corrientes solo se ganan a base de firmeza y compañerismo, no de golpes bajos. Salgo corriendo, con la capucha puesta y tratando de evitar a la gente lo mejor posible, en busca de mi montacorrientes, me estaba empezando a sentir más débil de lo normal sin él. Una vez con él, me dirigiría al aserradero, con cautela y temor y lo más rápido que pudiera, necesitaba tener todo bajo control antes de lanzarme a la boca del abismo. 

Entras a una sala rectangular no demasiado grande, se trata de un salón de suelos de piedra lisa gris, sin demasiada decoración ni adornos en las paredes de madera. Una alfombra azul, raida con los años y el uso lleva desde la entrada hasta un sobrio altar de madera al final de la sala, con un Lugia tallado en el mismo. Ante el, dos parejas de bancos de madera colocados dejando un pasillo para que pase la alfombra estan llenos de gente, algunos rezan en silencio, otros simplemente miran hacía lo más impresionante de la capilla: la vidriera de Lugia.

Es impresionante, de eso no cabe duda, una enorme cristalera de colores oscuros que representan al pokemon que se rinde culto. Es una pieza de arte como ninguna que has visto, contrasta con la sobriedad de la sala.

Al fondo de la misma, entre la gente que entra y sale ves a un hombre ataviado con una larga tunica de dos colores: azul y morado. Mira a los que se acercan con amabilidad y habla con quienes le preguntan.

Si alguien te podia llevar a la biblioteca era él.

Entras a una sala rectangular no demasiado grande, se trata de un salón de suelos de piedra lisa gris, sin demasiada decoración ni adornos en las paredes de madera. Una alfombra azul, raida con los años y el uso lleva desde la entrada hasta un sobrio altar de madera al final de la sala, con un Lugia tallado en el mismo. Ante el, dos parejas de bancos de madera colocados dejando un pasillo para que pase la alfombra estan llenos de gente, algunos rezan en silencio, otros simplemente miran hacía lo más impresionante de la capilla: la vidriera de Lugia.

Es impresionante, de eso no cabe duda, una enorme cristalera de colores oscuros que representan al pokemon que se rinde culto. Es una pieza de arte como ninguna que has visto, contrasta con la sobriedad de la sala.

Al fondo de la misma, entre la gente que entra y sale ves a un hombre ataviado con una larga tunica de dos colores: azul y morado. Mira a los que se acercan con amabilidad y habla con quienes le preguntan.

- Wooooaah… ¿Has visto esa vidriera?- preguntó Darwin a Ditto sobre su hombro.- Es impresionante… ¿Cuántos siglos tendrá? Debe ser muy antigua, tanto como la iglesia en sí… Mira a ese hombre, debe ser el sacerdote del templo. Tal vez él sepa dónde está la biblioteca que nos comentó Bork.

Se acercaron hasta el sacerdote intentando no molestar a los parroquianos. A pesar de ser una capilla pequeña y de la gran cantidad de gente que atestaba los bancos, en la sala reinaba una sensación de reverencia que invitaba a guardar silencio y le hacía a uno sentirse pequeño.

- Esto… Disculpe, padre - saludó Darwin al sacerdote inclinándose ante él en actitud educada y humilde.- Nos han hablado de una biblioteca por aquí cerca. ¿Podría indicarnos dónde está si no es mucha molestia?

El hombre se gira hacía ti, por su aspecto debe ser bastante mayor, su pelo es gris muy oscuro, como si intentase mantener el color negro que un día tuvo, las arrugas de la edad en sus ojos y frente se contraen cuando te mira y sonrie. Es una sonrisa cálida, la sonrisa de un hombre que cada día recibe a nuevos visitantes pero los trata como si fuesen viejos amigos.

-Hola joven, espero que estes teniendo un buen día.-te dice a modo de saludo- Te han informado bien, la escasa colección bibliografica del pueblo la tenemos aquí, por lo general no está abierta al público pero...- ves como mira rapidamente tus ropas- diría que vienes desde la Academia, ¿me equivoco? Si vienes desde allí puedo confiar en que trataras los libros con respeto. Si esperas unos minutos a que lleguen mis pupilos ellos te llevaran, yo no puedo dejar el templo desatendido.-

Una vez te dice esto se gira para saludar al siguiente que se acerca, no escuchas su conversación pero parece que le pide consejo sobre un negocio maritimo que quiere emprender, el padre le escucha como si fuese algo normal por ahí.

Aura y Nini entraron en el edificio, al principio con paso rápido; mas una vez dentro la atmósfera de solemnidad y adoración hizo que ambas aminoraran la marcha. Por dentro, la sala era humilde y oscura, con algunos adornos aquí y allá que representaban al pokemon Lugia. Y presidiendo el conjunto se alzaba una enorme vidriera de Lugia. Aura se quedó fascinada ante aquella visión, sus ojos se movían rápidamente, estudiando cada detalle, cada una de los cristales, la composición del color. Era una obra de arte maravillosa. 

El hecho de que el templo estuviera decorado siguiendo los colores del pokemon legendario era lo que hacía que la sala estuviera tan oscura; sin embargo, era una oscuridad que no resultaba opresiva ni siniestra, sino elegante y sagrada. Un poco más adelante, la pareja pudo distinguir al que probablemente sería el sacerdote del templo. -Vamos, Nini, preguntémosle al sacerdote. A ver si él nos puede ayudar. -Decididas, pero respetando el ambiente del lugar, ambas se pusieron en marcha para hablar con el hombre. -Disculpe, ¿podría ayudarnos? Estamos buscando la biblioteca. 

Ya con tu montacorrientes te diriges al punto de encuentro con los contactos de Icar, aun receloso de tu compañero llegas hasta el aserradero pero no te diriges directamente a la estructura, desde lejos exploras el lugar, buscando cualquier indicio sospechoso. Te posas en una colina empedrada cerca del aserradero, te permite ver todo el edifico sin ser percibido.

No ves nada a primera vista y antes de que puedas seguir buscando algo te llama la atención: tus compañeros han llegado, liderados por Icar ves como se acercan a la entrada del aserradero, de donde salen 3 hombres, con ropas de campesino, ves como Icar los saluda y habla con ellos.

Pero estas demasiado lejos como para escucharlos con atención.

Una vez estando arriba, siento que mis pulmones se vuelven a llenar de oxígeno, pudiendo volver a respirar cómodamente. La brisa de la corriente me da una sensación de tranquilidad que no había sentido hace un rato, lo que me da seguridad. Observo desde lejos al aserradero, y miro con atención a Icar entrando en él y hablando con los granjeros. Quizás mi decisión de moverme hasta allí fue torpe, pero siempre podía cubrirla diciendo que estaba adquiriendo una posición estratégica para observar. Desde lo lejos, miro fijamente a la distancia y todos los alrededores del aserradero, en busca de pistas que levantaran mi alerta. 

Mientras te acercas ves como el sacerdote atiende a un chico vestido con una extraña túnica, cuando acaban de hablar el chico se retira a una esquina mientras el anciano se dirige a los que siguen llegando.
Finalmente te mira, por su aspecto debe ser bastante mayor, su pelo es gris muy oscuro, como si intentase mantener el color negro que un día tuvo, las arrugas de la edad en sus ojos y frente se contraen cuando te mira y sonrie. Es una sonrisa cálida, te recuerda a tu abuela cuando te levantaba por las mañanas.
Te escucha atentamente antes de hablar.
-Si que está solicitada la biblioteca ultimamente, ¿y podria preguntarte qué estas buscando? Los libros que tenemos son muy antiguos y no se le pueden prestar al primero que llega, espero que lo comprendas.

Aura observó al hombre con atención mientras terminaba de hablar con un joven. Era mayor, pero no por ello había perdido las buenas maneras ni el encanto que, posiblemente, tuviera en su juventud. Parecía calmado y bondadoso, como el agua de un río. Al llegar su turno, la pelirrosa saludó al hombre con una reverencia, mostrando su respeto. 

-O-oh, claro. Tiene sentido -rió nerviosa ante la pregunta, pues no la había esperado. La sensación que trasmitía el sacerdote le había tentado a contarle todo: lo de su marca, lo de la profecía, lo de su misión super-difícil de encontrar a los otros elegidos y todo ese rollo. Pero, ¿cómo de creíble iba a resultar la historia? ¿Y si se pensaba que estaba loca? O peor, que era una ladrona que se había inventado una sarta de tonterías para salirse con su propósito. Al final, se decidió por contarle la verdad a medias.

-Verá, yo vengo de Radian. En Radian nos dividimos en clanes, yo soy parte del clan Helias. Mi nombre es Aura, y ella es Nini -aprovechó para presentarse ante el sacerdote. -La cosa es que el jefe del consejo de los clanes, el Anciano -ante la mención del Anciano, Aura sacó de la riñonera el anillo de madera y se lo enseñó al hombre- me ha pedido que viaje por ahí para recabar información sobre los cinco elegidos, y había pensado que podía empezar por aquí. Además, soy nueva en la ciudad, y también quería buscar un mapa para no andar por ahí perdida. 

Técnicamente, no he dicho ninguna mentira. Tengo que reunir información sobre los cinco elegidos, sí. Pero los nuevos.

- Pues sí que está atareado...- observó Darwin viendo hablar al anciano sacerdote con los visitantes que no dejaban de acercarse a él.- Pues entonces nos toca esperar, ¿Qué hacemos, Ayudante?- Ditto señaló el altar y las hermosas vidrieras y puso cara de "empollón con gafas". Darwin no pudo reprimir una sonora risa al ver la cara de su amigo pero enseguida se recompuso totalmente azorado por si había interrumpido la concentración de alguno de los parroquianos.- Está bien, nos acercaremos a verlo todo un poco más de cerca mientras esperamos a que venga alguno de los ayudantes del sacerdote...

El anciano te escucha con atención, no parece dar mucha veracidad a tus palabras hasta que ve el anillo grabado, cuando reconoce el sello sus ojos se abren de par en par. Tras unos segundos para recuperar la compostura notas que te mira de otra manera, estudiandote con la mirada.

-Tu historia es extraña pero este anillo no miente... esta bien, puede acceder a la biblioteca, además cualquier cosa que necesites avisame.- se gira hacia el chico con el que estaba hablando antes.- sientate con él mientras mi pupilo llega y...- ves como se corta de improviso y mira a un chico de cabello oscuro de apenas 12 años de edad que recorre la sala sudando y resoplando, lleva una túnica parecida a la del anciano pero menos ornamentada.

El chico coge aire unos instantes antes de hablar.

-Perdon maestro, es día de mercado y había mucha gente en las calles.- notas un tono de voz lastimero, como si esperase una regañina.

El sacerdote se limita a resoplar y señalaros a ti y al chico de la túnica.- No pasa nada, acompaña a nuestros visitantes a la biblioteca y ayudales en lo que necesiten.- 

El chico asiente con decisión, ya recobrado de su carrera, y te hace un gesto para que le sigas antes de acercarse al otro chico, que parece curiosear el templo con su Ditto.

-Hola, soy Marcel, el Padre Met me ha dicho que os lleve a la biblioteca, si eres tan amable de seguirme.-

Antes de poder curiosear mucho ves como un chico de cabello oscuro de unos 12 años se presenta frente a ti, leva una túnica parecida a la del sacerdote pero menos ornamentada. A su espalda hay una chica de más o menos tu edad, pelo rosa chicle y ropas que no habías visto nunca, a sus pies un pequeño Vulpix níveo te mira con curiosidad.

-Hola, soy Marcel, el Padre Met me ha dicho que os lleve a la biblioteca, si eres tan amable de seguirme.- te dice el chico, notas que intenta imprimir cierta seguridad en su voz, pero su aspecto cansado y algunas gotas de sudor que resbalan por su frente le quitan la poca autoridad que podría tener.

En un primer momento, el rostro del amable sacerdote se torna en una mueca de incredulidad, por otra parte esperable. De cualquier modo, el anillo parece ser convicción suficiente. ¿Quizá este hombre sepa lo que está pasando? Quizá todos aquellos místicos que en mayor o menor medida tienen contacto con los pokémon legendarios estén al tanto de la situación. En aquel momento, Aura se sintió culpable por no haber confiado en el sacerdote Met y haberle contado la verdad. Quizá hubiera sido de ayuda en su búsqueda. 

El joven al que estaban esperando no tardó en aparecer. Era un chiquillo menudo y con pinta de ser asustadizo. A la pelirrosa le produjo una enorme ternura ver cómo el chico trataba de evitar la regañina por el retraso. Al parecer, tanto ella como el otro chico se dirigían a la biblioteca, así que Marcel iba a acompañarles a ambos. Aura se fijó entonces en que el chico de extrañas ropas tenía un compañero pokémon, y nada menos que un Ditto. ¡Rosa como su pelo! La muchacha lo miró divertida. -Nini. ¡Nini! -llamó la atención de su Vulpix, entusiasmada. -¡Mira eso! -ignorando la mirada de desaprobación de Nini, Aura se agachó para ponerse a la altura del pokémon chicle y extendió un brazo, tratando de llamarlo. Contaba con que Marcel la esperaría en caso de que fuera necesario; además, solo serían unos instantes.