Partida Rol por web

Como cada día Marime despierta con los primeros rayos de sol, en un pueblecito como este no se puede perder ni un segundo de trabajo si quieres vivir de forma decente todo el año.

Se trata de un pequeño pueblo al norte de Lenaris, un pueblo más donde la gente vive en paz, lejos de bandidos, guerras y demás conflictos. Es un pueblo acogedor, que acepta a los extranjeros con facilidad incluso llegando a tratarlos como si llevasen toda la vida viviendo allí, siempre y cuando no ocasionasen disturbios. El pueblo está regido por un alcalde que se encarga de arbitrar las disputas entre vecinos principalmente, es un vecino más que se encarga de la carpintería local pero en el que han confiado para este tipo de problemas.

El pueblo no destaca por sus cosechas, ni por su ganado pero hay algo en lo que todos concuerdan: su herrería es la mejor de la provincia. Dirigida desde hace años por Nina con ayuda de su hija Fio la herrería es el núcleo del pueblo, madre e hija junto con sus pokemon de tipo Fuego pueden arreglar cualquier herramienta en cuestión de minutos y crear una nueva en un par de horas con materiales que siempre parecen de primera calidad.

Ahí estas tú, en la herrería. Bueno, más bien en el piso encima del local, donde teneis vuestras habitaciones personales, la cocina y demás. Como siempre te despiertas con los primeros rayos de sol, hoy estas especialmente emocionada, tu madre tuvo que irse el día anterior a la capital provincial a por materiales urgentes que hacían falta por lo que hoy eres la dueña y señora de la herrería, al menos durante la mañana.

Aunque tienes algunas instrucciones: debes mantener el local abierto solo durante la mañana, deberás atender a los vecinos que tengan pedidos y ocuparte de las reparaciones. A partir de mediodia podras cerrar el local e irte con tus amigos, deberás quedarte con ellos hasta casi la noche ya que tu madre llegará a primera hora de la tarde con un proyecto especial. No te ha dicho cual es pero sabes que en estos casos Nina cierra la herrería y no quiere ningun tipo de distracción o ayuda.

El sol rozó con timidez el marco de la ventana, de madera combada por el paso de los años y los elementos, anunciando que el día de Fio comenzaba. Desde que tenía recuerdos había sido así, cuando el sol tocaba su ventana comenzaba el día en su casa. En realidad, no era del todo cierto, su día comenzaba cuando el haz de luz tocaba una muesca en forma de nuez en los tablones del suelo, muy cerca de la puerta. Era entonces cuando su madre abría su puerta y la instaba a ponerse en marcha, desayunar y bajar a la forja con ella. Pero con los años el cuerpo de la muchacha se había ido amoldado a ese ritmo y solía despertar, sin más ayuda, cuando el primer rayo de sol se colaba en la habitación orientada hacia el este. De pequeña se quedaba en la cama, si era invierno bajo las mantas, y si era verano sudando encima del colchón, observando como la luz se movía, poco a poco, hasta alcanzar el pie de la cama, se torcía un poco e iba iluminando el suelo, tablón a tablón, hasta alcanzar el punto donde, de forma exacta, su madre terminaba su propia rutina y se disponía a iniciar la suya.

Se había convertido casi en un juego el estar preparada para saltar de la cama en cuanto la puerta comenzaba a moverse. Ni antes ni después, solo cuando ella diera la señal. Ahora ya no era una niña y el juego se había terminado, pero seguía disfrutando de ver como el sol acariciaba el bajo de su cama y le rozaba los dedos de los pies, calentándolos, dándole el tiempo justo para sacudirse la pesadez de los párpados y dedicarse a sus tareas.

Pero hoy, el sol le tocó la cara sin que se hubiera puesto en pie y la sorprendió con los parpados hinchados. Al notar la calidez en sus mejillas un grito se escapó de su boca y entendió que lo que notaba en la frente eran los picotazos de Nim, que no entendía lo que sucedía. ¡El día más importante, el que su madre la deja al cargo del negocio, y no es capaz de levantarse a su hora!

Como una tromba descontrolada rodó fuera de la cama, atropellando la puerta con su ropa en la mano de camino a la cocina, con Nim aleteando inquieta tras ella. Engulló un desayuno que ni recordaba en que consistía, a solas, pues su padre se marchaba temprano a la ganadería, y corrió a la herrería, hasta prácticamente estrellarse contra el horno, todavía frío, que comenzó a alimentar con la leña para ponerlo en marcha. Enseguida tendría que avivarlo con el fuelle, cuando la llama fuera un poco más segura, pero antes corrió de un lado a otro, descorriendo el portón frontal, para que todo el pueblo supiera que la herrería estaba en marcha.

Empujó la puerta que se deslizó, lenta al principio y algo más suave al final, sobre el riel de metal mientras el sol le daba de cara, haciéndole entrecerrar los ojos. La calle estaba aún prácticamente muerta, y solo entonces fue consciente de que solo se había despertado unos pocos minutos más tarde de lo habitual, y ahí estaba, con el jersey a medio colocar, con un brazo asomando por el cuello y un pie descalzo.

Se desplomó en el suelo, sin fuerzas por el susto, y rió nerviosa. La noche anterior apenas había logrado pegar ojo, emocionada por la noticia que su madre le había dado dejándola al cargo. No es que nunca se hubiera quedado sola, pero siempre era cuando Nina salía a arreglar alguna pieza grande o que no podían mover, no era como estar al mando de verdad. No era como aquel día.

Algo más relajada se sentó sobre el yunque y dejó que Nim frotara su cabecita contra su muslo, le dio unas palmadas cariñosas en la cabeza y esta saltó dentro del horno, a que las llamas la acariciasen, calentándola como a ella le gustaba.

 —Ten cuidado ¿eh? Hasta tu puedes quemarte con un fuego lo bastante intenso.

Pero Nim no hizo ni caso y disfrutó del calor sobre sus plumas como ella haría en un agradable baño caliente. Animada por la actitud despreocupada de la pokemon de fuego comenzó a preparar todo lo necesario, repasando herramientas y asegurandose de disponer de los manteriales para los trabajos más comunes. 

Recibió al primer cliente con una sonrisa de oreja a oreja y trató de ser tan profesional como siempre era Nina, pero no podía evitar estar más contenta que unas castañuelas, y la señora Mera se percató al instante de la situación. Le explicó muy formal que su mejor olla se había rajado al recalentar un estofado y que necesitaba repararla. Examinó el pote y comprobó que hierro de los que disponía casaría mejor con ella, antes de ponerlo a fundir.

 —Un parche es la mejor solución —explicó concienzuda mientras tapaba el exterior con arcilla, sellándolo con cuidado—. Cubrirá el interior y se unirá sin que se perciba la diferencia. Un poco de pulido y curado y quedará como nueva. Es cierto, es una olla estupenda, sería una pena perderla.

 —Así es. Tu madre puede estar orgullosa.

Fio alzó la vista del fondo de la olla, alisando la arcilla con una herramienta redondeada para conseguir una textura uniforme, y apretó los labios, frunciéndolos, al darse cuenta de que se había perdido en la tarea que tenía entre manos y no había escuchado a Mera.

 —¿Eh...?

 —Nada, querida, no tiene importancia.

Antes de que la olla estuviera lista uno de los mozos de una cuadra vino con una yegua que había perdido una herradura y tuvo que salir a examinarla.

 —Ah, el casco esta bien ¿no te parece? Creo que podemos ponerle una nueva sin problemas.

 —Sí, si, tranquila. Ya nos hemos asegurado de que no estaba herida. ¿No está Nina?

 —Nah, hoy no... —respondió de refilón mientras corría al interior, ciñéndose un cinturón de cuero que cargó con los clavos hexagonales y un par de martillos. Entrecerró los ojos mientras calculaba de cabeza la medida apropiada y metió la mano en dos cajones buscando herraduras que ya tenían ajustadas. Saltó sobre el yunque de vuelta al exterior ante el asombre de la señora Mera y palmeó al animal para calmarlo antes de pedirle al mozo que le tomara la pata.

 —De acuerdo, sí, eso creía... tengo que estrecharla un poco... será un momento. —Ajustar el ancho de la herradura no le llevó demasiado tiempo y para cuando terminó con ella el fondo de la olla parecía estar listo para pulir y adecentar.

 —¿Seguro que quiere esperar aquí? Puedo llevarla a tu casa cuando esté lista.

 —No te preocupes, querida. No tengo prisa.

Se alejó caminado de espaldas para herrar a la yegua, dando saltitos con una sonrisa satisfecha— ¡Será solo un momento!

La mañana transcurría con naturalidad y aunque aquellos trabajos se habían solapado, una vez entregados, el resto de horas las ocupó un único encargo más. Le pidieron reajustar un eje torcido de un carro, aunque al principio el cliente era reacio a dejarla hacerse cargo del trabajo por si sola. Aunque un poco molesta por ello, se limitó a señalar que la pieza no tenía remedio y había que preparar una nueva, además de montarla en su lugar, bajo el vehículo. Ese carro no iba a ir a ninguna parte sin su trabajo y Nina no iba a ocuparse de ello al menos en un día. A regañadientes el hombre se rascó la barba y acabó por asentir, animandola a ponerse a trabajar lo antes posible. Así que entre moldes y trabajo de yunque tuvo que dedicar mucho esfuerzo a aquella pequeña pieza sin la que el carro no podía hacer su trabajo.

Sonreía mientras trabajaba, pensando en como su madre le había ido indicando en su cabeza, como si estuviera a su lado, lo importante de hacer bien cada pequeña parte porque eso se reflejaba en el resultado. Igual que le sucedía al carro entonces.

 —¡Dale recuerdos a Nina! —se despidió el conductor, sin aludir a su negativa original de que Fio reparase su carro, marchandose ya con este unido a los bueyes, para cuando el sol alcanzaba el cenit y daba por finalizada su jornada de trabajo.

 —¡Claro que sí! ¡No se preocupe! ¡Y cuidado con los baches, no quiero volver a ver ese carro en un tiempo!

El conductor se carcajeó mientras se alejaba y asintió despacio, como si se avergonzara un poco, mientras que Fio se pasaba el antebrazo por la frente sudorosa y Nim, desde su hombro, graznaba satisfecha.

 —Ha sido un buen día, ¿verdad? —Se detuvo extrañada, al descubrir una extraña marca en el antebrazo derecho, rozando la sangradura. Si no se hubiera remangado por el esfuerzo ni se habría fijado hasta la noche, cuando fuera a darse un baño.

 —¿Un arañazo o...?

No, no podía ser eso, pues era una forma demasiado simétrica... ¿una marca de presión entonces? Quizás una marca de adorno en la olla o una pieza del carro. Había sostenido con los brazos varias partes y no era extraño acabar con marcas por el roce con herramientas o metales. Se frotó la piel y aunque su piel oscura se enrojeció un poco por la rozadura la marca no parecía cambiar... ni tener relieve. ¿Alguien le había pintado aquello?

 —¿Es una broma de mamá? ¿Tu que opinas, Nim?

La verdad es que aquella marca le había dejado algo preocupada pero no sentía dolor, picor ni nada similar, y si no cerraba pronto su madre iba a llegar y a refunfuñar porque aún andase por allí. Recogió todo con pulcritud y bajó el fuego del horno, sin apagarlo por completo. No sabía que pensaba hacer su madre, pero de ese modo si lo necesitaba, y seguramente así sería, tardaría muy poco en avivar el fuego.

 —Venga, comamos un bocado y salgamos a buscar a la panda, a ver que traman.

Ya por la tarde el primer sitio al que llegas es la panadería de la familia de Liz, es la que más cerca está de tu herrería. Su padre, un hombre grande con un delantal blanco lleno de harina te saluda con una amplia sonrisa en su redondo rostro desde detras de un pequeño mostrador en el que tiene varios panes enormes como tu brazo, como siempre lleva el pañuelo en la cabeza para que el escaso pelo que le queda no acabe en el pan del que está tan orgulloso.

-Buenas tardes Fio, ¿hoy te han dado tiempo libre? Si buscas a Liz se ha ido hace un rato con Malena, creo que decían algo de buscar setas en el bosque.- te explica, la temporada de setas acababa de empezar y a tu amiga le encantaba ir a recogerlas. El hombre se agacha y saca una pequeña cesta de debajo del mostrador.- Si vas con ella llevate esto, así tendreis algo para comer si se os hace tarde.-

La cesta tiene algunos bollos de pan no más grandes que tu mano, el padre de Liz siempre suele daros este tipo de cosas para merendar o cenar, aunque tu madre no suele estar de acuerdo con que comas tantos dulces nunca le dices que no al amable panadero.

Con la cesta en la mano te diriges al bosque para buscar a tus amigas cuando escuchas una voz familiar.

-¡Fio!- el origen de la voz es tu amigo Tom que corre hacía ti con una sonrisa, su Bunnelby saltando a su lado tan alegre como el chico. Cuando por fin llega a tu lado no da señas de cansancio, siempre te sorprende la energía infinita que tiene.- Crei que hoy te tocaba ocuparte de la herrería a tí sola, ¿vas a buscar a Liz y a Malena? Te acompaño, he conseguido escaparme antes de la rancha.- ves que te lo dice con una amplía sonrisa, no es la primera vez que huye de sus tareas y se gana un castigo, estas acostumbrada.

Charlais tranquilamente mientras llegais al gran bosque al norte del pueblo, lleno de pokemon de todo tipo lo conoceis como la palma de vuestra mano, os habeis criado en él al fín y al cabo.
 

Saludó con la mano al acercarse y replicó a las palabras del hombre cuando estuvo a su lado tamborileando con los dedos sobre el mostrador de la panadería.

 —Buenas tardes, la verdad es que sí, venía a buscar a su hija.

Tomó la cesta mientras se le iluminaba la mirada y aspiró el olor cálido y dulce de los bollos, que aún estaban calientes, mientras la boca se le hacía agua.

 —¡Oh, muchas gracias... si yo fuese Liz no podría dejar de comer sus bollos en todo el día!

Conteniendose a duras penas logró no llevarse uno a la boca delante del panadero, pero sabía que eso iba a pasar en cuanto estuviera fuera. Se despidió de nuevo agitando la mano y salió del local gritando una despedida.

 —¡Hasta luego y gracias, voy a buscarlas!

La llamada de Tom la sorprendió con el bollo en la boca, y se giró sosteniendolo entre los dientes. Le dio un suave golpe con el puño en el hombro, como reproche por su mala actitud.

 —No defefias fafer efo —dijo tratando de tragar a la vez que hablaba, logrando atragantarse y toser, llenandose los ojos de lágrimas—. Vaz a lofrar que te... agh... vas a lograr perder tu trabajo, so bobo.

Nim salta alrededor de Bunnelby, dandole la bienvenida a su manera y Fio lo recoge del suelo para ponerlo en la cesta de los bollos y señalar en la dirección en la que iban.

 —Me han dado algo de comer para llevarles, están en el bosque, buscando setas... si llegamos a tiempo podemos recoger algunas tambien y comernos esto juntos.

Se metió lo que quedaba de bollo en la boca y masticó con rapidez.

—Fi te frefuntan no hafía maf follof.

El bosque les era tan conocido como su pueblo, al fin y al cabo, habían pasado en este tanto tiempo como en las calles y sus casas. Los rincones más divertidos, las rocas desde las que saltar al río, los arboles caidos en los que esconderse, y los mejores lugares para avistar los pokemons más tímidos... todo les era familiar, y por supuesto, las zonas donde crecían más setas, donde debían estar las chicas ahora mismo.

Avanzais por el bosque sin demasiados problemas en dirección a la zona donde soleis recoger setas. Como siempre los pokemon que os encontrais no os molestan, suelen ser bastante amigables a menos que los ataqueis así que no les haceis mucho caso. Ves como Tom se adelanta cada cierto tiempo y se acerca a distintos grupos de pokemon, el chico siempre ha sido muy curioso y le encanta ver como se comportan ciertas especies a lo largo del año.

Y es mientras tu amigo está observando de cerca a un enjambre de Volbeats cuando escuchais el grito. Reconoceis perfectamente la voz:Lizz. Tom se levanta como un resorte y corre hacía el origen del grito. Lo sigues de cerca hasta  encontrar a vuestra amiga en el suelo llorando, tiene a su Oddish abrazado contra el pecho y parece que está herido. Frente a ella: dos Spinaraks con cara de pocos amigos acercandose amenazadoramente.

-¡Malditos! ¡Vamos Bunnelby!- oyes gritar a Tom mientras se lanza al combate.

A Fio le resultaba dificil no sonreir mientras Tom correteaba de aquí para allá, siempre inquieto, mientras recorrían el bosque. No importaba las veces que pasaran por allí, siempre había algo que le llamaba la atención o le hacía apartar la vista a algo nuevo. El grito rompió la calma de la escena por completo y ambos corrieron sin mediar palabra hacia el origen, que sin duda era su amiga. Verla en el suelo, quizás herida, le provocó una punzada en el pecho, paralizandola un segundo, mientras que Tom no duda en lanzarse adelante.

Fio sacudió la cabeza y dedicó una mirada a Nim.

 —¿Puedes con esto, verdad?

Corrió tras Tom y hacia Liz mientras apretaba los dientes. El día estaba torciendose.

 —¡Ten cuidado con ellos!

Lo último que querían es acabar todos heridos o algo peor.

El Bunnelby de Tom es muy rápido y se planta frente a los pokemon bicho apenas unos segundos después de que su entrenador de la orden. Con cara de pocos amigos salta sobre los spinaraks mientras Tom da una segunda orden.

-¡Usa doblebofeton! ¡Quita a esos bichos de encima de Liz!-

El pokemon da tres rapidos golpes con sus orejas en el Spinarak más cercano y lo lanza por los aires lejos de Liz.

Asintió con alivio al ver como uno de los pokemons era apartado con facilidad de su amiga. Con un poco de suerte si les ofrecian la resistencia suficiente se alejarían de allí sin más problemas... o eso esperaba.

 —Ahora nos toca a nosotros... ¿crees que pueden aguantar el calor? ¡Lanzale unas ascuas al que queda cerca!

El ataque a distancia le permitía no poner demasiado en peligro a Nim, la idea de que una de esas criaturas le hiciera daño le parecía igual de mala que el que hubieran herido a Liz, al fin y al cabo, había criado al pokemon como parte de su familia.

Las ascuas de Nim queman al segundo Spinarak y lo lanza por los aires lejos de Liz, la niña sigue llorando en el suelo pero parece ilesa.

Los Spinaraks parecen enfadados y se disponen a atacaros, el primero ataca a Bunnelby con una rafaga de puas venenosas golpeando de lleno al pokemon de Tom, un golpe certero pero parece que Bunnelby lo ha aguantado bien.

El segundo mira enfadado a Nim antes de imitar a su compañero y lanzar picotazo venenoso sobre el pokemon de tipo fuego. Pero las ascuas han causado más daño del previsto y el ataque falla estrepitosamente, golpeando a su compañero en el camino.

Tom no se queda atrás y da una nueva orden a su compañero.

-¡Bunnelby aprovecha ese ataque y repite con Doblebofeton!-

Bunnelby salta sobre el Spinarak herido dispuesto a dejarlo fuera de combate. Realiza de nuevo varios golpes rápidos dejando al pokemon enemigo claramente malherido.

Fio no pudo más que sorprenderse, a Tom se le daba bien esto de los combates pokemon y se veía bastante cómodo luchando, no parecía el mismo chico que hace un rato estaba correteando con cara de bobo tras cada pokemon que veía, en cambio ella estaba hecha un mar de nervios y dudaba de su habilidad como entrenadora y tenía miedo de que Kero saliese herido por ello.

-¡Woof!- un ladrido la saco de su auto-compadecimiento, su amigo estaba parado frente a ella esperando sus ordenes, eran un equipo, si ella dudaba, era seguro que sus amigos saldrían heridos, no podía defraudar la confianza puesta en ella.

-¡Tienes razón, no podemos quedarnos atras! ¡Kero, repite Ascuas sobre el mismo Spinarak!-

El ataque de Kero impacta sobre el Spinarak que cae derrotado por las quemaduras. El Bunnelby de Tom esta firmemente plantado entre el restante y Liz esperando a que ataque pero parece que se lo piensa mejor y decide huir usando su Disparo Demora sobre uno de los arboles cercanos para alejarse del rango de vuestros ataques.

Tom corre hasta Liz y se agacha a su lado.

-¡Liz! ¿Estas bien? ¿Qué ha pasado?- notas la preocupación en su voz mientras agarra a vuestra amiga con cuidado.

-_{Lena... Lucas... el claro...-} la chica apenas dice esas tres palabras antes de caer inconsciente en los brazos de Tom. El chico se gira hacia ti.

-Deben estar en problemas, ve tú Fio yo me ocupo de cuidar a Liz.- te dice.

Sabías a qué claro se referia, estaba a diez minutos a buen ritmo desde donde estabas, soliais ir a por setas en esta época.

¡Ohh! Fio se sorprendió del poder de Kero, el ataque anterior lleno de dudas no había sido tan fuerte como el que ahora Kero había lanzado, pero no había tiempo para sorprenderse, corrió hacia Liz cuando el otro Spinarak salio huyendo.

-¿Estas bien?- Tom llego antes y la auxilio, Fio se mordió el labio inferior ante la impotencia y la preocupación cuando Liz cayo desmayada, aún así tenía que ir a ayudar a Lena y Lucas, Tom podía cuidar a Liz.

-¡B-bien! Lleva a Liz al pueblo, yo me encargare de buscar a Lena y Lucas ¡Vamos Kero!-

¡Por favor que estén bien! Fio salio corriendo detras de Kero que iba liderando el camino.

Corres hasta el claro con Kero, no tardais más de diez minutos en llegar pero te paras justo antes de salir del bosque.
Ante ti ves a tus amigos atrapados por dos desconocidos vestidos de negro, solo ves un pokemon con ellos: un lairon.
Lucas esta en el suelo y tienen a Lena agarrada mientras le hablan, no escuchas que dicen.
Podrias acercarte a intentar escuchar, pero por ahora parece que no te han visto, ¿qué harás?

¡Lena! ¡Lucas!, Fio reprimió su deseo por gritar los nombres de sus amigos al verlos en esa situación ¿quienes son esos hombres y por que están haciendo esto? Los desconocidos todavía no se habían percatado de su presencia y podía usar eso a su favor, debía averiguar sus intenciones, pero no confiaba en su capacidad de sigilo, así que opto por un acercamiento más directo.

-Kero, ve por atrás de ellos sigilosamente, ataca cuando te de la orden-

Fio iría de frente para crear una distracción e intentar averiguar que buscaban, si las cosas iban mal, Kero podría atacarlos por la espalda. Kero hizo lo que se le ordeno y Fio salio al claro después de calmarse un poco, espero que nada vaya mal.

-¡Hey ustedes! Dejen a mis amigos en paz ¿que es lo que buscan?- Fio intento sonar lo más calmada y amenazante posible mientras se acercaba a los desconocidos.

Cuando sales uno de los hombres suelta a tu amiga y se gira hacia ti, Lena sigue fuertemente sujeta y te mira con preocupación mientras niega en silencio, el mensaje es claro: no vengas.

-Parece que la otra mocosa pudo pedir ayuda, no creí que llegase tan lejos con los Spinaraks en sus talones. Mira niña, ¿por qué no te vas a casa y evitas salir herida? Solo queremos charlar un rato con tu amiga, si se porta bien estará en casa para la hora de cenar.-

La voz del hombre es calmada, esta claro que no te considera una amenaza. Ves como Kero avanza sigilosamente hasta casi la espalda de los desconocidos pero cuando está a punto de colocarse pisa una rama que no debía y el crujido al romperla se escucha claramente.

-¿Qué es eso? ¿Más niños entrometidos?-

Lo ves girarse hacia los árboles pero no parece distinguir nada, Kero sigue escondido, al menos de momento.

El como estaban tratando a su amiga la hacía enojar y el hecho de que aun estando en esa situación su amiga tratase de protegerla diciendole que no se acercara, la hacia enojar aun más ¿como podría ser capaz de no ayudar a tan buenos amigos?

Kero, se había escuchado un ruido y los extraños se encontraban alerta, Fio no necesitaba contenerse más y tampoco es que pudiese, era cuestión de tiempo para que encontrasen a Kero, pero aun así tal vez podía realizar un ataque sorpresa. El plan A se había ido al traste, tenía que rescatar a sus amigos de prisa, el estado de Lucas era incierto, y ya podría sacarles información después de que los derrotara.

-¡Kero, Ascuas sobre su pokemon!-

Tu ataque sorprende al Lairon y le impacta de lleno, por un momento parece que puedes dejarlo fuera de combate pero el pokemon se recupera en apenas unos instantes con apenas una quemadura en el lomo donde ha impactado Ascuas. Sonrie mientras mira a Kero.

-Parece que la mocosa no está tan indefensa como parecía, ¿intentabas distraernos niña?- dice el hombre más cercano a ti. El de detras sigue sin abrir la boca.

-Tus debiles ataques apenas hacen cosquillas a Lairon, no creas que esto será como los combates contra los pokemon salvajes a los que estas acostumbrada.-
 

¡Si! El ataque de Kero había sido exitoso, pero poco a poco se le fue borrando la sonrisa del rostro a Fio, el ataque no parecía haber tenido gran repercusión, ¿ahora que hago?, Fio se lleno de ansiedad, estaba en problemas, Kero no conocía muchos más ataques y Ascuas era el más poderoso que sabía.

Bueno, no hay muchos más que hacer -¡Kero! ¡sigue atacando! ¡Ascuas!- no había más que hacer dada la situación, y como Fio había aprendido hace poco, no debía mostrar inseguridad, si no, no podría ayudar a sus amigos, además, podía llegar a ser muy obstinada.

-¡No voy a permitir que sigan lastimando a mis amigos!-

Las llamas envuelven a Lairon pero el hombre no parece preocuparse, sigue riendo.

-Te dije que esto no era un juego niña, estas jugando con los mayores y esos truquitos no te serviran. ¡Lairon, protección!-a su orden, el pokemon de acero se cubre con un aura verde que lo aisla de cualquier daño que el fuego pudiese causarle. Cuando las llamas se consumen se acerca aun más a Kero.

-Podrias haberte ido, podrias habernos dejado charlar con tu amiga unos minutos a solas, podrias estar en casita jugando como una niña buena, pero parece que quieres que te de una lección.- el suelo alrededor de Lairon empieza a temblar.- Lairon entierralos con Tumba Rocas.

Alrededor del pokemon enemigo se elevan 4 rocas que vuelan sobre Kero a gran velocidad, pero tu pokemon es más rápido y esquiva el ataque antes de sufrir daño. Oyes al hombre gruñir enfadado por primera vez.

La actitud despreocupada del sujeto ante el ataque de Kero, no le daba una buena sensación a Fio ¿Pero que...? Fio se sorprendió al ver que el pokemon rival no sufría daño del ataque que Kero había realizado, si podía protegerse de todo daño que Kero realizara sería imposible ganar esta pelea.

Como si pudiera hacer eso, mis amigos son muy importantes para mi, Fio respondió mentalmente a lo que el sujeto decía -¡Kero, cuidado!- Fio advirtio a Kero del ataque del Lairon enemigo, con gran alivio observo como Kero esquivaba fácilmente esos pedruscos y al parecer el sujeto empezaba a perder la tranquilidad, tal vez aun tengamos posibilidad, la gente comete errores cuando se enojan ¿no?.

-¡Kero, ascuas!- Fio dio la orden de atacar una vez más a Kero, mientras con el rabillo del ojo veía como se encontraban sus amigos.