Partida Rol por web

La noche pasa tranquila, el sueño reparador te sirve para recuperarte del asalto nocturno. Duermes como un tronco hasta que los primeros rayos del sol entran por tu ventana, como cada día Gligar te está esperando, despierto a tu lado, listo para seguirte en un nuevo día.

Algo raro hay en tu habitación, una nota en el suelo de la misma, con la estilizada caligrafia de Icar.

"Creo que tengo algo, ven a verme en cuanto puedas"

Me levanto con ciertos ánimos reparadores, más no tan animoso como lo habría hecho ayer. La decepción de la noche anterior seguía pesándome, y no sabía si sería lo correcto reprimir esas decepciones o imprimirlas en el primero que me viese mal de la aldea. Sea como fuese, anoche volé quizás una o media hora, el clima seguía correcto y que yo me hubiese fijado, nada se salía de lo normal, claro, nada que no me concerniera directamente. Pensé en la marca que tenía bajo mi parche, colgando en mi perchero junto con mi Montacorrientes. De alguna forma sabía que esa marca no era ninguna infección o algún objeto que se coló por ahí y me tinturó el ojo, no, era demasiado complejo como para que fuese solo eso. Pero aunque me matase la cabeza pensando en lo que era, tenía obligaciones fuera de la marca, y sabía que no hallaría su significado si seguía así. 

Tomé la nota de Icar, su letra era demasiado evidente, tan natural como su carácter retorcidamente estricto. La guardé en mi bolsillo y proseguí a su estudio, a sabiendas de que Gligar me seguiría sin obligaciones por mi parte. Ya tendría que haber cazado algo por los barrancos, o asaltado algún arbusto de bayas, no solía preocuparme por lo que comiese por eso mismo, era un ser independiente y cercano a la vez. 

Cuando llegas al estudio Icar está exactamente en la misma posición que anoche, no se ha movido un milímetro, casi parece que ni ha dormido aunque sabes bien que no vas a notar ni un apice de cansancio en su mirada ni en sus movimientos, Icar era demasiado perfeccionista para eso.

-Bien, estas aquí, en cuanto Tor'na  llegue podremos salir. Un contacto nos puede ayudar a descubrir qué es este material y cuanto vale, lo encontraremos al sur, en un aserradero del rio Tanber, hay un pequeño asentamiento alrededor del mismo y podremos pasar desapercibidos.

¿Estas listo?

Al escuchar la respuesta de Icar, siento un pequeño desasosiego. ¿Quiere vender el metal?...Le dedico una mirada ligeramente cínica, dudando de lo que decía. Apropósito, ¿a qué hora había encontrado un comprador? Tuvo que haber tenido toda la noche para dedicarse a su estudio, he de suponer. 

-Espera, ¿estás seguro de que quieres venderlo?-Le contesto con voz seria, intentado comprenderlo-Bah, si alguien me hubiese hecho caso anoche, seguro tendríamos bastante más material para permitirnos la venta-Caminé desanimado alrededor de su estudio, tenía la mala costumbre de juguetear con los artilugios que solía dejar desperdigados en las mesas-Ganaríamos dinero, y de paso podríamos usar el metal para nuestro propio beneficio, pero como quieras...Dudo que volvamos a tener una oportunidad de obtener más, esa gente se cerciorará de no volver a pasar por aquí. 

Y en parte, ello me alegraba. No parecían ingenuos, y que pudieran derribar a un Onix salvaje ya decía mucho de su fuerza militar. Y su líder...me seguía causando escalofríos. Ese rostro impasible, su manera tan relajada de haberme confrontado, no era alguien que pudiese ser tomado a la ligera. 

-De todas maneras, deberíamos llevar un par de refuerzos-Comenté observándolo fijamente, con algo de preocupación en el rostro. No tendía a ser así, y en cierta medida me sentía un traidor a mi naturaleza, pero desde lo que ocurrió anoche, no me sentía confiado para nada-Ya sabes, podrían tendernos una trampa y llevarse todo, lo de siempre. Y no veo por qué no deberían hacerlo. Pero si te sientes tan confiado, podemos dejar el peso de la responsabilidad en ti, y echarte la culpa si nos roban. 

Con ello, asentí con menos entusiasmo de lo normal a su pregunta. Claro que estaba listo, había dormido bien, tenía encima mi Montacorrientes junto con el parche, Gligar debería estar afuera sobrevolando o perdiendo el tiempo. No me sentía asustado si llegaba a pasar lo que creía que podría pasar, pero ello no quitaba que no existiera esa angustia. 

Icar te escucha mientras se coloca el Montacorrientes, no parece demasiado preocupado por la posibilidad de una trampa.

-Si quieres ve a avisar a un cazador más, pero solo uno, no queremos llamar la atención del pueblo. Te espero en el puesto de vigilancia del Sur en una hora. No tardes.-

Con estas palabras se lanza al vacio y lo ves alejarse surcando los aires con la caja del metal en sus brazos.

Le dedico una mirada de escepticismo a Icar, juzgando su falta de cuidado al transportar algo tan valioso, y es que, ¿por qué no llevarnos una sola pieza del metal? Así no comprometeríamos la carga, pero quedaba en sus hombros ahora el éxito de la venta. No podría protestar más aunque quisiera, él ya se había ido con la caja, esperando tan fresco que nada amenazara la seguridad de lo que llevaba. ¿Y yo soy el impulsivo? Me pregunté, olvidando lentamente el asunto conforme avanzaba intrépido por el interior de la aldea, saliendo de la cueva de Icar en busca de a quien quería que nos defendiera. Vektor, sí, el sujeto del Noivern, no tendrá coraje ahora para denegarme una órden directa de Icar, quiero ver qué lo intente! Lo recordaba como un tipo de una melena rubia abundante, algo desgreñada, con una cara lánguida constante de despreocupe absoluto, pero su Noivern...¡Oh, ese Noivern! Sería un miembro excelente para asegurarnos de que nada pasase. Me dispuse a buscarlo entre la aldea, con las ansias de llegar tan rápido como dieran los vientos junto a Icar.