Partida Rol por web

Parece que alguno de los guardias percibe tu silbido pero es demasiado tarde para reaccionar, Gligar surge del cielo y utiliza sus alas para crear una fuerte racha de viento y lanzar un manto de arena sobre tus oponentes.
Apenas tienen tiempo para reaccionar cuando saltas por encima de sus cabezas con agilidad y emprendes tu huida, tienes que salir del desfiladero pero por ahora llevas la ventaja.

Burlo la terrible guardia que tenía en vista fija a mi cuello, por los pelos había llegado Gligar a salvar mi pellejo. Si no, ¿en qué fosa desalmado habría terminado preso? Interrogado, torturado y forzado a sacar cada pizca de información sobre los susodichos "demonios" que creían que éramos, eso no iba a pasar hasta que perdiese cada pluma de mi manto y cada hebra de coraje que tenía adentro. Salto por encima de sus narices, para que el mensaje de la maldición del desfiladero se calara dentro de sus empobrecidas mentes. 

No espero a detenerme, un segundo de tardanza habría hecho que acabara con una lanza encima y derribado cual Pidgey cazado, y ya sabía el resultado de semejante fallo. Me escabullo por la ladera del desfiladero, dispuesto a reptar por la oscuridad del barranco en espera de una señal de Icar, que seguramente habría dejado en miseria al botín que traía encima esa gentuza. Me arrepentía de no haber podido sonsacar siquiera una pizca de aquel extraño metal, pero lo más probable era que mis compañeros ya se hubiesen ensanchado con el descuido de los guardias entreteniéndose conmigo. Claro, ese fallo que cometí mas tarde me pesaría. Decidí no darle atención a ello, colarme por las sombras de la noche y escalar por las corrientes de viento hasta el punto de encuentro. 

Aprovechando el ataque de Gligar y tu conocimiento del terreno consigues dejar atrás a los guardias mientras te gritan desde el convoy, no distingues que dicen ni te paras a intentar escuchar. Cuando estas lo suficientemente lejos decides dirigirte al punto de encuentro.

Tardas apenas unos diez minutos en llegar al pequeño pico donde habías quedado con tus compañeros, Icar y Tor'na estan ya allí, el primero esta sentado en el suelo examinando una de las placas de metal que ha sacado de las cajas robadas mientras que la otra esta vigilando posibles rastreadores de los guardias, cuando te ve acercarte te saluda alegre.

-¡Ni lo han visto venir! ¡Esa distracción tuya ha sido perfecta, Icar y yo nos hemos llevado dos cajas cada uno! Aun no sabemos qué es pero aquí el cerebrito está viendo si descubre algo.-luego mira a tu espalda, al cielo nocturno.- ¿No te han seguido verdad?-

Icar por su parte esta inmerso en sus pensamientos, ni siquiera levanta la mirada de la placa de metal.

Aterrizo en el alejado pico en el que habíamos quedado antes, junto con Gligar que sobrevolaba las alturas. Me sentía frustrado, apaleado por la reivindicación de los guardias que, en una baza de suerte, habían logrado evitar que me llevara más del botín. Caí alicaído, con algo de fatiga y una pizca de pesar. Recordaba el tiro fallido de la placa de metal, que no hubiese podido llevar absolutamente nada de la carroza y además, el rencor que empezaba a tenerle a ese Capitán se incrementaba. Suspiré pesadamente, observando a mis compañeros con cierta envidia, mas no sucumbía a esta. Al menos ellos habían raptado algo, y mi vano intento de robo no quedó en simples migajas.

-¿Distracción? Porfavor, yo le llamaría a eso un tremendo fallo-Respondí con cierto tono despreciable, entre cansado y sarcástico-¿No vieron la altura del Capitán que traían? Era temible, un combate cuerpo a cuerpo con él me habría dejado en muletas.-Me dejé llevar por mis impactos, y recordando la última frase de Tor'na, respondí con toda la seriedad posible, a la par que me quitaba el cubrecuello que tapaba mi rostro-Para nada, esos ilusos quedaron viendo polvo tras mis pasos, y ninguno de ellos parecía lo suficientemente astuto como para seguirme por el desfiladero. 

Solo de pensar en el posible resultado que habría ocurrido, algo de mi sangre podía helarse. No acobardarse claro está, si me hubiese visto forzado a luchar, lo habría hecho sin lugar a titubeos. Pero me alegraba haber salido sano y salvo de allí, con algunos inconvenientes claro, pero aún con las extremidades unidas. 

-Bueno, mi accidente al menos nos brindó parte del botín, aunque me hubiese encantado hacerme con más-Continué ladino al seguir por el pico-¿Ninguna pista de lo que puede ser ese metal? Luce resistente, y comprobé allí abajo que lo que es dureza, lo tiene. 

Tor´na se rie cuando comentas tu encuentro con el capitan.

-¿Dejarte en muletas a tí? No seas modesto, no creo que hubiese podido tocarte siquiera. Fallo o no nos hemos llevado unas cuantas cajas del metal misterioso, ahora solo falta que Icar averigue qué es. ¡¿Como vá?!.-

Ves como Icar se sobresalta por la voz de tu amiga y deja caer el trozo de metal que tiene entre las manos.

-¿Sería mucho pedir un poco de silencio? No se qué es este metal pero no hemos tenido algo parecido antes eso seguro, parece tan resistente como el acero sino más y mucho más ligero y maleable, si averiguasemos de donde sale podríamos conseguir equipos mucho más avanzados para los Montacorrientes.-

Se levanta y os mira fijamente mientras parece que sigue haciendo calculos mentales, tarda unos minutos en volver a hablar.

-Dadme hasta mañana por la tarde de tranquilidad y os diré si saco algo en claro. Por ahora ayudadme a llevar esto a la guarida- dicho esto lo ves coger una de las cajas y saltar del pico.

Tor´na resopla mientras coge dos cajas y se aproxima al borde del pico.

-Ya has oido al jefe, vamonos a casa.-dice antes de dejarse caer distraidamente y salir por los aires.

Solo quedas tu en el punto de encuentro con Gligar y la ultima caja del botín.

Contemplo algo perplejo el estudio de Icar frente al metal. Sabía que era valioso, que era bastante extraño y porsupuesto que en mi corta vida se había transitado algo así por las montañas. Había visto de todo en mi labor de saqueador con los Nocturnos, desde ilusos comerciantes que no tenían más opción que transitar por aquí para evadir impuestos, hasta humildes campesinos que se perdieron entre el bosque y por alguna razón acabaron allí, todos asaltados por supuesto. Nadie se escapaba de su incredulidad, si tentaban al destino acababan por resignarse bajo el lodo, atrás de la estela de mi vuelo. ¿Pero una caravana real, cargando tan extraño contenido? Para nada, se les habrían subido los humos por la situación creyendo que su fortaleza los salvaría, y hasta cerca estuvieron de haber burlado la guardia. 

Dejé de darle vueltas al asunto, pero aún me confundía la existencia de aquel metal. No sabemos sus propiedades y ya queremos implementarlo en nuestro equipo, ¿Y si tenia alguna infusión arcana y terminábamos volando por los aires? Claro que, para explosivos esa idea era alucinante....Fuera dilemas, algo de ello me inquietaba, y no podía sentirme preludiado a una enrevesada cruzada desde que amanecí con aquella marca en el ojo. 

Tomé entre mis brazos la caja que restaba, una mano en cada lado, y procedí a cernirme por el acantilado. Pesaba un poco, pero entre la ayuda de Gligar y el efecto del viento, no me llevaría mucho subirla. Me apresuré, desplegué mi montacorrientes de nuevo y volví a montar el cielo. 

Vuelas por los aires con la caja hasta llegar a vuestra guarida, la noche ya cerrada os obliga a volar con cuidado aunque os conoceis la zona.
Una vez dejais las cajas Icar os hace un gesto rapido con la mano, la orden es clara: "dejadme trabajar".
Resoplando aburrida Tor'na se aproxima a la entrada de la cueva antes de girarse hacia ti.
-Bueno, parece que hemos acabado. Creo que me iré a descansar un poco.-

No podía hacer más que esperar en aquella situación, ¿que estaba rondando a aquel extraño metal, dadas las circunstancias de su robo? Algo me extrañaba, medidas desesperadas de la corona rondaban por mi mente, quizás los dirigentes de Catolnia se vieron arrinconados a enviarlo por nuestras tierras en un intento de evitar exactamente lo que les hicimos. Algo de ello me sabía a un amargo humor, como un chiste mal contado, ¿no esperaban enserio que nadie los asaltara? Como fuese, me encantaría saquear algo mas de ello. Y de paso, vengar mi nombre como cazador. La idea no me parecía absurda, reclutar a un grupo mayor de Nocturnos, llevarlos por las colinas y tratar de seguir el rastro de la caravana para terminar de robar todo lo que iba en ella. 

Pensé un momento en volver y descansar, pero algo en mi mente seguía resonando con profunda emoción. Sí, puede que Icar estuviese trabajando, ¿pero eso qué importaba en momentos como este? No esperé mucho, escalé hasta su apartado estudio y sin esperar respuesta, entraría para hablarle sobre ello. Sería un plan interesante, pero si quería que todo fuera prudentemente, necesitaría el aval de él para no sumirme en problemas. Después de todo, un numero mayor de muestras y las interrogaciones de los guardias nos darían una pista mas fidedigna para saber la identidad del metal que robamos. 

Ascendí hasta su apartado estudio, dentro de aquella rocosa hendidura en el acantilado, apartado de todo sonido posible. Su gusto por el silencio rayaba aveces en el fanatismo, sin embargo solía comprenderlo dado el caos que se sembraba en la aldea constantemente. Ruidos del viento rugiendo, gente saltando a grito herido por las corrientes, y los Pokemon salvajes rondando de cuando en cuando por los alrededores, sentía que era imposible encontrar un lugar en paz en todo mi hogar, exceptuando el estudio de Icar. No me hice de caballero a esperar presentaciones, y accedí toscamente al lugar sin meditarlo, lo que necesitaba decirle iba a favor del tiempo. 

-¡Icar!-Reclamé tratando de mantener cierta prudencia-Disculpa molestarte ahora mismo, sé que estás ocupado y todo lo que quieras, pero....-Pausé mi voz por un momento mientras procesaba lo que quería decirle-Estaba pensando en formar un pequeño grupo de Nocturnos confiables y volver a arremeter contra la caravana de hace un rato, para acabar de llevarnos el botín. Acumularíamos más recompensas, y además te traeríamos más muestras de ese metal para tu estudio, mires por donde lo mires es un plan beneficioso. 

Resoplando el lider de los nocturnos levanta la cabeza del trozo de metal que esta investigando, te mira con expresión cansada mientras deja el metal a un lado.

-No se si sería lo mejor, ya estaran sobre aviso y no eran unos alfeñiques, pudimos con ellos porque los cogimos por sorpresa, no se si querría arriesgar gente y recursos para algo que podría ayudar o no.-

Dicho esto vuelve a girarse para continuar con su trabajo.

Con el ceño fruncido ante su respuesta, comienzo a vacilar por la estancia jugueteando con uno que otro artilugio que veía disperso por ahí, jugar con algún péndulo haciéndolo moverse, curiosear en los mapas dispersos, admirar los adornos de las paredes con trofeos de caza y asalto, todo lo que pudiera hacerme desviarme un rato, inconscientemente, mientras me acercaba hacia Icar a la par que le contestaba.

-¿Pero, pensaste en la posible recompensa?-Le repliqué en tono inquisitivo, casi humorístico tratando de tocar en su vena de ambición-Si derrepente descubrimos que ese metal vale más de lo que parece, ¡nos podríamos hacer ricos con él!-Continué tratando de exagerar los términos para que colaran más-Y si forzamos sus propiedades, solo imagina el potencial que tendría eso para nuestros artilugios, digo, ganchos más resistentes vendrían de maravilla, y he oído por la aldea que las poleas de los ascensores comienzan a cojear...

Continué tratando de convencerlo, sin saber justificar mi insistencia por el posible beneficio, o porque sentía que aquel tipo del barranco me la debía por haberme tratado así, todo fuese por mantener el nombre de los Nocturnos como una leyenda inalcanzable, y claro, también estaba el hecho de que no quería que acabase la noche sin algo más de emoción. 

-Vamos Icar, piénsalo-Le dije acercándome prudentemente hacia él, a su vez tratando de ojear su trabajo-La aldea necesita los recursos, quién sabe hasta cuando tendremos la posibilidad de un golpe así, nos daría suministros para...yo qué sé...¡Meses! Revendemos lo obtenido en la frontera y en los mercados ocultos, así no podrían rastrear el producto, y aunque lo hicieran, ¿cómo nos encontrarían?

Icar vuelve a resoplar y esta vez deja en su mesa tanto el metal que examinaba como sus gafas, se gira hacía ti masajeandose las sienes con expresión cansada.

-¿No voy a conseguir que lo dejes pasar verdad? Es como intentar detener el viento.- esta vez se levanta y te mira fijamente a los ojos.- Si estas tan seguro de que puedes hacerlo hazlo, pero será bajo tu responsabilidad, y recuerda llevar un grupo pequeño y por dios que no os maten.-

Te da la espalda mientras camina hacía la puerta lentamente.

-Después de nuestro ataque no deben haber avanzado demasiado, podríais localizarlos facilmente, pero tenlo en cuenta, ahora estaran preparados.-
 

Una amplia y arqueada sonrisa se apodera de mis labios al oír la aprobación de Icar, a la par que una corriente de adrenalina comienza a apoderarse de mi ser. Aprieto mis puños de una temible ansiedad, haciendo que mis guantes liberen un chirrido agónico del cuero. Tarde o temprano aceptaría mi propuesta, pero eso no quitaba el hecho de que fuese a sentir una terrible ansia de realizarla. 

-¡Wooh, sabía que aceptarías!-Grité animosamente mientras daba pequeños saltitos de alegría por toda la estancia, acercándome a Icar intentando transmitirle aquella emoción que sentía, pasándole el brazo por encima del hombro en un gesto amistoso, a sabiendas de que ésto lo irritaría levemente-No lo digas por mí Icar, ¡Piensa en el bien que acabas de traerle a la aldea indirectamente! Con el botín...¡Oh, con el botín! Y el viento surcando mis mejillas, y...y...¡Y la cara de fanfarrón del líder del convoy! Y su maldita lanza pomposa, ¿Lo viste, verdad? Claro que lo viste, sentirá el réquiem de Tornadus en su pobre caravana. 

Llegaba un punto en el que hasta comenzaba a delirar de emoción por sencillamente poder seguir volando. No era completamente los bienes, la venganza poética que quería o el gusto por la recompensa, venía más de adentro, de que quería seguir volando, quizás pensando que sería mi último día al vuelo, o el primero si al caso. Un ciclo que no paraba, ¿O por qué debería de haberlo? Un fin, no...

-Claro, ya tengo en mente a unos cuantos-Le repliqué a su cuestión nerviosa calmándome paulatinamente, meditando seriamente sobre su pregunta-¿Recuerdas a Vektor, el del primer piso? Sí, el tipo rubio de cabello de mujer, tiene un Noivern, ni idea de cómo consiguió un huevo de esa cosa, pero lo tiene bien criado y su reconocimiento sonico nos viene de perlas. También pensaba en traer al sujeto del Sigilyph, esto...¡Marto! Creo que ese era su nombre, el tipo aquel obsesionado con la astronomía, podríamos usar la hipnosis de su pokémon como ataque sorpresa y presta atención a esto, ¡Esparcir la onda de la hipnosis con una ráfaga de viento! Suena muy ridículo a primera vista, y no estoy muy seguro de si sirva como me lo imagino, pero el Yanmega de Clair, la que tiene su cuarto justo enfrente de mi puerta, ella podría venir estupenda para acabar nuestro ataque en combo. Y lo mejor de todo, es que todos ellos son Nocturnos, bueno...A Vektor lo echaron por un tiempo, y Marto no es lo que se diga un patriota por la causa, pero...¡Pero Clair es oficial, al cien por ciento! 

No esperé a que Icar diera su opinión, y ensimismado en mi verbórrea continué hablando hasta salir de su despacho entre la roca. Solamente quedaba encontrarlos dentro de la aldea, informarles con cierta confidencialidad sobre lo que pensaba hacer y ejecutar el plan sin duda alguna. Saboreé delicadamente lo que esperaba tras las montañas, hacía mucho no me sentía tan emocionado sobre una aventura como ella. 

Aunque rebuscas por todo el campamento no encuentras a nadie despierto o dispuesto a seguirte, bien tienen trabajo que hacer o no les interesa un robo tan extraño.

¿Qué harás ahora?

Decepcionado de la poca iniciativa de mis aliados, suspiro pesadamente y me resigno a la idea de continuar con el atraco. En grupo tendríamos posibilidades, pero solo sería un suicidio declarado y estúpido. 

-¡Pues como quieran, reverendos flojos!-Grité guiado por mi propio cansancio arraigado y desesperante hacia un poco la nada, queriendo que el eco rebotara y llegara a torturar los oídos de quienes habían rechazado desinteresadamente mi fantástica idea. Sigo caminando rebosado de frustración y energías ansiosas, pero sabía que continuar solo me traería problemas innecesarios, así que preferí pasar lo que quedase de la noche deambulando por las colinas aledañas a la aldea con mi Gligar, no sin antes dejarle una nota de aburrimiento a Icar, al menos una justificación querría tener. Agarro una hoja del tamaño de la palma de mi mano de algún matojo que creciera en los bordes musgosos de la roca, unto mi dedo índice con el musgo baboso y escribo como puedo una improvisada nota.

"Nadie quiso seguirme, paso de arriesgarme solo, nos vemos en la madrugada"

Tomo la hoja, la ondeo para que el musgo se seque y se la tiendo a Gligar, le doy claras órdenes para que busque a Icar y se la entregue, hasta un peso de encima le podría quitar diciéndole ello. Luego de ello, le indico como puedo que al entregarle la nota, vuelva conmigo en la atalaya de vigilancia del pico del sur. Bostezo más llevado por los desánimos que por cansancio, y me dirijo a esa misma atalaya, esperando poder almenos volar un rato por el territorio de la aldea.